Hombres, menores y abuso sexual

Por: Tahira Vargas García

El Sr. Montero “se llevó” a la adolescente con 14 años de su hogar, acto de abuso sexual de un adulto (27 años) contra una menor según establece el Código del menor.

El reciente caso de Yacaira Amarante Rodríguez de 19 años ha consternado a la sociedad dominicana. La joven se encuentra en estado de gravedad por las heridas y quemaduras causadas tras el arrojo de Acido del Diablo de dos individuos pagados por su ex pareja Willy Antonio Javier Montero con 33 años.

El Sr. Montero “se llevó” a la adolescente con 14 años de su hogar, acto de abuso sexual de un adulto (27 años) contra una menor según establece el Código del menor.

La promoción de las “menores” como atractivas para hombres adultos en su “conquista” está normalizado en nuestra sociedad. Los hombres tienen permiso para abusar sexualmente de una niña -adolescente desde la expresión “se la llevó”.

El hecho descrito muestra patrones culturales presentes en nuestra sociedad que afectan notablemente a las niñas y adolescentes quienes sufren acoso, abuso sexual y violencia de genero continuamente.

La promoción de las “menores” como atractivas para hombres adultos en su “conquista” que en realidad es acoso y abuso sexual está totalmente normalizado en nuestra sociedad y tienen  los hombres  permiso para llevarse a una adolescente cuando ya han abusado sexualmente de ella por su familia.

Detrás de esta trama cultural tenemos a hombres y adolescentes de sexo masculino que acosan y agreden sexualmente a las niñas y adolescentes sin identificar en esas acciones violencia ni violaciones de derechos

Las familias no identifican las relaciones sexuales entre hombres adultos y niñas-adolescentes como acoso sexual ni abuso. Por el contrario, culpabilizan a las niñas y adolescentes de tener relaciones sexuales con estos hombres y por tanto favorecen el que ellos “se las lleven” para salvar “su honor”. Se habla de salvar su honor porque han perdido su virginidad (entendido como honor en nuestra cultura por las raíces religiosas) y deben casarse para legitimar socialmente su estatus pues pasan de ser “señoritas” (vírgenes) a “mujeres” aun cuando son menores de edad.

La entrega de niñas y adolescentes por sus familias a hombres adultos es parte de la legitimación de las uniones tempranas que también están legalizadas. Actualmente existe  una propuesta legal de prohibir y sancionar el matrimonio infantil ( que es el caso de Yacaira) para evitar que muchas niñas y adolescentes sigan siendo víctimas de círculos de abuso sexual y violencia de género.

La erradicación de estas prácticas de abuso sexual, uniones tempranas y violencia de género contra niñas y adolescentes debe ser una prioridad en las políticas sociales y culturales en el país. Se necesita sensibilizar a la población en general sobre los derechos de la niñez y adolescencia, empoderar a la población infantil y adolescente sobre sus derechos sexuales y reproductivos y generar cambios en la masculinidad violenta existente en la población masculina que legitima y se hace cómplice del abuso sexual y la violencia de género.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/hombres-menores-y-abuso-sexual-8868151.html
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Confinamiento y roles de género

Por: Leonardo Díaz

En mi artículo, “Estado de excepción y actitud crítica”,  afirmé que uno de los problemas del confinamiento, en el marco de la pandemia del COVID- 19, es el hecho de que, además de la naturaleza informal de la vida económica de millones de personas en República Dominicana, la calle constituye un medio de reafirmación de la masculinidad.

La sociedad dominicana, como las sociedades latinoamericanas en general, son comunidades donde impera la inequidad de género asignando unos roles sociales muy rígidos, en función de si una persona es hombre o mujer. La asignación de roles de género implica una distribución rígida de los espacios. Si la mujer debe realizar las actividades domésticas, entonces la casa es su espacio, el lugar donde ella rige en términos operacionales. Si el rol del hombre es proveer, especialmente en estratos sociales donde no existe la nueva tendencia del teletrabajo, su espacio es la calle, allí impone su señorío.

En función de esta demarcación estricta se evalúan las competencias “naturales” de las personas. La mujer será una auténtica fémina en la medida que cumpla con eficacia los oficios domésticos. El hombre, en la medida en que sea capaz de sustentar a la familia. El vínculo entre rol y espacio hace que la masculinidad y la feminidad se realicen y reafirmen, en la calle, para los hombres; en la casa, para las mujeres.

Si esto es así, el confinamiento de los hombres en los barrios dominicanos constituye una “afrenta a su masculinidad”. En la casa se quedan las mujeres y los niños.

Tahira Vargas ha señalado, en su último artículo, “Masculinidad y cuarentena”,  que el confinamiento dentro de una sociedad con nuestras características produce un conflicto entre el imaginario donde han sido formados los hombres y la normativa que ahora se les exige.

En los hogares de clase media moderna donde se han transformado los roles de género tradicionales y las parejas han sido educadas con sensibilidad hacia el problema de la equidad de género, la desdibujación de esos roles desdibuja la demarcación estricta de los espacios. La calle y la casa son dominios de co-gobierno si los roles son compartidos. Esto no ocurre en los barrios marginales.

Lo señalado no solo aplica para fines de la administración del trabajo, sino también, del ocio. Los roles de género de una sociedad donde impera la inequidad asigna de modo estricto los espacios del entretenimiento, precisamente allí donde se realizan las actividades de trabajo. La mujer se divierte en la casa, o en casa de una amiga. Solo sale a divertirse en la calle si está acompañada, sea de amigas, familiares o una pareja, y durante un tiempo condicionado por el padre o el esposo.

Por su parte, el hombre se entretiene en la calle, sin tiempo asignado. Allí socializa con los amigos, flirtea, “habla de asuntos de hombres y hace cosas de hombres”. Por tanto, en la calle se reafirma como tal.

Todo esto debe ser entendido en términos no intelectuales. No se trata de que el hombre, de modo racional, se dice a si mismo que saldrá a la calle para reafirmarse, ni que las mujeres interpretan de modo racional que la casa es su espacio.

Hablo de unos modelos, imaginarios, patrones culturales que, como tales, son asimilados desde muy temprana edad e incorporados, de modo inconsciente, como hábitos de pensamiento y conducta. Por ello, cuando se establece una norma de confinamiento, el individuo, aunque no salga a trabajar, educado para no quedarse en casa, se rebela, no de modo intelectual, sino visceral, impulsivamente, aunque intelectualmente sepa que existen unas acciones de represalia si decide violentar la normativa.

Así, los discursos ideológicos que han perpetuado la inequidad de género en tiempos de normalidad, atentan contra las políticas del Estado en tiempos de excepción. La inequidad de género no es solo una situación que perjudica a las mujeres, aunque en efecto, sean las más afectadas. Es una situación que lacera todo el entramado social y dificulta la resolución de las nuevas situaciones sociales problemáticas, porque estas requieren, para su solución, de nuevas formas de pensar, así como presuponen espacios de diálogo y cooperación.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8803327-confinamiento-y-roles-de-genero/

Imagen: https://pixabay.com/photos/chance-equality-equal-opportunities-3335805/

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El Salvador: Creció cifra de jóvenes “ninis”, que no estudian ni trabajan

El Salvador/ 12 de Mayo de 2016/ El Diario de Hoy

En El Salvador uno de cada cuatro jóvenes no estudia ni trabaja. Pertenecen a una categoría conocida en el mundo como “ninis”. Un estudio de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FundaUngo) reveló datos preocupantes, más allá de esta cifra, como que el problema no se ha reducido en casi una década.

En un documento presentado ayer el director ejecutivo de FundaUngo, Ricardo Córdova, reveló que el 23.2 %  de los jóvenes se encuentra estudiando, un 43.6 % trabaja, un 7.2 % realizaba ambas actividades y un 26 % ninguna de las dos (o sea que son ninis).

FundaUngo utilizó datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) de 2012, considerando como joven a la población entre 16 y 29 años.

Lo preocupante es que entre 2006 y 2012 el porcentaje de jóvenes considerados ninis se ha mantenido estable entre 27 % y 26 % según el estudio.

Sin embargo, en cifras, el problema ha crecido. De 398 mil jóvenes en esta condición para 2006, en 2012 había aumentado a 415 mil.

Córdova alertó que este grupo de jóvenes no corresponde necesariamente a personas “que no están haciendo nada”.

En realidad se trata de salvadoreños que no han encontrado formas para continuar aprendiendo, obtener un empleo que les genere ingresos o, por razones culturales, se han debido alejar de la vida productiva.

Atender este problema es urgente, advirtió Ricardo Córdova, pues el país aún se encuentra en un bono demográfico. Es decir, hay más población joven.

“Sin embargo los beneficios que puede traer al desarrollo… solo podrán ser aprovechados si existen las oportunidades suficientes para que se inserten en actividades que permitan desarrollar su potencial”, añadió el director de FundaUngo.

Según las cifras encontradas por FundaUngo, 8 de cada 10 ninis se encuentran entre los 19 y 29 años. Es decir, se encuentran en perfecta edad de trabajar o cursar estudios superiores.

¿Por qué no están involucrados en actividades productivas? El documento de la Fundación indica que de los 415 mil jóvenes un 14.2 % son “desocupados plenos”.

Es decir, ya no están estudiando, pero intentaron obtener un empleo o formar un negocio propio en las semanas previas al estudio de FundaUngo.

Un 7.6 % de los ninis son “desocupados ocultos”. Ellos no encontraron empleo y por desaliento no continuaron (o ni siquiera iniciaron) la búsqueda.

La última categoría es la de población económicamente inactiva, un alarmante 78.2 %. Ellos no trabajan, ni están buscando empleo.

Entre las razones que los jóvenes alegaron para no estar trabajando se encuentra, sobre todo, que se dedican a quehaceres domésticos (un 67.6 %), esperan respuesta de una entrevista, se cansaron tras varios intentos fallidos, se los impide una obligación personal o están incapacitados físicamente.

Al preguntarles por qué no estudian el estudio reveló que los quehaceres domésticos también son el principal motivo, con un 23.9 %.

Le siguen los costos económicos, la falta de interés del joven, situaciones familiares, urgencia por trabajar o la falta de programas educativos para adultos.

En resumen, es una población que no se encuentra en esa situación por pereza o elección, sino que enfrenta varias dificultades.

El factor sexo

Córdova resaltó que hay patrones culturales y de género que influyen en que un joven llegue a suspender su aprendizaje y no se involucre en la vida productiva.

Las cifras indican que 8 de cada 10 ninis son mujeres. El dato tiene una relación directa con que los quehaceres domésticos están entre los principales obstáculos para trabajar o seguir estudiando en la encuesta.

Pero hay otras cifras que revelan por qué hay muchas mujeres en la categoría de ninis. Al revisar el detalle por estado civil y sexo se encuentra que entre los hombres el 80.5 % es soltero y solo el 35.2 % de las señoritas no tienen compromisos.

Por contraparte, el 36.8 % de las mujeres está acompañada y un 16 % está casada. Entre los hombres los porcentajes son de apenas 12.3 % y 3.7 %, respectivamente.

El director ejecutivo de FundaUngo añadió que muchas jóvenes ninis además de realizar oficios domésticos no remunerados se dedican a criar a sus hijos. En algunos casos, incluso deben hacerse cargo del cuidado de niños de terceras personas.

Los mitos

Al hablar de jóvenes que no estudian ni trabajan se puede tener la noción de que son muchachos con baja escolaridad, de áreas rurales, y reciben remesas.

Aunque estos factores influyen en el problema, no son el perfil al cual pertenece la mayoría de ninis.

De hecho, el informe de la Fundación señala que un 5.6 % de los ninis tiene más de 13 años de estudio.

Además el 31.9 % de los ninis tiene entre 10 y 12 años de estudio, es decir, terminó al menos el bachillerato. Un 28.1 % tiene entre 7 y 9 años de escolaridad.

Por otro lado el 53 % de todos los ninis vive en zonas urbanas. Dos de cada 10 jóvenes en las ciudades se encuentra en esta categoría.

En zonas rurales vive el 47 % de todos los ninis. Sin embargo representan una población mayor en estas áreas pues son tres de cada 10 jóvenes.

Al revisar las cifras a nivel nacional, cerca del 60 % de los ninis viven en departamentos urbanizados como San Salvador, La Libertad, Santa Ana, San Miguel y Sonsonate.

Respecto a las remesas, un 77.2 % de los jóvenes ninis expresó que su hogar no recibe este tipo de ingresos.

Sin embargo, los hogares con pobreza relativa y total son mayoría al analizar el nivel socioeconómico.

Ante este problema el director de FundaUngo, Ricardo Córdova, consideró que lo más importante es reconocer que el grupo tiene diferentes características.

La Fundación incluso propone clasificar a la juventud en seis grupos:  jóvenes no ninis, ninis desocupados ocultos y plenos,  ninis con escolaridad en oficio doméstico, ninis sin escolaridad en oficio doméstico y ninis que no hacen oficios domésticos pero no están disponibles para el trabajo.

A partir de estos sub grupos y diferencias se deben definir las políticas públicas para que cada uno pueda reintegrarse a la educación o al trabajo.

Reducir estas cifras de desocupación dependerá de las buenas decisiones para ofrecer las oportunidades a los jóvenes.

Por su parte, el director ejecutivo de Fomilenio II, William Pleités, dijo tras la presentación del evento que se debe fomentar la creación de empleos dignos para este grupo de jóvenes.

“Son más de 400 mil ninis. Si estuvieran empleados, ganando el salario mínimo, estarían generando más de mil millones de dólares anuales. Si estuvieran en construcción, maquila o turismo, estarían generando más de 2 mil millones de dólares al país”, estimó Pleités.

El director de Fomilenio coincidió en la necesidad de ofrecer soluciones enfocadas a la necesidad de la población. En el caso del alto costo de la educación, recordó que en estudios anteriores esto se ha relacionado no a cuotas escolares, sino al gasto para movilizarse hasta los centros de estudios. Por ello insistió además en la necesidad de invertir en educación y empleo.

Fuente: http://www.elsalvador.com/articulo/nacional/crecio-cifra-jovenes-ninis-que-estudian-trabajan-112476

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