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Tras las huellas de los diálogos de San Andrés Sacamch’en

Por: Daliri Oropeza

Los diálogos y Los Acuerdos de San Andrés Sacamch’en, celebrados hace 25 años, tienen una enorme resonancia en el paisaje sonoro de los pueblos indígenas en la actualidad, los reconstituyen como pueblos en la práctica y provocan reordenamientos en su tejido social.

Los diálogos de San Andrés Sacamch’en son un acontecimiento histórico que me hubiese apasionado documentar.

Resuenan en el México Profundo.

Escucho cómo son referente en los pueblos indígenas donde camino, documento o acompaño desde el periodismo. De Sonora a Yucatán.

 No importa cuántas traiciones se hayan cometido contra los Acuerdos derivados de aquellos diálogos. Lo ahí compartido, prevalece entre los pueblos indígenas.

Lo dialogado, lo acordado, pasó de ser consigna a ser el día a día de los pueblos originarios para vivir, llevar a cabo su cosmoexistencia y procurar la tierra.

Qué manera de centrar el encuentro de los pueblos indígenas en un enramado de diálogos.

Pienso en Paulo Freire a 100 años de su natalicio. El diálogo “refiere al encuentro que solidariza la reflexión y la acción de sus sujetos orientado a transformar la realidad”, postula el educador, filósofo y pedagogo brasileño. Una horizontalidad necesaria que plantea desde la pedagogía del oprimido. Necesaria para emparejarnos, escucharnos, desde la dignidad.

“Es necesario que a quienes se les ha negado el derecho a decir la palabra reconquisten ese derecho. El diálogo es el camino como los seres humanos ganan significación como tales”, escribe Freire.

Las huellas en el paisaje sonoro sobre los diálogos y acuerdos de San Andrés Sacamch’en están en los bailables de las mujeres indígenas en los Municipios Autónomos Zapatistas, los bosques de Cherán, la policía comunitaria de Ostula, los niños que pintan un mural en la la clínica autónoma de Azqueltán, el proyecto agroecológico en Loma de Bacum, la clínica autónoma de Amatlán, el plantón de la Resistencia de Huexca, la radio comunitaria en innumerables lugares que hablan lenguas propias, el Temascal en Chontla que ha unido al pueblo para cuidar la naturaleza, el rap de TíoBad, el Colegio de la lengua Mixe, la expansión de los municipios autónomos que exigen recursos del Estado en la meseta p’urepecha,  y tantas otras experiencias más, que de solo enumerarlas terminaría escribiendo un libro.

Marichuy y el CIG visitan territorio Yaqui en Sonora. Foto: Daliri Oropeza

La firma de los acuerdos de la primera mesa de los Diálogos, relativa a los Derechos y la cultura indígenas, se realizó el 16 de febrero de 1996, un año y días después de las traición del 9 de febrero de 1995 por parte del gobierno de Ernesto Zedillo.

Las razones que llevaron a signarlos y las cuestiones que quedaron pendientes, se explicaron en el documento “Punto y seguido”.

Meses más tarde, en octubre de 1996, la necesidad de seguir con el diálogo entre los pueblos derivó en la fundación de la red conjugada en el Congreso Nacional Indígena. Han transcurrido ya 25 años de preguntas y mesas de trabajo, asambleas y acuerdos, como los que se efectuaron en Sacamch’en.

En la Mesa 1 sobre Derechos y cultura indígena hubo un grupo de trabajo llamado “Situación, Derechos y cultura de la mujer indígena”, que debía preparar el terreno para debatir en la mesa 4 los derechos de las mujeres. Los principales consensos (de la fase 1 de los diálogos) remarcaron la ampliación de la participación de la mujer indígena en la vida de sus comunidades y en el acceso a los cargos de poder. También sobre la ampliación de servicios de salud, educación, trabajo enfocados a las mujeres. Y en el rechazo a organizaciones religiosas y partidos que dividen las comunidades por no reconocer las tradiciones.

Pero el proceso descarriló antes de llegar a ella. Sin embargo, las discusiones dejaron una profunda huella, claramente identificable en la acústica de los discursos de María de Jesús Patricio Martínez.

Marichuy lleva caminando de los brazos de mujeres indígenas, defensoras de la naturaleza, desde los Acuerdos de San Andrés. Asegura que las concejalas de diversos pueblos indígenas fueron su fuerza en el recorrido que realizó en 2018 para recoger la voz de los pueblos.

Después de diálogos, desencuentros y acuerdos en la mesa de mujeres del CNI, en agosto de 1997,nació la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (Conami). Ese día, la comandanta Ramona dijo:

“Hermanas y compañeras mujeres, para llegar aquí hemos tenido que vencer a todos los que nos ven como algo que sobra, algo que quieren que no exista. Hemos llegado aquí venciendo la resistencia de algunos de nuestros compañeros que no entienden la importancia de que las mujeres estemos participando de la misma manera que los hombres.”

Las más de 800 mujeres presentes escucharon el llamado de la Comandanta Ramona a las compañeras indígenas de todo México para que se reunieran y hablaran de sus vivencias, y  tejer juntas un sueño. Así, Conami adquirió un papel de fortalecimiento de la voz de las mujeres, alentó su participación, no sólo en el CNI, sino en las propias comunidades.

Hoy, el resonar de las mujeres indígenas en la participación política, sigue siendo motivo de invisibilización y discriminación, sin embargo está en la agenda mediática y es inevitable.

mujeres zapatistas jóvenes en Oventic. Foto: Daliri Oropeza

La actualidad de los diálogos y acuerdos de San Andrés Sacamch’en recae en su ejercicio, como apunta el abogado ñuu savi Francisco López Barcenas, quien participó como asesor convocado por el EZLN. Si los pueblos indígenas no se apropian de ello, no lo sienten propio, no lo llevan a cabo,no sirve de nada. Así pasa con muchas leyes y artículos de la Constitución que por más que “protejan” o “desarrollen” a los pueblos indígenas, estos ni si quiera los ocupan, ni les resuenan. No se apropiaron de ellas.

“Mucho de lo que dicen los acuerdos se han ido construyendo en la práctica”, asegura López Bárcenas.

Para la socióloga y antropóloga social Márgara Millán, el EZLN puso en el centro a la mujer indígena, en el levantamiento, en San Andrés y hasta la fecha en los Encuentros de Mujeres que Luchan.

Márgara Millán describe:

“Hoy las comunidades zapatistas tienen una enunciación y un reconocimiento muy fuertes en contra de la violencia contra las mujeres y a favor de que las mujeres participen. No es fácil. En los Municipios Autónomos no se ha terminado la violencia, pero tienen mecanismos más efectivos que nosotros, y otras comunidades que no están organizadas, no tenemos para defender a las mujeres y para que las mujeres se defiendan a sí mismas.

Millán recuerda que el EZLN ha sido paritario en momentos clave, puede ser la marcha de los 1,001 o el mismo levantamiento zapatista. Recuerda que  las mujeres milicianas, capitanas, comandantas, tienen el mismo encargo que los hombres. Al formarse como milicianas, las mujeres aprendieron la castilla, se educaron en muchas disciplinas y adquirieron poco a poco mayores libertades. Esto lo observaron las mujeres de base zapatista, y lo toman como ejemplo.  y fueron como un ejemplo para las mujeres de base.

Las huellas sonoras de San Andrés también están en este reordenamiento profundo, lento, del tejido social.

Fuente e imagen:  https://piedepagina.mx/tras-las-huellas-de-los-dialogos-de-san-andres-sacamchen/

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OVE reportaje: Juan Carlos Sánchez Antonio. Pensamiento Descolonial

Reseña el Reportaje: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

“Actúa de tal manera que contribuyas a la conservación y perpetuación del orden cósmico de las relaciones vitales evitando todo trastorno del mismo”.

Este jueves 11 de febrero, la Alianza Pedagógica Social Internacional conformada por la CEIP-Histórica de Argentina, MAEEC-CLACSO de México, KAVILANDO de Colombia, MASA CRÍTICA de Panamá, RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina, SAVIA de Paraguay, Universidad de Panamá, CIPCAL de América Latina, KAICHUK MAT DHA de México, EMANCIPACIÓN de Chile, Mujer Pueblo Magisterio-CNTE-Durango de México, el Centro Martin Luther King de Uruguay y CII-OVE de Venezuela, cerró el Ciclo de Pensamiento Descolonial con la conferencia del Dr. Juan Carlos Sánchez Antonio.

En la moderación de la jornada estuvieron: María del Carmen López Vázquez y Jorge Orozco León.

El Dr. Juan Carlos inició su disertación citando el siguiente párrafo, mismo que se encuentra en el Informe Cambio Climático, 2014, presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC): “El Informe síntesis destaca que disponemos de los medios para limitar el cambio climático y sus riesgos y de muchas soluciones que permiten el continuo desarrollo económico y humano. Sin embargo, para estabilizar el aumento de la temperatura por debajo de 2 °C respecto de los niveles preindustriales será necesario un cambio radical y urgente del statu quo. Además, cuanto más esperemos a actuar, mayor será el costo y los desafíos tecnológicos, económicos, sociales e institucionales que enfrentaremos”. En este sentido, destacó la importancia de las epistemologías y filosofías del sur global como pensamiento decolonial y radical para hacer frente a ese cambio climático, como camino a ese urgente y necesario statu quo.
Enlace del informe: https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/SYR_AR5_FINAL_full_es.pdf

De tal manera, el ponente se centró en dos aspectos fundamentales que fue desagregando: el calentamiento global devastador de la Madre Tierra y, el pensamiento de los pueblos originarios para hacer frente a este.
En su retórica, señaló cuatro elementos que nos han llevado a la crisis civilizatoria, misma que propician el despojo de territorios e identidades: 1) el modelo de producción capitalista, 2) la modernidad como un proyecto cultural ideológico que impulsa la expansión de los valores occidentales, 3) el patriarcado, y, 4) el cristianismo invertido. Siendo inminente superar estos cuatro elementos que llevan a la explotación de los bienes naturales.

Asimismo, el Dr. Sánchez Antonio refirió que, el capitalismo nos está llevando a la sexta extinción de la vida en el planeta; por tal, lanza la pregunta “¿de dónde vamos a tomar elementos para cambiar el statu quo?”, apuntando como ejes clave a la pedagogía, filosofía, política, economía pero con una perspectiva del sur global, escuchando lo que los pueblos andinos, mesoamericanos, turcos, indochinos tienen por decir y compartir, en palabras del doctor mirar “aquellas [culturas] que se ven como limitantes para el desarrollo de la humanidad”.

Por lo antes mencionado, Juan Carlos Sánchez enunció dos vías para hacer de las epistemologías del sur, del pensamiento decolonial, el nuevo statu quo. La primera es planteada por Slavoj Žižek, quien señala que se requiere una situación límite que en el caos lleve al cambio radical, y la segunda, es retomando ideas de Carlos Marx, en donde se recupere la propia historia ―la historia de los pueblos originarios― para diseñar el futuro; siendo Juan Carlos más partidario de la segunda vía, en la cual se requiere retomar la historia propia, la ontología de esos valores que han sido silenciados, para de esta forma, enriquecer un pensamiento que sirva de brújula.
“Tenemos que re-encantarnos con la naturaleza. Hemos perdido la espiritualidad que teníamos con las plantas, con los animales, con la madre tierra”.

Destaca en su participación que, no hay desmeritar la ciencia su actualidad, pero, hay que generar un nuevo criterio de los valores indígenas, de la ciencia y la tecnología y colocarlos al servicio de la humanidad no del capital. Impulsar nuevos criterios éticos, políticos y estéticos que nos permita poner a la modernidad al servicio de la humanidad, del planeta, no del capital.

“Cuando el conocimiento se pone al servicio de la vida se llama sabiduría”.

El doctor Juan Carlos nos invita a abrirnos al pensamiento descolonial, a volver a mirar los diez mil años de cultura que nos anteceden, pero ya no desde la perspectiva occidental, sino cada cultura desde su propia historia, dando lugar a la pluralidad de culturas que existe a nivel global; de tal manera, habría que generar una integralidad no una totalidad, la integralidad da la posibilidad de coexistir sin poner a uno sobre otro.

Finamente, nos convoca a reflexionar el aspecto teórico del pensamiento descolonial y a accionar llevando a lo cotidiano lo que el mismo implica. Un ejemplo estuvo enunciado en el rescate y preservación de las leguas originarias, el cultivo de nuestros alimentos (soberanía alimentaria), las alianzas económicas entre comunidades cercanas (trueques), así como la lucha social: “no es suficiente emitir un discurso como el que ahorita di, es indispensable generar conciencia. Es importante descolonizar y conocer esas otras culturas a través de diversas estrategias”.

Asimismo, Señala que, se requieren crear nuevos proyectos civilizatorios, los cuales implican movilizaciones, luchas de los pueblos originarios desde lo local, regional, nacional e internacional; crear redes internacionales para apostar por la transformación política donde ya no sea posible el capitalismo, poniendo al centro la vida, la Madre Tierra, donde los cuidados sean mutuos, recíprocos, no acciones para el bien meramente personal.

Que la vida sea criterio de vida. Que la acción pedagógica, política, comercial cree condiciones para la conservación de la vida, para ello se requiere descolonizar el pensamiento.

 

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México: Durante pandemia, pueblos originarios revaloran sus saberes

Texto de: Pedro Rendón

Durante la pandemia de coronavirus, en la que se han cerrado las puertas de los centros escolares y la formación de las y los educandos ha continuado en sus propios hogares, las madres y padres de familia de pueblos originarios han vuelto a estimar sus saberes propios, reveló la investigación Educación y salud en tiempos de pandemia: una mirada desde los pueblos originarios, realizada por investigadores de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) y colectivos de la sociedad civil.

La Dra. Luz María Moreno Medrano, académica del Departamento de Educación de la IBERO y coordinadora de la investigación, detalló que, con el confinamiento, las niñas, niños y adolescentes de los pueblos originarios han visto que los saberes de sus comunidades dejaron de estar sobajados por “los conocimientos y poder que la escuela imponía, en donde si no sabes leer y escribir no tienes nada que aportar a la comunidad educativa”; y esto, abre oportunidades para fortalecer la construcción de conocimientos entre la comunidad y la escuela.

Ahora, con el COVID-19, los progenitores de este estudiantado han tenido la posibilidad de transmitir a sus hijas e hijos los conocimientos de sus pueblos originarios, que han sido valorados por sus descendientes. Por ejemplo, niñas nahuas de Xochistlahuaca, Guerrero, empezaron a valorar el complicado trabajo de bordado que hacen sus mamás, y les llegaron a pedir que les enseñaran a hacerlo.

En otra comunidad del Tulín, Veracruz, por ejemplo, algunos niños pequeños han preferido salir detrás de sus padres para trabajar en la milpa, que hacer tareas escritas de sus docentes, porque les resultó muy interesante participar en esta faena en el campo.

Ambos casos dan muestra de “una revaloración de conocimientos, que antes las demandas de la escuela no permitían, y que ahora hacen visible que el aprendizaje se da más allá de la escuela y que las comunidades tienen muchos conocimientos que deben enriquecer a la escuela”, mencionó la doctora.

En más de esa visión de la educación que tienen los pueblos originarios en tiempos de pandemia, la docente dijo que son miradas que no se parecen a las de la Secretaría de Educación Pública, pues hay profesores que están dando clases desde las bateas de camionetas pick-ups cuando visitan a sus estudiantes en sus hogares, para llevarles las tareas y ver cómo van en su aprendizaje.

Pese al compromiso y creatividad de los(as) maestros(as), manifiestos en este tipo de iniciativas, los sistemas educativos siguen sin abrir espacios para reconocer modelos distintos y formas más contextualizadas para aprender, mencionó Moreno Medrano, académica del Departamento de Educación de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México.

Por eso uno de los hallazgos más interesantes de la investigación, que puede dar pie a discusiones en términos de política educativa, es qué papel va a jugar la escuela de hoy en adelante; qué nuevas modalidades se pueden tener, que estén más enraizadas en los conocimientos comunitarios, y al mismo tiempo provean a los niños y niñas las habilidades y competencias que necesitan para manejarse en este mundo.

“Creemos que esta investigación nos abrió muchas alternativas para seguir reflexionando que necesitamos proyectos más autónomos, proyectos más enraizados en las necesidades de cada pueblo, que dialoguen de igual a igual con los conocimientos que se ofrecen desde el sistema educativo nacional. Hay que abrir un diálogo hacia la diversidad en la educación”.

Sobre la mirada a la salud desde los pueblos originarios, Luz María relató que, por ejemplo, hubo casos en comunidades en Oaxaca donde el cuidado fue mutuo y más allá de las políticas gubernamentales. En esos lugares, donde hay un alto nivel de organización comunitaria, se cerraron los caminos y se impidió el acceso a vehículos con personas externas, con el fin de evitar  contagios de COVID-19.

En la Sierra Tarahumara los rarámuris reflexionaran en torno a los alimentos que consumen y al cuidado de la salud que tienen, de acuerdo a su medicina tradicional (conocimientos que en otros momentos habían sido desplazados), para resolver de manera pertinente los problemas que trajo consigo la pandemia, con base en sus propios saberes.

La investigación

La investigación Educación y salud en tiempos de pandemia: una mirada desde los pueblos originarios obtuvo financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), a través de la convocatoria 2020 de Redes Horizontales del Conocimiento.

En la realización de este proyecto “trabajaron de la mano” investigadoras(es) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (del Departamento de Educación y del Programa de Interculturalidad y Asuntos Indígenas -que hizo la página web de la investigación-), el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) y la Universidad de la Tierra (UNITIERRA); así como integrantes de los colectivos de la sociedad civil: Proyecto 50-50 (de Xochistlahuaca, Guerrero), Proyecto Educativo Autónomo Otomí CDMX yConstrucción de Mundos Alternativos Ronco Robles, COMUNARR, de la Sierra Tarahumara).

Los pueblos originarios en los que se enfocó la investigación fueron: rarámuris, en Chihuahua; zapotecos y mixes, en Oaxaca; nahuas, en Guerrero; y otomíes, residentes en la Ciudad de México.

Los acercamientos entre las y los representantes de las universidades y los colectivos se dieron desde las propias metodologías comunitarias y trabajos en las comunidades de éstos últimos, “sin imponer desde la academia formas directivas de trabajo; sino respetando sus tiempos y procesos. Y al final logramos compartir materiales y experiencias desde las distintas miradas de esos pueblos originarios”, recordó la Dra. Luz María Moreno.

La investigación ya fue concluida, y en diciembre pasado se presentaron a Conacyt los resultados, en un informe técnico. Lo que sigue es socializar, entre los distintos colectivos, los materiales didácticos que se elaboraron y continuar tejiendo redes entre los mismos colectivos en proyectos subsecuentes.

Para más información, consulta: http://alternativasindgenasfrentealacovid19.org

Fuente e imagen: IBERO

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Lugares de Memoria: Ingenio de Boca de Nigua

Por: Elisabeth De Puig 

En la Navidad de 1521 había estallado la primera rebelión de esclavos negros conocida de las Américas, en el ingenio azucarero del gobernador colonial. En 1796, Diego de Ocampo, Juan Sebastián Lemba, Diego Vaquero y los cimarrones de Boca de Nigua se alzaron en armas   para romper las cadenas de la esclavitud.

La historia de la esclavitud en el continente americano empezó en lo que hoy es la República Dominicana. Sin embargo, en todo el paseo de la memoria que realizamos en días pasados con nuestro guía Darío Solano, tuvimos que dejar actuar nuestra imaginación a defecto de encontrar huellas didácticas sobre la historia de los sitios que recorrimos.

¿Cómo no visualizar el desembarco de los primeros esclavos en Santa Bárbara, en el lugar mismo donde empezó la historia de la esclavitud negra en América? ¿Cómo olvidar que la primera colonia europea en América fue una suerte de laboratorio de lo que sería luego la trata esclavista en todo el continente?

Marcados como ganado, sobrevivientes de una larga y mortífera travesía en condiciones infrahumanas, tambaleantes, con grilletes, muertos de hambre, sucios, deprimidos, sin entender otro idioma que el de los golpes y aterrorizados frente al porvenir tocaron esta tierra seres humanos que fueron vendidos como mercancías en la plaza cerca del puerto o en la calle La Negreta. Fueron luego repartidos hacia sus destinos finales, uno de los numerosos ingenios que producían azúcar en el siglo XVI en el territorio de La Española.

Los primeros cañaverales fueron sembrados por mano de obra indígena que trabajó en los trapiches e ingenios hasta su extinción y reemplazo por esclavos de origen africano.

Nigua, nuestra tercera parada, jugó un papel fundamental en el asentamiento de la empresa colonial con el establecimiento de los primeros trapiches que produjeron azúcar de calidad y en cantidad suficiente para suscitar el interés del colonizador.

Según Bartolomé de las Casas, 26 ingenios estaban ubicados en la ribera del río Nigua en el año 1520. Entre lo que son hoy en día las ciudades de Haina y San Cristóbal, la comunidad de Nigua encierra un increíble legado histórico desconocido por las grandes mayorías, poco compartido, digno de valorización, divulgación e investigaciones.

Otros hechos hacen de Nigua y sus alrededores un lugar de excepción: en estos parajes se entrelazaron las historias de los ingenios, de la esclavitud y del cimarronaje con la presencia de la odiosa cárcel y manicomio de Nigua, así como con la existencia de una casa de playa del dictador Trujillo.

El conjunto de obras coloniales, entre las que se encuentran el ingenio Boca de Nigua, las ruinas del ingenio Diego Caballero y la iglesia San Gregorio son más valorizados virtualmente que en la realidad.

Esta iglesia jugó su papel en el proceso de transculturación de los negros de origen africano. No es casual que el municipio de Nigua tenga una fuerte concentración de cultos dedicados a diversos miembros del santoral católico y a su representación sincrética en el panteón del vudú dominicano.

El ingenio de Boca de Nigua es una infraestructura colonial que se construyó a mediados del 1600 y fue propiedad del duque de Aranda. Según el arquitecto Eugenio Pérez Montás, «(…) es el más completo conjunto de antiguas estructuras arquitectónicas dedicadas a la fabricación de azúcar que ha llegado a nosotros».

En el año 2005 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural de la Humanidad, dentro del proyecto “Los primeros ingenios coloniales azucareros de América”.

Sin embargo, mucha indolencia e indiferencia han contribuido a que esta declaratoria no se traduzca en una mayor visibilidad del ingenio y de su historia y en una mejoría de la calidad de vida para las comunidades locales mediante la valorización, conservación del sitio y el aprovechamiento de la diversidad cultural. Solo quedan ruinas mudas como en Palavé o en Engombe.

Por el intensivo proceso de explotación a los cuales fueron sometidos, se estima que la vida de los cautivos no pasaba de 5 a 7 siete años de labor, lo que provocó intentos de fugas y sublevaciones conocidas como cimarronadas.

En la Navidad de 1521 había estallado la primera rebelión de esclavos negros conocida de las Américas, en el ingenio azucarero del gobernador colonial. En 1796Diego de Ocampo, Juan Sebastián Lemba, Diego Vaquero y los cimarrones de Boca de Nigua se alzaron en armas  para romper las cadenas de la esclavitud en una rebelión cruelmente reprimida. La rebelión propugnaba por la emancipación individual de los rebeldes y por la abolición de la esclavitud.

Esta faceta de la historia debe ser motivo de orgullo y reivindicada. Ella viene a recordarnos que el pueblo dominicano es más que un pueblo “hispano y cristiano” y que la historia que conocemos fue escrita por y para los eurodescendientes.

La recuperación de la memoria de los afrodescendientes es una alternativa al silencio que permitirá el recuerdo de vivencias pasadas y su integración a una historia común.

En Boca de Nigua se celebraba el “Festival de Cimarronaje” hasta el año 2010, cuando dejaron de realizarlo. Hay iniciativas actuales, que se enmarcan dentro de la década de los afrodescendientes proclamada por las Naciones Unidas de 2014 a 2024.

Así, el domingo 24 de enero tuvo lugar en el Ingenio Boca de Nigua el evento Negritudes e Identidad, con el propósito de celebrar el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes. Sin embargo, estas actividades tienen poco realce y no se han traducido aún en ingresos para la comunidad y en el reforzamiento de su identidad cultural.

El surgimiento del movimiento Black Lives Matter, la toma de posesión de un nuevo presidente en los Estados Unidos, así como los aires de cambio que soplan en nuestro país deberían reforzar el interés que las jóvenes generaciones están demostrando por sus raíces africanas y por una historia más inclusiva.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/lugares-de-memoria-ingenio-de-boca-de-nigua-8906063.html

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Denuncian amenazas contra comunidad indígena en Colombia

América del Sur/Colombia/29-01-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

La Corporación Claretiana Norman Pérez Bello exigió la atención de las autoridades colombianas.

La Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, mediante comunicado publicado en su cuenta oficial de Twitter, denunció este lunes amenazas lanzadas por un presunto paramilitar contra las comunidades indígenas de la etnia Sikuani, del asentamiento Iwitsulibo, ubicado en el municipio de Puerto Gaitán, departamento Meta, Colombia.

La declaración asegura que las amenazas han sido proferidas por el señor Ernesto Martínez, conocido con el sobrenombre de «Cajuche». Según el documento, tales sucesos ocurrieron luego que el pasado 21 de enero las comunidades indígenas de la etnia Sikuani de Iwitsulibo y Tsawilonia Weewelianai volvieron al territorio ancestral del que fueron desplazadas para sembrar sus cultivos tradicionales y reconstruir sus vidas.

«El día 21 de enero de 2021, siendo aproximadamente las 10H30 (Hora local) llegó el sr. Intendente de apellido Salas adscrito a la Policía de Puerto Gaitán (Meta) acompañado del señor Ernesto Martínez, a quien lo indígenas lo reconocen con el sobre nombre o alias “Cajuche” quien ha sido visto presuntamente con grupos paramilitares del mismo municipio, dicho señor exigió al pueblo indígena el desalojo de los predios», explica el comunicado.

Asimismo, relata que «la comunidad indígena mostró la documentación en la que se demostró que se está tramitando el proceso de Medida de Protección de Territorio Ancestral en el marco del decreto 2333 de 2014 ante la Agencia Nacional de Tierras», entidad que «solicitó a la alcaldía de Puerto Gaitán, la suspensión de todos los procesos policivos, e inhibirse de iniciar otros sobre estos predios», agrega.

La organización defensora de derechos humanos refirió además que en medio de la situación anterior, «el intendente Salas manifestó que se retiraría en espera de las definiciones de sus superiores a lo que el señor Ernesto Martínez alias Cajuche profirió una amenaza contra la comunidad indígena. Si no se puede con la policía se tendrá que hacer con otro grupo”, advirtió la nota.

La Corporación Claretiana Norman Pérez Bello hizo un llamado a las principales autoridades de Colombia como el Ejército y la Policía Nacional así como a organizaciones y colectivos sociales para que tomen acciones a favor de la protección de los pueblos ancestrales de Puerto Gaitán y se eviten más amenazas y hechos graves que lamentar.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/denuncian-amenazas-comunidad-indigena-colombia–20210125-0054.html

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La mujer que comenzó la primera academia audiovisual indígena de Colombia

América del Sur/Colombia/24-01-2021/Autor: Carlos Hugo Sierra/Fuente: www.elespectador.com

Nelly Kiru, una mujer Murui-Muina de La Chorrera (Amazonas), impulsa desde hace 20 años la formación de jóvenes indígenas amazónicos en lenguajes audiovisuales y radiales. Sueña con la primer escuela audiovisual indígena del país para que sean los pueblos originarios amazónicos quienes narren su propia historia.

Nelly Kuiru, llamada bajo su nombre tradicional Moniya – “árbol de la abundancia” – es una valiente y decidida mujer indígena del pueblo Murui-Muina proveniente de La Chorrera (Amazonas) que lleva adelante, no sin dificultades, la admirable labor de impulsar, desde hace 20 años, la formación continuada de jóvenes, líderes y abuelos sabedores indígenas en la apropiación de las herramientas tecnológicas asociadas a la comunicación (principalmente a través del formato audiovisual y radiofónica).

Durante este proceso, que comienza a dar sus primeros pasos en el año 2000, el simple hecho de ser mujer constituyó un impedimento inicial que Nelly ha tenido que superar con el tiempo en un contexto de alta complejidad, tanto desde la perspectiva meramente geofísica (ya que esta iniciativa se localiza en el corazón de la selva amazónica) como desde un punto de vista cultural (se trata de un inmenso territorio donde habitan, al menos, 26 pueblos indígenas).

Es por ello que habrá que esperar al año 2012, después de una ardua y complicada tarea de convencimiento ante las autoridades tradicionales sobre la trascendencia del fenómeno comunicativo en la pervivencia y fortalecimiento de las culturas indígenas, para ver materializada por fin un primera experiencia de formación sobre tecnologías audiovisuales y radiofónicas con grupos de estudiantes indígenas que se encontraban distribuidos en puntos distantes del departamento de Amazonas (en las diferentes áreas no municipalizadas y en los municipios de Leticia y Puerto Nariño).

El éxito de esta actividad durante aquel año coincide con el nombramiento de Nelly, por parte de las AATIS (Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas), como comisionada nacional de comunicación de la Macro-Amazonía ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia).

Simultáneamente, en los espacios de concertación a nivel nacional, Nelly pelea con firmeza, junto con sus compañeras de los diferentes pueblos indígenas del país (mujeres Wayuu, Kankuama, Nasa, Zenú, etc.) en las negociaciones con el Gobierno nacional para lograr una política pública de comunicación de y para los pueblos indígenas y, a su vez, un Plan Nacional de Televisión que dé cabida a un capítulo específico para Pueblos Indígenas (que se materializó en 2017).

Ya en el año 2015, se crea la escuela itinerante indígena de comunicación Ka+ Jana Uai (La Voz de nuestra Imagen). La escuela, más allá de ser una iniciativa puntual, ha conseguido perdurar hasta el presente con escasos recursos, contribuyendo, no sólo a motivar a los jóvenes de diferentes pueblos a hacer suya la comunicación como una herramienta para fortalecer a sus pueblos, sino también para abrir un horizonte de expectativa en su futuro, ya que en el Amazonas son muy limitadas las oportunidades para que los jóvenes se alejen de los problemas sociales que los acechan (fuerte aculturación, trata de blancas o tráfico de drogas).

Pero no sólo eso. La escuela tiene como otro de sus propósitos construir un imaginario de los pueblos indígenas amazónicos a través de sus narrativas ancestrales y desde una óptica propia, alejado definitivamente del tono folclorizado y estereotípico con el que habitualmente se trata esta realidad.

En los últimos años, la escuela de comunicación Ka+ Jana Uai se ha visto consolidada gracias al desarrollo de diversas iniciativas que complementan el proceso formativo. Como ejemplo, en 2018 participó en la serie de televisión transmitida por Canal Trece El Buen Vivir que ha sido conducida por primera vez en la historia de Colombia por realizadores y directores indígenas (entre ellos, la propia Nelly).

En la actualidad, se está llevando a cabo la segunda temporada de la serie en la que Nelly y la escuela participan orientando y dirigiendo contenidos de un episodio que pone el foco de atención en la situación de desarraigo y choque cultural que viven los jóvenes del pueblo Magüta (Ticuna) y que desemboca frecuentemente en graves problemas sociales como el alcoholismo, el consumo de sustancias psicoactivas y, en muchos casos, con un final trágico en forma de suicidio. En última instancia, la pretensión de fondo de esta obra en preparación es la toma de conciencia por parte de los jóvenes indígenas sobre las consecuencias que puede acarrear el traumático choque cultural que hoy en día existe en el Amazonas.

Por otra parte, en 2019, se consiguió terminar la formación técnica de 10 jóvenes, líderes y abuelos que concluyó con la certificación emitida por el Ministerio de Cultura y por la Comisión Nacional de Comunicación de los Pueblos Indígenas de Colombia (CONCIP) en la que les reconocía como “Comunicadores Comunitarios Indígenas con énfasis en medios audiovisuales y radiofónicos”.

Con todo, es preciso señalar que la acelerada propagación del COVID-19 en Colombia ha causado efectos adversos para la escuela, no sólo en lo que tiene que ver con la paralización de algunas de sus actividades, sino también con el fallecimiento de uno de sus principales protagonistas (como estudiante y narrador de historias de origen), el abuelo Antonio Bolivar (Tafuyama) de la etnia Ocaina y conocido por sus papeles cinematográficos, así como de los abuelos que realizaron un papel central en la historia de “El Buen Vivir” de 2018, el sabedor Aniceto Negedeka (pueblo Muinane) y la sabedora Amelia Jifichiu (pueblo Bora).

Sea como fuere, la escuela Ka+ Jana Uai dirigida por Nelly Kuiru, sigue escribiendo su propia historia superando todo tipo de obstáculos y ampliando su campo de acción al medio cinematográfico y a medios digitales.

Y el mayor sueño de los jóvenes estudiantes y Nelly es crear la primera academia indígena de medios de comunicación, en la que se articule la comunicación propia de los pueblos y la apropiada, puesto que, en definitiva, el objetivo esencial de este proceso es formar a los jóvenes en el fortalecimiento de la cultura ancestral, la política de origen, la relación con el medio ambiente natural y la ética tradicional con un respeto profundo de lo propio.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/primera-academia-audiovisual-indigena-de-colombia/

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Indígenas, aborígenes, indios, pueblos originarios, ¿cuál es la diferencia?

Los pueblos originarios americanos tienen una larga historia de explotación y represión que trascendió incluso la etapa de conquista europea. Por ello, utilizar la terminología correcta para nombrar y hablar de estos pueblos es un menester, más que técnico, político. ¿Cuál es la forma correcta de hacerlo?

Desde México, pasando por el Caribe, el sur de Centroamérica, la Amazonía y la región andina, son 522 los pueblos originarios que se encuentran en territorio latinoamericano. Solo en Brasil hay más de 200, que suman unas 700.000 personas, mientras que México es el país que más habitantes originarios tiene: más de 9 millones y medio.

Entre México, Bolivia, Guatemala, Perú y Colombia se reúne al 87% de la población originaria de América Latina y el Caribe, mientras que el resto (13%) se reparte en otros 20 Estados, según datos de Unicef de 2018. En total, se calcula que un 10% de la población de América Latina es indígena.

 

Sin embargo, a la hora de referirse a los pueblos originarios, es habitual que, en lo cotidiano, las personas, los medios de comunicación, e incluso los académicos, no haya un criterio uniforme o, por lo menos, certero de qué denominaciones utilizar para mencionarlos. Términos como ‘aborigen’, ‘indígena’, ‘indio’ y ‘precolombino’ circulan en internet y en el habla cotidiana como si se tratase de sinónimos, aunque no lo sean. Por ello, estudiosos de América Latina e instituciones gubernamentales de la cultura latinoamericana han hecho hincapié en este asunto. 

«El referirse a los pueblos originarios de una forma equívoca, o bien, derechamente no nombrarlos, ha sido una manera de negar su cultura e identidad», resalta el documento «Recomendaciones para nombrar y escribir sobre pueblos indígenas y sus lenguas», del Ministerio de Cultura de Chile, país que junto a Argentina reúne a más del 70% de la población Mapuche, y que tiene también una fuerte presencia de pueblos Quechua.

¿Hay una forma correcta de nombrar a los pueblos nativos?

Uno de los errores más comunes cuando se hace referencia a poblaciones originarias es el uso del término ‘aborigen’. Para muchos, la diferencia entre esta palabra e ‘indígena’ no está clara. Según la Agencia de la ONU para refugiados (ACNUR): «Un aborigen es una persona que ha sido la primitiva moradora de un determinado territorio, es decir, se diferencia de otras personas que llegaron después a la región para vivir allí». Aunque el término no es precisamente incorrecto, es de un carácter más bien genérico, aunque suele atribuírsele a los pueblos originarios australianos.

 

Por ello, para referirse específicamente a aquellos aborígenes que pertenecen al territorio americano, en 1989 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aceptó el término «indígena», procurando desligarlo de su origen, que fue la confusión geográfica de las Américas con la India al inicio de la conquista (1492), se explica desde el Ministerio de Cultura argentino, otro país en el que habitan comunidades originarias como las anteriormente mencionadas. El término ‘indio’, por otro lado, es puramente incorrecto, ya que se trata del gentilicio de la India. 

¿Cómo se relaciona el lenguaje con la política?

Uno de los elementos que ambos ministerios enfatizan es la necesidad de entender la terminología utilizada para nombrar a los pueblos indígenas de América Latina como una acción política. Aunque los términos anteriores son, en su forma original, producto del periodo colonial, es preciso resignificarlos, dice en la misma línea la periodista indígena Zulema Enríquez.

 

«El lenguaje es disputa de poder. En ese sentido, los términos son hechos políticos. Para los pueblos originarios es importante avanzar sobre el significado de cada palabra y cada concepto. A mí no me molesta que me llamen india, indígena u originaria, porque el sentido que se pone en juego es que el otro pueda repensar el significado del indígena, del indio, del pueblo originario como sujetos políticos, activos, sociales, del presente y no como objetos de estudio del pasado», sostiene. 

En este sentido, más allá de las definiciones correctas, «es importante respetar la autodenominación, es decir, las formas en que los distintos pueblos prefieren ser llamados», señala el ministerio chileno. Entre sus recomendaciones, destaca evitar los verbos que dejen a la persona o pueblo indígena como «sujeto de pertenencia» en una frase: por ejemplo, en lugar de llamarlos «nuestros pueblos originarios» sería mejor formular «los pueblos originarios»; o evitar decir «pueblos indígenas de Chile» y sustituirlo por «pueblos indígenas en Chile».

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202101081094059809-indigenas-aborigenes-indios-pueblos-originarios-cual-es-la-diferencia/

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