Europa/Holanda/26 de noviembre de 2016/Fuente: es.euronews.com
Los países bajos figuran en la parte alta de la clasificación del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes PISA. ¿Cuáles son las claves del éxito del sistema educativo holandés?
Nijmegen es una ciudad holandesa con cerca de doscientos mil habitantes. Nuestro reportero Hans Von der Brelie ha visitado la escuela de primaria Windmill, “El molino”
El nombre lo escogieron los alumnos. Está situada en una zona residencial en donde conviven familias de ingresos medios y más modestos. Irene Kwaaitaal, comenta que escogió este centro para su hijo, porque en una de las visitas, “un niño de unos diez años explicó que estaba super orgulloso de su escuela”. Entonces pensó: “guau, aquí los niños aprenden a presentarse ellos mismos. No se trata sólo de enseñar conocimientos sino de su desarrollo personal”.
Una de las particularidades del sistema educativo holandés es que la primaria empieza muy pronto: a los cuatro años, y va hasta los doce.
En ésta escuela, nada más llegar por la mañana, los niños escogen qué quieren estudiar. Hoy algunos han optado por las matemáticas y aprenden a restar, jugando, poniendo pinzas en la ropa y calculando cuántas faltan.
El director Roger Visser explica que uno de los pilares la línea pedagógica “es el pensamiento crítico. Pero lo más importante para nosotros es el trabajo en equipo. Eso supone hablarles de la responsabilidad. Yo soy responsable de este establecimiento y los alumnos tienen la responsabilidad de decirnos qué es importante para ellos.”
Hoy por ejemplo hay una reunion para ver cómo se rediseña el patio. No asisten los profesores. Son los representantes de alumnos, de diferentes edades, quienes deciden dónde se van a colocar los bancos o como delimitar el terreno de juego.
Michelle tiene ocho años. “Poder dar nuestra opinión es genial – dice -. Hay un montón de compañeros a quienes les gustaría formar parte de este consejo escolar. Hablamos de cosas que queremos que pasen en la escuela.”
Su compañero, Baran, tiene once.
“Cuando llegué aquí por primera vez, era distinto. Ha habido un montón de cambios y ahora la escuela es mucho mejor porque jugamos juntos; aunque tengamos distinta edad. Los más mayores ayudan a los pequeños a tomar algunas responsabilidades. Y eso está bien”, comenta.
A Nijmegen se la apodado “la Habana holandesa”, porque tiene una alcaldía de izquierdas. La municipalidad ha puesto en marcha un sistema de inscripción en línea por barrios y con opciones de escuelas restringidas, con el fin de evitar la segregación escolar. Antes, cualquier persona que optara pour la enseñanza pública, podía escoger el centro al que quería llevar a sus hijos. Renske Helmer, consejera encargada de educación, explica que “el problema es que en algunas escuelas había demasiados alumnos de familias desfavorecidas. Eran niños de emigrantes. Se hablaba de black schools. Las familias enviaban a los niños más aventajados a otros centros, abandonando el barrio; con lo cual había escuelas “fuertes” y escuelas “débiles”. Nuestra solución consiste en mezclar el alumnado de ambas.”
Entre los centros de secundaria de Nijmegen figura el instituto “Kandinsky”:. Aquí se imparte un abanico de opciones impresionante.
Ikraan tiene 17 años, es somalí estudia en el Kandisky college. Llegó a Holanda hace diez años. Le costó un año aprender las reglas básicas del holandes. Sabe que aún necesita esforzarse pero no es un problema. “Los profesores me ayudan. Tengo clases de refuerzo en holandés. Los idiomas en general no son mi fuerte. Y bueno, aquí todos los profesores saben qué se me da bien y qué, mal. Así que intentan que mejore en lo que soy buena y también en lo que se me da peor”, explica.
El profesor de holandes de Ikraan se llama Ton Willems. No utiliza el estrado. Da clase sentado entre los alumnos. Empieza la clase con unos chistes y con un concurso de escritura rápida para espabilarles. Si se observa con detenimiento la clase, la esencia del éxito del modelo holandés salta a la vista: Ton conoce perfectamente cómo es cada alumno, sus preguntas son distintas para cada uno de ellos, la ayuda que les brinda, y los deberes, también. Todo está hecho a medida para cada cual. Para él, este sistema funciona. “El método es: la falta de jerarquía – dice -. No hay mucha distancia entre los estudiantes y los profesores. Los estudiantes no se sienten inseguros cuando preguntan.”
La formación del profesorado es otro de los pilares del sistema holandés. Hoy, los profesores del instituto Kandinsky han invitado a sus colegas de primaria de los centros vecinos, para que se familiaricen con una técnica llamada: apoyo al comportamiento positivo. El método viene de Estados Unidos y consiste en incentivar los puntos fuertes de cada niño.
Gretchen Conrad es estadounidense, profesora de inglés y mamá. Ha vivido en Francia y ahora, en Holanda. Según ella, “en Francia te atiborran de información; hay que recitar; escriben muchas cosas en el tablero, que hay que copiar a la perfección y a la escritura manual le dan una importancia que hoy en día no es tal. Mientras que aquí, se enseña a los chavales a que piensen por sí mismos. En Holanda no se atreverían a decirle a alguien: eres estúpido. Aquí se intenta – especialmente en esta escuela – ser positivo. Intentamos animar a los estudiantes, no penalizarlos.”
Para Ikraan el secreto es dar a cada alumno la posibilidad real, de salir adelante. Asegura que “no hay que rendirse con los niños pequeños. Nunca. Si le dices a un niño: no aprenderás jamás; o si te dan siempre notas bajas cuando estás haciendo esfuerzos por aprender, no funcianará. A los niños hay que prestarles atención y dejarles aprender, aunque fallen, en vez de ponerles obstáculos. Sólo así funciona.”
Ikraan espera obtener su grado medio, para poder cursar otro superior que le permita, más tarde, ir a la universidad. Su sueño es estudiar medicina.
Fuente: http://es.euronews.com/2016/11/25/holanda-un-sistema-educativo-que-da-voz-y-apoyo-al-alumno
Imagen: static.euronews.com/articles/350436/684x384_350436.jpg