Mi primer cv: entre la escuela media y el mundo del trabajo

Por:  Diego Rosemberg 

Hace unas semanas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció la implementación de prácticas laborales obligatorias entre estudiantes de quinto año de las escuelas medias porteñas. La directiva, con polémica incluida, puso el dedo en la llaga de la situación laboral de las juventudes y en la concepción de escuela secundaria para las nuevas generaciones. ¿Cuál es la letra chica de la propuesta? Un artículo para entender los desafíos y evitar los lugares comunes.

Las funciones de la escuela secundaria no están solo vinculadas a la transmisión de conocimientos, sino también a la formación de ciudadanía, a la preparación para proseguir con los estudios universitarios y al ingreso al mundo laboral, entre otras cuestiones. En este último objetivo, aparentemente, se inscribe la propuesta del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por la cual, a partir del año próximo, todos los estudiantes de quinto año secundario deberán realizar una práctica formativa laboral de 120 horas en empresas, en una ONG o en un organismo público.

Así enunciado, podría decirse que la iniciativa está acorde con los objetivos educativos de la escuela media. Pero surgen algunos interrogantes cuando se comienza a hurgar en cómo será la implementación del programa Actividades de Aproximación de la Subsecretaría de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En un material de promoción que esa Subsecretaría preparó para las empresas, ONGs y organismos estatales que recibirán a los estudiantes de quinto año secundario anuncia que “el aporte que una organización puede hacer a la comunidad al formar parte de esta propuesta se traduce en una fuerte impronta que dejará en los y las estudiantes sobre el valor del compromiso laboral, la importancia de la capacitación y aprendizajes permanentes, la dedicación y concentración, la aplicación de conocimientos para resolver problemas concretos y una forma colaborativa de desarrollo personal y social”. Su objetivo, dice el documento, es lograr que cada estudiante de quinto año de la escuela secundaria de la Ciudad pueda enriquecer su trayectoria a través de experiencias de aprendizaje significativas en situaciones reales de las organizaciones en las que se desarrollan las actividades.

“La propuesta parte de una tergiversación perversa de algo que debería tomarse muy en serio, que es introducir el trabajo como un valor, introducir el trabajo como algo que forme parte permanente de la concepción educativa a lo largo de toda la escolaridad, y no como una medida cualquiera tomada en cualquier momento. Esto de que los chicos trabajen de manera gratuita para las empresas es realmente una cosa increíble”, cuestionó la pedagoga Adriana Puiggrós, ex viceministra de Educación de la Nación.

El programa –se anuncia- propone experiencias pedagógicas de carácter obligatorio destinadas a acercar a los estudiantes de escuelas de gestión estatal y privada al mundo laboral y a la formación superior. Antes de realizar estas prácticas, el Ministerio de Educación porteño les brindará –según el documento que distribuyó- un taller introductorio de 30 horas cátedra, que representan 20 horas reloj, con contenidos relacionados a la orientación vocacional; a herramientas para el mundo del trabajo y de habilidades blandas, financieras y digitales, y en el armado de un proyecto personal a futuro. Un dato curioso que podría abonar la mirada de Puiggrós: nada se explicita sobre la formación en cuanto a los derechos laborales, ni sobre la legislación del área.

egresar en desigualdad

Un estudio del Observatorio Educativo y Social de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) concluye que “la obtención del título secundario puede garantizar la continuidad de los estudios superiores pero no asegura trabajos registrados y estables”. El trabajo, llevado adelante por la investigadora Agustina Corica, muestra que, un año después del egreso del secundario, casi el 60% de los entrevistados no trabaja. Pero un tercio de ellos busca empleo, por lo que puede ser calificado como desocupado. El problema no es parejo en las distintas clases sociales. Mientras que afecta al 26% de los egresados que pertenecen a sectores socioeconómicos bajos, impacta solo en un 13 % de los sectores medios y en un 10% de los sectores altos.

El 40% ocupado, además, no lo está en condiciones homogéneas. Mientras que el 57% de ellos cuenta con plena ocupación, un 27% está subocupado y busca otros empleos para completar sus ingresos. Además, el 21% es cuentapropista. Los empleos que consiguen estos jóvenes son, en su mayoría (70%), precarios. “Por lo tanto, puede inferirse que el título secundario no es suficiente para insertarse laboralmente en empleos de calidad”, agrega la investigación.

Determinar si las causas de esta situación hay que buscarlas en el sistema educativo o en el modelo económico o en ambas, no parece sencillo. Pero hay cuestiones que se pueden mencionar: “Antes el secundario era para pocos, ahora es para muchos. Ya no hablamos de un título secundario como antes que, por ejemplo, te habilitaba para determinados trabajos, como el de perito mercantil –señala la investigadora-. Exceptúo de este diagnóstico a las escuelas técnicas, donde todavía esto sucede. Pero desde hace un tiempo, el objetivo se concentró en la socialización, en la formación de ciudadanía. Hay una decisión política de inclusión educativa, vinculada a convertir a la secundaria en un derecho. Me parece que eso postergó el objetivo de la formación para el mundo del trabajo. Aunque la Ley de Educación Nacional del 2006 fijó que esa era una de sus funciones, quizá faltó acción en esa dirección. Las prioridades de las políticas para el nivel fueron la inclusión y el aumento de las tasas de egreso y terminalidad”.un estudio de unipe concluyó que un año después del egreso del secundario, casi el 60% de los entrevistados no trabaja. y para quienes sí lo hacen, los empleos que consiguen estos jóvenes son, en su mayoría (70%), precarios.

quién marca la cancha

Para Corica, la iniciativa del Gobierno de la Ciudad suena interesante. Pero advierte que falta información sobre cómo se va a implementar. “El riesgo –dice- es que sea una operación de marketing educativo, un como si. Tiene que haber garantías de que se trata de una instancia formativa y de que el sistema educativo no facilitará mano de obra barata al mercado. Para eso hacen falta muchos recursos, no solo económicos sino también humanos”.

Efectivamente, el desafío es grande. De acuerdo al último Anuario estadístico del Ministerio de Educación de la Nación, en la Ciudad de Buenos Aires cursan casi 35.500 estudiantes en quinto año. Pensar que cada uno de ellos tendrá un lugar para realizar una práctica formativa en un ámbito laboral con un índice de desocupación nacional que supera el 8% parece una apuesta ambiciosa. Según el documento de promoción del Ministerio de Educación porteño, cada empresa u organización deberá tener un referente del programa con quien articulará la cartera educativa. ¿Cuántas empresas podrán destinar una persona a coordinar el programa pedagógico? ¿Quién definirá qué estudiantes de qué escuela irá a cada institución?

“Otro riesgo -dice Corica- es que el programa profundice la segmentación que ya existe en el sistema educativo, que las grandes empresas elijan vincularse a escuelas que garanticen un estudiantado con determinado capital social y les sirva para captar personal en el futuro, pero que esa posibilidad no esté dada para los sectores más postergados, los que más lo necesitan”. En este sentido, la exdirectora nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa y actual investigadora del instituto Marina Vilte-Ctera, Liliana Pascual, advierte en un trabajo aún inédito: “En nuestro país, las tendencias privatizadoras en el campo educativo se inscriben en un proceso más amplio de mercantilización educativa que consiste en la integración de los intereses del mercado en las políticas públicas. Esta es la forma a través de la cual las empresas y las fundaciones empresariales participan en el diseño y la gestión de las políticas educativas, lo que transforma a la educación en un espacio propicio para los negocios privados”.

Lo que se trasluce del planteo de Pascual no parece poca cosa. Se trata ni más ni menos de quién fija la política educativa. ¿El Estado o el mercado? A veces, las respuestas se cruzan pero en muchos casos, los intereses son contrapuestos.

Pero más allá de los intereses del Estado y del mercado, aparecen las demandas y deseos de los adolescentes. “Hoy los jóvenes piden otra cosa –subraya Corica-, se entusiasman con el hacer. Y en ese hacer aparece el mundo del trabajo, por lo que esta propuesta puede ser muy interesante para ellos si se lleva bien a cabo. El desafío consiste en pensar una escuela secundaria más sensible e innovadora. Los jóvenes se avivaron. En nuestras investigaciones aparece esto que se conoce como la devaluación de las credenciales educativas, ¿cuánto vale un certificado? Esto está presente en la vida de los chicos, aparecen carreras paralelas, son cursos, talleres, informática, música y esa combinatoria de experiencias y distintas formaciones terminan construyendo su salida laboral, totalmente distinta a la que pensó el sistema educativo. Como decía Daniel Filmus, hoy la secundaria es necesaria pero no suficiente”.

Fuente de la información e imagen:  http://revistacrisis.com.ar

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Los educadores y la evolución del sector de la enseñanza y del mundo del trabajo

Mundo/21-05-2021/Autor(a) y Fuente: www.ilo.org

Un aprendizaje permanente eficaz y una educación de calidad para todos son esenciales para un mejor futuro del trabajo. Para que los profesores, formadores y auxiliares educativos puedan satisfacer esta necesidad, tendrán que aprender a utilizar nuevas tecnologías y nuevos métodos de enseñanza y requerirán apoyo para asumir crecientes responsabilidades. Representantes gubernamentales, empresarios y trabajadores se reúnen en la OIT para debatir estrategias que promuevan el aprendizaje de calidad y el trabajo decente en la educación.

Fuente: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/video/institutional-videos/WCMS_792077/lang–es/index.htm

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Entornos laborales precarios, pésimos e inseguros: Los problemas en el mundo del trabajo continúan

En marzo de 1911, durante la lucha de las trabajadoras de una fábrica textil en Cotton (New York), murieron 146 personas a causa de un incendio y entre las victimas hubo 129 trabajadoras, muchas de ellas menores de edad, teniendo tan solo 14 años. Trabajaban en condiciones deplorables y no pudieron huir del incendio porque los jefes de la fábrica tenían las puertas cerradas para impedir que salieran. Hubo quien murió abrasada, y al estar encerradas otras fallecieron al saltar al vacío desde el octavo piso en el que se encontraban al intentar huir del fuego.

Aunque parezca una mentira o una exageración, la realidad es que siniestros laborales de este tipo han continuado produciéndose hasta la actualidad. Escasa difusión tuvo el incendio en una fábrica textil de Bangladesh en noviembre de 2012, que causó 120 muertos1/. Entonces se volvió a poner de manifiesto que las condiciones de trabajo infrahumanas, la inexistencia de medidas de seguridad. En aquella fábrica las salidas de emergencia se encontraban cerradas y los trabajadores recibieron la orden de seguir trabajando cuando comenzó el incendio2/. Al año siguiente, el 24 de abril de 2013 también en Bangladesh se derrumbó edificio en pésimo estado y con grietas que funcionaba como fábrica textil, en donde los trabajadores eran explotados brutalmente. Hubo 1.134 muertos y 2.437 heridos, muchos de ellos de gravedad sufriendo amputaciones. Años después la líder sindical Jolly Talukder insiste en que “no fue un accidente, fue un asesinato a plena luz del día”3/.

El mundo del trabajo continúa enfrentándose a graves problemas en todo el mundo: precariedad, siniestralidad laboral, intensificación de la explotación, etc. Siguen reproduciéndose todo tipo de abusos e injusticias dramáticas, con muertes incluidas. En enero murieron 9 mineros en un accidente laboral en China, y las cifras oficiales indican que en 2020 murieron 573 mineros en distintos pozos de todo el país4/. El pasado 8 de febrero murieron electrocutados 28 trabajadores, en su mayoría mujeres, en Tánger en una fábrica textil clandestina5/. La tragedia puso de manifiesto la existencia de auténticos infiernos laborales en numerosos talleres clandestinos en Marruecos con pésimas condiciones de trabajo. Por otro lado, un reportaje del periódico The Guardian ha revelado las deplorables condiciones de trabajo en las obras para albergar el mundial de futbol de 2022 en Qatar. La publicación indica que han muerto más 6.500 trabajadores en accidentes laborales en dichas obras. Se señalan las caídas en altura o asfixia como algunas de las causas.

Otro informe de Human Rights Watch6/realizado entre enero de 2019 y mayo de 2020 ha denunciado los numerosos abusos empresariales que se cometen contra los trabajadores migrantes (de países como Uganda, Filipinas, Bangladesh, Nepal, India o Kenia) en Qatar en labores relacionadas con la preparación de los mundiales. Concretamente denuncian incumplimientos de normas laborales y retrasos en el pago de salarios. En el informe expone el caso de un trabajador de Kenia, que pidió un préstamo a un interés del 30% para pagar a un agente de contratación la cifra de 1.173 dólares a cambio de que le consiguiera un trabajo de 329 dólares en Qatar con jornada de 8 horas. Pero pasaron meses sin que le ofrecieran el trabajo prometido, y finalmente empezó trabajando 14 horas diarias por 228 dólares de salario. El trabajador denunciaba que otros de sus compañeros eran también estafados y explotados de esta manera. En este sentido es habitual que el trabajador llegue a Qatar ya endeudado, antes de trabajar y cobrar. En el informe se relata el caso de una trabajadora filipina que hacia turnos de 12 horas, estando recluida en el alojamiento de la empresa, con el pasaporte retirado y teniendo prohibido salir salvo para trabajar. Pese a que su contrato estipulaba 494 horas por 8 horas de jornada, trabajaba 12 horas al día por 357 dólares sin compensar las horas extra. Además, los trabajadores y trabajadoras relataban que el primer salario era retenido en concepto engañoso de “depósito de seguridad”. Human Rights Watch hablo con 93 trabajadores y todos relataban algún tipo de abuso empresarial en forma de largas jornadas, malas condiciones de trabajo, impagos, retenciones de salario, pagos inferiores a lo estipulado en contrato, horas extras no pagadas, practicas de contratación engañosa, estafas, etc.

Amnistía Internacional ha pedido a la FIFA que intervenga para exigir a Qatar que ponga fin a los abusos laborales contra los trabajadores. En su web han publicado un informe titulado “Los migrantes construyen un moderno estadio para la Copa Mundial de Fútbol de 2022 en Qatar sufren abusos y explotación… mientras la FIFA obtiene enormes beneficios”7/. Han detallado ocho formas de explotación contra los trabajadores. La primera de ellas “elevadas comisiones de contratación” y ponen el ejemplo de un trabajador de Bangladesh que pidió un préstamo de 4.000 dólares para pagar a un agente de contratación. La segunda es las “terribles condiciones de vida” a causa del hacinamiento y falta de higiene. La tercera consisten en “mentiras sobre el salario”, en donde incluyen el testimonio de un jardinero, quien expone que “El gerente sólo dijo: ‘Me da igual lo que te hayan dicho en Bangladesh. Cobrarás este sueldo y nada más. Si sigues protestando les diré que cancelen tu visado y te manden de vuelta a casa”. La cuarta forma de explotación denunciada por Amnistía Internacional es el “retraso en el pago de salarios”, recogiendo el testimonio de un obrero nepalí en el estadio de Jalifa, que explica “Mi familia se ha quedado sin techo y a dos de mis hijos pequeños los han sacado de la escuela […] Cada día estoy en tensión, no consigo conciliar el sueño. Es una tortura para mí”. La quinta es la de “No poder abandonar el estadio ni el campamento”. La sexta se ilustra con que “no podemos salir del país ni de cambiar de trabajo”. La séptima es la de “ser amenazados”, recogiendo un testimonio de un trabajador denunciado que fue “Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa [en mi país] porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”. La octava y última forma de explotación denunciada es el “trabajo forzoso”.

Además, Amnistía Internacional también ofrece datos espantosos sobre millones de dólares que están ganando empresas y subcontratistas concretos en Qatar. Se evidencia por tanto que los entornos laborales lamentables, insanos y deplorables no son fenómenos exclusivos del siglo XIX, sino que también existen en el año 2021.

Si miramos la situación laboral en España, nos encontramos que en 2020 pese al parón económico a causa de la pandemia y el aumento del teletrabajo, los accidentes laborales mortales aumentaron un 2%, pese a que los registrado in itinere se han reducido un 26,1%. El año pasado 780 trabajadores murieron a causa de un accidente laboral. Hablamos de la cifra más alta desde 2009, año en el que murieron 831 trabajadores. Los siniestros mortales durante la jornada han aumentado un 9,8%. Tanto que se habla de los autónomos, reduciendo el problema exclusivamente a la fiscalidad, vemos que en 2020 se produjeron 30.398 accidentes laborales entre este colectivo aumentaron los accidentes laborales de trabajadores autónomos en un 31%8/. En 2021 también encontramos malas noticias: solo en enero han muerto 48 trabajadores. El pasado 25 de enero murieron ahogados tres trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Guadiana en Badajoz9/. El pasado mes de febrero moría un trabajador de Deliveroo en un accidente laboral en Madrid10/. El 16 de marzo murieron dos albañiles en las obras de la Torre de Zaragoza. En general, hablamos de una situación alarmante, con datos espantosos y a su vez escasamente conocidos, por lo que queda mucho trabajo por hacer a nivel de concienciación social. La escasa sensibilidad de esta lacra evidencia de nuevo la imperiosa necesidad y prioridad de mejorar las condiciones de seguridad y salud en el trabajo. Hoy sigue siendo necesario luchar colectivamente por trabajos decentes, estables y de calidad en un entorno laboral seguro y saludable.

Raúl Navas es delegado sindical de CGT.

Notas

1/“Al menos 120 muertos en el incendio de una fábrica textil en Bangladesh”. El País, 25/11/2012.

2/“La tragedia en Bangladesh destapa los talleres de la miseria”. El Mundo, 26/04/2013

3/Olazabal, V “Cinco años del derrumbe del Rana Plaza: logros y cuentas pendientes en la industria textil de Bangladesh”. El Mundo, 24/04/2018.

4/Vidal Liy, M “Hallados muertos nueve de los mineros aún atrapados en China”. El País, 25/01/2021.

5/Peregil, F “Mueren electrocutados al menos 28 obreros de un taller textil clandestino en Tánger a causa de las lluvias”. El País, 08/02/2021.

6/Informe completo en: Salary Abuses Facing Migrant Workers Ahead of Qatar’s FIFA World Cup 2022 | HRW

7/Qatar, la copa mundial de la vergüenza | Amnistía Internacional (amnesty.org)

8/“Autónomos: cae la siniestralidad, pero no la mortalidad en el trabajo”. Cinco Días, 05/04/2021. https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/03/31/autonomos/1617221925_949842.html

9/Tolosa, L “Mueren ahogados en el Guadiana tres trabajadores que limpiaban el río a su paso por Badajoz”. El País, 25/01/2021.

10/Exiquiaga Fernández, M “Muerte de un repartidor precario: el pedido de Deliveroo que nunca llegará a su destino”. El País, 09/02/2021.

Fuente: https://rebelion.org/entornos-laborales-precarios-pesimos-e-inseguros-los-problemas-en-el-mundo-del-trabajo-continuan/

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Pandemia sobre ruedas: las dificultades del trabajo en plataformas

Por:  Andrea Rodríguez Yaben

El panorama sin precedentes que estamos viviendo encontró como su mejor aliada a la tecnología, y esta se ha infiltrado en el mundo del trabajo, provocando, por un lado, una mutación organizativa en las empresas a partir de la proliferación del teletrabajo; y, por otro, la pandemia agudizó el fenómeno del trabajo en plataformas, que irrumpió hace un tiempo como un nuevo modelo de negocios y que en el contexto actual se ha transformado en uno de los protagonistas.

La razón es obvia: el latente riesgo de contagio, sumado a las restricciones y otras medidas anunciadas por el gobierno, han provocado un aumento del tiempo en que las personas permanecen en sus hogares, y este tiempo ‒precisamente‒ se ha convertido en el horario laboral de los repartidores, que trabajan contrarreloj para entregar pedidos que van desde comida elaborada hasta productos básicos de supermercado o farmacia.

Estos trabajadores, envueltos en la ilusión que prometen las empresas de plataformas de ser “tu propio jefe”, “generar ingresos extra” y de ser parte de una “experiencia increíble”, viven una realidad muy distinta, ya que de libertad y autonomía en la prestación del servicio hay poco, y de condiciones precarias de trabajo hay bastante.

El esquema organizativo utilizado por estas empresas les permite aprovecharse del trabajo de otros, controlarlo, pero sin tener que asumir las obligaciones típicas de cualquier empleador. Por esta razón a los trabajadores los llaman “socios”, ya que los vinculan a través de formas que no son las de empleo dependiente o asalariado, bajo la premisa de que “puedes decidir cuándo conectarte y cuándo disfrutar tu tiempo libre”. Pero si se mira la realidad bien de cerca, ocurre que cuando estos trabajadores efectivamente deciden conectarse y ponerse a disposición de la empresa para prestar sus servicios, pierden la autonomía y el control de su propia actividad laboral, para ponerse bajo el control y dirección de la empresa.

Este poder y control ejercido por la empresa y la situación de sujeción en la que queda el trabajador justifican la necesidad de su protección a través de las normas laborales; no obstante, se los marginaliza.

En este sentido, el activo que podría tener esta modalidad en cuanto a derribar las barreras de acceso al empleo, complementar los ingresos o permitir la autonomía e independencia necesaria a los trabajadores para poder disponer libremente de su tiempo y así conciliar el trabajo con la vida familiar o personal, queda opacado ante la precariedad que la caracteriza, ya que el trabajo se diseña de forma tal que los repartidores o conductores quedan sometidos a una exagerada expansión del tiempo de trabajo, con largas jornadas y plena disponibilidad. Obtienen bajas remuneraciones y hay una sujeción intensa al empleador digital para que dirija y controle la prestación del servicio; y no se considera la salud y seguridad del trabajador.

El motivo detrás de esta forma de trabajo podría sospecharse. En una economía basada en la flexibilidad, la deslocalización, la reducción de costos y la maximización del beneficio, las obligaciones que se imponen desde el derecho del trabajo (como la limitación de la jornada, el pago de horas extras, descansos, etcétera) y la inserción del vínculo en un ámbito de tutelas en donde la libertad de las partes para acordar lo que quieran tiene un espacio reducido (lo cual es razonable si se considera la situación de desventaja en la que se encuentra el trabajador), hacen que el trabajo dependiente y asalariado sea costoso y poco atractivo como fórmula de vinculación.

Frente a esta situación, se ha abierto un extenso debate sobre cómo ordenar estas prestaciones de servicios realizadas a través de las plataformas digitales, y si bien en Uruguay han existido algunas acciones, estas resultan insuficientes y parciales, ya que se han centrado en aspectos tributarios o en soluciones a nivel departamental (y sólo para el caso de plataformas que brindan servicio de transporte a pasajeros), o en la presentación de un proyecto de ley que ‒además de ineficiente‒ quedó en el camino. En definitiva, en la actualidad no se terminan por adoptar acciones concretas y robustas en beneficio y respaldo de los trabajadores ante este complejo escenario en donde se entorpecen los mecanismos de protección que ‒desde principios del siglo XX en nuestro país‒ permitieron la estabilización del trabajo y lo hicieron más seguro.

Si bien esta realidad de trabajo mal protegido y atípico se reitera en los sistemas legales de otros países, de a poco se vislumbran soluciones normativas que integran a estos trabajadores a la protección que otorga el derecho del trabajo por distintas vías: o bien señalando que los trabajadores podrán ser considerados asalariados si se cumplen condiciones tales como la prestación del servicio bajo subordinación y dependencia (como en Portugal, Italia, Francia o en el estado de California); o bien diseñando una regulación especial (como se debate actualmente en el Congreso chileno).

Ante esta realidad cargada de falta de orientación política y legal que establezca una dirección determinada, el rol del ámbito judicial ha sido crucial, ya que es en este espacio en donde varios trabajadores han encontrado una vía para canalizar sus reclamos. Así, la actividad judicial sobre la calificación de laboralidad del trabajo prestado en plataformas es, en la actualidad, numerosa en varios países, y aunque no es unánime, tendencialmente predominan las decisiones que sostienen la condición de asalariado subordinado del repartidor o conductor. Un ejemplo de ello es Uruguay, ya que el año pasado la justicia zanjó ‒para el caso concreto‒ este debate sobre la naturaleza de la relación entre un conductor de Uber y la empresa, a favor de la laboralidad del vínculo.

En el contexto actual, en que el empleo escasea y nacen fenómenos llamados a transformar el modelo de producción y las relaciones laborales, se hace ineludible revisar en forma crítica las exigencias que estas formas de trabajo ‒enmarcadas en el capitalismo digital‒ ponen sobre los trabajadores.

El trabajo en un lugar o en un horario determinado ya no alcanza, cada vez se avanza más hacia la conquista de tiempos que antes quedaban bajo el gobierno del propio trabajador, y esto se hace bajo pretexto de una supuesta autonomía que en los hechos no es tal, lo que conlleva a dejar a este colectivo en la periferia de la protección.

La gran tarea pendiente es cómo se regula esta situación. Evidentemente, hacen falta acciones concretas que amparen y tutelen la actividad de este tipo de trabajadores. No obstante, no faltan las voces que ‒unidas a un discurso idealizado sobre las virtudes de este tipo de negocios‒ consideran aceptable una reducción de las medidas protectoras para poder atender los requerimientos de flexibilidad que el propio mercado reclama.

Lo cierto es que, mientras se siga en esta línea de falta de definición, seguiremos envueltos en las narrativas empresariales que insisten en ofrecer una forma de trabajo “independiente” como una experiencia para vivir al máximo la ciudad, que no hacen otra cosa que romantizar el éxito de este tipo de modelo de negocios, olvidando que la otra cara muestra la precaria situación de los trabajadores que desde abajo lo sostienen.

Andrea Rodríguez Yaben es abogada especialista en Derecho del Trabajo.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2021/2/pandemia-sobre-ruedas-las-dificultades-del-trabajo-en-plataformas/

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Mundo: Coronavirus ¿Cómo puede prosperar la sociedad después de una pandemia?

Coronavirus: ¿Cómo puede prosperar la sociedad después de una pandemia?

 

A medida que la sociedad busca recuperarse del Covid-19, las ideas y los recursos que necesitamos para afrontarlo y tener éxito se verán diferentes que antes.

¿Cómo cambiará y crecerá la gente a raíz de la pandemia?

Todavía no sabemos la respuesta y, en algunos aspectos, ni siquiera sabemos qué preguntas hacer. Es por eso que hemos estado encuestando a docenas de líderes de opinión, emprendedores y pensadores globales para nuestra serie especial de Preguntas desconocidas , en la que desenterramos las preguntas más importantes que deberíamos hacernos a medida que avanzamos hacia una sociedad pospandémica.

En esta edición, analizamos cómo el virus continuará poniendo a prueba nuestra fuerza mental y nuestras relaciones, agravará las desigualdades existentes en la sociedad, impulsará una mayor sostenibilidad y exigirá nuevas formas de prosperar en 2021 y más allá.

El Dalai Lama
¿Cómo puede la humanidad unirse en estos tiempos?

Como seres humanos, todos compartimos las mismas tristezas, las mismas esperanzas, el mismo potencial. La pandemia de Covid-19 nos ha recordado cuán interdependientes somos: lo que le sucede a una persona pronto puede afectar a muchas otras, incluso en el otro extremo de nuestro planeta.

Por lo tanto, depende de todos nosotros tratar de cultivar la paz mental y pensar en lo que podemos hacer por los demás, incluidos los que nunca vemos. Es natural sentir preocupación y miedo en un momento en el que tantos están sufriendo. Pero solo desarrollando la calma y la clarividencia podemos ayudar a los demás y, al hacerlo, incluso ayudarnos a nosotros mismos. En mi propia vida, a menudo he descubierto que son los desafíos más difíciles los que me han ayudado a ganar fuerza.

La actual crisis de salud mundial también nos recuerda que todos debemos abordar lo que afecta a la familia humana. La solución a esto, como a muchos otros problemas, especialmente relacionados con el medio ambiente, depende de la cooperación internacional. En última instancia, para que la humanidad prospere, debemos recordar que somos uno.

Lucia Fry: Directora, Investigación y Políticas, Fondo Malala
¿Qué pasará con la igualdad en la educación?

No es exagerado decir que Covid-19 ha sido un evento sísmico para la educación. A medida que se desarrollaba la pandemia, 192 gobiernos cerraron sus escuelas en un intento por detener la propagación del virus. En abril, se habían enviado a casa 1.500 millones de alumnos.

Para las niñas de los países más pobres, los cierres podrían indicar el final de sus carreras escolares por completo. Durante la crisis del ébola, las niñas estuvieron expuestas a la explotación sexual, el embarazo en la adolescencia y el matrimonio precoz / forzado, así como el trabajo infantil y una mayor carga de tareas domésticas y cuidados en el hogar. Todo ello provocó un aumento de la deserción escolar en los tres países más afectados. El análisis de Malala Fund sugiere que si se repiten patrones similares [con Covid], 20 millones de niñas nunca volverán a la escuela, lo que se suma a los 129 millones que ya estaban privados de educación.

La posibilidad de que Covid-19 empeore las desigualdades educativas existentes es sombría, pero no es inevitable. De hecho, la pandemia podría ser una coyuntura crítica. Los padres de todo el mundo se han dado cuenta del valor de las escuelas y aprecian el arduo trabajo de los maestros. Los gobiernos han entendido que la economía y la sociedad dependen de la educación aquí y ahora, así como a largo plazo. No puedo decir que sea optimista, exactamente, pero miro hacia el futuro con determinación para convertir la crisis en una oportunidad. Lo que necesitamos es que los que están en el poder hagan lo mismo.

Steven Taylor: profesor de psiquiatría, Universidad de Columbia Británica y autor de Psicología de las pandemias.
¿Qué efectos en la salud mental podrían persistir?

En el punto álgido del cierre a principios de 2020, las fachadas de las tiendas estaban tapiadas, la gente estaba acurrucada y las calles vacías. Mucha gente dudaba de que la vida volviera a la normalidad, y algunos especularon sobre un mundo post-pandémico terriblemente dickensiano. Pocos parecían creer que la vida volvería a ser la misma.

Sin embargo, la investigación psicológica sobre eventos catastróficos muestra que la mayoría de las personas se recuperan. Wuhan posterior al bloqueo es un buen ejemplo. En agosto, Wuhan organizó un enorme festival de música en un parque acuático en el que miles de personas se agolparon, hombro con hombro, en una fiesta en la piscina al aire libre. No había máscaras protectoras y, ciertamente, ningún distanciamiento social. Es probable que ocurran eventos similares en otras partes del mundo cuando la pandemia termine. La mayoría de las personas son resistentes al estrés.

Sin embargo, para una desafortunada minoría de personas, quizás del 10 al 15%, la vida no volverá a la normalidad. Las investigaciones muestran que el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) surge de una interacción entre genes y factores de estrés ambientales. Para las personas con una predisposición genética hacia algunas formas de TOC (es decir, obsesiones por la contaminación y compulsiones de limpieza), es probable que el estrés de Covid-19 desencadene o empeore el TOC. Algunas de estas personas se volverán germofóbicas crónicas a menos que reciban el tratamiento de salud mental adecuado.

Las interacciones en persona sin máscaras parecen cosa del pasado, pero eventualmente regresarán, ya que la importancia de las relaciones cara a cara se ha vuelto muy clara en los últimos meses.

Las interacciones en persona sin máscaras parecen cosa del pasado, pero eventualmente regresarán, ya que la importancia de las relaciones cara a cara se ha vuelto muy clara en los últimos meses.

Matshidiso Moeti: Director Regional para África, Organización Mundial de la Salud ¿Se quedarán
atrás las naciones de bajos ingresos en la carrera por adquirir una vacuna?

Al principio de la pandemia de Covid-19, cuando los países se disputaban los kits de prueba y el equipo de protección, las cadenas de suministro globales se colapsaron y los países de bajos ingresos se encontraron al final de la cola. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en colaboración con socios de las Naciones Unidas, desarrolló una plataforma de adquisiciones. La región cuenta ahora con más de 750 laboratorios capaces de realizar pruebas del virus. 

Sin embargo, muchos países africanos de bajos ingresos todavía están luchando con un mercado distorsionado y tasas de prueba menos que óptimas.

Asegurar el acceso a una vacuna Covid-19 es potencialmente un desafío aún mayor. La velocidad del desarrollo de la vacuna ha sido extraordinaria y es probable que tengamos una vacuna viable en un tiempo récord.

A diferencia de la adquisición de suministros médicos relacionados con Covid-19, el mundo y la OMS han anticipado el lanzamiento de una vacuna. Un total de 186 países se han adherido a la innovadora instalación Covax , comprometiéndose con la distribución justa de vacunas. Sin embargo, los países ricos, que han firmado acuerdos bilaterales con los fabricantes de vacunas, vuelven a estar a la vanguardia.

¿Triunfará la solidaridad mundial sobre el nacionalismo de las vacunas?

La oleada de apoyo a Covax me da una gran esperanza. Creo que cuando se desarrolle una vacuna Covid-19 eficaz, estará disponible para los más vulnerables, no solo para aquellos que puedan pagar. Predigo que, al final, el mundo hablará sobre la equidad en salud.

Era Dabla-Norris: Jefe de División, Fondo Monetario Internacional
¿Cómo vamos a cerrar las brechas de desigualdad en el trabajo?

Las políticas de distanciamiento social implementadas para contener la pandemia Covid-19 han transformado el mundo del trabajo. Las videoconferencias y otras tecnologías digitales han impulsado el trabajo remoto aparentemente de la noche a la mañana, una tendencia que probablemente perdurará cuando se levanten los bloqueos. Esto podría conferir una mayor flexibilidad en el trabajo e incentivar una adopción más amplia de prácticas de teletrabajo, aumentando el bienestar y la productividad de los trabajadores y reduciendo los costos de las empresas. Las mujeres se beneficiarán, ya que el teletrabajo podría ayudar a fomentar trayectorias profesionales más equilibradas entre los géneros y reducir las desigualdades de ingresos.

La conectividad es un requisito para el teletrabajo, pero no todo el mundo puede trabajar desde casa. Alrededor del 60% de la población mundial aún no tiene computadoras ni acceso a Internet. La crisis también ha demostrado que los trabajadores en ocupaciones que requieren presencia física en el lugar de trabajo tienen un alcance limitado para trabajar de forma remota y son proporcionalmente más vulnerables a la pérdida de empleo e ingresos. Nuestra investigación muestra que estos trabajadores tienden a ser jóvenes, sin educación universitaria, con trabajo a tiempo parcial y en la parte inferior de la distribución de ingresos, lo que sugiere que el acceso diferencial al teletrabajo podría exacerbar la desigualdad de ingresos.

Se necesitan con urgencia políticas para cerrar las brechas digitales y evitar la ampliación de las divisiones en las sociedades. Esto requerirá adaptar y reformar los sistemas de educación y formación para un lugar de trabajo habilitado por la tecnología y eliminar los déficits de protección social para los trabajadores que no pueden trabajar desde casa.

Esta es una oportunidad para un borrón y cuenta nueva cultural – John Amaechi

Sandro Galea: Profesor de Epidemiología, Universidad de Boston
¿Cómo abordamos los problemas sociales que contribuyeron al Covid-19?

La pandemia de Covid-19 fue un trascendental fracaso mundial, que puso de relieve sobre todo las limitaciones de las fuerzas sociales que producen nuestra salud. Murieron muchas más personas de las necesarias porque, para empezar, nuestros débiles sistemas sociales y económicos nos habían predispuesto a una mala salud.

Entonces, ¿qué significa esto para nosotros después del Covid-19? Significa que tenemos que analizar detenidamente los sistemas sociales y económicos que subyacen en la forma en que vivimos, trabajamos y jugamos. Significa que debemos cuestionarnos por qué existen profundas diferencias de activos entre los que tienen y los que no, y por qué seguimos teniendo una marginación arraigada desde hace mucho tiempo de los grupos raciales y étnicos minoritarios.

Es importante destacar que estos son problemas sociales, no biológicos. Y los problemas sociales son más difíciles de abordar y afrontar. Pero Covid-19 debería darnos las razones, finalmente, para no descansar hasta que hayamos reestructurado nuestro mundo de modo que no haya personas sanas y no sanitarias, y que estemos invirtiendo en las fuerzas, como vivienda segura, buenas escuelas, habitables. salarios, equidad de género, aire limpio, agua potable, una economía justa, que crean un mundo más saludable.

Mark Rowland: Director Ejecutivo, Mental Health Foundation
¿Cómo podemos priorizar la salud mental a través de políticas y en nuestras comunidades?

Durante la pandemia, hemos vislumbrado una sociedad más amable que comprendió cuánto estamos conectados y cuán profundamente dependemos unos de otros. Incluso antes, la mala salud mental era la principal causa de mala salud a nivel mundial.

Sabemos que no podemos salir de la crisis de salud mental con un tratamiento, y la pandemia muestra que el contexto de nuestra vida personal y social, nuestras finanzas y nuestro entorno tienen efectos muy poderosos en nuestra salud mental. Sin embargo, también sabemos, a partir de nuestra práctica basada en la evidencia en las comunidades, que se pueden crear las condiciones para una buena salud mental y prevenir las enfermedades mentales al abordar la desigualdad, el trauma, el aislamiento y el estrés. Está claro que nuestro futuro depende de volver a imaginar lo que nuestra sociedad podría y debería ser.

Entonces, mi pregunta es la siguiente: dada la centralidad de la salud mental para una recuperación exitosa en 2021, ¿qué deberían hacer nuestros gobiernos, autoridades regionales, empresas y comunidades de manera diferente para crear y mantener las condiciones para una buena salud mental?

Man-yee Kan: Profesor asociado de sociología, Universidad de Oxford
¿Cómo ha empeorado la pandemia las divisiones del trabajo entre hombres y mujeres?

He dirigido a mi equipo de investigación para que investigue los impactos de las medidas de bloqueo en el bienestar y el uso del tiempo de mujeres y hombres en el Reino Unido. Hemos encontrado que la brecha de género en el trabajo doméstico persiste, a pesar de que tanto mujeres como hombres han aumentado su tiempo de trabajo doméstico y cuidado justo después del cierre.

Sin embargo, las mujeres, especialmente las madres, sufren un deterioro más dramático en su bienestar. ¿Por qué? Una razón principal es que las mujeres están acostumbradas a tener una carga de trabajo más pesada que los hombres incluso antes del encierro. En América del Norte, Europa y los países de Asia oriental, las mujeres realizan más trabajo doméstico no remunerado y tienen más horas de trabajo (trabajo remunerado y no remunerado) que los hombres. Estas son causas y consecuencias de otras formas de desigualdad de género, como las desigualdades en la remuneración, en la clasificación ocupacional, etc.

Aunque el tiempo de trabajo doméstico aumentó justo después del encierro tanto para hombres como para mujeres, había ido disminuyendo a medida que avanzaba el encierro y después de que se suavizaron las medidas de encierro. Incluso las personas pasaron más tiempo en casa durante el encierro, es poco probable que esto traiga más igualdad de género a la división doméstica del trabajo a largo plazo. En otras palabras, las mujeres seguirán haciendo muchas más tareas domésticas que los hombres cuando termine la pandemia.

Las mujeres y los padres experimentaron un declive más rápido y mayor en el bienestar psicológico justo después del encierro. El declive del bienestar subjetivo no se recuperó después de que se suavizaran las medidas de bloqueo en junio. Esto implica que la pandemia tendrá impactos negativos duraderos en la salud mental de las personas.

Noreena Hertz: Autora, The Lonely Century: Unirnos en un mundo que se está
separando ¿Cómo podemos luchar contra la soledad de la era Covid?

Incluso antes de que llegara el Covid-19, el 40% de los trabajadores de oficina en todo el mundo se sentían solos. En Estados Unidos, casi uno de cada cinco adultos dijo que no tenía ni un solo amigo en el trabajo.

La pandemia corre el riesgo de empeorar esto significativamente. La euforia inicial del trabajo a distancia ya se ha desvanecido: casi la mitad de los trabajadores del Reino Unido que trabajan actualmente desde casa se sienten solos. Esto se corresponde con una investigación previa sobre el trabajo remoto que sugiere que nueve meses después es cuando se manifiestan los sentimientos de intenso aislamiento. Mientras tanto, el impacto asimétrico de Covid en los trabajadores mal pagados en términos de su potencial exposición al virus y sus dificultades financieras, significa que es probable que un número cada vez mayor de personas se sienta abandonado y marginado.

Esto es importante porque la soledad tiene un gran impacto en la sociedad, tanto política como físicamente: el vínculo entre el populismo y la soledad es uno que he establecido en mi investigación. También tiene un costo comercial significativo. Los trabajadores solitarios están menos motivados, comprometidos, comprometidos y productivos que los que no lo están.

Por el bien de nuestra salud, riqueza y también de nuestra democracia, la mitigación de la soledad de los trabajadores debe ocupar un lugar central.

Las relaciones continúan siendo tensas a medida que el distanciamiento social y los bloqueos se extienden hasta 2021, lo que hace que algunos expertos se preocupen por la soledad derivada del aislamiento.

Las relaciones continúan siendo tensas a medida que el distanciamiento social y los bloqueos se extienden hasta 2021, lo que hace que algunos expertos se preocupen por la soledad derivada del aislamiento.

José Mustre de León : Director General, Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), México
¿Podría la pandemia impulsar la cooperación internacional?

En las últimas dos décadas, el acceso digital a nuevos conocimientos ha aumentado significativamente. Esto ha permitido un aumento importante de la capacidad científica en el mundo, incorporando nuevos científicos de países menos desarrollados. Este fenómeno también se vio favorecido por un aumento de la globalización. En cierto sentido, esto ha ayudado a comenzar a disminuir la brecha mundial en la creación de nuevos conocimientos. Sin embargo, la mayor parte de la cooperación científica se realizó en casos aislados con una pequeña participación de países menos desarrollados en grandes proyectos multilaterales con un impacto limitado en el bienestar de la sociedad.

Desde principios de 2020, en Cinvestav, hemos visto un proceso de cooperación más estructurado, en el que grandes equipos internacionales se reunieron rápidamente, definiendo tareas concretas para diferentes participantes con un tiempo de respuesta mucho más rápido. Esto se hizo incluso con una interacción en persona muy limitada. Entre los resultados positivos observados se encuentran la evaluación rápida de terapias y fármacos para tratar Covid-19, evaluación de estrategias de distanciamiento social, mejor diseño de espacios de trabajo y la búsqueda de vacunas contra Sars-CoV-2. Durante este problema global, los hallazgos a nivel local y su comparación han permitido que las estrategias generales avancen de manera más rápida y confiable.

El cambio en el proceso de cooperación ha permitido una mejor integración y examen de los conocimientos producidos localmente. También ha tenido como resultado una mejor aceptación y una adopción más rápida de las políticas de base científica en los países menos desarrollados, ya que una fracción mayor de su población se siente incluida en el proceso de generación de conocimiento y diseño de políticas. Si esta tendencia se mantiene en el futuro, permitiría al mundo afrontar mejor otros problemas globales como las nuevas enfermedades emergentes o el cambio climático.

David Blustein: Profesor de Psicología de la Consejería, Boston College
¿Cómo podemos proteger mejor a los trabajadores?

La pandemia ha interrumpido el trabajo de millones de personas en todo el mundo, lo que ha provocado un doloroso período de incertidumbre y ansiedad. Ser capaz de trabajar es fundamental para muchos aspectos de la vida: supervivencia, capacidad de contribuir y lograr, conexiones sociales y autodeterminación.

Creo que esta crisis está exponiendo el impacto de la falta de protección y apoyo para los trabajadores, que ahora es dolorosamente claro. Debido a la red de seguridad porosa que ha permitido que tantas personas en todo el mundo experimenten inseguridad alimentaria, de vivienda y de salud, creo que este momento ofrece un punto de inflexión.

Mi esperanza es que la pandemia fomente una evaluación seria de cómo ha evolucionado el trabajo como institución social, psicológica y económica. En el centro de esta transformación está la necesidad de cambios sistémicos que garanticen un trabajo accesible que pague salarios dignos, proporcione atención médica y ofrezca condiciones humanas. Para lograr este objetivo, los líderes y los ciudadanos deberán realizar cambios fundamentales en la forma en que se regulan las organizaciones y se protege a los trabajadores. Espero que las personas de todo el mundo desarrollen un movimiento que ponga en primer plano las necesidades de las personas mientras gestionan la compleja red de ganarse la vida y vivir una vida significativa.

Pip Penfold: CEO y cofundador de People Collider
¿Debería el derecho a desconectarse ser un derecho humano?

La pandemia atrajo la atención hacia las diferencias socioeconómicas; estábamos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco. Aunque es fácil suponer que las personas en los países en desarrollo tenían dificultades para acceder al hardware, el software y la conectividad al trabajo (y la escuela) desde casa, la evidencia sugiere que las personas en las economías desarrolladas también lucharon para hacer realidad la brecha entre los ‘ricos’ y los ‘pobres’. -nots ‘. Puso de nuevo a la vista el derecho al acceso a Internet. Este punto de vista se contrarresta con un problema en el otro extremo del espectro; ¿Quienes tienen acceso constante a Internet deberían tener derecho a desconectarse? Los problemas de salud como el estrés, el insomnio y la adicción se han relacionado con la cultura de «estar siempre conectado».

Ashley Bloomfield: Directora General de Salud de Nueva Zelanda
¿Cómo pueden los países adaptar las prioridades a un mundo post-Covid?

Covid-19 es actualmente una parte muy importante de nuestras vidas normales y probablemente seguirá siendo un moldeador e influenciador significativo en el futuro inmediato. Las personas tienen una capacidad asombrosa para adaptarse y prosperar. El desarrollo de una vacuna segura y eficaz será un punto de inflexión fundamental para determinar cómo será el futuro global a medio y largo plazo. Pero, por ahora, todos debemos mantener un alto grado de vigilancia.

La ansiedad y la preocupación son reacciones normales a este tipo de interrupción e incertidumbre. Una de las claves para ser resiliente es poder tomar las medidas que las personas necesitan para descansar, recuperarse y cuidarse. En Nueva Zelanda, nos hemos centrado en facilitar que las personas obtengan la ayuda que necesitan. Por ejemplo, la posibilidad de llamar a nuestro número de teléfono 1737 y hablar con un consejero capacitado de forma gratuita.

Desde una perspectiva de salud pública, también debemos considerar de manera amplia otros desafíos globales, como el impacto del calentamiento global en la propagación de enfermedades. La salud pública tendrá que ser una parte cada vez más importante de las discusiones sobre nuestro bienestar futuro como comunidad global.

La pandemia de Covid-19 nos ha recordado cuán interdependientes somos: lo que le sucede a una persona pronto puede afectar a muchas otras: el Dalai Lama

Miriam Kirmayer: psicóloga clínica y experta en amistad
¿Cómo afectará la pandemia a las amistades?

¿Cómo podemos mantenernos conectados cuando se nos anima a distanciarnos unos de otros? Muchos de nosotros nos estamos perdiendo momentos pequeños y significativos de conexión y la ausencia de nuestros amigos se siente comprensiblemente en los eventos y memoriales del ciclo de vida. Más allá de la distancia física, las amistades se tensan por opiniones o valores en conflicto. Por muy agradecidos que estemos por tener la tecnología que nos permite mantenernos en contacto, muchos de nosotros estamos luchando con sentimientos de desconexión y soledad.

Sentirse conectado con nuestros amigos es uno de los predictores más importantes de nuestra salud física y bienestar emocional, y la soledad es literalmente tóxica para nuestra salud. Mi esperanza es que, por dolorosa que sea la distancia actual, también sea un recordatorio de lo valiosas que son nuestras amistades y un empujón no tan sutil para reflexionar sobre cómo podemos cultivar conexiones más significativas.

Con el tiempo, reanudaremos nuestras actividades, citas de juego y eventos compartidos. Pero también podemos beneficiarnos de cambiar nuestra narrativa sobre la importancia de nuestras amistades como adultos y reconocer los pasos que podemos tomar para cultivar relaciones más cercanas y satisfactorias.

A decir verdad, la soledad tiene menos que ver con la cantidad de amigos que tenemos o la frecuencia con la que nos vemos o hablamos, y mucho más con nuestra experiencia subjetiva de sentirnos conectados y vistos por lo que realmente somos. Cuanto más podamos abrazar la vulnerabilidad al compartir nuestras luchas y éxitos, dejar espacio para los sentimientos de nuestro amigo sin imponer los nuestros, y hacer un esfuerzo por priorizar nuestras amistades de la misma manera que hacemos con nuestras otras relaciones y responsabilidades, más cercanos nos sentiremos y la más capaces seremos de desentrañar la diferencia entre estar solos y sentirnos solos.

Ruth Sutherland: CEO, Samaritans, Londres
¿Cómo pueden las sociedades responder al impacto de la pandemia en la salud mental?

Los humanos somos animales sociales y prosperamos en la conexión con los demás; a menudo es la fuerza impulsora detrás de todo lo que hacemos. La pandemia ha reducido significativamente la forma en que interactuamos, dejando a más personas cada vez más aisladas y vulnerables. Si bien la pandemia nos ha afectado a todos de una forma u otra, ha magnificado las desigualdades dentro de la sociedad y, como resultado, los grupos más vulnerables de la sociedad se han visto afectados de manera desproporcionada.

A lo largo de la pandemia, mientras que una cuarta parte de las llamadas [a la línea de ayuda de los samaritanos] en busca de ayuda se han centrado en el coronavirus, casi todas las interacciones mencionan sus efectos, principalmente en la salud mental, la soledad, el aislamiento, la familia, las finanzas y el desempleo. También sabemos que la falta de acceso a equipos de crisis, citas y otros servicios de apoyo ha sido un tema importante, que ha dejado a la gente sintiéndose cada vez más angustiada, decepcionada y desesperada.

Muchas personas ya estaban luchando por acceder al apoyo necesario para mantenerse bien, antes de la pandemia. Pero con un estimado de medio millón de personas más propensas a experimentar problemas de salud mental como resultado del impacto económico de la pandemia, necesitamos urgentemente cambiar el status quo y remodelar las prioridades de la sociedad para poner el bienestar en el centro de todo lo que hacemos: promover la salud mental, en lugar de tratar las enfermedades mentales, debe estar a la vanguardia.

Sabemos que los servicios de apoyo y las organizaciones benéficas van a desempeñar un papel más importante que nunca. Estoy muy orgulloso de la forma en que los samaritanos y otras organizaciones han respondido a la crisis, brindando apoyo emocional a quienes están en primera línea y en todo el país. Debemos seguir colaborando y encontrar más ideas innovadoras si queremos una sociedad mentalmente más saludable.

Karen Cassiday: Directora general, Centro de tratamiento de ansiedad del área metropolitana de Chicago
¿Cuán crucial será la interacción cara a cara?

El gran mensaje de salud mental de la pandemia es: ¿qué importancia tiene para nuestra salud mental tener interacción cara a cara, poder tocar a los demás y estar cerca de los demás sin barreras?

Todos solíamos fantasear con la facilidad con la que trabajar desde casa y vivir con la ropa más cómoda todo el día podría resultar. Si nos sentimos abrumados, podríamos haber fantaseado con estar solos en un encantador retiro en la naturaleza. Pero no nos dimos cuenta de lo aislados que nos sentiríamos realmente una vez que no pudiéramos ver la expresión facial completa de alguien porque está cubierta por una máscara, o lo alienante que podría sentirse caminar entre una multitud de personas enmascaradas y ser incapaces de saberlo. están reaccionando con agrado a nuestra presencia.

El trabajo remoto prolongado de la pandemia y el desapego de los demás han puesto de relieve nuestra necesidad de interacción frecuente cara a cara con todos los seres humanos como un componente necesario de una buena salud mental. Florecemos cuando tenemos nuestros rituales cara a cara, nuestra pequeña charla con los vecinos o el abrazo informal cuando saludamos a un amigo. Si nos volvemos psicológicamente sabios a partir de la experiencia de la pandemia, crearemos más oportunidades para las interacciones diarias cara a cara y renunciaremos a la idea de una vida en gran medida virtual, porque nuestras interacciones físicas con otras personas afirman nuestra existencia, nuestra humanidad y nuestra interdependencia con unos y otros.

Además de los desafíos de salud mental, la pandemia también ha revelado desafíos en nuestros sistemas e instituciones, que ya estaban plagados de desigualdades y problemas.

Además de los desafíos de salud mental, la pandemia también ha revelado desafíos en nuestros sistemas e instituciones, que ya estaban plagados de desigualdades y problemas.

Gunn Elisabeth Birkelund: Profesora de Sociología, Universidad de Oslo
¿Cómo ciertas actitudes y creencias empeoran las pandemias?

Los ciudadanos de todo el mundo experimentan riesgos multidimensionales diarios en un mundo globalizado. Un ejemplo es el aumento de la movilidad mundial debido a condiciones de vida insostenibles, crisis políticas y cambios climáticos. Otro ejemplo es la reciente pandemia de coronavirus, que afecta a personas de todo el mundo de manera diferente según sus recursos, su poder y la respuesta política de sus países. Curiosamente, hemos vivido durante muchos años con la creencia de que las pandemias mundiales no podrían volver a golpearnos, al menos no con tanta fuerza como lo hicieron las pandemias anteriores, ya que hemos logrado establecer programas de vacunación para muchas otras enfermedades, como la influenza anual.

Actualmente, sin embargo, la pandemia es indiscutible y causa sufrimiento y muertes en todo el mundo. Entonces surge la pregunta de cómo podría suceder esto, y han florecido varias formas de noticias falsas y narrativas poco realistas, en las redes sociales y otros medios. Algunos argumentan a favor de un mayor nacionalismo, culpando a la globalización de la pandemia. También se ven otros argumentos, como «la naturaleza se defiende», proporcionando a la «naturaleza» agencia social.

Mi punto de vista es claro: en lugar de adherirnos a las teorías de la conspiración, el nacionalismo, el misticismo u otro tipo de actitudes antiintelectuales, debemos volver a las ideas centrales de la Ilustración, cuestionando todo tipo de ortodoxias, políticas y religiosas, y enfatizar los aspectos científicos. método (para desarrollar vacunas) y colaboración internacional (para difundir los programas de vacunación) como única salida a la crisis.

Philip Jonzon Jarl: CEO y cofundador de Relate
¿Cómo está cambiando Covid la forma en que abordamos nuestras relaciones románticas?

Todo ese tiempo que pasamos viviendo y trabajando desde casa con salidas sociales limitadas ha puesto a prueba nuestras relaciones románticas. Muchas personas han pasado más tiempo que nunca con sus parejas que también han sido el principal punto de interacción y contacto social. Para algunos ha sido una bendición profundizar en la relación, pero para muchos ha sido un despertar brutal a la falta de comprensión del uno al otro o las malas habilidades de comunicación en la relación.

Sólo en Suecia, las solicitudes de divorcio conjuntas aumentaron un 15% entre junio y julio de este año en comparación con el pasado ye ar , y reportaron casos de violencia doméstica han visto un aumento del 20% a nivel mundial .

En una nota más positiva, la pandemia nos ha ayudado a apreciar y valorar a nuestros seres queridos. Conseguir todo ese tiempo de calidad juntos ha sido un impulso para muchos y las personas están descubriendo el impacto positivo que un mayor nivel de intimidad emocional en las relaciones cercanas puede tener en nuestro bienestar, con una mayor disposición a invertir más en nuestras relaciones privadas.

Necesitamos urgentemente cambiar el status quo y remodelar las prioridades de la sociedad para poner el bienestar en el centro de todo lo que hacemos – Ruth Sutherland

John Amaechi: psicólogo, miembro de la Royal Society for Public Health, ex jugador de la Asociación Nacional de Baloncesto
¿Cómo podemos crear una «nueva normalidad» que considere las necesidades de todas las personas?

Los eventos de 2020 han alterado lo que la mayoría de las organizaciones pensaban que era cierto sobre cómo trabajamos. Los efectos de Covid y, de hecho, el movimiento Black Lives Matter sobrealimentaron lo que muchos creían que era una pasarela de cinco a diez años para adaptarse a un mundo laboral nuevo y futuro, reduciendo esa línea de tiempo, en algunos casos, a una cuestión de semanas. .

Hemos eviscerado el concepto de presentismo, demostrando que incluso a través de una crisis de salud global, las personas son capaces de una tremenda productividad y dedicación a sus trabajos cuando trabajan desde la mesa del comedor. Y, basándose en la respuesta al asesinato de George Floyd y el movimiento BLM, fueron los empleados quienes exigieron que años de retórica florida de los líderes sobre la inclusión fueran acompañados de planes de acción sustantivos.

A pesar de estas evoluciones inducidas por la crisis, seguimos escuchando sobre ‘la nueva normalidad’ como si lo que se consideraba normal en tiempos anteriores estuviera funcionando para todos. Gran parte de la ‘vieja normalidad’ se basaba en tradiciones disfuncionales y nociones obsoletas sobre lo que hace que las personas rindan al máximo y, sin duda, estamos mejor sin ellos.

La ‘nueva normalidad’ no tiene integridad ni ambición. Hemos estado diciendo a nuestros clientes durante meses que el genio está fuera de la botella. Puede crear una nueva normalidad táctica que se defina por «lo que ya no podemos hacer debido a un virus» que no satisfará a casi todos, o considerar este momento como una oportunidad estratégica para crear una estrategia pragmática, pero centrada en las personas. forma de trabajo que atraerá y retendrá al mejor talento e innovará y será resiliente en lugar de desarmarse frente a las inevitables crisis futuras.

Esta es una oportunidad para una borrón y cuenta nueva cultural, y espero que las organizaciones vean los beneficios de esperar nuevas oportunidades, sin suspirar por un pasado que la investigación nos dice, pocos colegas ya quieren.

Joshua Morganstein: Subdirector del Centro para el Estudio del Estrés Traumático, Universidad de Servicios Uniformados
¿Cómo podemos guiar a las personas a través del dolor y el estrés, e inculcarles un sentido de esperanza?

Las emergencias de salud pública, como Covid-19, atacan las líneas divisorias de la sociedad, exponiendo problemas no abordados, como disparidades entre razas, géneros e ingresos. Los líderes juegan un papel fundamental al reconocer las divisiones de la comunidad, abordar las preocupaciones, buscar soluciones colaborativas y promover la unidad y la sanación.

Históricamente, los efectos adversos de los desastres en la salud mental afectan a más personas y duran mucho más que los efectos en la salud. Si la historia es un predictor, deberíamos esperar que continúe una ‘cola’ significativa de necesidades de salud mental mucho después de que se resuelva el brote.

La magnitud y duración de Covid-19 crea una pérdida profunda. La pérdida de la sensación de seguridad, la certeza sobre el futuro, los trabajos y las vidas significa que el dolor se ha convertido en un fenómeno universal en Covid-19. El liderazgo de duelo es fundamental para las comunidades e implica reconocer el dolor, honrar las pérdidas y ayudar a las comunidades a mirar con esperanza hacia el futuro.

El estrés es como una toxina, como el plomo o el radón. Para comprender su impacto, necesitamos saber quién está expuesto, cuándo, cuánto y el impacto a lo largo del tiempo, así como los factores que amortiguan el estrés. Muchas personas corren el riesgo de sufrir efectos adversos en la salud mental del COVID-19. La vigilancia de la salud es fundamental para comprender mejor los factores de riesgo y de protección, ofrecer intervenciones eficaces y específicas y planificar las futuras oleadas de pandemias.

Libby Sander: Profesora asistente de comportamiento organizacional, Bond University
¿Cómo puede ayudarnos a prosperar la forma en que diseñamos nuestros espacios?

Los humanos tienen un deseo innato de conectarse. Sin embargo, post-Covid, buscaremos experiencias más personalizadas. El diseño de la experiencia jugará un papel central en la atracción de usuarios y la confianza como moneda será fundamental. Necesitamos tener conversaciones a todos los niveles sobre cómo trabajamos y vivimos que desafíen nuestras suposiciones, y no solo repetir lo que siempre hemos hecho. Nos enfrentamos a un futuro en el lugar de trabajo de empleo precario frente a la triple amenaza de la automatización, la subcontratación y la IA. Necesitamos repensar nuestros enfoques para planificar activamente para diferentes escenarios, y esto ha sido acelerado por Covid-19.

Las ciudades tendrán oficinas centrales más pequeñas. La gente buscará ambientes hogareños como un retiro, diseñado para ser reparador y pacífico. Los hogares tendrán áreas de trabajo mejor equipadas y con aislamiento acústico. Es probable que nuestras casas se vuelvan más grandes, tengan una mayor automatización, tengan más de un espacio de trabajo. La gente no va a la oficina todos los días. El propósito de la oficina cambiará, el enfoque estará en la interacción y colaboración del equipo, no en el trabajo individual enfocado. El diseño de oficinas se centrará en la creación de experiencias y espacios que ayuden a los empleados a sentirse física y psicológicamente seguros, a conectarse y a ser creativos.

Penny Pritzker: Exsecretaria de Comercio de EE. UU. Y fundadora de PSP Partners
¿Cómo podemos capacitar y preparar mejor a los trabajadores para que prosperen después de una pandemia?

Estados Unidos no puede recuperarse completamente de la pandemia de coronavirus sin una estrategia para apoyar a sus trabajadores y equiparlos para competir en la economía global que cambia rápidamente.

Las tecnologías rápidamente emergentes en robótica, automatización e inteligencia artificial han cambiado los lugares de trabajo en los EE. UU. Ahora, el coronavirus está acelerando estos trastornos económicos. Si bien no se puede detener la evolución de la tecnología, se puede y se debe hacer más para ayudar a los trabajadores estadounidenses a evolucionar y tener éxito al mismo tiempo. Ese esfuerzo será un desafío fundamental durante la recuperación posterior a la pandemia y más allá. Hacer frente al desafío requiere crear una economía que lleve a un crecimiento más inclusivo y brinde a los trabajadores la oportunidad de aprender las habilidades que necesitan para adaptarse, adaptarse y prosperar en el lugar de trabajo del siglo XXI.

Estados Unidos también debe fortalecer y modernizar su red de seguridad para garantizar un crecimiento más inclusivo y equitativo. Estos son algunos puntos de partida fundamentales: garantizar la asistencia sanitaria universal básica. Brinde a los trabajadores nuevos beneficios, como vales de capacitación, para ayudarlos en la transición a nuevas carreras. Conecte a todos al acceso a Internet de banda ancha, que muchas familias no pueden pagar actualmente. Ampliar el acceso al cuidado de los niños, la licencia por enfermedad y la licencia médica familiar. Fortalecer la asistencia alimentaria. Apoyar a los maestros, los primeros en responder y los trabajadores de la salud mediante una mejor financiación a los gobiernos estatales y locales.

Por último, la nación necesita una estrategia de futuro para la competitividad económica y los empleos y las industrias del futuro. Esto requiere inversiones en trabajadores, innovación e investigación y desarrollo en etapas iniciales, así como una política de inmigración que dé la bienvenida al talento en lugar de rechazarlo.

Una clase media fuerte es la columna vertebral del éxito de Estados Unidos. Pero las tecnologías emergentes están transformando la economía global y es hora de que nuestros legisladores brinden a los trabajadores las herramientas y el apoyo que necesitan para prosperar. En el mundo pospandémico, las naciones que hagan este cambio estarán mejor preparadas para recuperarse y prosperar.

El bienestar y la felicidad deben ser prioridades más importantes para todos en la sociedad, dicen los expertos

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Richard Sennett: Profesor de Sociología, Universidad de Oxford
¿Qué trabajadores serán los más afectados?

¿Cómo va a aumentar la desigualdad esta pandemia? No puedes recoger basura en Internet. Por lo tanto, casi todos los trabajos de servicio manual están fuera de la mesa, en términos de exposición al virus: trabajadores de servicios, trabajadores de la salud, personas a las que se les paga por recoger la basura, limpiar apartamentos, todo eso.

Gran parte de la [cobertura de los medios ha sido] que la gente va a ser liberada, los centros de las ciudades van a colapsar. Los efectos reales de la pandemia van a acelerar las presiones. Va a separar dentro del mundo de cuello blanco a los ‘drones’, odio esa expresión, de los gerentes. Ese será un efecto horrible y duradero del virus. La gente de la clase trabajadora va a estar en riesgo de una manera que la gente de clase media no lo está.

Jingbo Cui : Profesor Asociado de Economía Aplicada, Universidad Duke Kunshan, China
¿Aceptará la gente renunciar a la privacidad de los datos por la seguridad de Covid-19?

En medio de la pandemia, el comercio y los servicios internacionales de China están estancados, lo que afecta de manera desproporcionada a personas con diferentes ocupaciones; en particular, los de los sectores orientados a la exportación y de las pequeñas empresas.

En respuesta, China ha introducido un nuevo modo de desarrollo económico que aboga por un ciclo económico interno, con la expectativa de que el consumo interno desempeñará un papel importante en el impulso del crecimiento económico. Con este fin, el país inició un paquete de estímulo que proporciona préstamos y otro apoyo financiero a las pequeñas y medianas empresas. Además, se espera que los subsidios a los hogares aumenten la demanda en los sectores minoristas débiles.

Esta recuperación económica se produce a expensas del intercambio de información pública. Todo el mundo tiene que obtener un código QR de acceso sanitario, un software de teléfono inteligente que indica en tiempo real si alguien presenta un riesgo de contagio.

El sistema de código QR es una forma rentable de permitir que las personas sin riesgo de contagio regresen al trabajo. Sin embargo, genera preocupación sobre la divulgación de información de ubicación privada a gigantes empresas de tecnología y autoridades locales, así como la posible discriminación basada en el color de su código QR (verde o rojo). La privacidad y la seguridad de los datos deben ser una prioridad para todos los gobiernos al diseñar una política de salud pública.

Por el bien de nuestra salud, riqueza y también nuestra democracia, mitigar la soledad de los trabajadores debe ocupar un lugar central – Noreena Hertz

Swati Janu: Investigadora, Universidad de Oxford y diseñadora sénior en mHS City Labs, Delhi.
¿Qué lecciones se pueden aprender de la India?

Si bien todos han estado lidiando con la pandemia a su manera, lo que también ha revelado son las diversas redes de apoyo para individuos y comunidades. En India, esquemas gubernamentales, como el Sistema de Distribución Pública (PDS) para la distribución de suministros esenciales, el Esquema Integrado de Desarrollo Infantil (ICDS) que proporciona comidas al mediodía a niños de hasta seis años y trabajadores de primera línea como (Activista Social de Salud Acreditado) Los trabajadores de ASHA, entre otros, han ayudado a apoyar a las comunidades marginadas en estos tiempos difíciles.

Al mismo tiempo, varias lagunas en estas redes han salido a la luz, y las organizaciones de la sociedad civil intervienen para salvarlas y garantizar la conectividad de última milla para las familias. La pandemia también ha hecho visibles a quienes no han tenido redes de seguridad a las que recurrir, con un éxodo masivo de trabajadores migrantes de las ciudades a sus respectivos pueblos, que se quedaron sin medios de vida y, en muchos casos, incluso sin un techo sobre sus cabezas. Cómo podemos fortalecer las redes de apoyo existentes y salvar las brechas es en lo que necesitamos enfocarnos urgentemente a niveles macro de políticas y gobernabilidad.

Thomas Campanella: Profesor Asociado y Director de Estudios de Pregrado, Arquitectura, Arte y Planificación, Universidad de Cornell
¿Cómo están empeorando las desigualdades pandémicas en las ciudades?

Los desastres tienden a agudizar las fallas y divisiones predominantes en una sociedad, y la pandemia actual no es una excepción. La mortalidad por Covid-19 ha afectado de manera desproporcionada a las comunidades de color de baja riqueza, donde prevalecen la obesidad y enfermedades relacionadas. Los profesionales de cuello blanco trabajan desde casa, mientras que los rígidos del sector de servicios se ven obligados a trabajar en la primera línea de la pandemia. Los ricos se han retirado a los Hamptons o Hudson Valley, dejando a los neoyorquinos de bajos ingresos a soportar apartamentos abarrotados, a menudo con niños y ancianos compartiendo un puñado de habitaciones.

Escondidos detrás de máscaras faciales, distanciados a seis pies de distancia, literalmente estamos perdiendo contacto unos con otros, hambrientos de la conectividad social y el compromiso que es la médula misma de la vida cívica urbana. En cambio, nos dirigimos a las cámaras de eco de las redes sociales, sumergiéndonos en un triste simulacro de la ciudad, una especie de subdivisión en el éter donde nos rodeamos solo de aquellos que miran, actúan y piensan como nosotros.

Itai Palti: Director, Centro de Diseño Consciente
¿Cómo puede el diseño de la ciudad mejorar nuestra salud mental después de la Covid?

Para comprender los efectos de la pandemia en la salud mental, debemos considerar la ciudad como un medio de conexión. Uno que conecta a las personas, pero también uno que nos permite a cada uno de nosotros conectarnos con aspectos de nosotros mismos que surgen en diferentes contextos. De esta manera, la pandemia limita nuestra capacidad para representar partes de nuestra propia identidad; abuela, mentora, amiga.

Las interacciones interpersonales saludables, muchas de las cuales preservan o desarrollan partes de nuestra identidad, son cruciales para el bienestar social, el desarrollo infantil e incluso para ralentizar el deterioro cognitivo en los adultos mayores. La ciudad es un actor en estas interacciones a través de los diferentes escenarios que proporciona, enriqueciendo las experiencias compartidas y cimentando su memoria en su lugar.

Covid-19 exaspera los problemas subyacentes existentes en muchos sectores, y en las ciudades está haciendo lo mismo. Antes de la pandemia; el aislamiento social, la soledad y la falta de cohesión social eran grandes problemas, y ahora más. Estos problemas persistirán porque están en el centro de nuestra necesidad universal de conectarnos y pertenecer, y la pandemia lo está haciendo más evidente que nunca. 

La ciudad post-pandémica puede convertirse en un lugar más saludable solo si reorganizamos sus prioridades. Si mantenemos la posición de los lugares de consumo como el lugar principal de reunión social, subordinando así la conexión social al crecimiento económico, habremos aprendido muy poco del cierre. Necesitamos reconstruir la ciudad para convertirnos en un mejor medio para la conexión en todo momento, incluida una pandemia, y eso significa reutilizar los lugares públicos en torno a interacciones genuinas, significativas y seguras.

La investigación psicológica sobre eventos catastróficos muestra que la mayoría de las personas se recuperan – Steven Taylor

Heather Boushey: Presidenta y directora ejecutiva del Washington Center for Equitable Growth
¿Cómo se seguirán conectando las desigualdades y la economía?

El impacto de la pandemia de coronavirus y la recesión resultante se comprenden mejor en el contexto de lo que le ha sucedido a la economía estadounidense durante los últimos 40 años. Las últimas cuatro décadas marcaron un período de mayor desigualdad y un crecimiento más lento que dejó a la economía, los trabajadores y las familias más vulnerables a las crisis económicas.

Ahora, la pandemia ha revelado con gran alivio lo que aquellos de nosotros que hemos estudiado la desigualdad económica ya sabíamos: Covid-19 puso al descubierto la vasta red de fragilidades subyacentes que continúa amenazando la salud y el bienestar de los Estados Unidos. La última investigación económica muestra las muchas formas en que la alta desigualdad (en ingresos, riqueza y entre empresas) sirve para obstruir, subvertir y distorsionar los procesos que conducen a una mejora generalizada del bienestar económico.

Las crisis actuales también nos han presentado un momento para reiniciar. Los responsables de la formulación de políticas deberían centrarse en la reducción de la desigualdad económica y el impulso del crecimiento. Debemos limitar la capacidad de la desigualdad para constreñir nuestra economía y abordar las formas en que la concentración de recursos económicos se traduce en poder político y social. Y debemos asegurarnos de que, al hacerlo, abordemos las desigualdades de larga data en nuestra sociedad, incluso por género y racismo estructural.

Ahora es el momento de que actuemos colectivamente para crear una economía caracterizada por un crecimiento fuerte, estable y ampliamente compartido, que mida su éxito en función del grado en que los individuos y las familias tengan la oportunidad de una vida próspera.

Daron Acemoglu: Profesor de Economía, Instituto de Tecnología de Massachusetts
¿Cómo pueden las instituciones servirnos mejor en un mundo pospandémico?

La pandemia de Covid-19 ha dejado al descubierto que nuestras instituciones, tanto nacionales como mundiales, no están a la altura de los desafíos que enfrentamos. Los problemas más importantes a los que nos enfrentamos no han sido creados por Covid-19: habían estado en proceso durante las últimas décadas, si no por más tiempo.

Vienen en dos sabores. Los primeros son claramente desafíos globales, como prevenir el cambio climático y la guerra nuclear (y contener las pandemias globales). Pero carecemos de instituciones globales capaces de ayudarnos a enfrentar estos problemas.

El segundo conjunto de problemas, centrado en la creación de prosperidad en nuestra era de automatización y globalización, parece nacional, pero estos problemas también requieren la cooperación mundial. Necesitamos nuevas instituciones que nos ayuden a navegar en este período tumultuoso, pero debido a que hasta ahora no hemos podido reconocer y enfrentar estos desafíos, la confianza en las instituciones tanto nacionales como globales se ha erosionado.

El mundo será diferente en muchos aspectos cuando la pandemia esté finalmente bajo control: más trabajo desde casa, menos viajes, más dependencia de las tecnologías digitales, quizás menos que las ciudades. Mi preocupación es que no será lo suficientemente diferente. Existe el peligro de que volvamos a la normalidad y no podamos rehacer nuestras instituciones nuevamente. O podríamos escuchar uno de los muchos cantos de sirena que nos invitan a derribar instituciones, a favor de empoderar a algún autócrata o emular alguna versión nebulosa del modelo chino de menos democracia y más autoritarismo. Lo que necesitamos es un gradualismo radical: construir sobre nuestras instituciones existentes pero al mismo tiempo rehacerlas gradualmente para que podamos crear una mejor red de seguridad, reorientar el cambio tecnológico para ayudar a los trabajadores y forjar una prosperidad compartida, reconstruir una mejor globalización,

Beatriz Colomina: Profesora, Historia de la Arquitectura, Universidad de Princeton
¿Cómo se podrían resolver las desigualdades urbanas después de la pandemia?

Cuando la gente especula sobre la ciudad del futuro, como todo el mundo parece hacer durante una crisis, piensa en la ciudad visible: su forma, materiales, organización, calles, parques y edificios. Pero lo que la pandemia ha hecho visible de manera espectacular, incluso sorprendente, es la ciudad invisible, no solo el urbanismo invisible de los microorganismos hiperse sociales, sino el urbanismo invisible de las desigualdades, los trabajadores ocultos y el acceso desigual a la atención o la empatía.

Las ciudades son producto de emergencias médicas que van dejando capas sobre capas a lo largo de los siglos. Tendemos a olvidar muy rápidamente qué produjo esas capas. Actuamos como si cada pandemia fuera la primera. Sin embargo, la historia de las ciudades es la historia de las enfermedades. Las ciudades aceleran el contagio pero también incuban ideas y relaciones. Disfrutamos de las contaminaciones que ofrecen. Puede que la ciudad del futuro no se vea tan diferente, pero todos sus ritmos ocultos habrán cambiado. Piense en trabajar en casa, incluso en la cama, como millones se han visto obligados a hacer. Alguna vez fue un futuro fantaseado y ahora es una realidad a la que es poco probable que renunciemos. Este giro al interior, que ya estaba muy avanzado en la última década, no es un alejamiento de la ciudad ni de la densidad. Lejos de ser una fuerza antiurbana, el virus inspirará nuevas formas de densidad urbana, nuevas formas de contaminación cruzada.

Urvashi Aneja: Miembro asociado, Chatham House
¿Cómo podemos salvaguardar el bienestar y el bienestar de los trabajadores?

La crisis de Covid-19 ha puesto de relieve cuán precario es el trabajo en directo, y la mayoría de las plataformas no asumen la responsabilidad de la salud, la seguridad y la seguridad financiera de los trabajadores en su plataforma. Las pocas medidas parciales que se han implementado han tendido a priorizar la seguridad del cliente sobre el bienestar de los trabajadores. También se han introducido nuevos mecanismos de seguimiento y vigilancia intrusivos; por ejemplo, ahora se recopilan continuamente datos de ubicación.

Estos problemas son particularmente graves en los países en desarrollo debido a la debilidad de las leyes laborales, la ausencia de marcos de protección de datos y los bajos niveles de capacidad reguladora. Los altos niveles de desempleo en muchos países en desarrollo dejan a los trabajadores con pocas opciones más que aceptar estas condiciones de trabajo.

También es probable que aumente el trabajo por encargo. La crisis financiera de 2008 y la recesión económica que siguió, condujeron al crecimiento de la economía de los conciertos. Es probable que este sea el caso una vez más, con una disminución en el número de puestos de trabajo. Pero, si los últimos 10 años impares de la economía gig son algo por lo que pasar, esto no será bueno para la mayoría de los trabajadores. Los trabajadores tienen poca seguridad de ingresos, no tienen protección social y tienen oportunidades limitadas para la acción colectiva y la negociación.

Esta serie está producida por: Philippa Fogarty, Simon Frantz, Javier Hirschfeld, Anna Jones, Sarah Keating, Emmanuel Lafont, Bryan Lufkin, Rachel Mishael, Visvak Ponnavolu, Maddy Savage y Meredith Turits.

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/worklife/article/20201118-coronavirus-how-will-it-affect-inequalities-mental-health

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