Reseñas/África/25 Junio 2020/elpais.com
Plantas medicinales
El retorno a la vida sencilla: comida casera, trueque y ancianidad comunitaria
Por: Raúl Zibechi
“La verdadera autonomía está en la comida, ahí está el Buen Vivir”, explica Delio, del área de educación de la Asociación de Cabildos Juan Tama, en el sur de Colombia, en el marco del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Desde que la organización decidió enfrentar la pandemia con la Minga Hacia Adentro, los cultivos y el trueque ganaron centralidad en sus vidas.
“El trueque es una alternativa política para una época como ésta”, explica Ramiro Lis, de la Asociación de Cabildos Ukawe’s’ Nasa C’hab, en Caldono, la zona nororiente del territorio nasa. “Se hace trueque entre productos de los diferentes climas, se establecen puntos de encuentro y de intercambio, en los que prima la necesidad, no el valor”. Del otro lado del teléfono, Ramiro insiste en que “no se trata de intercambiar equivalencias sino lo que se necesita”.
Tanto Ramiro como Delio destacan que “el trueque es una forma de solidaridad que permite fortalecer la economía propia”. Así es como los miembros del CRIC denominan al sistema económico no capitalista, anclado en los valores de uso, que funciona en los territorios de los pueblos originarios del Cauca.
Inzá es una de las puertas de entrada a la impresionante región de Tierradentro, una de las más bellas que pude conocer en Colombia. La población rural es ampliamente mayoritaria: en la cabecera municipal de Inzá viven unas 3.000 personas, menos del 10% del total del municipio. Los cabildos son la unidad territorial básica de la administración indígena, que gobiernan sus resguardos o territorios.
Desde Inzá, Delio relata el enorme trabajo que hicieron para hacer llegar alimentos a los indígenas que emigraron a las ciudades, Cali, Bogotá y Popayán. “Se organizaron 800 familias en los ocho municipios, en una dinámica comunitaria, para hacer un primer envío de yuca, plátanos, panela y otros mercados. Fueron 3.200 arrobas (36 toneladas) que salieron en tres camiones y una chiva”.
Los indígenas urbanos les retribuyen no con dinero sino con productos de higiene y de aseo que aún no producen las comunidades. Las conclusiones de Ramiro revelan que estamos ante otra cosmovisión: “Somos ricos porque producimos comida. Pero lo más importante no es lo material, sino el hermanamiento, lo espiritual. El trueque nos ayuda a romper la dinámica del individualismo y fortalece lo comunitario”.
El pueblo kokonuko, por ejemplo, realizó semanas atrás la versión 61 del intercambio de productos agropecuarios a través del trueque, en el resguardo indígena de Poblazón, con la participación de 600 indígenas, la mayoría jóvenes, que defienden una “economía limpia en la que el trueque es una política contra el neoliberalismo y contra cualquier moneda”, como dijo el dirigente Darío Tote (https://bit.ly/2W41Ov6).
Desde el área de Educación del CRIC, Carolina Cruz, que coopera con la organización, apunta que durante la Minga Hacia Adentro trabajan en apoyo a la Guardia Indígena y la “autonomía alimentaria”. En estas semanas no hay aulas, “pero los socializadores de educación van casa por casa para compartir medidas de protección, para fortalecer el tul (huerta) y para que los niños lleven un diario de campo de su actividad diaria”.
En los territorios de los pueblos no hay internet y en las casas no hay computadoras, por lo tanto no hay “virtualización de la educación, dice Carolina. “La prioridad es potenciar los saberes y las lenguas propias, las plantas medicinales y los productos de la huerta sin agrotóxicos, la armonización y la limpieza espiritual de los espacios comunes”.
Carolina explica la diferencia entre autonomía y soberanía alimentaria (de los pueblos y de los estados, respectivamente) y finaliza con un dato mayor: “Controlamos 70 puntos de nuestra geografía con siete mil guardias indígenas, que junto al gobierno propio son la piedra el en zapato del sistema”.
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“Lo fundamental para detener la pandemia es la organización de cada comunidad”, explica Beto Colín sobre la experiencia en el municipio autónomo de Cherán (Michoacán, México), uno de los centros poblados del pueblo purhépecha.
Este año el municipio autónomo decidió no celebrar públicamente el noveno aniversario del levantamiento del 15 de abril de 2011, cuando un grupo de mujeres impidieron que los talamontes siguieran llevándose maderas del bosque, provocando el alzamiento del conjunto de la población.
“A partir de aquel enfrentamiento con “los malos”, hubo cambios notables. La fogata que es el centro en nuestras casas, donde nos juntamos y hacemos la vida, sale a la calle y se convierte en el núcleo inicial de la organización”, dice Beto desafiando una irregular conexión vía internet.
Desde el 15 de marzo la comisión de salud, que vincula al gobierno comunitario con las autoridades sanitarias locales y del Estado, se reunieron con las autoridades de las dos clínicas y del hospital de Cherán para hacer un plan de trabajo. El consejo mayor, que se elige por usos y costumbres, ya que el municipio estatal y los partidos fueron abolidos en una ciudad de casi 20 mil personas, redactó el primer protocolo sobre el coronavirus que fue aprobado por las cuatro asambleas de los cuatro barrios de Cherán.
“La comisión de salud es muy importante: no es que vienen los doctores a tomar decisiones sino que la comisión junto a las asambleas de los cuatro barrios fueron los que determinaron las acciones más relevantes. Luego la comisión recorrió las farmacias de Cherán para levantar un diagnóstico, para ver qué personas se habían enfermado del sistema respiratorio, saber si habían salido de la ciudad y darle seguimiento a cada caso”. Crearon un grupo de wasap con los médicos para coordinar el seguimiento de pacientes.
El siguiente punto fueron las tortillerías (pequeñas elaboradoras de tortillas de maíz. “Esas no se pueden cerrar pero se les explicó el protocolo de atención comunitaria, se les regaló el antibacterial y se hizo una formación sobre cómo atender a las personas”, dice Beto.
El tercer paso fue instalar la prevención en las barricadas: “Cherán es una comunidad grande y lugar de paso para otros pueblos, tiene tres entradas y en las tres hay control comunitario las 24 horas con barricadas. Esos miembros de la ronda de seguridad autónoma, ya tienen instrucciones y la información para preguntar de dónde vienen y hacer un registro”.
Como resultado del auto-cuidado comunitario, en Cherán hasta el momento no tienen ningún caso de coronavirus, aunque ya llegó a los municipios vecinos. “Creo que hemos hecho un buen trabajo de salud comunal y de co-responsabilidad de la comunidad, se hicieron muchos talleres por barrios sobre los cuidados, la elaboración artesanal de cubrebocas y de abón, con gran participación de la población”.
También están coordinados con Ostula, otro municipio de la costa de Michoacán, que tiene “una experiencia de autonomía importante y trabaja como nosotros”, finaliza Beto.
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Desde Grecia una compañera solidaria, Evgenia Michalopoulou, ensaya una reflexión que nos deja pensando: “En Grecia y en los Balcanes tenemos muy pocos contagiados”. Consulto las estadísticas. Grecia tiene 241 casos y 13 muertos cada millón de habitantes, mientras Italia supera los tres mil y España los cinco mil, con unos 500 muertos por millón cada país.
“¿Sabes porqué?”, retumba la pregunta en el wasap. “Porque aquí no tenemos tanta costumbre de llevar a nuestros mayores a las residencias de ancianos”. En los pueblos originarios y campesinos no hay residencias y los ancianos envejecen junto a sus familias.
Comida casera y sana, intercambio de productos orgánicos sin moneda y cuidado comunitario de los mayores, pueden ser parte de un programa de retorno a la vida sencilla, un camino que nos enseñaron las bases de apoyo del EZLN en la “escuelita”, hace ya siete años.
Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/el-retorno-a-la-vida-sencilla-comida-casera-trueque-y-ancianidad-comunitaria/
Tanzania: Zanzíbar regulariza a los curanderos
África/Tanzania/26 Septiembre 2019/El país
El uso en África de sanadores pone en peligro muchas veces la medicina tradicional. Zanzíbar ha dado un paso adelante para colaborar con ellos y mejorar el control de calidad y estandarización de las plantas usadas como medicamentos
Las autoridades de Zanzíbar, un archipiélago del océano Índico, están decididas a regularizar a los curanderos que tratan toda clase de dolencias, desde depresiones hasta hernias, y por eso están elaborando un registro de médicos tradicionales que utilizan hierbas, escrituras sagradas y masajes.
Según Hassan Combo, registrador del Consejo encargado de la tarea, desde que esta región perteneciente a Tanzania, en África oriental, aprobó la Ley de Medicina Tradicional y Alternativa en 2009, se ha inscrito en la lista a más de 340 mgangas [curanderos], y se calcula que hay otros 2.000 que esperan ser añadidos.
La sanadora tradicional Bi Mwanahija Mzee, de 56 años, ya está registrada. Atiende a los pacientes en su concurrida clínica, donde las mujeres hacen cola bajo el primer sol de la mañana mientras acunan a sus hijos enfermos. Una familia busca alivio para un pequeño que sufre de una hernia umbilical porque tienen miedo de que, si lo llevan al hospital para que lo operen, se morirá, mientras que una embarazada que ha tenido varios abortos acude para recibir consuelo, hierbas y oraciones que le aseguren que, esta vez, el bebé sobrevivirá.
“La gente viene porque yo le doy verdadera ayuda. Tengo muchos pacientes que primero fueron al hospital y no les curaron o los medicamentos que les dieron no funcionaron”, asegura esta sanadora, que aprendió el oficio de sus padres. “Hace más de 20 años que trabajo en esto seis días a la semana, así que lo hago mejor y sé más que ellos. Los que vienen a mi consulta no se mueren”.
Para entrar en el registro, los mgangas tienen que tener 18 años, al menos tres de experiencia y una carta de recomendación de un médico tradicional experimentado. Un consejo formado por 11 miembros, entre los que puede haber parteras, curanderos de prestigio, ancianos y abogados, aprueba cada mes las solicitudes. Combo explica que la intención del Gobierno no es imponer métodos a los supuestos sanadores, pero sí colaborar con ellos en el control de la calidad, por ejemplo, asegurando que todas las plantas que utilizan como medicamentos cumplen los mismos estándares.
El funcionario añade que un grupo organizado por la oficina de registradores pone en contacto a los médicos con los curanderos para darles formación sobre determinadas enfermedades como la hipertensión o la diabetes, o sobre el embarazo. Los mgangas comparten con los facultativos información referente a las estadísticas y las necesidades de los pacientes.
Espíritus sobrenaturales
Algunos sanadores utilizan hierbas; otros, textos del Corán, el libro sagrado de los musulmanes. La mayoría emplean ambas cosas. La creencia en los espíritus sobrenaturales, como los djinns, desempeña un papel importante. Haji Mrisho es uno de los médicos tradicionales que se dedica principalmente a dar bendiciones a las embarazadas para evitar que sus bebés sean poseídos por estos genios. También los hay que leen el Corán para expulsar a los djinns, a los que se culpa de muchas enfermedades. Es el caso de los jeques de la clínica naturópata Shifaa. Mwanahija Mzee usa una combinación de masajes, medicamentos elaborados a base de raíces, hierbas y hojas, y versículos coránicos, a veces escritos en un plato con colorante alimentario rojo. El plato se enjuaga, y el agua se bebe como parte del tratamiento médico.
Algunos pacientes, como Fatma Hamad, afirman que se fían más de los curanderos que de los hospitales públicos saturados de usuarios y faltos de fondos, en los que muchas personas tienen la sensación de que sus enfermedades no reciben el tratamiento adecuado.
Fatawi Haji Hafidh, director de la clínica Makunduchi, el segundo hospital público más grande de la isla principal de Zanzíbar, reconoce que es posible que los médicos y las enfermeras, sobrecargados de trabajo, no dispongan de equipo diagnóstico o no tengan tiempo para visitar a los pacientes. Estos, por su parte, a veces no se pueden permitir las medicinas que les han recetado, o dejan de tomarlas antes de tiempo, lo cual provoca recaídas y aumenta su desconfianza en los servicios sanitarios oficiales.
Muchos creen, sencillamente, que el problema son los djinns. Fatma Hamad llevó a su hija de dos años al hospital cuando se le paralizó una pierna durante un episodio de fiebre alta. El hospital no consiguió averiguar cuál era el problema utilizando rayos X, así que recomendó a la madre que buscase un curandero. Mwanahija Mzee empezó a dar masajes a la niña, y después de unas cuantas sesiones, la movilidad mejoró. Hamad considera que esto demuestra que la enfermedad era consecuencia de una posesión. “Ha tenido que ser un djinn, como me dijo Bi Mwanhija”, concluye.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/18/planeta_futuro/1568805303_086009.html
Argentina: Los wichí ya tienen su vademécum
Muchas de las sustancias que se extraen de las plantas y tradicionalmente componen la farmacopea wichí también forman parte de la medicina oficial. Esta situación permite advertir, entre otras cosas, que la ciencia no es la única manera de producir conocimientos. Ni siquiera es la más antigua. En la actualidad, los wichís viven en comunidades distribuidas por Salta, Chaco, Formosa y el sudeste boliviano. Son aproximadamente 55 mil personas que habitan pueblos y aldeas, y establecen estrechas relaciones con la naturaleza. Un entorno de bosques nativos que, por el avance de la frontera agrícola y la presencia de grupos privados concentrados, se encuentra en peligro. Suárez es docente de la UBA (Facultad de Exactas y Naturales) e investigadora del Conicet en el Instituto de Micología y Botánica. Visita la región desde hace más de diez años y, entre otras cosas, confeccionó un extenso catálogo de usos y aplicaciones de plantas medicinales. Especies que son empleadas para bajar la fiebre, solucionar problemas digestivos y respiratorios, así como también para aliviar dolores menstruales. Un repertorio extenso de usos que exhibe cómo los conocimientos ancestrales se reciclan a través de las generaciones y, aunque podrían complementarse, se colocan en tensión con la ciencia moderna.
–¿Qué es la etnobiología?
–Es una disciplina científica que estudia la relación entre un determinado grupo humano y su cultura respecto de su entorno natural. Nos preocupa conocer cómo los wichís utilizan, manejan, clasifican y se vinculan con todos los seres vivos que conforman el contexto en el cual se asientan.
–Desde este abordaje, logró diseñar un catálogo de plantas medicinales con un repertorio de usos muy extenso.
–Los fármacos que nosotros utilizamos, producidos a gran escala por las farmacéuticas, históricamente se basaron en los principios activos y las sustancias que provienen de las plantas. Para comprender el inventario en toda su complejidad, contemplar las especies y los usos que las comunidades les otorgan, es fundamental conocer el contexto cultural en el que se realiza esta investigación. También hay que considerar que es humanamente imposible hacer un relevamiento de todas las comunidades wichí; este vademécum solo registra las plantas en algunos sectores. Lo más fructífero es que en el trabajo realizado se cruzan dos sistemas de conocimientos muy distintos: el empírico, académico y occidental por un lado y el wichí por el otro.
–¿Y cómo conviven?
–Aunque muchas plantas ya fueron estudiadas y su eficacia medicinal fue comprobada; no todos los usos que desarrollan los wichís tienen valor para la ciencia académica. No todos pasarían el escáner de los exámenes fitoquímicos y farmacobotánicos. Se suele concebir a los saberes populares y a la ciencia moderna como dos universos paralelos que se repelen. Desde mi perspectiva, no son excluyentes, de hecho, deberíamos considerarlos en su conjunto para desarrollar perspectivas más complejas y que se ajusten más a la realidad de los pueblos. Incluso, pienso que eso daría lugar a la creación de una medicina más holística que no se concentre solo en el cuerpo y en los aspectos biológicos, porque las personas no somos solo eso.
–Los conocimientos medicinales de los wichí provienen de saberes ancestrales, recetas que se transmitieron de generación en generación. Según su trabajo, ¿hay más o menos plantas medicinales que en el pasado?
–Lo que pude advertir, en la misma línea que otros equipos que trabajan el tema, es que originalmente las especies empleadas con fines medicinales no habrían sido demasiadas. Por el contrario, la cantidad se fue acrecentando por dos motivos: las transformaciones epidemiológicas y sanitarias de la zona, así como también por las modificaciones en las prácticas chamánicas. Hoy no hay tantos chamanes como antes porque han caído en descrédito y perdieron cierta autoridad que tenían en tiempos pretéritos. Para los wichí, cuando ocurren las “enfermedades verdaderas” –son aquellas en las que “el alma se va del cuerpo”– las plantas medicinales no alcanzan porque también se requiere de una cura espiritual. Antiguamente la escena era dominada exclusivamente por los chamanes y hoy es compartida por pastores de las iglesias cercanas, curanderos criollos pero también por médicos del sistema formal de salud.
–Un sistema formal de salud que no brinda muchas respuestas a los habitantes de la región.
–En algunos casos, incluso, las comunidades están muy aisladas y no tienen medios de transporte. La salida más rápida ante la falta de soluciones por parte del Estado es resolverlo de la manera más sencilla posible. Si alguien se lastima un pie, resulta ilógico trasladarse cuarenta kilómetros para una situación que puede mejorarse de manera sustancial con una planta.
–¿Qué plantas han demostrado ser eficaces?
–La tusca es un árbol muy conocido en todo el Chaco y contiene muchísimas propiedades. Es empleada como antiséptico y favorece los tratamientos de problemas en la piel: lastimaduras, sarpullidos, sarna. Por otro lado, el té de Chañar contiene facultades expectorantes que alivian la tos y la congestión nasal. Yo misma las probé y funcionan perfectamente, solo que hay que tener el conocimiento preciso respecto de qué hoja y qué corteza es necesario recolectar.
–¿Cómo es la experiencia de convivir con los wichí?
–Desde 2004 visito comunidades del chaco salteño. Viajo entre dos y tres veces al año y convivo con ellos en los pueblos pero también en las aldeas. Como la actividad es interdisciplinaria, se emplean métodos de la biología y de la antropología. Realizo un trabajo de campo que posee un fuerte componente etnográfico, es decir, involucra observación participante y también entrevistas abiertas con los habitantes del lugar. Durante meses los acompaño en todas las actividades cotidianas que realizan. Pienso que solo de esta manera se puede comprender cabalmente cuál es el rol de las plantas en su contexto cultural.
–¿Desde un comienzo se sintieron cómodos con su presencia?
–Al principio les resultaba extraño pero luego nos acostumbramos y entramos en confianza. Lo primero que hago es explicar los objetivos de mi trabajo y para qué pretendo utilizar la información. En la actualidad, la comunidad es mi segunda casa, me siento muy cómoda, pero las experiencias varían de acuerdo a los momentos. En algunos lapsos me toca dormir en una habitación que gentilmente me prestan y en otros debo acampar, y ello representa una aventura agradable. Cuando comencé iba sola, después fui con mi pareja y ahora también voy con mis hijos. Los wichís tienen caciques (jefes tradicionales), figuras ejecutivas (“presidentes”, en general jóvenes que tiene vínculos con la sociedad criolla) y un consejo de ancianos, pero todas las decisiones se toman de manera consensuada. En general, los porteños tienen una imagen muy pobre del Chaco argentino, pero más allá de las deficiencias y de todos los problemas estructurales que las familias afrontan, se vive distinto. Los niños wichí sonríen todo el tiempo, son felices. La principal amenaza la constituye el deterioro de los bosques y los grupos privados.
–¿Avance de la frontera agrícola?
–La pérdida de territorios por parte de las comunidades indígenas pone en peligro sus plantas medicinales, pero también su cultura y el desarrollo de sus propias vidas. Desafortunadamente, se privilegia un modelo agroindustrial que produce desmontes, altera los ecosistemas y contamina el paisaje de agrotóxicos.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/186352-los-wichi-ya-tienen-su-vademecum
Una universidad de Estados Unidos otorgará la licenciatura en marihuana
América del norte/Estados Unidos/28 Octubre 2017/Fuente: Clarín
La Universidad del Norte de Michigan agregó a su oferta de carreras universitarias un título de químico especializado en plantas medicinales para sumarse al negocio de la marihuana legal.
La Universidad del Norte de Michigan ha agregado a su oferta de carreras universitarias un título de químico especializado en plantas medicinales para los interesados en sumarse al creciente negocio de la marihuana legal.
El año pasado las ventas en Estados Unidos de cannabis legal, tanto para uso medicinal como recreativo, ascendieron a 6.800 millones de dólares y para el año 2021 pueden llegar a 21.600 millones de dólares, de acuerdo con Arcview Market Research, una empresa que hace el seguimiento de esta industria.
Ante esta realidad la universidad estatal del Norte de Michigan, ubicada en la ciudad de Marquette, decidió crear el primer programa de su tipo en el mundo académico estadounidense.
Por ahora, son doce los alumnos que han iniciado estos estudios de cuatro años.
«El estigma asociado con el cannabis está desapareciendo rápidamente, es el momento de aprovechar el incremento del negocio y de preparar a técnicos especializados para una industria multimillonaria», señaló Brandon Canfield, profesor de química analítica y ambiental y de quien partió la idea de la carrera.
Canfield aclaró que el programa tiene poco de recreativo, a pesar de que la marihuana suele asociarse con diversión.
Los alumnos estudian un currículo muy duro con materias relacionadas con la química orgánica, la fisiología de las plantas, los suelos, botánica y geografía, biología celular y molecular, genética, flora boreal y equilibrio químico, con una introducción a finanzas, administración financiera y mercadotecnia.
«Para tener éxito, los estudiantes van a tener que ser muy dedicados y motivados», declaró
«No es un programa fácil. En realidad es un programa intenso de química y biología», agregó el profesor.
La página web de la Universidad del Norte de Michigan que promociona la carrera.
Michigan y otros 28 estados han legalizado el uso medicinal de la marihuana y en otros ocho estados y el Distrito de Columbia, el uso de pequeñas cantidades de cannabis es legal en los adultos.
En California está previsto que comiencen a funcionar dispensarios de marihuana recreativa a comienzos del próximo año, una actividad que podría ser replicada a nivel nacional si su implementación se realiza sin problemas.
La universidad comenzó a publicitar el nuevo programa en marzo y comenzó los cursos con 12 estudiantes, que se espera irán aumentando con el tiempo.
Para disipar cualquier duda o expectativa infundada, los candidatos fueron informados de que la idea era graduar químicos especializados en la extracción de ingredientes activos de plantas medicinales, incluyendo cannabis.
En la descripción del programa se aclara que los estudiantes y profesores no plantan marihuana, solamente utilizan muestras en el laboratorio y no realizan pruebas para la industria.
El año pasado las ventas en Estados Unidos de cannabis legal, tanto para uso medicinal como recreativo, ascendieron a 6.800 millones de dólares y para el año 2021 pueden llegar a 21.600 millones de dólares.
«No es un título sobre producción, efectos o aplicación medicinal del cannabis», subrayó el vicepresidente de mercadotecnia de la universidad, Derek Hall.
El exceso de precauciones es necesario porque algunos postulantes, como Alex Roth, quien fue uno de los primeros en inscribirse, fueron atraídos a la universidad por la idea de estudiar una carrera que puede resultar muy productiva y al mismo tiempo «pasarla bien», como declaró al Detroit Free Pressde Michigan.
Pero ahora este joven de 19 años piensa graduarse para contribuir con la «medicina legítima que ayuda a la gente», como el aceite de cannabis que utiliza con éxito una amiga para combatir las convulsiones que sufre su hija de dos años.
En otras instituciones de educación superior de Estados Unidos, como Harvard, Denver University, Vanderbilt University y Ohio State University, se ofrecen cursos sobre política e implicaciones legales de la marihuana, pero no licenciaturas.
La Universidad ya tiene anotados 12 alumnos en la carrera.
También se ofrecen en California certificados relacionados con la marihuana en centros llamados Cannabis College y Humboldt Cannabis College.
Nevada fue el último estado en legalizar la marihuana para uso recreativo.
El pasado 7 de julio, solo siete días después de que entrará en vigor la legalización, la Asociación de Dispensarios de Marihuana de Nevada calculó que durante los primeros 4 días se vendieron entre 3 y 5 millones de dólares del producto.
Al mismo tiempo un estudio de la Universidad de Michigan reveló que el 39% de los estudiantes universitarios en Estados Unidos entrevistados en 2016 dijo haber consumido marihuana en los últimos 12 meses, el porcentaje más alto de las últimas tres décadas.
Imagen: http://www.webconsultas.com/sites/default/files/styles/encabezado_articulo/public/temas/marihuana_0.jpg?itok=OLBFGv5e
Fuente: https://www.clarin.com/mundo/universidad-unidos-otorgara-licenciatura-marihuana_0_SktC-51RW.html