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¿Cómo empezar la revalorización de los docentes normalistas?

Por: Carlos Aguilar Castillo

Desde que inició el sexenio, una de las mayores improntas del gobierno federal fue la revalorización del magisterio. Se sentenció que era momento de apoyar a las y los docentes y también a quienes estuvieran en formación. Aunque se prometió mejorar las condiciones laborales del personal docente en activo y las condiciones educativas del estudiantado normalista, los hechos dicen más que las promesas. Sin embargo, ¿cómo entender la revalorización del personal docente?, ¿qué acciones lograrían ser clasificadas como propias de una “revalorización”?

Quizá sea ambicioso colocar en la misma categoría a docentes en activo y a estudiantes normalistas para hablar de “revalorización”. A continuación, únicamente se presentan algunas reflexiones sobre la revalorización de la educación normal como una profesión que, con el paso del tiempo, se ha situado en el entrecruce de políticas educativas y recortes presupuestales. Como se ha señalado, en las reformas educativas se plantean cambios grandes y cíclicos bajo el supuesto de que todo lo anterior debe ser sustituido por prácticas innovadoras y diferentes, ¿qué tal si se pudiera revalorizar al magisterio desde la formación que reciben los futuros docentes en las escuelas normales?, ¿por qué no asegurar una educación superior menos centralizada, más flexible y con mayor autonomía?, ¿qué política educativa podría implementarse para mejorar de manera paulatina la formación de los futuros docentes?, ¿sería posible revalorizar la labor docente si se les ofrecieran mejores condiciones educativas a los estudiantes normalistas?

Se sabe que los estudiantes normalistas, además de ser buenos maestros, son “docentes enseñantes y docentes técnicos”. Esa tradición bajo la que se han formado es heredera de los cambios que han experimentado las normales a lo largo de décadas. Los retos y virajes de políticas educativas definieron paulatinamente sus actividades, su quehacer y, en consecuencia, un estilo propio para formar docentes. Las estudiantes normalistas son reconocidas por antonomasia como las futuras docentes del país. A nivel nacional, se observaba que las egresadas normalistas tendían a obtener mejores puntuaciones en el examen de ingreso al Servicio profesional docente (SPD) en comparación con otras profesionistas de la educación. Esto podría ser el reflejo de acciones estratégicas llevadas a cabo en las escuelas normales; entre ellas, que el estudiantado adquiriera habilidades frente a grupo como resultado de la tutoría del docente de la escuela normal y del docente del lugar en donde realizaban prácticas. Otra de las grandes bondades que poseen las escuelas normales radica en ofrecer a los estudiantes un tipo de materias específicas relativas al desarrollo infantil y de las y los adolescentes. De esta manera, se coloca a los estudiantes normalistas en situaciones de aprendizaje y se articulan las experiencias de la práctica con la teoría respecto a la realidad escolar. Sin embargo, este no es el único rasgo distintivo entre ellas; también se caracterizan por los aspectos heterogéneos que las conforman, por ejemplo: financiamiento y gasto educativo, nivel de estudios de los formadores de docentes, formación de cuerpos académicos, participación en programas de movilidad internacional y capacidad de autogestión.

Ilustración: Estelí Meza

Revalorizar las escuelas normales: considerarlas instituciones de educación superior

Como se muestra, aunque con severas dificultades, las escuelas normales han logrado mantenerse como las instituciones de educación superior (IES) formadoras de docentes del sistema público federal en comparación con otras IES como universidades públicas o escuelas normales privadas. No obstante, contrario a lo que se podría imaginar, la matrícula de ingreso a las escuelas normales se encuentra en declive. De hecho, para los cuatro ciclos escolares de 2013 a 2017, se identificó un descenso del 58.95 % en las solicitudes de ingreso.

Entre las razones que ayudan a comprender la contracción de la matrícula en licenciatura se encuentran los efectos de la modificación legislativa de 2013, que permitió que otros profesionales afines a la educación concursaran por una plaza docente en el sistema público. Frente a esta situación, algunos otros elementos indirectos también incidieron en la cantidad de estudiantes que deciden cursar estudios superiores en escuelas normales, entre ellos: estudiar con un programa educativo centralizado, carecer de infraestructura como salas de cómputo, acceso a internet, biblioteca con acervo actualizado, talleres culturales, colaboración con investigadores para acercarse a la investigación, o participar en programas de movilidad estudiantil nacional o internacional. Este último componente de la educación superior permite unir con el ámbito internacional las discusiones sobre temas educativos, de investigación o de vinculación con la sociedad.

Programas de movilidad internacional para normalistas

Recientemente, la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencias y la Cultura publicó el estudio “Movilidad académica Iberoamericana de estudiantes normalistas. Proyecto Paulo Freire-México: voces, experiencias y propuestas”. En él, se presentan datos estadísticos que muestran un panorama general de la movilidad estudiantil internacional de estudiantes normalistas. El trabajo permite vislumbrar el avance que se ha hecho en los casi seis años de operación del programa, el cual permitió que entre 2016 y 2019 participaran 225 estudiantes. La cifra es muy pequeña si se contrasta con la matrícula nacional de estudiantes en escuelas normales urbanas, rurales, experimentales, entre otras. De acuerdo con el anuario estadístico de educación superior de la ANUIES, para el ciclo escolar 2019-2020, la matrícula de normalistas era de 91 375 estudiantes. Frente al total, únicamente 0.24 % del estudiantado normalista ha participado, a lo largo de casi seis años, en programas de movilidad internacional, cifra bastante discreta en comparación con otras IES.

El punto de discusión por ahora no es la cantidad de estudiantes que han participado de este programa. El reporte presenta datos estadísticos como cantidad de hombres y mujeres participantes, semestre, edad, escuela normal de procedencia, entidad federativa de origen; no obstante, no ofrece datos sociodemográficos que permitan reflexionar por qué, para un cierto segmento de estudiantes normalistas con orígenes socioeconómicos y educativos familiares particulares, una movilidad estudiantil internacional podría ser un punto de inflexión en sus trayectorias personales, profesionales y laborales. Tampoco habla sobre cómo la inversión en ese programa podría ser parte de una política de revalorización de los estudiantes normalistas.

Una investigación de corte cualitativo que conduje identificó la manera en la que los estudiantes normalistas construyen aspiraciones al concluir la movilidad estudiantil internacional. Se encontró que algunos normalistas consideraban que la movilidad era un beneficio exclusivo de universidades privadas o de algunas IES públicas de renombre. Sonia —los nombres son ficticios—, estudiante normalista entrevistada que realizó movilidad en Francia, mencionó:

Cuando yo dije que iba a entrar a la normal, ni por la cabeza me pasaba…o sea, yo sabía que existían becas, pero yo pensaba que esos programas de movilidad al extranjero sólo eran para las escuelas privadas, o sea, nunca pensé que fueran para las normales.

Esta investigación consideró aspectos socioeconómicos y educativos de los familiares de los estudiantes para indagar la forma en la que una movilidad internacional había incidido en los normalistas después de su estancia en el extranjero. Al respecto, contrario al uso arbitrario de expectativas en el reporte de la OEI, se utilizó el concepto de aspiración para acercarse a los horizontes que los estudiantes normalistas habían integrado a su ventana cognitiva. Se observó una marcada tendencia. Aquellos estudiantes que reportaron un ingreso del hogar entre el decil dos y cuatro —con padres cuya escolaridad básica era trunca o incompleta— construyeron aspiraciones educativas más amplias en comparación con sus compañeros que se ubicaban en los deciles altos y cuyos padres eran profesionistas (en algunos casos docentes normalistas). En la investigación participaron treinta estudiantes de diferentes entidades federativas. También se observó que los estudiantes provenientes de hogares con ingresos bajos estudiaban en escuelas normales que dentro del subsistema no gozan de las mejores condiciones de infraestructura, equipamiento o de profesores capacitados. Esta exposición se resume en palabras de Jessica —estudiante normalista que realizó movilidad internacional en Ecuador—, originaria de Villahermosa, Tabasco, cuyo padre es vendedor y su madre ama de casa:

Me quiero volver una docente-investigadora, investigar […] ese fue uno de mis propósitos después de la movilidad, seguir investigando porque yo la investigación antes de la movilidad la tomaba así: “¡Ay!, ¿investigar?, ¡qué aburrido!”, porque en la normal casi no nos enseñan los profes, pero ya luego con la movilidad, con las clases que me dieron, me di cuenta que no, que es muy importante investigar y más para la docencia, o sea, ser docentes investigadores, yo dije: “Con una ponencia o con un artículo puedo realizar el impacto que tuvo la movilidad en mí”.

En términos de capital cultural y económico para construir aspiraciones, en el caso de Jessica se observa que, hasta antes de realizar la movilidad internacional, el bajo ingreso económico fue un factor familiar que condicionó la adquisición de materiales bibliográficos que le permitieran integrar una ventana de aspiraciones más amplia. En el cuestionario socioeconómico de la investigación, Jessica señaló no tener internet en su hogar; asimismo, reportó contar con una pequeña biblioteca de entre once y cincuenta libros de consulta, entre ellos, algunos libros de texto gratuito. Hay autores que consideran que las nuevas tecnologías digitales e internet han ayudado a los individuos a pensarse de manera diferente pues, al incidir en la imaginación, aumentan las aspiraciones. No obstante, para Jessica el acceso a internet como entrada a formas más amplias de conocer aquello que se encuentra al margen de su vida cotidiana estuvo fuera de su alcance: incluso su escuela normal carecía del servicio. De tal modo, al ser expuesta ante un contexto educativo internacional de corte universitario, Jessica sintió interés y curiosidad hacia aquello que ante sus ojos era nuevo: las clases en una universidad, la interacción con sus compañeros, decidir qué materias tomar e, incluso, ser ayudante de investigación en el departamento de psicopedagogía. En consecuencia, Jessica construyó una ventana de aspiraciones más amplia en el área de la investigación, así como el deseo de ser parte de ese campo.

La experiencia de Jessica durante la movilidad internacional que realizó en Ecuador se une a la de otros jóvenes normalistas que, al igual que ella, partían de condiciones socioeconómicas y educativas familiares desiguales respecto al grueso de los estudiantes. Es innegable que la movilidad internacional incrementa las desigualdades entre quienes viajan al extranjero y aquellos que no logran completar los requisitos. Ante la suspensión parcial de las actividades de movilidad internacional propiciadas por la contingencia sanitaria, es necesario reformular las políticas de internacionalización de las escuelas normales. Sobre todo aquellas que favorezcan a estudiantes en gran desventaja social: las y los hablantes de una lengua originaria, quienes provienen de hogares con ingresos bajos y aquellos estudiantes que sean la primera generación en acceder a la educación superior. La revalorización del magisterio puede comenzar desde que las y los futuros docentes se encuentran en formación. La revalorización de los maestros debería iniciar con la creación de políticas educativas que reconozcan al estudiantado normalista como alumnos autónomos en el nivel superior.

Fuente e Imagen: https://educacion.nexos.com.mx/como-empezar-la-revalorizacion-de-los-docentes-normalistas/

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Se pretende iniciar con las clases semipresenciales en siete departamentos Honduras, ¿cuándo sería?

Por: radiohrn.hn

El secretario de Educación, Arnaldo Bueso, informó en el noticiero Prensa del Aire de HRN, que se pretende iniciar , en medio del aumento de casos de covid/19, con el proceso de las clases semipresenciales en siete departamentos de Honduras.

“En siete departamentos del país es donde pretendemos con la reapertura semipresencial de clases, donde haya un buen manejo de la pandemia”, dijo el secretario de Educación.

Bueso aseguró que se pretende comenzar con las clases semipresenciales en los lugares con baja incidencia de los casos de covid, y que el personal administrativo y docentes estén vacunados contra el nuevo virus.

De acuerdo con el funcionario, de 12 mil vacunas asignadas a los docentes, se han aplicado a  10 mil maestros en aquellos lugares donde se pretende comenzar con las clases.

“De las mil vacunas, solo nos queda el departamento de Yoro, para complementar las dosis. Esperamos que esta semana la Secretaría de Salud nos asigne más vacuna para continuar con la jornada”, comentó Bueso.

Al ser interrogado qué cuándo se comenzaría con los programas pilotos de las clases semipresenciales, el secretario de Educación respondió, “el docente que se ha vacunado con las dos dosis podríamos abrir los centros educativos. Sería hasta que los docentes tengan las dos dosis, hace una semana se aplicaron la primera dosis, se podría iniciar a finales de julio”.

Según Bueso, el regreso seguro de clases se estaría registrando en unos 154 centros educativos del país, donde se experimenta una baja en el comportamiento de los casos de covid.

Cabe mencionar que, los centros educativos de Honduras fueron cerrados en marzo del 2020, fecha desde que los niños y adolescentes han recibido sus clases de manera virtual.

Casos covid en Honduras

A la fecha en Honduras se contabilizan un total de 270 mil 020 casos de covid, 7 mil 149 muertes y 93 mil 654 recuperados, según datos del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos.

https://www.radiohrn.hn/se-pretende-iniciar-con-las-clases-semipresenciales-en-siete-departamentos-honduras-cuando-seria

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Colombia: Estas son las directrices del Ministerio de Educación para el regreso a clases presenciales

Infobae

Entre las medidas de reposición se deben evitar jornadas extenuantes y modificaciones en los calendarios que no sean aprobadas por el Gobierno.

El pasado domingo 4 de julio, el Ministerio de Educación emitió la circular 17 del 2021, en la cual explicaba las orientaciones sobre cómo sería la recuperación efectiva del tiempo de trabajo académico por los días no laborados por parte de los directivos y docentes que participaron total o parcialmente en las actividades del paro nacional. Ello, en el marco del regreso a clases presenciales en el país.

Cabe recordar que las jornadas de protestas en contra de la administración del presidente Iván Duque iniciaron el pasado 28 de abril y se extendieron hasta el 15 de junio, fecha en la cual el Comité del Paro anunció el cese temporal de estas manifestaciones. Entonces, en ese periodo de tiempo, se sumarían 32 días laborales, descontando los fines de semanas y los dos festivos que ocurrieron.

Los docentes agremiados a la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) habían afirmado en varias ocasiones que en varias regiones del país todavía no existían las condiciones de bioseguridad para que retornar a las clases de manera física.

Sin embargo, luego de meses de discusiones, los educadores acordaron que se regresaría a las aulas de clase este martes 6 de julio, tras haber terminado las vacaciones de mitad de año en los colegios cuyo calendario así lo dispusiera.

¿CUÁLES SON LAS DIRECTRICES?

Para el diseño e implementación de los planes de reposición se deberán tener en cuenta los siguientes aspectos, entre otros:

– La regulación de tiempo de trabajo académico con estudiantes para evitar jornadas extenuantes para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que afecten su desarrollo personal y la convivencia familiar.

– La imposibilidad de usar los días de receso escolar de que trata el artículo 2.3.3.1.11.1. del Decreto 1075 de 2015 para actividades académicas con estudiantes.

– La articulación de proyectos, estrategias y planes necesarios para la prestación del servicio, como el Programa de Alimentación Escolar.

– El tiempo necesario para el servicio social estudiantil obligatorio de los estudiantesde la educación Media.

– La recuperación del tiempo de trabajo académico se debe adelantar de manera presencial, de conformidad con las disposiciones sanitarias vigentes.

En la citada circular el Gobierno, primeramente, hizo un llamado para que los entes territoriales faciliten el proceso de retorno a clases presenciales a través de diversas estrategias que se ajusten a los calendarios escolares, y cumpliendo así con los derechos de los estudiantes.

“Las Secretarías de Educación deberán asegurar el cumplimiento de los programas y contenidos curriculares de cada establecimiento educativo estatal en forma presencial y con la plena garantía y respeto del derecho fundamental a la educación lo cual puede implicar la implementación de diversas estrategias pedagógicas yeventualmente la modificación del calendario académico en el marco de la normatividad vigente”, puntualizó el documento.

Además, en el documento también es explícito que la reposición no aplica para los profesores que sí cumplieron con el plan académico previsto, sin interrupciones y de manera oportuna. Y, de igual modo, se estipula que cualquier plan de reposición de las cátedras deben ajustarse a la la intensidad de horas de clase que los estudiantes venían recibiendo:

“En caso de que la Secretaría de Educación presente un plan de reposición de tiempo de trabajo académico presencial para su territorio, en donde se precise la reposición efectiva de los días no laborados por parte de los directivos docentes y docentes que no prestaron el servicio educativo, deberá garantizar el ofrecimiento a los estudiantes de las horas efectivas de intensidades académicas dejadas de recibir. La reposición no puede aplicar para los educadores que sí prestaron el servicio educativo sin interrupciones y de manera oportuna”, concluyó.

https://www.infobae.com/america/colombia/2021/07/07/estas-son-las-directrices-del-ministerio-de-educacion-para-el-regreso-a-clases-presenciales/

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La educación pública en la pandemia o el valor de lo esencial

«Yo no he visto institución tan funcional en la vida como la de la escuela. En antropología se define «Función» como la contribución que hace una institución para el mantenimiento de toda la estructura social. La escuela, esa contribución la hace a la perfección.» (Juan Izuzquiza: Borregos que ladran)

Llega a su fin un extraordinario curso académico, es decir, un curso ajeno a lo ordinario o fuera de lo normal. Sin duda esa fue una de las primeras señales en marzo del año pasado de que algo verdaderamente grave estaba pasando. Cuando por aquel entonces se hizo incontestable que nos estábamos enfrentando a una pandemia ante la evidencia de la incontrolada propagación del SARS-CoV-2, uno de los acontecimientos de entre los muchos que se fueron precipitando y que nos hicieron afrontar ineludiblemente la cruda realidad fue el cierre de los centros educativos. Su funcionamiento es uno de esos elementos de nuestra cotidianeidad que son esenciales para otorgarnos esa sensación de normalidad que se nos olvida de tan naturalmente instalados que nos encontramos en ella, pero que es imprescindible para poder disfrutar de una existencia civilizada, es decir, una existencia en la que se dan las condiciones necesarias para que cada cual pueda plantearse la realización de un proyecto de vida propio con cierto nivel mínimo de confianza o, lo que es lo mismo, conviviendo con un grado de incertidumbre psíquicamente tolerable (no ansiogénico).

Un detalle que sintetiza lo dicho es que a la vuelta de las vacaciones de verano cada año, cuando en los medios de comunicación se habla de «la vuelta al cole» se la presenta como el reinicio irreversible de «la normalidad», o sea, del fin de esa etapa veraniega en la que parece que tácitamente hemos consensuado darnos una tregua, suspender –al menos aparentemente– el frenético flujo de actividades con las que tenemos ocupado nuestro tiempo diario según dicta esta omnímoda cultura del rendimiento.

Ciertamente era importante volver a la escuela en este curso que apura sus últimos días en el momento que escribo estas líneas. Se dijo el año pasado antes de su inicio que era fundamental, porque no era lo mismo la enseñanza telemática que la presencial. Que impedía que la institución cumpliera con una de sus funciones esenciales en nuestro Estado, el cual no sólo se define constitucionalmente como democrático y de derecho, sino también como social, lo que quiere decir que ha de procurar el cuidado de las condiciones mínimas que permitan el bienestar de sus ciudadanos. Entre esos mínimos se encuentra sin discusión la procura de una educación para todos ellos sin excepción.

No hay derechos sin obligaciones. Si se reconoce el derecho a la educación se está asumiendo una obligación por parte del Gobierno de garantizarla. Como se había constatado que la enseñanza por medios digitales y a distancia durante el confinamiento no cumplía satisfactoriamente con dicha obligación (la así llamada brecha digital acentuaba las injustas desigualdades sociales) era imperativo que los alumnos volvieran a los centros educativos. Lo que –no lo olvidemos– en plena pandemia suponía asumir un importante riesgo.

El verano pasado fue de mucha preocupación para el colectivo de los docentes. Los trabajadores de la sanidad eran los que entonces ya llevaban un largo tiempo en primera línea en la lucha contra la propagación de la COVID-19. Y estaban pagando un alto precio por ello. Todos lo reconocíamos, aunque sin duda no suficientemente. A partir del inicio del curso, tras ese verano, éramos los maestros y profesores los que con un riesgo significativo nos incorporábamos al colectivo de «los esenciales». La vuelta de los jóvenes a las aulas suponía la convivencia durante jornadas de unas seis horas al día de grupos de personas de número considerable en espacios cerrados. Con niños y adolescentes, por muy enmascarados que acudiesen al aula, no cabía seguridad de que su comportamiento se fuese a ajustar responsablemente a las exigencias de prevención que imponía la situación de pandemia.

Mientras que los funcionarios de casi todas las administraciones teletrabajaban y/o se bunkerizaban en sus despachos y oficinas con el fin de protegerse de los posibles contagios, incluso colocando a la puerta de los distintos edificios administrativos guardias jurado que impedían la entrada a todo usuario que no hubiese logrado con mucho trabajo una cita, nosotros, los integrantes del personal docente, teníamos que hacer lo de siempre: encerrarnos en nuestras aulas hora tras hora con clases, en muchos casos, de en torno a treinta alumnos.

Es verdad que se nos dieron unas instrucciones; aquí, en Andalucía, muy poco tiempo antes del comienzo de la actividad lectiva. De los equipos directivos que se encontraban al frente de los centros tuvieron que salir improvisados técnicos de prevención de riesgos para implementar las medidas que debían servir para disminuir la aparición de brotes de contagio. Eso supuso un trabajo monumental con el que se dejó totalmente solo al personal docente a cargo. De él saldría un responsable coordinador Covid, que ha sobrellevado una responsabilidad abrumadora pues ha estado al frente de la supervisión del dispositivo de prevención y control de contagios. Se nos endosó a los claustros de profesores la difícil decisión de cómo organizar la enseñanza para lograr que, sin renunciar a la presencia mayoritaria de los alumnos, no se pusiera en riesgo su salud y la de sus familiares. Nosotros, los docentes, teníamos que afrontar a diario una situación objetivamente de peligro, y solo iba a depender de nosotros, de nuestra precaución y suerte que no nos contagiásemos.

El curso dio comienzo –como es bien sabido– en septiembre: con mascarillas, con ventanas abiertas de par en par, con más limpieza. Dar una clase con mascarilla no es fácil cuando tratas de explicar contenidos académicos a nutridos grupos de chavales cuya atención has de captar, sobre todo cuando hace calor y notas que el sudor resbala por tu boca tras la dichosa tela. Entrar en un aula gélida las mañanas de invierno porque no se pueden cerrar puertas y ventanas para así evitar el efecto mórbido de los aerosoles exige mucho sentido del deber. Llevar adelante la enseñanza presencial cuando tienes que mantener la virtual duplica el trabajo, amén de convertirse en una tarea plagada de obstáculos cuando cuentas con una infraestructura informática obsoleta que no para de dar problemas y que requiere de un mantenimiento del que se encarga un profesor o profesora que, además, tiene que dedicarse a sus clases. Al mismo tiempo hemos sido vigilantes sanitarios de vanguardia tratando de detectar síntomas de contagio, en perpetuo contacto con los enlaces del servicio de salud, corrigiendo continuamente a los jóvenes que podían incurrir en un comportamiento que facilitara la transmisión del virus. En fin, ha sido duro, pero lo hemos hecho funcionar.

Hemos hecho funcionar la escuela, y al hacerla funcionar volvió la normalidad, esa normalidad tan necesaria para que esa esfera de nuestra existencia que parece haberse convertido en la dominante sobre todas la demás, a saber, la economía, echara a andar camino a la senda de recuperación que demanda el actual modelo capitalista en vigencia, y que exige el continuo crecimiento, porque la alternativa implica la ruina para muchos.

Creo que pocas inversiones tienen un efecto multiplicador tan alto en beneficios sociales como la educación. La inversión en educación –que no gasto– es el mejor factor favorecedor de la paz social. En las sociedades multiculturales como la nuestra es más preciso que nunca un espacio en el que se encuentren los integrantes de las nuevas generaciones donde se practique la convivencia de las diferencias culturales y de identidad procurando la corrección de las actitudes que puedan dar lugar a conflicto. La escuela es ese espacio, el único diría yo, en el que los jóvenes aprendices de ciudadanos no tienen más remedio que compartir su tiempo cada día con otros con los que sería difícil que pudiesen coincidir en otros lugares. Este ha sido un cambio notable del que yo he sido testigo en las últimas décadas: el paso de una sociedad como la española, relativamente homogénea desde el punto de vista de la identidad cultural, a una sociedad multicultural (la población extranjera pasó del 2% en 1990, por ejemplo, a casi un 13% en 2019) que puede correr el peligro en la actualidad de acabar fragmentándose y polarizándose más y más por el efecto de la tecnología digital que potencia las burbujas de filtro y las cámaras de eco, lo que facilita al mismo tiempo que prospere la ideología del rechazo al distinto.

Las aulas son hoy por hoy un lugar fundamental en el que aprender la práctica de la convivencia democrática. Todos los centros educativos de la red pública conforman una república del acogimiento cívico, formalmente exenta de factores que incidan en el agravamiento de las diferencias sociales, económicas, étnicas, culturales (la religión incluida), y de los que no hay garantías que estén libres los colegios propiedad de instituciones privadas como la Iglesia Católica o empresas que hacen de un derecho constitucional básico su negocio.

La escuela pública es el albergue social que a todos acoge dedicado a dar forma al complejo proceso de humanización, porque no hay humanidad en el individuo sin su integración social. A nuestros hijos les da la oportunidad de vivir la experiencia social extramuros de sus familias, porque cada particular familia no es la sociedad. Los expone en una primera ágora, imprescindible sobre todo en comunidades multiculturales como las nuestras. En sus aulas tienen que relacionarse con sus pares diversos con los que tendrán la oportunidad de comunicarse, intercambiarse ideas y creencias, contrastarlas y discutirlas. En este sentido nunca se subrayará suficientemente la importancia del componente laicista en una escuela pública verdaderamente democrática, que garantice el efectivo cumplimiento del derecho de libertad de conciencia.

En el muro exterior de un instituto en el que di clase durante bastantes años se podía leer una pintada que perduró curso tras curso. Rezaba así: «sistema de enseñanza, enseñanza del sistema». Es la condición paradójica de la educación institucionalizada de las sociedades democráticas. Por un lado es una pieza primordial sin la cual sería imposible el mantenimiento del sistema, pues transmite valores y conocimientos asentados como válidos de una generación a la siguiente; por otro lado, se supone que tiene que dotar a las ciudadanas y ciudadanos en formación de ese componente imprescindible para mantener la salud de tales sociedades y que no es otro que el libre pensamiento, la capacidad de contemplar con ojos críticos lo dado, lo recibido en herencia de las sucesivas generaciones a través de la tradición cultural; y aprender a procesar de manera razonable el conflicto, ineludible en sociedades como la nuestra donde se asume la diversidad y la discrepancia ideológica como hechos naturales.

¿Sería practicable nuestro estilo de vida sin los colegios e institutos? En una sociedad del rendimiento que sacraliza el trabajo, para el que parece que es éticamente justificable que no se conciba límite en cuanto al tiempo que se le dedica, la institución educativa contribuye a eso que se llama la conciliación entre la vida familiar y la laboral, que a mi modo de ver, en un modelo de sociedad como el nuestro actual, tiene más de disputa que de conciliación. Podría decirse que criar hijos en estos tiempos tiene mucho de heroicidad. No es de extrañar, pues, que los índices de natalidad en nuestro país, y en Europa en general, estén por los suelos.

No es capítulo menor en el asunto del modelo educativo la cuestión sobre el grado de autoridad y confianza que le otorgamos al maestro. Creo que pocos servidores públicos están tan sujetos a una continua inspección como lo está el docente. Sospechoso de adoctrinar para unos, de indolencia profesional para otros, obligado a dar cuenta permanentemente de las decisiones que toma ante sus alumnos, los padres de estos y la propia administración educativa, el salario emocional que se recibe en el desempeño de este oficio (del económico, mejor no hablar) es ciertamente escaso. No es de extrañar, pues, que entre los trabajos con mayores niveles del síndrome llamado burn out (o desgaste emocional por el desempeño de la profesión) se encuentre el docente.

Con el paso del tiempo y la evolución de la sociedad –sobre todo en lo referente a la situación de la mujer y la complejidad de los modelos de familia– el papel del maestro de educación primaria y del profesor de secundaria se ha ido cargando de responsabilidades que van más allá de su tarea de enseñanza de unos determinados conocimientos académicos. A menudo conducen a que el docente se vea implicado en aspectos emocionales y familiares muy delicados que afectan al alumnado. Es indiscutible que lo puramente académico ha ido perdiendo peso comparado con todo lo que tiene que ver con el bienestar físico y afectivo de los jóvenes. Ahora bien –quede esto claro–, no puede la institución educativa pública asumir como misión la corrección del creciente repertorio de taras sociales de origen extraescolar, máxime cuando colegios e institutos son territorios asediados por las presiones ideológicas de toda laya. Tanto poder no tienen. Lo tienen mucho más el inabarcable universo de las pantallas.

Es verdad que el sistema educativo es demasiado rígido y está sujeto a servidumbres políticas y sociales que le impiden desarrollar todo el potencial que podría si se confiase más en el trabajo docente. Tendría que aligerarse de burocracia y admitir un mayor margen de creatividad, al menos durante las etapas educativas en las que no entra en juego el factor de la competitividad, el cual exige el sometimiento a la evaluación de estándares cuantificables mediante los cuales clasificar a los jóvenes según las carreras académicas y profesionales que podrían cursar. Seguramente este aspecto escapa a las posibilidades de decisión de lo que quiere ser la escuela, pues tiene que ver más con lo que quiere ser la sociedad en la que la institución educativa se halla inserta. Es en ésta donde cabe detectar los talentos de los jóvenes, por lo que debe contar con las condiciones necesarias para que los profesores puedan hacerlo, que estos sepan reconocerlos y que tengan a su disposición los medios necesarios para cultivarlos y sacarles partido. Es esencial para un país que quiera estar vivo y con posibilidades de prosperar.

La educación pública en la pandemia o el valor de lo esencial

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Uruguay: Gremios de la educación advierten por persecución sindical en Secundaria y Codicen

Despidos y el pedido de información sobre justificación de licencia sindical dispararon distintos reclamos; autoridades niegan motivos antisindicales.

A raíz de la resolución de la Dirección General de Secundaria del lunes 28, en la que se pide a todas las direcciones liceales del país que remitan “de forma urgente toda aquella información que pudiera contener datos referentes a la justificación de inasistencias” en el “marco del usufructo de licencia sindical” durante los años 2015 a 2021, la Asociación de Trabajadores de Educación Secundaria (ATES) emitió un comunicado en el que acusa a la dirección de persecución sindical.

En la resolución de Secundaria se establece que, considerando el pedido de informes que realizó el diputado Felipe Schipani “referente a la justificación de inasistencias para participar de actividades sindicales” en el que consulta “si es una práctica habitual que se soliciten horas para actividades sindicales adicionales a las horas legalmente establecidas”, sumada a la comisión investigadora que trabaja en el Parlamento sobre el tema, es pertinente hacer la consulta a las direcciones liceales.

Sin embargo, desde ATES consideran que “dicho proceder forma parte de una metodología que no prioriza la atención educativa y sanitaria de los educandos de todo el país, hipoteca el proceso pedagógico de los locales de estudio en momentos de emergencia sanitaria y minimiza los temas realmente trascendentes a los que las autoridades deberían abocarse”, según indican en un comunicado.

El sindicato reclama “el cese de estas prácticas que lejos de unirnos para garantizar un retorno seguro a los locales de estudio centra la atención en persecuciones sindicales generando divisiones y no un trabajo mancomunado entre todos los actores en pos de una educación digna”.

Por otra parte, desde la Unión de Funcionarios del Consejo Directivo Central (Codicen) manifiestan su “profundo rechazo a la persecución llevada a cabo desde el Codicen hacia compañeros y compañeras del programa Paemfe [Programas de Apoyo a la Educación Media y Técnica y a la Formación en Educación], dejando sin trabajo en medio de la crisis a tres funcionarios”.

Estos programas se plasmaron en contratos de préstamo entre Uruguay y el Banco Interamericano de Desarrollo en 2011 y 2017 y tienen por objetivo “contribuir a la implementación de la política educativa” en esas áreas. Desde el sindicato aclaran, además, que “el financiamiento del programa está vigente durante todo 2021”.

Según el sindicato de funcionarios del Codicen, los tres trabajadores despedidos trabajaban en la institución desde hacía más de cuatro años y tenían informes de sus jefes “sumamente positivos”. En tanto lo “único que compartían era su afiliación con el sindicato”, entienden que es un caso de “persecución antisindical” y advierten en un comunicado que tomarán “todos los caminos necesarios para revertir la situación”.

Juan Gabito, consejero del Codicen de la ANEP, confirmó los despidos en Paemfe, pero aseguró que “no es por persecución sindical”. Señaló que son contratos con vencimiento, que se habían prorrogado hasta el 30 de junio y que tres no se renovaron porque los funcionarios “formaban parte de una mesa de ayuda que dejó de existir”.

“Al principio se los redireccionó hacia otros subsistemas, pero ahora vino la propuesta de no renovarles y apoyamos”, señaló, y puntualizó que no fue por persecución sindical: “No tienen condición de dirigentes sindicales, y se ha cesado a gente no afiliada”, afirmó. De todas formas, dijo que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social los citó a una instancia de mediación por estos despidos, y no descartó que surja en ese ámbito “alguna solución, porque está la parte humana”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/educacion/articulo/2021/7/gremios-de-la-educacion-advierten-por-persecucion-sindical-en-secundaria-y-codicen/

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La escuela debe ser un faro de esperanza ante la violencia, no un reflejo de crisis social: investigadores

Por: Erick Juárez Pineda

En el marco de la presentación del ejemplar LI-2 de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, diversos investigadores coincidieron que la escuela debe convertirse en un espacio para frenar y evitar los diversos tipos de violencia y no como un reflejo de descomposición social.

Durante la presentación titulada ¿Qué sentido tiene hablar de violencia en la educación?, Juan Carlos Silas Casillas, coordinador del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas (CEA-MOPE), explicó que, desafortunadamente, la vida cotidiana se ha enfrascado en entornos de violencia, donde la escuela no está exenta, donde los centros educativos dejaron de ser proyectos del país para convertirse en reflejos de la situación actual de la nación, por lo que es necesario comenzar a enfrentar los fenómenos de violencia, desde la convivencia.

Lamentablemente, continúa, las escuelas han aceptado las inequidades y han normalizado la violencia, por lo que se debe fortalecer a las comunidades educativas.

«La educación, necesariamente deberá proponer vías para la prevención de la violencia y la gestión de sus impacto», añadió.

Por su parte, Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE), señala que es necesario identificar  las distintas formas de violencia y así poder enfrentarlas correctamente.

Insistió que, en la medida en que podemos nombrar y visibilizar estos mecanismos de violencia, se podrá  investigar y hacer un acercamiento a las diversas vías de solución, tomando en cuenta los diversos contextos en los que se desarrolla.

Ante ello, agregó que resulta fundamental poder hacer este acercamiento a las niñas, niños y jóvenes para lograr entender estas sutilezas y, a partir de entonces, comprender que estos niños, más que víctimas, son sujetos activos y en formación política.

Mientras tanto, Ernesto Treviño, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile advirtió que sobre los hombros de los niños y niñas se están poniendo los desafíos de las violencias, simbólicas, materiales, económicas, laborales, de género y  de la diversidad sexual.

Explicó que la publicación presentada sobre los diversos tipos de violencia da en el núcleo de uno de los desafíos que permanentemente se tienen en América Latina, pues estas violencias  se materializan muchas veces en las situaciones educativas, pero que también superan  a las escuelas y al sistema educativo.

Para Hilda Patiño, Directora del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana, una de las herramientas para enfrentar estas situaciones en los niños, es el juego, pues a partir de este se ofrecen espacios que posibilitan aprendizajes transformadores.

Desde las teorías de la pedagogía crítica, donde la educación es un vehículo para el cambio, el uso del juego como lugar y metodología del aprendizaje, ofrecen una visión positiva y propositiva para enfrentar los contextos de violencia, explica.

Por su parte, la Cimenna Chao Rebolledo, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional de la IBERO, mencionó que la escuela es un lugar de encuentros y desencuentros, un lugar para aprender a tomar acuerdos, aprender a convivir y a lidiar con las diversidades que nos distinguen, pero que a su vez nos conforman como sociedad y como comunidad escolar”.

Hablar entonces de violencia en el contexto escolar se debe a que puede suceder que en el desencuentro se genere violencia, ya sea incitada por la violencia heredada del contexto sociocultural, que puede condicionar las formas de pensar y de actuar.

Finalmente, Mercedes Ruiz Muñoz, investigadora del Departamento de Educación de la IBERO y editora Académica de la RLEE, subrayó que este número lleva a reflexionar acerca de la educación, la violencia, la paz, la compasión, el juego, la esperanza y, sobre todo, “la posibilidad de construir comunidad para dar acogida a todas y todos en un mundo tan cambiante, tan desafiante y en un contexto de violencia”.

El nuevo número de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos se puede consultar dando click aquí 

Fuente:  https://www.educacionfutura.org/

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Mundo: Elaboración de una Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial

Mundo/25-06-2021/Autor(a) y Fuente: en.unesco.org

AI y tu …

Hoy, la inteligencia artificial juega un papel en la vida de miles de millones de personas. A veces pasa desapercibida, pero a menudo tiene profundas consecuencias, transforma nuestras sociedades y desafía lo que significa ser humano.

La IA puede brindar apoyo a millones de estudiantes para completar la educación secundaria, cubrir 3,3 millones de puestos de trabajo adicionales y, lo que es más urgente, ayudarnos a abordar la propagación y las secuelas de la pandemia de COVID-19. Junto con múltiples ventajas, estas tecnologías también generan riesgos y desafíos a la baja, derivados del uso malicioso de la tecnología o la profundización de las desigualdades y divisiones.

Necesitamos políticas y marcos regulatorios nacionales e internacionales para garantizar que estas tecnologías emergentes beneficien a la humanidad en su conjunto.

Necesitamos una IA centrada en el ser humano. La IA debe ser para el mayor interés de la gente, no al revés.

La UNESCO propone el desarrollo de un instrumento global de establecimiento de normas integral para dotar a la IA de una sólida base ética, que no solo protegerá sino que también promoverá los derechos humanos y la dignidad humana. Si se adopta, será una brújula de guía ética y un cimiento normativo global que permitirá construir un fuerte respeto por el estado de derecho en el mundo digital.

Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, sobre cómo construir el estado de derecho en el mundo digital:

5 cosas que debes saber sobre la IA

La IA ha demostrado su valor para enfrentar la pandemia de COVID-19

Contribuye a frenar el impacto económico de la crisis a través de plataformas digitales. También ayuda a los investigadores a procesar grandes cantidades de datos en la carrera por encontrar una vacuna o un tratamiento. AI ha participado para contener la propagación del virus a través de tecnologías de prueba, seguimiento y rastreo. Sin embargo, a medida que las personas dan acceso a sus datos, el uso de IA durante esta pandemia ha reabierto las preocupaciones con respecto a la privacidad, la protección de datos y el uso de datos más allá de las necesidades de rastreo de virus.

Es probable que el crecimiento impulsado por la IA sea muy desigual

Se espera que la IA genere casi 4 billones de dólares en valor agregado para 2022. Para 2030, se espera que las ganancias económicas sean más fuertes en China y América del Norte, lo que representa el 70% del impacto económico global de la IA. La IA tiene una dinámica de “el ganador se lo lleva todo” que necesita ser regulada: la concentración de IA en manos de unos pocos países de altos ingresos probablemente dejará a los países en desarrollo muy atrás. Estos últimos no se beneficiarán o se beneficiarán muy poco de las tecnologías de inteligencia artificial y carecerán de propiedad de dichas tecnologías.

La IA contribuye a ampliar las brechas de género existentes

Solo el 22% de todos los profesionales de la IA son mujeres. Debido a que están subrepresentados en la industria, los prejuicios de género y los estereotipos se reproducen en las tecnologías de IA. No es una coincidencia que los asistentes personales virtuales como Siri, Alexa o Cortana sean «mujeres» por defecto. El servilismo y, a veces, la sumisión que expresan son un ejemplo de cómo la IA puede (continuar) reforzando y difundiendo los prejuicios de género en nuestras sociedades.

La IA puede ser una herramienta poderosa para abordar el cambio climático y los problemas ambientales

A medida que el planeta continúa calentándose, los impactos del cambio climático están empeorando. Al recopilar y analizar datos, los modelos impulsados ​​por IA podrían, por ejemplo, ayudar a mejorar la gestión de los ecosistemas y la restauración del hábitat, algo esencial para disminuir la disminución de las poblaciones de peces y vida silvestre. Dicho esto, la extracción de datos consume casi el 10% de la energía a nivel mundial. Por lo tanto, también es esencial abordar el alto consumo de energía de la IA y el impacto consiguiente en las emisiones de carbono.

La IA no puede ser una zona prohibida por la ley

La IA ya está en nuestras vidas, dirigiendo nuestras elecciones, a menudo de formas que pueden ser perjudiciales. Hay algunos vacíos legislativos en la industria que deben llenarse rápidamente. El primer paso es acordar exactamente qué valores deben consagrarse y qué reglas deben aplicarse. Existen muchos marcos y directrices, pero se implementan de manera desigual y ninguno es verdaderamente global. La IA es global, por eso necesitamos un instrumento global para regularla.

Fuente: https://en.unesco.org/artificial-intelligence/ethics

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