Niñas y mujeres desaparecidas mientras buscaban una oportunidad en el corazón de la India

Fátima Khan

En solo dos años se les ha perdido la pista a más de 200.000 ciudadanas indias. El Estado de Madhya Pradesh, donde los efectos del cambio climático hacen estragos, registra el mayor número de casos. Aquí, menores y jóvenes quedan expuestas a peligros, como la trata, cuando emigran en pos de trabajos precarios.

Devi (nombre ficticio), de 65 años, ha dedicado gran parte de su vida a alimentar a sus ocho hijos —cuatro varones y cuatro mujeres— con limitados recursos. Enviudó muy joven y su marido le dejó una pequeña parcela de tierra para que la cultivara en su aldea de Chhaktala, en el Estado de Madhya Pradesh, en el centro de la India. Aunque al principio la familia se las apañaba bien, en la última década el terreno se volvió prácticamente inservible para el cultivo durante la mayor parte del año.

La hija pequeña de Devi, Rashmi (no es su nombre real), de 12 años y cansada de la situación, le dijo en abril de 2022 que había encontrado un trabajo en la construcción en la ciudad de Alirajpur, cerca de su pueblo. Rashmi no era la primera niña de su zona que buscaba y aceptaba este tipo de empleos. La tierra que antes bastaba y sobraba para alimentar y mantener a familias como la de Devi hace tiempo que les ha fallado, y a los jóvenes no les queda más remedio que buscar trabajos a menudo precarios. “En nuestro pueblo, todos los miembros de la familia tienen que trabajar; la edad no importa”, señala Devi. La adolescente fue al mercado cercano a comprar ropa nueva para su trabajo, y esa tarde no regresó.

«En nuestro pueblo, todos los miembros de la familia tienen que trabajar; la edad no importa

Devi, madre de Reshmi (víctima de trata)

Madhya Pradesh registra el mayor número de casos de menores desaparecidos, así como de niñas y mujeres desaparecidas del país. En solo dos años (entre 2019 y 2021), se les perdió la pista a casi 200.000 mujeres y niñas en la India, según datos presentados por el Ministerio del Interior ante el Parlamento —no hay información acerca de cuántas fueron localizadas—. Solo en 2022, una media de 32 menores desaparecían cada día en Madhya Pradesh, de los cuales 24 eran niñas, según un informe elaborado por la ONG Derechos de los Niños y Tú. La policía y el Gobierno suelen descartar estos casos por considerar que se trata de chicas que huyen con sus novios, pero existe un factor crucial que parece estar causando un gran número de desapariciones y que a menudo se pasa por alto: el cambio climático.

Más de tres meses después de la desaparición de Rashmi, y tras los persistentes esfuerzos de Devi por conseguir ayuda de la policía y de las ONG, un buen día la familia recibió la llamada de un número desconocido. Al otro lado de la línea, Rashmi pedía que fueran a buscarla a un pueblo del vecino Estado de Gujarat, a más de 600 kilómetros de distancia. Se negó a revelar cómo había llegado hasta allí y con quién. Al no obtener ayuda de la policía local, Devi se puso en contacto con la ONG ChildLine, cuyos miembros intentaron reconstruir la historia y llegaron a la conclusión de que, con toda probabilidad, Rashmi había sido víctima de trata.

A la izquierda, Manisha Bagole junto a otra trabajadora de ChildLine, el 10 de octubre de 2023 en Alirajpur.

Fátima Khan

 

Al llegar a Gujarat, los trabajadores de la ONG y Devi se enteraron de que Rashmi estaba casada. Un hombre, su autoproclamado suegro, insistía en que había pagado cerca de 4.000 dólares para “comprar” a la adolescente. Rashmi no pudo marcharse hasta que la policía intervino y amenazó con denunciarlo por un delito de matrimonio infantil, ya que no es legal que las menores de 18 años se casen.

«Mi madre lloraba todas las tardes al volver del campo. Tenía que alimentarnos a todos los niños, sin obtener apenas ingresos de nuestras tierras.

Rashmi, víctima de trata

Tras ser rescatada, Rashmi reveló que se había enterado de una oportunidad para trabajar en Gujarat como albañil, pero sabía que su madre nunca le permitiría irse allí durante un periodo prolongado de tiempo, así que huyó. También confesó sus motivos para buscar oportunidades tan lejos: “Mi madre lloraba todas las tardes al volver del campo. Tenía que alimentarnos a todos los niños, sin obtener apenas ingresos de nuestras tierras. Yo quería aprender corte y confección, pero ni siquiera teníamos dinero para comprar una máquina de coser. Así que un día, impotente, decidí coger un autobús a Gujarat”, relató. Al llegar, el contratista que le había prometido un trabajo la vendió a un hombre que la casó con su hijo.

Migración forzosa

Madhya Pradesh tiene la mayor población tribal (como la India califica a los indígenas) del país, con más de 16 millones de habitantes tribales (más del 21% de la población del Estado). Los distritos occidentales, en gran parte de los cuales predomina la población indígena, comparten frontera con tres Estados: Gujarat, Rajastán y Maharashtra. Cada pocos meses, se produce una emigración masiva de trabajadores de distritos tribales de Madhya Pradesh a estos Estados, como hizo Rashmi.

Los expertos afirman que es imposible abordar el problema de las desaparecidas sin tener en cuenta el cambio climático. “Las preguntas que debemos hacernos es por qué estas personas tienen que desplazarse masivamente para buscar trabajo y por qué tienen que emprender viajes tan largos y posiblemente arriesgados”, señala Nitesh Alawa, activista de la organización por los derechos indígenas Jai Adivasi Yuva Shakti.

«Aunque el Gobierno dé nuevas tierras a esta gente, es posible que no sean igual de fértiles o que no basten para mantener a familias enteras

Nitesh Alawa, activista de Jai Adivasi Yuva Shakti

En las últimas décadas, Madhya Pradesh ha sido testigo de frecuentes inundaciones y de largas temporadas sin lluvia. Aunque el cambio climático es un fenómeno mundial, los más vulnerables son aquellos que dependen directamente de la tierra para su subsistencia.

“Los pueblos cerca del río Narmada [el mayor del Estado de Madhya Pradesh] se inundan con frecuencia”, afirma Alawa. “Aunque el Gobierno dé nuevas tierras a esta gente, es posible que no sean igual de fértiles o que no basten para mantener a familias enteras. La verdadera tragedia es que las tribus nativas hoy tienen que luchar por mantenerse. La tierra se ha corrompido, ya no es suficiente para mantenerlos”. En septiembre de 2019, más de 175 pueblos situados junto al río Narmada quedaron sumergidos después de que la presa de Sardar Sarovar alcanzara su capacidad máxima.

Emigrar a otros Estados para siempre, y no solo durante unos meses, tampoco es una opción viable. “Pedir a los indígenas que renuncien a sus campos no es justo. Aunque sea una parcela pequeña y no sea fértil durante todo el año, sigue siendo su tierra. Por eso tienen que ir de un Estado a otro, consiguen pequeños trabajos, y vuelven”, explica Radiya Padiyar, activista por los derechos de los niños

Mercados de trabajo precario

El impacto del cambio climático en la vida de las mujeres también se manifiesta en un lugar que se ha vuelto muy normal en el cinturón tribal de Madhya Pradesh: los mercados de trabajo. Poco después del amanecer, mujeres y niñas, a veces de solo 13 años, hacen cola esperando a que lleguen hombres montados en bicicletas o motos y les ofrezcan algún empleo temporal. Estos negocian brevemente la tarifa, que suele rondar los dos dólares (1,80 euros) al día.

Mujeres y adolescentes esperaban a ser contratadas en un mercado de trabajo, el 9 de octubre de 2023 en Alirajpur.

Fátima Khan

Una de las chicas en la cola es Dhani, de 16 años, que cuenta que es la tercera vez que acude al mercado. “Conseguí dos encargos antes que este. Ambos eran para trabajos con cemento. Me pagaban poco más de dos dólares al día, que no es mucho, pero es algo”, detalla. Todas las mujeres señalan la incapacidad de sus familias para mantenerlas con lo que producen sus tierras.

En la breve y concisa conversación entre los empleadores y las temporeras no se habla de las condiciones laborales, ni se comprueba de dónde proceden los hombres. Acto seguido, ellas se montan en las motoscon los hombres y son transportadas al lugar de trabajo.

Harsing, activista indígena, califica los mercados de trabajo como algo parecido a una subasta. “¿Qué otra cosa si no? Nuestras hijas se ven obligadas a subastarse en las calles. Así de grave es la situación. Al acceder a trabajar para cualquiera que les ofrezca algo de dinero, es probable que corran peligro”, afirma Harsing. “Incluso si consiguen volver, es un proceso traumatizante y humillante que afecta a su sentido del ser y a su confianza en sí mismas”, añade.

 

Hera mostraba en su móvil una foto de su sobrina Sakari, desaparecida hace cuatro años, el 10 de octubre de 2023 en Alirajpur.

Fátima Khan

El peso familiar del estigma

Aunque a Rashmi la encontraron y pudo volver a casa, muchas jóvenes nunca lo hacen. Sakari lleva desaparecida cuatro años, desde que tenía 25. Su familia dice que se fue de su pueblo, Haraswat, a Ahmedabad, a más de 200 kilómetros, en busca de empleo, como era habitual en el pueblo. La familia no volvió a saber de ella. “Seguíamos esperando que volviera algún día, pero nunca lo hizo. Y ahora no creemos que lo haga”, admite Hera, su tío. Los casos de desaparecidas están muy estigmatizados, por lo que la mayoría de las familias no hablan de ellos públicamente ni presentan denuncias ante la policía. “Al principio, no queríamos que la gente del pueblo se enterara de que había desaparecido”, añade Hera, que, años después, sigue llevando una foto de su sobrina en el teléfono, por si alguna vez se cruza con alguien que pudiera conocer su paradero. “Las familias cuyas hijas desaparecen son vistas con recelo. Ahora, todo el mundo se ha dado cuenta de que ha desaparecido, y nos tratan de forma diferente”.

En otros casos, las familias de las desaparecidas son acusadas de tener hijas de “carácter disoluto” que se han fugado con un chico.

“A las familias les inquieta hablar de las desaparecidas”, señala Rem Singh Dodwa, presidente del Comité de Bienestar Infantil (CWC, por sus siglas en inglés) de Alirajpur, en Madhya Pradesh. “La mayoría de la gente de su entorno lo convierte en una cuestión de personalidad y no aborda la raíz del asunto: que a menudo se trata de chicas que huyen para escapar de determinadas situaciones, como que las tierras no dan lo suficiente para alimentarlas”.

 

Rem Singh Dodwa, en su despacho del centro donde se investigan los casos de niñas desaparecidas, el 10 de octubre de 2023 en Alirajpur.

Fátima Khan

 

El impacto mental

Ruma Bhattacharya, psiquiatra y miembro del consejo de la Sociedad India de Psiquiatría, apunta: “El cambio climático afecta a todos los ámbitos de la vida. Pero para las tribus y los agricultores, cuyo sustento depende de un pequeño trozo de tierra, el impacto es gravísimo”.

La joven Rashmi contó que, tras tener que casarse a la fuerza, la obligaban a levantar material de construcción pesado, como cemento y piedras, y la regañaban si no podía hacerlo. Pero su madre, Devi, está convencida de que ocurrían más cosas. Hace dos años que la chica regresó a casa, pero sigue sin hablar de lo que pasó. “He intentado preguntarle. Pero cambia de tema o sale de la habitación cada vez que intento indagar. Así que ya no la molesto. Estoy preocupada por ella y por lo que este incidente le ha hecho”, confiesa.

«He intentado preguntarle qué le hicieron. Pero cambia de tema o sale de la habitación cada vez que intento indagar.

Devi, madre de Reshmi (víctima de trata)

“Está claro que la mayoría de las niñas rescatadas han sufrido traumas graves”, se lamenta Manisha Bagole, de la ONG ChildLine, que participó en la misión que rescató a Rashmi. “Necesitamos expertos que las traten y asesoren. Esos mecanismos no existen en los pueblos y ciudades pequeñas, donde este problema es más frecuente”. La falta de estos mecanismos hace que las rescatadas nunca reciban un asesoramiento adecuado. “Tenemos revisiones físicas obligatorias para estas niñas. Desgraciadamente, el asesoramiento y la terapia de salud mental no forman parte de esas revisiones médicas. Esto tiene que cambiar”, añade Bagole.

Cuando una niña huye para escapar de una sequía u otros problemas económicos causados por el cambio climático, y al final la encuentran, tarda años en recuperarse realmente de ese trauma”, subraya la psiquiatra Bhattacharya, que reside en Bhopal, capital de Madhya Pradesh. “El síntoma más destacado es la dificultad para adaptarse, junto con depresión a largo plazo, insomnio, pesadillas, así como un Trastorno de Estrés Postraumático. Huyen pensando que se dirigen a un lugar más prometedor, pero a menudo deben afrontar grandes adversidades. Cuando regresan, tienen que adaptarse a una vida con la que no estaban contentas desde un principio”, remacha.

Dodwa, del Comité de Bienestar Infantil, añade que la salud mental de las familias también se ve enormemente afectada. “Conozco a madres que quieren suicidarse cuando su hija lleva desaparecida muchos meses. Lo peor es que se trata en su mayoría de familias pobres, que tienen que seguir trabajando y viviendo al día mientras las buscan. En las zonas rurales no hay terapeutas. A menudo, además de hacer mi trabajo, tengo que hacer las veces de psicólogo y de hermano mayor que las guía”, explica.

La hija de Baholi y Gina, Ila, de 16 años, desapareció en junio de 2023 del pueblo de Ghata. La pareja pasó meses escuchando rumores de que se había escapado con un joven de un pueblo vecino. Ahora son conscientes de otro hecho muy cruel: no pueden permitirse dedicar demasiado tiempo a buscar a Ila. “Pronto tendré que ir a Gujarat [una gran ciudad a más de 1.100 kilómetros] a buscar trabajo, no puedo retrasarlo más. Tengo otros cuatro hijos que alimentar”, concluye Baholi. “Cuando hayamos cosechado todo después del monzón, no quedará nada que hacer aquí. Los campos no van a producir lo suficiente para alimentar a mi familia. Y una vez que me vaya, nadie más está preparado para seguir con este caso. Así que no sé qué pasará después”.

 

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2024-08-30/ninas-y-mujeres-desaparecidas-mientras-buscaban-una-oportunidad-en-el-corazon-de-la-india.html?outputType=amp#amp_tf=De%20%251%24s&aoh=17252054372724&csi=1&referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.com

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María Mónica Monsalve S: “La esperanza de nuestra cultura se está yendo al mar”: el grito de los wayuu desplazados por la erosión costera llega a Washington

Tres miembros de la Cachaca III, cerca de Riohacha, pusieron una acción de tutela contra el Gobierno ante el avance del mar sobre su territorio que ha desplazado a cinco familias. Este jueves serán escuchados por la CIDH

Los primeros signos evidentes empezaron en 2005. La comunidad wayuu Twuliá, ubicada en un lugar conocido como la Cachaca III, a un kilometro de distancia desde Riohacha, La Guajira, empezó a ver cómo el mar se iba comiendo su costa. La situación empeoró en 2007, después de que en Riohacha se construyeran seis espolones para controlar la erosión costera de la capital. Lo que fue una solución para unos, se convirtió un problema para los habitantes de la Cachaca III, quienes tras esa construcción vieron al mar llegar con más fuerza, con más sedimentos y, de nuevo, comerse la costa ante sus ojos. “En solo dos meses – noviembre y diciembre- la comunidad pudo registrar que se perdieron cinco metros”, cuenta la periodista Angie Serna, que ha acompañado el caso y relató lo que vive la comunidad en un podcast sobre pérdidas y daños del cambio climático.

El mar, hasta el momento, se ha llevado dos viviendas, una alberca, una caseta comunitaria, varios árboles, un cementerio de ancestros y ha destruido la zona de desembarco de las lanchas pesqueras, su principal medio de subsistencia. Y a pesar de que el Gobierno, a través del subdirector para el Conocimiento del Riesgo de la Unidad Nacional de la Gestión de Riesgos y Desastres (Ungrd), Luis Carlos Barreto, se comprometió a hacer un estudio sobre el tema que diera pistas sobre cómo mitigar la situación, pasaron meses sin que pasara nada. Un hecho que motivó a tres personas de la comunidad a poner una acción de tutela – figura legal en Colombia – en diciembre de 2023 contra el Gobierno y otras entras entidades, y que, tras vencimiento de plazos, aún no ha sido respondida por el Consejo de Estado.

“Hasta el momento, cinco familias enteras se encuentran en situación de desplazamiento en Bogotá; el progresivo avance de la erosión costera los puso en peligro al dejarlos sin medios de vida para sobrevivir”, explican en la tutela los líderes wayuu Pedro Fonseca Epiayu, Clarena Fonseca Uriana y Edwin Fonseca Redondo. A través de esta acción, en la que apelan a la violación de 12 derechos, entre ellos el de la salud, el mínimo vital de agua y “la vulneración de derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana en contextos de cambio climático”, le piden al Consejo que le exija al Gobierno principalmente dos cosas. Que como medida cautelar, en los siguientes cinco días se lleve personal de salud y agua a la Cachaca III. Y que se les informe del estatus estudio que prometió la Ungrd, así cómo cuál es el presupuesto asignado.

El caso será escuchado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Mientras esperan respuesta, este jueves, 29 de febrero, más de 30 organizaciones de América Latina y el Caribe hablarán frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), durante una audiencia pública, sobre un problema que, cada vez más, está afectando a la región: el desplazamiento humano asociado al cambio climático. Representando a Colombia y de la mano del Centro Latinoamericano de Estudios Ambientales (Celeam), Clarena Fonseca Uriana, líder de la Cachaca III, expondrá su caso. A través de un video —ya que no tuvo tiempo suficiente para poder obtener la visa para ir a Washigton— ella expondrá cómo la erosión costera en su comunidad ha generado que cinco familias abandonaran su hogar y, cómo, si la situación se agudiza, el escenario se podría repetir para ella y varias familias.

El mar, hasta el momento, se ha llevado dos viviendas, una alberca, una caseta comunitaria, varios árboles, un cementerio de ancestros y ha destruido la zona de desembarco de las lanchas pesqueras, su principal medio de subsistencia. Y a pesar de que el Gobierno, a través del subdirector para el Conocimiento del Riesgo de la Unidad Nacional de la Gestión de Riesgos y Desastres (Ungrd), Luis Carlos Barreto, se comprometió a hacer un estudio sobre el tema que diera pistas sobre cómo mitigar la situación, pasaron meses sin que pasara nada. Un hecho que motivó a tres personas de la comunidad a poner una acción de tutela – figura legal en Colombia – en diciembre de 2023 contra el Gobierno y otras entras entidades, y que, tras vencimiento de plazos, aún no ha sido respondida por el Consejo de Estado.

“Hasta el momento, cinco familias enteras se encuentran en situación de desplazamiento en Bogotá; el progresivo avance de la erosión costera los puso en peligro al dejarlos sin medios de vida para sobrevivir”, explican en la tutela los líderes wayuu Pedro Fonseca Epiayu, Clarena Fonseca Uriana y Edwin Fonseca Redondo. A través de esta acción, en la que apelan a la violación de 12 derechos, entre ellos el de la salud, el mínimo vital de agua y “la vulneración de derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana en contextos de cambio climático”, le piden al Consejo que le exija al Gobierno principalmente dos cosas. Que como medida cautelar, en los siguientes cinco días se lleve personal de salud y agua a la Cachaca III. Y que se les informe del estatus estudio que prometió la Ungrd, así cómo cuál es el presupuesto asignado.

El caso será escuchado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Mientras esperan respuesta, este jueves, 29 de febrero, más de 30 organizaciones de América Latina y el Caribe hablarán frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), durante una audiencia pública, sobre un problema que, cada vez más, está afectando a la región: el desplazamiento humano asociado al cambio climático. Representando a Colombia y de la mano del Centro Latinoamericano de Estudios Ambientales (Celeam), Clarena Fonseca Uriana, líder de la Cachaca III, expondrá su caso. A través de un video —ya que no tuvo tiempo suficiente para poder obtener la visa para ir a Washigton— ella expondrá cómo la erosión costera en su comunidad ha generado que cinco familias abandonaran su hogar y, cómo, si la situación se agudiza, el escenario se podría repetir para ella y varias familias.

“Los daños que hemos vivido con la afectación costera son varios”, explicará a través del video. “Hay también personas en riesgo de perder la vida. Alguna vez un barranco, de unas mil toneladas, casi le cae encima a un pescador estando en la faena”. Y continua: “Toda la esperanza de nuestra cultura se está yendo en el mar”.

“Hay que recordar que una audiencia pública ante la CIDH no es una acción judicial, ni una demanda”, comenta Andrés Aristizábal Isaza, director de litigio estratégico de Celeam y miembro del Movimiento de Laderas. “Así que lo que esperamos es que la Corte escuche este caso, así como los que traen las otras 30 organizaciones para elevar el relato y las discusiones sobre migración, desplazamiento e inmovilidad asociadas a cambio climático”. Es decir, a diferencia de la tutela presentada ante el Consejo de Estado, no se espera que haya una sentencia o fallo, sino que la Comisión los escuche para ir generando un precedente de que en la región y a nivel jurídico y político se tiene que empezar a hablar sobre este tema.

Un caso icónico de litigio sobre erosión costera de Colombia

Unos pequeños pasos, el cambio climático se ha venido colando en el mundo del derecho colombiano. “El pronunciamiento que, esperamos, dé el Consejo de Estado, es un hito que estará abriendo camino”, cuenta Aristizábal. “Cuando empezamos a litigar derechos relacionados con el cambio climático, lo que buscamos es que el Estado genere políticas públicas al respecto, porque actualmente no hay una legislación actualizada. Queremos que las instituciones y políticas no actúen de manera reactiva, sino preventiva”.

 

El experto recuerda que, en los últimos seis años, según datos de Unicef, en América Latina la erosión costera ha afectado a 2,3 millones de personas y que, en los próximos 30 años, 4,6 millones de personas podrían verse afectadas solo por inundaciones. Además, datos de la Defensoría del Pueblo de Colombia, determinaron que, en el año 2023, 9.850 personas se habrían tenido que desplazar en el país por temas asociados al cambio climático.

Por esto, el caso de la Cachaca III podría convertirse en un hito. “Ellos han logrado visibilizarse”, agrega Sierra. “Pero en realidad hay más de 180 comunidades wayuu que están a lo largo de zonas costeras y que están viviendo las mismas condiciones”. Lo que se aplique para la Cachaca III, sería una especie de prueba piloto sobre lo que vendrá para todos ellos.

Fuente: https://elpais.com/america-colombia/2024-02-29/la-esperanza-de-nuestra-cultura-se-esta-yendo-al-mar-el-grito-de-los-wayuu-desplazados-por-la-erosion-costera-llega-a-washington.html

 

 

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Embarazo temprano frustra el futuro de las niñas en América Latina, según estudio

Embarazo temprano frustra el futuro de las niñas y adolescentes en América Latina.

La tasa de embarazo temprano en América Latina es una de las más altas a nivel mundial. Con las medidas de confinamiento y aislamiento social, debido a la emergencia sanitaria, este indicador se ha agravado, provocando severas repercusiones para las niñas y adolescentes de la región, en especial, en el cumplimiento de sus derechos, como el acceso a la educación y su desarrollo personal y profesional.

La directora Ejecutiva de Plan International en las Américas, Débora Cóbar, advierte que todavía no existen cifras actualizadas a la fecha sobre esta problemática. Sin embargo, ratifica que, mientras dure la pandemia, el indicador irá en aumento.

En el caso de las niñas menores de 14 años, es importante señalar que los embarazos no solo son de alto riesgo para la salud de las niñas, sino que también son el resultado de la violencia sexual. Estos abusos sexuales hacia las niñas se comenten en la mayoría de las ocasiones en su entorno más cercano.

Por ello, las medidas de confinamiento colocaron a las niñas en una situación de enorme vulnerabilidad ya que no solo estuvieron encerradas con sus posibles agresores, sino que vieron limitada su capacidad de pedir ayuda y se vieron alejadas de espacios de protección como las escuelas.

En cuanto al embarazo adolescente “La pandemia limitó tres factores que eran decisivos en la lucha contra el embarazo: el acceso a los sistemas de salud, el acceso a información sobre salud sexual y reproductiva y el acceso a servicios de asistencia. Los gobiernos de la región deben focalizar sus esfuerzos en subsanar estas falencias, para evitar que se pierdan todos los avances registrados en la erradicación de esta problemática”, enfatiza Débora Cóbar.

El informe Consecuencias Socioeconómicas del Embarazo Adolescente para Seis Países en América Latina —que incluyen a Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Paraguay—, realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y presentado en 2020, reveló que alrededor del 18% de los nacimientos en la región corresponden a madres menores de 20 años de edad.

En la experiencia de trabajo de Plan International en comunidades de 12 países de América Latina y el Caribe, el embarazo temprano es una problemática multidimensional, que tiene gravísimas consecuencias para el futuro de las niñas y adolescentes de la región.

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de muerte de las niñas de 15 a 19 años en todo el mundo.

“Los riesgos que enfrentan las niñas, en la actualidad, son mucho mayores en el contexto de la pandemia, debido a las implicaciones que puede representar un embarazo”, señala Débora Cóbar.

Si bien es difícil encontrar datos sobre algunas implicancias graves del embarazo temprano, sí hay certeza que estos también provocan importantes consecuencias para la salud mental de las niñas y adolescentes, más cuando son fruto de la violencia sexual. Además, pueden tener también importantes afectaciones en su salud física a largo plazo, más todavía en los casos de niñas menores de 14 años.

Organismos internacionales estiman que cada año más de 1,5 millones de madres adolescentes dan a luz y dos tercios de ese total son el resultado de la falta de información para prevenir el embarazo o por violencia sexual.

Este indicador repercute directamente en el acceso a educación y oportunidades profesionales de las niñas y adolescentes a largo plazo. Ante la falta de apoyo económicos y de cuidado una vez que han sido madres, un gran número de ellas se ven en la obligación de renunciar a la posibilidad de continuar su formación educativa.

En caso de incorporarse al mercado laboral, esta incorporación en la mayoría de los casos se da en el mercado informal con todo lo que ello implica, mayor precariedad, menor remuneración, menor acceso a servicios sociales entre otros.

Como parte de su estrategia para transformar esta realidad, Plan International ha desarrollado proyectos de prevención, en alianza con instituciones locales, como “Zonas Libres de Embarazo” (Ecuador) o “¡Cero embarazos antes de los 20!” (Nicaragua), cuyos resultados son alentadores para erradicar esta problemática.

Fuente: https://amprensa.com/2021/07/embarazo-temprano-frustra-el-futuro-de-las-ninas-en-america-latina-segun-estudio/

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