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Banco Mundial: Nuevo Atlas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Atlas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020: historias y conocimientos presentados mediante gráficas innovadoras

Nota: Por el momento el Atlas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020 se encuentra disponible solo en inglés.

El Banco Mundial publicó hoy el Atlas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020 (i). El Atlas de este año es una publicación en la web que, mediante narraciones interactivas y visualizaciones de datos innovadoras, presenta a los lectores la situación y los avances de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Aumentar el conocimiento de las tendencias clave

Los ODS procuran servir de guía para la acción global destinada a abordar muchos de los mayores desafíos mundiales, tales como poner fin a la pobreza, acabar con el hambre, ampliar el acceso a la educación, lograr la igualdad de género y enfrentar la crisis climática. El propósito del Atlas es aumentar el conocimiento de los principales indicadores y tendencias de los ODS, lo cual es importante para medir los avances y orientar las acciones. La edición de 2020 incluye maneras nuevas y creativas de expandir la información relativa a cada uno de los 17 objetivos.

Usar como base los conocimientos colectivos

El Atlas se basa en los conocimientos y la experiencia de expertos en distintas materias, científicos de datos y profesionales de la estadística que trabajan en el Banco Mundial, así como de un equipo talentoso de diseñadores especializados en la visualización de datos. Este Atlas no sería posible sin la labor en curso del Banco con los países asociados y los organismos de Naciones Unidas dirigida a hacer un seguimiento de los ODS y mejorar las formas de medir los avances.

Narrar nuevas historias mediante contenidos visuales creativos

El Atlas de este año, mediante narraciones, explora metas específicas para cada objetivo y destaca las tendencias hacia el logro de los ODS. También incorpora información conceptual para los lectores sobre cómo se miden algunos de los ODS. Cuando hay disponibilidad de datos, en los capítulos del Atlas se destacan algunos de los impactos de la pandemia de COVID-19 en los indicadores y tendencias presentadas.

Los lectores podrán explorar los ODS a través de una experiencia interactiva. Por ejemplo, en el capítulo sobre el ODS 10 (i), explicamos un tema conceptualmente complejo —la desigualdad de ingresos—, utilizando gráficos dinámicos e historias para mostrar ejemplos de diferentes países.

Imagen
SDG 10 - reduced inequalities

Este gráfico en el capítulo 3 (Buena salud y bienestar) (i) permite a los lectores ver rápidamente la tendencia en la vacunación contra el sarampión dentro de un grupo de ingreso y en cada país durante un período de 40 años.

Tendencia en la vacunación contra el sarampión. Banco Mundial

 

En el capítulo 4 (Educación de calidad) (i), los lectores pueden comparar de manera rápida las tendencias relativas y absolutas en materia de ‘pobreza de aprendizajes’ (i), ya que los datos se visualizan simplemente en un gráfico de barras regular (Marimekko [i]).

En el capítulo 7 (Energía asequible y no contaminante) (i), los lectores pueden explorar imágenes satelitales nocturnas para observar cómo distintas partes del planeta con poblaciones similares tienen una cantidad de luz muy diferente, reflejándose la subyacente desigualdad en el acceso a la electricidad.

Imagen
Countries that can afford clean energy

En el capítulo14 (Vida bajo el agua) (i), el mapa del mundo se focaliza en los océanos en vez de los continentes, facilitando la visualización de la distribución de la vida marina en peligro de extinción, como los corales.

Estas son solo algunas de las historias y gráficas que el Atlas 2020 pone a disposición de los lectores. Los datos incluidos en el Atlas se extrajeron de los Indicadores del Desarrollo Mundial (i) del Banco Mundial, y se incorporan además nuevos datos generados por científicos e investigadores de todo el mundo.

Esperamos que la última edición del Atlas resulte atractiva e informativa para los lectores, y que estos se sientan motivados a descubrir, conocer y visualizar los avances hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Queremos agradecer al Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Fondo ODS) del Grupo Banco Mundial por su generoso apoyo.

Fuente: https://blogs.worldbank.org/es/opendata/atlas-de-los-objetivos-de-desarrollo-sostenible-2020-historias-y-conocimientos-presentados?cid=ECR_E_NewsletterWeekly_ES_EXT&deliveryName=DM85385

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Fernando Trujillo: “La educación presencial es insustituible”

Por: Laura Román

Cuatro son los planos que Fernando Trujillo, docente en la Universidad de Granada y socio fundador de ‘Conecta 13’, considera importantes para expandir la educación presencial a través de la tecnología en plena crisis sanitaria: el comunicativo, el curricular, el evaluador y el facilitador. Y para que funcionen, Trujillo lo tiene claro: hay que replantearse el verdadero uso de la tecnología en la educación.

La crisis sanitaria pilló a la educación del revés sin el soporte que le daba la presencialidad en las aulas. El curso ha comenzado de nuevo y los centros, docentes y equipos directivos necesitan pautas y propuestas para estructurar lo que será la educación de ahora en adelante.Y de eso trata el último manual de Fernando Trujillo (docente en la Universidad de Granada y socio fundador de ‘Conecta 13’) ‘Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento’, en el que se recogen distintas propuestas para la educación del siglo XXI.

Trujillo señala que un cambio en la educación no es sinónimo de ‘digitalizar las escuelas’ sino de preguntarse cuál es el verdadero uso que se quiere hacer de la tecnología; que hay que reforzar la educación presencial pero sin olvidar (y mejorando) todos los mecanismos que se llevaron a cabo en pleno confinamiento y que la educación es una tarea permanente a lo largo de la vida y también colectiva (en la que las familias son aliadas necesarias).

Y ahí está la clave de la educación del futuro: “La educación dejará de ser una tarea exclusiva de la escuela, aunque ésta siga siendo la institución fundamental y privilegiada de aprendizaje en sociedad”.

Pregunta: El objetivo de este libro es hacer propuestas útiles para la educación del siglo XXI tras la crisis sanitaria. ¿Cuál es el papel que deben asumir docentes y estudiantes en esta ‘nueva educación’?

Respuesta: La pandemia de COVID-19 ha generado en la educación una serie de grietas que nos permiten ver las debilidades del sistema, aquellos aspectos que deben ser reforzados para la construcción de un sistema educativo ajustado no solo a la realidad actual, que es ciertamente excepcional, sino también a los retos que plantea el siglo XXI.

En este sentido, tanto los docentes como los estudiantes comparten un reto: aprender para desarrollar su vida ciudadana y en sociedad, además de sus competencias personales o profesionales. Es decir, el aprendizaje en el siglo XXI es la puerta de una vida plena en lo personal y en lo social y sin unos aprendizajes mínimos parece difícil alcanzar un desarrollo pleno y feliz del individuo en sociedad.

Futuro educación

Para ello, además, tanto docentes como estudiantes viven en conexión. Ser nodos de distintas redes y comunidades nos permite no sólo aprender más y mejor sino también poder contribuir a la mejora de la sociedad y de nuestro entorno, contribuyendo a tareas tan importantes como la promoción de la salud propia y de quienes nos rodean, el cuidado del medioambiente, la defensa de los derechos humanos o la aspiración compartida que representan hoy los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Con este telón de fondo se desarrolla la actividad de construcción del conocimiento y la docencia. Ambas implican hoy nuevos roles como la resiliencia, la búsqueda y gestión de información, la lectura y el pensamiento crítico o el desarrollo de las alfabetizaciones múltiples. Este conjunto de roles representan cómo será el aprendiz y los educadores del siglo XXI, especialmente a partir de esta experiencia de pandemia que, de algún modo, ha alterado la ‘normalidad’ secular de la institución escolar.

P: Comenta que el periodo de confinamiento ha convertido las aulas en un espacio vacío e inerte, desprovisto de su sentido primordial. ¿Qué ocurrirá con la educación presencial a partir de ahora?

R: La educación presencial es un dispositivo de aprendizaje de gran relevancia en nuestra cultura, no sólo por la adquisición de conocimientos sino por representar una experiencia de socialización de gran calidad entre distintas generaciones y perfiles sociales y familiares diferentes. En este momento representa una institución insustituible en nuestra sociedad.

Sin embargo, la irrupción del coronavirus y la puesta en funcionamiento de la educación a distancia durante el confinamiento y de educación semipresencial durante el presente curso tendrá un impacto en la educación presencial. Sería temerario olvidar la experiencia vivida y desmontar muchos de los mecanismos y las prácticas que se han organizado para mantener la educación en funcionamiento más allá de la presencialidad.

«El aprendizaje en el siglo XXI es la puerta de una vida plena en lo personal y en lo social y sin unos aprendizajes mínimos es difícil alcanzar un desarrollo pleno y feliz del individuo en sociedad»

En este sentido, podríamos hablar de una presencialidad enriquecida por la tecnología, que ya estaba presente en muchos centros educativos y que ahora tenderá a generalizarse ya sea por decisión propia de los docentes y los centros o por estímulos ofrecidos desde la Administración educativa u otras instituciones.

P: ¿Cuál es el plan que deberían seguir los docentes para enseñar más allá de la presencialidad? ¿Qué pasos adelante se pueden dar para mejorar nuestra educación presencial tradicional?

R: Hay cuatro planos de expansión de la presencialidad promovidos por la tecnología, algunos de los cuales ya se han experimentado durante el confinamiento: el plano comunicativo, que usa la tecnología para establecer vínculos y garantizar la interacción entre el alumnado, el profesorado y las familias; el curricular, que incluiría tanto la presentación de contenidos como las actividades de aprendizaje a realizar (para las cuales se utilizaría la tecnología especialmente en la promoción de enfoques activos de enseñanza y aprendizaje); el evaluador, que utiliza recursos tecnológicos para promover una evaluación alternativa al examen escrito, más en consonancia con el tipo de actividades que se plantean en el plano anterior y, por último, un plano de la facilitación, que pone la tecnología al servicio del aprendizaje de todo el alumnado para garantizar que todos aprenden con propuestas, como el diseño universal de aprendizaje o la instrucción diferenciada.

Como se puede ver, en todos ellos la tecnología juega un papel importante pero lo central es preguntarnos para qué queremos usar la tecnología. En este sentido, el objetivo no es ‘digitalizar la escuela’ sino aprovechar el potencial de la tecnología para promover una mejora sustancial de la educación, pensando más en cuestiones como la cultura de la institución y las prácticas que tienen lugar en la misma.

P: La organización para este nuevo curso ha traído de cabeza a todos los centros educativos. ¿Cómo debe actuar un equipo directivo para adaptarse a la nueva situación y también para lo que viene?

R: En realidad, si algo ha traído de cabeza a los centros educativos, son dos cuestiones: la falta de instrucciones claras por parte de la Administración (las decisiones sustanciales para el curso 2020-2021 se tomaron a finales de agosto y principios de septiembre, por mucho que nos quieran hacer creer que estaban tomadas con anterioridad) y la falta de recursos en los centros.

Es decir, la cuestión no es cómo deben adaptarse los equipos directivos, que sin lugar a dudas lo están haciendo, sino por qué, a pesar de las peticiones claras y concretas de los centros, no se han dispuesto ni los recursos ni las medidas necesarias con la antelación suficiente. En mi opinión, la responsabilidad recae en el ámbito de actuación de la Administración, que ha actuado tarde y en muchas regiones con dudas y limitaciones.

En el ámbito concreto de los centros, si bien en un primer momento ha sido necesario que los equipos directivos desarrollaran un enorme liderazgo de gestión, especialmente durante el diseño de los planes de contingencia y su puesta en funcionamiento inicial a principios del curso 2020-2021, una vez que ya está iniciado es necesario que este liderazgo de gestión pase a ser invisible y ocupe todo el espacio el liderazgo centrado en el aprendizaje: los centros deben poner en marcha sus proyectos educativos en el marco generado por la COVID-19, a pesar de todas las dificultades y restricciones.

Es decir, es fundamental que se naturalice el uso de mascarillas y demás medidas higiénico-sanitarias y empecemos a hablar de aprendizaje y enseñanza en el contexto actual: este curso tiene que tener valor educativo, no sólo asistencial.

«El objetivo no es ‘digitalizar la escuela’ sino aprovechar el potencial de la tecnología para promover una mejora sustancial de la educación, pensando más en cuestiones como la cultura de la institución y las prácticas que tienen lugar en la misma»

P: ¿Hacia dónde se encamina la educación? ¿Cuál será el papel de las familias?

R: Hay dos grandes lecciones en el confinamiento y la pandemia: en primer lugar, la educación es una tarea permanente a lo largo de la vida y no debemos perder el foco a corto, medio y largo plazo; en segundo lugar, la educación es una tarea colectiva, en la que las familias son aliadas necesarias.

Si la primera afirmación nos debe hacer recordar que aquellos elementos curriculares que se dejan de ver un año podrían ser revisados al año siguiente o en contextos de aprendizaje no formal, la segunda nos recuerda que la educación trasciende el espacio del aula y de la escuela y tiene lugar en el contexto del hogar y, también, en la ciudad.

Así pues, nos encaminamos hacia un futuro donde la educación tendrá un valor más ecológico y dejará de ser (si no lo ha hecho ya) una tarea exclusiva de la escuela, aunque ésta siga siendo la institución fundamental y privilegiada de aprendizaje en sociedad.

Docentes futuro

P: ¿Un mensaje para los docentes del futuro?

R: Es arriesgado lanzar mensajes al futuro. La mayor parte de los mensajes encerrados en botellas o no llegan a su destinatario o quedan obsoletos por el camino.

Quizás la única realidad inmutable en educación es que la docencia es una actividad situacional y contingente. Es necesario estar atentos a los cambios de la sociedad y cómo esta crece en complejidad para ser capaces de responder también desde la complejidad de una profesión que está en permanente evolución.

Hoy nos corresponde dar respuesta a la crisis sanitaria pero más adelante serán otras crisis (medioambientales, con total seguridad, pero también económicas o sociales); la educación y el profesorado representan uno de los principales mecanismos de reacción ante estas crisis, tanto por anticipación de sus causas y sus efectos como mediante la preparación de unos ciudadanos y ciudadanas concienciados y preparados para su presente y su futuro. En esta crisis las educadoras y educadores han demostrado su valía y su capacidad de reacción y lo seguirán haciendo en el futuro.

Fuente  e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/fernando-trujillo-educacion-presencial-es-insustituible/

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¡El cambio va!

Por: Elisabeth De Puig

 

En este momento hay que prestar una atención particular a nuestros niños, niñas y adolescentes en situaciones de riesgo. Es el papel de las escuelas, de las Ongs, de las juntas de vecinos, que apenas  se lograba en la normalidad.  Ahora, estas frágiles barreras han sido en parte desmanteladas.

 

El cambio va, no hay dudas. Se siente en el aire, en los ánimos, en la prensa, en las redes. El “se van” se está haciendo realidad. Sin embargo, la persistencia del coronavirus y los amigos desaparecidos aguan la fiesta.

Más que aires festivos, se sienten las preocupaciones por la complejidad y la gravedad del momento en el cual nos encontramos y por la responsabilidad en el futuro de nuestro país de cada uno de los ciudadanos que conformamos la República Dominicana.

Ahora se trata de hacer coincidir los sueños de un adecentamiento de la vida política, de una economía más equitativa, de una educación inclusiva, de salud para todos y todas justo en el momento que la pandemia de la Covid-19 va a alterarpor su triple impacto en la salud, la educación y la generación de ingresos las “hojas de ruta” de los países comprometidos con alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Dentro de este marco, la educación dominicana en la cual se han invertido tantas luchas, esperanzas y fondos públicos sin que se hayan aun cosechado los frutos de estos esfuerzos, se perfila como una de las principales víctimas de la crisis sanitaria y de la crisis económica que la acompaña.

Para el inicio del año escolar 2020/21 pasa forzosamente a un segundo plano el clamor de la sociedad a favor de una educación pública de calidad basada en competencias, la capacitación del magisterio, y otros reclamos que parecían impostergables.

La pandemia exige soluciones inmediatas y pospone el cambio real planteado por el recién designado ministro de Educación Roberto Fulcar, quien propugna por una educación de calidad basada en un sistema de enseñanza horizontal que promueva el análisis, el razonamiento y la creatividad en ruptura con la educación tradicional dominicana que se ha caracterizado por un estilo pedagógico autoritario, vertical.

En el sistema educativo del “cambio” todos los actores poseen iguales derechos, se fomenta la participación para la formación de ciudadanos que aporten al desarrollo socio económico, cívico y democrático individual y colectivo.

Sin embargo, en la emergencia actual la comunidad educativa trabaja con incertidumbres, planificaciones móviles, segmentaciones, aperturas diferenciadas según los sectores.

No se sabe, con las opiniones que circulan, si se pospondrá el regreso a clase para enero con los riegos de deserción y marginalización de los más vulnerables, o si se trabajará à la carte según las escuelas y zonas afectadas del país.

En este caso, se deben esquivar los escollos de modelos híbridos entre los sectores público y privado; entre docencia presencial o semi presencial, de presencia alternada y virtual; entre quienes tienen acceso o no a las TICs; ritmos que, además, no toman en cuenta las obligaciones laborales de padres que salen a trabajar diariamente.

¿Cómo ser más inclusivos, cuando la educación en tiempo de pandemia refuerza las desigualdades, la deserción escolar, las brechas sociales y digitales, al igual que el trabajo infantil?

En Villas Agrícolas, los directores de escuelas públicas trabajan sobre la hipótesis de clases con la presencia de veinte alumnos por aula, que asistirían dos días la primera semana y tres días la semana siguiente y sobre la base de dos tandas diarias.

Sin embargo, la Sociedad Dominicana de Pediatría (SDP) sugirió que los grupos deberían ser de hasta quince alumnos, sometidos a vigilancia constante, cuidando el distanciamiento y la higiene, con una “estructura muy cuidadosa” para la supervisión del estudiantado.

Sabemos de antemano que muchos de estos lineamientos son casi imposibles de poner en práctica en un sinnúmero de sectores donde hay menos agua que nunca, donde las familias no tienen recursos suficientes para dotar a sus hijos de mascarillas eficaces y donde no se puede garantizar la ausencia de contactos físicos.

No podemos olvidar que nuestros niños y niñas son turbulentos, habrán estado semi enjaulados durante meses, habrán estado sometidos sin escapatoria a la violencia intrafamiliar que caracteriza nuestros sectores marginados y al miedo de una pandemia que “pica cerca”.

¿En un esquema de vuelta a la escuela alternada, cómo hacerle frente a la idiosincrasia de nuestros niños y niñas obviando el contacto físico que nos caracteriza como pueblo?

¿Cómo atender nuestros chiquitines con sus necesidades afectivas, miedos y hambre de cariño y protección, tomando en cuenta el miedo legítimo de los docentes?

Si en años anteriores faltaban cupos en varios sectores de la zona norte de Santo Domingo se hace evidente que la situación actual no favorece la inscripción de todos los estudiantes.

Los padres y alumnos del liceo Manuel Aurelio Tavárez Justo informaron que en el liceo las autoridades educativas les dijeron que el Distrito Escolar sólo aprobó cupos para 80 estudiantes de nuevo ingreso, lo que ha dejado a la mayoría de los niños y niñas de la vecina Escuela España sin inscripción.

En este momento hay que prestar una atención particular a nuestros niños, niñas y adolescentes en situaciones de riesgo. Es el papel de las escuelas, de las Ongs, de las juntas de vecinos, que apenas se lograba en la normalidad. Ahora, estas frágiles barreras han sido en parte desmanteladas.

Les daré como ejemplo el de Carina, de 11 años, y de su hermanito Jean, de 9, quienes viven en situación de extrema pobreza. Estaban escolarizados por la mañana en una escuela de la Zurza y en la tarde acudían a la Fundacion Abriendo Camino. Solo les quedaban los sábados y domingos para trabajar vendiendo guineos y maíz asado para llevar el peso a su casa.

Hoy en día, para ellos como para muchos otros no hay educación virtual. Venden mascarillas desde la mañana hasta tarde en la noche. Andan cada uno por su lado, en zonas aldeañas al Mercado de la Duarte, sin ningún tipo de protección “porque las mascarillas son caras”.

Pasan el día entero en la calle en medio del molote, donde piden para su comida para no gastar el producto de su venta. Como ellos hay cientos de niños, niñas y adolescentes tirados a la calle por las circunstancias, a pesar de los riesgos de contagio y de abusos.

En este contexto, queda claro que no hay decisiones que puedan resolver todos los problemas y satisfacer todas las necesidades. El cambio va pero en difíciles circunstancias.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/el-cambio-va-8841123.html

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Hambre creciente en un mundo que derrocha cada día más alimentos

Desde hace años se promete mucho y se cumple poco. El *hambre cero* se sigue posponiendo y el panorama para la próxima década no es halagüeño. Sin embargo, un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano se pierde o desperdicia anualmente.

La brecha de riqueza-pobreza se agudiza, la sociedad planetaria se polariza, y los seres humanos insuficientemente nutridos llegan casi a los 3 mil millones. 690 millones, es decir uno cada diez habitantes del planeta Tierra, padecen hambre.

Hace cinco años las Naciones Unidas se habían propuesto terminar con este flagelo en el 2030. El horizonte se estira, las apuestas se alejan. La situación internacional lejos de mejorar, empeora. En el último quinquenio, en vez de reducirse los números, 60 millones más de personas engrosaron las filas de los desheredados de la Tierra.

Cinco de las organizaciones onusianas publicaron en la segunda semana de julio, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (http://www.fao.org/3/ca9692en/online/ca9692en.html). El planeta sigue grave. Y el COVID-19 no mejora las cosas, pudiendo sumar, según estimaciones, 130 millones adicionales a la categoría de insuficientemente alimentados.

Derecho humano esencial

Tal como lo define el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (el DESC) en su documento de mayo de 1999, “el derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño, ya sea solo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo momento, a una alimentación adecuada o a medidas para obtenerla” (https://conf-dts1.unog.ch/1%20SPA/Tradutek/Derechos_hum_Base/CESCR/00_1_obs_grales_Cte%20Dchos%20Ec%20Soc%20Cult.html#GEN12)

Tres años antes, durante la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en Roma, se había acordado dar un contenido más concreto y operacional a dicho derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y consagrado 18 años más tarde, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

En el 2000, la Comisión de DDHH de la ONU estableció el mandato de Relator Especial sobre el derecho a la alimentación. Y tres años después, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) estableció un Grupo de Trabajo Intergubernamental que elaboró en 2004 las Directrices Voluntarias en apoyo a la Realización Progresiva del Derecho de una Alimentación Adecuada en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional. En síntesis, se trata de recomendaciones que los Estados deben cumplir coherentes con el artículo 11 del Pacto Internacional.

Los expertos en el tema subrayan tres componentes esenciales para asegurar el ejercicio de este derecho en todo el planeta. La disponibilidad de los alimentos ya sea mediante la producción directa (agricultura, ganadería etc.) o bien a través de la adquisición de los mismos en tiendas y mercados.

La accesibilidad, que implica asegurar que todo ser humano (incluyendo niños, enfermos, discapacitados o mayores) pueda tener acceso físico o condiciones para obtener o comprar los productos esenciales. Sin comprometer por ello, la satisfacción de ninguna otra necesidad básica: medicamentos, alquiler, gastos escolares, entre otras.

Y, como tercer elemento y condición absoluta, asegurarse una alimentación realmente adecuada a las necesidades, libre de sustancias contaminantes y culturalmente adaptada a las costumbres de cada grupo social determinado.

Diagnóstico preocupante

En el último lustro el “hambre aumentó al ritmo del crecimiento de la población mundial”, sostiene el estudio elaborado conjuntamente por la FAO, el Fondo Internacional para la Agricultura (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PAM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según su impacto regional, en Asia viven 381 millones de mal alimentados. 250 millones en África y cerca de 48 millones en América Latina y el Caribe. Si de porcentajes se trata, es África el continente más golpeado por este flagelo social, y cuenta casi con un 20 % de su población mal alimentada. 8,3 % en Asia y 7,4% en América Latina y el Caribe. De mantenerse la actual tendencia, más de la mitad de la población africana sufrirá de hambre crónica en el 2030.

El acceso a una alimentación realmente de calidad – incluyendo 2300 calorías y 69 gramos de proteínas diarias- constituye ya un sueño de ricos para casi la mitad de la población mundial. Se calcula que los alimentos sanos son cinco veces más caros si se compara con un régimen a base de carbohidratos que da respuesta solo a las necesidades energéticas.

Su precio está por encima de la noma internacional de la pobreza internacional (definida en 1.90 dólares diarios por persona). Por otra parte, los países con bajos ingresos consumen más alimentos de base y menos frutas, verduras y carnes que los países de ingresos más altos. Una gran parte de la población mundial no cuenta hoy con el mínimo de 400 gramos por persona y por día de frutas y verduras, recomendados por la OMS.

Según el informe de las cinco agencias de Naciones Unidas, las niñas y los niños se encuentran entre las principales víctimas de esta ilógica realidad mundial. El año pasado, 144 millones de menores de 5 años (21,3% del total de los infantes) padecieron un retraso en el crecimiento, 47 millones (6,9%) sufrieron emaciación es decir pérdida involuntaria de más del 10% del peso corporal, y 38,3 millones de sobrepeso debido a la mala alimentación.

Nubarrones sobre América Latina

Para el continente las previsiones tampoco son alentadoras. Según el informe, la situación actual es peor que en el 2015. “Desde entonces nueve millones de personas más viven con hambre”, afectando a un 7,7% de la población total. En perspectiva ese porcentaje llegará al 9,5 en el 2030.

A nivel subregional, las previsiones para 2030 indican tres puntos de aumento en América Central, llegando casi a los 8 millones de víctimas del hambre. Sudamérica superaría, entonces, casi los 36 millones. El Caribe, a pesar de leves avances, no cumplirá con la meta de hambre cero y contaría con 6,6 millones de seres humanos mal alimentados al finalizar esta década.

También son preocupantes los matices intermedios. Casi un 10 % de la población actual sufre de inseguridad alimentaria grave, es decir gente que por diversas razones no cuenta regularmente con alimentos y pueden llegar a pasar uno o varios días sin comer.

Si se introduce la categoría de “inseguridad alimentaria moderada”, casi un tercio de la población latinoamericana y caribeña, es decir 205 millones de personas, la padecen. Se trata de la incertidumbre sobre la capacidad para obtener alimentos lo que las lleva a reducir la cantidad o la calidad de la comida que consumen.

En cuanto al acceso a una dieta realmente saludable, 104 millones de habitantes de la región no lo logran. El precio de 3,98 dólares por día es el más alto del mundo y es 3,3 veces más caro que lo que una persona bajo la línea de la pobreza puede invertir para alimentos.

Derroche criminal

Hipótesis novedosa: el informe concluye afirmando que un cambio global hacia regímenes alimentarios sanos ayudaría no solo a frenar el hambre sino también a lograr enormes ahorros en el plano internacional. Ese cambio es posible asegurando que se haga de “manera durable para las personas y el planeta”.

Las organizaciones especializadas de la ONU calculan que ese cambio de paradigma (de comida chatarra a alimentos sanos) permitiría compensar casi totalmente los costos de salud resultante de una mala alimentación -solo en Estados Unidos se calculan en 1.300 billones de dólares. Y reducir en tres cuartas partes el valor actual del costo social de las emisiones de efecto invernadero ligadas a la producción de alimentos, calculado en 1700 billones de dólares estadounidenses.

Llaman a los gobiernos a integrar la nutrición en sus estrategias agrícolas y a esforzarse en reducir los factores de aumento de los costos en la producción, stock, transporte, distribución y comercialización de alimentos.

Y proponen, además, ayudar a los pequeños productores locales a cultivar y vender productos más nutritivos garantizándoles un acceso al mercado. Recomiendan favorecer el cambio de comportamientos a través de la educación y comunicación e integrar la nutrición en los sistemas de protección social y en las estrategias oficiales de inversiones.

Una reflexión esencial en las líneas de acción futura consiste en reducir gastos debido a la ineficacia, pérdidas y derroches.

La FAO calculaba ya en 2019 que 1.300 millones de toneladas de alimentos humanos producidos cada año se pierden o desperdician (http://www.fao.org/platform-food-loss-waste/es/).

Según la ONG helvética WWF en Suiza representan 2,8 millones de toneladas. Es decir, se derrochan 330 kilos por persona y por año.

En Francia al igual que en México se botan 10 millones de toneladas anuales. En Argentina 16 millones y en Brasil 41 millones de toneladas. La población de Estados Unidos tira a la basura un 30% de los alimentos producidos (unos 400 gramos por día y por persona), en tanto en Europa, como promedio, representa el 20%.

Fuente: https://rebelion.org/hambre-creciente-en-un-mundo-que-derrocha-cada-dia-mas-alimentos/

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Alberto Croce: Sistema de Protección de Trayectorias Educativas de Uruguay

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La Agenda 2030 y el papel de las universidades latinoamericanas

Por: Paola Estrada Villafuerte

Las publicaciones recientes de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, ofrecen una guía para las universidades en su camino hacia la implementación de los ODS.

A cinco años de la definición de los Objetivos y Metas de Desarrollo Sostenible (ODS), las instituciones educativas continúan detallando los pasos a seguir para su implementación en las comunidades universitarias. Estos 17 objetivos, adoptados por la ONU en septiembre del 2015, forman parte de la Agenda 2030 y dan continuidad a la Declaración del Milenio. Cada uno contiene metas específicas a alcanzarse en los próximos 15 años y aborda temáticas necesarias para el desarrollo humano óptimo dentro de los actores internacionales involucrados. Se plantean líneas de desarrollo en materia de igualdad de género, reducción de desigualdades, acción por el clima, educación de calidad, entre otros.

La Universidad, como institución principal de difusión de conocimiento, es pieza clave en el progreso de estas metas. Desde su incorporación, la academia ha tenido que establecer nuevas medidas educativas que se acoplen a la formación de ciudadanos y comunidades de aprendizaje con consciencia humana. La Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), presentó durante el webinar, Las Universidades como Agentes del Cambio, dos distintos documentos de gran importancia en este eje temático: la guía «Cómo evaluar la contribución a los ODS de las universidades» y el dosier «Casos prácticos de Educación para los ODS». Ambos reflexionan sobre la transformación que las instituciones requieren para ocupar un papel de liderazgo en la acción de la Agenda 2030.

El papel de las universidades en la implementación de los ODS

La educación superior es incuestionablemente un potencializador de la innovación y de ciudadanos con sentido humano. Suele destacarse el papel de este actor precisamente en el cuarto ODS: educación inclusiva, equitativa y de calidad. Y para que esto se lleve a cabo, se espera que estos objetivos se aborden de forma transversal en todas las distintas áreas de la vida universitaria: formación, investigación y extensión. Siendo así que se debe involucrar a todos los que conforman las instituciones educativas de manera directa e indirecta.

“Se ha puesto en evidencia la necesidad de actuar y acelerar los procesos en marcha para lograr la transformación de nuestras sociedades, para lo cual las universidades son piezas fundamentales”.

Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La Universidad de Alcalá, explica que la academia desempeña un papel fundamental en la formación de la ciudadanía global, misma que construye estrategias socialmente responsables en sus estudiantes, quienes serán en un futuro agentes de cambio necesarios. Gran parte la educación directa que debería abordar problemáticas trascendentes, se desarrolla en el área docente y de investigación. Para entonces, generar una retroalimentación activa en la sociedad donde la universidad se desarrolla.

En este sentido, la universidad debería entonces también incorporar en estos campo las competencias adecuadas para la transmisión de visiones en el cumplimiento de los ODS. Desde una enseñanza  y búsqueda de información orientadas a la mejora social, se logra dar respuesta a los problemas que la Agenda 2030 aborda. Utilizar estos objetivos como referentes para la administración educativa, significa no sólo un progreso notable en su implementación oportuna, sino también una ventaja para aquellas universidades que deseen propiciar la construcción de alianzas con otros actores implicados y el acceso a diversas fuentes de financiación.

“México reprueba en ocho de los 17 ODS, mientras que en los nueve restantes, obtiene un puntuación intermedia, ya que a nivel regional en América Latina y el Caribe los principales desafíos tienen que ver con los altos niveles de desigualdad, de violencia e inseguridad”.

La guía “Cómo empezar con los ODS en las universidades”, publicada en el 2017 por la SDNS Australia/Pacific, fue de las primeras en su tipo y proporcionó información en cuanto a las herramientas necesarias en el vínculo de la Agenda 2030 y las instituciones educativas. Aquí se respondió la pregunta, ¿qué pueden hacer las universidades?

¿Qué pueden hacer las universidades para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible?

  • Dotar al alumnado de conocimientos, habilidades y motivación para entender y abordar los ODS.

  • Crear más oportunidades para la creación de capacidades de estudiantes y profesionales de países en desarrollo para abordar los desafíos relacionados con los ODS.

  • Apoyar todo el espectro de enfoques de investigación necesarios para abordar los ODS, incluida la investigación interdisciplinar y transdisciplinar.

  • Apoyar y fomentar la innovación para soluciones de desarrollo sostenible

  • Alinear las estructuras de gobierno universitario y las políticas operativas con los ODS.

A partir de esta publicación, la Red Española para el Desarrollo Sostenible, desarrolló eventualmente la importancia del papel de la actividad docente en su dosier mencionado anteriormente. Aquí, se proyectaron experiencias sobre la implementación de los ODS en esta área. Algunos de los más significativos logran servir como inspiración para otras universidades que se encuentran en el camino de la aplicación de la Agenda 2030 en sus comunidades educativas.

Igualmente, se plantea que una correcta iniciativa gira entorno a “proporcionar  a los  estudiantes  y  al  personal  de  la  universidad  los conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para abordar los complejos desafíos del desarrollo sostenible a través de cualquier carrera o trayectoria vital que tomen”. Además de “implementar los ODS en la forma más apropiada a su  propio  marco  académico: estrategia y cultura de la universidad; particularidades de cada centro, titulaciones y asignaturas; así como los intereses y capacidades de su comunidad universitaria”. De modo que cada institución diseñe sus propios medios y planes de desarrollo, construidos a partir de la información proporcionada pero siempre en función de sus capacidades.

La guía “Cómo evaluar los ODS en las universidades”, brindó una propuesta de herramientas útiles para evaluar y monitorear la contribución de las universidades en el desarrollo de los ODS. Con una serie de tres indicadores para cada objetivo y estrategias que permiten su valoración, se intenta dar el seguimiento necesario para saber si su ejecución se está cumpliendo y si se presentan resultados significativos en áreas estudiantiles, docentes y de investigación. Más que la creación de una rúbrica estricta para la designación de un ranking institucional, la REDS brinda la oportunidad a las universidades de autoevaluar su progreso en la transmutación de valores de desarrollo sostenible.

Esta misma red también plantea que para que esta evaluación y el desarrollo mismo de los objetivos sean completos, se debe dar pie a la transdisciplinariedad. Las instituciones con un sistema de división rígido, podrían llegar a presentar dificultades en el desempeño por la búsqueda de los objetivos. “Es fundamental el trabajo en proyectos compartidos entre distintas facultades dentro del campus universitario, favoreciendo así los procesos de integración entre disciplinas, y contar con personas que lideren y dinamicen estos procesos de cambio”, explica Javier Benayas de la UAM.

Academia latinoamericana

Desde el 2017 en México, se implementó la Estrategia Nacional para la Puesta en Marcha de la Agenda 2030 y la instauración del Consejo Nacional de la Agenda 2030. Estas instituciones se proyectaron entonces como un paso concreto en la visión del 2030 con las universidades mexicanas. Un año después, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior publicó el documento “Visión y acción 2030”. Este sugiere y crea un trazo claro del proceso que la academia mexicana debe atravesar para convertirse en un agente de cambio activo.

“Es fundamental el trabajo en proyectos compartidos entre distintas facultades dentro del campus universitario, favoreciendo así los procesos de integración entre disciplinas, y contar con personas que lideren y dinamicen estos procesos de cambio”.

Las instituciones líderes del país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Tecnológico de Monterrey, se situaron en el sitio número 62 y número 101, respectivamente, en el Ranking de Impacto publicado por el Times Higher Education. Ambas universidades coordinan en conjunto la SDSN de México, establecida apenas hace un año y de primera mano con su entidad en Chile. Esta red de instituciones se mantienen desarrollando propuestas que propicien el involucramiento en problemáticas locales y globales. Desafortunadamente, “nuestro país reprueba en ocho de los 17 ODS, mientras que en los nueve restantes, obtiene un puntuación intermedia, ya que a nivel regional en América Latina y el Caribe los principales desafíos tienen que ver con los altos niveles de desigualdad, de violencia e inseguridad”, explica Miguel Ruiz Cabañas para CONECTA.

Sin embargo, las recientes publicaciones ofrecen para estos países el seguimiento oportuno para el trabajo continuo en la búsqueda de los ODS. La propuesta de evaluación, será una herramienta indispensable para todas aquellas universidades que se encuentran interesadas en la acción de la Agenda 2030 dentro de sus comunidades de aprendizaje.

¿Puede la crisis actual acelerar las acciones para contribuir a la Agenda 2030?

La REDS plantea que la pandemia de COVID-19  ha proporcionado el escenario ideal para comprender la importancia de la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es fundamental identificar y fortalecer las herramientas que serán de gran utilidad para mantener su cumplimiento sobretodo en este panorama. “Se ha puesto en evidencia la necesidad de actuar y acelerar los procesos en marcha para lograr la transformación de nuestras sociedades, para lo cual las universidades son piezas fundamentales”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/rol-de-las-universidades-agenda2030

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Educación en Cuba «todos significa todos» (+ infografía)

Redacción: Radio Bayamo

“Ninguna medida del Gobierno Revolucionario irá jamás contra los principios de la enseñanza; ninguna medida tomará jamás el Gobierno que pueda ser en perjuicio de la enseñanza o del maestro”. Fidel Castro Ruz


La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció los logros de las políticas educativas del Gobierno cubano para garantizar una Educación inclusiva y de calidad, según el Informe Mundial para el Seguimiento de la Educación 2020 (Reporte GEM, por sus siglas en inglés).

El Informe monitorea y divulga resultados sobre el desarrollo de la educación a nivel mundial y el seguimiento sobre la implementación del cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Informa, además, sobre los avances en las estrategias nacionales e internacionales como parte del seguimiento, compromiso y revisión general de los ODS.

Esta edición, publicada bajo el lema Todos significa todos, evalúa los progresos globales para alcanzar una educación para todos, inclusiva, de calidad y a lo largo de toda la vida.

PANORAMA MUNDIAL

El informe de este año muestra que, a nivel mundial, las dimensiones de discriminación por motivos de género, lejanía, riqueza, discapacidad, etnia, idioma, migración, desplazamiento, encarcelamiento, orientación sexual, identidad y expresión de género, religión y otras creencias y actitudes niegan a muchos estudiantes el derecho a ser educados con sus compañeros o a recibir una educación de la misma calidad.

De igual modo se identifica se identifica una exacerbación de la exclusión durante la pandemia del COVID-19 y se estima que alrededor del 40% de los países de ingresos bajos y medios-bajos no han apoyado a los alumnos desfavorecidos durante el cierre de las escuelas.

Sin embargo, antes de la pandemia, 258 millones de niños y jóvenes estaban totalmente excluidos de la educación, siendo la pobreza el principal obstáculo para su acceso.

Otras cifras alarmantes evidencian que los estudiantes con una discapacidad también se enfrentan a desafíos. En 10 países de ingresos bajos y medios, se observó que era un 19% menos probable que los niños con discapacidades lograran un dominio mínimo de lectura que aquellos que no tenían discapacidades.

Se enuncia también que a pesar del objetivo proclamado de la finalización universal del ciclo superior de enseñanza secundaria para 2030, casi ninguna joven de un entorno rural pobre termina la enseñanza secundaria en al menos 20 países.

Así, solo 41 países a nivel mundial reconocen oficialmente el lenguaje de señas y, mundialmente, las escuelas están más interesadas en obtener acceso a Internet que en atender a los alumnos con discapacidades.

CUBA UN ESCENARIO DIFERENTE

En Cuba, el tramo de escolarización obligatorio se extiende por nueve años, desde la educación primaria hasta la secundaria básica, mientras que la Ley de Nacionalización general y gratuita de la enseñanza, emitida en 1961 establece la gratuidad de la enseñanza y asigna al Estado la responsabilidad de proveer educación a toda la población.

El Sistema Nacional de Educación es el conjunto de estructuras, funciones, órganos, políticas, planes e instituciones que, integrados en forma de sistema, desde el Ministerio de Educación hasta los centros educacionales, tiene la responsabilidad de dirigir científicamente la educación, conscientemente organizada, de los niños, adolescentes y jóvenes en el país, para lograr el fin de la educación.

Es también el Ministerio de Educación quien dirige las políticas del Estado y el Gobierno para garantizar una educación de calidad desde la primera infancia hasta el nivel medio superior, en coordinación con organismos, entidades, organizaciones y la familia.

La política educativa está conformada por el conjunto articulado, regulado y direccionado de inversiones, bienes, servicios y transferencias que el Estado orienta a garantizar el derecho la educación de la población. Asimismo, contempla las decisiones y la capacidad que este demuestra para sostener al sistema educativo y para reducir las brechas que afectan el logro de las políticas y prioridades que traza el Ministerio de educación y el Estado Cubano.

A continuación, se presenta un conjunto relevante de acciones que el Estado cubano lleva adelante para garantizar el cumplimiento efectivo del derecho a la educación de calidad.

Dentro del sistema educativo se diferencia la educación en primera infancia, de nivel primario, secundaria básica, educación de nivel medio superior y educación superior.

En paralelo, el subsistema de educación de jóvenes y adultos está organizado en tres niveles educativos diferenciados: Educación Obrero Campesina (EOC) de nivel primario; Secundaria Obrero Campesina (SOC) de nivel medio básico, y Facultad Obrero Campesina (FOC) de nivel medio superior.

La educación de jóvenes y adultos genera oportunidades para superarse y capacitarse para la vida, tanto en el contexto económico, político como social entre la que se destacan las escuelas de idiomas, los cursos especiales, los cursos preparatorios para el ingreso a la Educación superior, a los que se incorpora la participación de diversos sectores de la sociedad.

También incluye el trabajo con los centros penitenciarios, ya sean de la educación especial, el programa “Educa tu hijo” o la educación técnico profesional.

La educación especial atiende a niños, niñas, adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales asociadas o no a discapacidades, desde 0 a 18 años y excepcionalmente hasta 21 años. Se ofrece atención por la vía institucional en círculos y escuelas especiales, así como en salones de los círculos infantiles generales. También se atienden por la vía no institucional en el programa Educa a tu Hijo, en aulas hospitalarias y en atención ambulatoria.

Las escuelas especiales tienen un carácter transitorio, los alumnos permanecen en ellas hasta tanto logran un nivel de desarrollo de sus habilidades que le posibilite su inclusión en los contextos regulares o su integración a la vida social y laboral.

La Educación Especial en Cuba se muestra como una de las ideas más nobles y optimistas de Fidel y de nuestra Revolución. Los datos son un ejemplo fehaciente de los avances alcanzados. De 8 escuelas, en el año 1959 que atendían a 134 niños y 20 docentes, a la existencia en la actualidad de 357 escuelas, con 35 607 educandos y 15 278 docentes.

Los resultados de Cuba en este ámbito demuestran la voluntad política del Gobierno de asegurar la educación como un derecho humano fundamental, a pesar del impacto del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos.

Una vez más, la Organización internacional resalta el liderazgo de la Mayor de las Antillas en esta materia. En este sentido, el informe subraya que la participación en la escuela preescolar en Cuba alcanza el 100% y resalta el programa Educa tu hijo que brinda apoyo, incluso en áreas rurales, para que los infantes con discapacidad estén incluidos en los programas principales de desarrollo de la primera infancia.

Fuente: http://www.radiobayamo.icrt.cu/2020/07/03/educacion-en-cuba-todos-significa-todos-infografia/

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