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PIB de América Latina caerá 8,1 % este 2020 y el próximo año recuperará el 4,1 %

La pandemia de coronavirus no solo ha afectado la economía actual de varios continentes, sino que sus secuelas se extenderán por varios meses más.

Este año se prevé un desplome de la economía latinoamericana del 8,1 %, la mayor disminución de las últimas décadas y por encima de otras regiones emergentes como Europa del Este (-4,4 %) y Asia (-3 %), según el consenso de analistas recogido por el Banco de España en un informe publicado este jueves.

En 2021, la región volverá al crecimiento con un repunte del PIB del 4,1 %, el mismo previsto para Europa del Este pero un punto inferior al de Asia -excluida China-, señala la entidad en el Informe de Economía Latinoamericana del segundo trimestre de 2020.

El Consensus Forecast, que considera a los seis grandes países (Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú), muestra además una incertidumbre «mucho mayor que en años anteriores», lo que causará una recuperación gradual e incompleta, señala la entidad española.

De hecho, Argentina, Brasil y México no recuperarán hasta 2022 el nivel de actividad previo a la crisis del coronavirus.

De las grandes economías consideradas, Perú será la que más caiga este año, el 12,6 % interanual, y la que más crezca en 2021, con un rebote del 9,9 %.

El PIB de Brasil, la mayor economía de la región, descenderá en 2020 el 11,7 % y retomará el crecimiento en 2021 con un alza del 3,2 %, mientras que la de México, la segunda en tamaño, caerá el 9,9 % y subirá el 3,7 % en estos dos años.

Argentina sufrirá un retroceso de su economía este año del 11,7 % y Chile del 5,9 %, países que el año que viene crecerán el 5,1 y el 4,6 %, respectivamente.

Por último, Colombia verá cómo su economía se contrae este ejercicio el 6,8 para recuperar el crecimiento en 2021 con un alza de su PIB del 4,6 %.

La región encaró la crisis sanitaria con unas perspectivas de crecimiento inferiores a las de otras regiones emergentes por obstáculos estructurales como su dependencia del ciclo de precios de las materias primas, su baja inversión en infraestructuras o el escaso rendimiento obtenido del gasto educativo, recuerda el Banco de España.

A pesar de las mejoras que se han producido en asuntos como la reducción de la deuda pública, la pobreza y la desigualdad, la entidad señala que los países de la región se beneficiaría de la aplicación de reformas para hacer más competitivas su economía e inversiones en economía e infraestructuras.

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/2020/10/08/nota/8007277/segun-banco-espana-pib-america-latina-caera-81-este-2020-proximo

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Argentina cerrará el 2020 con casi 63% de niños pobres

América del Sur/Argentina/09-08-2020/Autor(a) y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

Unicef indicó que al culminar el año, el país tendrá 1,2 millones de niños en situación de pobreza.

Al finalizar 2020 habrá 1,2 millones de pobres más entre los niños, niñas y adolescentes de Argentina que el año anterior, según un informe de Unicef elaborado en base a las nuevas proyecciones de caída del PBI que actualizó el que la organización realizó en mayo, que pronosticaba que 750 mil NNYA caerían en situación de pobreza para la misma época, números afectados por la pandemia de coronavirus.

Las nuevas estimaciones presentadas hoy alertan que entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la cantidad chicas y chicos pobres pasaría de 7 a 8,3 millones, con lo cual el porcentaje NNYA pobres alcanzaría casi el 63% (62,9%) al final de este año.

Unicef basa sus cálculos en datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) y los pronósticos del Producto Bruto Interno (PIB) provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo multilateral que el pasado 24 de junio presentó las nuevas proyecciones por países que en el caso de Argentina dan cuenta de un incremento de la pobreza infantil de 4,3 puntos porcentuales en junio en relación a la estimación de mayo, pasando del 58,6% al 62,9% actual.

Estos datos forman parte del informe “Actualización de la estimación de pobreza infantil” que presentó Unicef junto a los resultados de la “Segunda Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia y las medidas adoptadas por el Gobierno sobre la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes”.

La encuesta Unicef muestra que, más allá de la apertura de actividades, de la flexibilización de la cuarentena en parte del país y del programa de asistencia al trabajo y a la producción, aún hay 2,6 millones de hogares que tienen sus ingresos laborales reducidos, lo que representa 45% del total.

La representante de Unicef Argentina, Luisa Brumana, destacó que -en este contexto- el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) alcanza al 47% de los hogares, frente al 22% que lo recibía en abril.

“Son 13 millones de personas que habitan en 2,8 millones de hogares donde al menos un miembro recibe el IFE”, dijo Brumana y señaló que la continuidad de los programas de protección social “es clave para evitar que más hogares caigan en la pobreza extrema”.

“Deben redoblarse los esfuerzos para que ninguna familia en condiciones de vulnerabilidad se quede por fuera de estos beneficios”, agregó.

Una de las variables en las que impacta con más fuerza la disminución de los ingresos en los sectores vulnerables, es en el consumo de alimentos.

Los programas alimentarios como la Tarjeta Alimentar alcanzan al 36% de los hogares (frente al 19% en abril); el porcentaje de hogares encuestados que dejó de comprar algún alimento por no tener dinero disminuyó levemente del 28 al 26% de acuerdo al informe.

No obstante, la concurrencia a comedores populares aumentó (pasó del 8% al 10%) y mejoró notablemente el acceso: en abril el 8% de las personas que concurrieron a un comedor reportaron problemas para acceder o retirar viandas; en julio este porcentaje se redujo al 1%.

Fuente: https://www.diariodecuyo.com.ar/argentina/Argentina-cerrara-el-2020-con-casi-63-de-ninos-pobres-20200805-0054.html

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El gobierno italiano prevé desviar aún más su déficit hasta el 11,9 % del PIB en 2020

La intención del Ejecutivo es aprobar un nuevo paquete de estímulos para ayudar a empresas y familias afectadas por el COVID-19

El Consejo de Ministros italiano aprobó hoy una nueva desviación del déficit del país que se situará en el 11,9 % del producto interior bruto (PIB), frente al 10,4 % calculado en abril y al 2,2 % pronosticado en septiembre pasado.

El Gobierno italiano informó en un comunicado de que ya ha transmitido su voluntad de dilatar aún más del déficit a la Comisión Europea y de que someterá la decisión a una votación en el Parlamento.

«El nuevo nivel de déficit se establecerá en el 11,9 % del PIB en 2020. El nuevo nivel de deuda pública será del 157,6 % del PIB en 2020», se lee en la nota oficial.

La intención del Ejecutivo que dirige Giuseppe Conte es aprobar un nuevo paquete de estímulos para ayudar a empresas y familias afectadas por la crisis del coronavirus que será de 25.000 millones de euros y que se sumará a los dos ya impulsados en los últimos meses por valor de 80.000 millones de euros.

Roma pedirá al Parlamento permiso para desviar el gasto público este año y también en los próximos años: 6.100 millones de euros para 2021; 1.000 millones para 2022; 6.200 millones en 2023; 5.000 millones en 2024; 3.300 millones en 2025 y 1.700 millones a partir de 2026.

Italia, tercera economía de la zona euro, es uno de los países europeos más afectados por la pandemia del coronavirus y registra ya 245.032 casos de contagios totales desde que comenzó la emergencia en el país el 21 de febrero y 35.082 fallecidos.

Para paliar los efectos de la crisis económica derivada de la pandemia, el Gobierno italiano está dando luz verde a una serie de ayudas económicas entre las que se encuentra también un esquema de garantías públicas de hasta 400.000 millones de euros en créditos para empresas.

«En esta etapa, es esencial continuar asegurando el apoyo al sistema de producción, los ingresos de los ciudadanos, la recuperación e intervenir cuando sea necesario para preservar el empleo», explica la nota, que subraya que el Ejecutivo ve esencial extender aún más el llamado sistema de «caja de integración», que es similar al expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) español, si bien no especifica por cuánto tiempo.

Se asistirá también a las empresas y a los sectores más golpeados por la crisis de la COVID-19 y se facilitará el acceso a la liquidez, «incluso mediante una reprogramación de los vencimientos fiscales de los próximos meses».

Roma garantiza también asistencia a las autoridades locales, cuyos recursos se han reducido por la falta de ingresos fiscales en los últimos meses, y al sector de la educación para permitir la vuelta a las aulas de los alumnos a partir de septiembre en condiciones de seguridad.

A pesar de ampliar aún más sus márgenes de déficit y de deuda pública, Italia se compromete a reducirlos progresivamente en la próxima década, «a través de una estrategia que, además de perseguir un superávit primario adecuado, se basará en el relanzamiento de las inversiones públicas y privadas».

Italia tiene previsto solicitar a la Unión Europea el acceso a ayudas del fondo contra el paro SURE, del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Fondo de Recuperación, este último aprobado el pasado martes por los líderes de los países europeos.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/economia/20200723/italia-desviar-deficit-pib-2020-coronavirus-8051119

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China impulsará la economía mundial

Por: Hedelberto López Blanch

 

Las autoridades estadounidenses y en especial su presidente Donald Trump, están nerviosos porque observan como la economía de su país pierde fuerzas mientras la de China, aunque con algunos tropiezos, marcha hacia delante.

Estados Unidos es el país más afectado del mundo por el coronavirus, con más de dos millones de contagiados y alrededor de 110 000 fallecidos, lo que unido a la pérdida de 40 millones de empleos y el incremento de personas que no tienen como pagar la alimentación diaria y los alquileres esta provocando una fuerte crisis económico-social.

El Bank of America informó que la economía norteamericana «ha caído en una recesión», prevé que «colapse en el segundo trimestre de 2020» y que cierre el año con menos 5,9 % de su Producto Interno Bruto (PIB).

La guerra comercial que el magnate presidente ha desatado contra varios países y en especial contra China no le han dado los resultados esperados en cuanto a la recuperación de industrias y la reducción de los desequilibrios comerciales, sino por el contrario, ha agravado los problemas existentes.

A la par que el coronavirus se propaga por toda la nación sin que se haya podido detener, Trump realiza confusas y anticientíficas declaraciones dirigidas a tratar de apoyar la economía sin importarle la vida de la población, y ha puesto su mirada en tratar de reelegirse en los comicios de noviembre.

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, admitió recientemente que la economía de Estados Unidos sufrirá una caída entre el 20 y el 30 % en el segundo trimestre de 2020, a lo que se unen ahora los grandes disturbios en más de 35 ciudades del país debido al asesinato hace unos días en Minnesota del afroestadounidense, George Floyd a manos de un policía blanco.

Mientras esto sucede en Estados Unidos, el gigante asiático marcha con buen paso hacia el fortalecimiento de su economía que según los datos había bajado en el primer trimestre y el FMI auguraba que cerraría el año con solo 1,2 % de crecimiento.

Pero China, por donde se inició el virus y esta posicionada actualmente como la locomotora de la economía del orbe, después de alcanzar el pico de contagio, ha pasado a la fase de recuperación, cerca del 95 % de las grandes compañías y el 60 % de las pequeñas y medianas empresas han comenzado a funcionar.

Un informe publicado en conjunto por las compañías Oliver Wyman China y Silk Road Associates, señala que China es una de las pocas grandes economías que se espera puedan crecer y contribuir sustancialmente al crecimiento del PIB mundial durante el 2020 y 2021

Asegura que incluso con los desafíos de fabricación, y otros potencialmente más largos y generalizados que puedan existir en algunos de los sectores de servicios, todavía aprecian que el crecimiento que hay en todo el país es una fuente clave para el aumento global.

Ya en el gigante asiático, los especialistas observan que ha habido un rebote relativamente rápido en la fabricación pues muchas empresas siguen trabajando con intensidad para cumplir con la acumulación de órdenes que existían antes de detectarse la covid-19.

Asimismo, las importaciones de diversos suministros, esencialmente de materias primas utilizadas en las producciones, continuaron llegando a la nación a lo largo del período, lo que permitió un acelerado empuje en la recuperación de las capacidades fabriles.

Resulta importante explicar que debido a la proliferación hasta ahora indetenible del coronavirus por el planeta, persiste el riesgo de una amplia recesión mundial que constriña la demanda, lo que a la par llevaría a una recuperación más lenta de la economía china.

Sin embargo, los analistas puntualizan que la dependencia actual de China de las exportaciones se reduce mucho en relación con la crisis financiera que sacudió al orbe en 2008, pues desde ese año, el aporte de las exportaciones al PIB ha disminuido significativamente.

El gigante asiático se prepara para esa posible contingencia y en ese sentido, el presidente Xi Jinping llamó recientemente a poner énfasis en el desarrollo del mercado interno, y no en las exportaciones, lo cual refleja que dirigirá sus pasos a enfrentar parte de las dificultades.

Jinping analizó con varios asesores económicos que China iniciaría un nuevo plan de desarrollo en el que el mercado interno jugará el rol primordial y significó que en el futuro deben tratar la demanda interna como el punto de partida y de apoyo, a medida que aceleran la construcción de un sistema completo de consumo interno y se incrementan las innovaciones en ciencia, tecnología y otras áreas.

En resumen, las incoherentes decisiones político-económico-sociales aplicadas por el magnate Donald Trump, en contraposición a las coherentes medidas tomadas por el gigante asiático, indican que más temprano que tarde, Beijing podría convertirse en la primera potencia económica del orbe.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a291352.html

Imagen: https://pixabay.com/

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El PIB de Brasil se contrae un 1,5% en el primer trimestre como consecuencia de la pandemia

Redacción: Notimérica

El Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil se contrajo un 1,5% en los tres primeros meses del año con respecto al último trimestre del año anterior, como consecuencia de los efectos de la pandemia en la economía del país, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Esta caída en la economía brasileña interrumpe la tendencia de cuatro trimestres consecutivos de crecimiento y supone el peor registro en el PIB brasileño desde el segundo trimestre de 2015 (-2,1%). Con respecto al trimestre anterior, el PIB brasileño cayó un 0,3% .

Las actividades que más descendieron fueron el sector Servicios, que representa el 74% del PIB del país, con un descenso del 1,6%. También se notificaron descensos en la Industria (-1,4%), mientras que el sector agropecuario creció un 0,6%.

«Lo acontecido en Brasil es lo mismo que ha ocurrido en otros países afectados por la pandemia, que ha sido el retroceso en los servicios, debido al cierre de los establecimientos. Bienes duraderos, vehículos, ropa, salones de belleza, academias, alojamientos y alimentación sufrieron bastante con las medidas de aislamiento social», detalla el IBGE.

En el sector servicios, destaca los resultados negativos en Otros Servicios (-4,6%), Transporte, Almacenamiento y Correo (-2,4%), información y comunicación (-1,9%), Comercio (-0,8%), Administración, Salud y Educación Pública (-0,5%), Intermediación financiera y Seguros (-0,1%). La única variación positiva se registró en las Actividades Inmobiliarias (0,4%).
Dentro de las actividades industriales, hubo caídas en el sector de extracción de petróleo (-3,2%), además de la Construcción (-2,4%), Industria de Transformación (-1,4%) y Actividades gas, agua, alcantarillado y actividades de gestión de residuos (-0,1%).

Los efectos de la pandemia, indica el informe, también han supuesto un impacto negativo del 2% en el consumo de las familias. «Fue el mayor retroceso desde la crisis de energía eléctrica en 2001», señala la coordinadora de las Cuentas Nacionales del IBGE, Rebeca Palis.

En cuanto a la balanza comercial brasileña, las exportaciones de bienes y servicios descendieron ligeramente hasta el 0,9%, mientras que las importaciones crecieron un 2,8%.

«Las exportaciones fueron bastante perjudicadas por la demanda internacional. Uno de los países más importantes para nuestras exportaciones es Argentina. China también, la cual fue el primer país durante el primer trimestre en cerrar sus fronteras. De este modo, nuestras exportaciones se vieron bastante afectadas», concluye Palis.
Fuente: https://www.notimerica.com/economia/noticia-brasil-pib-brasil-contrae-15-primer-trimestre-consecuencia-pandemia-20200529143636.html

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¿Medir el bienestar?

Por: Pedro Miguel

Las críticas al indicador del producto interno bruto (PIB) per cápita como indicador estrella del desarrollo de un país no son nada nuevo. El economicismo es un mal enfoque cuando se trata de aplicar a todos los aspectos de la vida de una sociedad. El propio Simon Kuznets, inventor del sistema de contabilidad nacional y uno de los primeros economistas que relacionó de manera hipotética el crecimiento económico como causal de distribución del ingreso, admitió, en fecha tan temprana como 1934, que resultaba improcedente calcular el bienestar de un país a partir del incremento a su renta nacional individualizada.

Sin embargo, la pretensión devino parte integrante de la ideología dominante, hasta el punto de que el PIB fue adoptado como rasero prácticamente único del éxito o el fracaso de las administraciones nacionales. Así, por ejemplo, la sempiterna animadver-sión de los medios occidentales hacia el régimen chino fue hecha de lado por una babeante admiración a los elevados índices de crecimiento de la potencia asiática y las elevadas cifras de su PIB mataron la atención sobre la represión de Tiananmen.

La más obvia de las objeciones a la asociación mecánica entre PIB per cápita y bienestar tiene que ver con que tal indicador es una abstracción matemática y que el promedio no refleja el grado de equidad en la distribución de la riqueza generada: mil dólares de PIB per cápita puede indicar un reparto igualitario de un millón de dólares entre mil personas a razón de mil dólares para cada una, pero también una realidad en la que 999 personas acceden a 100 dólares cada una, en tanto que un solo individuo se queda con 900 mil 100 dólares. La observación aplica directamente a México, donde el PIB per cápita correspondiente a 2018 (cifras del Banco Mundial) fue de 20 mil 616 dólares; en plena igualdad distributiva, esto habría debido significar un ingreso de mil 718 dólares mensuales para cada habitante del país. El célebre coeficiente de Gini tendría que ser un complemento indispensable al PIB para determinar el contexto de igualdad o desigualdad en el que se presenta el crecimiento económico.

Sin duda, la de disfrazar la desigualdad no es la única objeción al PIB y acaso no la más importante. Curiosamente, uno de los primeros que denunciaron en este siglo la absurda inferencia de bienestar a partir de ese indicador fue un reconocido promotor del malestar social: el ex presidente Nicolas Sarkozy, quien en 2008 convocó al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y a otras eminencias, las cuales confirmaron, en un informe de 300 páginas, la improcedencia del disparate. Incluyeron en el documento un ejemplo descarnado y crudo: los embotellamientos pueden hacer crecer el PIB debido al mayor consumo de gasolina, pero empeora el humor de los habitantes de las urbes, por no hablar de la calidad del aire.

Es claro que la medición del ingreso no necesariamente refleja grados de bienestar, que no toma en cuenta factores como salud (física y mental), educación, armonía con la sociedad y con el mundo ni grado de satisfacción personal o colectiva. Hay multimillonarios profundamente infelices y personas que con recursos materiales limitados, modestos e incluso escasos manifiestan un grado razonable de bienestar. Y es que si bien existen factores que son universalmente indispensables para lograrlo –alimentación, vivienda, educación, salud–, muchos otros difieren de país a país, de región a región y de cultura a cultura.

Hasta ahora, el principal problema al que se han enfrentado los múltiples intentos por determinar el bienestar de los países es la dificultad intrínseca de cuantificar algo que existe y es real, pero que escapa a toda medición posible porque pertenece al terreno de una experiencia personal o colectiva en la que los parámetros varían de persona a persona, de familia a familia, de municipio a municipio e incluso de religión a religión.

Una primera consideración derivada de esta dificultad es que tal vez resulte imposible determinar el bienestar nacional a partir de un modelo predeterminado por una autoridad y que deben ser las colectividades de la base social las que diseñen sus propios instrumentos para calificar su satisfacción o insatisfacción con el entorno inmediato, con las instituciones, con las condiciones materiales y con la vida en general. De esa forma, el censo de bienestar, por llamarle de alguna manera, tendría que ser un ejercicio colectivo y de abajo hacia arriba que necesitaría, más que métodos de medición, criterios de homologación para lograr una evaluación nacional consistente. De todas formas, acaso el producto principal del procedimiento no sería una cifra ni una flecha en una escala, sino un mapa tridimensional, o de múltiples capas, en el que se reflejaran los estados de ánimo del conjunto de la nación.

Puede ser así o de otras maneras, pero es un desafío muy estimulante.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/29/opinion/019a1pol

Imagen: https://pixabay.com/

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El COVID-19 y la “resiliencia educativa” del Ministerio de Educación

Por: Héctor Rodríguez Cruz

La reapertura de las escuelas encabeza las prioridades de los gobiernos de todo el mundo y de sus Ministerios de Educación. Constituye también la preocupación fundamental de alumnos y padres, de los maestros y de otros miembros del personal educativo y de los actores vinculados al sector educativo, debido a la incertidumbre que genera la naturaleza y evolución del COVID-19 y  las decisiones que se mantienen en “suspenso”.

El regreso a las aulas requiere de un marco de políticas y de recursos financieros que permita poner en práctica las medidas necesarias para garantizar el funcionamiento seguro, continuar con el aprendizaje, atender las situaciones de vulnerabilidad y garantizar la protección, el bienestar y la seguridad. Los centros educativos deben asegurar el perfecto estado de las instalaciones de agua, saneamiento y gestión de residuos, las medidas sanitarias y seguir procedimientos de limpieza y desinfección de las aulas y espacios comunes.

En muchos países hay presión para la reapertura de las escuelas porque se considera que su cierre no hace sino profundizar la fractura social. Los alumnos provenientes de familias humildes o con problemas económicos son a quienes más negativamente está afectando el confinamiento, pues habitan en viviendas más pequeñas y muchos no disponen de la tecnología adecuada ni de condiciones objetivas para seguir  los cursos desde su casa.

Aquí en el país, a juzgar por los niveles de  controversia y rechazo que han despertado en amplios sectores las medidas anunciadas por el Ministerio de Educación, de febrero a la fecha, tales como la terminación  del año escolar antes de tiempo, al “pase automático curso” de todos los estudiantes sin ser evaluados y  la reapertura incierta de las escuelas, pareciera que el Ministerio “camina lento” y un tanto “perdido”, mostrando una baja capacidad de respuesta para establecer los principales parámetros e instrumentos educativos, técnicos y logísticos para la adaptación de la población  escolar a las circunstancias moldeadas por el COVID-19.

Las escuelas del país están cerradas por el COVID-19. Esta situación genera grandes perturbaciones a los  casi  3 millones  de estudiantes,  200 mil profesores y técnicos del sector público y del sector privado, así como los padres, tutores y suplidores esperan por un “protocolo”, de alcance nacional y local, que garantice la seguridad sanitaria y la “preparación integral” para el reinicio seguro de las actividades escolares. Urge que los niños dominicanos vuelvan a la escuela. Pero han de hacerlo con todas las garantías para su salud, su seguridad y su protección. ¡Más cualquier otra, debe ser la primera prioridad de la educación dominicana en estos momentos!

El COVID-19 encontró a la escuela dominicana pauperizada, acorralada, “confundida” y, quizá, hasta un poco abandonada a su propia suerte. Con muchas carencias y necesidades desatendidas. Si bien es cierto que encontró  cientos de escuelas seguras, vistosas y bien equipadas, también es cierto existen cientos de escuelas a las que el COVID-19 le hará mayores daños. 

Escuelas “enfermas” que funcionan en patios, casonas y almacenes y carecen de las condiciones mínimas  para el aprendizaje, la enseñanza y la convivencia escolar, a pesar de que el Ministerio de Educación  cuenta con  elevado presupuesto de unos 200 mil millones de pesos, que equivale el 4% del PIB de la nación. Urge dedicar esfuerzos recursos logísticos y financieros a la “liberación” de la escuela dominicana de las cadenas del COVID-19. Pero urge también sanar a tantas muchas de  las taras, incompetencias y perturbaciones generadas por los descuidos e irresponsabilidades de “ayer y de hoy”, y que son el vestigio de una “revolución educativa al revés”.

Para encarar las perturbaciones educativas y sociales y el impacto perturbador del COVID-19 en las escuelas públicas y privadas, así  como  lograr la apertura exitosa y segura de las escuelas, con  garantías para su salud, su seguridad y su protección públicas y privadas, el Ministerio de Educación,  conjuntamente con otros sectores de la sociedad deberá plantearse a corto plazo la necesidad de la elaboración de un “Plan de Resiliencia para las Escuelas Públicas y Privadas después del COVID-19” que contenga las estrategias preventivas, técnicas y logísticas para “preparar”  a los maestros, a los alumnos, las instalaciones, aulas, laboratorios, los libros de texto baños, comedores, cocina, bibliotecas y sala de TICS,  para la reapertura de las escuelas y  su “nueva normalización”,  con las debidas y rigurosas medidas sanitarias para adecuarse a las nueva realidad de la pandemia y para evitar el contagio, la contaminación, el estrés  y otros efectos contaminantes del proceso aprendizaje-enseñanza, la investigación y la convivencia.

El  “Plan de Resiliencia para la Nueva Escuela  Pública y Privada después del COVID-19”, deberá  el resultado del trabajo conjunto del Ministerio de Educación, los maestros, los estudiantes, los padres, la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, la Asociación de Instituciones Educativas Privadas, AINEP, las iglesias, las autoridades sanitarias, las alcaldías y las gobernaciones, los empresarios, las universidades regionales y locales, los constructores, los suplidores, los editores de libros de textos, Educación INICIA, Acción Empresarial por la Educa, EDUCA, el Programa de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, OEI, y el Programa Mundial de Alimentos, PMA. Más otros que quieran sumarse.

El “Plan de Resiliencia para las Escuelas Públicas y Privadas”  deberá ir acompañado  del “Programa Aulas Felices”, para  potenciar el desarrollo personal y social de los estudiantes y de los profesores; para promover la felicidad de los alumnos, los profesores y las familias. Tendrá dos componentes: La Atención Plena o “mindfulness” y la Educación de las “24 fortalezas personales” (Peterson y Seligman, 2004), agrupadas en torno a 6 virtudes y a otras competencias vinculadas, tales como creatividad, curiosidad, apertura mental, amor por el aprendizaje y perspectiva; valentía, perseverancia, integridad ; amor, amabilidad e inteligencia social; ciudadanía, sentido de la justicia y liderazgo; capacidad de perdonar, modestia, prudencia y autocontrol; y la apreciación de la belleza y la excelencia, gratitud, esperanza, sentido del humor y espiritualidad.

De cara a la construcción de la “nueva educación pública y privada después del COVID-19”, y por tanto, del “Plan de Resiliencia para las Escuelas Públicas y Privadas” y el “Programa Aulas Felices”, el Ministro de Educación puede revestirse de autoritario “cacique” de una tribu morada, con sus propios rituales partidarios y sin mezclarse con otros en su “territorio”.  O bien, en el líder resiliente,  aglutinador, inclusivo, dialógico, y democrático de la educación dominicana, que ennoblece la oportunidad de hacer posible el derecho de todos los dominicanos a una educación de calidad. Como una oportunidad de ser “ministro” (minister/ “el que sirve”), de “servir” a los dominicanos desde su Ministerio para construir desde la familia y desde la escuela  un país libre, transparente, justo y democrático.    

Que lo decida el Ministro. Es tiempo de “bajar las hachas” y “levantar las banderas del diálogo y la concordia” para ganarle la batalla al COVID-19, en nombre de la Patria educativa.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8817597-el-covid-19-y-la-resiliencia-educativa-del-ministerio-de-educacion/

Imagen: https://pixabay.com/images/search/escuelas/

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