Page 15 of 227
1 13 14 15 16 17 227

Argentina: Obra pública feminista

América del Sur/Argentina/14-08-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Con perspectiva de género, Argentina pretende reducir la brecha mediante la obra pública e incluir a la mujer en el ciclo productivo.

Redacción BUENOS AIRES

Paridad laboral y proyectos para el cuidado de los derechos de las mujeres y la infancia, son el eje del nuevo paquete de obra pública que ofrece el presidente de Argentina, Alberto Fernández.

La cartera de Obras Públicas está elaborando un Manual para la Gestión de la Obra Pública con Perspectiva de Género, en el que se abordarán recomendaciones y «buenas prácticas» para los Gobiernos y los contratistas.

Más mujeres en la construcción

Garantizar la participación de las áreas de género locales en la ejecución de proyectos para revertir «la alta e histórica preponderancia masculina en el sector de la construcción», anunció el gobierno.

El ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, junto al de Obras Públicas, construirá Centros Territoriales de Políticas de Género en dos municipios por 1,23 millones de dólares, además de tres Centros Integrales para la Mujer, en distintas provincias del interior.

Reducir la desigualdad

La ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, destacó que el Gobierno haya decidido «transversalizar las políticas de género para reducir la brecha de la desigualdad, que debe estar presente en cada una de las políticas públicas”.

«La obra pública además de una política para fomentar el crecimiento económico y la creación de empleo, debe ser una herramienta para reducir esas brechas de desigualdad que existen», agregó. EFE

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102324803/obra-publica-feminista

Comparte este contenido:

Educación en América Latina: la hora de los gobiernos locales

Por: Otto Granados

Seguir avanzando en el ámbito escolar en la región requiere abrirse a nuevos mecanismos y experimentar para hacer más participativas las decisiones, comprender mejor las necesidades de las diversas geografías y gestionar de manera más eficaz la profesionalización de los docentes

En las últimas décadas, diversos países de América Latina y el Caribe (ALC) han emprendido reformas educativas de carácter sistémico y estructural orientadas a la calidad. Desde que en el siglo pasado se ejecutaron políticas públicas destinadas a satisfacer las necesidades básicas de alfabetización, infraestructura y escolaridad, llamadas también “reformas de acceso”, se han registrado avances que, en pleno siglo XXI, deben ser profundizados para que la educación de calidad sea una palanca de la mayor relevancia para el crecimiento, la innovación y la productividad de las economías de la región. Esto supone abrirse a nuevos mecanismos y experimentos sobre cómo hacer más participativas las decisiones educativas a nivel local, cómo comprender mejor las necesidades de las diversas geografías, cómo liderar con éxito una escuela y cómo gestionar de manera más eficaz la profesionalización de los docentes. O, dicho de otra forma, la conducción nacional ¿sigue siendo funcional para operar instituciones y políticas educativas con la suficiente flexibilidad y capacidad de adaptación para desempeñar su papel en entornos locales cambiantes e impredecibles? Parece que no.

Los procesos de descentralización o regionalización en diversos campos se volvieron algo más o menos común en ALC. En países con sistemas federales muy arraigados históricamente, regímenes políticos presidencialistas, burocracias centralizadas y una diversidad geográfica, cultural, étnica y lingüística particularmente compleja y persistente, la descentralización de la educación constituyó, hasta entonces, el hecho más significativo. La combinación de diversos instrumentos dio por resultado progresos en materia de provisión del servicio, cobertura e infraestructura escolar, pero también una concentración del poder político y presupuestario y, por supuesto, de las decisiones en diversos capítulos de la política educativa.

Con la apertura económica y la modernización del Estado, entre otras cosas, los países se dieron cuenta de que en las reformas de acceso lo relevante era la cobertura y no la calidad, y emprendieron procesos de descentralización educativa hacia los niveles subnacionales de gobierno considerando, por un lado, hacer copartícipes a los gobiernos locales de esta responsabilidad y, por otro, para llevar el hecho educativo más cerca de las comunidades donde éste se produce.

Sería inexacto, sin embargo, atribuir exclusivamente a la centralización los rezagos educativos, pues nadie discute sus resortes fundacionales, pero es evidente que algunos de ellos no se explican sin sus excesos: la presencia férrea de un sistema que ahogó casi por completo la creatividad de los actores locales del proceso educativo, produjo distorsiones muy serias en la asignación de recursos financieros, procreó una pesada burocracia y tejió inevitablemente un andamiaje corporativo, y en muchos casos corrupto, con los sindicatos, que en varios países de ALC llevó a la colonización de los propios ministerios de Educación y, por tanto, de la formulación y ejecución de muchas decisiones.

Intereses creados

La cantidad de intereses creados en torno a esa estructura reflejan también, por otro lado, las enormes resistencias para digerir la descentralización, las variadas formas de implementarla, los resultados heterogéneos y, sobre todo, el escepticismo e incluso la relativa oposición con que fue recibida por las autoridades subnacionales así como la carencia de una política explícita para desarrollar capacidades a nivel local para gestionar esta responsabilidad mayúscula. Más aún: quizá con excepciones, los Gobiernos centrales se reservaron el control del presupuesto educativo nacional, la relación política con los sindicatos y las políticas de ingreso, promoción y permanencia de los docentes, lo cual explica que normalmente hicieran poco por impulsar reformas sistémicas.

Hubo otros dos elementos que inhibieron el pleno arraigo de la descentralización: la falta de un verdadero compromiso político de los Gobiernos subnacionales para hacerse cargo del servicio educativo con todo lo que ello implica, y el riesgo de que el proceso mismo, que ha tenido sin duda avances, reprodujera a nivel local las malas prácticas nacionales. Las razones son varias pero destaca que los incentivos más importantes en favor de la descentralización, entre ellos redistribuir el poder, aumentar la eficiencia del servicio y mejorar los aprendizajes, entraron en conflicto directo con los intereses políticos de los Gobiernos centrales y locales y de otros agentes opuestos al cambio. De hecho, en algunos países, parecen estar resurgiendo tendencias hacia la recentralización de la gestión educativa.

En suma, ¿cómo evitar desandar el camino o, en otras palabras, cómo formular y ejecutar procesos de segunda generación que aprovechen los progresos logrados, empoderen a los actores locales y desarrollen nuevas capacidades para gestionar la educación? Se trata, en concreto, de discutir un nuevo y amplio arreglo descentralizador en materia educativa.

Desarrollo sostenible

El primer aspecto tiene que ver con el papel de los gobiernos locales. Hasta antes de la descentralización, los estados habían rehuido asumir la función educativa pues ésta era, a juicio de sus dirigentes, una fuente de problemas más que un abanico de oportunidades. La descentralización ha obligado a los líderes locales a aceptar, por lo menos en teoría, que la educación es fundamental para un desarrollo sostenible e integral de sus comunidades y regiones, que el impulso a otros sectores, como la economía y la industria, se retroalimentan positivamente de los avances educativos, que es viable encarar los problemas de distribución del ingreso mediante una buena oferta educativa de calidad, y que incluso, en el mediano plazo, la educación puede ser también una buena inversión política. Sin embargo, en la heterogeneidad geográfica, cultural y política de países como México, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia o Colombia, por ejemplo, este es un escenario todavía frágil en las provincias, departamentos o estados.

En segundo término, los padres de familia, los organismos intermedios o los gremios empresariales han empezado a interesarse más vivamente en la educación. Sin llegar todavía a mecanismos vinculantes de carácter institucional y permanente, se percibe, en algunas regiones de ALC, un mayor sentido crítico del desempeño de los profesores y las escuelas, pero aún subsisten prácticas de manipulación de padres de familia por parte de directivos escolares y sindicales, especialmente para apoyar reclamos salariales.

En tercer lugar, administrar localmente el sistema educativo hace factible introducir innovaciones que, con estructuras excesivamente centralizadas, es casi imposible. Planear por ejemplo nuevos diseños para la infraestructura escolar; experimentar con contenidos curriculares adaptados al espacio local o adoptados directamente de buenas prácticas internacionales; formular programas de actualización para maestros distintos y más audaces a los de carácter central; aprovechar más eficientemente los recursos financieros, entre otras acciones, son posibles cuando las autoridades locales cuentan con un adecuado espacio institucional, presupuestario y político para instrumentarlas, en estrecha cercanía con su propia comunidad educativa.

Un nuevo arreglo

Un nuevo arreglo debiera incentivar a los Gobiernos subnacionales a destinar mayores recursos propios para la educación y a presionar por nuevas fórmulas de asignación. Como las transferencias centrales tienen una estructura muy rígida y son limitadas o incluso discrecionales, los Gobiernos interesados en la educación y decididos a introducir proyectos innovadores, con altas tasas de retorno para la economía local, deben ir explorando fórmulas fiscales imaginativas (destinar parte de los impuestos locales como el de la propiedad o del impuesto al valor agregado a educación), mayor participación privada en la gestión de escuelas públicas, emisión de papel en mercados bursátiles etiquetado a financiamiento educativo, o integración de fondos nacionales que premien a las regiones con mejor desempeño educativo, de manera que pueda irse creando un sistema de incentivos diferenciados y competitivos que combinen virtuosamente cobertura, calidad e inclusión.

A medio plazo, un arreglo de este tipo obligará a los Gobiernos nacionales a profundizar programas compensatorios para determinados Estados o regiones, pues el éxito de unos y el fracaso de otros muy probablemente tenderá a acentuar disparidades y desequilibrios. De otra manera, las regiones que mejor funcionen van a seguir produciendo un capital humano de alta calidad, van a tener un mejor desempeño económico, indicadores sociales más balanceados e ingreso per cápita más alto, en oposición a los que exhiban mayor atraso y que, por ende, no lograrán salir del círculo vicioso y estarán más cerca de ser estados fallidos, como de hecho ya sucede en algunos países. Pero esto supone una oportunidad también para los ministerios nacionales porque podrán concentrar mucho mejor sus energías y recursos en las áreas que más los necesiten, y dejar que el resto desarrolle más capacidades propias y vaya entrando a la edad adulta en la gestión de los sistemas educativos.

Finalmente, será inevitable una reforma que deje a los ministerios nacionales de Educación única y exclusivamente con atribuciones normativas, transfiera más competencias a las regiones, y encuentre fórmulas para aislarlos de los ciclos políticos y partidistas, a semejanza de los procesos que orientan en muchos países las políticas monetarias, comerciales o de competencia, por ejemplo, de tal manera que aseguren razonablemente la continuidad de los líderes, las políticas y las reformas educativas a mediano y largo plazo, más allá de los períodos de gobierno.

Todo parece sugerir, en suma, que en materia educativa ha llegado una nueva hora para los gobiernos locales.

Fuente: https://elpais.com/educacion/2020-07-13/educacion-en-america-latina-la-hora-de-los-gobiernos-locales.html

Comparte este contenido:

Por la conformación de un nuevo pacto educativo

Por: Miguel Ángel Pérez

En la historia reciente de la educación en nuestro país, se han generado reformas, pactos, acuerdos, alianzas por la calidad, planes nacionales o sectoriales etc., todos ellos tienen como finalidad la de traducirse en política pública en educación para un periodo de tiempo determinado y con contenidos y aspiraciones también determinadas.

 Aunque si nos detenemos un poco y miramos un poco más de cerca, cómo se gestan y tienen su curso de acción las distintas propuestas de reforma (le llamaremos así genéricamente), es posible darnos cuenta de que realmente viene siendo una alianza del grupo en el poder con los grupos o las agencias cercanas o afines a dicha postura, incluso se invita a los contrincantes políticos, pero con la convicción de que estén de acuerdo en los contenidos de que se les propone.

Toda iniciativa de reforma (aunque se diga lo contrario) es de carácter coyuntural y muchas veces remedial, su plazo de gestión no va más allá de los cinco o seis años (con excepción del Plan de Once años que trascendió los sexenios entre Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz). De ahí cada seis años en educación “se descubre el hilo negro y se inventa el agua tibia”. Y junto a ello los que estaban mal era los del sexenio anterior “los emisarios del pasado” como les llamó Luis Echeverría”.

Así las cosas, el cual actual gobierno le llama Acuerdo por la educación a su propuesta y en el corazón aparece la propuesta educativa de la Nueva Escuela Mexicana (nombre muy poco creativo). Sus aspiraciones no son radicales, en cuanto a los contenidos, pero si ambiciosas en cuanto a los grupos y sectores sociales involucrados, (grupos empresariales, sindicales, representantes magisteriales, colegios de profesionistas). A la actual propuesta de desarrollo educativo le preocupa más, con quien negociarla por encima de que los contenidos programáticos, los fines y las aspiraciones educativas de la misma.

La Nueva Escuela Mexicana y el Gran Acuerdo por la Educación en México caminan despacio, además no ha sido fácil desmantelar todos los excesos de lo que representó la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, de supeditar todo lo que implique la tarea educativa, la evaluación y lo que diga la OCDE, en ese orden.

Bajo este contexto en donde prevalece el inmovilismo y la parálisis institucional, se antoja más pensar en un nuevo acuerdo o en un pacto educativo que inaugure no sólo el método para generar consensos, sino los contenidos del mismo.

De entrada, se requiere tener una mirada con una perspectiva estratégica que se proyecte más allá de los seis años de una administración de gobierno como sucede en nuestro país. Y el otro punto es acerca de los actores sociales y políticos que firman dicho pacto. Hasta ahora (y este gobierno no ha sido la excepción) los acuerdos educativos se negocian de manera cupular con distintas instancias en cuya intención se trata de que dicho acuerdo siga adelante.

En la coyuntura actual es importante involucrar a nuevos actores que tradicionalmente han estado silenciados, marginados y excluidos de los acuerdos políticos trascendentales del campo educativo y no me refiero a la CNTE y a los grupos cercanos de la Cuarta Transformación (la 4T) que en los últimos meses han conseguido amplios espacios de interlocución con las instancias del poder, me refiero a colectivos y grupos magisteriales que trabajan en redes o en agrupamientos, pero bajo rasgos de clara marginalidad, las asociaciones de padres de familia democráticas que no dependen de los grupos corporativos de derecha que dicen representar a la totalidad de padres de familia en México y los grupos de jóvenes, que han demostrado que la educación en nuestro país debe transformarse radicalmente de cara a construir un modelo educativo diferente.

Los anteriores son solo algunos ejemplos de los nuevos actores que deberán incluirse en un pacto inaugural educativo, de cara a la sociedad y al futuro. Hoy la pandemia nos ha enseñado a mesurar las propuestas, a plantearlas con mayor rigor y aquí me refiero y a buscar formas de interlocución con nuevos actores, en alianzas también inéditas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/por-la-conformacion-de-un-nuevo-pacto-educativo/

Comparte este contenido:

Gobierno colombiano: el gran homicida de la educación

Por: Kevin Alzate Mesa.

Estudiantes sin acceso a la educación, a la tecnología y al internet y un gobierno nacional que pacta políticas públicas en pro de la defensa bancaria.

La educación en Colombia ha tenido retrasos en el desarrollo de los estudiantes debido a su mal funcionamiento desde el sistema. Iniciando en el periodo de la presidencia de Pastrana, viene cometiendo sistemáticamente homicidios contra el intelecto de un niño, niña, adolescente o joven, interponiendo un sistema educativo nuevo el cual lo único que ha traído son miserias para el sentido crítico, pero riqueza para las empresas privadas y los gobiernos anacrónicos.

Para nadie es un secreto que con la llegada de la pandemia todos los sectores sociales del país han decaído y, se han tenido que transformar a la virtualidad para poder seguir desarrollando sus actividades. Cada sector ha tenido un nivel de decaída y sufrimiento; pero me atrevería a decir que la educación es el más perjudicado, trayendo consigo una plaga de percances que matan el proceso cognitivo e intelectual de nuestros estudiantes.

El gobierno nacional no ha dado una cara de alivio para ellos, pues era de esperarse que el presidente Iván Duque prevaleciera su “economía Naranja” ante cualquier proyecto o línea gubernamental. Estudiantes universitarios hoy claman al gobierno nacional que otorgue beneficios como la “matrícula cero” y hasta hoy no ha tenido los pronunciamientos necesarios para solventar la trágica problemática de la deserción estudiantil. Líderes estudiantiles, juveniles, sindicalistas, profesores y hasta algunos decanos han alzado su voz para promover este movimiento y hacer ver al gobierno la importancia de la gratuidad, que gracias a la COVID-19, es que nos damos cuenta la necesidad e importancia de una educación gratuita y de calidad.

Ejemplos que han dado gobernantes como el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, al otorgar el beneficio de “matrícula cero” y beneficiando a 24 mil estudiantes de las tres IES del municipio (ITM, Pascual Bravo, Colegio Mayor).

Ahora bien, tanto para los estudiantes de las Instituciones de Educación Superior como para los estudiantes de Instituciones Educativas ha traído una nueva brecha social. Lamentablemente en Colombia solo podrá estudiar el que tenga un computador, un celular y acceso a internet. Se imposibilita el acceso a la educación para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que no presenten ningún acceso tecnológico y, faltando a uno de los principales derechos fundamentales el cual es el derecho a la educación. El gobierno nacional desde el ministerio TIC y el ministerio de Educación ha presentado ideas y hasta salidas en falso intentando atacar la problemática del acceso a la educación, pero no escuchan a los estudiantes ni les presta atención a los líderes estudiantiles que viven de cerca la brecha social del acceso al internet y al cómputo.

Es así, como vivimos el mayor homicidio cognitivo e intelectual.

Fuente del articulo: https://alponiente.com/gobierno-colombiano-el-gran-homicida-de-la-educacion/

Comparte este contenido:

La investigación educativa y la importancia de producir y circular nuevos conocimientos

Por:  Miguel Ángel Pérez

El efecto Covid se ha convertido en un verdadero parteaguas social y educativo en nuestra sociedad, de tal manera que hoy estamos ante una serie de cambios en el sistema que van desde modificaciones a la agenda pública y de gobierno, a las nuevas condiciones de operación del propio sistema hasta llegar a esta forma inédita de vincular al sistema bajo un formato virtual con la sociedad.

En educación el funcionamiento del sistema se integra de tres grandes componentes (hay más, pero se pueden distinguir a esos tres de manera esquemática). Un componente operativo que es el que da lugar a todo el despliegue funcional, penado en atender educativamente a todos los niños, niñas, jóvenes y personas que demanden atención educativa; un componente investigativo que tiene que ver con las tareas de conocer lo que se hace y las necesidades de conocimiento que se desprenden de ello y un componente de gestión, que tiene que ver con la adquisición y manejo de recursos, con la optimización de los mismos con presupuestar y abaratar costos y en síntesis con adquirir todo lo que se requiere para que el sistema siga funcionando. Algunos otros componentes están relacionados con la vinculación de los distintos subsistemas, para que dicha relación sea cordial y armoniosa y con la conformación de nuevo cuadros para que se hagan cargo de hacer funcionar el propio sistema, en cuanto a formar a docentes, directivos, asesores técnicos, gestores, etc.

En todo ello, el sistema por tradición solo se había preocupado en atender la parte operativa, es decir lo que tenía que ver con su funcionamiento. De esta manera se construían escuelas en cierto lugar, se habilitaba mobiliario, se enviaban docentes y un directivo, y se ponía a trabajar; hoy las nuevas condiciones de operación se han traducido en nuevas condiciones de conocimiento.

La investigación educativa es una tarea de cierto compromiso académico riguroso, pensada en responder a las preguntas que se generan con el funcionamiento del propio sistema y que están relacionadas con el conocimiento del mismo: explicar, describir, valorar, entender, proponer, mejorar, etc. son algunos verbos vinculados con la generación de conocimientos. Tradicionalmente las tareas operativas y de investigación, estaban distanciadas, escindidas, y la vinculación entre ambas era prácticamente inexistente.

Hoy más que nunca se hace especialmente necesario la tarea de investigación, con la finalidad de poder plantear y ordenar las preguntas del presente (en la era de la pandemia y del coronavirus) para darles respuesta de manera ordenada y sistemática.

La investigación está relacionada con la generación y producción de conocimientos, dichos conocimientos pasan por una agenda en la cual se conjuga una racionalidad colaborativa entre los intereses de los investigadores, las necesidades de las agencias de gobierno en cuanto a la confección y diseño de políticas públicas y las necesidades de la sociedad.

En todo ello, hoy en día reconocemos que hay necesidades emergentes de atención y de conocimiento producto de los cambios profundos y complejos que ha generado la pandemia por el coronavirus. El sistema educativo deberá modificar las estructuras y su funcionamiento de todos los días, hoy se requiere conocer más acerca de lo que ignoramos, para funcionar mejor, ¿Cómo hacerlo? Lo primero es que se requiere disposición de los órganos de gobierno, pero también disposición de los grupos académicos encargados de la tarea de generar nuevos conocimientos.

Es importante que cada escuela, cada centro de trabajo ligado con el componente educativo se conozca mejor desde su interior, es por ello que los colectivos docentes concebidos como comunidades de práctica, se hagan preguntas no sólo pensadas para operar mejor o para mejorar sus indicadores sobre los cuales están obligados a actuar, sino también preguntas vinculadas con la investigación es decir con el conocimiento. Y aquí se vincula todo el saber, para generar preguntas que nos lleven a cumplir con los tres componentes del sistema:

  • Mejorar las condiciones de operación, ser más eficientes, más efectivos y realizar el servicio de la mejor calidad.
  • Tener un mayor y mejor conocimiento de las condiciones de atención en las que se realiza la tarea educativa. Y
  • Conseguir todos los recursos necesarios para cumplir con las dos tareas anteriores.

De esta manera y a partir de la racionalidad anterior, la tarea de la investigación ya no sería de iluminados, sino de todo sujeto o agente que este verdaderamente preocupado o preocupada por entender de la mejor manera lo que nos está pasando y cómo, todo ello está íntimamente vinculado con los cambios que se están generando en la esfera gobierno, y en una sociedad que paradójicamente aún en la parálisis social se sigue moviendo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-investigacion-educativa-y-la-importancia-de-producir-y-circular-nuevos-conocimientos/

Comparte este contenido:

Confianza y educación

 Manuel Alberto Navarro Weckmann

 

En días pasados se dio a conocer, por parte del gobierno federal, de la emisión del Programa Sectorial de Educación (PSE) 2020 – 2024, en el que se dan a conocer, tanto el diagnóstico, como las prioridades de la administración gubernamental en dicho sector.

La propuesta, parte de tres premisas básicas, ciertas a mi juicio, y que coinciden con la perspectiva en general del gobierno para implementar las políticas públicas en otras áreas de la administración pública como son: la corrupción, la corrección de un crecimiento económico que sólo ha beneficiado a pocas personas, el combate a las condiciones socioeconómicas de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y la reconstrucción del tejido social.

En este sentido, se establece que la finalidad del PSE 2020-2024 es contribuir a un nuevo modelo de desarrollo basado en el bienestar de las personas, a partir de garantizar el disfrute pleno del derecho a la educación como catalizador para el logro de un desarrollo nacional sostenible, el cual intenta dar respuesta a los seis problemas públicos que identifica que se pueden resumir como: falta de oportunidades educativas, equitativas e inclusivas; falta de una educación de calidad para las y los estudiantes; falta de reconocimiento, formación y apoyo para el personal docente y directivo; la carencia de entornos favorables de las instituciones; el sedentarismo y falta de cultura física desde la primera infancia y la verticalidad y desarticulación de las decisiones públicas en materia educativa.

Como suele ser en los ejercicios de planeación estratégica de este tipo, a cada una de las problemáticas identificadas como fundamentales, se les asigna un Objetivo Prioritario (OP) y de ellos, se desprenden Estrategias Prioritarias (EP) y Acciones Puntuales (AP), dentro de los cuales, me gustaría destacar, por su importancia, lo establecido en el OP 3, que cuenta con 4 EP que se subdividen a su vez en 37 AP, ya que se refieren la formación inicial, la continua, los procesos de selección pertinentes para la admisión, promoción y reconocimiento, así como la evaluación diagnóstica que favorezcan el desarrollo profesional, así como el apoyo para la la gestión del personal docente, directivo y de supervisión en los centros educativos.

En el PSE, se habla entre otros, de temas que han sido poco más que retórica en los últimos años, del fortalecimiento de las escuelas normales, su autonomía de gestión, actualización de sus mallas curriculares, el diseño de un diagnóstico integral de las necesidades del magisterio, un sistema de promoción horizontal real y eficiente, que esperemos se conviertan -ahora si- en realidad.

Sin embargo, en el punto 3.4.7, se habla específicamente de apoyar el fortalecimiento de redes colaborativas de personal docente, directivo y de supervisión que faciliten el intercambio de experiencias en materia de gestión e innovación para la mejora continua de las escuelas, aspecto sin duda interesante, tomando en consideración de que todas las acciones efectuadas en el pasado, se han tomado a partir de la desconfianza, tomando decisiones verticales sobre sus necesidades y sin tomar consideración los saberes docentes y directivos que se construyen precisamente en el servicio y que son fundamentales para el fortalecimiento de la labor que día a día se realiza en los centros educativos.

Fuente: https://profelandia.com/confianza-y-educacion/

Comparte este contenido:

América Latina: Esa irresistible compulsión de mentir

Esa irresistible compulsión de mentir

Atilio Borón

La pandemia exige para su control una fuerte presencia del Estado para proteger a la población, cosa que no se logra cuando la salud y los medicamentos son onerosas mercancías. La experiencia actual refuta los funestos delirios de los mentores intelectuales de Vargas Llosa: Popper, von Hayek, Berlin, Revel y compañía.

Ya nos parecía extraño que Mario Vargas Llosa permaneciera en silencio ante las calamidades de la pandemia. Sobre todo las sufridas en sus dos países, el de origen, Perú, y el de su adopción, España. Allí se refugió después de haber sido repudiado por sus compatriotas  hace hoy exactamente treinta años –un 10 de Junio de 1990- tras su humillante derrota a manos de Alberto Fujimori en la elección presidencial de ese año.

Como era previsible aprovechó la ocasión de esta plaga para dar a conocer otra de sus tantas mentiras que parecen verdades -arte maligno del cual es un refinadísimo cultor- para alabar al gobierno de su amigo Luis Lacalle Pou que, según el escritor,  decidió combatir al COVID-19 apelando a “la responsabilidad de los ciudadanos” y declarando  “que nadie que quisiera salir a la calle o seguir trabajando sería impedido de hacerlo, multado o detenido, y que no habría subida de impuestos, porque la empresa privada jugaría un papel central en la recuperación económica del país luego de la catástrofe.”

Quien lea estas líneas comprobará que su indudable talento como escritor es tan grande como su ignorancia en materia de economía y estadística. También que su resentimiento contra la izquierda exacerba este defecto y lo induce a extraer conclusiones que se desmoronan como un castillo de naipes ante la más suave brisa.

Aplaude el hecho de que en Uruguay sólo se registren 23 muertos a causa del coronavirus, pero insólitamente le atribuye ese mérito a un presidente que asumió pocos días antes del estallido de la pandemia. Su obcecación lo mueve a desconocer que antes de la presidencia de su amigo Lacalle Pou hubo quince años de gobierno del Frente Amplio (al que descalifica por sus “equivocaciones notables en política económica” aunque reconoce que se respetó “la libertad de expresión y las elecciones libres”) durante los cuales la salud pública fue una de las prioridades de la gestión del médico Tabaré Vázquez, durante diez años, así como durante el interregno de José “Pepe” Mujica. Fue esto: la fuerte presencia del estado en el terreno de la sanidad y no las palabras huecas e insulsas de Lacalle Pou lo que protegió al pueblo uruguayo de la pandemia.

A contrapelo de las políticas de la izquierda en Uruguay, en sus patrias de nacimiento y adopción el desastre producido por las ideas que Vargas Llosa publicita con tanto fervor es estremecedor. Con 5 738 muertos el Perú figura en el 21º lugar en la lista de 215 estados y territorios compilados por la Organización Mundial de la Salud.

España ocupa el 6º lugar en el ranking  gracias a las 27 136 víctimas del COVID-19 condenadas por las “políticas de austeridad” de los sucesivos gobiernos neoliberales que asolaron a ese país. Otros gobiernos admirados por el escritor: el de Ecuador con sus 3 690 muertos se coloca en el puesto número 17 mientras que el 19º está reservado para el Brasil de Jair Bolsonaro con un saldo luctuoso de 38 701 muertos.

Pero la medición del impacto de la pandemia y la eficacia de las políticas gubernamentales se muestran de modo más nítido si se controla el número de muertos por millón de habitantes. Bélgica, uno de los portaestandartes de la reacción neoliberal, registra 831 muertos por millón de habitantes y el Reino Unido de su admirado Boris Johnson tiene un índice de 606/millón y un poco más abajo, en el sexto lugar, encontramos a España, con 580 muertos por millón de habitantes. Ecuador con 209, Brasil con 182 y Perú con 174 continúan en el pelotón de la vanguardia.

Como se puede apreciar, todos países con gobiernos fieles a los cánones del neoliberalismo. Mucho más abajo en ese ranking necrológico está el Uruguay, con 7 muertos por millón, una performance notable, sin duda, igual a la que exhibe Japón. Pero mucho más meritorio es que esa misma cifra sea la que tiene Cuba, tan denostada por el hechicero neoliberal. Igual que Uruguay y el Japón pero sin que ninguno de estos dos países sufra la asfixia de un encarnizado bloqueo que se extiende a lo largo de sesenta años, que los maleantes que gobiernan Estados Unidos sólo atinaron a endurecerlo aún más en el medio de la pandemia.

Implacable crítico de Alberto Fernández –“lamentaremos la derrota de Macri”, dijo el escritor poco después de la victoria del candidato del Frente de Todos- y los gobiernos “populistas” de la Argentina, Vargas Llosa debería saber que con sus 717 víctimas de la plaga este país exhibe una tasa de letalidad de 16 muertos por millón de habitantes, muy lejos de los valores que registran España y Perú, inclusive de Estados Unidos con sus 348 por millón.

Y que en el país que gobierna su amigo Sebastián Piñera,  este índice es ocho veces mayor que el de la Argentina. En efecto,  en el más antiguo experimento neoliberal de América Latina y en donde la privatización de la salud ha sido llevada a sus extremos durante casi medio siglo el índice llega a 130 por millón.

Conclusión: la pandemia exige para su control una fuerte presencia del Estado para proteger a la población, cosa que no se logra cuando la salud y los medicamentos son onerosas mercancías. La experiencia actual refuta los funestos delirios de los mentores intelectuales de Vargas Llosa: Popper, von Hayek, Berlin, Revel y compañía, responsables indirectos de políticas que sólo en los Estados Unidos produjeron más de 115 000 muertos. Afiebrados delirios que contrastan con los sobrios números de Cuba, Uruguay, China, Vietnam y Venezuela. Sí, la bloqueada república bolivariana que, como el Uruguay, también tuvo apenas 23 muertos por el COVID-19.

Sólo que cuando se estandardiza esta medida por millón de habitantes la tasa en ese país no alcanza siquiera al 1 por millón, contra el muy plausible 7 del Uruguay.  Pero todas estas cosas las calla el escritor, y no creo que sea porque desconozca algo tan elemental. Ha dado sobradas pruebas de que ignora las complejidades teóricas de la Economía Política y los fundamentos matemáticos de la Estadística. Pero cálculos tan simples como los que hemos expuesto más arriba están al alcance de cualquier persona que conozca las cuatro operaciones básicas de la aritmética.

Me niego a admitir que Vargas Llosa sea incapaz de tan elemental tarea. Pero su fanatismo lo lleva, una y otra vez, a mentir para defender una causa perdida. No parece haber caído en cuenta de que aparte de las cuantiosas pérdidas humanas el COVID-19 hizo algo más: descerrajarle el tiro de gracia al neoliberalismo como fórmula de gobernanza. ¡Game over!

Y si no me cree que por favor se dedique a leer los diarios de la mal llamada “comunidad financiera internacional” (en realidad una tropa de truhanes y bandidos de “cuello blanco”) que allí le explicarán con pelos y señales sus planes para el mundo que amanecerá cuando la pandemia haya sido controlada. Y en ese mundo el neoliberalismo se convirtió en una mala palabra que, si se la pronuncia, se lo hace en voz baja y mirando de reojo a los costados.

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/06/17/esa-irresistible-compulsion-de-mentir/#.XxWr26FKh0w

Comparte este contenido:
Page 15 of 227
1 13 14 15 16 17 227