Por: Alieto Guadagni y Gisela Lima
En el año 2009, 741 mil niños cursaban sexto grado en nuestras escuelas primarias. Tres años habían pasado desde la sanción de la Ley de Educación Nacional que en su artículo 16 expresa: “la obligatoriedad escolar en todo el país se extiende desde la edad de cinco años hasta la finalización del nivel de la educación secundaria”. Si esta ley se cumpliera, unos 700 mil adolescentes deberían haber concluido el ciclo secundario en el año 2015. Pero esto no fue así: sólo 324 mil egresaron de colegios secundarios en ese año, apenas el 44 por ciento de aquellos que concluían el ciclo primario seis años antes. Pero esta cifra engloba los dos sistemas de gestión educativa, los cuales tienen un comportamiento muy desigual: en el año 2015, las escuelas secundarias estatales graduaron apenas un 35 por ciento de aquellos que culminaban el ciclo primario en 2009, en tanto que en las escuelas privadas en ese mismo año egresaba un 72 por ciento de aquellos que finalizaban el nivel primario seis años antes. La desigualdad es notoria y determina que la mayoría de los adolescentes pobres no concluya el ciclo secundario.
La calidad educativa se ha medido a través de las pruebas ONE (Operativo Nacional de Evaluación); este dispositivo de evaluación recientemente ha cambiado su nomenclatura, llamándose ahora Aprender. En las pruebas ONE 2013, más de la mitad de los alumnos de 2°/3° año de secundaria mostraron un nivel de desempeño bajo en Matemática. La desigualdad en los resultados en estas evaluaciones es muy grande, tanto cuando se comparan las escuelas privadas con las estatales, como cuando se evidencian las grandes carencias en muchas provincias argentinas, particularmente en el NOA y el NEA. Por ejemplo, en la prueba ONE 2007 casi la mitad de los estudiantes de último año de secundario mostró un nivel de conocimientos bajo en matemática, pero esta cifra fue de 80 por ciento en aquellos chicos que cursaban en los colegios secundarios estatales en Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero y estuvo en menos del 22 por ciento por ciento en aquellos que concluían el secundario en colegios privados de CABA, Córdoba, Mendoza y La Pampa. Esta comparación no puede hacerse con las posteriores pruebas ONE 2010 y 2013, ya que la información publicada se fue reduciendo, dejando de suministrarse los datos por tipo de escuela y por provincias.
Estos malos resultados en las evaluaciones nacionales ayudan a interpretar el puesto 59 obtenido por Argentina en la última edición de la Prueba PISA en el 2013, implementada por la OCDE a estudiantes de 15 años de 65 países.
Según la Encuesta Nacional de Jóvenes publicada por el INDEC en 2015, son muchos los jóvenes que están fuera del sistema educativo. Respecto a las razones de este grave alejamiento, la mayoría declaró que dejó o nunca empezó el secundario porque “Tuvo que Trabajar”, o porque “No le gustaba estudiar/No le servía”. De la totalidad de jóvenes encuestados, el 46 por ciento se encontraba trabajando, el 17 por ciento estudiaba únicamente y el 14 por ciento se encontraba buscando trabajo. Esta suma no da 100 por ciento: faltan los Ni-Ni, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que son nada menos que un 23 por ciento del total.
El artículo 16 de la ley de educación no se cumple. Muchos chicos no concurren al colegio secundario, o dejan de hacerlo, o repiten años. Son todas caras de la misma moneda. Las autoridades deben asegurar una buena educación, pero los padres deben inculcar el valor del estudio y de la responsabilidad a sus hijos. Tenemos una sabia ley que dice que la educación secundaria es obligatoria, por lo tanto hay que asegurar que todos los adolescentes concurran a la escuela secundaria, estudiando y cumpliendo con sus responsabilidades de alumnos.
Esto es crucial, ya que en este globalizado mundo laboral quien no concluye la secundaria no puede acceder a buenos empleos. La pobreza y la indigencia abruman a quienes no concluyen la escuela secundaria ya que, mientras la tercera parte de todas las familias argentinas es hoy pobre, entre quienes concluyeron la escuela secundaria solamente el 11 por ciento es pobre, mientras que son pobres nada menos que la mitad de quienes no concluyeron este ciclo escolar. De esta pobreza socialmente excluyente no se sale simplemente con crecimiento económico.
Es hora de cumplir la Ley de Educación, que expresa: “El Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la responsabilidad principal e indelegable de proveer una educación integral, permanente y de calidad para todos/as los/las habitantes de la Nación, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad en el ejercicio de este derecho (…)”. Fortalezcamos nuestra escuela secundaria y aseguremos que la educación que se les brinda a nuestros jóvenes sea de calidad y socialmente inclusiva.
Tomado de: http://www.clarin.com/opinion/Ley-Educacion-letra-muerta_0_1681032036.html