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Libro (PDF): Feminismo y ambiente: un campo emergente en los estudios feministas de América Latina y el Caribe

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la Entidad por la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres de las Naciones unidas (ONU Mujeres) impulsaron la convocatoria de becas para equipos de investigadoras y activistas denominada “Feminismo y ambiente. Un campo emergente en los estudios feministas en América Latina y el Caribe”. Dicha convocatoria es la que da origen a esta publicación. Las propuestas de investigación seleccionadas tuvieron el propósito de: • Elaborar un estado del arte desde una perspectiva analítica crítica que resalte la producción latinoamericana y caribeña en diálogo con la mundial. • Elaborar un estado del arte desde una perspectiva analítica crítica que releve la práctica de las organizaciones feministas de base vinculada a ambiente, uso de recursos, buen vivir, desarrollo sostenible, etc. • Elaborar un mapeo de las organizaciones feministas vinculadas a ambiente, uso de recursos, buen vivir, desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe.

Autoras(es):  Karina Batthyány. Cecilia Alemany. Karen Lorena Romero Leal. Diana María Suaza Correa. Fany Kuiru Castro. Carolina Gonzaga González. Ana Daniela González Muñoz. Amada Inés Rubio Herrera. María de la Luz Delgado Gómez. Lisset Coba. Mónica Maher. Sofía Zaragocín. Ivette Vallejo. Lígia Amoroso Galbiati. Leila da Costa Ferreira. Márcia Maria Tait Lima. Renata Barbosa Reis. Renata Moreno. Johana Trujillo Terán. Tatiana Carolina Gómez Duque. Juan Carlos Guerrero Bernal. Freddy Eduardo Cante Maldonado. María Camilla Méndez. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. ONU Mujeres.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina. Estados Unidos

ISBN: 978-987-813-196-2

Idioma: Español

Descarga: Feminismo y ambiente: un campo emergente en los estudios feministas de América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2502&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1651

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Las heridas abiertas de la guerra sucia

Por: Luis Hernández Navarro

Apesar de la diferencia de edades y de las ciudades de origen, sus recuerdos concuerdan. Ambos son guerrerenses y luchadores sociales. El profesor Vicente Estrada Vega, estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa y compañero en distintos momentos de Lucio Cabañas, nació en Taxco, Guerrero, y creció en Tixtla. Su padre fue minero. Tiene 87 años. El antropólogo Abel Barrera, defensor de derechos humanos, vio la luz en Tlapa, hace 62 años. Su familia se dedicaba al comercio. Forma parte de la Comisión de la Verdad.

Vicente cuenta: “Conozco desde niño la tonada de los soldados que protegen al estado. Viví mi niñez en Tixtla y ahí jalaban a los indios de por Atliaca. Vi cómo los agarraban, los maltrataban, los amarraban con un palo atravesado y los arrastraban; cómo los colgaban y los fusilaban.

“Fui a Los Piloncillos, que es un caso histórico. Está a 60 kilómetros sobre caminos muy adentro de la Sierra. La gente se había ido al campo. Ya no estaban los hombres que trabajan. Ahí llegó el Ejército. Fue como a las 9 de la mañana. Engañó a la gente. Gritaron “¡Viva el Che Guevara!”. En realidad iban a matarlos. Agarraron a los que pudieron, como a siete gentes y los asesinaron ahí en la cancha.

El pueblo agarró y se fue a la comandancia a preguntarles a los militares: ¿por qué? El general, o lo que haya sido, pretextó: nosotros no fuimos. Nunca mandamos tropa. Los campesinos le respondieron: “¡Cómo no! Nosotros vimos que eran los guachos los que mataron a nuestros compañeros”.

“Supe cómo agarraban y les decían a los campesinos: ‘súbete a la palmera y corta cocos’. Y ya arriba, los cazaban, los mataban. Es muy triste.”

Corría la década de 1970. Abel rememora sus tiempos de seminarista. Vio cómo la policía judicial y el Ejército bajaban de la Montaña a indígenas amarrados como si fueran animales. Los traían caminando, salvajemente golpeados, con la ropa raída y los pies desnudos y ensangrentados.

Los uniformados, que se ostentaban como la ley y el orden, con pistola al cinto, los acusaban de haber matado, robado o violado. Los llevaban hasta la comandancia, en pleno zócalo, y después de torturarlos, los dejaban atados en la calle para el escarnio público. No era un hecho casual. Sucedió una y otra vez. Algunos de los detenidos ni siquiera llegaban hasta la ciudad. Simple y sencillamente los colgaban en el camino.

Desde que en 1994 se formó el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel ha escuchado, literalmente, cientos de abusos de policías y soldados en toda la geografía guerrerense, contra indígenas, campesinos, maestros, ecologistas y mujeres. Los informes que documentan esas gravísimas violaciones suman miles de páginas.

Zacarías Osorio Cruz es un ex militar mexicano asilado en Canadá. Fue parte del Cuerpo de Paracaidistas del Ejército. Especialista en tiro, recibió, en varias ocasiones, una instrucción tajante por parte de sus superiores: desaparecer a campesinos y luchadores sociales guerrerenses.

Recibía ciertas órdenes y me elegían porque mi especialidad era disparar. La orden era que tenía que desaparecer a esta gente, que tenían que morir porque le traían problemas al alto mando, declaró bajo juramento al solicitar refugio político en aquel país.

Zacarías realizó su primera operación en Atoyac, Guerrero. Los desaparecidos fueron, según él, quienes encabezaban a ciertos grupos que querían manifestar su descontento con el gobierno. Estos eran los que eran arrestados y puestos en nuestras manos.

Los operativos en los que Osorio Cruz participó no fueron obra de un escuadrón de la muerte que actuara al margen de las fuerzas armadas. Fueron acciones de guerra en forma, realizadas por militares en servicio, en cumplimiento de órdenes oficiales.

Una de las piezas más dramáticas del rompecabezas de esta guerra contrainsurgente fueron los vuelos de la muerte, en los que soldados y miembros de la aviación arrojaron al océano Pacífico a opositores y presuntos guerrilleros. Años después del testimonio de Osorio, la Comisión de la Verdad (Comverdad) formada por el Congreso de Guerrero, recuperó de evidencias de estas barbaridades.

Entre las evidencias que la comisión obtuvo hay tres relatos, dos de sobrevivientes y uno más de un piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, que arrojan luz sobre las tinieblas de estos sobrevuelos. Metían a las víctimas en sacos de ixtle llenos de piedras. Algunos iban aún vivos. Los aviones descendían para tirar los cuerpos mar adentro. En las comunidades costeras empezaron a aparecer restos humanos.

La comisión encontró también un reporte “en el que se señala que, cuando empezaron aparecer cuerpos mutilados, quemados, torturados, se especulaba en la sociedad si pertenecerían al hampa y serían venganzas. Sin embargo, el mismo informe dice que discretamente se llegó a conocer que eran personas relacionadas con Lucio Cabañas. La lista de las atrocidades perpetradas por los militares es interminable.

En la ceremonia de instalación de la Comisión para el Acceso de la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el impulso a la Justicia de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990, el general secretario Luis Crescencio Sandoval anunció que se autorizó a inscribir los nombres de militares fallecidos con motivos de los hechos del pasado en el Monumento a los Caídos de las Fuerzas Armadas. La indignación entre los familiares de las víctimas explotó.

“Me quiero equivocar –dice Vicente Estrada cargando sobre sus hombros una larga lista de agravios de militares–, pero este gobierno no va a resolver el asunto de los desaparecidos. Conozco al Ejército. Para que cambien, debe empezar por hacerse una autocrítica profunda de qué es lo que han hecho mal ante el pueblo. Pero hasta ahora no se les ha visto el interés. Nosotros vamos a seguir con el mismo problema”. Más claro, ni el agua. Las heridas siguen abiertas.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/06/28/opinion/019a2pol

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Chiapas, violencia incesante

Por: Luis Hernández Navarro

Pánico y zozobra. En esas palabras se resume lo que miles de habitantes de San Cristóbal de las Casas vivieron durante horas el pasado 12 de junio, cuando decenas de civiles armados, encapuchados y con chalecos antibalas, dispararon con fusiles Kalashnikov y AR-15, bloquearon con camiones de doble remolque avenidas y calles y pintaron muros, disputando el control del Mercado Norte de la ciudad. Buscaban remover a su eterno administrador, Domingo Pishol, personero de Hugo Pérez, autoproclamado alcalde de Oxchuc.

Con el sonido de las primeras ráfagas, la gente tuvo que guarecerse o tirarse al piso en almacenes, centros escolares, clínicas y negocios, temerosos de que algún proyectil los alcanzara. Los disparos son cosa frecuente en esa parte de la ciudad pero en esta ocasión tuvieron una intensidad inusitada.

La existencia de grupos delincuenciales en Chiapas no es novedosa. Comenzó a crecer a partir de la gubernatura de Juan Sabines (2006-12). Pero en los últimos años, en amplias zonas de la entidad se han intensificado su presencia y sus pleitos por territorios, rutas y mercados. Guatemala es una inmensa bodega al servicio de la industria criminal. Desde allí salen, a través de la porosa frontera chiapaneca, rumbo a Estados Unidos y diversas regiones de México, drogas, armas, piratería, seres humanos, vehículos robados. Controlar la frontera y los caminos es fundamental para trasladar las mercancías. El corredor Frontera Comalapa, Comitán, San Cristóbal, Tuxtla Gutiérrez ha adquirido gran importancia en el trasiego de drogas.

Un par de ejemplos, entre muchos. En julio de 2021, el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ahora en vertiginosa expansión en la entidad, ejecutó en Tuxtla Gutiérrez, a El Junior, hijo del líder del cártel de Sinaloa en Chiapas. La vertiginosa expansión del cártel de Chamula, evidenciada por los permanentes accidentes de vehículos cargados con migrantes centroamericanos y la difusión de sus narcocorridos.

San Cristóbal no es ajena a esta guerra. Al igual que otros puntos turísticos, como Cancún o Acapulco, es un enclave deseado por el crimen organizado. En esa ciudad, impunemente, por lo menos cinco grupos conocidos (hay quien señala que son ocho) como motonetos o motopandilleros, ligados al narcomenudeo, cobran derecho de piso, roban, asesinan y realizan disparos de armas de fuego al aire, sembrando terror e incertidumbre (https://bit.ly/3OaDMs0). Surgieron como grupo de choque durante la administración de Marco Antonio Cancino González (2015-18), del PVEM. Su hermano Sergio Natarén los controlaba. La batalla por el control del Mercado Norte del pasado 12 de junio forma parte de esta trama en la entidad y en la urbe coleta.

Figura clave en este pleito es Martín Pale Santiz, alias El Gemelo, dirigente de la Coordinadora de Organizaciones por el Medio Ambiente para un Chiapas Mejor (Comach), con estrechas relaciones con el gobierno estatal, un tiempo detenido por extorsión y luego liberado. Sus gentes son capaces de estrangular San Cristóbal, bloqueando los accesos carreteros, mientras se enfrentan a otros grupos con armas de fuego y palos. También, de desalojar y golpear a familias de Santa Catarina, integradas al Frente Campesino Popular de Chiapas, para despojarlas de cinco hectáreas (https://bit.ly/3n3Fmjm). Con el apoyo de Gerónimo Ruiz Sántiz, el Moshán, cobran unos 800 mil pesos semanales a unos mil 200 vendedores ambulantes (a los que controlan) de la Plaza de la Paz, Andadores, Santo Domingo y Centro Histórico.

En el operativo, fue asesinada una persona: Xalik. Se informó que había sido alcanzada por una bala perdida. Defensoras civiles de San Cristóbal señalan que el difunto era un joven tsotsil que abiertamente se oponía al reclutamiento de niños para formar grupos armados en Chamula. Este hombre era muy joven y se había separado de su clan linaje, haciendo distancia de esas dinámicas que ahora impregnan a muchas familias chamulas. Pero no solo eso. Se dedicaba justamente a organizar a los niños de la calle y especialmente a los que andan en el mercado de esa zona. Una muerte muy conveniente para algunos.

La toma parcial de la ciudad es tan sólo un incidente más en una interminable cadena de violencias que sacuden el estado. El pasado 8 de junio, a 30 kilómetros de San Cristóbal, el alcalde de Teopisca, Rubén de Jesús Valdez Díaz, fue asesinado en una camioneta afuera de su domicilio.

La lista de agresiones es interminable. Según el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) sólo durante marzo de este año, se registraron 437 ataques con armas de fuego de los narcoparamilitares de Santa Martha, Chenalhó, contra la comunidad de Aldama (https://bit.ly/3n0TVEt).

De la misma manera, se han intensificado las arremetidas contra familias bases de apoyo zapatistas en la comunidad autónoma de Nuevo San Gregorio, que ponen en riesgo su vida, seguridad e integridad (https://bit.ly/39FbA1s).

En este contexto, la diócesis de San Cristóbal de las Casas y otros organismos hicieron un pronunciamiento conjunto ante el imparable aumento de violencia en Chiapas, en el que expresan su preocupación por la presencia de grupos fuertemente armados en el territorio.

Manifiestan también su preocupación por las constantes agresiones, persecuciones y vigilancias a las personas defensoras de derechos humanos en nuestro país y en Chiapas, principalmente a quienes defienden la tierra y el territorio.

Denuncian que, el pasado 29 de mayo, fueron privados arbitrariamente de su libertad, Manuel Santiz Cruz, indígena tseltal, presidente del Comité de Derechos Humanos de la Parroquia de San Juan Evangelista, municipio de San Juan Cancuc, junto con otras cuatro personas (https://bit.ly/39D6G53).

Miedo e incertidumbre. En Chiapas, la violencia, lejos de cesar, crece y se intensifica. Que nadie se llame a sorpresa cuando suceda lo que va a suceder.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/06/21/opinion/018a1pol

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Libro(PDF): Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro es el resultado de la convocatoria lanzada por CLACSO en febrero de 2020 para el desarrollo de proyectos de investigación sobre «Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe». Los ensayos presentados reúnen a más de veinte investigadoras e investigadores de ocho países latinoamericanos, que abordaron las temáticas propuestas desde diferentes perspectivas, considerando los vínculos entre el concepto de «buen vivir» y los fenómenos ambientales y económicos que están ocurriendo en todo el mundo, como el innegable cambio climático, y en particular en los países latinoamericanos, como el modelo extractivista de explotación de la naturaleza.

Autoras(es): Tatiana Cuenca Castelblanco. Letícia Larín. Juan Manuel Delgado Estrada. Luz Carina Durán Solarte. Cindy Vanessa Quintero Ramírez. Manuel Alejandro Henao Restrepo. Sara Latorre. Andrea Bravo. Marisabel García Acelas. Robert Adrián Quintero Leguizamón. Marisela Pilquimán Vera. Stepfanie Ramírez. Clarena Rodríguez Jaramillo. Melisa Argento. Ariel Slipak. Florencia Puente. Sarah Patricia Cerna Villagra. Agustín Carrizosa. María Irene Rodríguez. Stefannia Parrado Morales. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-158-0

Idioma: Español

Descarga: Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2473&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1609

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México: Menores en riesgo por violencia armada en San Cristóbal

América del Norte/México/04-03-2022/Autor: Elio Henríquez/Fuente: www.jornada.com.mx

San Cristóbal de Las Casas, Chis., La agrupación Melel Xojobal afirmó que “el incremento de la incidencia delictiva en San Cristóbal y la proliferación de armas de fuego ponen en riesgo la seguridad e integridad de niñas, niños y adolescentes, ya sea porque pierden la vida o por la muerte violenta de sus madres, padres o cuidadores como sucedió con el homicidio de Paula Ruiz de los Santos, ocurrido el 19 de febrero en pleno centro” de San Cristóbal.

La agrupación, que trabaja con niños y adolescentes, recordó que el 26 de febrero, fue asesinado con arma de fuego desde una motocicleta en movimiento, cerca de su domicilio en la Colonia Emiliano Zapata, un menor de 16 años de edad.

Esta muerte, señaló en un comunicado, “se suma a los dos fallecimientos de menores de edad por arma de fuego ocurridos en menos de seis meses: la primera, una niña de siete años que falleció en septiembre del año pasado a causa de una bala perdida que entró a su habitación mientras dormía, y el segundo, un adolescente de 17 años, asesinado en el periférico cerca del mercado de la zona norte en octubre; los tres eran indígenas”.

Agregó: “Desde Melel Xojobal, A. C. expresamos nuestra indignación ante el escalamiento de la violencia armada en el estado y el municipio y las diferentes expresiones de la misma que cercenan cotidianamente los proyectos de vida de las niñas, niños y adolescentes indígenas que viven en San Cristóbal”.

Comentó que “Chiapas es la entidad federativa con el mayor rezago educativo de niñas, niños y adolescentes, el de más carencia por acceso a la seguridad social y el de menores ingresos en comparación con el promedio nacional”.

Aseguró que “el desempleo y los paupérrimos salarios, la migración a otros estados del país, la violación de los derechos básicos al acceso a la salud, agua y alimentación, los desplazamientos forzados por conflictos por territorios, la precariedad de la vida por la pandemia de Covid-19, así como la criminalización hacia las niñas, niños y adolescentes trabajadores y sus familias, exacerban las dinámicas de desigualdad, exclusión y discriminación social y colocan a las infancias en condiciones de mayor vulnerabilidad, principalmente a niñas, niños y adolescentes indígenas”.

Hizo un llamado al gobierno en sus tres niveles “a poner en el centro de la agenda pública la vida de las niñas, niños y adolescentes a través de verdaderas políticas públicas incluyentes en educación, salud, alimentación, seguridad ciudadana, espacios de esparcimiento, deporte y cultura, que generen de forma sostenible condiciones para el acceso y disfrute pleno de derechos que garanticen la supervivencia y desarrollo de las infancias y el bienestar de sus comunidades”.

A la sociedad en general le pidió “no naturalizar la violencia que con frecuencia estamos viviendo en la ciudad y a la no criminalización de las infancias, adolescencias y juventudes, víctimas principales de estas situaciones y que han sufrido las mayores consecuencias de las marcadas brechas de desigualdad”.

Fuente e Imgen: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/03/02/estados/en-riesgo-integridad-de-menores-por-violencia-armada-en-san-cristobal/

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Luis Eduardo López: ¿Emergencia lingüística en América Latina y el Caribe?

La expoliación territorial, las políticas económicas, el extractivismo, los agronegocios, la expulsión de comunidades indígenas de sus territorios ancestrales y los desplazamientos forzados de índole militar o económica son solo algunos de los factores que inciden en la situación.

Nuestra región es una zona de desastres naturales y actualmente está ante el embate del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los efectos de la pandemia. También afronta ahora un desafío adicional: el silenciamiento de los idiomas indígenas, hecho que, como la pérdida de la pérdida de la diversidad biológica, debe causar la furia de la Pachamama.

Las últimas dos décadas evidencian una tendencia de progresiva erosión y pérdida de la riqueza idiomática, que con la diversidad biológica, marcan la singularidad de América Latina y el Caribe. Entre el 40 y el 60% de sus cerca de 560 lenguas estarían en riesgo de silenciamiento y todas están en condición vulnerable, unas más otras menos.

Las causas son múltiples y, sobre todo, de orden político y económico. Varias de ellas están relacionadas entre sí y todas nos remiten a la precariedad de la vida y a la merma de la dignidad humana de nuestras Primeras Naciones; cabe recordar que esta región nació indígena. La expoliación territorial, las políticas económicas, el extractivismo, los agronegocios, la expulsión de comunidades indígenas de sus territorios ancestrales y los desplazamientos forzados de índole militar o económica son solo algunos de los factores que inciden en la situación. A ello se añaden, de un lado, la creciente interrupción de la natural transmisión intergeneracional de las lenguas, y, de otro, la despreocupación de los Estados que siguen hablando solo en castellano, pese a que en un número importante de países, los idiomas originarios ostentan el carácter de oficial, como en Bolivia y México; co-oficial, como en Colombia y el Perú; o nacional, como en Guatemala.

Tan grave es la situación que, por ejemplo, en los últimos censos de Guatemala (2018) y Perú (2017), el número de personas que aprende a hablar en un idioma originario es menor que hace una o dos décadas. El Estado Plurinacional de Bolivia tampoco escapa a esta situación: allí el quechua y el aymara, sus dos lenguas mayoritarias, retroceden significativamente en su condición de primera lengua. Solo en el departamento de Potosí un 54,4% de personas manifestó el 2012 haber aprendido a hablar en quechua; en los otros dos de antigua predominancia quechua -Chuquisaca y Cochabamba, 55,2% y 55,9%, respectivamente tienen ahora al castellano como su lengua materna.

Ante estas constataciones, la Comunidad Iberoamericana en su XXVII cumbre de jefes de estado y de gobierno, de abril 2020 en Andorra, aprobó la creación del Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas (IIALI). Esta institución verá la luz el 10 de febrero de 2021, en un acto especial a realizarse en la Cancillería Boliviana, con la participación de los 10 países que a lo largo de dos años se comprometieron en el diseño de esta iniciativa: Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México. De ellos, Bolivia, Colombia y México conformaran su Comité Intergubernamental.

El IIALI se constituirá en un mecanismo de cooperación Sur-Sur que apoye tanto a las comunidades lingüísticas como a los Estados en la recuperación, fortalecimiento y revitalización de las lenguas originarias. Con esta acción, Iberoamérica abre y se suma de forma activa al inicio del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2032), proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

*Sociolingüista y educador peruano especializado en educación intercultural bilingüe (EIB). Asesoró al gobierno de Bolivia para que lleve a cabo su reforma educativa. Divulgado por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente: https://rebelion.org/emergencia-linguistica-en-america-latina-y-el-caribe/

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México profundo en la propuesta curricular 2022

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

La orientación del bosquejo de marco curricular de la Nueva Escuela Mexicana parte de la crítica a prácticas educativas del pasado, tales como la sobrevaloración del desempeño en pruebas, la individualización del fracaso educativo, la exclusión de los más desfavorecidos y la priorización de la escuela como productora de capital humano. Además, hay un señalamiento al que se le da mayor peso que los anteriores: la situación indígena.

 En el borrador del marco curricular se cuestiona ampliamente el trato que el sistema educativo ha dado a quienes provienen de pueblos originarios. Los primeros señalamientos, justificados a través de un largo desfile de datos estadísticos en los que casi siempre destacan, para mal, los indígenas (alfabetización, asistencia y abandono escolar, etc.), aluden a las dificultades que tienen para gozar del derecho educativo. Sin embargo, la crítica va más allá de la mera posibilidad del indígena de asistir a la escuela.

De acuerdo con la propuesta de plan de estudios (DGDC, 2022, pp. 21-27) existe un asunto crítico, más de fondo, de la situación indígena en la escuela mexicana: el sometimiento de su cultura a la occidental.  Aunque el término mestizaje merecería un análisis que probablemente precisaría su enfoque, se alude a que al mestizo se le ha posicionado como referente ideal en términos lingüísticos, sociales, económicos, culturales y educativos, excluyendo a la diversidad étnica y cultural del país. Lo anterior ha conducido a que la escuela contribuya al “desdibujamiento simbólico y biológico del indígena” (DGDC, 2022, pp. 24), buscando su adaptación al modelo de civilización imperante.

No se puede negar que en el programa de estudios vigente, así como en anteriores, se da cabida a lo indígena. Por ejemplo, se han incluido asignaturas como “Lengua materna. Lengua indígena” o “Segunda lengua. Lengua indígena”, además de prácticas sociales del lenguaje, en todos los grados de educación básica, denominadas “Reconocimiento de la diversidad lingüística y cultural”. En Geografía, se estudia en todos los grados el tema “Diversidad cultural e interculturalidad”.

Pese a los ejemplos anteriores, los intentos por realmente tomar en cuenta lo indígena han sido insuficientes, según lo marcado por la nueva propuesta curricular: “se han incorporado contenidos para reconocer las diferencias culturales, lingüísticas y de capacidad, sin que ello signifique la estructuración del currículo a partir de la interrelación de la diversidad, sino como temas a estudiar” (DGDC, 2022, p. 28). Desde esta perspectiva, los ejercicios escolares de exploración, identificación, reconocimiento y valoración son apenas superficiales, pues están lejos de compensar el “epistemicidio de las comunidades indígenas” (DGDC, 2022, p. 27) en los programas escolares.

Las denuncias expresadas en el bosquejo del plan de estudios no son nuevas. Desde mediados de los ochentas, Guillermo Bonfil Batalla acuñó el término México profundo, que hace alusión a pueblos, comunidades y sectores sociales “portadores de maneras de entender el mundo y organizar la vida que tienen su origen en la civilización mesoamericana” (Bonfil, 2019, p. 25). Añade el antropólogo y etnólogo que ese México es despreciado, de ahí el nombre de su obra cumbre: “México profundo. Una civilización negada”.

Bonfil Batalla sobrepasa incluso lo señalado en el borrador del marco curricular acerca del posicionamiento del mestizo como referente, advirtiendo un espejismo: “se afirma ideológicamente el mestizaje, pero […] se afilia totalmente a una sola de las vertientes de civilización: la occidental” (Bonfil, 2019, p. 182).  Al señalar cómo a medida que son mayores los niveles educativos los conocimientos y paradigmas más tienden a la occidentalización, Bonfil Batalla coincide en el epistemicidio indígena: “esa sabiduría [la del México profundo] se ignora pero se niega” (2019, p. 182).

La denuncia presentada en el borrador del marco curricular apunta no a la fachada, sino a los cimientos de las prácticas educativas. Por lo tanto, sus implicaciones organizativas y pedagógicas deberían ser considerables. Éstas no se alcanzan a apreciar aún con claridad en ese documento, ni en los programas. ¿Cómo se logrará superar la mera memorización de una canción en lengua indígena o la admiración de las artesanías originarias? Hay muchas preguntas que en las asambleas de análisis del proyecto curricular deben ser planteadas para secundar el reclamo. Guillermo Bonfil Batalla nos ofrece una sobre la educación que se le ofrece a los pueblos del México profundo: “¿cuál educación, con qué contenidos y para qué?” (Bonfil, 2019, p. 179). Que se encuentre respuesta en las asambleas.

*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.

Twitter: @proferoger85

 

REFERENCIAS

Bonfil Batalla, Guillermo (2019). Mexico profundo. Una civilización negada. México: FCE.

Dirección General de Desarrollo Curricular. (2022). Marco curricular y plan de estudios 2022 de la educación básica mexicana. México: autor.

Fuente e Imagen: http://proferogelio.blogspot.com/2022/02/mexico-profundo-en-la-propuesta.html

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