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La pandemia coloca a indígenas latinoamericanos ante nuevos desafíos

América/ 15/04/2020/Autor: Mario Osava/Fuente: http://www.ipsnoticias.net/

El nuevo coronavirus llegó al extremo noroeste de Brasil, en la Amazonia profunda, sonando la alarma de su arribo a comunidades donde viven numerosos indígenas, en un temor común en los países latinoamericanos.

Por una cruel ironía el portador del coronavirus fue un médico de la Secretaría Especial de Salud Indígena, responsable en Brasil de la asistencia a los pueblos originarios en sus territorios.

“Él vino del Sur, atendió gente en Atalaia do Norte, donde contagió a un pariente marubo (pueblo indígena), luego estuvo en Santo Antonio do Içá y dejó cuatro con el virus, entre los cuales una indígena kokama. Hoy se informó que en São Paulo de Olivença, donde vivo, hay otros dos enfermos”, relató a IPS el líder indígena Francisco Guedes, desde su localidad.

Entre los siete comprobados con el nuevo coronavirus por lo menos dos son indígenas, “parientes” como los  identifica Guedes, presidente de la Federación de las Organizaciones, de los Caciques y las Comunidades Indígenas de la Tribu Ticuna del Alto Solimões, en el estado de Amazonas, en el norte del país.

“Estamos preocupados”, porque no se ve posibilidad de tratamiento para los enfermos graves, señaló Guedes, profesor de enseñanza básica en la lengua ticuna, el pueblo indígena más numeroso de Brasil, con 70 000 miembros estimados, en un país con una población de 211 millones de habitantes.

“Acá el hospital no tiene equipos siquiera para asistencia común, mucho menos para cuidados intensivos. Y Manaus, donde hay recursos, queda a tres días y medio en barco”, el único medio de transporte, acotó.

Además Manaus, la capital de Amazonas, con 2,2 millones de habitantes, tiene su red de hospitales ya en colapso, admitió el alcalde Arthur Virgilio Neto. Es una de las siete capitales cuyo índice de contagiados por el SARS-CoV-2 más preocupa al Ministerio de Salud.

Manaus es la capital del estado con mayor índice de contagios hasta ahora, y allí ha muerto uno de los dos indígenas registrados como fallecidos hasta ahora por la covid-19, ambos en la Amazonia brasileña.

En México, en la occidental península de Yucatán, donde los indígenas constituyen por lo menos la mitad de  sus 2,2 millones de habitantes, ellos enfrentan otras dificultades.

“Aún hay pocos casos (de la covid-19), por suerte, y la mayor parte en la capital Mérida, pero como no hay ningún plan del gobierno ante la pandemia, un contagio masivo provocaría muchas muertes”, teme Pedro Uc Be, miembro de la Comisión de Seguimiento de la Asamblea Maya en Yucatán.

“Lo que se necesita ahora es comida y trabajo, no tanto para los indígenas que viven en sus pueblos, que tienen la ventaja de una dinámica propia, con producción de alimentos. El problema son los que emigraron principalmente a Mérida y ahora regresan a sus pueblos sin trabajo, ni ingresos, ni comida”, destacó a IPS desde Buctzotz, un municipio de Yucatán.

El gobierno del estado de Yucatán, uno de los tres en que se divide el territorio peninsular, ofreció un bono de 2500 pesos (cerca de 102 dólares) a cada desempleado, pero en la mitad del primer día hubo más de 25 000 solicitudes y se canceló el programa.

Una reunión de la Asamblea Maya, en la península de Yucatán, en México, que lucha por la defensa de su territorio. Ahora sus líderes buscan defender a sus miembros de la propagación del coronavirus. Foto: Cortesía de AM

Una reunión de la Asamblea Maya, en la península de Yucatán, en México, que lucha por la defensa de su territorio. Ahora sus líderes buscan defender a sus miembros de la propagación del coronavirus. Foto: Cortesía de AM.

“No tenemos seguridad, pero se cree que el coronavirus llegó a los pueblos indígenas por los regresados de la capital”, observó Uc Be, campesino, profesor de literatura y escritor en lengua maya.

En México, con 130 millones de habitantes, la epidemia está creciendo y hasta ahora se trata de contenerla por un confinamiento voluntario de las personas. “La mayoría se queda en casa”, pero el éxito sigue pendiente de políticas “adecuadas y a tiempo”, sostuvo.

El gobierno local amenazó con hacer obligatorio el aislamiento social, pero no lo hizo ante críticas de las organizaciones de derechos humanos, dijo el profesor, tras explicar que la Asamblea Maya lucha en la defensa del territorio indígena contra intentos de despojo por grandes empresas, proyectos energéticos y siembras de soja transgénica.

En Ecuador, la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) también se quejó de la falta de medidas y de coordinación de los esfuerzos centrales, provinciales y locales, pero se dispuso a poner en marcha “un plan de solidaridad en apoyo a sectores del campo y la ciudad”, con aporte de productos de primera necesidad.

“Pondremos nuestro granito de arena”, declaró el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, en una rueda de prensa digital desde Quito el martes 7.

No hubo registro de la covid-19 en las comunidades indígenas de la Amazonia Ecuatoriana, pero si en la costa, con “compañeros fallecidos”, resumió.

“No tenemos estadísticas, datos exactos” con nombres y origen de los indígenas afectados, reclamó. La prioridad debe de ser la protección de los productores campesinos, para que puedan vender sus productos, para que tengan sus ingresos y contribuyan a la seguridad alimentaria, arguyó Vargas.

La crisis de la pandemia en Ecuador repercutió internacionalmente por los muertos sin sepultura, abandonados en las calles de Guayaquil, la mayor ciudad del país andino, con 17 millones de habitantes.

Vargas divulgó también las resoluciones del Consejo Político de Conaie, reunido el lunes 6.

“Rechazar la decisión del gobierno nacional de pagar la deuda externa y no destinar esos recursos al Sistema de Salud Pública para combatir el covid-19 en el cual hasta el momento hay la escalofriante cifra de 1600 miembros del personal de salud contagiados por falta de equipos de bioseguridad”, es el tercero de los 13 puntos de la declaración.

Una escuela del pueblo juruna, en la orilla del río Xingú, en la Amazonia brasileña. Los pueblos indígenas de la ecorregión del norte del país tratan ahora de informarse y reclamar medidas para evitar los daños y la mortalidad que provoca la pandemia del nuevo coronavirus, a que son muy vulnerables por razones sociales y culturales, como el modo de vida, lejanía de los hospitales y la invasión de sus tierras. Foto: Mario Osava/IPS

Una escuela del pueblo juruna, en la orilla del río Xingú, en la Amazonia brasileña. Los pueblos indígenas de la ecorregión del norte del país tratan ahora de informarse y reclamar medidas para evitar los daños y la mortalidad que provoca la pandemia del nuevo coronavirus, a que son muy vulnerables por razones sociales y culturales, como el modo de vida, lejanía de los hospitales y la invasión de sus tierras. Foto: Mario Osava/IPS

La Conaie condena la política neoliberal, beneficios a las empresas extractivas y centrales hidroeléctricas, los despidos masivos y los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, para reclamar una elevación de 60 a 400 dólares el bono de emergencia concedido a los trabajadores informales privados de sus ingresos.

Además propone la creación de un fondo para la compra de alimentos producidos por el sector indígena y campesino, para asegurar el abastecimiento de las ciudades.

Los indígenas latinoamericanos tratan de superar el olvido a que fueron relegados en esta crisis sanitaria y también humanitaria, un efecto natural de la multiplicación de los enfermos y muertos en algunas de las grandes ciudades.

“Los pueblos indígenas no están preparados para la pandemia del coronavirus debido a la limitada oferta de servicios de salud (instalaciones y personal sanitario) en sus comunidades”, declaró el epidemiólogo Omar Trujillo, quien se ocupa de la población originaria dentro del Ministerio de Salud de Perú, otro país con alto número de comunidades nativas.

Esta vez el virus no es el arma biológica con que invasores coloniales exterminaron pueblos indígenas en las Américas. El SARS-CoV-2 golpea a todos, sin distinguir etnias o colores.

Nadie estuvo expuesto antes a ese nuevo coronavirus para desarrollar anticuerpos y evitar formas graves de la covid-19, explicó a IPS el epidemiólogo Eduardo Costa, asesor de cooperación internacional de la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSP).

Indígenas, blancos o negros están teóricamente en las mismas condiciones inmunológicas ante esa pandemia que amenaza millones de vidas humanas y los sistemas sanitarios, económicos y sociales en todo el mundo.

Pero hay otros indicadores sanitarios y sociales que recomiendan incluir los indígenas en América Latina y el mundo entre los grupos más vulnerables, sostuvo Ana Lucia Pontes, médica investigadora de la ENSP, quien coordina el Grupo de Trabajo de Salud Indígena en la Asociación Brasileña de Salud Colectiva.

Las condiciones varían entre los pueblos originarios, territorios y modos de vida, hay muchos grupos que acumulan comorbilidades por efectos de enfermedades sufridas, como malaria, dengue, gripes, sarampión, diabetes entre los adultos, anemia relacionada a problemas alimentarios, explicó.

Además de las distancias de las aldeas a los hospitales y frecuente escasez de agua potable, se presentan dificultades de comunicación y por ende de información sobre riesgos y cuidados impuestos por el coronavirus, acotó.

Aunque vivan apartadas, numerosas comunidades indígenas en Brasil y el resto de América Latina dependen de compras de alimentos afuera y esa relación frecuente con los mercados urbanos representa un riesgo de contagio peligroso, concluyó Pontes.

Ya el 13 de marzo, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) llamó a los gobiernos de los ocho países de la ecorregión a adoptar medidas urgentes, ante la especial vulnerabilidad de los pobladores originarios.

“Son 506 pueblos indígenas que estarían en inminente riesgo, además de 76 pueblos indígenas en aislamiento, cuyo sistema inmunológico es muy débil y cualquier gripe los puede llevar a la desaparición. Una pandemia de esta magnitud para las comunidades nativas significaría una catástrofe de grandes proporciones”, planteó entonces uno de sus coordinadores, el colombiano Robinson López.

El brasileño Guedes, por su parte, comentó una realidad que se repite entre comunidades indígenas de la región.

Los ticunas, dijo, aún disponen de mucho pescado y producción agrícola para sostenerse con cierta autonomía alimentaria. Pero muchos “parientes” ya no cuentan con esa posibilidad, con tierras escasas y cercadas o invadidas por la minería y la ganadería y el pescado escaso en ríos bloqueados por embalses hidroeléctricos, se lamentó.

El SARS-CoV-2 hizo recordar que los cinco millones estimados de indígenas que vivían en Brasil cuando llegaron los portugueses, en 1500, se redujeron a 897 000 en el censo de 2010, después de haber bajado a cerca de 250 000 en los años 80. Otros virus fueron factores de muchos casos de exterminio.

ED: EG

Fuente e imagen:  http://www.ipsnoticias.net/2020/04/la-pandemia-coloca-indigenas-latinoamericanos-ante-nuevos-desafios/

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Brasil: El avance del covid-19 en Brasil amenaza a los pueblos originarios

América del Sur/ Brasil/ 14.04.2020/ Fuente: www.elperiodico.com.

Alvanei Xirixana pertenecía a la nación yanomami que se extiende por miles de uno y otro lado de la extensa frontera que separa a Brasil de Venezuela. Él murió a los 15 años en el principal hospital de Boa Vista, unos 4600 kilómetros al norte de Sao Paulo. Había llegado a la capital del capital del estado brasileño de Roraima con fiebre y nunca más volvió a su aldea Rehebe, cerca del Uraricoera, el río que los buscadores de oro recorren con sus ensoñaciones de enriquecimiento a toda costa. Los integrantes de esa comunidad que han presentado síntomas fueron aislados y se les están llevando exámenes. El desgraciado desenlace Xirixana se conoció el pasado viernes mientras buena parte de ese país observaba estupefacto como su presidente, Jair Bolsonaro, ponía en escena su más alto grado de indiferencia ante el coronavirus al rascarse la nariz y luego estrechar manos de seguidores en Brasilia. Los dos episodios están conectados y por eso tanto expertos sanitarios como antropólogos hicieron sonar las alarmas ante la posibilidad de que el COVID-19 llegue a las poblaciones más vulnerables. Entre ellos están, naturalmente, los 850.000 indígenas que habitan distintas zonas del gigante sudamericano. A las amenazas de la devastación forestal y minera y la pérdida de derechos desde que gobierna la ultraderecha se ha sumado ahora la pandemia.

RIESGO DE GENOCIDIO

Hasta el momento, el coronavirus mató a 1.328 personas e infectó a otras 23.430. Sin embargo, los investigadores aseguran que Brasil tiene 225.000 casos positivos no reportados. En este contexto, el problema de los pueblos originarios adquiere en Brasil su dimensión inquietante. El Ministerio Público Federal le ha advertido que existe riesgo de genocidio.  «Las epidemias y las altas tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles han contribuido significativamente a reducir el número de indígenas que viven en territorio. Las enfermedades del sistema respiratorio siguen siendo la principal causa de mortalidad infantil en su población», señalaron a su vez 32 procuradores. Ellos han pedido al Ejecutivo la inclusión de los pueblos indígenas en un grupo prioritario para la vacunación contra la gripe, el suministro de alimentos y el envío a las aldeas de productos de higiene. «Numerosas tierras sufren invasiones de mineros, madereros, entre otras actividades criminales, que inducen un flujo constante de personas no indígenas en estos territorios, lo que hace que las políticas de salud y aislamiento social sean ineficaces”. Los procuradores consideraron que, frente a esas circunstancias, la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) debe reforzar las medidas de protección de las reservas.

EL FACTOR BOLSONARO

Después de que se contagiara una mujer de 20 años de la tribu Kokama, cerca de Colombia y Perú ​, el Fórum Nacional Permanente en Defensa de la Amazonía, que integra a más de 100 pueblos, le reclamó a Bolsonaro que adopte medidas de prevención y asistencia ante el «gravísimo escenario» que se avecina. «Dependemos de la voluntad y competencia políticas de los gobernantes para mitigar los daños de esta pandemia», señalaron. El problema, advierten algunos conocedores del problema indígena, es precisamente la “voluntad” del capitán retirado. Bolsonaro tiene un historial de desprecio a los pueblos originarios. «Los indios huelen mal, carecen de educación y no hablan nuestra lengua», llegó a decir antes de llegar al Gobierno. El «indio está evolucionando» y que «cada vez más es un ser humano como nosotros», dijo ya en el poder, creyéndose benévolo.

«Estamos extremadamente preocupados por las comunidades indígenas», aseguró el ministro de Salud de Brasil, Luiz Henrique Mandetta. Su palabra suele estar en entredicho con la de Bolsonaro, quien no pudo echarlo porque por ahora recibe el respaldo de las Fuerzas Armadas. La situación de riesgo que enfrentan las diferentes etnias en Brasil se repite con sus matices en otras partes de América Latina donde existen  522 pueblos indígenas que suman 45 millones de habitantes. El miedo al presente se alimenta de traumas pasados: más de cinco siglos atrás, el tifus, la viruela, el sarampión y la peste bubónica aniquilaron al 95% de la población del continente o durante los primeros 130 años de la llamada conquista.

Fuente de la noticia: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20200414/el-avance-del-covid-19-en-brasil-amenaza-a-los-pueblos-originarios-7926908

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Indígenas colombianos y brasileños toman medidas por Covid-19

América del Sur/Colombia,Brasil/26-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Las comunidades indígenas en Colombia y Brasil, ante la ausencia de políticas de sus Estados para enfrentar la pandemia del coronavirus, optaron medidas propias para salvaguardar la vida de sus integrantes.

Comunidades indígenas y campesinas de diferentes países de la región han anunciado la implementación autónoma de medidas para prevenir la propagación del coronavirus (Covid-19), a pesar de no contar con el acompañamiento estatal en cuanto a garantías en seguridad, salud, servicios públicos domiciliarios y acceso a bienes.

El pasado lunes 23 de marzo la Organización Nacional del Pueblo Arhuaco adscrito a la Confederación Indígena Tayrona (CIT) en Colombia, anunció que ante la expansión de la pandemia del coronavirus adoptaran normas para evitar que los integrantes de las comunidades indígenas se contagien.

Según la circular conjunta por las autoridades centrales de Yewrwa y Simunurwa, quienes ejercen como instancia de Gobierno al interior de sus comunidades, ordenaron el cierre de sitios turísticos, la restricción de vehículos y personas, activando dos puntos de control en la cabecera municipal de Pueblo Bello en el Departamento del Cesar (norte de Colombia), específicamente en las zonas de Las Delicias y Ariguani, puntos de ingreso a los resguardos indígenas. Este trabajo se llevara a cabo en coordinación con la Alcaldía y la fuerza pública.

Confederación Indígena Tayrona@CIT_indigena

Las autoridades regionales del Pueblo Arhuaco toman MEDIDAS DE CONTROL TERRITORIAL PARA PREVENIR EL CONTAGIO DEL COVID 19 (CORONAVIRUS) EN LA POBLACIÓN ARHUACA.

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Igualmente las comunidades campesinas de Colombia se unieron autonomamente a la implementación de medidas de prevención contra el Covid-19 exigiendo mayor protección al Gobierno del presidente Iván Duque. En ese sentido también le solicitaron a los diferentes grupos armados cesar el fuego para dar atención adecuada a la problemática sanitaria.

Por su parte, la Asociación de Servidores de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) en Brasil, revela que las organizaciones indígenas aplicaron políticas para proteger sus vidas, ante la indiferencia del jefe de Estado, Jair Bolsonaro, respecto a la pandemia del Covid-19.

Las investigaciones realizadas por el médico especializado en salud indígena e investigador la Universidad Federal de São Paulo y miembro del grupo Xingu, Douglas Rodrigues, demuestra que las comunidades indígenas son más vulnerables al contagio de cualquier enfermedad debido a la precaria atención en salud que tienen.

La Organización de Naciones Unidas (ONU), revela que en Suramérica existen 119 comunidades indígenas en aislamiento voluntario ante el riesgo de contagio.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/colombia-brasil-indigenas-toman-medidas-covid-20200324-0035.html

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Paulina Fernández: la ética de la rebeldía

Por: Raúl Zibechi

Las personas somos lo que hacemos. Los caminos que recorremos a lo largo de nuestra vida, las trochas que abrimos y las estelas que dejamos, son las que nos explican como seres humanos; el barro con el que nos amasamos. No hay más. Ni discursos, ni proyectos ni sueños.

Siento que el legado mayor de Paulina Fernández Christlieb fue su maravillosa obra “Justicia Autónoma Zapatista. Zona Selva Tzeltal”, publicada en 2014. Con su natural austeridad y su notable discreción, no detalla los tiempos largos de su investigación, grabador en mano, recorriendo los municipios autónomos de la región que escogió para su trabajo. En su libro, sólo aparecen los pueblos, los colectivos zapatistas, nunca ella ocupando algún lugar destacado, como suele suceder con tantos académicos.

A lo largo de casi 500 páginas, explican los modos de la justicia zapatistas, anclada en la cultura comunitaria “de donde derivan muchos de los elementos componentes de la autonomía zapatistas” p. 105). Siempre hablan los pueblos, las autoridades colectivas, varones y mujeres que participan en algún nivel de la autonomía. Tuvo la sensibilidad y la humildad de dejar hablar, de escuchar.

Aborda situaciones como los asesinatos y el modo como la justicia zapatista actúa en esos casos: “Llegan a un acuerdo el doliente y el asesino. La Junta de Buen Gobierno propone si le da una parte de tierra o unos animales para que vivan los dolientes” (p. 284). Esta justicia no busca el castigo, sino la recomposición de la confianza comunitaria.

“Este es un acuerdo de las partes. En estos casos, largo tiempo para resolverlos. Tienen que venir a la Junta los familiares de la viuda, sus hijos, toda la situación de la familia. Tenemos que tomarle mucho su palabra de la familia. Apoyar y que sobreviva la familia. Tiene también que ser todo su voluntad del asesino, de que lo cumpla. También la comunidad presiona a que cumpla el asesino, si no, lo puede expulsar”.

La justicia autónoma zapatistas teje y recompone vínculos, tomando distancia de la in-justicia del Estado. Por eso tantas familias no zapatistas, partidistas, priístas, acuden a las Juntas de Buen Gobierno. Porque no son corruptas, porque reconocen su legitimidad.

Creo que el trabajo de Paulina, en particular sus modos, abren una ventana para conocer el mundo zapatista. Dirán, los escépticos, que muchas de las cosas que trae su trabajo eran ya conocidas. Puede ser, pero aquí son los pueblos los que dicen su palabra. En algún momento que no puedo recordar, el subcomandante Galeano dijo que su libro era el primero que en el que no se habla “de” los pueblos, sino que lo hacen directamente los pueblos.

Rigurosa como era, aborda también los problemas. El cansancio en las filas zapatistas. El machismo. “En múltiples asambleas comunitarias y entrevistas colectivas con autoridades de pueblos, MAREZ y Zona, se pudo observar que las jóvenes son las que menos se atreven a hablar, mientras que muchas mujeres maduras destacan al participar con pleno conocimiento y seguridad de lo que están haciendo” (p. 330).

En otros momentos, pudo comprender “el sufrimiento que hace padecer a las más jóvenes la sola invitación a expresar su opinión”. Algunas elegidas para cargos, “se retuercen de pena” cuando les toca hablar, jóvenas de dieciséis años, por ejemplo. Aquí lo notable es el respeto y la comprensión con las que Paulina escucha a sus interlocutoras, sin juzgar, sólo escuchando.

El cambio producido por la revolución zapatista, como se titula uno de los últimos apartados del libro, “es que nosotros mismos lo hacemos” (p. 345). Nada más, y nada menos. Quizá la revolución sea eso, “tener autoridades propias en cada comunidad para arreglar los problemas”; porque ahora “la justicia ya no es con chicote”, sino por acuerdo entre las comunidades.

Habría mucho más para decir. Creo que esas gotas de amor rebelde que nos legó Paulina, enseñan dos cuestiones básicas: que los pueblos viven y deciden de otro modo, sin el caudillo patriarcal de turno sino por mano propia; y que es posible investigar y comunicar dejando a un lado los egos intelectuales y académicos.

Mientras éstos ignoran a los pueblos originarios o los toman como “objetos de investigación”, Paulina Fernández los considera sujetos de sus vidas y actúa en consecuencia.

En este ejercicio Paulina fue maestra, poniendo la vara de la ética muy arriba, tanto como su sencilla rigurosidad.

Fuente: https://desinformemonos.org/paulina-fernandez-la-etica-de-la-rebeldia/

Imagen: https://stock.adobe.com/images/zapatista-marcos-dolls-for-sale-in-san-cristobal-de-las-casas-chiapas-mexico/249056923?as_channel=affiliate&as_campaign=pexels&as_source=arvato&tduid=fdcfc7c5e73fed5f96d9100b6b868d89&as_channel=affiliate&as_campclass=redirect&as_source=arvato

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Brasil: Indígenas brasileños hacen un llamado en medio de la pandemia

América del Sur/Brasil/22-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Las comunidades indígenas brasileñas continúan preocupadas por la deforestación y la falta de atención del Gobierno y de la comunidad internacional.

El líder y defensor de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), Luiz Eloy Terena, hizo un llamado de alerta al Gobierno de Brasil y a la comunidad internacional, para que atiendan los efectos negativos de la deforestación que va en aumento en el Amazonas.

Terena, denunció la existencia de vínculos entre la administración del presidente Jair Bolsonaro y las actividades extractivistas que han afectado a las comunidades que habitan en los territorios amazónicos.

«Si Bolsonaro logra permitir la minería en tierras indígenas, no solo significará una mayor destrucción del bosque y sus ríos, sino un genocidio generalizado de varios grupos indígenas», aseguró el líder.

En 2019, fueron registrados en el Amazonas más de 80.000 incendios donde se perdieron al menos 9.762 kilómetros cuadrados de selva tropical, según los datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil.

Una de las causas del fatídico hecho fue la práctica de expansión que suelen utilizar ganaderos y agricultores de la región para incrementar su producción afectando los territorios indígenas.

Los reclamos exigen una solución ante el hecho, por lo que el defensor indicó que, «La seguridad jurídica de nuestros territorios debe ser una prioridad mundial y las políticas globales de cambio climático deben realizarse junto a organizaciones indígenas y territoriales para ser verdaderamente efectivas».00

Entre sus reclamos, también piden a la comunidad internacional, especialmente a la Unión Europea, el rechazo al acuerdo UE-Mercosur, «ya que las empresas europeas y norteamericanas se encuentran entre las que más explotan los recursos de la selva tropical», así lo indicó Terena.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/brasil-indigenas-llaman-comunidad-internacional-deforestacion-20200321-0002.html

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Indígenas en Brasil organizan sus propias patrullas de vigilancia contra la explotación ilegal de recursos

América/Brasil/04/03/2020/Autor : Luna Gámez/fuente: actualidad.rt.com

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quiere legalizar las actividades extractivas en áreas indígenas, lo que tendría consecuencias nefastas para los modos de vida de sus habitantes y la protección del medio ambiente.

Diversas comunidades indígenas en Brasil se ven obligadas a organizar sus propias redadas y mecanismos de defensa contra los invasores que pretenden extraer ilegalmente recursos naturales de sus tierras. El actual gobierno de Jair Bolsonaro, que viene ignorando estas amenazas contra los pueblos originarios y contra la destrucción del medioambiente, ha presentado un proyecto de ley para legalizar ciertas actividades económicas en las áreas indígenas oficialmente demarcadas y protegidas.

«Espero que este sueño (…) se concretice porque el indio es un ser humano exactamente igual a nosotros«, declaró Bolsonaro el día 5 de febrero tras firmar el proyecto de ley para legalizar las actividades extractivas en áreas indígenas. La medida prevé que tanto los habitantes de estas comunidades como agentes externos puedan desarrollar actividades de extracción de petróleo, gas, minerales o explotación del potencial hidráulico.

En caso de aprobarse esta medida, 177 tierras indígenas se verían directamente afectadas, además de seis grupos ancestrales que viven todavía aislados, según advierte la organización internacional Survival. Los Yanomami serían uno de los grupos más afectados por la legalización de la minería en tierras indígenas, ya que existen 678 solicitudes de extracción de minerales en esta tierra al norte de Brasil y fronteriza con la Guayana. Al margen de la aprobación de estas demandas, numerosas actividades de extracción minera ilegal tienen lugar constantemente en áreas indígenas y otras reservas ambientales. Las poblaciones invadidas sufren tanto la invasión de los extractores como las consecuencias de la contaminación producida por esta actividad.

«Este agua sucia está trayendo muertes y enfermedades a nuestro pueblo. Nuestros peces están llenos de mercurio», declaró Alessandra Korap Munduruku, una de las más activas líderes en defensa de su pueblo en diciembre, en Brasilia, donde fue a denunciar la contaminación del río Tapajós como resultado de la minería.

Autogestión frente a las invasiones para extraer recursos en tierras indígenas

Las invasiones -en muchas ocasiones respaldadas por grupos armados- tienen como objetivo emprender actividades ilícitas de minería, plantaciones o extracción de madera en estas reservas. Además, en algunos casos, los terratenientes ocupan pedazos de terreno para disputar la propiedad del lugar con los pueblos indígenas aunque haya un reconocimiento oficial del Estado concluido o en proceso a favor de las comunidades ancestrales.

La demarcación geopolítica de una Tierra Indígena (T.I.) tiene como finalidad reconocer el vínculo ancestral de estos pueblos con un cierto territorio así como asegurar sus modos de vida de interdependencia y protección del medio ambiente. Cuando este proceso de reconocimiento se culmina, la tierra delimitada pasa a pertenecerles colectivamente. Tienen derecho al usufructo sustentable de los recursos que allí se encuentran, excepto las riquezas del subsuelo que no pueden ser extraídas así como tampoco pueden desarrollar actividades de monocultivos intensiva. A pesar de que tanto la Constitución brasileña como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recoge el derecho de las poblaciones ancestrales de acceso a la tierra, el Gobierno brasileño ha hecho oídos sordos en muchos casos históricos de invasión de propiedades.

Frente a esta situación, hoy acentuada por el presidente Bolsonaro, que incentiva la explotación de recursos naturales principalmente de la Amazonia y desprestigia las formas de vida tradicionales de las poblaciones indígenas, estas comunidades organizan sus propias redadas de vigilancia para impedir la extracción ilegal de recursos en sus tierras.

«Cuando el gobierno dice que no va a demarcar más tierras indígenas lo que está haciendo es declarar nuestra muerte», explica Alessandra Korap, miembro de la etnia Munduruku. Ella argumenta que un territorio oficialmente demarcado y gestionado por una forma de vida ancestral está más salvaguardado que las áreas de selva vacías y vulnerables a la expoliación. «La selva se mantiene gracias a las poblaciones que hemos vivido siempre dentro de ella para defenderla. Cuando el presidente dice que va a legalizar la minería o la agropecuaria en las áreas reservadas estimula que lleguen más invasores que se sienten respaldados por el Gobierno«, añade esta líder indígena, y enfatiza: «Bolsonaro se inventa leyes para matarnos a los indígenas y para darles beneficios a los terratenientes».

Actualmente, una gran parte de las actividades de minería ilegal de la Amazonia están concentradas en los límites entre el estado de Mato Grosso y Pará, más específicamente entorno al río Tapajós, de acuerdo con las informaciones del Instituto Chico Mendes de Conservación para la Biodiversidad (ICMBio). Una parte de estos emprendimientos clandestinos están en territorio de la etnia Munduruku -con una población que ronda las 14.000 personas distribuidas en 130 aldeas- motivo por el que este pueblo ha puesto en marcha sus propias expediciones de vigilancia y de expulsión de invasores a pesar del peligro implícito en estos enfrentamientos.

«Nunca hemos recibido ninguna ayuda institucional para protegernos», relata Korap, que explica que la organización de sus grupos de vigilancia autogestionada es de extrema confidencialidad por motivos de seguridad de las propias comunidades indígenas. «En julio de 2019 encontramos unos extractores de madera en nuestra tierra, tras las negociaciones se retiraron, se llevaron las máquinas y nosotros creamos nuevas aldeas para proteger esa parte», detalla. Esta etnia indígena, que organiza redadas de vigilancia con cierta asiduidad, también ha desarrollado otros proyectos autónomos como el Mapa de la Vida Munduruku, donde ubicaron sus lugares sagrados amenazados por la construcción de varias hidroeléctricas en el río Tapajós. Este trabajo fue posteriormente difundido por Greenpeace.

Korap explica que su pueblo siempre estuvo alerta y movilizado para denunciar las violaciones de sus derechos, aunque hasta ahora no recibieron respuestas. «Por eso ahora vamos con nuestras propias manos y cuerpos a defender la tierra, no podemos esperar ni al gobierno ni a ninguna institución porque ya esperamos demasiado», afirma esta líder. «Estamos denunciando desde hace más de 20 años los madereros y mineros pariwat (blancos invasores) y siempre tenemos que acabar actuando solos. Pero no nos vamos a rendir», relata el comunicado de este pueblo ancestral, titulado ‘El desgobierno de Brasil no habla por el pueblo Munduruku’, que circula desde finales de septiembre en un intento desesperado de pedir ayuda ante la amenaza institucional.

Las patrullas indígenas autogestionadas también se enfrentan a madereras y a incendios criminales

La extracción ilegal de madera continúa siendo otro de los principales motivos de invasiones contra las que los grupos indígenas deben enfrentarse, en muchos casos con el precio de la muerte, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), que mapea la deforestación ilegal y los incendios en áreas protegidas, como las tierras indígenas. En un reciente enfrentamiento donde madereros ilegales respondieron a tiros frente a la llegada del grupo de vigilancia autogestionado de la etnia Guajajara -conocido como ‘Guardianes de la Naturaleza’-, falleció un joven de esta comunidad, Paulinho Guajajara.

Este episodio es una amenaza recurrente para la gran mayoría de pueblos ancestrales de Brasil, que cada vez están más decididos a defender sus tierras y los ecosistemas que los rodean. «Las invasiones no paran. El año pasado crearon un nuevo asentamiento ilegal en nuestra tierra, dicen que la tierra es de ellos y el gobierno local (del municipio de Brasnorte) les apoya», explica Marta Tipuici, indígena de la etnia Manoki, que también cuentan con sus propias patrullas de vigilancia.

La Tierra Indígena Manoki, también conocidos como indígenas Irantxe y localizados en el estado de Mato Groso, fue oficialmente demarcada en 2008 y tiene una extensión de 206.000 hectáreas donde viven 250 personas. No obstante, y según explica Tipuici, los Manoki sufren las invasiones desde la dictadura militar (1964-1985) debido a una antigua disputa de linderos. Este área, situada en una región amenazada por la deforestación para la instalación de actividades agrícolas intensivas de soja y ganado, entre otras, sufrió además las crueles consecuencias de los incendios de 2019.

Entre enero y septiembre de este año, el INPE registró 186 focos de incendio solo en la Tierra Manoki. «Los incendios los provocan los invasores», relata Tipuici, que especifica que una gran parte de selva virgen que rodea sus aldeas desapareció bajo las llamas. «Los productores que ocupan nuestra tierra están ahora más valientes que nunca porque confían en lo que promete el actual Gobierno».

Los Manoki, al igual que los Munduruku y los Guajajara, también cuentan con un sistema propio de vigilancia contra invasiones. Cuando encuentran alguna actividad ílicita o campamentos clandestinos en sus tierras, contactan con los órganos gubernamentales de fiscalización ambiental, entre los que destaca el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA), con la esperanza de que los funcionarios de la institución consigan expulsarlos. «A finales de agosto conseguimos pillar por sorpresa a algunas personas quemando en nuestra tierra, hicimos fotos con un dron que tenemos para denunciarlos, el fuego acabó siendo enorme y todavía no se ha castigado a los culpables», declara Tipuici, reconociendo que no siempre reciben respuesta de las instituciones a las que reportan las intervenciones criminales.

A pesar de las dificultades, los Manoki realizaron en 2019 seis grandes expediciones de vigilancia que duraron varios días por su extenso territorio. En tres de ellas se encontraron con invasores y debieron negociar por sí solos, sin ningún amparo de las autoridades. «Está claro que tanto el Gobierno municipal como el nacional no quieren que cuidemos de nuestra tierra», exclama Tipuici, que afirma que existen altos riesgos de que los grupos de terratenientes continúen provocando incendios clandestinos para deforestar y ocupar parte de sus tierras con actividades extractivas o de producción agropecuaria.

Fuente e imagen: https://actualidad.rt.com/actualidad/344674-indigenas-brasil-patrullan-tierras-explotacion-bolsonaro

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México: Pueblo otomí de Querétaro piden educación, salud y seguridad a AMLO

América del Norte/México/09-02-2020/Autor(a): Notimex/Fuente: www.publimetro.com.mx

Por: Notimex

El pueblo indígena de Amealco de Bonfil, pidió que los jóvenes tengan acceso sin discriminación a la universidad.

El representante del pueblo otomí, Ángel Sánchez Vicente, solicitó al presidente Andrés Manuel López Obrador políticas en materia de educación, salud y seguridad, que beneficien a esta comunidad en Querétaro.

En nombre de la comunidad indígena de Amealco de Bonfil pidió crear la Dirección de Educación Indígena del Estado de Querétaro y crear también una universidad intercultural.

“Exigimos acceso sin discriminación a las universidades y escuelas normales, donde se incluya material educativo con perspectiva indígena”.

En materia de salud, solicitó la construcción de un hospital regional de especialidades y en las comunidades clínicas, que haya medicamentos, médicos, ambulancias.

“Queremos también que en el esquema de salud se incluya nuestra medicina tradicional”, expuso el representante indígena.

En cuanto a seguridad, Sánchez Vicente solicitó el fortalecimiento de la Policía Municipal de Amealco de Bonfil y mayor presencia de la Guardia Nacional.

La comunidad indígena de Amealco ofreció su mano de obra para construir puentes y caminos que requieren las comunidades indígenas de este municipio del estado de Querétaro.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2020/02/08/pueblo-otomi-queretaro-piden-educacion-salud-seguridad-a-amlo.html

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