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En el Ecuador el modelo pedagógico no ha cambiado

Entrevista con Rosa María Torres por Desirée Yépez de Revista Plan V

En el primer trimestre del año pasado, desde el Ministerio de Educación se anunció el inicio de un convenio de cooperación entre Ecuador y Finlandia con el fin de mejorar la calidad educativa en el país. Para muchos, la educación básica en el país nórdico es un modelo a seguir. Rosa María Torres es pedagoga, investigadora, y en octubre de 2015 viajó hacia el país europeo a analizar el funcionamiento del sistema finlandés que se quiere replicar a escala mundial. ¿Es posible que funcione en Ecuador? Ella responde.
 
En marzo de 2015 se anunció que Finlandia asesoraría a Ecuador en temas de educación inicial y práctica docente ¿Por qué se toma a Finlandia como referente educativo?

Finlandia se convirtió en estrella mundial de la educación a raíz de las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), en el año 2000. Finlandia sorprendió, y se sorprendió a sí misma, en las tres áreas que mide esa prueba: lectura, matemáticas y ciencias. Ahora los finlandeses están creando algo que llaman ‘educación para exportación’. Programas, instituciones, proyectos, para ayudar a otros países. Finlandia viene colaborando en la mayoría de países de América Latina. El Ecuador es uno de ellos.
 
Desde su experiencia como pedagoga, ¿qué cree que es importante replicar del modelo finlandés en Ecuador?

No se puede separar lo pedagógico de lo curricular, la formación docente, la sociedad, los medios de comunicación… todo es un paquete. Un modelo educativo responde a una determinada sociedad, a un momento específico, y tiene componentes culturales que no son fácilmente transferibles.

Lo de Finlandia es un proceso, son cinco décadas que los finlandeses están dedicados de manera sistemática a reformar su educación. Vienen de una situación de gran precariedad. A mediados del siglo pasado, los pobres iban por un lado, los ricos por otro … En este lapso lograron desarrollar una sociedad profundamente igualitaria, una educación democrática que valora el juego, que pone en el centro el aprendizaje. No hay el concepto de escuela de excelencia; todos los profesores son buenos. No es solo la pedagogía; hay una cultura de confianza, que es un valor de la sociedad. Por el contrario, en América Latina los niveles de desconfianza son altísimos; En ese contexto, es difícil instalar la confianza en la cultura escolar.

¿Cómo trasladar ese modelo a Ecuador?

Se trata de un cambio cultural, tomaría décadas. Finlandia tiene los índices más altos en todas las cosas buenas a las que uno aspira. Es el segundo país menos corrupto del mundo. A nivel económico, político y social tiene indicadores positivos. Eso no se traslada fácilmente, está en la cultura, en la historia, en la gente.

El cambio fundamental en educación está en la pedagogía. Se puede tener la mejor infraestructura, la mayor inversión, pero si no cambian las relaciones de enseñanza-aprendizaje en las aulas, entre profesores y alumnos, todo lo demás es decorativo.

En el Ecuador no ha habido un cambio pedagógico. Las Unidades Educativas del Milenio tienen gran infraestructura, computadoras, pero adentro de esa estructura  se reproduce la educación tradicional, el modelo pedagógico frontal, transmisivo, pasivo.

Lo pedagógico es la gran fortaleza de Finlandia. No se ven cosas espectaculares en infraestructura. Vi cosas extraordinarias en escuelas modestas, modestas desde el punto de vista arquitectónico y de recursos tecnológicos, pero de enormes riquezas en términos pedagógicos. Profesores haciendo maravillas con recursos mínimos.
 
El modelo finlandés parecería contradictorio con el ecuatoriano, pues parte de los logros que recalca la ‘Revolución Ciudadana’ es el despliegue de infraestructura y tecnología en espacios como las Unidades Educativas del Milenio…

Vivimos momentos distintos. Cuando empiezas antes, antes te das cuenta de los errores, investigas, afinas cosas… En Finlandia se eliminaron los laboratorios informáticos en las escuelas. En Ecuador se inauguran las Unidades Educativas del Milenio, con despliegue tecnológico, laboratorios informáticos que se presentan como una innovación… En otros contextos las TIC ya están incorporadas en las aulas.

Foto: Gabriela Yépez

En América Latina seguimos en la etapa en que primero compras las computadoras, las pizarras electrónicas, y luego se piensa qué hacer con eso. En Finlandia muchos profesores usan la pizarra verde o la blanca con marcadores. Vi pocas pizarras electrónicas.

Finlandia ha hecho el recorrido que seguramente vamos a hacer, en 10, 20 años: desechar aquello que no sirve, aquello que distrae, y confiar en los profesores como lo fundamental.

Parte del convenio entre Ecuador y Finlandia es la formación de profesores en centros zonales de práctica y desarrollar programas de actualización. ¿Se sabe algo de los resultados en este primer año?

Hay poca información. Es difícil hacer investigación educativa en el Ecuador. La información que da el Ministerio de Educación es escueta. Me fui a enterar en Finlandia acerca de qué están haciendo aquí los finlandeses, allá me reuní con alguna de la gente que está trabajando en el Ecuador.

¿Y qué están haciendo aquí los finlandeses?

Entre otros están ayudando en capacitación docente. Cómo lo están haciendo y si hay resultados, lo desconozco.

La formación docente es un proceso complejo. De hecho, en Finlandia me comentaban que cuando hacen capacitación en otros países les obligan a replicar cosas que ellos ya dejaron de lado, como las capacitaciones masivas. Procesos estandarizados, donde se replica la pedagogía que no se quiere.

La idea es formar a los docentes del mismo modo que se les pide a ellos que se relacionen con los alumnos. De hecho, en Finlandia el criterio principal de selección de los maestros no radica en la cantidad de títulos que posea, ni en sus calificaciones. Se realiza una entrevista personal, donde se valora su compromiso con la comunidad, si fue o es voluntario en alguna causa, habilidades artísticas, sus sensibilidades como persona… Solo el 10% de quienes se presentan obtienen una plaza.

En Finlandia no hay rankings y se evita las pruebas estandarizadas. No  se rankea a las escuelas, menos a los alumnos, no hay ‘tú eres el mejor’ o ‘tú eres el peor’. El sistema educativo finlandés fomenta la colaboración, no la competencia. El principal objetivo es la equidad, no la excelencia. El Ecuador se enrumba en un sentido contrario, basado en la competencia y la excelencia. En Finlandia el lema es ¨toda escuela, una buena escuela¨.

¿Cuáles son los defectos de ese sistema?

Encontré pocas situaciones que me sorprendieron negativamente… Por ejemplo, entré a una clase de secundaria y la profesora les pidió a los alumnos pararse y saludar a la visitante, como en los planteles más tradicionales. Luego la exhibición era que yo viera cómo hacían, en parejas, un Powerpoint sobre Finlandia, usando Wikipedia: ¡la cosa más convencional del mundo hoy en día! Tal vez la profesora pensaba que yo, visitante de país del tercer mundo, me sorprendería con eso. Al salir me di cuenta que no era el aula, sino que toda esa escuela es así. Eso es lo más «terrible» que vi en mi visita en Finlandia…

Los finlandeses me decían que vaya al norte del país para analizar lo que pasa en la zona rural, pues Helsinki, la capital, es una cosa, la zona rural – como en todo lado – es otra … Las peores cosas las vi en situaciones de ‘show-off’, donde los profesores están pensando en el visitante y no en los alumnos.

¿Cómo trasladar los aspectos positivos a un contexto escolar como el ecuatoriano?

Hay muchas cosas que pueden hacerse sin necesidad de trasladar o copiar de nadie. Ver a los chicos finlandeses en el comedor escolar es un poema. Los chiquitos aprenden a servirse, comer tranquilos, compartir, desechar, poner las cosas en su sitio y reciclar.

Quisiera ver qué pasa en el Ecuador en el comedor de una Escuela del Milenio… Todo eso pueden aprender a hacer nuestros niños, si tienen el ejemplo y la guía adecuada. Se trata de ejercicios ciudadanos que tienen un impacto sobre la vida para siempre.

¿De qué depende que esos aspectos se puedan replicar en Ecuador?

De los sistemas escolares que he visto, el finlandés es el más atento a las necesidades del alumno. Hay un valor subyacente que es la empatía y otro que es el respeto. Hay que pensar en los chicos, son personas y cada uno es distinto. Basta con comprender eso, son valores universales.

En el Ecuador, el Ministro de Educación dice que aspira a que nuestro país tenga «el mejor mejor sistema escolar del mundo». No sé qué entiende él por eso… Hay muchos criterios para definir qué es un buen sistema educativo. Los puntajes en pruebas no son lo único ni lo más importante. Eso revela apenas un aspecto de una escuela. Falta saber cómo se sienten los alumnos en una escuela, si tienen miedo o si aprenden motivados, con alegría. No estoy de acuerdo con rankear escuelas con base en pruebas. Finlandia no lo hace. Y otros países están dejando de hacerlo. Es una lástima que el Ecuador empiece a hacerlo cuando otros lo abandonan.

Mientras se habla del ‘boom’ de la educación finlandesa, en Ecuador se destaca un supuesto ‘milagro ecuatoriano’ en educación, que se refiere básicamente a la inversión que el gobierno de Rafael Correa ha destinado a ese rubro. ¿En términos educativos, existe realmente un milagro ecuatoriano?

El ‘milagro ecuatoriano’ destinó la inversión principalmente a tres rubros: carreteras, hospitales y escuelas.

En educación, la prioridad en estos nueve años se ha puesto en la infraestructura. Recuperar la gratuidad ha sido una conquista importante pero la calidad sigue siendo un desafío grande y pendiente. La infraestructura es un aspecto secundario de la calidad educativa; el factor más importante para el cambio educativo siguen siendo los docentes, y ese es tema complejo y proceso largo.

Publicado originalmente en http://otra-educacion.blogspot.com/2016/03/en-el-ecuador-el-modelo-pedagogico-no-ha-cambiado.html

 

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Why Are Liberal Commentators Acting as Apologists for Trump’s Racism?

The lynch-mob mentality that permeates Donald Trump’s campaign rallies was made visible once again this month at a rally in Fayetteville, North Carolina, when Rakeem Jones, a 26-year-old Black protester, was sucker punched by a white Trump supporter. A video of the incident documents how, after Jones was punched, the audience cheered and the police threw Jones to the ground and handcuffed him. John McGraw, the man who admitted on camera that he had punched Jones, was later arrested. When asked why he did it, McGraw, 78, not only admitted to having committed the assault, but said he «liked it, clocking the hell out of that big mouth,» whom he said he thought might be a member of ISIS. He then added, «Yes, he deserved it. We don’t know who he is, but we know he’s not acting like an American … the next time we see him, we might have to kill him.»

For more original Truthout election coverage, check out our election section, «Beyond the Sound Bites: Election 2016.»

Of course, this incident was not out of the ordinary. Trump supporters have a consistent history of attacking those protesting Trump’s policies. When an activist named Mercutio Southall Jr. started shouting «Black Lives Matter!» at a Trump rally in Birmingham, Alabama, on November 21, 2015, some Trump supporters punched and choked him. Dara Lind observes that the Southall Jr. attack «isn’t an isolated incident. Trump supporters have gotten physical with protesters at several other events throughout his candidacy. A protester was dragged out of a Trump rally in Miami. A Trump supporter ripped up a protester’s sign. A Trump bodyguard was filmed sucker-punching a protester outside Trump Tower in early September. And at a rally in DC, photographers captured a Trump supporter pulling a protester’s hair.» Meanwhile, last week, after a March 11 rally was cancelled in Chicago, a number of skirmishes and fistfights broke out between Trump supporters and protesters. Many commentators noted that the rally offered a signpost of the escalating violence that has taken place at Trump’s rallies.

At their core, Trump’s politics and appeal are built around violence.

Trump has repeatedly indicated his support for such actions by saying he «would like to punch a protester in the face» and labeling protesters as «bad Americans.» He also incited this violence through his response to the November incident that occurred in Alabama, when Trump supporters punched and choked Southall Jr., who started shouting «Black Lives Matter!» as Trump started to speak. When asked about the incident, Trump responded in a Fox News interview with the remark: «Maybe he should have been roughed up.»

Such comments make clear that at their core, Trump’s politics and appeal are built around violence. Trump’s encouragement of violence can be seen very starkly in his decision to look into paying for McGraw’s legal fees. In defense of such actions,Trump told «Meet the Press» that McGraw «obviously loves his country,» and that he might «have gotten carried away.» Meanwhile, some Trump supporters havereportedly expressed interest in forming a makeshift militia called the Lion’s Guard to oppose «far-left agitators.»

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

One would think that these incidents would be enough to convince liberals that Trump’s popularity is deeply tied to his open advocacy of racist violence, but a disconcerting number of liberal commentators have sought to downplay Trump’s racist and fascist tendencies.

Liberal Apologists for Trump

Some conservatives, such as Wall Street Journal columnist Peggy Noonan, predictably downplay the racist and fascist undertones of Trump’s candidacy, arguing that Trump is simply a symptom of massive disillusionment among Americans who are exhibiting a profound disdain, if not hatred, for the political and economic mainstream elites. Disappointingly, however, this argument is also often bolstered by liberals who go too far in their efforts to prove that criticism of Trump’s bigotry and racism cannot fully account for Trump’s political appeal.

For instance, historian Thomas Frank (also a former Wall Street Journal columnist)observes that Trump actually embraces a number of left-leaning liberal positionsthat make him popular with working-class white people with lower education levels. He cites Trump’s criticism of free trade agreements, his call for competitive bidding with the drug industry, his critique of the military-industrial complex and its wasteful spending, and his condemnation of companies that displace American workers by closing factories in the United States and opening them in much poorer countries such as Mexico in order to save on labor costs.

Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people more vulnerable to authoritarianism.

Purveyors of this view present the working class as a noble representative of a legitimate populist backlash against neoliberalism and appear to deem irrelevant the question of whether or not this backlash embraces an American form of fascism. Frank, however, has a long history of ignoring cultural issues, ideologies and values that do not simply mimic the economic system. As Ellen Willis has pointed out in her brilliant critique of Frank’s work, Frank makes the mistake of imagining popular and media culture, or what I call the educative nature of culture and politics, as simply «a pure reflection of the corporate class that produces it.» Hence, the racism, ultra-nationalism, bigotry, religious fundamentalism and other anti-democratic factors get downplayed in Frank’s analysis of Trump’s rise to power.

Journalist John Judis, a senior writer at The National Journal, extends this argument by comparing Trump with Bernie Sanders, claiming that they are both populists and outsiders while suggesting that Trump occupies a legitimate outsider status. Judis argues that Trump raises a number of criticisms regarding domestic policies for which he should be taken seriously by the American people and not simply dismissed as a racist, clown or pompous showman. In a piece for Vox, he writes:

Sanders and Trump differ dramatically on many issues — from immigration to climate change — but both are critical of how wealthy donors and lobbyists dominate the political process, and both favor some form of campaign finance reform. Both decry corporations moving overseas for cheap wages and to avoid American taxes. Both reject trade treaties that favor multinational corporations over workers. And both want government more, rather than less, involved in the economy…. Both men are foes of what they describe as their party’s establishment. And both campaigns are also fundamentally about rejecting the way economic policy has been talked about in American presidential politics for decades.

Some liberals such as scholar and blogger Arthur Goldhammer go so far as to suggest that Trump’s appeal is largely an extension of the «cult of celebrity» and his attentiveness to «a very rational and reasonable set of business practices» and to the anger of a disregarded element of the working class. Goldhammer asserts without irony that Trump «is not an authoritarian but a celebrity,» as if one cancels out the other. While celebrity culture confers authority in a society utterly devoted to consumerism, it also represents less a mode of false identification than a manufactured spectacle that cheapens serious and thoughtful discourse, and puts into play a focus on lifestyles and personalities. This has given rise to mainstream media that devalue politics, treat politicians as celebrities, refuse to give politicians a serious hearing and are unwilling to raise tough questions. This occurs because the media assume that celebrities are incapable of answering difficult questions and that the public is more concerned about their personalities than anything else.

Celebrity culture is not simply a mode of entertainment; it is a form of public pedagogy central to creating a formative culture that views thinking as a nuisance at best or dangerous at worse. Treated seriously, celebrity culture provides the architectural framing for an authoritarian culture by celebrating a deadening form of self-interest, narcissism and civic illiteracy. As the historian of Germany Fritz Sternhas argued, the dark side of celebrity culture can be understood by the fact that it gave rise to Trump and represents the merger of financial power and a culture of thoughtlessness.

Roger Berkowitz, the director of the Hannah Arendt Center, takes Goldhammer’s argument further and claims that Trump is a celebrity who knows how to work the «art of the deal» (a reference to the title of Trump’s well-known neoliberal manifesto). That is, he suggests that Trump’s appeal rests on his role as a celebrity with real business acumen and substance. In particular, Berkowitz argues that Trump’s appeal is due, in part, to his image as a smart and successful businessman who gets things done. Berkowitz goes into overdrive in his claim that Trump is not Hitler, as if that means he is not a demagogue unique to the American context.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone.

Without irony, Berkowitz goes so far as to write that «it is important to recognize that Trump’s focus on illegal immigrants, protectionism, the wall on the Mexican border, and the terrorist danger posed by Muslims transcends race.» I am assuming Berkowitz means that Trump’s racist ideology, policies and rhetoric can be separated from the hateful policies for which he argues (such as torture, which is a war crime) and the violence he legitimates at his rallies. Indeed, Berkowitz implies that these policies and practices derive not from a fundamentally racist and xenophobic orientation but rather are rooted in Trump’s sound understanding of economic issues related to his business practices.

The sound business practices that Berkowitz finds admirable have a name: neoliberal capitalism. This neoliberal capitalist system has produced an untold degree of human misery, political corruption and inequality throughout the world. It has given us a social and political formation that promotes militarization, attacks the welfare state, aligns itself slavishly with corporate power and corrupts politics. Moreover this system seeks to justify the disproportionate police violence directed toward Black communities by referring to Black people as «criminals» and «thugs.» Proponents of this political and economic system may not constitute a fascist party in the strict sense of the word, but they certainly embrace toxic elements of a new style of American authoritarianism.

In declaring that Trump isn’t being racist and in claiming that the difference between Trump and Sanders is one of attitude and not policy, Berkowitz reveals the extent to which his eagerness to defend neoliberal capitalism requires him to overlook Trump’s racism. Berkowitz even goes so far as to downplay the differences between Trump and Sanders on racism by arguing that they have both «pushed the limits of racial propriety.» This statement whitewashes Trump’s overt racism and appears to suggest that both candidates share similar ideological positions toward people of color and inhabit the same racist landscape, truly a claim that borders on the absurd and represents an intellectual deceit in its claims to legitimate a false equivalency. Of course, if Berkowitz had used the word «racism» instead of «racial propriety,» the latter claim would not make sense given Sanders’ long history of fighting racial injustices.

I strongly doubt that Trump’s call to ban Muslims from entering the United States, his call to expel 11 million undocumented immigrants, his appeal to white nationalism, his intention to kill terrorists and their families as well, or his support for state-sponsored torture, among other egregious policy practices, constitute simply different attitudes between him and Bernie Sanders.

Trump attempts to generate intolerance out of misfortune while Sanders goes to the political, economic and social roots of the problems that cause it. Trump promotes an intense culture of fear that cannot be excused by appealing to his alleged good business practices or for that matter to his criticism of some of the Republican Party’s more regressive domestic and foreign policy endeavors. On the contrary, Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people, especially those who have been politically victimized, more vulnerable to authoritarianism.

The Downplaying of Trump’s Racism

Berkowitz’s argument is more than apologetic; it is a species of postracial discourse that became commonplace during the Obama years. It is also disingenuous and nonsensical. It is hard to make up such apologetic reasoning at a time in which racist invective and actions are more visible than ever: Police brutality against Black people is widespread; racist comments against Obama proliferate without apology; Black congregants are killed while praying in their church; white supremacists target immigrants, Muslims and Planned Parenthood with repeated acts of violence; and all the while the racially coded prison system is bursting at its seams. We also live at a time when a dangerous resurgence of racism, Islamophobia and anti-immigrant sentiment is on the rise. Against the reality of a society immersed if not saturated in racial violence, Berkowitz’s postracial and market-drenched discourse mimics a naive form of liberalism, if not a species of right-wing ideology too afraid to name itself, and too unwilling to address Trump’s authoritarian and myopic drive for power.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics.

Critical race theorist David Theo Goldberg is right in arguing that this line of argument is a form of «postraciality [that] heightens the mode of racial dismissal» and «renders opaque the structures making possible and silently perpetuating racially ordered power and privilege» (see Goldberg’s book Are We All Postracial Yet?). Trump’s followers cannot be defined simply by an anger that is associated with oppressive economic institutions, policies and structures. They are also defined by an anti-democratic politics that embraces the long legacy of racialized human trafficking and enslavement, a hatred of immigrants and an embrace of the ethos of privatization.

The positions that many liberals such as Thomas Frank, Arthur Goldhammer and Roger Berkowitz have taken on Trump often sound like apologies for Trump’s reactionary utterances. Moreover, they tend to downplay his toxic racism, nativism, class bullying, demagogic policies and chilling embrace of violence. In focusing on Trump’s populism alone, these analyses ignore David Neiwert’s insight that Trump’s updated neo-fascist rhetoric is «designed to demonize an entire class of people by reducing them to objects fit only for elimination.»

What is disturbing about accounts that celebrate, however cautiously, Trump’s more liberal tendencies is that, in the words of sociologist Pierre Bourdieu, «they give racist contempt the impeccable alibi of ethical and secular legitimacy.» This type of restricted discourse runs the risk of absolving the Republican Party and Trump and his followers of some of their most vile, right-wing, nativist legacies. These liberal cover-ups do more than underplay Trump’s fascist tendencies; they also overlook a moment in which political authoritarianism is on the rise and in which the very fate of humanity and the planet are at risk. As Los Angeles Times reporters Don Lee and Kurtis Lee observe:

If Donald Trump were president, [he would end abortion rights, repeal Obamacare,] put U.S. ground troops in Iraq to fight Islamic extremists, rescind President Obama’s executive orders that protect millions of immigrants from deportation, eliminate American citizenship for U.S.-born children whose parents are in the country illegally and «police» but not necessarily revoke the nuclear pact with Iran. Trump wants to deport all immigrants in the U.S. illegally — an estimated 11 million people — but says he wouldn’t break up families because their families would be deported too. «We’re going to keep the families together … but they have to go,» he said in a wide-ranging interview on NBC’s «Meet the Press.» «We have to make a whole new set of standards. And when people come in, they have to come in legally.» Deportees who qualify could return, he said. Trump would end Obama’s Deferred Action for Childhood Arrivals program, which allows young people brought to the country illegally as children to work and attend college without facing deportation.

Trump’s toxic racism and discourse has been leading to violence for some time. According to an August 2015 article in Rolling Stone by Matt Taibbi, when two brothers from South Boston urinated on and severely beat with a metallic pipe a Latino man, «one of the brothers reportedly told police that ‘Donald Trump was right, all of these illegals need to be deported.'»

Taibbi adds:

When reporters confronted Trump, he hadn’t yet heard about the incident. At first, he said, «That would be a shame.» But right after, he went on: «I will say, the people that are following me are very passionate. They love this country. They want this country to be great again. But they are very passionate. I will say that.»

Trump later modified his response, one that both appeared to condone and legitimate the violence done in his name, but the fact remains that he is disseminating hate and creating the conditions for dangerous ideas to mobilize real-life violence in a society seething with a toxic disdain for immigrants. In what can only be interpreted as an openly racist justification for such violence — reminiscent of similar attacks against Jews in Nazi Germany — Trump’s initial response truly reflects the degree to which right-wing extremism has become an acceptable register of US politics.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone. Denying the importance of racism, xenophobia, corporate-driven public pedagogies and a culture shaped by the financial elite greatly ignores modes of domination that go far beyond economic discontents and are produced and legitimated daily in mainstream cultural apparatuses. As Ellen Willis has pointed out, domination is not simply structural — it takes shape through beliefs, persuasion, rhetoric and the pedagogical dimensions of politics. What Trump has tapped into is not simply economic resentment but also decades of a formative culture that is as divisive as it is anti-democratic. Violence is ubiquitous in US society and has become normalized, furthering a politics of anxiety, uncertainty and bigotry.

Trump has taken advantage of a proliferating culture of fear to create what Susan Sontag has described as a mimicry of fascinating fascism that trades in a carnival of violence and hatred. This spectacle furthers a politics of nihilism and brings many Americans closer to the abyss of proto-fascism. Under such circumstances, it is fair to argue that many of Trump’s supporters have embraced the core elements of totalitarian politics. In this instance, politics has become a staged event, a spectacle that both normalizes violence and makes it a source of pleasure.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics and channel their anger toward immigrants, Black people and anyone they deem un-American. Given the way in which racism mixes with the growing fear and anger over economic precariousness of working-class white people in this country, is it any wonder, that Trump presents himself as the strong leader, the mythic strongman offering redemption, revenge and a revitalized white Christian United States? Trump is not only the new face of proto-fascism, but also the logical end result of neoliberal capitalism’s numerous assaults on democracy itself.

May not be reprinted without permission .

Publicado originalmente en http://www.truth-out.org/news/item/35240-why-are-liberal-commentators-acting-as-apologists-for-trump-s-racism

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¿Qué nos enseña la crisis brasileña?

 

29 de marzo de 2016/ Una crisis política enorme se cierne sobre ese gigante que es Brasil. Una investigación judicial, denominada operación «Lava Jato», ha puesto en evidencia un esquema de corrupción que compromete a altos funcionarios de Petrobras, a grandes empresas constructoras, entre ellas la conocida Odebrecht, y a políticos brasileños de una multiplicidad de partidos.

 

Todos los grandes partidos están salpicados por la corrupción

Las denuncias de corrupción involucran no solo del Partido de los Trabajadores (PT), como quieren hacer ver los medios de comunicación, sino que incluyen al Partido Progresista (PP) y al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ambos de ideología de derecha. Otras investigaciones anticorrupción ya habían señalado a gobernadores del partido socialdemócrata PSDB («tucano»), como Geraldo Alckim en el estado de San Pablo. Con lo cual, todos los grandes partidos del sistema electoral brasileño están manchados por la corrupción.

Pero la derecha, que no ha ganado las elecciones federales durante tres períodos consecutivos, maniobra con ayuda de los medios de comunicación burgueses, encabezados por la red Globo, y el guiño cómplice de la embajada de Estados Unidos, para enfilar las acusaciones únicamente contra la presidenta Dilma Rousseff, contra el ex presidente Ignacio Lula Da Silva y el PT. El objetivo es evidente, sacar a Dilma antes de finalizar su mandato e impedir la nueva postulación de Lula a la presidencia en las próximas elecciones, porque Lula tendría posibilidades reales de ganar según diversas encuestas.

 

La maniobra golpista de la derecha y los medios de comunicación de masas

El objetivo es imponer un golpe de estado parlamentario, como el que se hizo contra Lugo en Paraguay, forzando el juzgamiento («impeachment») de la presidenta por el Congreso, a cuya cabeza está el evangélico de extrema derecha, Eduardo Cunha, acusado de recibir más de 5 millones de dólares de sobornos («propinas») de Petrobras.

La maniobra golpista consistiría en sacar a Dilma, mediante un juicio amañado del Congreso corrupto, para hacerse con el poder imponiendo al vicepresidente, Michel Temer, del derechista PMDB, aliado al gobierno del PT,  sin convocar nuevas elecciones, ni un referéndum revocatorio, ni mucho menos una Asamblea Constituyente, ni ningún tipo de consulta popular.

Este golpe parlamentario contra Dilma embona con la ofensiva de la derecha latinoamericana, teledirigida desde Washington, para sacar del poder o debilitar todo lo posible a gobiernos «progresistas» que ganaron el voto popular durante los últimos 15 años.

La maniobra parlamentaria brasileña hace parte del esquema que se ejecuta simultáneamente en todo el continente:  tratar de sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela antes de cumplir su mandato;  hacer fracasar el plebiscito por la reelección de Evo Morales en Bolivia; debilitar el gobierno de Rafael Correa en Ecuador; incluso acusar de corrupción a la moderada socialdemócrata Michelle Bachelet en Chile.

 

¿Cómo operaba la corrupción en el caso brasileño?

La crisis tiene como actores centrales a directivos de la empresa petrolera estatal, Petrobras, nombrados por el gobierno del P.T., Renato Duque (ex tesorero del partido) y Pedro Barusco, y un ex senador de ese partido, Delcidio Amaral,  ex director de Petrobras con el gobierno de Fernando Herique Cardoso, pero captado para el P.T. en esos juegos de «alianzas» con la derecha, que tanto gustan a los socialdemócratas y estalinistas.

El esquema corrupto consistía en que la petrolera estatal brasileña, Petrobras, vendía a precios inferiores a los de mercado internacional, principalmente gasolina, a la subsidiaria de Odebrecht, llamada Braskem.  Las ganancias millonarias de Braskem y, por contra, la lesión contra el patrimonio de Petrobras, se estima en 6 mil millones de reales, o 1600 millones de dólares, entre 2009 y 2014.

Luego Odebrecht, a través de sus oficinas y empresas de maletín, en paraísos fiscales, como Suiza y Panamá, pagaba «propinas» a los funcionarios que le habían facilitado estos lucrativos negocios a costa de la empresa estatal. Estas «propinas» servían tanto para enriquecimiento personal de los corruptos, como para financiar a los partidos políticos.

La página 147 de la denuncia del Ministerio Público Federal, muestra el organigrama que seguía el dinero saqueado a Petrobras para beneficio de Odebrecht. A través de varias  subsidiarias y luego a «empresas de maletín» en Suiza y Panamá. Con la banderita panameña, aparecen mencionadas, en los niveles de lavado del dinero 2 y 3: «Del Sur», «SAGAR», «QUINUS», «PEXO», «MILZART» y «SYGNUS».  Por ayudar a facilitar ese esquema aparece mencionado en Brasil el bufete del abogado Ramón Fonseca Mora, dirigente del Partido Panameñista y hasta hace poco consejero del presidente Varela.

La investigación estima que la «propina» de Duque y Barusco era aproximadamente del 2% del valor de cada contrato. Al ser Duque tesorero del PT, se estima que parte del dinero se usó para financiar al partido. Pero como se ha dicho, la corrupción también salpica al jefe de la oposición derechista del Senado, Eduardo Cunha, acusado por el Supremo Tribunal Federal de recibir coimas por 5 millones de dólares.

También se acusa a los directivos de Odebrecht y al «operador» del PMDB, Fernando Falcón Soares o Fernando Baiano. Al igual que al directivo de Petrobras, relacionado con el Partido Progresista, Paulo Roberto Costa (Hora Do Povo, No. 3.366, 29 a 30 de julio de 2015). Como ya se sabe, Marcelo Odebrecht, cabeza de la empresa, ya ha sido condenado a 20 años de prisión por estos delitos.

 

Lo que los medios callan: el sistema político es la madre de la corrupción

La descripción de cómo operaba la corrupción en torno a Petrobras es interesante porque podemos suponer que el mismo esquema se utiliza en otros países de Latinoamérica, incluyendo el nuestro. Aquí siempre se ha rumorado acerca del pago de «propinas» a funcionarios por contratos de parte de empresas privadas o pagos a la deuda pública a bancos. Supuestamente, en Panamá eso no es ilegal.

Lo que no dicen los medios de comunicación, es que los sistemas políticos supuestamente «democráticos» requieren millonadas crecientes de dinero para poder participar en los procesos electorales con alguna opción de «ser elegido». Como la médula del sistema «democrático» es la capacidad de gastar millones en publicidad, los partidos y políticos buscan la manera de obtener el financiamiento de sus campañas. Ahí es donde aparecen empresas dispuestas a financiar a cambio de jugosos contratos con el estado.

Dónde más claramente la intromisión del poder económico determina los resultados electorales es en Estados Unidos, donde los políticos son financiados directamente por poderosas empresas y multimillonarios, tanto en las campañas, como en sus funciones mediante el llamado «lobby». Para los medios de comunicación afiliados a la SIP, eso no es corrupción, sino una virtud democrática norteamericana.

En el caso panameño, aunque los partidos y candidatos están obligados a informar de sus fuentes de financiamiento privado, estas se convierten el secreto mejor guardado por los magistrados del Tribunal Electoral, con lo cual se hacen cómplices de este tipo de manejos corruptos. Aquí también entran fuentes de financiamiento que rayan en el delito, como el uso arbitrario y sin control de fondos públicos como el del Programa de Ayuda Nacional (PAN), que regaló 400 millones de dólares entre los diputados de todas las bancadas en las últimas elecciones.

Los medios de comunicación de masas, especialmente los afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), también esconden que ellos y sus dueños, teniendo el monopolio absoluto sobre los medios de comunicación, e imponiendo los precios sobre las pautas publicitarias, son los principales beneficiaros de los costos millonarios de las campañas electorales y, por esa vía, son cómplices directos de la corrupción.

Lo dicho no pretende justificar los manejos corruptos de funcionarios de ningún partido, los cuales, comprobados los cargos deben ser sancionados, pero sí pretende explicar las dimensiones extraordinarias del fenómeno de la corrupción, que atraviesa todos nuestros países y partidos políticos. En el caso de Odebrecht, se rumora la posibilidad de que pronto salgan a relucir nombres de políticos financiados con esquemas semejantes en otros países del continente, incluyendo Panamá.

 

Lula y Odebrecht

Ha trascendido recientemente, la relación estrecha entre el ex presidente Lula Da Silva y las empresas constructoras brasileñas Odebrecht, Camargo Correa y OAS. Las investigaciones han sacado a la luz que, entre 2011 y 2013, Lula recibió «patrocinios» de esas empresas y donaciones de hasta 20,7 millones de reales (unos US$ 5 millones) al «Instituto Lula» (fundación) y 10 millones de reales (US$ 3 millones) le fueron pagados en regalías por sus conferencias en el extranjero.

Lula aduce que esos pagos son legales, y que otros ex presidentes también viajan por el mundo promoviendo empresas de sus países y cobran fuertes emolumentos por dictar conferencias. Esto lo hacen desde Clinton hasta Álvaro Uribe. Pero los medios de comunicación también callan sobre este asunto y solo atacan a Lula.

No sólo es creíble la versión de Lula de la legalidad de esos emolumentos, sino que es público que él no se ha negado nunca a declarar ante los jueces sobre el tema. Por eso es repudiable el manejo político del juez que lo mandó a conducir detenido para escarnecerlo ante la jauría derechista y para beneplácito de sus enemigos políticos.

Sin embargo, desde el punto de vista de clase obrera, a la que Lula ha representado por décadas, la relación tan estrecha con una empresa transnacional como Odebrecht, sí presenta dilemas ético – políticos que pueden y son debatidos en Brasil.

Desde el primer gobierno encabezado por Lula, hacia 2003-2004, se produjeron en el Partido de los Trabajadores varias rupturas de los sectores más consecuentes y revolucionarios, que acusaban a la dirección del partido y a Lula de traicionar sus compromisos con la clase trabajadora y gobernar para beneficio de los grandes bancos, empresas constructoras y el agronegocio.

De esa manera surgieron partidos ubicados a la izquierda del PT, como el Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL), y otras rupturas posteriores, como por ejemplo la de Marina Silva, antes Partido Verde y ahora Partido Socialista Brasileño (PSB).

 

La política económica de Dilma le enajena la base social obrera de su electorado

 Aplastada entre una creciente crisis capitalista, la caída de los precios de las materias primas, las crecientes luchas sociales, en especial de los jóvenes y estudiantes, que salieron a las calles con fuerza previo al Mundial de Fútbol de 2014, así como la campaña mediática en su contra, la presidenta Dilma Rousseff y el PT, en vez de ir hacia la izquierda, ceden a las políticas neoliberales, con lo cual debilitan su base social. Ese mirar a la derecha en busca de respaldo lo demuestra su alianza con el PMDB.

Si bien el gobierno del PT inauguró en América Latina las llamadas políticas sociales de «transferencias» con el «Plan de Hambre Cero», de Lula, como una forma de atenuar los males sociales de 20 años de neoliberalismo, lo cierto es que no ha habido cambios de fondo en ninguno de los aspectos que se esperaban de un gobierno que decía ser de los trabajadores. Por el contrario, el gobierno de Dilma se inclina cada vez más hacia medidas de carácter neoliberal.

La situación social se deteriora: en 2015, se perdieron millón y medio de puestos de trabajo. En 2016, la tasa de desempleo nacional es del 7,6% y creciendo. El desempleo juvenil en la zona metropolitana de San Pablo supera el 28%. La inflación el año pasado bordeó el 11%.

Este año, la presidenta Dilma Rousseff, adoptó dos acuerdos que le han ganado repudio sindical: por un lado, en acuerdo PT, PSDB y PMDB decidió entregar al sector privado reservas petroleras de PETROBRAS; por otro, decidió el congelamiento del salario mínimo y de los sueldos de los empleados públicos, si primero no se superaba el mínimo para garantizar el pago de la deuda a la banca.

 

Por una salida democrática y popular a la crisis

Para hacer frente a la crisis social, algunas corrientes de izquierda han propuesto la necesidad de un Plan de Emergencia, de grandes inversiones públicas para recuperar el empleo, así como un ajuste salarial acorde con el costo de la vida, y la ruptura del PT con las medidas neoliberales.

 Frente a la crisis política de envergadura que se cierne sobre Brasil y frente a la maniobra de la derecha que pretende un golpe parlamentario para sacar a Dilma y sustituirla por su vicepresidente, importantes sectores de la oposición de izquierda denuncian la jugada contra la democracia y contra el pueblo, proponiendo que no puede haber ninguna salida que no contemple la participación popular.

Por eso algunos han empezado a denunciar que el Congreso no tiene moral para juzgar a la presidenta y que en todo caso habría que convocar a nuevas elecciones generales (Partido Patria Livre). Incluso se habla de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Popular (MES-PSOL), a la que el PT se había comprometido, y que junto con otras cosas olvidó por el camino.

 

Algunas lecciones de la crisis brasileña

1. La «democracia» burguesa es profundamente corrupta ya que su base es el poder económico. La corrupción es el alma de los sistemas electorales basados en campañas multimillonarias.

2. Los medios de comunicación de masas hipócritamente se disfrazan de adalides morales de la sociedad, pero son los principales beneficiarios del sistema político corrupto por la vía de las pautas millonarias en publicidad política.

3. La izquierda que aspiramos a ejercer nuestros derechos democráticos de participación política y electoral, debemos ser especialmente cuidadosos con la manera en que financian los proyectos electorales, so pena de ser escarnecidos en público al menor error, incluso los que los medios y las autoridades perdonan en partidos de derecha.

4. Como principio, nadie que se defina como progresista, de izquierda o revolucionario puede justificar ninguna forma de corrupción y robo al estado, por ende, debemos exigir investigación y esclarecimiento total, junto con la debida sanción penal a los responsables, sin importar la procedencia política de los involucrados.

5. Pero lo anterior no significa que avalemos ningún intento de golpe de estado parlamentario en Brasil, menos para beneficio de un Congreso y unos partidos de derecha demostradamente corruptos y al servicio de los intereses del imperialismo yanqui.

6. Con diferencias o sin ellas, hay que partir por reconocer que Dilma Rousseff es la presidenta legítima de Brasil, electa por el pueblo. Si la investigación y las circunstancias forzaran su dimisión, es inaceptable que sea sustituida por una jugarreta de políticos venales, encabezados por su vicepresidente, Michel Temer.

7. Si la presidenta Dilma debe o no renunciar debiera salir de una consulta democrática al pueblo brasileño, mediante un referéndum revocatorio, como únicamente se hace en la Venezuela bolivariana, y al que en su momento se sometió Hugo Chávez, saliendo victorioso en unas circunstancias golpistas semejantes. Y, en caso de caer el gobierno de Dilma Rousseff, la única alternativa legítima sería la participación del pueblo brasileño mediante la convocatoria de nuevas elecciones o una Asamblea Constituyente Popular.

8. La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.

 

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Perú: «En educación hemos crecido, pero estamos lejísimos de la meta»

El ministro de Educación habló de la importancia de seguir aplicando la prueba PISA pese a que de momento los resultados nos traigan malas noticias

 Estudiante

 

Lima, Perú/ 27 de marzo de 2016/ Fuente: RPP

 

El ministro de Educación Jaime Saavedra conversó con los conductores del programa ‘Chicharrón de Prensa’, que se difunde en Youtube, sobre la situación de la educación peruana. El titular del Minedu habló de los avances y de lo que aún nos falta recorrer como país para lograr una educación de calidad, al nivel de los países desarrollados. También se animó a estimar un plazo para la reingeniería total de nuestro sistema educativo y se refirió a la importancia de persistir en las prueba PISA, aunque de momento nos siga trayendo malas noticias.

 

¿En qué situación estamos y cuánto hemos avanzado?

Primaria. «Hemos podido ir viendo que los niveles de aprendizaje de nuestros chicos en segundo grado en matemática y comprensión lectora eran extremadamente bajos (en 2007), estábamos en 15 % en comprensión lectora y hemos llegado a 50%, igual es muy bajo, pero estábamos en 15 hace poco. En matemática ahorita estamos en 27%, también es muy bajo, pero hemos visto que hemos subido».

Secundaria. «Este año por primera vez se ha hecho la evaluación a segundo de secundaria y efectivamente las noticias son malas. Solo estamos en 10% en matemáticas y 16% en comprensión lectora, los números son bajísimos. Alguien podría haber dicho, mejor el gobierno no lo hubiera medido, para qué queremos esas malas noticias. No, justamente es correcto medirlo. En secundaria estamos como estábamos en primaria hace 8 años, entonces tenemos un largo camino que recorrer».

 

La prueba PISA

«Dos o tres semanas después de que yo entré a la gestión, salió la noticia de la prueba PISA, yo creo que eso de alguna manera ha sido útil. Porque la noticia fue, y rara vez la educación es un titular a  toda página: «últimos en el mundo». El punto era que la prueba no la dan todos los países del mundo, solo 63 países, que son los países industrializados y los países más grandes de América Latina. De ese grupo, la noticia fue que salimos últimos. Lo correcto creo es compararnos con las grandes ligas, compararnos con los países a los cuales nosotros queremos aspirar. Hay otros países (de la región) que  después de ver resultados se han retirado, eso es incorrecto, debemos quedarnos aun cuando nos den malas noticias».

 

 

Diferencias entre las regiones del país

«Hay varias cosas preocupantes cuando se mira el detalle y no te quedas en los promedios. Efectivamente, una es la diferencia entre las regiones. Todas las regiones de la selva, particularmente Loreto, Ucayali, Madre de Dios, están muy abajo y de alguna manera cuando vas a la selva y ves las escuelas te das cuenta y dices en qué momento nos hemos olvidado. Hay problemas de infraestructura, problemas de escasez de maestros, maestros que requieren mayor apoyo, el reto greográfico, la dispersión es muy grande. Todos requieren educación pública de calidad, pero eso no implica invertir lo mismo en todo el Perú. Educar a un chico aquí en Villa el Salvador nos cuesta mucho menos que lo que cuesta en una zona en la selva rural».

En primaría ha habido un notable avance en comprensión lectora y matemática en los últimos 5 años, sin embargo, aún estamos lejos de resultados óptimos.

 

¿Qué debe hacer el Estado?

«Los países que han hecho eso (desarrollar la educación) es porque han tenido de alguna manera una cierta obsesión con la educación, y han empezado a invertir muchos recursos, se han tenido compromisos políticos, financieros y de gestión, que se han mantenido durante muchos años. Las políticas pueden cambiar y en el caso de educación, justamente es uno de esos sectores en las cuales la política no debe cambiar. Tienes que tener una ruta y continuarla».

 

¿Cuánto tiempo tomará el cambio?

«(El) proceso formativo en la escuela empieza idealmente a los 3 o 4 años, dura por lo menos hasta la secundaria y luego la educación superior. Tu estas hablando que tienes que exponer a una persona durante 10, 15 años a un sistema educativo mucho mejor. Imagínate que tienes hoy día un nuevo sistema educativo, a los chicos que están hoy día en quinto de media los has expuesto solamente por un año. Solamente va a estar expuesto el que hoy tiene 3 a 4 años a ese nuevo sistema educativo. Eso, si pudieras cambiar este sistema educativo, que es un monstruo, de un día para otro, pero inclusive hacer ese cambio te puede demorar 10 años. La reingenieria de ese sistema se puede hacer en una década.

 

¿Cuánto invertimos comparados con otros países?

El gasto por alumno en secundaria del Estado, se ha incrementado en los últimos 5 años de 640 a 1,100 dólares por año. Ahí está el punto, cuando tu miras el crecimiento, dices estamos bien, hemos crecido casi 90 %. Ahora miremos ese 1,100 comparado con el resto de países y entonces ahí vemos a Chile, Colombia (que) están en 2,500, 2,800 y los países de la OCDE, los países desarrollados, están en 8,000 en promedio. Entonces muchas cosas en educación podemos verlo así: tenemos un crecimiento grande, pero estamos lejísimos de donde debemos estar. Hemos subido mil metros, pero la montaña es de 8 mil».

 

 

 

FUENTES DE LA NOTICIA:

http://rpp.pe/politica/gobierno/en-educacion-hemos-crecido-pero-estamos-lejisimos-de-donde-debemos-estar-noticia-948785

 

FUENTE DE LA FOTO:

http://e.rpp-noticias.io/normal/2016/03/26/514051_106340.jpg

 

PROCESADO POR:

Hans Mejía Guerrero

hans_mguerrero@hotmail.com

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«Europa sigue siendo un continente colonialista»

A continuación publicamos la entrevista que a Boaventura de Sousa Santos le hiciera Sergio León y la cuál publicó el periódico publico.es

El sociólogo portugués defiende la necesidad de cambiar la forma de hacer política para poder rescatar a la Unión Europea de su «contexto totalitario». «Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos», sostiene.

MADRID. – Se define así mismo como un «optimista trágico». Y ya es bastante con la que está cayendo. Llama a dejar el pesimismo y la apatía a un lado, a ser combativos, revolucionarios. Su mensaje cala, por su forma de expresarse, por la pausa que da a sus frases, y, sobre todo, por sus propuestas. El sociólogo Boaventura de Sousa Santos(Coimbra, 1940), uno de los académicos e investigadores más reconocidos en todo el mundo, se ha convertido también en una de las voces de la izquierda europea más importantes.

De Sousa es especialmente crítico con lo que se ha convertido la Unión Europea. Para él, el proyecto europeo no sólo ha fracasado, sino que ha servido para, a través del euro, imponer el modelo neoliberal en Europa. Además, la crisis de refugiados ha acabado por desenmascarar a una UE con, todavía, un gran «prejuicio colonial».

P – ¿Qué piensa del acuerdo de la UE con Turquía?

R – La crisis de refugiados es un espejo cruel de lo que es Europa como potencia colonial. Europa, cuando no puede resolver sus problemas, siempre encuentra países satélites que le puedan ayudar. Tenemos el ejemplo del caso saharaui. Un pueblo que no logró su independencia porque España lo abandonó a la suerte de Marruecos, que fue el intermediario para continuar el colonialismo europeo. Con Turquía es lo mismo. De repente ya no parece importante la cuestión de los kurdos, el control de la prensa que hace el Gobierno turco, etc. Todo se resuelve con dinero.

«Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras»

La gente que trata de llegar a Europa es gente cuya tierra fue invadida, destruida en nombre del imperialismo del Norte. Europa decidió aliarse de pleno con EEUU. En base a eso surge la crisis de refugiados. Es un retrato muy cruel de un fin no resuelto. Europa nunca ha querido enfrentarse a su pasado colonial. Europa sigue siendo un continente muy colonialista. Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras.

P – ¿Se puede considerar que la postura de la UE es una postura racista?

R – Sí, sin duda. En el contexto europeo siempre ha existido la idea de que hay grupos sociales que tienen una minusvalía natural, que son considerados subhumanos, por decirlo de alguna manera. Antes eran los obreros y las mujeres. Eran grupos que debían tener más deberes que derechos. Ahora es así con los refugiados. Esta situación configura una situación de racismo, por supuesto.

P – Desde Bruselas se están buscando todas las fórmulas posibles para que la expulsión de refugiados sea legal. ¿La UE se ha desenmascarado del todo?

R – El proyecto europeo murió con Grecia, cuando se comprobó la imposibilidad de una solidaridad en Europa a través de un proyecto común. Lo que está pasando es, de alguna manera, una venganza. La crisis de la deuda ha afectado a países como Grecia, Portugal y también España, y ha sido muy buena para Alemania. Ahora, con la crisis de los refugiados, cuando ve que los migrantes tratan de llegar hasta allí, Alemania pide el apoyo de todos, cuando no tuvo ninguna solidaridad con los griegos, los portugueses o los españoles. Todo este refleja que el proyecto europeo es una simple geoestrategia de intereses que dominan Francia y, obviamente, Alemania y que sólo sirve para que las élites dominantes de los países del Norte sigan sacando beneficio sin sufrir ningún coste.​

¿Los refugiados son considerados ciudadanos de segunda?

El currículum del sociólogo portugués habla por sí solo. Es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra. Es además profesor distinguido de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y actualmente es director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra. También es poeta y aficionado al rap.

De Sousa Santos está convencido de que si hay alguna solución a la crisis económica, debe llegar por la izquierda. Durante la conversación, de cerca de una hora, explica su idea de un proceso constituyente transnacional y la necesidad de ofrecer alternativas que sean capaces de plantar cara al «autoritarismo difuso», como lo llama él, implantado en Europa.

El profesor Boaventura, autor del blog ‘Espejos extraños’ en este diario, atiende a ‘Público’ en un hotel del centro de Madrid. Desde ahí se ha desplazado para participar en el seminario ‘Máquinas constituyentes: poder constituyente, biopolítica, democracia’ celebrado en el Museo Reina Sofía. Sus dos ponencias estaban abarrotadas. 

P – ¿El sistema del euro está condenado al fracaso?

R – Yo creo que sí, pienso que no va a durar mucho tiempo. Sólo hace falta saber de qué manera, bajo qué términos acabará y quién pagará los costes del proceso. Ahora sabemos que es una moneda que ha servido para imponer el modelo neoliberal en Europa. Introducir con cuenta gotas una especie de autoritarismo difuso, no por ello menos intenso, mediante las directivas e informes del Eurogrupo o de la Comisión Europea. Para eso se creó el euro sin una política fiscal común, sin una misma política monetaria. Puede haber una UE sin euro, pueden existir varias monedas dentro de la UE.

P – Usted sostuvo que la crisis económica podría ser una oportunidad para proyectar una Europa socialista que abandonara sus expresiones neoliberales. ¿Qué ha pasado?

«Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos»

R – Lo que pasó en Grecia fue devastador, de una violencia total. Los griegos llegaron a la conclusión de que la austeridad era una fatalidad y quisieron que fuera Syriza y no los corruptos anteriores quien condujera una nueva política. En Europa es muy importante que Syriza se mantenga, no por Grecia o por la propia Syriza, sino por proponer una alternativa a la crisis. Ahora tenemos el caso de Portugal, donde los comunistas han apoyado por primera vez al Partido Socialista para sacar a la derecha del Gobierno. La izquierda española no ha hecho eso. Hay diferencias entre ambos países, sí, pero que una coalición de izquierdas haya echado a la derecha del poder es un cambio muy significativo en el contexto europeo.

La solución como la veo hoy, y que pienso que es lo que puede pasar en España, si no ahora, más adelante, es una unión de las izquierdas para tener Gobiernos que desde el Consejo Europeo puedan alterar las políticas europeas y que Alemania ya no pueda actuar con tanta arrogancia. Vamos a pasar por un periodo muy difícil, por eso pienso que las fuerzas de izquierda tienen que prepararse para atravesar este periodo de una manera que realmente garantice su superviviencia y su florecimiento. Si hay alguna solución para esta crisis, viene de la izquierda. Son los únicos que hablan de la necesidad de regular los mercados financieros.

P – ¿Ve posible, entonces, un Gobierno de izquierdas en España?

R- Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos. Los lobbystas de Bruselas están actuando secretamente, y a veces de forma no tan secreta, para decir a los españoles, a las instituciones, a la prensa, a los grupos conservadores: izquierda en España nunca. Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que Grecia o Portugal, es el país del 15-M.

«Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que
Grecia o Portugal, es el país del 15-M»

La izquierda española no lo va a tener fácil. Ya no es sólo que los barones del PSOE, que están a otros negocios, ni la UE quieran un Gobierno de izquierdas. Hay otros dos motivos. Uno de ellos es el temor de la gente que ha luchado por llevar a la izquierda al poder en algunas ciudades a ver amenazada la posibilidad de lograr un cambio tan novedoso e interesante. El segundo motivo es Catalunya. La gente quiere un referéndum porque Madrid lo rehúsa. Si llegara a celebrarse, estoy seguro de que ganaría el no y eso daría paso a una reforma constitucional. El proceso constituyente en España tiene que ser nacional, tiene que resolver lo que no se permitió en el 78. Dentro de un Estado federal plurinacional, Catalunya debería tener su propia Justicia. ¿Por qué no la tiene? Obviamente porque solamente se concibe la unidad con uniformidad y no con diversidad.

P – Usted defiende la importancia de unos movimientos sociales fuertes para controlar la calidad de la democracia. ¿La solución está en articular estos movimientos en partidos políticos como Podemos?

R – Los movimientos sociales tienen una dinámica propia. El problema es que no tienen recursos ni tiempo para dedicarse a las tareas de unir a los movimientos de España, Portugal, Italia y Grecia a través de un proceso constituyente transnacional. Existe la idea de que los movimientos no tienen escrito un guión muy definido. Es cierto que sus luchas están muy divididas, pero también tienen convergencias, a mi juicio, interesantísimas. Hay un problema y es que existe una cierta aversión hacia los políticos, incluso hacia aquellos que salieron de movimientos sociales, a los que se les critica que se comporten como los viejos políticos. Hay una gran desconfianza y eso es algo que los políticos de izquierda de nueva generación tienen que entender.

¿Es necesario cambiar la forma de hacer política?

Creo que la única manera de rescatar la política en este contexto totalitario es cambiar la manera de hacer política, que combine la democracia representativa con la participativa. Podemos nunca se perdonará a sí mismo si pierde la dinámica de democracia participativa y para eso hay que cambiar promesas. Veo a mucha gente que está con Podemos, pero, ¿qué hacen para defenderlo, darle su voto? Eso no es suficiente. Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos. Creo que en España hay condiciones. Como sabes, soy un optimista trágico, como digo siempre.

El último plan del profesor se llama ALICE, un proyecto de investigación financiado por elEuropean Research Council (ERC). Comenzó en 2011 y se basa en las experiencias e innovaciones que se han dado y tienen lugar en países del Sur global para renovar los desafíos en el Norte relacionados con la justicia social, ambiental, intergeneracional, cultural e histórica. Un proceso ambicioso, desde luego, pero no imposible para un revolucionario como Boaventura de Sousa Santos.

P – ¿Es posible cambiar el sistema? ¿Es necesaria una revolución?

R – Mucha gente piensa que no es posible y eso genera, sobre todo entre los más jóvenes con una vida cómoda, mucho pesimismo. Pero la gran mayoría de la gente vive sin saber si seguirá viva mañana. Tiene que haber una solución, ¿pero cuál? En estos momentos no se puede hablar ni de revolución ni de socialismo. Los 70 años del socialismo soviético no fueron suficientes para que vuelva a la imaginación popular una idea socialista, que además es una idea eurocéntrica.

«Lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo»

Tenemos que aprender de los indígenas y no centrarnos en una economía de crecimiento ilimitado, pero sí de crecimiento, de ecología política. El socialismo algún día podrá ser una palabra que de nuevo integre todo eso. Quizás se llame de otra forma, el nombre no importa, pero estamos en un periodo de transición donde realmente las condiciones para una sociedad de este tipo se están reuniendo, sin embargo, el pasado pesa demasiado.

P – Y el capitalismo se aprovecha de ello…

R – Claro. El capitalismo lo sabe porque fue justo a partir de la caída del Muro Berlín cuando la socialdemocracia también se vino abajo, no sólo fue el mundo soviético. El capitalismo se encuentra ahora en un momento de acumulación infinita, sin límites, sin ninguna regulación y espera que los Estados sean los que solucionen las crisis.

P – ¿Cómo se puede responder a eso?

R – Yo soy pacifista, pero el otro día en Barcelona un joven me preguntó: “Profesor, ¿estamos a punto de volver a la lucha armada?”. Me quedé impactado. Tras la revolución cubana era un horizonte legítimo. Hoy no lo tenemos. Estamos en un momento en el que necesitamos pensar alternativas y para mí lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo.

¿Hay que volver a la lucha armada?

En la izquierda siempre pensamos en grandes alternativas porque creíamos que había unas leyes históricas que nos llevarían a grandes soluciones para toda la gente. No. Quizás hay que ir despacio, con radicalidad localizada y que al mismo tiempo pueda crear raíces, pueda crear articulaciones y, sobre todo, no nos olvidemos, puedan ser centros de educación revolucionaria.

P – ¿Nos falta mayor movilización social en Europa?

R – Sí. Deberíamos habernos solidarizado con los miles de refugiados que fueron desalojados en Francia. Son nuestros compañeros. Son más europeos que nosotros. Siempre estamos hablando de que necesitamos internacionalismo, un proceso constituyente transnacional. ¿Cuáles son los pueblos con más experiencia internacional en Europa? Los refugiados, los gitanos, los inmigrantes. Han estado en otras sociedades y tienen una mayor experiencia internacional, pero debido al prejuicio colonial de Europa no aprovechamos lo que pueden aportar. Cuando lo hacemos, los resultados son buenos.

P – ¿Cómo lo ve la situación en América Latina? ¿Se acaba el ciclo progresista?

«Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff»

R – Es muy difícil de decir. Lo que sí se puede decir es que estos países están pasando por una crisis y veremos si consiguen reinventar sus procesos. Hay un aspecto importante que hay que destacar. Cuando estos Gobiernos lograron sus éxitos, EEUU estaba distraído en Oriente Medio con las guerras de Irak y Afganistán. Ahora EEUU está de regreso en su continente, en su patio trasero. Empezaron por Honduras, después Paraguay, neutralizaron a Cuba y ahora están con muchas otras intervenciones.

P – ¿En Brasil, por ejemplo?

R- Sí. Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff. Obviamente, las razones de las crisis en los Gobiernos progresistas no son sólo por factores externos, también hay internos, por supuesto, se han cometido muchos errores. Uno de ellos fue creer que como las izquierdas ganaron las elecciones, la respuesta de la derecha ya no sería tan reaccionaria como antes porque iba a partir de un centro político que se había desplazado a la izquierda. Error. Macri ha entrado en Argentina con una violencia oligárquica enorme. En Brasil, lo mismo, como está pasando en Venezuela.

Publicado en publico.es

http://www.publico.es/internacional/boaventura-sousa-europa-continente-colonialista.html

 

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Atlas de la UNESCO sobre la Desigualdad de Género en la Educación

Los diferentes Estados se han comprometido, al incorporar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, a eliminar las brechas de género y a garantizar que todos los niños y niñas estén en la escuela y aprendiendo en 2030. No obstante, a uno de cada ocho niños y niñas de entre 6 y 15 años de edad se le niega una educación básica, y las niñas son las primeras en ser excluidas. Más de 63 millones de niñas están fuera de la escuela, y los datos indican que esta cifra va en aumento.

El eAtlas de la UNESCO sobre la Desigualidad de Género en la Educación presenta una amplia gama de datos desagregados por sexo que han sido producidos por el Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS) con respecto a todos los niveles de la educación. El Atlas en línea ha sido actualizado con los datos más recientes, y permite al lector explorar la trayectoria educativa de niñas y niños en más de 200 países y territorios. Los mapas y cuadros pueden ser fácilmente incorporados en sitios web y blogs, y también pueden ser utilizados para evaluar en qué medida las brechas educativas entre los sexos van cambiando.

Se puede aplicar el índice de paridad entre los géneros (IPG) para evaluar mejor el alcance de la desigualdad entre niñas y niños. El IPG se define como el valor correspondiente al sexo femenino dividido por el valor correspondiente al sexo masculino. Un valor de IPG de 1 significa que no hay diferencia entre niños y niñas para un indicador dado. Un IPG menor a 1 señala una diferencia de género a favor de los niños, mientras que valores superiores a 1 señalan lo contrario. La UNESCO considera que un IPG de entre 0,97 y 1,03 refleja la paridad de género.

El UIS recolecta datos por medio de sus estudios anuales y sus asociaciones con organismos como la OCDE y Eurostat. El Instituto es la fuente oficial de datos utilizados para monitorear las metas internacionales de educación y alfabetización.

CÓMO UTILIZARLO

El Atlas en línea de la UNESCO le permite:

  • Observar ciertos indicadores a nivel mundial, regional o nacional.
  • Observar todos los datos en cuadros y gráficos junto a los mapas.
  • Exportar mapas y datos para usar en presentaciones, imprimir un capítulo, y compartir e incorporar mapas y gráficos en las redes sociales.

Si desea comenzar a utilizar los mapas, escoja una temática en la pestaña de cada sección para leer una reseña y seleccionar un indicador. El casillero de búsqueda también puede ser utilizado para localizar un indicador específico.

En caso de tener preguntas sobre los datos, por favor consulte la pestaña “Metodología” en el pie de página y el Glosario del UIS sobre términos de estadística, además de la sección de preguntas frecuentessobre estadísticas de educación.

URL: http://on.unesco.org/gender-mapES
Si desea obtener más información o enviar comentarios:uis.publications@unesco.org

El enlace del atlas es :

http://www.tellmaps.com/uis/gender/?subject=-1195952519&lang=es

 

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Los teléfonos móviles y los Muppets llevan la enseñanza a los niños de zonas remotas de la India

© Sesame Workshop en Inde. Tous droits réservés

Sashwati Banerjee trata de aprovechar la ampliación de la cobertura de telefonía móvil y televisión en la India para educar a millones de niños de zonas rurales y desfavorecidas. Banerjee, que es Directora Ejecutiva de Sesame Workshop India, [El Taller de Barrio Sésamo], hablará de su labor en calidad de ponente en la Semana de la UNESCO del Aprendizaje con Dispositivos Móviles (MLW, por sus siglas en inglés), la conferencia emblemática de la UNESCO en materia de TIC, que tendrá lugar del 7 al 11 de marzo de 2016 en la Sede de la Organización en París.

La Semana de la UNESCO del Aprendizaje con Dispositivos Móviles, un evento anual de la UNESCO, congrega a expertos del mundo entero para que intercambien información sobre cómo la tecnología móvil potente y de bajo costo puede acelerar el aprendizaje para todos, en especial entre quienes viven en comunidades desfavorecidas.

La misión educativa de la Banerjee consiste en crear programas atractivos y diseñados a medida para educar e informar a los niños, mediante el uso de plataformas de difusión innovadoras, entre otras los teléfonos móviles, los teléfonos inteligentes, las tabletas informáticas y la televisión.

Los títeres preparan a los niños para la escuela y la vida

Galli Galli Sim Sim (el nombre indio de Barrio Sésamo), es una iniciativa multiplataforma que usa a los Muppets para preparar a los niños para la escuela y la vida. Los temas del programa se centran en la alfabetización, la aritmética, la salud y la nutrición.

Banerjee inició la organización, que es una franquicia de la ONG Taller del Barrio Sésamo de Estados Unidos, con el fin de satisfacer la creciente demanda de educación preescolar de calidad.

El proyecto ofrece tres tipos de contenido digital: programas de televisión que pueden verse en teléfonos inteligentes de bajo costo donde hay cobertura, juegos y libros electrónicos en lenguas vernáculas con instrucciones simples para niños que no están acostumbrados a utilizar la tecnología, y contenidos de radio que pueden escucharse en móviles sintonizados con señales de radio en zonas remotas carentes de cobertura.

Los programas de televisión llegan a 30 millones de niños indios cada año, en lengua hindi, gujerati y marathi. En breve se añadirán otras cuatro lenguas para la programación destinada al sur de la India. Los textos impresos están disponibles en nueve idiomas y las aplicaciones para juegos existen en hindi e inglés.

La radio llega a miles de personas en zonas remotas

Las transmisiones radiales en zonas específicas se realizan en colaboración con las radios comunitarias y alcanzan a 1,5 millones de personas, de las cuales unos 200.000 son niños. Por conducto del Proyecto “Todos los niños leen”, del Organismo de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), sus contenidos llegan a 50.000 niños en el Estado de Maharashtra.

Galli Galli Sim Sim se asocia también con guarderías infantiles no lucrativas gestionadas por el gobierno, en las que el 95 por ciento de los niños proceden de familias de bajos ingresos.

La conectividad es un enorme problema. “A menudo trabajamos en zonas donde el único teléfono está en manos del hombre de la casa, que permanece fuera todo el día. Los niños tienen pocas posibilidades en situaciones como esa, por lo que a veces, a través de los fondos asignados a los proyectos, regalamos algunos aparatos, pero son sumamente costosos”, explica la Sra. Banerjee en una entrevista.

“En el decenio de 1960, los padres nunca consideraron que la televisión era un instrumento pedagógico y en ese punto estamos ahora con los teléfonos móviles. Es preciso instruir a los padres acerca de su utilidad. Los retos que afrontamos son una población analfabeta o recién alfabetizada y un ancho de banda lamentable. No se trata siquiera de una diferencia entre población rural y urbana. Es una divisoria entre pobres y ricos”, añadió.

El gobierno debe adoptar el proyecto para ampliarlo

Banerjee tiene las ideas claras en cuanto a la mejor manera de ampliar el proyecto: “Lo que necesitamos es que el gobierno incorpore nuestro proyecto en el nivel de políticas,  especialmente porque el gobierno administra dos grandes empresas que proporcionan servicios de móvil. ¿Por qué no poner a disposición ese ancho de banda para contribuir a la educación de los niños?”

Los eventos internacionales como la Semana de la UNESCO del aprendizaje con dispositivos móviles ofrecen enormes oportunidades.

Banerjee declaró: “Lo más importante de la MLW es que se trata de una conferencia increíblemente centrada y especializada, donde se pueden intercambiar estudios de casos extraordinarios y en la que podemos enterarnos de innovaciones fantásticas. Para mí, constituye una gran experiencia didáctica. Y algo fundamental: congrega a encargados de formular políticas”.

Banerjee participará en la conferencia junto con un invitado especial disfrazado de Chamki, el títere de Barrio Sésamo que representa un modelo de género y de acceso equitativo de las niñas a la escuela.

“Chamki tiene cinco años de edad, es muy divertida y me ayudará a presentar nuestro trabajo”, afirmó.

Esta es la primera entrevista de una serie que se propone destacar a los ponentes de la MLW y sus proyectos innovadores.

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