Por: Rose Mary Hernández
En la postmodernidad, la era digitalizada ha movido en el mundo las formas de relacionarnos. El arribo y popularización de las redes y plataformas como ambientes socioculturales donde confluyen personas con intereses comunes, les ha convertido en una comunidad virtual cuya categoría central se configura en una misma forma de comunicación.
Esta realidad dinámica y de avanzada conlleva a un replanteo en las Ciencias Sociales y Humanidades, donde la tecnología rompe con esquemas estáticos de proximidad y nos permite intercambios a través de las pantallas.
La perspectiva metodológica está pasando por una adecuación y flexibilización, permitiendo así una nueva forma de abordajes para el estudio de fenómenos sociales que acontecen en comunidades producto de sus prácticas o culturas que son creadas por patrones pre- establecidos, conscientes o no de una situación problema o evento que modifica comportamientos.
De la Etnografía a la Netnografía
Uno de los métodos de estudios más empleados desde la Sociología ha sido la Etnografia. Tradicionalmente, ésta ha sido considerada por antropólogos para conocer y dar cuenta de manera descriptiva de las complejidades de una cultura dada, las costumbres, prácticas, creencias, lugares, espacios y formas de vida de las sociedades. De hecho, el termino fue acuñado en 1770 por August Schlozer para designar la ciencia de los pueblos y las naciones. Como método de investigación es realizado en terreno y donde cabe el trabajo de campo para la recogida de la información, es decir, las entrevistas, la observación participante y los grupos focales, el mapeo, entre otros.
Por tanto, quien investiga desde la Etnografía debe adentrarse e incorporarse al contexto en que se produce el objeto de estudio, es decir, en el escenario social que permite preconfigurar, configurar y reconfigurar la realidad desde el sentir-pensar-actuar de las unidades de análisis o informantes clave del estudio.
Sin embargo, en un mundo hiperconectado como en el que vivimos ahora, las posibilidades de hacer estudios de investigación avanzan adentrándose a los cambios propios de las formas de relacionarnos y, la etnografía tradicional debe, entonces, responder a los retos de una sociedad cada vez más en interconectada, lo cual da espacio a tener una perspectiva metodológica centrada en la Internet como red global.
De ahí que, las comunidades en línea pasan a ser abordadas por la Netnografía o
etnografía virtual, metodología capaz de generar espacios de reflexión, poniendo especial énfasis en las implicaciones mediadas, en aras de alcanzar un mejor entendimiento de los procesos de uso e interacción de estos medios digitales por parte de sus usuarios.
Si bien la relevancia de la etnografía tradicional es innegable, también es cierto que durante y pos a la pandemia a causa de la COVID-19, se incrementó el comportamiento de consumo a través del ciberespacio. Ahora con la llegada de la Inteligencia Artificial y con la Educación híbrida o semi presencial, muchos son los que han modificado sus contextos de trabajo y de estudio, cumpliendo sus roles en casa, teniéndose así un mayor número de población con presencia en internet.
Por tanto, para quienes hacen abordajes desde la Etnografía existe la necesidad de adoptar una modalidad del método más específico y adecuado a los entornos virtuales que proveen la Web como son las herramientas online, los foros, las salas de chat, blogs, entre otros, para llegar a sus informantes de la investigación, sin que tal decisión implique un choque entre ambos enfoques, por el contrario, ambos se complementan y enriquecen de forma recíproca.
Aunque esta pretensión, reclamada por toda disciplina emergente, aún es difusa porque se presenta más bien como una técnica de investigación de las vivencias en los espacios virtuales, se perfila como un avance en la comunión entre lo presencial y lo virtual. Sin embargo, queda pendiente, entre otros asuntos, avanzar en la ciencia de los datos y, con ello, en lo que implican los procesos de contrastación que pueden erigirse desde esta forma de hacer ciencia y así cumplir con la rigurosidad de la misma, cerrando la posibilidad del plano de lo que puede ser o no de un todo verificable, además de incorporación de las taxonomías propia de los entornos donde el de más alto nivel refiere poder crear y, que en conjunto se traducen en aportes a los procesos que hacen posible estudiar los comportamientos humanos.