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Carlos Ridolfi: al analizar el estado de la educación en Italia «Hay esperanza»

Muchos se preguntan sobre el estado de la educación y la escuela en Italia, y lo hacen con referencia a la vida y obra de maestros como Don Lorenzo Milani, Mario Lodi, Gianfranco Zavalloni

ANDRIA – 22 DE DE ABRIL 2016 / MICHELE DI CORATO

En un muy relevante evento que tuvo lugar el pasado jueves en la Biblioteca Diderot,  Carlo Ridolfi, coordinador de la Red para la Educación manifestó que «Hay esperanza si sucede …»  al tratar de tener una visión más completa de la vocación y la democracia educativa.

» En la era de la competencia frenética – explica Ridolfi – se requiere que todos los componentes del ámbito educativo y pedagógico (padres, profesores y trabajadores sociales) deben cooperar para fortalecer sus relaciones, con el fin de hacer una vocación no sólo en las nociones de transmitir, sino también en los estilos de vida para convivir. Y es esencial que  se reafirme el  principio de la esperanza contra el cinismo, el retorno a la pureza de muy lejos del axioma homo homini lupus «

En su disertación explicó que hoy en día, hombres y mujeres de diferentes orígenes sociales se preguntan sobre el estado de la educación y la escuela en Italia, y lo hacen tomando como referencia a la vida y obra de maestros como Don Lorenzo Milani, Mario Lodi, Gianfranco Zavalloni.

Sobre estos excelsos autores refirió que la enseñanza incuestionable dejada por Mario Lodi fue sobre tener ideales desordenados educativos como una opción para una escuela democrática y culturalmente anti-dogmática, desarrollar modelos de formación anti-autoritarias activos) y  procedimientos educativos que favorecieran que todos los estudiantes tuviesen una opción para su enseñanza-aprendizaje . Indicó que el maestro Lodi, era un apasionado en la defensa de los puntos sobre la calidad de la enseñanza con nuevos lineamientos para la Educación de finales del siglo XX:

  • la apertura para el Medio Ambiente (educación se alimenta de las oportunidades educativas de la ciudad entendida como aulas descentralizadas)
  • la integración de la diversidad de personas con discapacidad,
  • Clase alternancia / intraclase (dando al escenario para laboratorios: los centros de interés, ángulos educativos, estudio de música / teatro / pictórica, etc.),
  • la práctica del trabajo del grupo de investigación (posible en un taller de la escuela método: taller donde se aprende a aprender)
  • y la identidad de la educación de la Comunidad (posible en un jardín de infancia de las relaciones humanas).

Por ello Mario Lodi fue una estrella indiscutible, el líder reconocido de un grupo de diseñadores y probadores de una manera diferente de la teoría y la práctica en la educación. Fue un critico de las catedrales académicos, donde la pedagogía sólo llevaba ropa adecuada para volar alto: allí, donde se puede cocinar las ideas intemporales y abstractas, lejos de las «variables» sociocultural en el que se reflejan las generaciones más jóvenes todos los días. A mil millas de distancia de la Escuela real y militante, la experiencia de teatro todos los días para las niñas y para los niños. Mario estaba a punto de entregar a la reflexión y el diseño pedagógico de una teoría más avanzada sistemas educativos en los que vive el pensamiento pedagógico, el diseño y el compromiso social y civil de las comunidades locales de enseñanza. Su modelo teórico y metodológico se basa en contextos empírico-hechos de la vida escolar, para pedir a continuación a las Ciencias de la Educación piernas epistémicas ir más allá. » Sólo si se planta en la tierra de la práctica – observa Mario – la experiencia educativa puede proporcionar los supuestos teóricos necesarios para diseñar un modelo de formación científica y socialmente legitimado .»

Por su parte, Gianfranco Zavalloni, quien murió con tan sólo 54 años de una enfermedad incurable hace casi cuatro años, fue uno de los educadores más eficaces de nuestro país. director, pero, sobre todo, maestro de jardín de infancia; y otra vez: diseñador, calígrafo, actor, creador de marionetas, animador dll’Ecoistituto Cesena, destacado investigador de los derechos de una educación no violenta, ecológico, creativo. Mientras que la escuela está preparada para convertirse en digital (aunque con las contradicciones habituales de nuestro país están montados pizarras electrónicas en las aulas en mal estado en edificios que a menudo no cumplen con los criterios más básicos de seguridad), Zavalloni había practicado y teorizado sobre una escuela analógica: lenta, no competitiva, en la que se redescubrieran las habilidades manuales y el contacto con la tierra. El camino transitado por el educador Zavalloni es, como se ha mencionado, un camino que va en la dirección opuesta a la adoptada por la mayoría hoy en día. Un país pequeño carril, al parecer, poco practicado, pero lleno de sorpresas para aquellos que entran en ellas. Es el camino de la pedagogía consciente de las muchas formas de violencia que pueden estar justificados en el nombre de la educación.

Elogiaba la lentitud no es un hábito, sino que nace del simple respeto a las personas, que es la base misma de la educación. En la educación no es posible ejecutar y, al mismo tiempo que se respeta la personalidad de los estudiantes. Pero estamos en una civilización de la carrera. La educación no se adaptará? Si se concibe a la educación como escenario de mera socialización para llevar al estudiante en el estado actual de la sociedad, sin duda. Pero los objetivos de la educación son, para Zavalloni, más compleja. La educación es, también, » la reflexión crítica sobre la sociedad y la búsqueda de una sociedad mejor»  por eso no es posible, ahora más que nunca, hacer  educación sin detenerse a pensar en la sociedad actual, sin preguntarse donde está tomando el camino que hemos tomado con la revolución industrial (y luego la del ordenador). Zavala es de los que creen que necesitamos un gran avance porque la civilización industrial y capitalista, con su ansiedad consumista, nos ha llevado a un callejón sin salida, desde la que se puede salir solamente por pensar críticamente fundaciones culturales y psicológicos del mundo actual.

Fueron las reflexiones compartidas en ese importante evento.

Fuente de la noticia: http://www.andrialive.it/news/Cultura/422390/news.aspx

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Las prácticas pedagógicas y el proceso ideológico de dominación en la enseñanza de las ciencias (Parte 1)

Maximiano Millán G.

Para cualquier persona del común y silvestre mundo que nos rodea al preguntarle su opinión sobre la calidad de la educación venezolana, con una alta probabilidad emitiría un juicio de valor negativo en cualquiera de sus subsistemas existentes.

Al mismo tiempo, podemos también tropezarnos con un sinnúmero de trabajos en donde se plantean nuevas metodologías, excelentes explicaciones de la problemática hacia dentro de las aulas, didácticas mejoradas y mas enraizadas en el entorno de los estudiantes, muchas de las cuales son de vieja data, digamos al menos de más de treinta años.

Si este problema fuera solo de Venezuela o de la mayoría de los países de Latinoamérica, podría sospecharse que nuestra condición de país dependiente es una fuerte causal del problema. Pero desde el otro lado del Atlántico nos llegan quejas del mismo tenor, veamos:

Los alumnos no sólo terminaban sus estudios sin saber resolver problemas y sin una imagen correcta del trabajo científico, sino que la inmensa mayoría de ellos ni siquiera había logrado comprender el significado de los conceptos científicos más básicos a pesar de una enseñanza reiterada” (Gil Pérez y de Guzmán Ozámiz, 2001, 36)

Aclaramos que en el estudio anteriormente citado los estudiantes a que se refiere son los egresados de la básica española. Aunque resulta obvia la relación histórica entre España y Latinoamérica, el que tanto allá como acá el problema educativo planteado tenga aristas muy parecidas, nos hace pensar que estamos ante un problema que tiene que ver más con el paradigma educativo al cual estamos amarrados, que con el tipo de reforma o innovación educativa aplicada.

Estamos por tanto, ante la existencia de un modelo de enseñanza paradigmático que se ha mantenido en el tiempo y que se ha salido con la suya todas estas décadas, permitiéndonos realizar renovaciones y modificaciones que no resolvieron para nada el problema de la calidad en la educación.

Es necesario entonces darle nombre a este problema paradigmático. Y más importante, a nuestro humilde entender, es descubrir los procesos que le han permitido mantenerse en el tiempo.

En sana lógica de la metodología marxista, necesitamos entonces encontrar las leyes que han creado este paradigma educativo y que le ha mantenido durante décadas formando a nuestros estudiantes para “no saber”. Nos interesa además, y sobre todo, la ley que rige sus cambios, su evolución, es decir, el tránsito de una forma a otra, de uno a otro orden de interdependencia. (Marx, 1867, 8)

Observemos este problema desde diferentes perspectivas en función de conocer, el tamaño de la estructura, que creó este paradigma, desde cuatro perspectivas. A fines de esta primera publicación, se abordaran dos de ellas.

  1. La perspectiva burocrática.

Cuando los gobiernos occidentales hicieron de la educación una política de Estado, transfirieron al sistema educativo, los elementos básicos del modelo weberiano sobre la burocracia. Creando así el sistema burocrático educativo que conocemos hasta ahora.

Weber, prusiano de nacimiento, desmenuzó los principios elementales de la burocracia, desde su perspectiva de historiador y sociólogo. Sus seis principios elementales, bajo los cuales opera la burocracia moderna, (Weber, s/a, 3-9) nos permiten mostrar que la estructura funcional del Sistema Educativo Bolivariano es profundamente burocrática.

Existe todo un cuerpo de leyes que regulan y norman el sistema educativo. Dicho cuerpo establece una serie de jerarquías de cargos y niveles de autoridad fácilmente observables en la estructura de cualquier institución educativa.

Además de esto, el gigantesco cuerpo de personal administrativo, se especializa en cuidar y alimentar los archivos del sistema. Lo único que a nuestro juicio realizan de manera adicional al tercer principio de Weber, sería la extracción de esos archivos de información pertinente para los usuarios que la soliciten. Y estas son prácticamente sus únicas funciones.

En los principios cuarto, quinto y sexto, están descritas todas las funciones administrativas de los docentes. Las cuales en la práctica, ocupan una gran cantidad de tiempo y no pocos veces, es casi lo único a lo que están laboralmente obligados.

Por lo tanto, desde esta breve mirada a los principios de operatividad de la burocracia, podemos concluir que nuestro sistema educativo es fiel reflejo de la construcción prusiana más esparcida por el mundo occidental, la burocracia.

Pero Weber no se conformó con describir el sistema burocrático. En una segunda parte de su trabajo, observó la situación del funcionario dentro de este sistema y allí encontramos más elementos que nos ratifican de manera contundente la conclusión anterior.

Weber describe a continuación, las consecuencias del sistema burocrático sobre el funcionario, (s/a, 10-20). Paralelamente comentaremos las actividades de los funcionarios del Sistema Educativo Bolivariano que se igualan al pensamiento weberiano.

“I. La ocupación de un cargo es una «profesión»… El acceso a un cargo, incluidos los de la economía privada, se considera como la aceptación de un deber particular de fidelidad a la administración, a cambio de una existencia segura.” Por norma sólo los profesionales de la educación pueden ejercer dentro de un aula de clases, el ingreso de otros profesionales es la excepción de la norma.

Adicionalmente a esto y sobre todo durante la administración del sistema por parte de los partidos de la derecha, se exigía una fidelidad al partido que te daba el cargo. Aunque de manera diferente, la fidelidad a la Revolución, pudiese ser interpretada como la nueva manera de tener una “existencia segura” dentro del sistema burocrático.

Continua Weber con esta primera consecuencia asegurando “Por lo general, la posesión de certificados de estudios está vinculada a la calificación para el rango; y estos certificados, naturalmente, hacen resaltar el «elemento de status» dentro del rango social del funcionario”. Es decir mientras más cursos, diplomas y credenciales coloque en mi expediente, mejor calificado estará un docente, muy pocas cosas han cambiado en el Sistema Educativo Bolivariano.

En la segunda consecuencia del sistema burocrático sobre el funcionario y su vida personal, podemos observar la división clásica que hace la clase dominante capitalista sobre el actuar administrativo del funcionario y sus acciones políticas.

Observamos al leerla, que para Weber el burócrata es nombrado siempre por una jerarquía superior. Obviando que este nombramiento, traerá consecuencias sobre el accionar político del burócrata. Al afirmar que los funcionarios electos no son unos burócratas, en el sentido estricto del término, separa lo administrativo de lo político, un axioma que según Holloway “es parte integral del cambio en la forma de explotación” (1982, 28)

El sistema le pide al docente que no enseñe política partidista alguna, pero obvia que su nombramiento y estabilidad en las aulas es una política de estado sobre la cual el mismo docente tendrá una opinión que compartir o acciones concretas que tomar. El sistema reprime la expresión política del docente al convertirlo en un eunuco político ante sus estudiantes.

Esta separación de conceptos, impide ver al docente que su accionar pedagógico es altamente influido por la política del sistema, puesto que el docente creyendo que su cargo no es político, actuará de forma “apolítica” dentro del aula y le parece normal que el Estado regule dicha actuación. Esta es a nuestro juicio una de las formas que utiliza el sistema burocrático, para impedir una educación liberadora, personalizada e integral para con las nuevas generaciones.

La quinta y última consecuencia esbozada por Weber, nos permitirá reforzar lo anteriormente dicho: “5. El funcionario tiene la expectativa de realizar una carrera dentro del orden jerárquico del servicio público.” Esta misma expectativa es la que hace que se busque crecer en certificaciones pero no en conocimientos aplicados. Un curso de formación no se hace, para acrecentar la posibilidad de ser mejor docente, mejor persona, no se hace si tiene el número de horas mínimo que el baremo de clasificación exige para ser tomado en cuenta en los puntos, para ascender.

Es por esto que afirmamos que el sistema burocrático se hizo vida de manera muy especial en el sistema educativo venezolano. Lo que ha permitido, ver pasar una buena cantidad de reformas educativas, que no han cambiado en casi nada, la raíz burocrática de nuestra educación.

  1. La perspectiva política

Un abordaje a este problema pudiera ser el confrontar con la realidad los fines que ha perseguido el sistema educativo venezolano en los últimos cincuenta años.

Para esto nos valdremos de las últimas dos leyes de educación que durante más o menos este tiempo, han descrito los fines que ha perseguido la educación venezolana. La ley de 1980 en su artículo tres señala entre los fines de la educación “el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir en una sociedad democrática, justa y libre.”

Dejando de lado el problema de género de la redacción del artículo y el machismo no tan velado detrás del mismo, se puede afirmar que el sistema educativo venezolano tuvo como fin, en esta derogada ley, el formar ciudadanos para vivir en una sociedad democrática. (Nuestro es el resaltado)

De igual forma, aunque con un estilo menos machista en su redacción, la vigente Ley de 2009, en su artículo quince coloca como primer fin de la educación: “Desarrollar el potencial creativo de cada ser humano para el pleno ejercicio de su personalidad y ciudadanía, en una sociedad democrática”. (Igualmente nuestro es el resaltado)

Concluimos entonces que, desde hace mas de treinta años, el Estado venezolano ha tenido como primer fin de la educación el formar ciudadanos para vivir en democracia. Pero ¿qué es ciudadanía y qué democracia?

Por lógica del antónimo definiremos el concepto democracia que manejaremos en el presente trabajo. “Autocracia es auto investidura, es proclamarse jefe uno mismo, o bien ser jefe por principio hereditario. Mientras que el principio democrático es precisamente que nadie puede autoproclamarse jefe, y que nadie puede heredar el poder (Sartori, 2009, 56). Por lo tanto democracia es la “no autocracia”, como el mismo autor llega a definirla de forma más o menos sencilla.

Es decir que la finalidad del Estado venezolano ha sido formar un ciudadano para que ninguno de ellos pueda autoproclamarse Presidente(a) de la República o Diputado(a) de la Asamblea o Magistrado(a) del Tribunal Supremo o Rector(a) del Poder Electoral o Contralor Nacional, que serían los cargos representativos de los cinco poderes públicos de la sociedad venezolana, establecidos en la Constitución de 1999.

A estos cargos de ejercicio del Poder Público, se accede por elección directa o indirecta y no por autoproclamación o herencia, educar a nuestros niños para esto es y ha sido en los últimos treinta años, uno de los primeros fines del sistema educativo venezolano. Pero el poder ¿para qué?

No debemos olvidar que la democracia es una forma histórica y elegante mediante la cual, la humanidad sustituyó las luchas a muerte por la obtención del poder. Obtenido este poder, de forma democrática se supone, servirá para decidir ¿cómo se van a administrar los bienes del Estado? Que en la práctica corresponde a la simple elección de un equipo llamado gobierno, quien ejercerá ese poder delegado para decidir a cuáles políticas se les va a dar prioridad.

Por lo que nuestros estudiantes crecieron estos años formándose para respetar los resultados electorales (no autoproclamarse) y dejar que otros se proclamen autoridades del Estado y administren, sin nuestra opinión, los bienes que, en teoría, me han enseñado también, son de todos nosotros.

La manera concreta en que el sistema educativo arraigó en las generaciones del siglo xx esta aceptación del status quo pareciera ser que tiene que ver con el concepto de ciudadanía, el cual “en apariencia, … es un concepto igualitario, progresista, democrático, que afirma nuestra igualdad básica frente al estado, sean cuales sean las diferencias sociales” (Holloway, 1982, 26)

En realidad este concepto de ciudadanía, está basado en “una abstracción de las relaciones de producción, es decir,” separa lo político de lo económico. (Holloway, 1982, 28). De tal manera que, al establecer la igualdad en lo político, este concepto olvida la igualdad económica, una realidad que obliga a los más pobres a vender su fuerza de trabajo para subsistir y seguir siendo explotados.

Aunque el planteamiento de Holloway no es para la educación, pudiésemos preguntarnos: ¿Cómo podemos sentir que somos iguales, los estudiantes de una escuela estatal ubicada en la periferia de una ciudad a los estudiantes de una escuela privada de la zona más rica de esa misma ciudad? Y sin embargo, el sistema no respondió a esa pregunta, sino que por el contrario, formó al estudiante de ambas escuelas para aceptar esta diferencia económica como normal.

Interesa entonces descubrir las relaciones de dominación que se establecen en las prácticas educativas que se desarrollan dentro de los centros educativos del sistema. Interesa mucho desentrañar la relación del gigante del salón, que todo lo dice, todo lo escribe y todo lo dirige, con los enanos que desde abajo se acostumbran a crecer creyendo que todos somos “ciudadanos”.

Interesa buscar otra manera de enseñar que no somos iguales en lo económico, porque ha habido y hay una apropiación de los medios de producción por parte de una minoría que ha detentado además de ese poder económico, el poder político.

Para la proxima entrega, se abordaran la perspectiva histórica y la de los modelos de desarrollo.

Bibliografía citada.

  1. Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela (2009) Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5929 del 15 de agosto. Caracas. Venezuela.

  2. Brito Figueroa, Federico. Historia económica y social de Venezuela, una estructura para su estudio. Tomo II. Ediciones de la biblioteca de la UCV Caracas. 1972. Octava edición 2009.

  3. Congreso de la República de Venezuela. (1980) Gaceta oficial N° 2.635 de fecha 28 de julio de 1980. Caracas. Venezuela.

  4. Declaración de Río de Janeiro. Repensar la Teoría del Desarrollo. En publicación: Cuadernos del Pensamiento Crítico . Latinoamericano no. 4. Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Enero 2008.

  5. Easterly William, En busca del Crecimiento. Andanzas y tribulaciones de los economistas del Desarrollo. Antoni Bosch Editor. Barcelona. 2003.

  6. Escobar Arturo, 2007. La invención del Tercer mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Editorial El perro y la Rana. Caracas , Páginas 20-30.

  7. Furtado, Celso. Los desafíos de la nueva generación. En publicación: Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano no. 4. Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Enero 2008.

  8. Gil Pérez, Daniel y de Guzmán Ozámiz, Miguel. La enseñanza de las ciencias y la matemática. Tendencias e Innovaciones. Editorial Popular, Madrid, 2001.

  9. HINKELAMMERT, FRANZ. Pensamiento crítico y crítica de la razón mítica Theologica Xaveriana [en línea] 2007, 57 (Julio-Septiembre): [fecha de consulta: 27 de enero de 2013] Disponible en: <http://www.redalyc.org/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=191017478003> ISSN 0120-3649.

  10. Holloway, John. Fundamentos teóricos para una crítica marxista de la administración pública. Ediciones INAP, Instituto Nacional de Administración Pública, México, 1982, consultado en http://es.scribd.com/doc/99445496/Holloway-Fundamentos-teoricos-para-una-critica-marxista-de-la-administracion-publica.

  11. Marx, Karl. El Capital, Tomo I. En http://es.groups.yahoo.com/group/VOZ_Rebelde/ .

  12. Ornelas Delgado Jaime, 2011. Volver al Desarrollo. Revista Problemas del Desarrollo. Enero-marzo 2012. Número 168.

  13. Ponce Aníbal. “Educación y lucha de clases”. Editado digitalmente por Partido Comunista Español, consultado en: http://es.scribd.com/doc/13904629/Anibal-Ponce-Educacion-y-lucha-de-clases-libro-completo.

  14. Quintar Estela, (2004) Colonialidad del pensar y bloqueo histórico en America Latina. En Amèrica Latina: los desafíos del pensamiento crítico, Sánchez Ramos y Sosa Elízaga, coordinadoras. Páginas 180-204, Siglo XXI editores. México.

  15. Rousseau, Juan Jacobo. El Contrato Social o principios del Derecho Político. ElAleph.com. 1999. Descargado en www.elaleph.co,.

  16. Sartori Giovanni (2009) “La democracia en 30 lecciones” Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A. Bogotá. Colombia.

  17. Weber, Max. (s/a) “¿Qué es la burocracia?”. Ediciones Elaleph.com. En www.elaleph.com. Año 2000

Fuente del artículo:

Fuente de la imagen: http://caiohostilio.com/wp-content/uploads/science-and-ideology.png

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El apagón pedagógico

Carlos Hurtado es licenciado en Ciencias de la Educación, pedagogo y ferviente defensor de la educación popular. Denuncia que la pedagogía ha sido expulsada del ámbito de la educación.

Argentina/ La Voz/ 18/04/2016/ Mariana Otero

Hemos perdido la capacidad de analizar pedagógicamente dentro de las escuelas. Hoy el docente ha sido casi obligado a transmitir lo que otros producen y no a producir su propio conocimiento. Eso es una crisis tremenda”. Carlos Hurtado resume así su preocupación por los rumbos desdibujados por los que transita la educación y por los conflictos entre docentes y autoridades que emergen en las escuelas, asociados a la realidad social. Cada vez se debate menos y se “gestiona” más, parece ser la síntesis.

En el mundo ya se habla de un “apagón pedagógico” o, lo que es lo mismo, ya no se discute sobre lo que educa y lo que no educa, sobre los contenidos. Se reflexiona menos y se consume más. En este marco, la tormenta educativa global no es casual.

Carlos Hurtado (63) nació en Leones, a unos 250 kilómetros al sudeste de la ciudad de Córdoba, en el departamento Marcos Juárez. Es licenciado en Ciencias de la Educación, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y acredita una dilatada trayectoria inclinada, siempre, hacia la educación popular y democrática.

Comenzó a trabajar en zonas rurales y, luego, como asesor para el Ministerio de Educación de la Provincia, en la década de 1980, cuando se sumó a proyectos innovadores y progresistas, bajo los renovados aires democráticos. Se dedicó a la formación docente y, más tarde, pasó por la dirección de una escuela técnica conformada como cooperativa de trabajadores de la educación, el instituto Noel J. Etchegoyen, y por la regencia del nivel superior de la Escuela Alejandro Carbó.

El año pasado publicó su segundo libro: La transformación educativa, de Editorial La Colmena.

Conflictos y realidad

“Mi interés en la educación popular viene del momento histórico. Uno siempre es producto del momento histórico. Los que venimos de la década de 1970, no podemos sustraernos a todo lo que ocurría. No podemos hacer de cuenta que no existió el Mayo Francés, que no había existido la Revolución Cubana o el Cordobazo. Fuimos generaciones que crecimos y nos formamos en un compromiso con lo social y con los sectores más desfavorecidos”, explica.

Comenzó a escribir desde su experiencia como docente. Después de volver “al llano”, tras la licencia para ejercer como profesor para cumplir funciones como director durante una década, observó una crisis en el interior de las escuelas. Una especie de pérdida de ­humanidad.

“Habían cambiado las relaciones y habían aparecido nuevos conflictos entre los propios docentes, entre los docentes y las autoridades”, relata.

El denominador común entre los educadores era el desánimo, el pesimismo y las expresiones como “para qué hacer esto, si luego hacen lo que quieren”, en relación con sus superiores. También se vislumbraban disputas por espacios de poder. La  educación idílica se estaba esfumando.

“Ahora había una relación mucho más pragmática. Antes las disputas eran académicas y ahora aparecían otras cuestiones que se presentaban con una virulencia, en términos de los discursos, muy distinta”, sostiene.

Había menos debates o discusiones sobre un punto de vista y más juicios, sentencias.

Los conflictos se multiplicaban entre los alumnos y, también, entre los adultos. “Lo que ocurre en los espacios, por más pequeños que aparezcan, está vinculado a cuestiones objetivas. No podemos desvincular lo general de lo singular. No podemos explicar lo que ocurre dentro de una escuela si no explicamos lo que ocurre a nivel social, económico, político, cultural. De alguna manera estamos formando parte de esa realidad”, sostiene el educador.

Desde esa base, comenzó a plantear la obsolescencia de la idea de que la realidad es algo ajeno a la escuela. La realidad, dice, no es el contexto.

“La realidad está adentro y no nos pide permiso para ingresar a las aulas. Entra con nosotros, con nuestras prácticas; razón por la cual si en la realidad de hoy se generan conflictos importantes a nivel social, la escuela no puede estar ausente de ellos. Pero no sólo está presente en los alumnos sino en nosotros”, opina.

Al entender la realidad como capas de universales y singulares en permanente armonía y conflicto, Hurtado intenta explicar los motivos que posicionan a la educación en el lugar que se encuentra en la actualidad.

El modelo “neo-neo”

Hoy, el mejoramiento de la calidad educativa es una preocupación global. En este sentido, académicos y pedagogos de todo el mundo enviaron, a fines del año pasado, una carta a Irina Bovoka, directora general de la Unesco, de­nunciando lo que llamaron el “apagón ­pedagógico”.

“Se ha apagado lo pedagógico dentro de las escuelas. El director hoy ges­tiona, una terminología que proviene de la economía… Han expulsado la pedagogía del ámbito de la educación y es una crisis tremenda. ¿Qué tenemos que hacer? Recuperar nuestra función de productores de teoría es uno de los desafíos importantes que hoy tenemos”, subraya.

¿Dónde está la falla? Para el educador, el modelo social, político y económico que propone el capitalismo, en especial, desde la caída del Muro de Berlín y del neoliberalismo es, en parte, responsable. Con una nueva conformación social, opina, surge un nuevo modelo de ciudadano en América latina. Con el fin de la Guerra Fría, nace un nuevo ciudadano: más consumidor y menos productor. Un ciudadano que, en términos generales, deja de darle valor a la coherencia y de considerar a la palabra como una institución. El doble discurso se multiplica.

A criterio de Hurtado, los sujetos deben adaptarse al modelo de la economía de mercado, a la apertura de las fronteras y a las relaciones sociales basadas en la competencia.

“Es lo que empezamos a llamar en educación el neodarwinismo, la sobrevida de los más fuertes a partir de que se cambian los valores con los que se habían educado docenas de generaciones. Nosotros nos educamos en la solidaridad y cuando digo ‘nosotros’ digo todos, desde el ateo hasta el cristiano. El que antes se conmovía frente a un niño pobre, hoy se cruza de vereda por miedo a que le roben. Es decir, todo eso pasó y la escuela no puede estar ausente”, refiere.

Bajo el paraguas de un nuevo modelo social y de un nuevo ciudadano, opina Hurtado, los docentes también comenzaron a dejar de lado la capacidad de producir para dedicarse a consumir. “Es el modelo que llamamos ‘neo-neo’, neoliberal en lo económico y neoconservador en lo social”, plantea.

El prócer se esfumó

“En la medida que hemos dejado de producir teoría dentro de las escuelas y nos dedicamos a consumir, empiezan los comerciantes dentro de educación. Como decía (Pierre) Bourdieu, en la educación hay un capital en juego y donde hay un capital, el capitalismo en el acto genera un mercado: alguien que produce el capital, alguien que lo consume y alguien que lo comercializa”, puntualiza.

Pero, además, las escuelas, consideradas históricamente como templos del saber, han ido perdiendo esa condición y la figura del maestro, en este contexto, se fue desdibujando. “En el primer reglamento para las escuelas que escribe Manuel Belgrano en 1813, él dice que en las fiestas patronales el maestro ocupará el lugar de padre de la patria. ¿Entre aquel maestro que era considerado un prócer hasta este maestro que es golpeado por un padre en la puerta de la escuela, qué pasó en el medio?”, se pregunta.

Para Carlos Hurtado, la transformación educativa debe partir de la distribución del poder institucional: “Mientras una persona decida por el futuro de todos, no podemos hablar de una nueva escuela. Modificar las cuestiones a nivel metodológico es insuficiente si no modificamos, también, la distribución del poder institucional. Si no construimos una escuela con espacios para que participe todo el mundo y lo haga en términos reales, no simbólicos –es decir que los miembros de la comunidad puedan decidir–, las escuelas seguirán siendo tradicionales”.

La búsqueda de una vida democrática, opina Hurtado, obliga a que las escuelas sean más democráticas. Algo que no es posible, dice, si las decisiones dependen de la voluntad de un director o las prácticas son potestad sólo de un sujeto.

“¿Qué pasaría si armáramos un consejo (y hay ejemplos concretos) con los representantes de todos los niveles de una escuela, desde el jardín hasta el nivel superior?”, se pregunta.

La propuesta es distribuir el poder y simultáneamente abordar la nueva construcción de conocimiento. De esa manera, cree el pedagogo, será posible refundar la escuela.

“La transformación llega con la distribución del poder”

Para Carlos Hurtado, la transformación educativa debe partir de la distribución del poder institucional: “Mientras una persona decida por el futuro de todos, no podemos hablar de una nueva escuela. Modificar las cuestiones a nivel metodológico es insuficiente si no modificamos, también, la distribución del poder institucional. Si no construimos una escuela con espacios para que participe todo el mundo y lo haga en términos reales, no simbólicos –es decir que los miembros de la comunidad puedan decidir–, las escuelas seguirán siendo tradicionales”.

La búsqueda de una vida democrática, opina Hurtado, obliga a que las escuelas sean más democráticas. Algo que no es posible, dice, si las decisiones dependen de la voluntad de un director o las prácticas son potestad sólo de un sujeto.

“¿Qué pasaría si armáramos un consejo (y hay ejemplos concretos) con los representantes de todos los niveles de una escuela, desde el jardín hasta el nivel superior?”, se pregunta.

La propuesta es distribuir el poder y simultáneamente abordar la nueva construcción de conocimiento. De esa manera, cree el pedagogo, será posible refundar la escuela.

Fuente de la noticia: http://www.lavoz.com.ar/temas/el-apagon-pedagogico

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Convocatoria: II Encuentro Internacional de Experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina

México, D.F. UNAM, Ciudad Universitaria.

16 – 20 de Mayo 2016

«Tejer con hilos de varios colores, que desde distintos lugares de Nuestra América han llegado aquí para conversar con nosotros y entre sí. tejer con voces distintas, contenidas en ponencias, Helas aquí».

Presentación

Desde la segunda mitad del siglo XX, la educación en América Latina experimenta una serie de reformas educativas de corte neoliberal, con distintos propósitos e impactos. En un capitalismo voraz, que subsume todas las dimensiones de la vida humana a sus necesidades de acumulación, la mercantilización de la educación despierta reacciones encendidas que han llevado a las y los estudiantes y trabajadores de la educación, de prácticamente todos los países de América Latina, a reaccionar frente a las adaptaciones que ejecuta el capital.

Ante estos choques, surgen nuevas experiencias pedagógicas, nuevos esfuerzos educativos que construyen desde sus propias necesidades, sin preconceptos adquiridos desde las entidades hegemónicas y con propuestas que atienden problemáticas que el Estado no asume ¿Cuál debe de ser el camino de estas experiencias en el horizonte de la transmisión y la creación del conocimiento, así como en el campo de la política real? Para responder esta pregunta, es que resulta necesario abrir un debate académico, político y pedagógico que nos permita posicionar lo que da continuidad y lo que se logra transformar desde las prácticas concretas para poder situar escenarios alternativos de la educación en México y América Latina.

Sobre estas consideraciones, en febrero de 2015 se llevó a cabo el Primer Encuentro Internacional de Pedagogía Crítica en América Latina. Luego de escucharnos, sentirnos, reflexionar y compartir, hemos considerado que sigue siendo necesario que nos encontremos para construir formas de educación desde las necesidades de transformación de todas nosotras y nosotros. Es por eso que convocamos a todas y todos aquellos que busquen ampliar los espacios de trabajo crítico y concreto desde el terreno educativo, a participar en el 2do Encuentro Internacional de Pedagogía Crítica en América Latina, en 2016.

Asumimos que la educación, como construcción social histórica, se encuentra determinada por el capitalismo en su fase neoliberal, como modo de reproducción social hegemónico. Por lo que se hace indispensable tener una posición crítica que no pierda de vista las condiciones de esta forma de producción y reproducción de la vida.

La pedagogía crítica está en construcción. Nosotras y nosotros proponemos discutir esa construcción que, por lo demás, también se encuentra en disputa.

Consideramos que es necesario y posible hacer una reflexión que parta desde las experiencias concretas de educación popular y pedagogía crítica. Esta reflexión, aunque tiene una dimensión académica en el sentido intelectual, huye del terreno de lo academicista, y busca aportar a las propias prácticas.

En este sentido, se busca recuperar experiencias contemporáneas, así como las anteriores a nuestro contexto, considerando que forman parte de una vasta tradición de educación popular y pedagogía crítica en América Latina.

En esa recuperación, nos parece fundamental clarificar el horizonte político en el que cada experiencia se inscribe, para entender sus límites y posibilidades.

Convocamos

Estudiantes del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, de la Maestría en Pedagogía, de la Licenciatura de Pedagogía, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y de la Célula de Pedagogía Crítica y de la Liberación.

Dirigido a

Organizaciones, educadores, académicos y gente interesada en la Pedagogía Crítica, educación popular y/o movimientos sociales, que participen de alguna experiencia y que puedan compartirla en el Segundo Encuentro Internacional de Experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina.

Formas de participación

La elaboración de ponencias se puede hacer de manera individual o colectiva y presencial o videograbada, con base en el desarrollo de referentes teóricos y/o empíricos que fundamenten situaciones enmarcadas dentro de alguna de las temáticas referentes a la Pedagogía Crítica, la educación popular y/o los movimientos sociales.

Las ponencias deberán enmarcarse en algunos de los siguientes ejes temáticos que corresponden a los temas de cada una de las mesas

Mesas para el II Encuentro Internacional de experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina 2016

Mesa 1.- La disputa por el proyecto educativo en América Latina: Desde sus inicios, el proceso colonizador se caracterizó por sus prácticas de eliminación, persecución, señalamiento, supeditación y alienación de todos aquellos saberes apartados de las bases que paulatinamente definirían la racionalidad instrumental capitalista; a saber: a) el andro/antropocentrismo, como la forma en que el HOMBRE blanco adquiriría una preponderancia fundamental sobre la naturaleza, convirtiéndose en el centro de explicación de todo lo que ocurría; y, b) la fuerza e imposición con la cual todo fenómeno necesita forzosamente la separación del sujeto y el objeto explicada a través del resultado reflexivo del cognoscente que incluso, comprobaría la naturaleza de dicha separación, naciendo con ello el conocimiento técnico-científico. Esto trajo consigo que todo aquello considerado tradicional, religioso o metafísico fuera descartado como saber válido ante la unicidad y dominio del conocimiento eurocentrado.

Así, el capitalismo histórico fue consolidando la organización societal a través de las instituciones, en donde el Estado adquirió un papel central en tanto su capacidad para transformar intereses particulares en generales y con ello concentrar el poder político.

Aquí, la educación escolarizada, como una institución fundamental del andamiaje del capitalismo, toma relevancia primordial pues sus objetivos han versado históricamente  en: a) el mantenimiento del statu quo a través de la reproducción del esquema técnico-
científico garante del conocimiento objetivo; b) el mantenimiento del conocimiento desligado del espacio-tiempo en donde se desarrollan los sujetos; y, c) el desconocimiento y negación de modelos distintos de educación a las dictadas por el Estado.

Sin embargo, ante un panorama adverso desde la génesis del proceso colonizador, los pueblos de Nuestra América han erigido luchas históricas, en donde la de la educación adquiere una connotación particular, en tanto la generación de proyectos educativos producidos desde la alteridad y como contrapoder a los sistemas educativos monopolizados por los Estados, que en la fase neoliberal capitalista viran hacia la  eliminación de la criticidad y, por tanto, al fortalecimiento del carácter instrumentalista de la educación, en donde la y el docente y el dicente terminan afianzando la relación objeto-objeto como contraposición a la relación sujeto-sujeto que desde los proyectos educativos alternativos forma parte primordial del ejercicio pedagógico.

Así, los puntos que busca dilucidar esta mesa giran en torno a la indagación sobre las formas y organización de todas aquellas luchas que, como las magisteriales, los proyectos políticos-pedagógicos o la educación en territorios autónomos, buscan una educación apartada a la monopolizada por los Estados capitalistas.

Mesa 2.- Educación y defensa del territorio: Ante la objetivación de los bienes comunes, es decir, la mercantilización o incorporación de la naturaleza a los circuitos del capital, la devastación ambiental hoy es un hecho que sume al orbe entero en una crisis civilizatoria, en tanto que la reproducción ampliada del capital, así como la acumulación por desposesión han puesto en tela de juicio, no sólo la continuidad del modelo económico-político, social, jurídico, cultural e ideológico del capital, sino la consecución de la vida misma en todo el mundo.

Procesos como el neoextractivismo trae aparejados problemas sustanciales para las comunidades que desde su cotidianidad definen sus propias dinámicas en relación directa con la Naturaleza a través de la territorialización de su contexto espacio-temporal.

Problemas como el desplazamiento de comunidades asentadas en territorios valiosos para el capitalismo por su diversidad y riqueza en bienes comunes, progresivamente han generado resistencias y antagonismos a las lógicas de objetivación del territorio y la naturaleza. Aquí, es donde se inscriben las diferentes luchas como respuestas contrarias a la mercantilización de todas las cosas.

Es por ello que la educación mantiene un estrecho vínculo con la defensa del territorio, debido a que desde la alteridad, los proyectos educativos contrahegemónicos que se producen tanto en la ruralidad como en la urbanidad, generan la definición y el sustento de la espacialidad y su consecuente territorialización. De tal manera que cuando dichos modelos educativos dotan de sentido a las dinámicas sociales ejercidas en determinado territorio, se está creando, al tiempo, sensibilidad y respeto con el contexto donde se desenvuelven socialmente los sujetos.

Tan variados son los hilos que se tejen desde la articulación entre educación y defensa del territorio que la reflexión que se pretende desde esta mesa está encaminada a compartir experiencias, desafíos, logros y dificultades desde los movimientos y organizaciones latinoamericanas que cotidianamente resisten los embates del capital.

Mesa 3.-Luchas por la defensa de la educación pública básica en América Latina: El capitalismo ha tenido la asombrosa capacidad de reestructuración histórica debido al continuo funcionamiento de la poderosa maquinaria que le ha permitido reproducir sus particulares intereses. Así, el neoliberalismo, como la fase más contemporánea de dicho proceso histórico, ha significado para las economías latinoamericanas el reforzamiento de las condiciones de supeditación en tanto la reprimarización de las economías, dada la nula diversificación de los entramados productivos. Este contexto puede explicarse, en cierta medida, a partir del contenido de las diversas cartas de intención que los gobiernos latinoamericanos firmaron en contubernio y afinidad con las grandes corporaciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el otrora GAAT, ahora Organización Mundial del Comercio (OMC).

El crédito escaso y encarecido, los topes salariales so pretexto del control macroeconómico, así como la eliminación de empresas paraestatales y su consecuente privatización, serían parte de los acuerdos entre las élites gubernamentales y el capital financiero internacional. Las consecuencias en los pueblos de Nuestra América han sido muchas y tan devastadoras, ya que ante la mercantilización de todas las cosas y la nulidad, en términos sociales, del Estado, la privatización se sigue promoviendo sobre los sectores estratégicos como las telecomunicaciones, los hidrocarburos y el sector minero, así como uno de los que mayor preponderancia presenta tanto para la dominación como para la liberación: la educación. En este marco de valorización económica es donde no sólo el carácter público de la educación básica/media/superior pretende eliminarse, en tanto la ausencia de rentabilidad que se presenta bajo la lógica primordial del capital de maximización de la ganancia y la reducción del costo, sino que a la par, los esfuerzos del capital se centran en la eliminación de cualquier foco de reflexividad y criticidad hacia el proceso educativo per se y hacia el funcionamiento del “ordenamiento” económico y socio-político en el que se está inmerso.

La crisis es multifactorial y multidimensional, por lo que la defensa de la educación requiere de luchas que lejos de la disgregación, estén cohesionadas sobre una amplia heterogeneidad de actores que ponga ante la mesa de discusión diferentes líneas teórico-
metodológicas que lejos de condenarse, descartarse, e imponerse, se respeten siempre atendiendo la diversidad de saberes y de contextos en los que los sujetos se desarrollan cotidianamente. Entendiendo, al tiempo, que las lógicas de acción y defensa de la vida, la dignidad, el territorio, la cultura, la educación y la esperanza son tan distintas como diversas son las formas en las que el capitalismo, con sus variadas bifurcaciones, actúa según el contexto donde pretenda implantarse.

Mesa 4.- Luchas por la defensa de la educación pública media superior y superior en América Latina: En consonancia con lo ya expuesto en torno a las luchas por la defensa de la educación pública básica, parece necesario reconocer el carácter cada vez más elitista y mercantil que le es impuesto a las universidades y los espacios de formación media superior en América Latina. Desde la reducción de matrícula en las universidades públicas, hasta el achicamiento del presupuesto para la investigación en áreas que no son consideradas de interés para el capital. Pasando por la limitación a la formación crítica y reflexiva, las universidades públicas son golpeadas sistemáticamente favoreciendo el posicionamiento de los lineamientos de las empresas privadas.

No obstante, frente a esta avanzada, la larga tradición de lucha por la Universidad en América Latina se hace presente y disputa su rumbo. Desde el movimiento estudiantil universitario que cimbró las Universidades de toda América Latina hacia la década de los 20 del siglo pasado, teniendo su referente más conocido en el Manifiesto de Córdoba; el 68 en México y las luchas de las normales rurales; los pingüinos en Chile y el movimiento por la gratuidad de la educación; las luchas de estudiantes en Argentina, Brasil y Ecuador; entre otras, forman ya una amplia memoria de luchas y resistencias.

Recuperando este bagaje, ante la privatización de la universidad pública, consideramos necesario recuperar esta memoria (a veces muy reciente aún para avanzar en el planteamiento de nuevos horizontes.

Ponencias

Se deberá enviar un resumen de su ponencia bajo el siguiente formato (aplica para participar presencial y por videograbación):

-Especificar el perfil del ponente o colectivo/organización en donde expliquen brevemente cuáles son sus líneas de acción referentes a la Pedagogía Crítica, la educación popular y/o los movimientos sociales.

-Eje temático para el cual se propone.

-Extensión máxima de 2 cuartillas e incluir palabras clave, utilizar tipografía Arial 12 puntos, con interlineado 1.5 y márgenes superior e inferior de 2.5 cm. e izquierdo y derecho de 2 cm., en tamaño carta.

El resumen lo enviará al correo electrónico: ponenciasencuentropc2@gmail.com para su revisión y dictaminación colocando en el asunto: Resumen ponencia presencial / Resumen ponencia videograbada (según sea el caso).

Enfatizamos en que en el resumen que nos enviará, deberá estar claramente especificado de qué tratará su ponencia.

Criterios de evaluación

Los resúmenes se evaluarán con base en los objetivos del Encuentro y se le notificará por correo electrónico los motivos de selección o no selección de su trabajo.

Inscripción participantes (NO ponentes)

El medio de inscripción será a través de un correo electrónico que deberá enviar a la dirección: encuentropedagogiacritica2015@gmail.com donde especifique su nombre completo, nacionalidad, correo electrónico, colectivo u organización (si aplica el caso). En caso de participar como colectivo u organización favor de incluir un medio de comunicación (página web, red social, dirección, etc.), diferente al correo electrónico, con el fin de construir una agenda de organizaciones y colectivos participantes.

Sede: Ciudad Universitaria UNAM

Fechas: 16- 20 de mayo de 2016 Segundo Encuentro Internacional de Experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina

Calendario de fechas importantes

Actividad Fechas Enviar a:

Lanzamiento de la convocatoria: 1° de Enero por http://encuentrodepedagogiacritica.blogspot.mx/

Registro como asistentes: 1° Enero a 10 de mayo por encuentropedagogiacritica2015@gmail.com

Fuente: http://encuentrodepedagogiacritica.blogspot.mx/2016/01/convocatoria-segundo-encuentro.html

 

 

 

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Manifiesto Latinoamericano de Pedagogía Crítica y Educación Popular (2015)

El presente documento es el resultado de un conjunto de discusiones (inacabadas) del grupo organizador del Primer Encuentro Internacional de Experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina 2015. Consideramos que, la Pedagogía Crítica, al ser un campo en disputa necesita de las discusiones teóricas de quienes participan en ella, por lo tanto, pretendemos problematizar la educación, la pedagogía crítica y su contexto actual para lanzar a debate estos tópicos con todos los y las interesadas en el tema. Esta discusión también pretende ser un ejercicio rumbo al Segundo Encuentro del año 2016, donde esperamos lanzarla a debate colectivo para construir caminos y puentes que nos ayuden a ampliar y enriquecer el campo de lo educativo.

Esperamos que las ideas aquí presentadas sirvan como provocación-invitación a nutrir el crisol pedagógico latinoamericano y escuchar las voces desde donde se teje de distintos colores.

Manifiesto Latinoamericano de Pedagogía Crítica y Educación Popular

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Radical Politics in the Age of American Authoritarianism: Connecting the Dots

The United States stands at the endpoint of a long series of attacks on democracy, and the choices faced by many in the US today point to the divide between those who are and those who are not willing to commit to democracy. Debates over whether Donald Trump is a fascist are a tactical diversion because the real issue is what it will take to prevent the United States from sliding further into a distinctive form of authoritarianism.

The willingness of contemporary politicians and pundits to use totalitarian themes echoes alarmingly fascist and totalitarian elements of the past. This willingness also prefigures the emergence of a distinctive mode of authoritarianism that threatens to further foreclose venues for social justice and civil rights. The need for resistance has become urgent. The struggle is not over specific institutions such as higher education or so-called democratic procedures such as elections but over what it means to get to the root of the problems facing the United States and to draw more people into subversive actions modeled after both historical struggles from the days of the underground railroad and contemporary movements for economic, social and environmental justice.

If progressives are to join in the fight against authoritarianism in the US, we all need to connect issues.

Yet, such struggles will only succeed if more progressives embrace an expansive understanding of politics, not fixating singularly on elections or any other issue but rather emphasizing the connections among diverse social movements. An expansive understanding such as this necessarily links the calls for a living wage and environment justice to calls for access to quality health care and the elimination of the conditions fostering assaults by the state against Black people, immigrants, workers and women. The movement against mass incarceration and capital punishment cannot be separated from a movement for racial justice; full employment; free, quality health care and housing. Such analyses also suggest the merging of labor unions and social movements, and the development of progressive cultural apparatuses such as alternative media, think tanks and social services for those marginalized by race, class and ethnicity. These alternative apparatuses must also embrace those who are angry with existing political parties and casino capitalism but who lack a critical frame of reference for understanding the conditions for their anger.

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

What is imperative in rethinking the space of the political is the need to reach across specific identities and stop mobilizing exclusively around single-issue movements and their specific agendas. As the Fifteenth Street Manifesto Group expressed in its 2008 piece, «Left Turn: An Open Letter to US Radicals,» many groups on the left would grow stronger if they were to «perceive and refocus their struggles as part of a larger movement for social transformation.» Our political agenda must merge the pedagogical and the political by employing a language and mode of analysis that resonates with people’s needs while making social change a crucial element of the political and public imagination. At the same time, any politics that is going to take real change seriously must be highly critical of any reformist politics that does not include both a change of consciousness and structural change.

If progressives are to join in the fight against authoritarianism in the United States, we all need to connect issues, bring together diverse social movements and produce long-term organizations that can provide a view of the future that does not simply mimic the present. This requires connecting private issues to broader structural and systemic problems both at home and abroad. This is where matters of translation become crucial in developing broader ideological struggles and in fashioning a more comprehensive notion of politics.

There has never been a more pressing time to rethink the meaning of politics, justice, struggle and collective action.

Struggles that take place in particular contexts must also be connected to similar efforts at home and abroad. For instance, the ongoing privatization of public goods such as schools can be analyzed within the context of increasing attempts on the part of billionaires to eliminate the social state and gain control over commanding economic and cultural institutions in the United States. At the same time, the modeling of schools after prisons can be connected to the ongoing criminalization of a wide range of everyday behaviors and the rise of the punishing state. Moreover, such issues in the United States can be connected to other authoritarian societies that are following a comparable script of widespread repression. For instance, it is crucial to think about what racialized police violence in the United States has in common with violence waged by authoritarian states such as Egypt against Muslim protesters. This allows us to understand various social problems globally so as to make it easier to develop political formations that connect such diverse social justice struggles across national borders. It also helps us to understand, name and make visible the diverse authoritarian policies and practices that point to the parameters of a totalitarian society.

There has never been a more pressing time to rethink the meaning of politics, justice, struggle, collective action, and the development of new political parties and social movements. The ongoing violence against Black youth, the impending ecological crisis, the use of prisons to warehouse people who represent social problems, and the ongoing war on women’s reproductive rights, among other crises, demand a new language for developing modes of creative long-term resistance, a wider understanding of politics, and a new urgency to create modes of collective struggles rooted in more enduring and unified political formations. The American public needs a new discourse to resuscitate historical memories and methods of resistance to address the connections between the escalating destabilization of the earth’s biosphere, impoverishment, inequality, police violence, mass incarceration, corporate crime and the poisoning of low-income communities.

Not only are social movements from below needed, but also there is a need to merge diverse single-issue movements that range from calls for racial justice to calls for economic fairness. Of course, there are significant examples of this in the Black Lives Matter movement (as discussed by Alicia Garza, Keeanga-Yamahtta Taylor andElizabeth Day) and the ongoing strikes by workers for a living wage. But these are only the beginning of what is needed to contest the ideology and supporting apparatuses of neoliberal capitalism.

The call for broader social movements and a more comprehensive understanding of politics is necessary in order to connect the dots between, for instance, police brutality and mass incarceration, on the one hand, and the diverse crises producing massive poverty, the destruction of the welfare state and the assaults on the environment, workers, young people and women. As Peter Bohmer observes, the call for a meaningful living wage and full employment cannot be separated from demands «for access to quality education, affordable and quality housing and medical care, for quality child care, for reproductive rights and for clean air, drinkable water,» and an end to the pillaging of the environment by the ultra-rich and mega corporations. He rightly argues:

Connecting issues and social movements and organizations to each other has the potential to build a powerful movement of movements that is stronger than any of its individual parts. This means educating ourselves and in our groups about these issues and their causes and their interconnection.

In this instance, making the political more pedagogical becomes central to any viable notion of politics. That is, if the ideals and practices of democratic governance are not to be lost, we all need to continue producing the critical formative cultures capable of building new social, collective and political institutions that can both fight against the impending authoritarianism in the United States and imagine a society in which democracy is viewed no longer as a remnant of the past but rather as an ideal that is worthy of continuous struggle. It is also crucial for such struggles to cross national boundaries in order to develop global alliances.

Democracy must be written back into the script of everyday life.

At the root of this notion of developing a comprehensive view of politics is the need for educating ourselves by developing a critical formative culture along with corresponding institutions that promote a form of permanent criticism against all elements of oppression and unaccountable power. One important task of emancipation is to fight the dominant culture industry by developing alternative public spheres and educational institutions capable of nourishing critical thought and action. The time has come for educators, artists, workers, young people and others to push forward a new form of politics in which public values, trust and compassion trump neoliberalism’s celebration of self-interest, the ruthless accumulation of capital, the survival-of-the-fittest ethos and the financialization and market-driven corruption of the political system. Political responsibility is more than a challenge — it is the projection of a possibility in which new modes of identification and agents must be enabled that can sustain new political organizations and transnational anti-capitalist movements. Democracy must be written back into the script of everyday life, and doing so demands overcoming the current crisis of memory, agency and politics by collectively struggling for a new form of politics in which matters of justice, equity and inclusion define what is possible.

Such struggles demand an increasingly broad-based commitment to a new kind of activism. As Robin D. G. Kelley has recently noted, there is a need for more pedagogical, cultural and social spaces that allow us to think and act together, to take risks and to get to the roots of the conditions that are submerging the United States into a new form of authoritarianism wrapped in the flag, the dollar sign and the cross. Kelley is right in calling for a politics that places justice at its core, one that takes seriously what it means to be an individual and social agent while engaging in collective struggles. We don’t need tepid calls for repairing the system; instead, we need to invent a new system from the ashes of one that is terminally broken. We don’t need calls for moral uplift or personal responsibility. We need calls for economic, political, gender and racial justice. Such a politics must be rooted in particular demands, be open to direct action and take seriously strategies designed to both educate a wider public and mobilize them to seize power.

The left needs a new political conversation that encompasses memories of freedom and resistance. Such a dialogue would build on the militancy of the labor strikes of the 1930s, the civil rights movements of the 1950s and the struggle for participatory democracy by the New Left in the 1960s. At the same time, there is a need to reclaim the radical imagination and to infuse it with a spirited battle for an independent politics that regards a radical democracy as part of a never-ending struggle.

None of this can happen unless progressives understand education as a political and moral practice crucial to creating new forms of agency, mobilizing a desire for change and providing a language that underwrites the capacity to think, speak and act so as to challenge the sexist, racist, economic and political grammars of suffering produced by the new authoritarianism.

The left needs a language of critique that enables people to ask questions that appear unspeakable within the existing vocabularies of oppression. We also need a language of hope that is firmly aware of the ideological and structural obstacles that are undermining democracy. We need a language that reframes our activist politics as a creative act that responds to the promises and possibilities of a radical democracy.

Movements require time to mature and come into fruition. They necessitate educated agents able to connect structural conditions of oppression to the oppressive cultural apparatuses that legitimate, persuade, and shape individual and collective attitudes in the service of oppressive ideas and values. Under such conditions, radical ideas can be connected to action once diverse groups recognize the need to take control of the political, economic and cultural conditions that shape their worldviews, exploit their labor, control their communities, appropriate their resources, and undermine their dignity and lives. Raising consciousness alone will not change authoritarian societies, but it does provide the foundation for making oppression visible and for developing from below what Étienne Balibar calls «practices of resistance and solidarity.» We need not only a radical critique of capitalism, racism and other forms of oppression, but also a critical formative culture and cultural politics that inspire, energize and provide elements of a transformative radical education in the service of a broad-based democratic liberation movement.

 

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Dismantling neoliberal education: a lesson from the Zapatistas

México, /4 de abril de 2016/Ensayo escrito por: Levi Gahman. Fuente: RevistaROAR

Traducción del ensayo: El presente ensayo es un extracto del capítulo de: “Zapatismo frente a la Universidad neoliberal: Hacia una pedagogía contra el olvido”, en el próximo libro de la radicalización de la pedagogía
editado por Simón Springer, Marcelo López de Souza y Richard J. White. La educación no jerárquica de los zapatistas clama por la dignidad y sugiere
que el sufrimiento de la universidad neoliberal puede ser resistido y vencido. La historia de los zapatistas es una de la dignidad a la indignación. Es una saga duradera de más de 500 años de resistencia al intento de conquista de la tierra y la vida de los campesinos indígenas. Es nada menos que una cuenta revolucionaria y poética de la esperanza, la
insurgencia y la liberación, un movimiento que se caracteriza tanto por la adversidad y angustia, como lo es por la risa y el baile. Las crónicas en
curso de la insurrección zapatista proporcionan un dramático relato de cómo
las poblaciones indígenas han desafiado a la imposición de la violencia
estatal, la opresión en los roles de género y el saqueo capitalista. Y para
la gente de las comunidades ch’ol, tseltales, tsotsiles, tojolabales,
zoques y mames de Chiapas, México que toman la decisión de convertirse
zapatista, es una historia renacer, revitalizado y re-aprendido cada nuevo
día, con cada nuevo paso. Este ensayo proporciona una breve visión general
de cómo los zapatistas con su resistencia ofrecen una esperanza a aquellos
que luchan dentro y en contra de la universidad neoliberal. Antes de
profundizar tengo una confesión que hacer. No tengo absolutamente ninguna
fe que el statu quo académico cada vez que se va a reformar. Audre Lorde
nos dice que «las herramientas del maestro nunca se desmantelarán de la
casa del maestro», mientras que Emma Goldman señala que «el elemento más
violento de la sociedad es la ignorancia.» La mayoría de las universidades,
después de todo, fueron ensambladas utilizando la lógica racista y
patriarcal de un maestro ignorante. Es decir, la academia estaba rota, para
empezar, y sigue siendo de esa manera. Por lo tanto, cuando se trata de la
existencia de cualquier entidad o institución que surge de la mentalidad
del colonizador, al igual que la educación neoliberal, estoy de acuerdo con
Frantz Fanon, quien afirma que «hay que sacudirse la pesada oscuridad en la
que estábamos inmersos, y dejarlo detrás.» En resumen, el neoliberalismo,
la corriente de la «pesada oscuridad» del mundo, debe ser echada fuera de
las universidades. Y a pesar del hecho de que un comentario de este tipo
puede ser aparentemente repleto de cinismo y desesperación, en realidad
está profundamente arraigada en el anhelo y la esperanza para la
resistencia. Cuando se habla de «resistencia» hay que ir con cuidado, ya
que es, de hecho, un término que puede significar muchas cosas diferentes
para muchas personas diferentes. El análisis del concepto tsotsil (indígena
maya) de*vokol sts’ikel* , que significa «soportar el sufrimiento.» Y
cuando la resistencia se define de esta manera existen grandes
posibilidades de florecer. Las posibilidades de que la resistencia puede
significar la empatía y el trabajo emocional, así como la compasión y la
ayuda mutua, sin tener en cuenta el calendario de uno y la geografía, o
incluso la universidad. *La base del neoliberalismo es una contradicción:
con el fin de mantenerse a sí mismo, debe devorarse a sí misma, y ​​por lo
tanto, destruirse a s**í** misma. *El neoliberalismo es una fuerza a tener
en cuenta. A nivel mundial, que está exacerbando la dependencia, la deuda y
la destrucción del medio ambiente a gran escala, y a través de la
proliferación de las políticas de libre comercio, que rozan los derechos y
la protección de los trabajadores, los ambientes y las sociedades por
igual. En el plano personal, convence a la gente que el individualismo, la
competencia y la auto-mercantilización son las condiciones naturales de la
vida. En consecuencia, la sociedad civil está obligada a aceptar, a través
de la retórica capitalista manipuladora, que el mundo no es nada más que un
mercado en el que todo, y todo el mundo, pueden ser comprados y
vendidos. La miseria de los demás, entonces, se considera que el daño
colateral meramente de un mundo intrínsecamente sombrío y
fragmentado. Escalofriantemente, la educación superior no es inmune a estas
tendencias malévolas. La obsesión patológica en la generación de ingresos
que los administradores universitarios (e incluso algunos miembros de la
facultad) da precedente a esto (en lugar de fomentar el pensamiento
crítico, la auto-reflexión y praxis). Si uno escucha a los colegas o amigos
que trabajan en la academia, no pasará mucho tiempo para escuchar historias
de ansiedad aguda, depresión y paranoia, así como sentimientos de
desesperación, no pertenencia y desesperanza. La vida en la universidad
neoliberal se ha convertido de esta manera en una «muerte por mil cortes»;
sólo hay que preguntar a cualquier madre que trabaja dentro de ella. Uno de
los productos más desconcertantes, y se pasa por alto, de la educación
superior neoliberal es cómo los estudiantes son tratados por
ella. «Aprender» ahora consiste en la memorización, exámenes
estandarizados, exámenes de altas apuestas, los salones de clase como en la
fábrica, la competencia jerárquica entre pares y la acumulación de enormes
deudas para pagar los crecientes costos de matrícula. Los estudiantes
tienen que navegar por este guante neoliberal y simultáneamente son
presionados para realizar con entusiasmo el papel grotesco de la burguesa:
de «empresario» o «ciudadano global». Paulo Freire llamo a esto: días
deshumanizantes. Sin lugar a dudas, el neoliberalismo ha puesto en marcha
un asalto en toda regla sobre la salud mental de los profesores y
estudiantes por igual, por no mencionar el bienestar de los explotados
fuertemente, contratados los trabajadores, por lo general no sindicados en
los sectores de servicio y mantenimiento de alimentos de muchas
universidades. Estas circunstancias casi imposibles a menudo son las únicas
opciones que muchos tienen. Y una situación en la que es obligatorio para
las personas vigilarse y castigarse a sí mismos, así como otros, para
convertirse en funcionarios que auto promueven la hiper competitiva del
capitalismo. Cabe señalar que el proyecto en curso de la autonomía
zapatista es el resultado directo de la libre determinación de los pueblos
indígenas, así como su decisión de participar en una organización altamente
disciplinada contra una élite neocolonial. Más específicamente, los
zapatistas se sacrificaron para hacer del mundo un lugar mejor y más
seguro. Oportunamente, una de las frases más ampliamente vista dispersadas
a través de los territorios rebeldes de Chiapas es: *Para Todos Todo, Para
Nosotros Nada* («Todo para todos, nada para nosotros»). En la cara del
capitalismo global, tal afirmación es tan profunda como el que es
humilde. Llevar a primer plano de forma explícita la cooperación y el
desinterés; virtudes que los zapatistas han integrado en su sistema de
educación autónoma. Los zapatistas se refiere a las escuelas autorizadas
por el Estado y las universidades como «corrales de pensamiento para la
domesticación» Esto se debe al énfasis que las instituciones legitimadas
por el gobierno en lugar coaccionar a los estudiantes y profesores a
convertirse en dóciles ciudadanos-consumidores. La respuesta zapatista a la
perspectiva de tener que enviar a sus hijos en este tipo de entornos de
aprendizaje hostiles trajo como consecuencia una revuelta abierta y armada.
Por lo tanto, el 1 de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) reavivó el espíritu de la llamada revolucionaria de
Emiliano Zapata de *Tierra y Libertad* («Tierra y Libertad»), exclamó *¡Ya
Basta!* (¡Basta!). Dada su capacidad de previsión y acciones, uno no puede
dejar de recordar al *anarco comunista geógrafo Peter Kropotkin, que en
1880 declaró: «Hay períodos en la vida de la sociedad humana cuando la
revolución se convierte en una necesidad imperiosa, cuando se proclama a sí
mismo como algo inevitable.»* En la liberación con éxito de edictos
beligerantes del gobierno mexicano, los zapatistas ahora practican la
educación en sus propios términos. Ellos no están en deuda con la
supervisión parroquial de burocracias gerencialistas como muchos de
nosotros en las universidades neoliberales. Por el contrario, la enseñanza
de la filosofía zapatista viene «desde abajo» y está anclada en la tierra y
la costumbre indígena. Su enfoque se ilustra mejor con el axioma de
duelo «Preguntando Caminamos». Las comunidades zapatistas generan sus
«programas de estudios» a través de asamblea popular, la democracia
participativa y la toma de decisiones comunitaria. Las aulas zapatistas por
lo tanto, incluyen lecciones territorialmente situados en agroforestal
orgánica, medicinas naturales a base de hierbas, la soberanía alimentaria y
las lenguas indígenas regionales. Teniendo en cuenta el contexto
geopolítico de su movimiento y, a continuación, los métodos de enseñanza
zapatistas constituyen actos de descolonización en sí mismos. Esto deja a
uno preguntándose si la academia neoliberal podría aprender una cosa o dos
de los zapatistas en lo que respecta a aprobar ambas cosmovisiones
indígenas y la educación basada en el lugar como algo esencial para
cualquier programa de estudio. E incluso, dada la profundidad y amplitud de
los zapatistas en los «planes de estudio,» el objetivo de su pedagogía
puede resumirse en inculcar una cosa: la capacidad de discernimiento. El
zapatismo no es ni un modelo, ni la doctrina. Tampoco es una ideología o
modelo, más bien, es la intuición que se siente dentro de su pecho para
reflejar la dignidad de los demás, lo que agranda mutuamente los
corazones». El zapatismo es también comúnmente se compone de siete
principios :

1. *Obedecer y no Mandar*

2. *Proponer y no Imponer*

3. *Representar y no suplantar*

4. *Convencer y no Vencer*

5. *Construir y sin Destruir*

6. *Servir y no Servirse*

7. *Bajar y sin Subir*

Estas convicciones guían los esfuerzos cotidianos de los zapatistas en la
construcción de lo que ellos denominan como *Un Mundo Donde quepan Muchos
Mundos*. El zapatismo, a continuación, también se puede considerar como la
expresión colectiva de una imaginación radical, la manifestación de una
visión creativa compartida, y una liberación de material de la geografía.
Lo que da lugar a la pedagogía en términos de posibilidades para el
establecimiento de métodos respetuosos de la enseñanza y el aprendizaje que
defienden el reconocimiento (y la práctica) de la mutualidad,
interdependencia, la introspección y la dignidad. Estas facetas no
jerárquicas y anti-neoliberales de la enseñanza zapatista son evidentes en
sus bases. El conocimiento local es tan central entre sus comunidades que
muchas de los promotores educativos vienen y permanecen en los mismos
municipios autónomos como los estudiantes. No hay contratos de sesiones y
los profesores no se desechan después de sólo unos pocos meses en el
trabajo. En el espíritu de igualdad, zapatistas no mantiene ninguna
distinción jerárquica ni rango vertical de entre sus miembros de la
facultad. Todo el mundo es simplemente, y humildemente, un promotor de la
educación. Este vaciado rápido de los títulos profesionales y credenciales
legitimada institucionalmente pone de relieve cómo los zapatistas son
capaces de frustrar las afirmaciones del ego y la autoridad jerárquica,
aboliendo el individualismo competitivo que tan a menudo corrompe
universidades neoliberales. Fundamentalmente, son inquietantes las rígidas
fronteras que dividen «los que saben» de «aquellos que no saben» porque no
hay nada de revolucionario en la arrogancia. Más radicalmente aún, los
zapatistas incorporar la justicia de género (como Ley Revolucionaria de
Mujeres Zapatistas), la soberanía alimentaria, la salud anti-sistémico, y
el discurso raro (como el uso de los términos inclusivos otras-otros, compañeros-compañeras. También no distribuyen las calificaciones finales para
significar el fin del proceso de aprendizaje, y no hay grados se utilizan
para comparar o condenar a los estudiantes. De esta manera, los zapatistas
ponen de relieve cómo la educación no es ni una competencia, ni algo que se
«completó». Estas estrategias han ayudado a los transgresores esencialmente
los zapatistas en la erradicación de la vergüenza del proceso de
aprendizaje, lo que lo consideren necesario a causa de cuán tóxico, la
educación neoliberal mezquino y vicioso puede llegar a ser. Para concluir,
el status quo académico está castigando y debe ser abandonado. El
neoliberalismo ha secuestrado la educación y lo está sosteniendo como un
rehén. Exige su rescate en forma de obediencia, conformidad y el trabajo
libre, a la vez que la disciplina de la curiosidad, la creatividad y la
imaginación de los estudiantes, profesores y trabajadores. La propia
universidad neoliberal es estéril, negligente y conformista; así como
asfixiante, solitario y gris.

Texto original:

The non-hierarchical education of the Zapatistas cries dignity and
suggests that the suffering of the neoliberal university can be withstood
and overcome.

I’ve said it before—in contrast to those traditional stories that begin
with ‘Once upon a time…’ Zapatista stories begin with ‘There will be a
time…’ — Subcomandante Galeano (formerly Marcos)

The story of the Zapatistas is one of dignity, outrage, and grit. It is an
enduring saga of over 500 years of resistance to the attempted conquest of
the land and lives of indigenous peasants. It is nothing less than a
revolutionary and poetic account of hope, insurgency and liberation—a movement characterized as much by adversity and anguish, as it is by laughter and dancing.

More precisely, the ongoing chronicles of the Zapatista insurrection
provide a dramatic account of how indigenous people have defied the
imposition of state violence, oppressive gender roles and capitalist
plunder. And for people of the Ch’ol, Tseltal, Tsotsil, Tojolabal, Mam and
Zoque communities in Chiapas, Mexico who make the decision to become
Zapatista, it is a story reborn, revitalized and re-learned each new day,
with each new step.

It is with this context in mind that I provide a brief overview of how the
Zapatistas’ vibrant construction of resistance offers hope to those of us
struggling within-and-against the neoliberal university.

FOR STS’IKEL VOKOL AND CASTING OUT

Power was trying to teach us individualism and profit…We were not good
students. — Compañera Ana Maria Zapatista Education Promoter

Before we dive too deeply into things, I have a confession to make. I have
absolutely no faith whatsoever that the academic status quo will ever be
reformed. Audre Lorde tells us that “the master’s tools will never
dismantle the master’s house,” while Emma Goldman notes that “the most
violent element in society is ignorance.” Most universities, after all,
were assembled using an ignorant master’s racist and patriarchal logic.
That is, the academy was broken to begin with, and remains that way.

Hence, when it comes to the existence of any entity or institution that
emerges from the colonizer’s mindset, like neoliberal education, I agree
with Frantz Fanon, who states that “we must shake off the heavy darkness in
which we were plunged, and leave it behind.”

In short, neoliberalism, the world’s current “heavy darkness”, must be cast
out, and the universities in which it is being taught must be pummeled into
ruin. And despite the fact that such a comment may seemingly be replete
with cynicism and despair, it is actually deeply rooted in yearning and
hope — for resistance.

When speaking of “resistance” one must tread lightly because it is, indeed,
an intensely contested term. Resistance can mean a lot of different things
to a lot of different people. For this piece then, I draw from (what I feel
is) perhaps the most fertile and most evolved source of resistance that
exists — the Zapatista insurgency.

The analysis that follows is thus informed by the Tsotsil (indigenous Maya)
concept of *sts’ikel vokol*, which means “withstanding suffering.” And when
resistance is defined in this manner possibilities blossom. Possibilities
that resistance can mean empathy and emotional labor, as well as compassion
and mutual aid, regardless of one’s calendar and geography… or even
university.

“DEATH BY A THOUSAND CUTS”

The basis of neoliberalism is a contradiction: in order to maintain
itself, it must devour itself, and therefore, destroy itself. — Don Durito de la Lacandona Beetle, Knight Errant

Neoliberalism is a force to be reckoned with. Globally, it is exacerbating
dependency, debt and environmental destruction on a widespread scale
through the proliferation of free trade policies, which slash the rights
and protections of workers, environments and societies alike.

On a personal level, it convinces people that individualism, competition
and self-commodification are the natural conditions of life. Consequently, civil society is compelled to accept, through manipulative capitalist rhetoric, that the world is nothing more than a market in which everything,
and everyone, can be bought and sold. The misery of others, then, is deemed
to be merely collateral damage of an inherently bleak and fragmented world.
Chillingly, higher education is not immune to such malevolent tendencies.

The debilitating effects that neoliberalism has on higher education have
been written about at length. The pathological obsession on generating
income that university administrators (and even some faculty members) give
precedent to (in lieu of encouraging critical thought, self-reflection and
praxis) is also well documented.

Less attention, however, has been paid to the psychological injuries
inflicted upon people by the disciplinary mechanisms of the neoliberal
university, like scholarly rankings, impact factors, citation metrics,
achievement audits, publication quotas, pressure to win prestigious grants,
award cultures, getting “lines on the CV”, and so on.

If one listens to colleagues or friends working in the academy, it will not
take long to hear stories of acute anxiety, depression and paranoia, as
well as feelings of despair, non-belonging and hopelessness. Life in the
neoliberal university has thereby become a proverbial “death by a thousand
cuts” — just ask any mother working within it.

One of the most disconcerting, and overlooked, products of neoliberal
higher education is how students are treated by it. “Learning” now consists
of rote memorization, standardized tests, high-stakes exams, factory-like
classroom settings, hierarchical competition amongst peers, the
accumulation of massive debts to afford rising tuition costs, and
patronizingly being scolded that “this is what you signed up for.”

Students must navigate this neoliberal gauntlet while also simultaneously
being pressured into enthusiastically performing the grotesque bourgeois
role of “entrepreneur” or “global citizen”. Paulo Freire said there would
be dehumanizing days like this.

Without question, neoliberalism has launched a full-fledged assault on the
mental health of faculty and students alike, not to mention the well-being
of heavily-exploited, contracted, typically non-unionized workers in the
food service and maintenance sectors of many universities. These nearly
impossible circumstances are often the only choices many have in simply
making a go of it in life. And a situation in which it is compulsory for
people to discipline and punish themselves, as well as others, into
becoming hyper-competitive, self-promoting functionaries of capitalism is —
as a Zapatista education promoter so vividly put it — olvido: oblivion.

DECOLONIZATION, AUTONOMY AND THE SPIRIT OF REVOLT

The battle for humanity and against neoliberalism was and is ours, and
also that of many others from below. Against death — We demand life. — Subcomandante Galeano (formerly Marcos)

It should be pointed out that the ongoing project of Zapatista autonomy is the direct result of indigenous people’s self-determination, as well as
their decision to engage in highly disciplined organizing against a
neo-colonial elite. More pointedly, the Zapatistas sacrificed themselves to
make the world a better and safer place.

Fittingly, one of the most widely seen phrases scattered across the rebel
territories of Chiapas reads: Para Todos Todo, Para Nosotros Nada
(“Everything for Everyone, Nothing for Us”). In the face of global capitalism, such a
statement is as profound as it is humble. It explicitly foregrounds
cooperation and selflessness; virtues the Zapatistas have integrated into
their autonomous education system.

As indigenous rebels, the Zapatistas astutely refer to state-sanctioned
schools and universities as “corrals of thought domestication.” This is due
to the emphasis that government-legitimated institutions place on coercing
students and faculty into becoming docile citizen-consumers. The Zapatista
response to the prospect of having to send their children into such hostile
learning environments was open and armed revolt.

Thus, on January 1, 1994, the Zapatista Army of National Liberation (EZLN)
rekindled the spirit of Emiliano Zapata’s revolutionary call for *Tierra y
Libertad*(“Land and Freedom”), cried *¡Ya Basta!* (Enough!), and “woke up
history” by taking back the land they had been dispossessed of.

Given their foresight and actions, one cannot help but be reminded of
anarcho-communist geographer Peter Kropotkin, who in 1880 stated: “There
are periods in the life of human society when revolution becomes an
imperative necessity, when it proclaims itself as inevitable.”

In successfully liberating themselves from belligerent edicts of the
Mexican government (*el mal gobierno*, “the bad government”), the
Zapatistas now practice education on their own terms. They are not beholden
to the parochial oversight of managerialist bureaucracies like many of us
in neoliberal universities are. On the contrary, Zapatista teaching
philosophy comes “from below” and is anchored in land and indigenous
custom. Their approach is best illustrated by the duelling axiom *Preguntando
Caminamos* (“Asking, We Walk”), which sees Zapatista communities generate
their “syllabi” through popular assembly, participatory democracy and
communal decision-making.

These horizontalist processes advance by focusing on the histories,
ecologies and needs of their respective bases of support. Zapatista
“classrooms” therefore include territorially-situated lessons on organic
agroforestry, natural/herbal medicines, food sovereignty and regional
indigenous languages. Given the geopolitical context of their movement,
then, Zapatista teaching methods constitute acts of decolonization in and
of themselves.

This leaves one wondering if the neoliberal academy might learn a thing or
two from the Zapatistas in regard to endorsing both indigenous worldviews
and place-based education as essential to any program of study. And even
given the depth and breadth of the Zapatista’s “curricula,” the goal of
their rogue pedagogy can be summed up as trying to instill one thing: a
capacity for discernment, which they foster through Zapatismo.

ZAPATISMO AS LIBERATION GEOGRAPHY

Liberation will not fall like a miracle from the sky; we must construct it
ourselves. So let’s not wait, let us begin… — Zapatista Pamphlet on Political Education

A kind and good-humored education promoter explained the notion of
Zapatismo to me on a brisk and fog-blanketed weekday morning in the misty highlands of Chiapas. In describing it, they noted: “Zapatismo is neither a model, nor doctrine. It’s also not an ideology or blueprint, rather, it is the intuition one feels inside their chest to reflect the dignity of others, which mutually enlarges our hearts.”

Additionally, as loyal readers of ROAR’s Leonidas Oikonomakis will
recognize, Zapatismo is also commonly comprised of seven principles:

1. Obedecer y no Mandar (to obey, not command)
2. Proponer y no Imponer (to propose, not impose)
3. Representar y no Suplantar (to represent, not supplant)
4. Convencer y no Vencer (to convince, not conquer)
5. Construir y no Destruir (to construct, not destroy)
6. Servir y no Servirse (to serve, not to serve oneself)
7. Bajar y no Subir (to go down, not up; to work from below, not seek
to rise)

These convictions guide the everyday efforts of the Zapatistas in the
building of what they refer to as: Un Mundo Donde Quepan Muchos Mundos (“A
World Where Many Worlds Fit”). Zapatismo, then, can also be thought of as
the collective expression of a radical imagination, the manifestation of a
shared creative vision, and a material liberation of geography.

What it gives rise to in terms of pedagogy are possibilities for
establishing respectful methods of teaching and learning that champion the
recognition (and practice) of mutuality, interdependency, introspection and
dignity.

These non-hierarchical/anti-neoliberal facets of Zapatista teaching are
evident in the grassroots focus they take. Local knowledge is so central
amongst their communities that many of the promotores de educación (education
promoters) often come from, and remain in, the same autonomous
municipalities as the students. There are no sessional contracts and
teachers are not disposed of after only a few months on the job.

In the spirit of equality, Zapatistas maintain neither hierarchical
distinction nor vertical rank amongst their “faculty members.” Everyone is
simply, and humbly, an education promoter. This jettisoning of professional
titles and institutionally-legitimated credentials highlights how the
Zapatistas are able to thwart assertions of ego/hierarchical authority and
abolish the competitive individualism that so often corrupts neoliberal
universities. Fundamentally, they are unsettling the rigid boundaries
dividing “those who know” from “those who do not know” — because there is
nothing revolutionary about arrogance.

Even more radically, the Zapatistas incorporate gender justice (like
Zapatista Women’s Revolutionary Law), food sovereignty, anti-systemic
healthcare, and queer discourse (like using the inclusive terms otros/otras, compañeros/compañeras, and so on, as well as “otherly” as a whimsical and respectful compliment) into their day-to-day learning.

They also do not distribute final marks to signify an end to the learning
process, and no grades are used to compare or condemn students. In these
ways, the Zapatistas underscore how education is neither a competition, nor
something to be “completed”. These transgressive strategies have
essentially aided the Zapatistas in eradicating shame from the learning
process, which they deem necessary because of just how toxic, petty and
vicious neoliberal education can become.

To conclude, the academic status quo is punishing — and must be abandoned.
Neoliberalism has hijacked education and is holding it hostage. It demands
ransom in the form of obedience, conformity and free labor, whilst also
disciplining the curiosity, creativity and imagination out of students,
faculty and workers. The neoliberal university itself is sterile, negligent
and conformist; as well as suffocating, lonely and gray.

Collective resistance is exigent because we need a new burst of hope amidst such a “heavy darkness” — and Zapatismo nurtures hope. Not hope in an abstract sense of the word, but the type of hope that when sown through compassion and empathy, and nourished by shared rage, resonates and is felt.

Zapatismo gives rise to the kind of hope that comforts affliction, enlarges
hearts and wakes up history. The kind of hope that causes chests to swell,
jaws to clench and arms to lock when others are being humiliated or hurt — regardless of whether it be by individual, institution, system, or
structure.

Zapatismo cries dignity and suggests the suffering of the neoliberal
university can be withstood and overcome, because truth be told,
neoliberalism is not an ominous, panoptic master — it is simply a reality. And
realities can be changed — just ask a Zapatista.

Fuente del ensayo y las imágenes: roarmag.org/essays/neoliberal-education-zapatista-pedagogy/

 

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