¿Es funcional el Estado como rector de la educación?

Por: Pluma Invitada

La funcionalidad de una empresa se mide por los resultados, al principio se puede trabajar bajo la estrategia de ensayo y error, y esto debe dar como resultado la mejora continua, es decir, cualquiera sabe que no se pueden esperar resultados distintos cuando se realizan las mismas acciones una y otra vez.

En referencia a la educación, en México, el Artículo 3º Constitucional es muy claro en cuanto a la rectoría del Estado como órgano educativo y, sobre todo, como gestor de la educación en los niveles básico, medio básico y medio superior, excepto para las preparatorias dependientes de las instituciones autónomas.

Sin embargo, el principio que debe regir a cualquier nivel, ya sea estatal o privado es el que se indica en la fracción II, inciso “d” de la misma Constitución, al referirse a que la educación “será de calidad, con base al mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos…”

A pesar de esto, la rectoría del Estado en la educación no está fundamentada en este punto, sino a la componenda política, de ahí que todo factor de cambio estará, primero, determinado por intereses de conveniencia política y económica, es decir, del poder, y no por lo que la ley tan denotativamente establece.

Tomemos por ejemplo la fracción III del mismo artículo, en la que se manifiestan las disposiciones, sobre el ingreso, la promoción, reconocimiento y permanencia en el servicio profesional que se darán por medio de concurso de oposición, mediante los conocimientos y capacidades. Para justificar lo anterior, el discurso sostiene que de esa forma se garantizará una educación poco menos que del primer mundo: error, y, aunque así fuera, entonces esto debería ser válido, también para las personas responsables de la rectoría estatal a través, en todo caso, de una meritocracia y no mediante negociaciones que, evidentemente, se llevan a cabo a puerta cerrada y en función de compromisos partidistas.

Lo anterior representa el eje de la Reforma Educativa del año 2012, ante esto, el Rector de la Universidad Autónoma de México, Enrique Graue, en 2015, afirmaba: Falta reformar la educación, los modelos educativos, las materias. Esto es lo que es una reforma educativa y está por verse…”

La reforma en este rubro pretendía –y lo logró-, remover el sistema caduco de promoción y el statu quo de los docentes incorporados a los sistemas estatal y federal (SEER, DGB, SEP), tratar de acabar con el rezago provocado por la seguridad de detentar una plaza e implementar una actualización mediante evaluaciones periódicas a través del INEE, además de otorgar autonomía de gestión a las escuelas e involucrando a los padres de familia. Esto trajo como consecuencia inconformidades que, al final, resultaron fatales, sobre todo en el siempre polémico y contestatario Estado de Oaxaca.

Pero aún queda pendiente lo principal: la educación, ¿en qué momento de la reforma se habla de una mejora sustancial en la educación? o ¿cómo se lleva a cabo un seguimiento efectivo? y, en realidad, ¿hay algún avance y ya la OCDE nos ve con buenos ojos?

Politizar con el clientelismo ya es malo, politizar la educación es peor, porque se proponen modelos que nada tienen que ver con nuestra realidad; se radicalizan las posturas, se genera violencia y, al final, hay un gran perdedor, el destinatario de la educación, el niño, el joven, quienes no perciben las innumerables ventajas que significan todos estos cambios (?), y los maestros, que perciben solo eso: cambios.

La reforma, también ha buscado la manera de curarse en salud, proponiendo escuelas de tiempo completo, como una manera de optimizar contenidos, pero eso está bien cuando se cuenta con infraestructuras de vanguardia, o prohibiendo la comida chatarra en las escuelas…, no funcionó.

No va por ahí la solución al rezago educativo, va por el lado de la excelencia personal e institucional, va por la asignación eficaz de los recursos y no por su desviación, va por la designación de personal preparado y responsable al frente de la gestión educativa –secretarios, funcionarios, etc.-. El camino debe estar dirigido a padres rectores de la formación como seres humanos de sus hijos y no como verdugos implacables de los maestros, va por el lado de dignificar, en todos sentidos, la profesión del docente quien es, al final, el gestor mas idóneo de la educación.

La globalización nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas, que no vivimos en un universo paralelo, en el que las cosas funcionan porque alguien dijo que así debe de ser, nos ha enseñado que debemos ir a la par con el desarrollo, pero también al ritmo de nuestros recursos, nos ha enseñado que hay maneras mas fáciles y mas eficaces de crecer y nos ha enseñado que la información es una herramienta formidable, siempre y cuando sea manejada de forma ética y equitativa.

Tenemos graves deficiencias en educación; durante años, la educación en México ha dependido de las posturas sexenales; reformas van y vienen, modelos se implementan, ya no mediante el ensayo y el error, sino mediante el error y el error y, así, se han elevado a rango constitucional las ocurrencias presidenciales.

Por decreto se puede adoctrinar, pero no se puede educar.

REFERENCIAS

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, actualizada, Grupo Editorial RAF, quincuagésima sexta edición. México, 2014.

https://elpais.com>mexico. (Recuperado el 14 de noviembre de 2018).

Fuente: http://www.educacionfutura.org/es-funcional-el-estado-como-rector-de-la-educacion/

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