La discriminación de género impide a las mujeres en Chile conseguir préstamos bancarios

América del sur/Chile/27 Agosto 2020/elpais.com

Las chilenas tienen un 18% menos probabilidades que los hombres de que les aprueben créditos, según un estudio del BID y la CAF, inédito en el mundo

Aunque las mujeres en Chile son más responsables que los hombres a la hora de pagar sus créditos, son discriminadas por los bancos solo por razón de género. Ante dos solicitudes de préstamos idénticas, las chilenas tienen un 18% menos de probabilidades que los varones de que sus peticiones sean aprobadas. De acuerdo a una investigación financiada por el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y el Banco de desarrollo de América Latina (CAF), los ejecutivos hombres son los que más ejercen estos prejuicios en desmedro de sus clientas, en un país como Chile donde todavía las mujeres ganan en promedio un 65% menos que los hombres con el mismo nivel de educación. Se trata de una animadversión basada en los gustos que, de paso, hace perder importantes ganancias a las mismas instituciones financieras.

“Es un estudio inédito a nivel mundial, ya que utiliza diversas metodologías para probar si realmente existe discriminación”, explica Eric Parrado, economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación del BID, uno de los autores junto a Ana María Montoya, Alex Solís y Raimundo Undurraga.

Realizado entre 2018 y 2020 y publicado en julio pasado, el estudio reclutó a 404 actores y actrices. Cada uno simuló cuatro créditos de consumo entre los 1.500 y los 13.500 dólares, por lo que presentaron 1.616 solicitudes en total. En igual proporción hombres y mujeres, se utilizaron perfiles equivalentes en materia demográfica, de ingresos, empleo e historial crediticio. Luego, se realizaron contactos directos con los ejecutivos seleccionados aleatoriamente para medir sus preferencias, antes y después de informarles que las mujeres en promedio son mejores pagadoras que los hombres.

“La evidencia es robusta para Chile, pero habría que hacer ejercicios similares para concluir que efectivamente hay discriminación en otros países”, indica Parrado, aunque añade que, en general, hay cierta evidencia de diferencias en otras zonas del mundo en el acceso, en los montos adquiridos y en las tasas de interés en desmedro de las mujeres. “Hay interés en poder replicarlo”, adelanta el economista sobre este estudio que contó con la colaboración de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). La influyente académica Claudia Goldin, profesora de Harvard y especialista en brechas de género en el ámbito laboral, recomendó su lectura recientemente.

No es difícil encontrar experiencias de discriminación bancaria sufridas por las chilenas. Le sucedió a Marcela Jiménez, periodista, a mediados de los 2000. Con 32 años, trabajaba hacía una década y se desempeñaba en forma estable y con un muy buen sueldo en el aparato público. No tenía deudas y su banco sabía de su intachable comportamiento financiero. Pero le rechazaron un crédito hipotecario, pese a tener el dinero de cerca del 25% del valor del inmueble.

“Llamé al ejecutivo para pedir una explicación y me dijo que era una mujer soltera y, por lo tanto, irresponsable e impredecible. Que nadie sabía si el día de mañana me darían ganas de irme fuera de Chile. Me aconsejó que volviera cuando tuviera un marido que me respaldara y, a ojos del banco, fuera seria, solvente y estable”, relata Jiménez. “Es uno de los momentos de mi vida donde he sentido más fuerte la sensación de injusticia y discriminación”, recuerda la periodista chilena, que hasta ahora no ha tenido una nueva oportunidad para comprarse una vivienda.

La evidencia demuestra que los prejuicios no han disminuido con los años en el país sudamericano. La investigación, titulada De mal gusto: Discriminación de género en el mercado de créditos de consumo, consideró una muestra de más de 600 agentes de bancos chilenos. “Dado que los créditos solicitados fueron asignados aleatoriamente a los aplicantes y que estos, a su vez, fueron asignados aleatoriamente a los ejecutivos, las diferencias en tasas de aceptación entre hombres y mujeres sólo pueden deberse a diferencias en las percepciones que tuvieran los ejecutivos sobre la capacidad de repago de los solicitantes”, señala Parrado.

Esta diferencia de percepción podría explicarse por un sesgo originado por la falta de información respecto de las características de los postulantes al crédito. Es decir, que los agentes no siempre cuentan con toda la información que desearían para poder predecir la capacidad de pago y riesgo de cada cliente hombre o mujer. Pero uno de los puntos fuertes del estudio radica en que se pudieron observar las preferencias de género por parte de los ejecutivos y, posteriormente, examinar si las diferencias en las tasas de aceptación de los préstamos provienen principalmente de ejecutivos con preferencias pro-hombre. Fue lo que permitió a los investigadores concluir la existencia de la discriminación de género en desmedro de las mujeres.

A los ejecutivos se les aplicó una encuesta donde implícitamente les preguntaban sobre sus preferencias sobre clientes hombres o mujeres. “Un 30% de ellos, declaran tener preferencias pro-hombre. Dentro de los ejecutivos varones, un 20% declara tener preferencias pro-hombre. Dentro de las mujeres, un 40% declara tener preferencias pro-hombre. No obstante, las agentes con preferencias pro-hombre no discriminan a las mujeres en acceso al crédito”, explica Parrado. “Todo el efecto de discriminación, por lo tanto, proviene de ejecutivos hombre con preferencias pro-hombre”.

Los agentes que más discriminan a las mujeres –los que significativamente le aprueban más créditos a los hombres– son los que generalmente prefieren carteras de clientes compuestas por más varones. Cuando se les pregunta por el principal problema que tienen al lidiar con clientas, contestan: “Son muy exigentes, requieren respuestas rápidas” o “las mujeres tienen dificultades para comunicarse”.

En Chile, las mujeres pagan más responsablemente sus créditos. De acuerdo a los datos de 2018 del Informe Anual de Brecha de Género de la SBIF, el 56% de la deuda crediticia de los hombres en 2017 estaba vencida de 0 a 90 días, es decir, un 12,5% mayor que la tasa de morosidad de las mujeres. El estudio del BID y el CAF entregó esta información a la mitad de los ejecutivos bancarios de la muestra para luego evaluar si quienes la recibieron mostraban menor discriminación hacia las clientas.

Hubo dos importantes conclusiones: no se produjo un cambio a favor de las mujeres y, peor aún, los ejecutivos que tienen preferencias pro-hombre aumentan su discriminación en contra de las mujeres luego de recibir la información. “Es decir, a aquellos ejecutivos con preferencias pro-hombre, al mostrarles el mensaje, en lugar de aumentar las aceptaciones de créditos solicitados por mujeres, terminan rechazando más créditos a mujeres”, señala Parrado. “Esto refuerza nuestra hipótesis de que la discriminación observada no es estadística, sino que tiene como origen preferencias de género”.

No solo las chilenas pierden con los prejuicios en su contra. Aunque el estudio se enfoca en los préstamos de consumo, si se realiza una extrapolación a todos los tipos de crédito –como los hipotecarios–, lo que las instituciones financieras dejan de prestar por la discriminación de género a sus clientas se calcula en unos 12.000 millones de dólares. Por lo tanto, resolver el problema terminaría siendo un buen negocio para las mujeres, para la sociedad chilena, pero también para los bancos.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/08/21/planeta_futuro/1598031773_127220.html

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Cómo ser una profesora lesbiana visible y disfrutar en el intento

Nuestra cultura heterosexista ha generado la idea de que las mujeres lesbianas no podemos ser felices y esa idea hay que desterrarla de una vez por todas.

Por Ana Ojea

Tomando como referencia el título de la novela de Carmen Rico-Godoy Cómo ser una mujer y no morir en el intento he sustituido ese “no morir” por disfrutar, ya que generalmente las lesbianas es lo que hacemos: disfrutar.

Disfrutamos de nuestra sexualidad, de nuestros afectos, de nuestras experiencias vitales… también sufrimos, claro, ¡somos humanas! Quizás pueda llamar la atención, pero aún a día de hoy es importante recordar esas facetas placenteras de nuestras vidas porque nuestra cultura ha construido un estereotipo para nosotras, que poco o nada tiene que ver con el disfrute; de hecho, la mayoría de las ficciones lésbicas tradicionalmente terminaban en muerte, en locura o en cualquier otro trágico final. Nuestra cultura heterosexista ha generado la idea de que las mujeres lesbianas no podemos ser felices y esa idea hay que desterrarla de una vez por todas, en todos los ámbitos pero, por supuesto, también en las aulas.

Para comenzar a erradicar los estereotipos negativos y prejuicios sobre las lesbianas, para neutralizar el estigma que se nos atribuye y desactivar el tabú -que se refleja en detalles tan sutiles como bajar el tono de voz cuando se pronuncia la palabra lesbiana, haced la prueba-, es imprescindible la visibilidad. De ahí proviene la necesidad y la importancia de un día como hoy, 26 de abril, para la visibilidad lésbica.

La invisibilidad de las lesbianas es la estrategia por excelencia de la lesbofobia, la no-representación es la forma tradicional de representación del lesbianismo y esa invisibilidad desactiva toda posibilidad de existencia ya que sólo lo que se ve, existe, sólo lo que se nombra, existe. Pero, como dice Beatriz Gimeno en su lúcido libro La construcción de la lesbiana perversa, invisibilizando a las lesbianas, no sólo se niega nuestra existencia, sino que desaparecen, al mismo tiempo, las posibilidades de resistencia a la lesbofobia.

Ser visible ha cambiado mi vida laboral. Aunque he sido visible en el resto de ámbitos vitales, he tardado 16 años de docencia en decir en un aula: “Soy lesbiana”, y aunque no pretendo flagelarme por mi tardanza, ya que la asumo como un proceso vital que ha seguido su propio ritmo, a veces una vocecilla interior me reprocha mi lentitud ya que he perdido un tiempo precioso en el que podría haber disfrutado de este cambio tan positivo para mí misma, para mi alumnado y para el día a día en mi trabajo.

Antes de aquel comienzo del curso 2015-2016 en el que el primer día de clase les dije a mis 140 alumnes de Cultura Audiovisual en 1º de Bachillerato de Artes, que estaba casada con mi mujer; antes de tomar esa decisión, que hizo que me temblaran las piernas en aquel momento pero que después reforzó todos mis cimientos como profesora y apuntaló mi autoestima, mi invisibilidad laboral cotidiana consistía en no hablar de mi vida personal con casi nadie, ni con el resto del profesorado ni mucho menos, con el alumnado. Nunca me había inventado una doble vida, un novio o marido, pero no hablaba de ello, o sólo hablaba en primera persona del singular, por lo que durante 16 años parecía no tener pareja, cuando no era así. Todas mis compañeras y compañeros heterosexuales hablaban libremente de sus parejas, incluso algunxs casi no hablan de otra cosa; sin embargo, yo seguía silenciando mi vida personal.

Ese silencio era lesbofobia, el silencio es el armario, ese mecanismo de control y opresión del sistema heteronormativo que nos somete a una invisibilidad que se termina asimilando en forma de lesbofobia interiorizada que mina nuestra autoestima, infravalora nuestras relaciones de pareja y nos asfixia poco a poco mientras nos auto engañamos con una falsa idea de protección.

Pero es un espejismo. El armario no protege de la lesbofobia, el armario es la materialización directa de esa lesbofobia que construye todos los prejuicios que tememos reproducir. Nuestro silencio, el armario, alimenta el tabú y reafirma los estereotipos heterosexistas, además de confirmar la presunción de heterosexualidad que campa a sus anchas en la vida, en general y en los centros educativos, en particular.

Por tanto, sólo desde la visibilidad podemos desactivar esa carga negativa y demostrar que los prejuicios son erróneos y, de ese modo, podremos generar referentes positivos y reales para nuestro alumnado.

Es necesario superar ese miedo. Por nosotras mismas, para dignificar nuestra propia existencia y por la responsabilidad que tenemos respecto a nuestro alumnado, sobre todo hacia nuestras alumnas lesbianas que están viviendo lo mismo o probablemente situaciones mucho más difíciles y en edades infinitamente más complicadas.

Los beneficios de ser una profesora lesbiana visible son todos, como dice mi alumna María, “libera mucho vivir sin la máscara”. Ahora no tengo que preocuparme por cruzarme con mi alumnado por la calle si voy cogida de la mano de mi mujer, ya no tengo que hablar en primera persona del singular, puedo comentar anécdotas cotidianas o domésticas con mi alumnado o mis compañeres, con la misma naturalidad que la que lo hacen ellos y ellas, en resumen, mi vida es mucho más relajada y eso se traduce en felicidad, en orgullosa felicidad.

Pero no sólo los beneficios se encuentran en lo cotidiano, sino que mi visibilidad como profesora lesbiana me ha permitido avanzar un paso más: ejercer esa resistencia a la lesbofobia y desarrollar una labor en defensa de los derechos humanos en mi instituto y de lucha contra la discriminación y el acoso LGTBfóbicos. De ese modo, junto a mis compañeras del Equipo de Igualdad y Diversidad del IES Politécnico de Vigo llevamos un año desarrollando un Programa de Atención a la Diversidad LGTB y el consejo escolar del instituto aprobó recientemente mi nuevo cargo de Tutora LTGBIQA+ del centro.

Cuando comencé a pensar en este artículo, le pregunté al alumnado que pertenece al grupo de apoyo LGTB que hemos creado en el instituto, qué había supuesto para ellxs el haber tenido una profesora lesbiana visible.

Para Peter, que está en 3º de ESO: “Tener una profesora tan visible como ella me ha ayudado a sentir menos miedo por abrirme, por salir del armario”.

Según me ha escrito mi ex alumna Antía: “Las consecuencias positivas de haber tenido una profesora del colectivo visible fueron innumerables, pero las más importantes fueron quizá las siguientes:

  1. Saber a quién recurrir cuando hay algún problema relacionado con el tema.
  2. Ayuda al feedback y a un buen conocimiento de alumno-profesor.
  3. Ayuda a visibilizar el colectivo y a eliminar prejuicios y acoso/abuso y demás en las aulas.
  4. Ayuda a poder ser una misma en plenitud sin esconderse y ser respetada.

Ha marcado un antes y un después el haberte tenido como profesora. Pues cuando dije que era bisexual en clase era la primera vez también que salía del armario a lo grande y me sentí arropada, podía hablar con libertad sin ser juzgada y eso me ayudo indudablemente a conocerme mejor a mí misma. Si no fuese por eso, creo que a día de hoy seguiría escondiéndome y negándome a mí misma”.

Poco puedo añadir, salvo un llamamiento al profesorado LGTBI: rompamos los armarios en la docencia y dignifiquemos orgullosamente esta profesión.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/26/como-ser-una-profesora-lesbiana-visible-y-disfrutar-en-el-intento/

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¡Vamos a desmontar prejuicios, trá-la-rá!

Por: Ana Ojea

Mientras el trabajo por la diversidad siga siendo anecdótico y restringido a unos pocos centros no podremos de verdad hacer frente a la violación de los derechos humanos que supone la LGTBfobia.

Los prejuicios LGTBfóbicos, como buen producto heteropatriarcal, tienen la perversa facultad de replicarse destructivamente, en una multiplicación viral que nos va consumiendo poco a poco, en una homofobia, tanto externa como interna, que nos convierte en una sombra de lo que realmente somos o podemos llegar a ser y sólo podemos salvarnos de ellos con una efectiva vacuna.

Para conseguir la vacuna necesitamos desmontar los prejuicios que nos impiden visibilizarnos como docentes LGTB, o como docentes aliados, para poder incluir de forma efectiva y real la diversidad afectivo-sexual y de género en nuestra práctica docente diaria. Porque mientras el trabajo por la diversidad siga siendo anecdótico y restringido a unos pocos centros donde nuestra voluntariedad consigue pequeños logros, oasis en medio del gran desierto del sistema educativo, no podremos de verdad hacer frente a la violación de los derechos humanos que supone la LGTBfobia y muches docentes y muchísimes más alumnes, seguirán sufriendo.

Mis principales antígenos para esta vacuna fueron los siguientes:

Prejuicio número 1: ¿Por qué tengo que visibilizarme si les heterosexuales no lo hacen? ¡Qué injusticia!

Pues sí, es así, y cuanto antes se asuma, mejor. El tener que visibilizarnos es una prueba de homofobia, es uno de los peajes que tenemos que pagar por no ser heterosexuales, es una injusticia, por supuesto, pero más injusto y sobre todo, más dañino es tener que esconderse de por vida. Este es el principal prejuicio que debemos desterrar, y uno de los más difíciles porque supone librarse de uno de los autoengaños más efectivos, el de la supuesta comodidad o facilidad para nuestras vidas si nos mantenemos invisibles.

Prejuicio número 2: Voy al instituto/escuela/facultad a dar clase, no a hablar de mi vida privada.

Otro prejuicio muy común, casi tanto o más que el anterior. Para el que la respuesta más obvia ya la escribió la histórica feminista Kate Millet, por la década de 1970, y es que “lo personal es político”. No se puede desligar, somos lo que somos en todos los ámbitos y el cómo somos y el cómo defendemos, o no, lo que somos, es personal pero
también afectará a nuestro entorno. En las aulas estamos constantemente transmitiendo construcciones de pensamiento, significados y creencias que configuran y determinan las relaciones sociales. Transmitimos todo un sistema de pensamiento, un curriculum oculto. No sólo transmitimos conocimientos.

Por ello, la educación nunca es neutral. Cuando no nos visibilizamos como docentes LGTB, cuando callamos, estamos enseñando miedo y vergüenza y ese será el referente que estará asimilando nuestro alumnado. Por tanto debemos tomar una importante decisión: ser un referente de miedo o un referente de valentía.

Prejuicio número 3: No me visibilizo porque no quiero que nadie piense que me puede atraer mi alumnado (sobre todo con alumnado menor de edad).

De entrada podría decir que este prejuicio es una solemne estupidez pero lamentablemente, hace mucho más daño y se le tiene mucho más miedo del que podría pensarse. Hay que decirlo alto y claro, a modo de mantra, si se tiene
interiorizado este prejuicio: la homosexualidad y la pedofilia son cosas totalmente diferentes y no existe ninguna base real que sustente la relación entre ambas. Sí existe, en todo caso, un imaginario colectivo que se ha construido para descalificar y agredir a las personas LGTB de modo totalmente cruel e irracional. Para empoderarse, librarse
de dicho prejuicio y desterrar el miedo, repetir el mantra varias veces al día hasta exorcizar semejante barbaridad.

Prejuicio número 4: No me visibilizo porque no quiero que me acusen de incitar a la homosexualidad.

Este prejuicio es similar al anterior, la ecuación conocimiento=incitación es una falacia absurda y sin sentido, pero ahí está, presente en el inconsciente colectivo. Bien, por supuesto, el conocer las cosas, el saber que existen múltiples  posibilidades de afectos, deseos y géneros, no incita a nada salvo a que cada persona pueda encontrar el camino que más feliz le haga, entre todas las alternativas posibles. Nada más, es así de simple. No hay incitación alguna, del mismo modo, que si se asiste a una charla sobre drogas no se incita al consumo de drogas, ni dar a conocer el pasado bélico europeo incita a la guerra. Conocer la diversidad humana enriquece nuestro conocimiento, no conocerla, nos convierte en personas ignorantes, de mente cerrada y tendremos mayor probabilidad de seguir perpetuando los prejuicios LGTBfóbicos y, con ellos, el sufrimiento de muchas personas.

Prejuicio número 5: No me visibilizo porque no quiero sufrir LGTBfobia en mi centro de trabajo.

El antígeno contra este miedo no es otro que una dosis generosa de empoderamiento, para ello, ayuda mucho acercarse a asociaciones que defienden nuestros derechos, al activismo LGTB, rodearse de personas que ya lo han superado y fortalecer la autoestima para defender la propia dignidad y el derecho humano a amar y desear en
libertad y con orgullo. Como docentes tenemos mucha más capacidad para poder luchar contra la discriminación que el alumnado, nos guste más o menos, tenemos cierta “autoridad” que nos permite utilizarla precisamente para luchar contra la discriminación y el acoso, tanto el que nos pueda afectar directamente como el que pueda sufrir nuestro alumnado. Por tanto, empoderamiento, redes de apoyo mutuo y a por ello, ¡sin miedo!.

Prejuicio número 6: No trabajo la diversidad afectivo sexual y de género en el aula porque no quiero que piensen que soy LGTB.

La discriminación por razón de orientación sexual o identidad de género tiene esta particularidad, el contagio del estigma y puede afectar tanto a profesorado como a alumnado. Es más habitual entre el alumnado y tiene que ver con la necesidad de pertenencia al grupo, el miedo a ser diferente, cuestiones sensibles, como sabemos, a
determinadas edades pero como adultes ya deberíamos tener superadas esas cuestiones. Como este prejuicio influye sobre todo al profesorado aliado, os pido, por favor, que no dejéis que os afecte, que os necesitamos y que vuestro alumnado os necesita. No es necesario ser parte del problema para formar parte de la solución porque tenemos la capacidad humana de la empatía.

Si no nos vacunamos, y ahora que comienza el curso es un momento perfecto, no podremos nunca decir que somos una sociedad evolucionada, seremos una sociedad estancada o incluso retrógrada ya que no podremos progresar nunca si no atendemos, si no respetamos y si no aceptamos plenamente la diversidad afectivo-sexual y de género en la educación formal.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/09/17/vamos-a-desmontar-prejuicios-tra-la-ra/

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“No podemos enseñarle a las niñas del futuro con los libros del pasado”

Por: BBC Mundo

En un libro de texto para estudiantes de primaria en Tanzania, los varones aparecen forzudos y atléticos mientras que las niñas simplemente parecen estar orgullosas de sus coloridos vestidos.

En otra escuela en Haití, los alumnos aprenden que las madres «se ocupan de los hijos y preparan la comida» mientras que los padres trabajan «en una oficina».

Hay un texto ilustrado en Pakistán en el que todos los políticos -poderosos y de gran autoridad- son hombres.

En Turquía un dibujo animado muestra a un niño que sueña con ser doctor mientras que una niña se imagina como una futura novia luciendo un vestido blanco.

La lista continúa y no sabe de fronteras.

Un texto escolar de Hait'i que muestra prejuicios de género.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image caption‘Una madre se ocupa de sus hijos y cocina y un padre trabaja en el campo o en una oficina’
Los hombres ganan el dinero mientras que las mujeres se ocupan de los niños: los prejuicios de género en textos escolares.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionLos hombres ganan el dinero mientras que las mujeres se ocupan de los niños: los prejuicios de género en textos escolares.

Los textos escolares de escuela primaria están plagados de prejuicios de género y esto es algo que puede verse de manera sorprendentemente similar en todos los continentes, aseguran los expertos.

Es un problema «escondido a plena vista».

«Hay estereotipos masculinos y femeninos camuflados en lo que parecieran ser roles bien establecidos para cada género», afirma la socióloga Rae Lesser Blumberg.

La profesora Blumberg, de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, ha estado estudiando textos escolares de todo el mundo por más de una década y señala que las mujeres son sistemáticamente borradas o se las muestra en roles de subordinación.

«El prejuicio de género es un tema de bajo perfil, no acapara los titulares dado que aún hay millones de niños que aún no reciben educación formal», dice.

Aunque la matrícula escolar ha aumentado en forma dramática desde el año 2000, la agencia de las Naciones Unidas para la educación, Unesco, estima que más de 60 millones de niños aún no pisan un aula, y el 54% son niñas.

«Estos libros perpetúan el desequilibrio entre los géneros», afirma Blumberg. «No podemos educar a los niños del futuro con libros del pasado».

Un texto escolar tunesino que muestra a las mujeres cocinando y limpiando.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionUn texto escolar tunesino muestra a las mujeres cocinando y limpiando.

Invisibles o estereotípicas

El año pasado la Unesco emitió una severa advertencia.

La agencia de la ONU señaló que las actitudes sexistas son tan ubicuas que los textos escolares terminan socavando la educación de las niñas y limitando sus expectativas profesionales y de vida.

Según la Unesco, estos libros representan un «obstáculo escondido» para lograr la equidad de género.

Ya sea que se mida en cantidad de líneas de texto, de acuerdo a la proporción de personajes, a las menciones en los títulos, las citas en índices o cualquier otro criterio, «las encuestas muestran que las mujeres son vastamente subrepresentadas en los libros y el currículo», dice Aaron Benavot de la Universidad de Albany, en EE.UU., exdirector del informe de la Unesco de 2016 Monitoreo de la Educación Global.

Un texto escolar de Congo que muestra a una mujer cocinando.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionUn texto escolar de Congo.

Según los expertos el problema es tripartito.

El aspecto más obvio es el uso del lenguaje prejuicioso, ya que en general se usan palabras masculinas para describir a toda la humanidad.

Luego está el problema de invisibilidad: las mujeres muchas veces están ausentes de los textos, sus roles en la historia y en la vida diaria están subsumidas por los personajes masculinos.

«Había un texto sobre científicos que recuerdo muy bien, en el que la única mujer era Marie Curie», cuenta Blumberg.

«¿La mostraba descubriendo el radio? No, miraba tímidamente sobre el hombro de su marido mientras este hablaba con un hombre que se veía elegante y distinguido».

En tercer lugar, se usan estereotipos tradicionales sobre los trabajos que realizan hombres y mujeres, tanto dentro del hogar como afuera, además de expectativas sociales y características de cada género que son un cliché.

Todas las profesiones son realizadas por hombres en este texto italiano.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionTodas las profesiones son realizadas por hombres en este texto italiano.

Un ejemplo notable es un texto escolar italiano que enseña palabras relacionadas a distintos oficios. Hay 10 opciones distintas para hombres, desde bombero hasta dentista, y ninguna para mujeres.

En tanto, a las mujeres se las muestra realizando tareas domésticas, desde cocinar y lavar hasta cuidar de los niños y de los ancianos.

«También preocupa que las mujeres aparezcan como pasivas, sumisas, ocupando estos roles estereotípicos», afirma Catherine Iere, experta en educación de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido, quien también participó del estudio de la Unesco.

Niñas cubanas leen en clase.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionNiñas cubanas leen en clase.

«Si los alienígenas nos visitaran…»

El problema no es nuevo. Los textos escolares han estado bajo la lupa desde los años 80, siguiendo una iniciativa feminista para crear reformas en países desarrollados.

Un estudio estadounidense de 2011, considerada la investigación más amplia sobre este tema ya que analizó más de 5.600 libros para niños publicados en el siglo XX, estimó que los varones son representados casi el doble que las mujeres en títulos y 1.6 veces más como personajes centrales.

Desde que se identificó el problema por primera vez ha habido algo de progreso para reducir el sexismo, pero este ha sido «muy lento», aseguran los expertos.

Un texto escolar de EE.UU. que muestra prejuicios de género.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionUn texto de 1962 que se usa en escuelas en EE.UU- Según los expertos no mucho ha cambiado.

Algunos de los textos fueron publicados hace mucho tiempo, sin embargo muchos se siguen usando, en especial en países de bajos ingresos y en escuelas que no cuentan con recursos suficientes para reemplazarlos.

«El problema empeora cada año porque el mundo está progresando, las mujeres realizan trabajos nuevos y los roles domésticos están cambiando», dice Blumberg. «Los libros no están mejorando al mismo ritmo así que la grieta se va ensanchando».

«Si los alienígenas nos visitaran no tendrían la menor idea de lo que realmente hacen las mujeres, tanto profesionalmente como en lo personal, si se basaran en nuestros textos escolares».

Preocupación universal

Las investigaciones también muestran que el problema es casi universal. Aunque hay diferencias en la frecuencia e intensidad, el sexismo está presente en los textos escolares tanto de países ricos como pobres.

Aunque la información está diseminada, una muestra de investigaciones publicadas a lo largo de la última década sirven de evidencia.

Por ejemplo, un texto de historia para alumnos de tercer grado en India no muestra a una sola mujer profesional

Un libro de inglés que se usa en Kenia muestra a hombres activos que tienen «ideas interesantes», mientras las mujeres y niñas cocinan y juegan con muñecas.

Estereotipos de género en textos escolares de Kazajistán (izq.) y Turquía.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionEstereotipos de género en textos escolares de Kazajistán (izq.) y Turquía.

Los hombres representan el 80% de los personajes en libros de texto diseñados por el ministerio de Educación en Irán. En India solo el 6% de las ilustraciones representan a mujeres solas y en Georgia el 7%.

Textos de matemáticas en Camerún, Costa de Marfil, Togo y Túnez tenían una proporción de mujeres menor al 30%, según un estudio comparativo de 2007.

Y una investigación sobre textos de Ciencia en el Reino Unido y China también reveló que el 87% de los personajes eran masculinos.

Una niña yemení lee un libro de texto.Derechos de autor de la imagenMOHAMMED HUWAIS / AFP
Image captionLas niñas aprenden sobre el mundo a travès de sus textos escolares y normalizarán los estereotipos que se les muestran.

En Australia, un estudio realizado en 2009 halló que el 57% de los personajes en textos escolares eran hombres, a pesar de que hay más mujeres que hombresen el país.

«Uno pensaría que los textos escolares en países de altos ingresos serían un poco más progresistas, sin embargo en Australia hay el doble de hombres representados en roles ejecutivos y cuatro veces más hombres que mujeres en roles políticos y de gobierno», señala Iere.

«Hay un caso extremo en un libro chino en el que hay una sola heroína durante la Revolución Comunista de 1949», cuenta la profesora Blumberg.

«Y no se la muestra luchando por nuevas leyes o en la línea de combate con Mao, le está dando un paraguas a un guardia masculino que está parado bajo la lluvia».

Texto escolar paquistaníDerechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionActividades ‘para mamá y papá’ en un texto escolar paquistaní: mientras ella cocina, él se relaja.
Profesiones por género en un texto escolar en Kenia.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionProfesiones por género en un texto escolar en Kenia.

Herramienta educativa influyente

Los expertos resaltan que parte del problema es que los libros construyen una sensación de lo que es normal en un sociedad, en los ojos de los niños.

Como parte de el currículo oficial, estos textos son una herramienta educativa muy poderosa.

Se estima que un alumno o una alumna leen más de 32.000 páginas de textos escolares desde la primaria hasta el secundario. El 75% del trabajo en clase y el 90% de la tarea se hace a partir de estos libros, además de un gran porcentaje de la planificación docente.

Incluso en esta era en la que el acceso a internet y otros recursos digitales ha ampliado las herramientas educativas, «los libros de texto siguen siendo centrales, en especial en países pobres», señala Aaron Benavot.

«Cuando estos textos muestran expectativas muy estrechas sobre lo que deberían ser varones y niñas, los estudiantes aprenden esas pautas sociales», indica Iere.

Niñas pàquistaníes escuchan mientras su maestra les lee.Derechos de autor de la imagenARIF ALI / AFP
Image captionEn muchos países la educación se basa en los textos escolares.

El impacto que estos libros pueden tener sobre la visión de mundo de los niños ya ha sido medido por los académicos.

Un estudio israelí que involucró a niños de primer grado mostró, por ejemplo, que a quienes se les enseñó a los hombres y mujeres como iguales tendían a pensar que la mayoría de las carreras eran aptas para ambos géneros, mientras que quienes usaban textos con prejuicios de género solían encontrar aceptables esos estereotipos.

También se ha vinculado la poca representatividad femenina en textos científicos con el bajo número de niñas que eligen estudiar disciplinas académicas como Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en todo el mundo.

Un texto escolar de Nigeria que muestra prejuicios de género.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionLos alumnos nigerianos aprenden sobre las profesiones en inglés con este texto.

Señales de progreso

No obstante ha habido algo de progreso en la última década.

El informe de 2016 de la Unesco muestra que los contenidos que representan la equidad de género han aumentado en los textos escolares alrededor del mundo, con mayores referencias a los derechos de la mujer y la discriminación de género, en particular en Europa, América del Norte y África subsahariana.

Gráfico que muestra los progresos en equidad de géneros

Algunos países están liderando el cambio, y quizás no resulte sorprendente que el primero es Suecia, dado su actitud general hacia los temas de género.

Algunos de los libros del currículo nacional incorporaron personajes y pronombres de género neutro además de una representación más igualitaria de la vida diaria.

«Si ves a alguien revolviendo una olla y usando un delantal en un libro sueco, hay altas chances de que se trate de un personaje masculino», dice Blumberg.

Una madre y una niña leen un libroDerechos de autor de la imagenADAM BERRY / GETTY IMAGES
Image captionAlgunos estudios muestran que los libros de género neutral mejoran el aprendizaje.

En Hong Kong hubo investigaciones que documentaron un número equitativo de personajes femeninos y masculinos en textos escolares en inglés.

Y también ha habido progreso en Argentina, Costa Rica, China, India, Jordania, Pakistán, los territorios palestinos y Vietnam.

Una versión mejorada de un texto escolar chino, que muestra a hombres y mujeres hablando de economía.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionUna versión mejorada de un texto escolar chino, que muestra a hombres y mujeres hablando de economía.

Pero una reforma completa de los textos escolares de un país es un proceso largo y costoso, que muchas veces queda postergado por cuestiones presupuestarias o burocráticas.

«Algunos de los cambios han sido superficiales y el compromiso de un gobierno no es sostenible si hay un cambio de régimen», advierte Benavot.

Un texto escolar en Bangladesh muestra a una jugadora de fútbol mientras que un hombre lava los platos en un texto indio.
Image captionUn texto escolar en Bangladesh muestra a una jugadora de fútbol mientras que un hombre lava los platos en un texto indio.

Por ello los expertos recomiendan métodos alternativos para hacer frente a los textos prejuiciosos.

Por ejemplo en India y Malaui se ha buscado usar la lectura crítica para identificar los casos de sexismo y cuestionar los estereotipos en discusiones grupales.

«El problema puede ser compensado llamando la atención sobre el tema y a los estudiantes les suele divertir actuar como ‘detectives'», señala Blumberg.

«Pero primero debemos entrenar a los docentes y eventualmente tenemos quereescribir estos textos si queremos una mejor educación».

Un texto escolar vietnamita: antes y después.Derechos de autor de la imagenUNESCO / GEM REPORT
Image captionUn texto escolar vietnamita: antes y después.
Cambios sugeridos para un texto escolar.
Image captionCambios sugeridos para un texto escolar

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-41589110

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