Por: Leonardo Díaz
Esto obedece a que se incrementa la percepción, con la ayuda de las redes sociales, de que los compromisarios del partido rival socavan el estilo de vida común, constituyen una amenaza contra el futuro de los hijos, o destruyen el orden de justicia.
Uno de los rasgos más destacables de la atmósfera intelectual contemporánea es el llamado “filtro burbuja”, un entorno de información personalizado construido a partir de algoritmos.
Como los algoritmos configuran un mundo personal de información a partir de las informaciones e intereses proporcionados a partir de nuestras búsquedas en la web, aumenta la probabilidad de que recibamos contenidos informativos que confirmen nuestras creencias o refuercen nuestros gustos.
Por tanto, no es casualidad que un hombre creyente en teorías de la conspiración sea retroalimentado con informaciones sobre el “complot del coronavirus”, o que una mujer convencida de los efectos curativos del yoga reciba promociones sobre cursos, libros, talleres o videos sobre los efectos saludables de la referida práctica.
En temas partidarios, los usuarios se verán dentro de “cámaras de información” sobre la base de sus adherencias políticas.
Por consiguiente, no es de extrañar que notemos en el ambiente político contemporáneo un reforzamiento de los radicalismos y sectarismos ideológicos. La sociedad norteamericana es un buen ejemplo de ello, como confirma el periodista José Galindo en un artículo del diario El país, titulado: “un país convertido en dos tribus”. ://elpais.com/internacional/elecciones-usa/2020-10-06/un-pais-convertido-en-dos-tribus.html
En el referido artículo, Galindo muestra los datos del Pew Research Center (2018), sobre la polarización en torno a la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Según estos datos, de todos los presidentes de la postguerra, el mandatario norteamericano es quien goza de mayor aceptación entre los que se declaran seguidores de su partido (84%) y el del menor aceptación entre los que se definen contrarios. (7%).
Esta tendencia se ha ido gestando desde hace décadas. Los datos muestran diferencias significativas en función de la adherencia partidaria entre todos los presidentes desde la Segunda Guerra Mundial. Pero, al mismo tiempo, se aprecia un dato preocupante: desde 1994 se ha duplicado el porcentaje de percepción negativa que los seguidores de uno de los partidos principales de la unión americana posee con respecto a los simpatizantes del otro gran partido que disputa la intención del voto del electorado estadounidense.
En este contexto, se radicalizan las posturas. Lo que debería ser un debate sobre ejecuciones y propuestas sometibles a contrastación, se transforma en una batalla entre tribus para preservar el poder. Entonces, poco importa la evidencia, o justificar nuestras creencias. Solo importa imponer las opiniones personales. Se abren los senderos de la posverdad y, a través de ellos, se vislumbran en el horizonte formas autoritarias de vida.
Fuente: https://acento.com.do/opinion/de-tribus-politicas-y-posverdad-8871930.html