Reflexión educativa de final de ciclo escolar

Miguel Angel Pérez

Aquí sentado frente al procesador, trato de mirar hacia atrás, con la intención de hacer un recuento puntual de lo que ha pasado en el este ciclo escolar. No soy tan sistemático ni tan ordenado como debiera, no tengo a la mano las piezas que necesito para hacer un balance. Me detengo en la última imagen la que sirve para “cerrar” este año escolar. Un grupo de niños y niñas como de quinto o sexto grado de primaria, de la escuela Rosario Castellanos de Tapachula Chiapas hacen a muchas voces severas críticas al secretario de Educación Aurelio Nuño y al gobernador del estado, ellos y ellas cuestionan y al final dicen “que las autoridades cumplan con su deber para que nosotros podamos cumplir con estudiar ya que nosotros somos el futuro democrático de un pueblo” (Periódico digital Sin Embargo, miércoles 12 de julio de 2017).

Hay otra imagen que brinca por mi cabeza, cuando el Secretario de Educación invita a los niños a ler y Andera le corrige seria y categórica le dice: “no se dice ler, se dice leer”.

Esto es parte del recuento del año escolar, los desaciertos del secretario que van a la par de los desaciertos de su jefe político el presidente de este país. Desaciertos a todas horas, en todas partes, de distintas formas, ¿será ese el verdadero rostro de la reforma educativa, que nos quieren imponer a toda costa? Desaciertos sin auto-critica, ni corrección en las acciones.

En cada ciclo escolar se trazan compromisos, ninguno es igual a otro, hay retos y desafíos que mueven nuestras acciones, prometemos acércanos a los niños y niñas invisibles que nadie mira con la intención de visibilizarlos, prometemos entrenar mejor la escucha y ser mesurados en nuestras palabras y nuestras acciones, prometemos, atender de mejor manera el contexto social del que provienen los niños y niñas, prometemos atender  a los niños y niñas que se les dificulta aprender o que se rezagan y les cuesta un poco concluir con sus trabajos dentro y fuera del aula de clase. Prometemos muchas cosas pero qué es lo que hemos cumplido y cómo lo documentamos al final del ciclo escolar.

Cabrían la preguntas ¿Cuál es el estado final que guarda la conclusión del ciclo escolar 2016-2017, qué avances verdaderos hemos obtenido, somos mejores hoy en día estamos mejor educados, nos vamos adaptando en esto a lo que los especialistas le llaman la sociedad del conocimiento? Me parece que no, que cerramos con déficits, pero tampoco tengo constancia de ello sólo algunos murmullos, algunas voces que por la calle hablan mal de la educación que hoy brinda el gobierno. Me quedo con la severidad de los niños y niñas de Tapachula Chiapas, no para quedarnos ahí, sino más bien para que sirva como acicate y pensar en cómo hacer para mejorar el servicio educativo y que llegue a todos los rincones del país, a todas las aulas, a cada corazón de niño y niña mexicanos. Me quedo con eso.

Sé que las vacaciones es un receso corto que en agosto las escuelas volverán a abrir sus puertas y regresará el clásico bullicio estudiantil el olor a escuela, y el deseo latente de millones de enseñar bien y de aprender mejor. Pero las imágenes dan vuelta este ciclo escolar ha concluido y pareciera que más que ganar en la historia educativa de nuestro país seguimos perdiendo.

 

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/reflexion-educativa-de-final-de-ciclo-escolar/

Fuente de la imagen:http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/04/escuelas-tiempo-completo-e1428942342271.jp

Comparte este contenido:

El trabajo intelectual

Alberto Benegas

La característica central de ser humano consiste en su libre albedrío, su capacidad de decidir entre distintos cursos de acción. De todas las especies conocidas, el hombre es el único que goza de libertad, el único que piensa, elabora, argumenta y concluye.

Para todo ello la faena intelectual resulta crucial. Nada de lo apuntado puede lograrse sin esfuerzo intelectual, es decir, aprender, razonar, comprender, es la facultad de la inteligencia, el inter legum, el entrar dentro de conceptos, interrelacionarlos y leer sus significados. Alude al entendimiento, a la abstracción y, consiguientemente, a la capacidad de pensar.

Es en este ámbito donde se gesta la teoría es donde se crea todo lo que luego los llamados prácticos usan para muy diversos propósitos. Por su parte, los prácticos también requieren de trabajo intelectual solo que en otro plano: no en la producción de la idea sino en su aplicación. En el ámbito de lo analítico se diferencian estos roles pero, aunque no sea lo habitual, puede ocurrir que ambos atributos tengan lugar en la misma persona.

Antes hemos consignado lo que sigue y es, en primer término, que hay dos planos de acción que es perentorio clarificar y precisar. Esta diferenciación de naturalezas resulta decisiva al efecto de abrir cauce al progreso. Constituye un lugar de los más común -casi groseramente vulgar- sostener que lo importante es el hombre práctico y que la teoría es algo etéreo, mas o menos inútil, reservado para idealistas que sueñan con irrealidades.

Esta concepción es de una irresponsabilidad a toda prueba y revela una estrechez mental digna de mejor causa. Todo, absolutamente todo lo que hoy disponemos y usamos es fruto de una teoría previa, es decir, de un sueño, de un ideal, de un proyecto aún no ejecutado. Nuestros zapatos, el uso del avión, la televisión, la radio, internet, el automóvil, el tipo de comida que ingerimos, las medicinas a que recurrimos, los tipos de edificaciones, la iluminación, las herramientas, los fertilizantes, plaguicidas, la biogenética, la siembra directa, los sistemas políticos, los regímenes económicos etc. etc. Todo eso y mucho más, una vez aplicado parece una obviedad, pero era inexistente antes de concebirse como una idea en la mente de alguien.

John Stuart Mill escribió con razón que “toda idea nueva pasa por tres etapas: la ridiculización, la discusión y la adopción”. Seguramente, en épocas de las cavernas, quienes estaban acostumbrados al uso del garrote les pareció una idea descabellada el concebir el arco y la flecha y así sucesivamente con todos los grandes inventos e ideas progresistas de la humanidad. En tiempos en que se consideraba que la monarquía tenía origen divino, a la mayoría de las personas les resultó inaudito que algunos cuestionaran la idea y propusiera un régimen democrático.

Los llamados prácticos no son más que aquellos que se suben a la cresta de la ola ya formada por quienes previa y trabajosamente la concibieron. Desde luego que los prácticos también son necesarios puesto que el objeto de la elaboración intelectual es ejecutar la idea, pero los que se burlan de los teóricos no parecen percatarse que en todo lo que hacen resulta de una deuda contraída con aquellos, pero al no ser capaces de crear nada nuevo se regodean en sus practicidades. Todo progreso implica correr el eje del debate, es decir, de imaginar y diseñar lo nuevo al efecto de ascender un paso en la dirección del mejoramiento. Al práctico le corren el piso los teóricos sin que aquel sea para nada responsable de ese corrimiento.

El premio Nobel Friedrich Hayek ha escrito en Los intelectuales y el socialismo que “Aquellos que se preocupan exclusivamente con lo que aparece como práctico dada la existente opinión pública del momento, constantemente han visto que incluso esa situación se ha convertido en políticamente imposible como resultado de un cambio en la opinión pública que ellos no han hecho nada por guiar.” La practica será posible en una u otra dirección según sean las características de los teóricos que mueven el debate. En esta instancia del proceso de evolución cultural, los políticos recurren a cierto tipo de discurso según estiman que la gente lo digerirá y aceptará. Pero la comprensión de tal o cual idea depende de lo que previamente se concibió en el mundo intelectual y su capacidad de influir en la opinión pública a través de sucesivos círculos concéntricos y efectos multiplicadores desde los cenáculos intelectuales hasta los medios masivos de comunicación.

En segundo lugar, en todos los órdenes de la vida, los prácticos son los free-riders (los aprovechadores o, para emplear un argentinismo, los “garroneros”) de los teóricos. Esta afirmación debe tomarse peyorativamente puesto que del mismo modo que todos usufructuamos de la creación de los teóricos también sacamos ventajas de los que llevan la idea a la práctica. La inmensa mayoría de las cosas que usamos las debemos al ingenio de otros, prácticamente nada de lo que usufructuamos lo entendemos ni lo podemos explicar. Por esto es que el empresario no es el indicado para defender el sistema de libre empresa porque, como tal, no se ha adentrado en la filosofía liberal ya que su habilidad estriba en realizar buenos arbitrajes (y, en general, si se lo deja, se alía con el poder para aplastar el sistema), el banquero no conoce el significado del dinero, el comerciante no puede fundamentar las bases del comercio, quienes compran y venden diariamente no saben acerca del rol de los precios, el telefonista no puede construir un teléfono, el especialista en marketing suele ignorar los fundamentos de los procesos de mercado, el piloto de avión no es capaz de fabricar una aeronave, los que pagan impuestos (y mucho menos los que recaudan) no registran las implicancias de la política fiscal, el ama de casa no conoce el mecanismo interno del microondas ni del refrigerador y así sucesivamente. Tampoco es necesario que esos operadores conozcan aquello, en eso consiste precisamente la división del trabajo y la consiguiente cooperación social. Es necesario sí que cada uno sepa que los derechos de propiedad deben respetarse para cuya comprensión deben aportar tiempo, recursos o ambas cosas si desean seguir en paz con su practicidad y para que el teórico pueda continuar en un clima de libertad con sus tareas creativas y así ensanchar el campo de actividad del práctico.

En tercer término, debe subrayarse que, sin duda, hay teorías efectivas y teorías equivocadas o sin un fundamento suficientemente sólido, pero en modo alguno se justifica mofarse de quienes realizan esfuerzos para concebir una teoría eficaz. Las teorías malas no dan resultado, las buenas logran el objetivo. En última instancia, como se ha dicho “nada hay más practico que una buena teoría”. Conciente o inconscientemente detrás de toda acción hay una teoría, si esta es acertada la práctica producirá buenos resultados, si es equivocada las consecuencias del acto estarán rumbeadas en una dirección inconveniente respecto de las metas propuestas.

Leonard E. Read en su libro titulado Castles in the Air nos dice que “Contrariamente a las creencias populares, los castillos en el aire constituyen los lugares de nacimiento de toda la evolución humana; todo progreso (y todo retroceso) sea material, moral o espiritual implica una ruptura con las ideas que prevalecen”. Las telarañas y los candados mentales y la inercia de lo conocido son los obstáculos más serios para introducir cambios. Como hemos señalado, no solo no hay nada que objetar a la practicidad sino que todos somos prácticos en el sentido que aplicamos los medios que consideramos corresponden para el logro de nuestras metas, pero tiene una connotación completamente distinta “el práctico” que se considera superior por el mero hecho de aplicar lo que otros concibieron y, todavía, reniegan de ellos…los que, como queda dicho, hicieron posible la practicidad del práctico.

Afirmar que “una cosa es la teoría y otra es la práctica” es una de las perogrulladas mas burdas que puedan declamarse, pero de ese hecho innegable no se desprende que la práctica sea de una mayor jerarquía que la teoría, porque parecería que así se pretende invertir la secuencia temporal y desconocer la dependencia de aquello respecto de esto último, lo cual no desconoce que la teoría es para ser aplicada, es decir, para llevarse a la práctica. Por eso resulta tan chocante y tragicómica la afirmación que pretende la descalificación al machacar aquello de que “fulano es muy teórico” o el equivalente de “mengano es muy idealista” (bienvenidos los idealistas si sus ideales son nobles y bien fundamentados, en este sentido, la presente nota también podría haberse titulado “La importancia de los idealistas”).

Si se desea alentar el progreso debe enfatizarse la importancia del trabajo teórico y el idealismo, y no circunscribirse al ejercicio de practicar lo que ya es del dominio público. Por ello, independientemente de las ideas del autor, resulta tan estimulante el comentario de George Bernard Shaw cuando escribe que “Algunas personas piensan las cosas como son y se preguntan ¿por qué? Yo sueño cosas que no son y me pregunto ¿por qué no?”.

El trabajo intelectual no solo está en consonancia con la característica esencial del ser humano, sino que proporciona un deleite excepcional, lo cual requiere disciplina, perseverancia y capacidad de estar en soledad. Antes que nada, la lectura y el estudio para adentrarse en los infinitos vericuetos del conocimiento, y después la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo que sirven primordialmente a la intención de clarificar en algo las ideas de quien las expone y ensanchar el aprendizaje a raíz de comentarios de alumnos y lectores.

Todo ello en el contexto de tener siempre conciencia de que el conocimiento está inmerso en la condición de la provisionalidad, abierto a posibles refutaciones. Es un proceso evolutivo en el que los mortales nunca llegamos a metas finales, pero en la búsqueda, en la pregunta, la repregunta y en las respuestas provisorias se encuentra el placer superlativo…en la esperanza de reducir nuestra ignorancia y así alimentar en algo el alma.

Fuente del articulo: http://independent.typepad.com/elindependent/2016/01/el-trabajo-intelectual.html

Fuente de la imagen:http://es.parisinfo.com/var/otcp/sites/images/media/1.-photos/02.-sites-culturels-630-x-405/le-penseur-de-rodin-630×4

Comparte este contenido:

Entrevista Isabel Grana Gil: «La escuela se está quedando muy sola»

19 Febrero 2017/Fuente: diariodesevilla/Autor: Encarna Maldonado

  • Isabel Grana inició en 2001 en la Universidad de Málaga, junto a Carmen Sanchidrián y Francisco Martín Zúñiga, el estudio de la depuración de los profesores durante el franquismo.
  • El equipo ha revisado 2.445 expedientes de docentes de institutos de toda España que fueron investigados por el régimen para comprobar si eran afectos al sistema.
  • El 27% de ellos fueron sancionados, algunos, como Antonio Machado, incluso después de muertos. También ha analizado la depuración en las escuelas normales que formaban a los maestros a través de vías alternativas, porque esos archivos han desaparecido.

-¿Qué significa para un país depurar a sus maestros?

-Significa poner en tela de juicio su esencia y su historia, porque la educación es la transmisión de los valores que tenemos no sólo como personas, sino como unidad nacional.

-Ha estudiado durante años cómo el franquismo investigó a los profesores de instituto y de las escuelas normales que formaban a los maestros. ¿Qué es lo que más le ha impactado?

-Muchas cosas. De hecho, hemos dejado esta investigación por salud mental. Ya no podíamos más. Me ha llamado la atención el expediente a una profesora sancionada porque su marido era manifiestamente republicano. Finalmente la confirmaron con los mismos argumentos porque al ser mujer de tenía, como buena esposa, que seguir a su marido y hacer lo que él dijera. Otra profesora fue sancionada primero por la República por ser de derechas y católica. Al comenzar la Guerra Civil el Gobierno republicano también depuró porque no quería profesores que no fueran de su cuerda. Sin embargo, al terminar la guerra volvió a ser sancionada por haberse quedado en la zona republicana. Acabó en un sanatorio psiquiátrico.

-¿Maestros y profesores siempre bajo sospecha?

-Gil de Zárate, director general de enseñanza a mitad del siglo XIX, dijo en el Congreso: «Admitámoslo, quien controla la educación controla el país». Si te fijas, en Europa, donde no hay fronteras y donde las leyes permiten la libre circulación de estudiantes universitarios, cada país sigue teniendo leyes educativas propias, porque la identidad de un país se transmite a través de la educación obligatoria.

-¿Sigue el pulso Iglesia- Estado?

-Sí. La Iglesia se encargó de la formación hasta la mitad del siglo XIX cuando se conformaron los estados nación y los gobiernos quisieron el control de la educación. La Iglesia se negaba porque suponía perder influencia, y hasta hoy.

-¿Cuál es el problema actual de la enseñanza?

-Ser analfabeto ahora no es no saber leer y escribir, sino no saber interpretar lo que se lee y escribe. Nos falta que todos esos analfabetos dejen de serlo. Necesitamos una educación crítica que enseñe a pensar y es complicado sobre todo porque la escuela en este momento se está quedando muy sola. Las redes sociales, que tienen cosas buenas, aquí no hacen ningún favor. Si un niño lee algo en una red social y el maestro le dice lo contrario, él cree lo que ha leído en internet. La autoridad de la escuela se ha difuminado. Antes lo que decía un maestro iba a misa, ahora los padres le dicen al maestro lo que tiene que hacer. Por ejemplo, hay un movimiento contra los deberes.

-¿Es un desafío a la autoridad del maestro?

-De alguna manera. No quiero decir que los niños deban hacer cuatro horas de deberes al día pero tampoco los padres tenemos que decir a los maestros qué tienen que hacer.

-El fondo, entonces, es falta de reconocimiento social.

-La falta de reconocimiento está ahí. Aquí todo el mundo entiende de educación. El padre dice qué tiene que hacer el maestro, los niños deciden si el maestro tiene o no razón y la sociedad socava su autoridad, pero luego la culpa de todos los males sociales la tiene la escuela. Además, el niño está cinco de 24 horas en la escuela y, sinceramente, no se le puede pedir tanta responsabilidad. Los encargados de la educación son las familias. La escuela está apara ayudar.

-Los malos resultados que obtenemos en PISA, ¿deben preocupar?

-Sí, sobre todo porque las diferencias dentro de España son enormes. Madrid y Castilla y León son de los primeros de Europa, mientras Andalucía está casi a la cola.

-¿Esa heterogeneidad tiene razones socioeconómicas o políticas?

-¡Ojalá lo supiera!, aunque creo que responde sobre todo a diferencias socioeconómicas. Navarra tenía un 50% de alfabetización cuando en Andalucía íbamos por el 10%. La mitad de la población del País Vasco y Navarra va a la universidad y en Andalucía no pasamos del 25%. Ese lastre lo llevamos. Además, al tener más problemas socioeconómicos la comunidad andaluza tiene que hacer un esfuerzo mayor en el nivel primario de la educación, mientras otras comunidades ponen el esfuerzo en secundaria y la universidad.

-Un rector acusado de plagio, un catedrático condenado por abuso… ¿Qué pasa en la universidad?

-Empieza a resquebrajarse su prestigio… Pero si ciertas cosas, que posiblemente siempre han ocurrido, salen ahora a la luz es porque la universidad se ha democratizado y se ha hecho más transparente.

Fuente de la entrevista: http://www.diariodesevilla.es/entrevistas/escuela-quedando-sola_0_1109889033.html

Fuente de la imagen: http://images.diariodesevilla.es/2017/02/17/entrevistas/escuela-quedando-sola_1109899049_65191332_667x375.jpg

Comparte este contenido:

III. Niveles de reflexión ética por Ricardo Maliandi

III.l. Concepto de «reflexión» y sentido de sus «niveles» La reflexión, como vimos, es una intentio obliqua, un acto por el que el sujeto se convierte en objeto de sí mismo: como en un espejo, se refleja (y tal es el sentido etimológico del término). Es una autoobservación de la que tiene que surgir alguna forma de autoconocimiento. Puede entenderse entonces como una operación que la conciencia humana lleva a cabo en el marco de su propio carácter de «autoconciencia» o «apercepción». La posibilidad de esa «toma de distancia» con respecto a lo propio constituye de por sí un problema. Algunos pensadores han tratado de explicarla desde la antropología filosófica. Helmuth Plessner, particularmente, la vincula con lo que llama la «posicionalidad excéntrica» propia del hombre.1 Sostiene que, a diferencia del animal (que tiene una posición «frontal» respecto de la esfera en que vive, es decir, de su «mundo circundante»: Umwelt, y se constituye en «centro»), el hombre se halla siempre en una posición «excéntrica» con relación a su esfera, que es la del «mundo» (Welt). Pero, además, el animal no tiene «vivencia» del centro que constituye, o sea, carece de vivencia de sí mismo, mientras que en el hombre el centro se desplaza, toma distancia y provoca una especie de duplicación subjetiva: por ejemplo, el hombre siente que «es» cuerpo, pero también que «tiene» cuerpo. De ese modo puede saber sobre sí, contemplarse a sí mismo, escindiéndose en el contemplador y lo contemplado. Tal escisión representa a la vez una «ruptura», una hendidura entre el yo y sus vivencias, en virtud de la cual el hombre queda en dos lados a un mismo tiempo, pero también en ningún lado, fuera del tiempo y del espacio. Al encontrarse simultáneamente en sus «estados» y «frente a sí mismo», como objeto, su acción vuelve también constantemente sobre sí: el hombre 86 hace a sí mismo. Tiene que vivir «conduciendo su vida», ya que, de modo permanente e ineludible, se encuentra con esa vida.

Se puede poner en duda, sin embargo, que siempre, absolutamente siempre (o, al menos, en todos sus estados conscientes) el hombre esté en actitud «reflexiva». O quizá haya que distinguir también aquí un sentido estricto y un sentido lato. Este último abarcaría ese permanente «encontrarse» del hombre con su propia vida, así como la conciencia de conducir esa vida. Podría entenderse «reflexión», en sentido lato, no obstante, como toda forma de «meditación» (aunque el objeto de una meditacón determinada no fuera algo del propio sujeto meditante). En sentido estricto, en cambio, reservaríamos la palabra «reflexión» para los casos en que es «clara y distinta» la actitud en que el pensamiento, mediante un giro de ciento ochenta grados, por así decir, se vuelve sobre sí mismo. Una cosa es mostrar cómo la reflexión (en sentido estricto) es «posible». Otra, muy distinta, sostener que ella es «inevitable». Creo que hay que admitir también la existencia de estados prerreflexivos de la conciencia humana, estados en que la atención está totalmente volcada hacia «afuera», hacia lo otro de sí, y en que, sin que se haya perdido la «posicionalidad excéntrica», se adopta una —al menos provisoria— posición «frontal»

Pero lo que posibilita la reflexión no es sólo la «posicionalidad excéntrica». Esto constituye sin duda un factor fundamental y necesario, pero no suficiente. No basta comprender que uno no es el «centro» del mundo, sino una «perspectiva» sobre él, junto a otras innumerables perspectivas. Para que la reflexión en sentido estricto y, sobre todo, la reflexión deliberada, se haga posible, tiene que haberse producido la contraposición con otras perspectivas, el intercambio comunicativo con ellas. Es decir, tiene que haber diálogo, y especialmente tiene que haber diálogo argumentativo, tiene que haber «discurso»

La cuestión que nos interesa ahora es la de los «niveles» de reflexión. De nuevo nos valemos de una imagen metafórica, y podemos pensar entonces lo «prerreflexivo» como un plano, o estrato, o nivel, por «encima» del cual se establecen distintos planos, estratos o niveles «reflexivos». El primero de éstos corresponde a la reflexión espontánea, natural, cotidiana. De ese nivel resulta fácil distinguir el nivel propio de la reflexión voluntaria e intelectualmente deliberada, sistemática, ordenada, atenta incluso a pautas metodológicas. Ahí estamos ya en la razón reflexiva o, si se prefiere, en la reflexión raciocinante. En ambos niveles estamos, sin embargo, volviendo la atención sobre nosotros mismos, sobre algo que nos es propio, sea como individuos o como especie. Y eso lo expresamos lingüísticamente. Otro nivel de reflexión posible, entonces, es el de la atención vuelta precisamente hacia esa expresión lingüística, y que tiene que expresarse en un «metalenguaje». Y aun podemos imaginar un cuarto nivel, en el que la reflexión, paradójicamente, toma ya tanta distancia que parece «enderezar» la intentio, o sea, deja de ser, precisamente, una reflexión. Veamos cómo funciona esto en el caso del ethos.

Fuente :

file:///C:/Users/Administrador/Downloads/1168267072.Niveles%20de%20reflexi%C3%B2n%20%C3%A9tica%20_%20Maliandi.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/SjZagcmyNX0pAXd26pGHjgG4_j6QSCVjSPy5jcXDK56-jeQVSd_u8QP2SZX1mcZOuRY-EA=s85

Comparte este contenido: