Page 7 of 25
1 5 6 7 8 9 25

México: Suena la radio-revista colaborativa Canto de Cenzontles

Las historias surgidas desde los pueblos originarios y afrodescendientes, sus cosmovisiones, luchas y enseñanzas, llegan a la radio pública a través del Canto de Cenzontles, una revista colaborativa impulsada por organizaciones y radios comunitarias.


La radio revista se presentó de manera oficial este 19 de enero a las 11 horas a través de un pánel virtual con Radio Educación, a través de las redes sociales de Canto de Cenzontles. En dicha emisora sonará todos los miércoles a las 6:30 horas (1060 de AM y 96.5 FM para CDMX).

Sin embargo, un primer Canto de Cenzontles ya se escuchó el 28 de noviembre de 2020 en las emisoras XHGES-FM 94.5 de Culiacán, XHMZS-FM 93.9 de Mazatán y XHLMS-FM 92.5 de Los Mochis, Sinaloa. Abordó temas de soberanía alimentaria, defensa del territorio maya ante la soya transgénica, una leyenda indígena producida en un taller de radio infantil, así como la receta del atole agrio.

Arturo Espinoza, de Boca de Polen, así como Aukwe Mijarez, radialista wixarika, fueron quienes dieron voz a ese primer programa colaborativo elaborado por organizaciones como Boca de Polen, Ojo de Agua, SURCO A.C, Japexunk, Morras Chambeando, REDES AC, Voces Mayas en Red, La Coyotera Radio, Subterráneos, Radio Nahndiá, Didza Kieru Radio, Bëë Xhidza, Radio Aire Zapoteco, Radio Tosepan Limakxtum y La Coperacha.

A través de un convenio de colaboración entre las organizaciones y la Red México (Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México), el Canto de Cenzontles se comparte a más de 600 emisoras, en 31 estados de la República y una audiencia estimada en 25 millones de personas.

El convenio fue el resultado de mesas de trabajo convocadas por la UNESCO como parte del proyecto “Diseño de políticas públicas para apoyar a las radios indígenas y comunitarias en México e incorporar contenidos indígenas en los medios de comunicación públicos y comerciales”.

En aquellas mesas, la comunicadora Guadalupe Blanco Méndez de radio Nahndiá compartió la idea de tener un espacio como la Hora Nacional pero hecho por medios indígenas y con la obligación de los medios no comunitarios a difundirlo. Ante esa propuesta, Teresa Velázquez, representante de Red México abrió la posibilidad de difundir los contenidos comunitarios.

El programa, de 30 minutos, se escuchará semanalmente y abordará además temáticas de género con enfoque comunitario, culturas vivas de México, la expresión de niñas, niños y adolescentes, cultura de paz, géneros disidentes y grupos minorizados.

Fuente e imagen: La Coperacha

Comparte este contenido:

Mundo: Pueblos indígenas, en alerta por plan internacional de protección de espacios naturales

La comunidad internacional está llamada este año a actuar para frenar la pérdida galopante de biodiversidad, pero sus planes de preservación han puesto en alerta a los pueblos indígenas, que temen que estos socaven sus derechos.

La COP15 de la ONU en Kunming (China), que se celebrará en principio en el segundo semestre tras ser pospuesta en 2020 debido a la pandemia, presentará un nuevo plan en el que unos 200 países podrían comprometerse a proteger el 30% de los espacios naturales del planeta en 2030.

Esta iniciativa, llamada 30×30, es impulsada especialmente por la Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y las Personas (HAC), cofundada por Costa Rica y lanzada oficialmente el lunes en París por más de 50 países.

Pero el peso de la experiencia ha puesto en alerta a los pueblos indígenas, que recuerdan por ejemplo cómo fueron expulsados de algunas tierras debido a la creación de parques nacionales.

Así, cuando se amplió el Parque Nacional de Kahuzi-Biega en el este de República Democrática del Congo en 1975, la comunidad Mbuti perdió más que el acceso al bosque.

«Ya no tenemos plantas medicinales», indica Diel Mochire, director regional del Programa Integrado para el Desarrollo del pueblo pigmeo. «Nuestra dieta cambió. En el bosque, teníamos fácilmente acceso a los recursos, ahora tenemos que comprarlo todo».

«Al fijarse un objetivo, sin los estándares adecuados ni mecanismos de rendición de cuentas», la 15ª Conferencia de las Partes (COP) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) «podría desatar una nueva ola colonialista de apropiación de tierras que afectaría a millones de personas», según Andy White, coordinador de la ONG Rights and Resources Initiative.

«A la hora de aumentar los porcentajes (…) se atenta contra los derechos de los pueblos indígenas si no se reconocen su participación y su consentimiento previo», coincidió en una videoconferencia en diciembre Ramiro Batzin, director de la asociación indígena Sotz’il de Guatemala.

– Modelo dominante –

White explica que las primeras expulsiones llevadas a cabo en nombre de la conservación de los espacios naturales fechan del siglo XIX, cuando el gobierno de Estados Unidos expulsó violentamente a los nativos de lo que acabó convirtiéndose en los parques nacionales de Yellowstone y Yosemite.

«Este modelo se exportó a todo el mundo» y sigue siendo dominante, afirma.

Su organización de defensa de los pueblos indígenas estima que unos 136 millones de personas fueron desplazadas en el mundo debido a la creación de zonas protegidas, que cubren unos 8,5 millones de km2.

Calcula además que más de 1.600 millones de personas podrían verse afectadas directa o indirectamente por la iniciativa 30×30.

Paralelamente, un informe de la ONU de 2016 concluyó que algunas de las mayores organizaciones medioambientales había violado los derechos de los indígenas al apoyar proyectos que suscitaban la expulsión de sus tierras.

Incluso una investigación de 2019 del medio Buzzfeed implicó al Fondo Natural para la Naturaleza (WWF) en una serie de violaciones de derechos graves — incluido tortura y asesinato — perpetradas por unidades de lucha contra la caza furtiva en parques nacionales de Asia y África.

Una auditoría independiente publicada en noviembre exculpó a todos los miembros de su personal, pero estimó que WWF debería «ser más transparente». La organización prometió hacer mayores esfuerzos en este sentido.

– Menos pérdida de biodiversidad –

Por otro lado, los esfuerzos para proteger y restablecer los espacios naturales a escala global fracasaron hasta ahora de forma espectacular.

Un informe clave de los expertos de la ONU sobre biodiversidad (IPBES) advirtió en 2019 que un millón de especies corren riesgo de extinción, a la vez que destacó que el saber de los indígenas representaba un atisbo de esperanza.

Estos viven o se ocupan de al menos el 25% de las tierras en el mundo y estos lugares «tienden a sufrir menos pérdida de biodiversidad», indica a la AFP Pamela McElwee, coautora del informe.

Así, los bosques gestionados por indígenas almacenan de forma más eficaz el carbono y sufren menos incendios que muchas «áreas protegidas» controladas por empresas mediante concesiones, indican varios estudios.

Además, las compañías que se encargan de bosques bajo el REDD+, un mecanismo financiero aprobado por la ONU para luchar contra la deforestación, muy a menudo socavan los derechos de quienes viven en estas zonas, según los mismos.

Los pueblos indígenas «son atacados de forma desproporcionada cuando defienden sus derechos y territorios», dijo en julio la organización Global Witness.

Según su informe anual, 212 activistas medioambientales, de los cuales casi la mitad eran indígenas, fueron asesinados en el mundo en 2019.

– De la teoría a la práctica –

Desde la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) hasta WWF, las grandes organizaciones medioambientales defienden la importancia de los pueblos indígenas en la conservación de los espacios naturales.

Por su parte, Basile van Havre, copresidente del Convenio sobre la Diversidad Biológica, asegura que esta «da amplia cabida» a estos pueblos y la HAC anunció el lunes el establecimiento de una «task force» para tener en cuenta «las preocupaciones de los indígenas» y «promover su saber en las negociaciones».

Pero los líderes indígenas esperan acciones concretas.

«La mayoría de organizaciones medioambientales han perfeccionado el arte de las relaciones públicas», afirma Peter Kitelo, un ingeniero de telecomunicaciones, de 45 años, de la comunidad Ogiek, en Kenia.

Además del 30×30, el borrador del acuerdo de la COP15 defiende poner en marcha otras medidas de preservación eficaces, que podrían incluir una gobernanza indígena.

«Estamos presentando propuestas al gobierno» sobre cómo proteger los espacios naturales sin «perjudicar a las comunidades», según Mochire.

Para White, es igualmente importante que el futuro acuerdo prevea mecanismos para impedir las violaciones de derechos humanos de estos pueblos a la hora de extender las zonas protegidas.

«En muchos casos, estos grupos no pueden dirigirse a sus propios gobiernos cuando son objeto de abusos por parte del parque nacional, por lo que deben poder recurrir a la escena internacional», defiende.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/pueblos-ind%C3%ADgenas–en-alerta-por-plan-internacional-de-protecci%C3%B3n-de-espacios-naturales/46284754

Comparte este contenido:

Se instala Comité Interinstitucional para la creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México

Por: Erick Juárez Pineda 

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) llevó a cabo, la Sesión de Instalación del Comité Interinstitucional de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México (ULIM).

El encuentro realizado de manera virtual desde el Complejo Cultural Los Pinos pone en marcha el Proyecto de creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México, que responde al compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador realizado en el marco de su encuentro con el pueblo nahua y las comunidades indígenas residentes en la Ciudad de México, con quienes dialogó el 9 de febrero de 2020.

El Comité encabezado por el INPI, está integrado por 14 instancias federales y estatales, organismos internacionales e instituciones educativas.

Adelfo Regino Montes, director general del INPI, celebró que con la voz y participación de todos, se pueda ver nacer este proyecto en el año 2021, “el cual tiene un significado muy especial para este gobierno pues es el año en que el presidente de México estará pidiendo perdón a los pueblos indígenas del país por todos los agravios y todas las injusticias cometidas en el pasado”.

Este perdón, indicó, “no tiene que ser en la palabra, en el discurso, sino con hechos”. Aseguró que uno de los acontecimientos más importantes, será la creación de esta universidad, además de que “es un acto que contribuye al resarcimiento de la deuda que tiene nuestro país con nuestros pueblos y nuestras comunidades indígenas”.

La presentación estuvo a cargo de Natalio Hernández Hernández, coordinador del Proyecto de creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México, quien hizo un repaso histórico por los momentos más representativos que han atravesado las lenguas indígenas en el país.

Destacó que aunque ha habido algunos avances en los últimos años, las lenguas están ausentes en el sistema educativo formal, lo cual se refleja en la situación actual, ya que a pesar de la gran variedad de lenguas en México, muchas de ellas se encuentran en peligro de desaparecer.

Como parte del proyecto docente, Natalio Hernández destacó que la institución impartirá cuatro licenciaturas: Enseñanza de las Lenguas Indígenas, en Interpretación y Traducción de las Lenguas Indígenas, en Conocimientos y Literatura Indígena y en Comunicación Indígena Intercultural.

Asimismo, será un organismo descentralizado de la Administración Pública Federal (APF), y contará con personalidad jurídica y patrimonio propios, autonomía orgánica y técnica y poder de decisión.

Además, como órganos de autoridad se regirá por una Rectoría, un Consejo Académico y un Consejo de Ancianos, retomando las estructuras comunitarias de los pueblos indígenas, figura que aplaudieron las y los integrantes del Comité, quienes coinciden en que es una forma de tequio, puesto que este proyecto se construye a través del aporte e intercambio de experiencias académicas y de docencia e investigación.

Informó que se propone que la apertura de la Universidad se lleve a cabo en agosto de 2021, en Milpa Alta, lugar emblemático de la resistencia lingüística a nivel nacional.

Además, destacó que esta iniciativa se inscribe en el marco del Decenio de las Lenguas Indígenas que comprende el periodo de 2022- 2032, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Se instala Comité Interinstitucional para la creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México

En este sentido, Frédéric Vacheron, representante de la UNESCO en México, advirtió que este proyecto tendrá un impacto importante a nivel nacional e internacional. “El futuro de América Latina depende en gran medida del pensamiento de los pueblos originarios que tienen profundas raíces frente a la llegada del pensamiento occidental que llegó hace cinco siglos a esta región”, afirmó.

“Es muy importante impulsar proyectos de tal envergadura, que se construyan a partir del diálogo intercultural, horizontal, planteando un nuevo tipo de relación entre la academia y los pueblos indígenas”, ya que el riesgo de desaparición de las lenguas indígenas se puede revertir, si se lleva a cabo políticas públicas bien planificadas, entre ellas las de carácter educativo, que se sumen a los esfuerzos que hacen las y los hablantes de lenguas indígenas, indicó.

Este proyecto, señaló, es una iniciativa única en su orden, pues apuesta por desarrollar una formación de calidad, desde un modelo colaborativo. Además, dijo que los ejes sobre los que se sustenta la creación de la universidad, empatan con las acciones que la UNESCO lleva a cabo, encaminados a garantizar el desarrollo sostenible de los pueblos indígenas, sus derechos y libertades fundamentales.

En el uso de la palabra, el antropólogo Salomón Nahmad y Sittón, consejero del proyecto, celebró que la puesta en marcha de la Universidad tenga un carácter interdisciplinario y destacó que es importante que cuente con el apoyo y la participación directa de intelectuales y profesionistas de los pueblos indígenas de México.

Reconoció esta iniciativa  del presidente López Obrador, quien, afirmó, tiene experiencia y sensibilidad en la atención a las lenguas indígenas, ya que en su propio estado, antes de ser director del Instituto Nacional Indigenista (INI) en Nacajuca, Tabasco, fue testigo de la invisibilización y la negación que sufrían los pueblos indígenas por parte de las autoridades.

“Esta universidad será el patrimonio de todos los pueblos indígenas de este país y de Mesoamérica”, concluyó.

Por su parte, Juan Gregorio Regino, titular del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), reafirmo el compromiso de las instituciones que componen el sector cultural de sumar su experiencia a la iniciativa, y destacó que “estamos ante la oportunidad de generar políticas públicas que permitan abatir rezagos y atender la deuda que se tiene con los pueblos indígenas”.

Del mismo modo, Luciano Concheiro Bórquez, subsecretario de Educación Superior, destacó que desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) hay voluntad de sumarse al trabajo común y coordinado para la creación de esta Universidad, pues manifestó que es un acontecimiento para volver a fundar el Estado mexicano, desde la perspectiva de una nación multicultural.

Los integrantes del Comité acordaron reunirse nuevamente el próximo 23 de enero de 2021,  a fin de dar seguimiento a las acciones específicas para el desarrollo del proyecto.

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/se-instala-comite-interinstitucional-para-la-creacion-de-la-universidad-de-las-lenguas-indigenas-de-mexico/

Comparte este contenido:

Por un Pacto Ecosocial con la desobediencia

Por definición un pacto plantea un acuerdo entre dos o más partes, muchas veces solemne, donde se establece una obediencia a cumplir los puntos establecidos en lo que puede ser o no un contrato formal, en ocasiones conseguido incluso debajo de la mesa.

Tan agobiante definición puede generar confusiones, más cuando erradamente se mete en un mismo saco a todos los pactos nacidos en estos convulsos tiempos. Pese a ello, el Pacto Ecosocial del Sur no plantea un acuerdo formal para cumplir una hoja de ruta cerrada ni propone un listado de demandas dirigidas a los gobernantes. No es un pacto con el poder, ni para acceder al poder; este pacto enuncia ideas de cambio de las fuerzas sociales que lo impulsan.

Vivimos la peor crisis moderna de la humanidad; una crisis que rebasa al azote sanitario del coronavirus pues se descubren las fracturas multifacéticas y sistémicas de la civilización dominante. En medio de esa crisis, y pese al aislamiento físico, un grupo de personas sintonizadas desde hace tiempo elaboró un documento corto proponiendo -lo que a mi juicio es- un pacto con la desobediencia, buscando alternativas sistémicas y concertadas con diversos procesos sociales.

En clave de transiciones (en plural), sin olvidar el horizonte utópico, se plantean nueve puntos de acción:

  • una transformación tributaria solidaria donde “quién tiene más, paga más”; anular las deudas externas estatales y construir una nueva arquitectura financiera global, como primer paso de reparación histórica de la deuda ecológica y social contraída por los países centrales desde la colonia;
  • crear sistemas nacionales y locales de cuidado donde la sostenibilidad de la vida sea el centro de nuestras sociedades, entendiendo al cuidado como un derecho que exige un papel más activo del Estado en consulta y corresponsabilidad permanente con pueblos y comunidades;
  • salir de la trampa de la pobreza extrema con una renta básica universal que sustituya las transferencias condicionadas focalizadas de herencia neoliberal;
  • impulsar la soberanía alimentaria combinada con políticas que redistribuyan la tierra, el acceso al agua y una profunda reforma agraria, alejándose de la agricultura industrial de exportación y sus nefastos efectos socioambientales;
  • construir economías y sociedades postextractivistas para proteger la diversidad cultural y natural desde una transición socioecológica radical, impulsando salidas ordenadas y progresivas de la dependencia del petróleo, carbón y gas, de la minería, y de los grandes monocultivos, frenando la deforestación masiva;
  • recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad, actualmente dominados por los medios de comunicación corporativos y las redes sociales que forman parte de las corporaciones más poderosas de nuestros tiempos, para disputar los sentidos históricos de convivencia;
  • fortalecer la autonomía y sostenibilidad de las comunidades locales frente a la fragilidad de las cadenas globales de producción, para potenciar la riqueza de los esfuerzos locales y nacionales;
  • y, concluyendo este listado siempre preliminar, propiciar una integración regional y mundial soberana favoreciendo los sistemas de intercambio local, nacional y regional, con autonomía del mercado mundial globalizado y enfrentando al monopolio global corporativo.

Muchas de estas ideas aparecen en otros documentos elaborados en estos años, no solo durante la pandemia. La diferencia radica en que este Pacto Ecosocial propone acciones concretas a corto plazo sin olvidar las utopías y la imperiosa necesidad de construir imaginarios colectivos, para acordar un rumbo compartido de transformaciones radicales y una base para caminar con plataformas de lucha en los más diversos ámbitos de nuestras sociedades.

La crisis desnudada por la pandemia ha potenciado las desigualdades y muestra, quizás con más brutalidad que antes la incertidumbre y fragilidad de nuestro futuro, siempre en juego. Nos toca enfrentar un mundo desigual e inequitativo en extremo, plagado de todo tipo de violencias (patriarcales, racistas, extractivistas…) que aumentan aceleradamente con la pandemia. Pero también es una enorme oportunidad para (re)construir nuestro futuro desde principios básicos para una vida digna: el cuidado, la redistribución oel reparto, la suficiencia y la reciprocidad, desde bases comunitarias y autonómicas antes que estatales. En concreto, el campo principal de acción aparece en donde podemos actuar propiciando vidas mancomunadas, en espacios comunes: plurales y diversos, con igualdad y justicia, con horizontes construidos colectivamente, para resistir el creciente autoritarismo y construir simultáneamente todas las alternativas posibles.

En realidad este Pacto viene desde abajo, desde los movimientos sociales y la Madre Tierra (origen y base de todos los derechos); eso sin ocultar la responsabilidad de quienes lo redactaron. Este Pacto surge, en definitiva, desde múltiples luchas de resistencia y de re-existencia en nuestra región, incluso se sintoniza con la larga memoria de los pueblos originarios, algunas de cuyas más importantes organizaciones lo respaldan.

Así, desde esas luchas, reflexiones y realidades se propone este Pacto Social, Ecológico, Económico e Intercultural desde el Sur, desde América Latina, desde Abya Yala y Afro-Latinoamérica, proyectándolo a los sures del mundo, convocando a desobedecer y confrontar al poder para enterrar al mundo del capital y crear un mundo nuevo. Y para conseguirlo, caminando desde el aquí y el ahora, quienes escribimos este Pacto buscamos horizontes de transformación civilizatoria, en esencia postcapitalistas, tanto para superar el antropocentrismo, como la colonialidad, los racismos y el patriarcado. El fin es construir un mundo donde quepan muchos mundos -un pluriverso- pensados desde las perspectivas, deseos y luchas de los pueblos y sus derechos.-

Fuente: https://rebelion.org/por-un-pacto-ecosocial-con-la-desobediencia/

Comparte este contenido:

Noche sin estrellas

Por: Luis Hernández Navarro

Cuando los xiñá (sabios y sabias) de la Montaña de Guerrero divisaron los relámpagos en el norte, supieron que 2020 sería funesto, cuenta el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan. No sólo visualizaron en el horizonte el incremento de la violencia, sino la fuerza irascible del hambre, acompañada de una nube grisácea, que de momento no pudieron interpretar, pero que, al final de cuentas, resultó ser el anuncio de una enfermedad desconocida.

Sus rezos –explica Tlachi– se intensificaron entonces para calmar a las potencias sagradas y contener los malos vientos, que traen la enfermedad y la guerra. En la cima de los cerros quemaron vela.

Como toda persona asceta –describe el Centro de Derechos Humanos de la Montaña en su 26 Informe de actividades– guardaron para sí estos mensajes y los transmitieron a los mayores y mayoras, y a las autoridades que están en la mesa. Su objetivo fue asirse a su costumbre, como el ancla más segura para las comunidades que se encuentran en extrema vulnerabilidad, ante el olvido gubernamental y el empoderamiento de las fuerzas oscuras del crimen organizado, pudieran enfrentar las adversidades.

Como una noche sin estrellas se llama el informe de Tlachinollan. Su título evoca, como lo dice el poema que lo acompaña, el eclipse del sol de justicia y la forma en que la milpa comunitaria se marchitó en la región. En él, se documenta tanto la etapa de sorda oscuridad que la región y Guerrero vivieron durante el último año, como la capacidad para hacer frente y salir adelante en la adversidad, de pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y campesinas en el estado.

La obra es una formidable y vasta (396 páginas) narración, similar a las que los grandes novelistas sociales del siglo XIX (Balzac, Zola, Dickens) produjeron. En ella, la pluma de Tlachinollan traza una visión panorámica de la política, la sociedad y las luchas sociales de la Montaña y el Guerrero de abajo, al tiempo que describe los personajes colectivos que hacen la historia regional: comunidades indígenas, movimientos populares, buscadoras de sus desaparecidos, nuevos defensores de derechos humanos, migrantes.

Al hacerlo, retrata a figuras excepcionales que expresan a los sujetos colectivos y que parecen extraídos de una novela de Gorki, como el dirigente del Frente Popular de la Montaña Arnulfo Cerón Soriano y el líder campesino Ranferí Hernández. Ambos fueron asesinados por su participación política en momentos distintos. O a la migrante doña Amelia, quien en 1980 salió de Ixcateopan, en un viaje sin retorno, a Nueva York, a buscar a su hijo, y a quien ya no le alcanzaron las fuerzas para vencer al coronavirus.

Como si fuera un textil elaborado con los más diversos hilos, el informe de Tlachi entreteje la historia de grupos criminales imbricados con políticos y fuerzas de seguridad, que se dedican a labores de contrainsurgencia; la descomposición de la vida urbana en la ciudad de Tlapa; el avance incontenible del Covid-19; las penurias y el heroísmo de los montañeros migrantes en Tlapayork; el surgimiento de un grupo de buscadores de desaparecidos, la continuidad de la lucha de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y muchos acontecimientos más.

Las historias se suceden vertiginosamente unas a otras. El Covid-19 no ha pegado igual a todos. Se ha cebado especialmente con los más pobres, que ya de por sí padecían hambre, marginación y violencia ancestrales. Sin médicos ni medicinas, ni centros de salud en las comunidades, la llegada de la pandemia a la Montaña resultó aciago. Los pueblos han improvisado el cuidado de sí mismos. Como recomendaron los xiñá, echaron mano de la tradición y alrededor de ella se unieron para enfrentar la adversidad.

Guerrero es un enorme camposanto clandestino. Como si vivieran en un país aparte, en los terrenos de los negocios inmobiliarios con los que el narco lava sus ganancias ilícitas, han instalado casas de seguridad y depósitos de restos humanos.

Antes que hospitalizarse, por temor a la migra y las deportaciones, cuando enfermaron los montañeros que partieron a Nueva York a buscar el sueño americano, los que mandaban a los suyos 300 dólares al mes como bálsamo para la penuria familiar, se encerraron hacinados en sus viviendas. Para muchos, contagiarse lejos de la casa resultó más doloroso que la sola afección. Como fue mayor el calvario de los familiares de quienes fallecieron por el mal, que debieron pagar pequeñas fortunas para incinerar los cuerpos y trasladar las cenizas de sus deudos a México, sin ni siquiera poder despedirlos como se debe.

Sin ingresos y sin trabajo, las familias rurales tuvieron que salir a buscarlos en los campos agrícolas del norte. Carentes de la higiene adecuada, en transportes en los que viajan hacinados, se han convertido (más de lo que ya eran) en fácil presa del coronavirus.

Decía Vaclav Havel que a veces se necesita tocar el fondo de la miseria para poder entender la verdad, igual que hay que lanzarse hasta el fondo del pozo para llegar a ver las estrellas. En un mundo sordo, en medio de un mar de dolor, muy cerca de lo más profundo del pozo, en Como una noche sin estrellas se atisban los astros de la esperanza comunitaria que permiten comprender la verdad de los de abajo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/12/08/opinion/019a2pol

Imagen: https://www.flickr.com/photos/chou2006/649796088/in/photolist-2jwgbFN-2hHAVRp-2jJ5BBK-EUT4Jb-9izMzv-dcxjxb-AptyuM-pFq3CF-eEWdZG-2gSkAT1-69PaC7-ZqnJQ-8U16WL-7ivhYx-6tS5a8-6tWdAs-6tS6r4-6tWebj-6tWdTU-21WgsFi-3VYi4f-bSQiA2-8wkaZF-bfQ88V-cKigmJ

Comparte este contenido:

La pérdida de ancianos por la COVID-19 pone en peligro a las lenguas indígenas de Brasil

«Nos preocupa mucho», señala un líder indígena. «Tienen mucho más por contar».

Nota del editor: Este trabajo fue apoyado por el Fondo de Emergencia para Periodistas de National Geographic Society

Eliézer Puruborá, una de las últimas personas que creció hablando puruborá, murió de COVID-19 en Brasil a principios de este año. Su muerte, a los 92 años, debilitó el frágil dominio de la lengua que tiene su pueblo.

Las lenguas indígenas en Brasil han estado amenazadas desde la llegada al continente de los europeos. Solo 181 de las aproximadas 1500 lenguas que existieron alguna vez se siguen hablando hoy —en su mayoría, cada una con menos de unos mil hablantes. Algunos grupos indígenas —en especial aquellos con poblaciones más grandes, como los guaraní mbya— han logrado mantener su lengua madre. Pero las lenguas de los grupos más pequeños, como el puruborá, que hoy tiene solo 220 miembros, están al borde de la desaparición.

La pandemia está empeorando la endeble situación. Se calcula que hay más de 39.000 casos de coronavirus entre los indígenas brasileños, entre ellos seis en la comunidad puruborá, y hasta 877 muertes. El COVID-19 se está cobrando las vidas de los ancianos como Eliézer, que suelen ser los guardianes de las lenguas. El coronavirus también fuerza el aislamiento de los miembros de la comunidad, impide los eventos culturales que mantienen la lengua viva y debilita el lento progreso por preservarla.

El coronavirus amenaza las vidas de los ancianos como Hotencio Karai, de 107 años, que suelen ...

El coronavirus amenaza las vidas de los ancianos como Hotencio Karai, de 107 años, que suelen ser los cuidadores de la lengua. Pero los adolescentes — como Richard Wera Mirim, de 17 años, y sus amigos— se aferran a la cultura rápidamente, señala Sonia Ara Mirim, líder de la comunidad. «El Nhandereko —el estilo de vida guaraní— está dentro nuestro», agrega. «Un niño puede pasar todo el día en el celular, la computadora o mirando televisión, pero no hay forma de sacar eso de adentro nuestro».

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Para los puruborá, preservar su lengua y cultura ha sido una larga batalla. Hace más de un siglo, las recolectoras de caucho llegaron a sus tierras en el estado amazónico de Rondônia con el auspicio de los Servicios de protección indígena, una agencia federal que administra los asuntos indígenas. Pusieron a los hombres y niños indígenas a trabajar, entre ellos a Eliézer, para recolectar látex de los árboles de caucho y a las mujeres y niñas les repartieron cauchos no indígenas como premios. Solo se les permitía hablar en portugués.

«Todo lo relacionado con nuestra cultura estaba prohibido», cuenta Hozana Puruborá, quien se convirtió en líder de los puruborá luego de que su madre Emília muriera.

Emília era la prima de Eliézer; de niños, los primos, ambos huérfanos, se susurraban en puruborá cuando nadie los escuchaba. «Mantuvieron su lengua viva escondiéndola».

La comunidad celebra un cumpleaños en Guyra Pepó, una aldea en el interior donde 36 familias ...

La comunidad celebra un cumpleaños en Guyra Pepó, una aldea en el interior donde 36 familias guaraníes se mudaron cuando se construyó una autopista en sus tierras en San Pablo.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA
En junio, los jóvenes guaraníes se unieron para luchar contra un incendio. "Este es nuestro trabajo", ...

En junio, los jóvenes guaraníes se unieron para luchar contra un incendio. «Este es nuestro trabajo», señala el maestro Anthony Karai. «Somos guardianes del bosque».

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

En 1949, los Servicios de protección indígena declararon que no había más indígenas en la región porque se habían «mezclado» y habían sido «civilizados». La lengua puruborá había desaparecido oficialmente.

Construyendo un archivo

No obstante, la lengua puruborá se negó a desaparecer. Fundaron Aperoi, la última aldea puruborá, una parcela de 25 hectáreas de tierra ancestral que les compraron a agricultores de soja y a ganaderos. No es lo suficientemente grande para toda su comunidad, así que Eliézer vivía cerca con su hija en el pueblo de Guajará Mirim.

El pueblo puruborá también comenzó a trabajar con la lingüista Ana Vilacy Galucio del museo paraense Emílio Goeldi, que alberga archivos permanentes de 80 lenguas indígenas de la Amazonía brasileña. Con la ayuda del pueblo, la lingüista quiso crear un archivo para la lengua puruborá también.

Cuando Galucio comenzó a visitarlos en 2001, había nueve ancianos puruborá, entre ellos Eliézer y Emília, y se los motivó para que hablaran su lengua nuevamente.

Muchos vivían lejos de Aperoi y no habían hablado puruborá en décadas. «No era solo que no podían hablarla», menciona. «No podían escucharla, no tenían contacto con su lengua».

Galucio los unió para hablar. Se pusieron auriculares y les hablaron a los micrófonos. Todo lo que decían se grababa para crear un archivo de audio de su lengua. Al principio, podían recordar solo unas palabras. Los nombres de los animales venían a la mente rápido; la gramática y las estructuras oracionales eran una lucha. Pero cuanto más hablaban entre ellos, más recordaban.

Los jóvenes residentes de la aldea Tekoa Pyau juegan un campeonato de fútbol que dura horas. ...

Los jóvenes residentes de la aldea Tekoa Pyau juegan un campeonato de fútbol que dura horas. Las tierras guaraníes se encuentran en el medio de San Pablo, y la ciudad, la más grande de Brasil, siempre va comiendo terreno.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Ahora, solo quedan dos ancianos que hablan semifluido, Paulo Aporete Filho y Nilo Puruborá. A sus noventa y pico, y con una salud deteriorada, ambos son altamente vulnerables al coronavirus. Ninguno vive en Aperoi y nadie puede visitarlos por la pandemia. A Hozana le preocupa que el COVID-19 se los lleve antes de que puedan compartir todo lo que saben.

«Todavía falta mucho del archivo», señala. «Nos preocupa mucho. Tienen mucho más por contar».

Un impulso inesperado

Más al sur, la pandemia también está golpeando a los guaraní mbya. Cientos de personas en las seis aldeas que componen su comunidad en San Pablo se han enfermado de COVID-19, entre ellos ancianos mayores de 100 años. Hasta ahora, nadie ha muerto.

Anthony Karai, de 21 años, enseña guaraní en línea desde su hogar en la aldea Tekoa ...

Anthony Karai, de 21 años, enseña guaraní en línea desde su hogar en la aldea Tekoa Pyau. Las clases apuntan a estudiantes que no son indígenas y, con ellas, Karai recauda dinero para su comunidad.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA
Thiago Karaí Kekupe, un joven cacique guaraní mbya, lucha contra un incendio que la comunidad sospecha ...

Thiago Karaí Kekupe, un joven cacique guaraní mbya, lucha contra un incendio que la comunidad sospecha fue intencional.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Las escuelas primarias públicas de la comunidad, que enseñan la lengua y cultura guaraní, están cerradas; esto deja a los niños sin un importante medio de aprendizaje e intercambio. Muchas personas han perdido su trabajo.

Pero la lengua guaraní también ha recibido un impulso inesperado. Al llegar la pandemia, Anthony Karai, un joven líder indígena, comenzó a dar clases de lengua en línea con el fin de recaudar dinero para los miembros de la comunidad desempleados. Se dio cuenta de que podía dar clases a 100 estudiantes y, en dos horas, se inscribieron más de 300 personas.

Karai no quería rechazar a nadie, así que llamó a dos maestros de diferentes aldeas para que se ocuparan de los 200 estudiantes extra. Según él, enseñar guaraní no solo le da la oportunidad de mantener la lengua viva, sino también ayuda a que las personas no indígenas vean a su comunidad de una manera diferente.

A principios de 2020, cientos de árboles cercanos fueron talados para construir edificios de departamentos. Los ...

A principios de 2020, cientos de árboles cercanos fueron talados para construir edificios de departamentos. Los miembros de la comunidad guaraní, con vestimenta tradicional, protestaron y lograron evitar una mayor destrucción.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

«Cuando aprendes una lengua, no solo aprendes la lengua», señala Karai. «Tienes que aprender la cultura».

Lo contrario también es cierto: perder una lengua también implica perder una cultura; y eso es lo que le preocupa al maestro Mario Puruborá.

En Aperoi, como en las aldeas guaraní mbya, a los niños se les enseña puruborá en las escuelas públicas. No obstante, aún antes de la pandemia, las autoridades locales querían cerrar la escuela porque solo tenía unos pocos estudiantes.

Mario, que ha estado luchando para que las clases continúen, no habla puruborá fluido. Aprendió lo que sabe de las grabaciones de audio que hizo Galucio para el archivo del museo.

Sin tierras, es difícil continuar con la lengua y la cultura. En 2017, las familias guaraníes ...

Sin tierras, es difícil continuar con la lengua y la cultura. En 2017, las familias guaraníes fundaron una nueva aldea en el interior del estado de San Pablo.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Antes de la pandemia, contaba con las visitas regulares a los ancianos que vivían fuera de la aldea, como Paulo y Nilo, para que le respondieran las preguntas que tenía sobre la lengua. El coronavirus hizo que esos viajes sean demasiado peligrosos y Mario teme que muchos detalles lingüísticos mueran con ellos.

Los puruborá están haciendo lo posible para salvaguardar a los miembros de su comunidad. Han pospuesto su asamblea anual y su festival cultural, donde comparten historias, cantan y organizan iniciativas para la conservación de la lengua. También han restringido los viajes no esenciales. Y dicen que, cuando la pandemia se atenúe finalmente, trabajarán para asegurar que la responsabilidad de conservar su cultura y lengua no recaiga solamente en sus frágiles ancianos.

«Muchas personas dicen que resurgimos, pero no me gusta ese término», dice Mario. «Siempre conocimos nuestra identidad; siempre hemos esta00do aquí. Y siempre lo estaremos».

Fuente: https://www.nationalgeographicla.com/historia/2020/11/la-perdida-de-ancianos-por-la-covid-19-pone-en-peligro-a-las-lenguas-indigenas

Comparte este contenido:

Ecuador: caso de pueblos indígenas en aislamiento fue elevado a Corte Interamericana de Derechos Humanos

  • El 30 de septiembre de 2020 la CIDH presentó a la Corte IDH el caso de violación de los derechos a la vida, el territorio y los derechos económicos de los pueblos no contactados Tagaeri y Taromenane. La Corte podría tomarse al menos dos años en sentenciar el caso. 
  • Los Pueblos Indígenas en Aislamiento han sufrido al menos tres matanzas en 17 años y expertos aseguran qie el Estado ecuatoriano no les ha garantizado el derecho a la vida.

Luego de cinco años de la audiencia pública en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para abordar los riesgos que enfrentan los pueblos en aislamiento Tagaeri y Taromenane, el 30 se septiembre último, la Comisión elevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).  Este tribunal internacional deberá atender una demanda que se centra en la violación sostenida de los derechos humanos de los pueblos que viven en el Yasuní, en la Amazonía del Ecuador, durante los últimos 17 años. Según la Comisión, los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento (PIA) no han sido garantizados por el Estado ecuatoriano a pesar de ser su responsabilidad internacional.

“Los pueblos indígenas en aislamiento son el patrimonio vivo del país”, dice Milagros Aguirre, autora de varios libros sobre los indígenas en aislamiento. Además, Aguirre recuerda que el Estado tiene “una obligación de protección a los más débiles” y de cumplir los pactos internacionales de protección como los de las Naciones Unidas.

El 19 de octubre de 2015, cuando se realizó la audiencia de este caso en la CIDH —encargada de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente— los participantes discutieron sobre la responsabilidad del Ecuador por la violación de los derechos a la vida, al territorio y a los derechos económicos, sociales y culturales de los PIA. El caso fue llevado nueve años antes y denunciaba las matanzas a estos pueblos ocurridas en 2003 y 2006 .

Precisamente el 10 de mayo de 2006, la Comisión dictó medidas cautelares a favor de los pueblos. Para cumplirlas, el entonces gobierno del Ecuador estableció, un año después, acciones concretas para proteger a los PIA. David Cordero Heredia, abogado de la Confederación de Nacionalidad Indígenas del Ecuador (Conaie), explica que entre esas acciones estuvieron la delimitación y vigilancia en la zona intangible, un espacio protegido donde no se pueden realizar actividades extractivas. Para ello se destacó, además, a un grupo de guardaparques para resguardar el área. Como parte del plan, el gobierno monitoreó con fotografías satelitales la ubicación de los Tagaeri y los Taromenane.

Sin embargo, estas acciones tomadas por el Estado hace 14 años no continuaron y no han sido suficientes para proteger a estos grupos indígenas aislados.  El tribunal internacional podría emitir una sentencia dentro de aproximadamente dos años.

 Las matanzas que han vivido los PIA

La demanda contra el Estado ecuatoriano llegó a la Comisión porque los PIA han enfrentado tres matanzas, aunque los expertos coinciden en que son más. En el 2003, más de 20 Taromenane fueron asesinados por un grupo waorani, la nacionalidad idígena más cercana a los pueblos aislados. En una nota publicada en el 2003 por el diario El Universo, los waorani justificaron la matanza como una venganza por los ataques que vivían. En ese enfrentamiento, los wao llevaron hasta sus comunidades la cabeza de un Taromenane “como trofeo”, dice la nota.

Fotografía tomada de la cuenta de Flickr de la CIDH con Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0) Fotografía tomada por Daniel Cima. Audiencia realizada en la CIDH en octubre de 2015, intervino Moi Enomenga.

En el 2006, cerca de 30 indígenas aislados fueron asesinados en un enfrentamiento con madereros, pero en ese momento la ministra de Ambiente Ana Albán dijo que “no se encontraron huellas del enfrentamiento”.  El gobierno se comprometió a controlar la extracción ilegal de madera en la zona donde viven los pueblos en aislamiento.

En 2013, los indígenas en aislamiento asesinaron a dos ancianos waorani, Ompure y Buganey. Ompure había alertado en una asamblea que los indígenas en aislamiento le pidieron ollas, machetes y hachas que él les entregó. Sin embargo, otro grupo de indígenas en aislamiento le pidió más cosas que no pudieron entregarse, por lo que los ancianos fueron asesinados. Luego de 20 días, como venganza, los waorani asesinaron a otros 30 indígenas en aislamiento y  secuestraron a dos niñas Taromenane. Siete meses después, un grupo de policías élites encapuchados sacaron del territorio waorani  a una de las niñas para llevarla a un hospital de la ciudad amazónica del Coca. Activistas y líderes waorani consideraron que fue un secuestro, pero para el gobierno fue un rescate.

El antropólogo Roberto Narváez, estudioso de los PIA y quien ha trabajado durante 20 años en territorio waorani, dice que en estas tres matanzas el Estado no realizó ninguna acción para frenar este tipo de hechos porque “hay prioridades y esas prioridades están marcadas por las industrias extractivas”. La Constitución ecuatoriana dice  que los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva. Dice que el Estado “adoptará medidas para garantizar sus vidas, hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos”. En concreto, el Estado está obligado a proteger a estos pueblos a través de medidas específicas que no ha cumplido y que, coinciden los expertos, podrían haber evitado matanzas como las de los 30 indígenas aislados para vengar el asesinato de Ompure y Buganey.

 Las promesas incumplidas del Estado

Los PIA están desprotegidos por el Estado, dice Milagros Aguirre. Una de las formas para protegerlos fue la delimitación de la Zona Intangible Tagaeri y Taromenane, pero no ha sido garantía para su protección. Roberto Narváez dice que no existe ninguna política pública o algún instrumento que asegure el aislamiento de los PIA.

En mayo de 2019, el gobierno de Ecuador decidió ampliar la zona intangible del parque nacional Yasuní: pasó de 758 051 hectáreas a un poco más de 818 500. Esto equivale a una ampliación de cerca de 60 000 hectáreas. En ese momento la ampliación de la zona intangible parecía una buena noticia, pero el Estado no tomó en cuenta las evidencias de movilidad de los pueblos indígenas en aislamiento.

Zona intangible. Fotografía cortesía de MAAP

La Zona Intangible Tagaeri Taromenane (ZITT) fue declarada como tal a través del decreto 552 en 1999  como zona “de conservación vedada a perpetuidad a todo tipo de actividad extractiva, las tierras de habitación y desarrollo de los grupos Huaorani conocidos como Tagaeri, Taromenane y otros eventuales que permanecen sin contacto”. Narváez dice que el Estado debe considerar que los pueblos en aislamiento se mueven dentro y fuera de la ZITT, porque circulan continuamente en el Yasuní, es su modo de vida. Para Roberto Narváez la delimitación de la zona intangible solo tiene el interés de no afectar la explotación petrolera.

Los Tagaeri y Taromenane son grupos de familias que tienen familiares waorani. Están en constante movimiento por sus actividades de caza y recolección de frutos y esta movilidad hace que surjan conflictos violentos con colonos y madereros que realizan actividades extractivas.

 De la Comisión a la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Cuando el caso llegó a la Comisión, comparecieron los peticionarios de las medidas y el Estado. Por un lado estuvieron  Fernando Ponce, Raúl Moscoso, Juan Guevara y Patricio Asinbaya, luego se unió la Conaie con sus abogados David Cordero y Mario Melo y el colectivo ambientalista Yasunidos. Como representación del Estado estuvieron funcionarios del entonces Ministerio de Justicia, de Ambiente y de la Procuraduría General del Estado. El Estado ecuatoriano dijo que la petición debía ser “declarada inadmisible”.

Fotografía tomada de la cuenta de Flickr de la CIDH con Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0) Fotografía tomada por Daniel Cima. La entonces presidenta de la CIDH Rose Marie Belle Antoine escuchando a los testigos del caso.

En octubre de 2015, se realizó la audiencia de fondo de más de dos horas en la que la CIDH recibió testimonios sobre la violaciones a los derechos humanos en el caso analizado. Luego de la audiencia, la Comisión publicó un informe de fondo en el que concluyó que el territorio ancestral de los pueblos Tagaeri y Taromenane excede los límites de la Zona de Intangibilidad Tagaeri y Taromenane y que con la delimitación de la ZITT, el Estado no respeta el territorio ancestral de los pueblos Tagaeri y Taromenane.

La Comisión dijo que el Estado ecuatoriano ha afectado la vida de los pueblos indígenas en aislamiento al entregar concesiones petroleras y  permitir la explotación de recursos en los territorios intangibles a empresas. Otra de sus conclusiones es que el Ecuador se contradice en su propia Constitución sobre la protección a los PIA. Mientas que el artículo 57 numeral 21 de la Constitución garantiza la protección del territorio de los PIA y dice que violar ese derecho es un delito de etnocidio, el artículo 407 establece la posibilidad de realizar actividades extractivas y explotación forestal en territorios intangibles.

Fotografía de Valentina Tuchie para GK

Otra conclusión de la CIDH es que la zona intangible no es una garantía para proteger a los PIA. La CIDH dijo que se han detectado contacto de los pueblos indígenas en aislamiento con colonos y madereros. También dijo la Comisión que detectó presiones de empresas para que la protección del territorio PIA disminuya.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) debe enviar el expediente del caso en las próximas semanas tanto a los peticionarios como a la defensa del Estado Ecuatoriano como aviso de que recibió el caso, dice el abogado Cordero. Entre las funciones de la Corte está la “resolución de casos contenciosos y el mecanismo de supervisión de sentencias”, tiene una función consultiva y puede dictar medidas provisionales. Cordero dice que el caso de los Tagaeri y Taromenane pasó a la Corte porque el Ecuador no cumplió las recomendaciones que hizo la Comisión al Estado hace cinco años.

zona intangible Yasuni. Fotografía de Valentina Tuchie para GK

El abogado Cordero dice que habrá que esperar entre uno a dos años para tener una sentencia, eso aproximadamente en referencia a casos anteriores. Milagros Aguirre dice que la sentencia de la Corte “es tremendamente lejana” porque recién más de una década de la primera matanza el caso ha llegado a la Corte. “Simbólica o moralmente podría haber una sanción al Estado, pero nadie va a devolver las vidas que se han perdido en la selva por estos hechos de omisión estatal”, dice Aguirre. Según ella, hasta que la Corte emita una sentencia, es probable que se dé otra matanza de pueblos indígenas en aislamiento —quizá ya hubo una, solo que no nos enteramos.

*Imagen principal: Fotografía tomada de la cuenta de Flickr de la CIDH. Los peticionarios del caso de violación de derechos de los PIA hacen preguntas a la testigo del caso la líder waorani Alicia Cahuiya. 

Fuente: https://es.mongabay.com/2020/11/ecuador-caso-de-pueblos-indigenas-en-aislamiento-fue-elevado-a-corte-interamericana-de-derechos-humanos/

Comparte este contenido:
Page 7 of 25
1 5 6 7 8 9 25