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La necesidad de la teoría

“Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexisten en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias y a transmitirla mejorada a las futuras sociedades”1.

¿Por qué empezamos con estas palabras de Marx un breve texto sobre la necesidad de la teoría revolucionaria, a raíz de las reflexiones del colectivo Común y Corriente sobre las profundas limitaciones del practicismo en la lucha contra la opresión? ¿Qué tiene que ver la reivindicación comunista de que la tierra, la naturaleza, no son propiedad de nadie, de ninguna clase ni de ningún país, sino de las generaciones futuras, con la necesidad de la teoría revolucionaria tal cual la debaten en la admirable Colombia? Algunas respuestas ya las hemos propuesto en el video enviado, pero lo mejor es que sean debatidas colectivamente.

La heroicidad y la creatividad de este pueblo impresionan al mundo, pero son mucho menos conocidas y por ello menos admiradas la enorme capacidad de autocrítica y de aprendizaje de sus organizaciones revolucionarias, populares, sociales, culturales…. Sin ellas no hubieran sobrevivido a tanta atrocidad, ni hubiesen contraatacado con luchas masivas sorprendentes, ni tampoco dispondríamos del siempre necesario debate sobre la necesidad de rescatar la teoría, revalorizarla, para superar el practicismo que se ha dado en muchas de las heroicas movilizaciones, como argumenta Común y Corriente2.

Y es aquí en donde las palabras de Marx, arriba citadas, muestran la importancia crítica de la teoría marxista del conocimiento y transformación de la realidad, que es lo que está en juego: Marx no las escribió pensando en su inmediata publicación, sino en forma de borrador para su revisión definitiva posterior, cosa que hizo Engels en 1894, casi treinta años después. Ahora es incuestionable su valor teórico, político, científico y ético. ¿Qué lecciones generales podemos extraer de este ejemplo y cuáles de ellas concretas para la heroicidad colombiana? Antes de proponer algunas ideas al respecto, extendamos la base del análisis.

Casi la totalidad de los textos dedicados a la necesidad de la teoría marxista empiezan explicando cómo ya en los primeros escritos de 1839 sobre Epicuro y definitivamente en las críticas a Hegel y a Feuerbach, se establece una dialéctica entre la mano y la mente que se desarrollará con majestuosa brillantez hasta la muerte de Marx y Engels, como acabamos de ver. Esa dialéctica explica la imposibilidad de separar totalmente el pensamiento y la acción, porque forman un proceso que, en su unidad subyacente, oscila de un nivel a otro siempre dentro del proceso. El teoricismo yerra al primar la mente, y el practicismo al sobrevalorar la mano, porque ambas se necesitan ya que el uno sin el otro no existirían.

La integración procesual entre teoría y práctica es la que explica cómo y por qué se ha confirmado la valía de la ley general de la acumulación capitalista, la de la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia, la ley del valor a pesar de los esfuerzos por desautorizarla ya iniciados por Böhm von Barwek desde 1880… También las célebres «profecías ecologistas» o la valía científica del núcleo del manuscrito sobre la dialéctica de la naturaleza, o la inevitabilidad de una «guerra mundial», o la de que la revolución ya no empezaría por Inglaterra, Alemania u otro país occidental a pesar de la ya reconocida entonces superioridad de EEUU sobre Europa, sino que empezaría por Asia, por Rusia… Y de la cita del inicio de este artículo.

Este método de praxis –la dialéctica materialista– explica la relativa facilidad con la que el movimiento revolucionario europeo aprendía las lecciones de las luchas de clases y naciones oprimidas, de las mujeres trabajadoras, y en especial la de la Comuna de París de 1870 decisiva en todos los sentidos. Los debates sobre el sindicalismo, el cooperativismo, el colonialismo, los derechos nacionales, la emancipación socialista de la mujer trabajadora, las formas organizativas de antes, durante y después de la I Internacional de 1864, la vivienda, la pedagogía, la desmilitarización, la cultura, etc., se entienden en su verdadera importancia sólo desde ese método que, empero, era manejado aún por una reducida minoría organizada en la que militaban Marx y Engels.

Fue esta minoría en progresivo crecimiento la que organizó la difusión y el debate en núcleos obreros, en fábricas y barriadas populares, de la famosa Encuesta Obrera de 1880 que marca un hito tanto en el debate sobre la importancia de la teoría como síntesis de la práctica, como sobre las diferencias cualitativas entre el marxismo y la sociología burguesa. La Encuesta Obrera contenía 101 preguntas redactadas por Marx que debían ser respondidas colectivamente por los y las trabajadoras. Se imprimieron 20.000 cuadernitos y debía ser rigurosamente estudiada por organizaciones, sindicatos, y partidos de izquierda, para conocer de primera mano las contradicciones sociales y la explotación burguesa en todas sus facetas.

Para hacernos una idea de qué teoría se buscaba enriquecer con la Encuesta Obrera, basta leer la pregunta 100: «¿Cuál es la condición general, física, intelectual y moral de los obreros (hombres y mujeres) que trabajan en tu ramo?»; y la 101: «Observaciones generales». La teoría tiene que abarcar la totalidad de la vida de los y las trabajadoras, su condición moral e intelectual, su condición física, porque es la totalidad de la vida la que es explotada por el capitalismo. Además, la teoría siempre debe estar abierta a las aportaciones críticas del proletariado mediante las ideas expuestas en sus observaciones generales, sobre la generalidad vivencial, intelectual, moral y física. Es, por tanto, una «teoría totalizante», que no deja ningún espacio a la ideología burguesa, que estudia todas las opresiones y que se enfrenta a todas ellas: no existe nada que esté fuera de la lucha de clases. Y vemos que es una «teoría abierta», «no-cerrada», sino en proceso creativo y autocrítico abierto a las nuevas contradicciones y luchas que siempre surgen.

La puesta en práctica en la Encuesta Obrera indicaba al menos tres cosas: el grado de organización alcanzado, la importancia que ya se daba a la teoría elaborada desde el interior de la lucha, y la decisión de aplicar a la práctica posterior las lecciones teóricas extraídas de la Encuesta Obrera, mejorándola. No hace falta decir cómo la burguesía intentó abortar ese salto adelante, aun así, para finales del siglo XIX la insistencia en la teoría estaba lo suficientemente asentada como para que el joven movimiento revolucionario pudiera responder al desafío reformista, que terminó de concretarse como ideología también a finales de ese siglo. El reformismo existía antes del socialismo marxista, estaba ya latente en utopías del incipiente capitalismo comercial del siglo XVI; fue tomando forma en el socialismo utópico de la primera mitad del siglo XIX hasta aparecer ya definitivamente como cuerpo ideológico –que no teórico- a finales de ese siglo, cuando justo acababan de publicarse las palabras de Marx arriba citadas.

Las críticas al reformismo ya se hicieron de forma limitada desde el comunismo utópico y desde sectores anarquistas un poco anteriores al comunismo marxista, pero hubo que esperar hasta la mitad del siglo XIX para que empezase el choque frontal entre la teoría marxista en formación y la ideología reformista que alcanzó su límite insalvable a fines de ese siglo. De entre los y las marxistas que para entonces explicaban la necesidad de la teoría, fue Lenin quien mejor supo expresarlo en un libro de 1902 imprescindible desde entonces: sin teoría revolucionaria tampoco hay práctica revolucionaria. El título del libro es coherente con la necesidad de la teoría: ¿Qué hacer? se preguntaba Lenin, y es durante el desarrollo de la respuesta en donde se demuestra por qué es necesaria la teoría para responder al ¿Qué hacer?

Las y los marxistas habían aprendido a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX que la práctica carente de una concepción teórica que sustente la estratégica y las tácticas, conduce al proletariado al menos a una decena de errores garrafales, como veremos. Lo aprendieron luchando en tres frentes: contra las burguesías, contra el colonialismo, y contra el reformismo, que suponía el mayor peligro porque adormecía al proletariado desde su interior, en sus propias organizaciones, como se libró en los debates en la I y II Internacionales. Por esto necesitamos sintetizar la cuádruple incompatibilidad entre reformismo y marxismo porque así comprenderemos la gravedad de la decena de errores que se derivan del desprecio de la teoría. Un ejemplo lo tenemos en el video arriba ofrecido sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo.

Una, el reformismo niega o minimiza la validez de la crítica marxista de la economía política burguesa, es decir, de la teoría del valor, de la plusvalía y de la explotación, del trabajo abstracto, del fetichismo, de la concentración y centralización, de la competencia cainita, etc., además de las leyes tendenciales arriba expuestas. Al negar o minimizar su valía, da argumentos al capitalismo y quita argumentos al socialismo. Si no existe la plusvalía tampoco existe la explotación, o esta es tan pequeña que puede ser resuelta con reformas keynesianas, de manera que la revolución es innecesaria y hasta enemiga de la «democracia» abstracta, de manera que, si llegase el caso, el reformismo ayudará a encarcelar y exterminar la revolución, como ha ocurrido y ocurre.

Dos, el reformismo niega la teoría del Estado como centralizador de las violencias visibles e invisibles del capital, la teoría de que la democracia burguesa es la forma externa de la dictadura del capital, la teoría de que el Estado burgués está construido para imposibilitar su lenta reforma gradual y pacífica desde sus entrañas… Así, al igual que con la explotación, al negar el carácter burgués del Estado el reformismo refuerza al capital, engaña y confunde al proletariado haciéndole creer que sólo el parlamentarismo pacífico y legalista traerá la «democracia».

Tres, el reformismo no utiliza o niega la valía del materialismo histórico que demuestra que, desde la existencia de la propiedad privada, la historia sólo es comprensible gracias, en definitiva, al conocimiento de la lucha de clases en cada período histórico. Al negar la teoría de la lucha de clases como la base de la historia, el reformismo tritura no sólo el marxismo sino la posibilidad siquiera remota de la revolución porque ésta es el culmen de esa lucha de clases que el reformismo dice que ya no existe, reforzando así las tesis más reaccionarias de la historia. Son catastróficos los efectos que esta ceguera tiene sobre la emancipación humana.

Y cuatro, el reformismo odia la dialéctica materialista, limitándose a neokantismos que rechazan lo positivo de Kant, magnificando sus incongruencias: el mundo no puede conocerse, pero la persona sí puede obrar con cierta coherencia gracias a la ética, de manera que la postura más sabia ante las agudas contradicciones es la agnóstica. Era este neokantismo el que dominaba en la II Internacional y al que se enfrentaron los y las marxistas. La dialéctica sostiene que el mundo es cognoscible, que se puede y debe actuar en sus contradicciones más duras para superarlas con saltos cualitativos, con la revolución social en el caso humano. El pasivo silencio agnóstico kantiano sólo refuerza la explotación capitalista.

Como se aprecia, el reformismo desprecia la teoría revolucionaria y hace lo imposible para que esta no sea desarrollada por la clase obrera. Así, de uno u otro modo, se mantiene esa indiferencia social por el pensamiento científico-crítico, y en casos extremos el rechazo de la teoría en aras del practicismo, indiferencia previamente introyectada por la educación capitalista que impone el miedo a la verdad, a la crítica y al pensamiento creativo. Visto esto, podemos comprender mejor la decena de errores que este desprecio de la teoría causa por activa o pasiva en la lucha de clases.

Una, impide a la clase obrera conocer al enemigo al que se enfrenta, la naturaleza esencial del capitalismo, las razones objetivas de la explotación, etc., porque al ignorarlo, al estar ciega, no puede superar la ideología burguesa en cualquiera de sus formas, la reformista en especial, que le han introducido en su mente desde nada más nacer.

Dos, ese desconocimiento le incapacita o limita esencialmente para plantear y organizar sus luchas con perspectiva histórica, buscando lo inmediato y urgente pero ignorando lo necesario, de modo que la heroicidad de las movilizaciones se cansa y se agota en sí misma cuando la burguesía promete reformas que el proletariado, al carecer de una concepción teórica, cree que bastan por sí mismas, e incluso aunque no se las crea, no tiene apenas una visión de largo alcance que le guíe por entre esas trampas y represiones.

Tres, es imprescindible explicar la diferencia en la unidad de lo urgente y lo necesario. Conforme se endurece la explotación se vuelve más urgente acabar con ella porque cada día es más insoportable y ello hace que sólo pensemos en paliarla, y es cierto, hay que hacerlo. Esto es lo urgente. Pero lo necesario, que no niega lo urgente, sino que lo valora en su sentido profundo, es acabar con su raíz, bucear al origen del sufrimiento y acabar con él porque de lo contrario resurgirá una y otra vez. Sólo la teoría puede explicar por qué lo urgente es efecto de lo necesario, por qué hay que conocer la razón por la que la burguesía necesita explotar y el proletariado necesita no ser explotador. Es decir, la teoría enseña que chocan dos necesidades unidas pero antagónicas: es necesario hacer la revolución… y además es urgente.

Cuatro, la debilidad o ausencia teórico-estratégica que hace que sólo se luche contra lo urgente, es tanto más grave cuanto que los y las oprimidas estallan por fin en revueltas porque sus sufrimientos son insoportables. Si bien nunca existe el espontaneísmo absoluto porque siempre subsisten dentro del pueblo grupos o militantes de izquierda, estos son muy débiles como para, con su valía y experiencia, ayudar a superar el practicismo y la espontaneidad que se agotan más temprano que tarde. Peor aún, esa debilidad es una de las causas por las que con mucha frecuencia la burguesía termina desactivando grandes y sostenidas luchas, dividiéndolas, desmovilizándolas y luego reprimiendo a los sectores más conscientes y organizados.

Cinco, ello es debido a que la ignorancia histórica y teórica refuerza en las clases explotadas la peste de la credulidad en las promesas de los explotadores que les engañan como a ciegos con el caramelo envenenado de que, si cejan en sus justas reivindicaciones, la burguesía negociará con ellos. La credulidad nos engaña al hacernos creer contra toda evidencia teórica que resolviendo lo urgente resolvemos el problema, aunque dejemos intacta la necesidad burguesa de explotarnos de por vida. La credulidad está muy arraigada en la conciencia alienada porque ha sido introducida desde la primera infancia, y es reforzada en todo momento por la propaganda burguesa y reformista.

Seis, incluso si negocia y concede parte de las reivindicaciones, la burguesía siempre espera el momento oportuno para contraatacar anulando las reformas que no ha tenido más remedio que conceder e incluso endureciendo aún más la explotación. No se trata de una espera pasiva, sino de que mientras tanto, mientras aguarda, prepara en silencio ese contraataque, busca dividir a la clase trabajadora, soborna a los sectores indecisos, aterroriza a los resistentes e incrementa sus fuerzas represivas hasta que decide atacar. La burguesía necesita hacerlo porque su supervivencia como clase propietaria de las fuerzas productivas dependen de ello, y por eso, porque conoce su necesidad esencial, es capaz de esperar, de posponer durante un tiempo la urgencia de su contraataque para no cometer el garrafal error de precipitación.

Siete, el practicismo espontaneísta tiende a desdeñar estas y otras lecciones terribles de la historia elevada a síntesis teórica, sobre todo desdeña la innegable necesidad de la organización sistemática, continuada e incluso paciente. Una lección básica es que sólo la organización puede ayudar a prevenir y a derrotar los contraataques del opresor; más aún, sólo ella puede crear anticipadamente la fuerza necesaria para resistir en las peores condiciones si es que ha triunfado el contraataque opresor, reiniciando la lucha después de la derrota. Toda, absolutamente toda la experiencia histórica, indica que sin una previa organización el reinicio de la resistencia es extremadamente costoso, y no se trata sólo de una derrota de luchas colectivas, de masas, etc., sino también de resistencias y luchas personales por derechos básicos machacados en la soledad individual: hay que prepararse anticipadamente para un combate largo, con altibajos y retrocesos puntuales, y eso exige organizarse y mentalizarse de la forma adecuada para cada pugna.

Ocho, otra lección inequívoca es la urgencia de organizarse política, teórica y estratégicamente para destruir la raíz de la explotación: la propiedad capitalista de las fuerzas productivas y el Estado burgués para instaurar la propiedad socialista. Dentro de esta lección destaca la urgencia de organizar la lucha en otros tres componentes básicos de la propiedad privada: la explotación de la mujer trabajadora, de los pueblos oprimidos y de la naturaleza. Si bien las tres urgencias tienen características propias, coinciden en dos puntos básicos: son necesarias para la propiedad capitalista y, por tanto, la lucha contra las tres también es reprimida por el Estado burgués, como lo enseña la práctica. Por tanto, lo esencial de la teoría de la organización es válido para las tres, es más, negando esa identidad de fondo nunca comprenderemos la importancia de acabar con ellas.

Nueve, otra lección corroborada de una u otra forma desde el origen histórico de la explotación de la mayoría por la minoría propietaria, es la urgente necesidad de organizar la lucha cultural, teórica, ética… contra la industria político-cultural burguesa, industria trasnacional en gran medida monopolizada por el imperialismo occidental dirigido por los EEUU. Esta organización siempre ha sido necesaria, pero su urgencia es vital ahora porque el imperialismo crea nuevos medios de manipulación de masas, generaliza el irracionalismo y el racismo, impulsa y coordina grupos fascistas, justifica el militarismo y las represiones de derechos concretos mientras busca confundirnos con la demagogia sobre derechos abstractos, tan vacíos de contenido social que sólo benefician al capitalismo y ocultan o justifican sus atrocidades.

Y diez, la teoría ha sido y sigue siendo validada en el crucial derecho a la rebelión organizada contra la injusticia. Dado que cuando chocan dos derechos contrarios e iguales es la fuerza la que decide el vencedor, los y las oprimidas tienen la imperiosa necesidad de organizarse de cara a ese inevitable choque de fuerzas inconciliables. Tardará tiempo en darse, pero se dará. La burguesía tiene a su favor la violencia organizada del Estado, la clase obrera no tiene Estado, ha sido maleducada en la sumisión y su escasa fuerza está dividida y desorganizada. Llegados a este punto crítico tenemos que volver a Lenin: ¿Qué hacer? Mientras elabora la respuesta, Lenin cita a un autor ruso: « ¡Hay que soñar!» Muy pocos y entre ellos Lenin, sentían que crecía el huracán revolucionario de 1905. Hay que soñar para prefigurar el futuro, para irlo haciendo presente desde ahora en la medida de lo posible.

Los y las marxistas lo tenían peor en la segunda mitad del siglo XIX tras la sangrienta derrota de la revolución de 1848: el capitalismo avanzaba devorando todo a su paso. Vislumbraban el futuro en los límites de las luchas aisladas. Por ello organizaron la I Internacional en 1864. Por ello Marx escribió en borrador la cita de arriba que hoy es una verdad evidente a la que sólo se le opone la ferocidad irracional burguesa. Al poco estalló la Comuna de París de 1871 y la segunda Gran Depresión de 1873, siendo ambas la causa de 1905, de la revolución mexicana de 1910, de la IGM, de la revolución bolchevique de 1917, por resumir un poco. La teoría se iba demostrando en la práctica.

Marx nos dice en la cita de arriba que la tierra pertenece a las generaciones futuras que deben entregarla mejorada a las siguientes: la tierra no es propiedad del capital, es propiedad común, comunista. El primer gobierno soviético devolvió la tierra a las y los campesinos organizados en comunas, y las fábricas, casas y armas a los soviets obreros, vecinales y de soldados. En 1901 la United Fruit Company yanqui empezó a adueñarse de tierras colombianas, en 1920 explotaba 30.000 trabajadores subcontratados. La explotación era tan insoportable que estalló la huelga de1924, pero la urgencia impidió la necesaria organización y fueron derrotados. Los yanquis estaban sobre un volcán y pidieron más ayuda al Estado que se preparó para la siguiente huelga, la de 1928 mejor organizada pero más débil que el ejército colombiano: el pueblo fue ametrallado.

Desde al menos 1950 el pueblo colombiano sostiene diversas movilizaciones, huelgas, motines, revueltas, rebeliones y guerrillas que, con altibajos, están confluyendo desde 2019 en una ensangrentada e impactante protesta social. Crisis, inquina burguesa, narco-fascismo, prepotencia yanqui, empobrecimiento, devastación de la naturaleza y su venta masiva a trasnacionales, pandemia… han desencadenado la justa y digna ira popular respondida con torturas, violaciones, desapariciones, asesinatos y promesas, muchas promesas de soluciones definitivas a todos los sufrimientos si se amansa el pueblo. La burguesía hace todo lo posible por aumentar la credulidad del pueblo.

Pero ni el capitalismo mundial ni la Colombia de hoy son los de 1901, cuando EEU hacía y deshacía a su antojo en Nuestramerica. Por esto, cada día aumentan los sectores de la humanidad explotada que, sin haber leído a Marx, luchan para recuperar la tierra en el pleno sentido de la palabra: todos sus recursos, todas sus potencialidades, incluida la decisiva, la libertad de los pueblos trabajadores porque son los únicos que pueden expropiar a los expropiadores, que pueden vivificarla y entregarla mejorada a la siguiente humanidad. Los pueblos de Colombia también lo están entendiendo así: hasta la mínima reivindicación sectorial por aislada que parezca estar pertenece ya al combate para que Colombia sea propietaria de sí misma y de sus generaciones futuras, para que no siga siendo propiedad de las actuales United Fruit Company y de la embajada yanqui. Pero esto necesita organizar las luchas lo que a su vez necesita la organización del enriquecimiento de la muy necesaria teoría revolucionaria. En ello nos va la vida.

Nota: para profundizar en el debate se ofrecen este video sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo, y estas dos ponencias de 2011, Por qué y cómo debemos organizarnos Para qué y cómo debemos organizarnos, de libre acceso en la red.

EUSKAL HERRIA, 24 de agosto de 2021

1 Marx: El Capital, FCE, México 1973, Libro III, p. 720.

2 https://comunyc.com/al-rescate-de-la-teoria-revolucionaria/opinion/?_ga=2.157304890.1869919639.1629458817-817468385.1629458817

Fuente: https://rebelion.org/la-necesidad-de-la-teoria/
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La familia, el antídoto más eficiente en pandemia

Por: Lusmery Yamileth Alvarado

Si volviera a nacer pediría a mi Dios tener la misma familia, con todos sus defectos y virtudes, no les cambiaría nada, porque de cambiarles algo dejarían de ser mi familia. Lusmery Alvarado  (11-05-2021)

La familia es la organización social más importante que el hombre ha sabido sostener dentro de la sociedad, puede considerarse como el núcleo central o razón de ser de la sociedad en la que nos desenvolvemos. No existe organización más perfecta, planificada y estable que la familia, es en ella donde podemos encontrar los sentimientos más puros y desinteresados que pueden emerger en una sociedad.

Formalmente la familia es considerada por la presencia del padre, la madre y los hijos, esto sin duda va cambiando dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos y el país en que habitemos, las costumbres, los ideales, y la cultura de la sociedad definen el concepto de “familia”, pues vamos adicionando a todas esas personas que de una u otra forma han aportado elementos que nos han hecho crecer y ser mejores personas para el mundo y para nuestro entorno.

En estos tiempos de Pandemia y distanciamiento social, la familia ha jugado un papel preponderante en nuestra sociedad, pues es quien ha sabido sobrellevar los altos y bajos que se le han presentado, se han convertido en escuelas, universidades, oficinas, campos de distracción, parques privados, cuidados internos, hogares de adultos mayores, hospitales, y sobre todo el templo donde a diario rogamos por la vida y la salud de todas las personas en este momento histórico que estamos construyendo día a día.

Entonces, una muralla fuerte e indestructible es la familia, ese rincón donde nos sentimos seguros, a salvo y protegidos, donde podemos expresar y ser simplemente lo que queremos ser, valores como el amor, el respeto, la honestidad, la solidaridad, la comprensión, el compañerismo, la generosidad, la amistad, la gratitud, el compromiso, la confianza, la tolerancia, entre muchos otros que a diario experimentan nuestros núcleos familiares.

En este siglo, el concepto de familia se ha diversificado, y como personas convivimos a diario en diversos escenarios donde poco a poco, con detalles y la práctica de los valores vamos conformando esos grupos familiares que llenan y dan sentido a nuestra existencia, nuestra comunidad es familia, nuestro trabajo es familia, la familia de nuestros amigos es familia, y al final del día nos damos cuenta que toda la Patria es una gran familia, pasando a identificar valores colectivos que dan sentido a nuestra sociedad, por tanto somos responsables de lo que beneficia o afecta nuestra sociedad, seamos familia.

Finalmente, si volviera a nacer pediría a mi Dios tener la misma familia, con todos sus defectos y virtudes, no les cambiaría nada, porque de cambiarles algo dejarían de ser mi familia, la familia es el todo y sin ella no tendríamos proyectos, fracasos ni victorias, en esta época del COVID-19 seamos responsables, cuidémonos y así cuidaremos a nuestra familia.

Fuente: La autora escribe para OVE

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Laura Luquine dice que CLADE es una red plural de organizaciones de la sociedad civil

Redacción: Órbita TV

En el programa de la noche con José Luis Solórzano, estuvo presente la coordinadora de desarrollo de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) y explicó que es una red plural de organizaciones de la sociedad civil, que impulsa acciones de movilización social incidencia política para defender el derecho humano, la cual se llevó a cabo esta semana en el país.

Fuente: https://orbitatv.com/programas/la-noche-con-jose-luis-solorzano/laura-luquine-dice-que-clade-es-una-red-plural-de-organizaciones-de-la-sociedad-civil/

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Estibadores del mundo expresan solidaridad con el pueblo de Chile

América del sur/Chile/24 octubre 2019/Prensa Latina

El Consejo Internacional de Estibadores (IDC), que agrupa a más de 120 mil trabajadores y 93 sindicatos afiliados en todo el mundo, expresó su más absoluta solidaridad con el pueblo chileno y sus justas demandas.
A través de un comunicado el IDC repudió las medidas dictatoriales impuestas por el presidente chileno, Sebastián Piñera.

‘Hemos visto con horror cómo la intervención de policías y Fuerzas Armadas’ han dejado muertos, cientos de heridos y detenidos; ‘una tragedia que se vuelve a repetir después de 46 años en un Estado democrático’, señaló en el texto.

Añadió la organización internacional que conoce ‘las demandas del pueblo chileno, totalmente legítimas, especialmente aquellas de reivindicación social, previsión, jubilaciones, salud, educación, servicios básicos como electricidad, agua, y un largo etcétera’.

El Consejo aseguró que le resulta ‘impresentable que Chile, siendo unos de los países con una economía estable a nivel latinoamericano, tenga a sus habitantes obligados a salir a las calles a enfrentarse con las fuerzas policiales para pedir soluciones’.

Además, para ‘hacerse escuchar, frente al abuso excesivo del Gobierno, quien encarece día a día la vida de los ciudadanos.’

Para el IDC la organización social y la protesta son acciones legítimas en un Estado de derecho, el cual debe velar por otorgar las condiciones adecuadas para que estas no terminen con muertos y heridos, como ha visto en estos días de movilización.

Indicó de forma enérgica que las medidas de control aplicadas son inaceptables al tiempo que reiteró su total apoyo a todos los chilenos movilizados por sus justas y legítimas demandas.

Hizo un ‘fuerte llamado’ al presidente Sebastián Piñera para terminar con las medidas de control, dar fin al toque de queda y el retiro inmediato de los militares de las calles y también medidas iniciales para comenzar un diálogo constructivo, ‘sin el cual tendremos que seguir sumando muertos y heridos’.

El pasado viernes comenzaron las protestas en Chile por el aumento del precio al pasaje del metro en 30 por ciento, pero a pesar de la derogación del alza, el pueblo se mantiene en las calles en protesta permanente contra el modelo económico imperante en el país, a pesar de la represión.

Cientos de miles de personas en esta capital y el resto del país exigen el fin de la represión que ha dejado ya 23 muertos, del estado de emergencia decretado por el gobierno, el regreso de los militares y carabineros a sus cuarteles y el cese de los sucesivos toques de queda.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=315294&SEO=estibadores-del-mundo-expresan-solidaridad-con-el-pueblo-de-chile
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Libro: Herramientas para la Participación

Un clásico para la Organización Social, es este libro de Marta Harnecker, Haiman El Trudi y Luis Bonilla, ofreciendo estas herramientas desde sus investigaciones, como un aporte a la construcción de una sociedad participativa y protagónica.

En las comunidades van ejerciendo liderazgos anónimos, desconocidos…¿Cómo descubrirlos? ¿Cómo apoyarlos? Este liderazgo comunitario, unido a la organización y la participación de todos, permite dar el salto del análisis de la realidad social a la Transformación Social.

Descarga el libro en: http://www.rebelion.org/docs/15385.pdf

 

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El patriarcado global

Por:  Amparo Rubiales

La importancia del ‘MeToo’está en que, por primera vez, también desde el feminismo se está dando una respuesta global a las agresiones padecidas por las mujeres.

SIMPLIFICARÉ diciendo que, según Wikipedia, «la globalización es un proceso histórico de integración mundial en los ámbitos político, económico, social, cultural y tecnológico, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado, en una aldea global». ¿Dónde están sus orígenes? Las respuestas son diversas. El profesor Antonio Martín-Cabello da cuatro: la aparición de las primeras civilizaciones humanas, el desarrollo de la modernidad europea durante el siglo XV, la consolidación de la revolución industrial en el siglo XIX y la reciente etapa de la expansión del capitalismo a escala mundial a finales del siglo XX. Martín-Cabello afirma que «la última respuesta es la más plausible, pues se encuentra más cerca de los datos empíricos disponibles». Lo más usual es considerar que la Globalización empieza al final de la II Guerra Mundial con «la integración de las economías locales en una economía de mercado mundial».

¿Qué es el patriarcado? Es, también según Wikipedia, «una forma de organización social en la que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia. En los estudios feministas y varios estudios sociológicos, históricos, políticos y psicológicos, el termino patriarcado es utilizado para describir una situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres». Y aunque hay opiniones mejor elaboradas, -«el patriarcado como sistema de opresión de género»-, concluiré aseverando que existe desde que el mundo es mundo, porque las mujeres, encargadas de reproducir la especie, no han tenido nunca poder propio para hacer frente al poder dominante masculino.

Del sistema patriarcal se habla menos que de las consecuencias del mismo: machismos, violencia de género, acosos, abusos, violaciones, discriminaciones y un largo etcétera, y no se argumenta que para ponerles fin hay que acabar con el patriarcado. Después de tres siglos de luchas, estamos iniciando la cuarta ola del feminismo que esperemos sea la definitiva. «Nuestras relaciones personales no pueden seguir atravesadas por relaciones de poder», por eso es muy importante comprender que «lo personal es político». Como Kate Millet escribió «el patriarcado con sus papeles y posiciones sociales, no es consecuencia de la esencia humana, sino que su existencia es histórica y cultural, sin que exista disparidad intelectual ni emocional entre los sexos».

La sociedad patriarcal es falocrática en esencia; la sexualidad masculina es dominante y el símbolo del poder masculino es, precisamente, el falo. En torno a él se ha organizado el mundo. El libro en el que mejor se explica es el de Ana de Miguel, Neoliberalismo sexual. El Mito de la libre elección.

Y así vivimos, en un mundo que gira sobre la sexualidad masculina. De la sexualidad femenina poco se ha escrito. Towanda Rebels (Zua y Teresa), dos jóvenes profesionales que comienzan a trabajar con vídeos en YouTube para «hacer llegar la revolución feminista en todas partes», que, en apenas dos meses, se han hecho virales, escriben en su libro, Hola Guerreras, -un compendio de dos «jóvenes feministas que han perdido el miedo a llamar a las cosas por su nombre» (Julia Otero)- también sobre el «poder clitoriano». «Porque sé que estamos hechas de historias escritas por otros; que andamos por la vida con las ropas que alguien diseñó para encarcelarnos en ellas y en las frases hechas y en los colores a los que nos condenaron. Y cansadas. Muy cansadas. De cuidar, consolar; criar, crear; ser compradas, vendidas, perdonar; olvidar; quedarnos a solas, tener dueño, quedarnos vacías, ser invisibles».

Y seguimos debatiendo si la prostitución, el «oficio» más antiguo del mundo, que existe sólo para los hombres, debemos regularlo o abolirlo, olvidando, entre otras cosas, que si hay trata de mujeres -una forma cruel de esclavitud- es porque, primero, ha habido prostitución. Las abolicionistas no estamos en contra de las prostitutas, sino de los puteros y los proxenetas. Y la pornografía, «una parte fundamental de la industria del sexo y mecanismo principal de socialización masculina, que difunde brutales mensajes de violencia contra las mujeres» (Rosa Cobo). Y ahora andan con los «vientres de alquiler» porque ellos han decidido que tienen «derecho» a ser padres y, por tanto, nosotras la «obligación» de satisfacer su derecho.

El patriarcado es global y hay que hacerle frente de una manera global. La importancia del MeToo está en que, por primera vez, también desde el movimiento feminista se está dando una respuesta global a las agresiones sexuales padecidas por las mujeres. Esta es la esperanza.

Fuente: https://www.malagahoy.es/opinion/tribuna/patriarcado-global_0_1294370589.html

 

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Educación y nueva realidad laboral

Por Pascal Beltrán Del Río

La simple pregunta acerca de cuál es el propósito de la educación puede prender acalorados debates.

Hay quien piensa que se educa para enaltecer el espíritu. O para asegurar la sobrevivencia de la especie mediante la transmisión del conocimiento. O para inculcar y reforzar los principios que hacen posible la convivencia. O para forjar la personalidad.

Quizá podamos convenir en que la educación es todo eso y más. Y que cada quien puede colocar los objetivos anteriores en el orden que le plazca.

Sin embargo, en estos tiempos es un gran error entender la educación sin tener en cuenta su función como formadora de cuadros para la acelerada transformación de la realidad a que están dando lugar los avances tecnológicos.

A diferencia del pasado, cuando un oficio podía mantenerse vigente durante siglos y su dominio se iba perfeccionando muy lentamente en la práctica, la tecnología que el hombre ha desarrollado en el último cuarto de siglo ha hecho que algunos conocimientos especializados —que muchas veces tomaban a una persona décadas en adquirir— se hayan vuelto irrelevantes y hasta estorbosos.

Cuando Aldo Manuzio inventó el libro en su imprenta en Venecia, a principios del siglo XVI —cambiando los largos impresos enrollados por hojas sueltas que eran unidas mediante costuras y protegidas por una tapa dura— creó una revolución en la transmisión del conocimiento. Sin embargo, los escribas no desaparecieron de golpe. Su oficio tardó décadas si no es que siglos en extinguirse.

Hoy en día, los avances tecnológicos se expanden vertiginosamente. Hoy no podríamos concebir nuestras vidas sin los teléfonos inteligentes, pero apenas aparecieron —en su versión más primitiva, el Simon de IBM— hace apenas un cuarto de siglo.

Durante 500 años, el libro permaneció imbatible como principal medio de transmisión del conocimiento. Esto apenas comenzó a cambiar con el advenimiento del Internet comercial, a mediados de la década de los ochenta. En la actualidad, los cambios tecnológicos se suceden a tal velocidad que no bien acabamos de declarar que algo es “revolucionario” cuando el asombro que produce comienza a apagarse.

Creemos que las aplicaciones digitales que fungen como intermediarias entre proveedores y consumidores —tipo Uber y AirBnB— son el último grito de la moda, pero quizá no pase mucho tiempo para que se vuelvan irrelevantes por el desarrollo de la tecnología Blockchain.

En este mundo de cambios constantes, la educación tiene un papel fundamental que jugar: mantener la organización social en sincronía con los avances tecnológicos, preparando los cuadros que serán necesarios para que el hombre mantenga su tutelaje sobre la ciencia.

Una educación moderna debe preparar a los jóvenes para las transformaciones en el mundo laboral que vendrán en cascada en los próximos años.

Una buena manera de adentrarse en este tema es leer el libro ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización, escrito por el periodista Andrés Oppenheimer, que acaba de ser publicado y se presentará esta semana en México.

“El viejo esquema en el que uno estudiaba de joven y aplicaba lo que había aprendido durante el resto de su vida se ha vuelto obsoleto”, escribe el columnista del diario Miami Herald. “Lo que estudiamos en la universidad hace 10, 20 o 30 años ya es algo prehistórico (…) Tendremos que estudiar de por vida, en períodos intermitentes, para actualizarnos y reinventarnos según los requerimientos del mercado laboral”.

Oppenheimer entrevistó para su libro a muchos de los principales expertos futurólogos inmersos en estos temas y también a quienes están participando en los avances tecnológicos —mediante el desarrollo de robots, algoritmos e inteligencia artificial— que cambiarán nuestras vidas en muy poco tiempo.

Las fuentes del periodista pronostican que muchos de los actuales oficios y profesiones se volverán obsoletos, mientras que otros sobrevivirán haciendo cambios y aparecerán nuevos.

Nuestra educación no puede permanecer al margen de esta transformación. Al margen de si la Reforma Educativa se va a mantener o no en la Constitución y las leyes y en los planes de estudio, habría que esperar a que el nuevo gobierno no permita que la escuela se divorcie de la realidad laboral que comienzan a gestar los cambios tecnológicos.

Podemos estar a favor de estos cambios o deplorar y combatir las consecuencias sociales –como el desempleo de millones— que ya aparecen en el horizonte. Lo inadmisible sería hacer caso omiso a lo que está sucediendo en el mundo.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/pascal-beltran-del-rio/educacion-y-nueva-realidad-laboral/1261029

 

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