Psicología inversa en niños: cómo usarla en su educación
El razonamiento con nuestros hijos no siempre es tarea fácil
Las rabietas de los más pequeños desbordan a los padres.
La psicología inversa es aquella técnica que busca que logremos algo de la otra persona pidiéndole todo lo contrario. Parece una técnica sencilla, es muy conocida pero no sabemos si realmente es útil y aplicable. Resulta, de hecho, contradictorio, el que alguien vaya a hacer lo opuesto a lo requerido. Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen multitud de casos y contextos donde sí podemos llevarla a cabo, como es el caso de los niños pequeños.
Nuestra educación hacia los hijos busca basarse en el razonamiento y en la comprensión, no solo en modelos más autoritarios que llevan años dejándose de usar. Queremos que entiendan los motivos de pedirles algo o la importancia que tiene cumplir con determinadas tareas, pero el razonamiento que nosotros usamos puede volverse en contra o no ser siempre efectivo. En esos casos, ¿qué herramientas podría usar sin caer en el típico «porque lo digo yo»? La psicología inversa resulta aquí muy útil.
Di lo contrario
Los niños son especialmente contrarios a seguir las normas, especialmente en diferentes momentos de su crecimiento, donde la negación y la desobediencia parecen ser su modo de vida. Es una parte indispensable de su identidad y sirve para reafirmar su independencia, aunque puede generarnos a nosotros numerosas frustraciones. Pero llevar a cabo lo mejor que podamos su educación suele necesitar que nos hagan caso y que estén dispuestos a seguir una serie de reglas. Es en esos casos donde, además del razonamiento o el consenso, tenemos que usar herramientas como la psicología inversa. Una forma de lograr que acaben haciendo lo que nosotros buscamos.
Esta técnica puede parecer un arma que nos lleva a manipular a nuestros hijos para que siempre estemos contentos. Sin embargo, si la usamos en momentos puntuales o cuando otras estrategias ya no funcionen, puede tener beneficios para todas las partes, generando siempre emociones positivas. Es en su puntualidad y en no usarse como método principal cuando no hay riesgos.
Teniendo en cuenta los siguientes puntos podemos usar la psicología inversa en la educación de nuestros hijos:
1. Gestiona tus propias emociones
Nuestro hijo se relaciona con nosotros y nos produce una serie de sensaciones y sentimientos, que se relacionan a su vez con lo que nosotros sentíamos antes. Desbordarnos, tomarnos las cosas como algo personal y una rigidez en el control nos llevarán a una mala gestión de la situación, con consecuencias negativas para las dos partes.
2. Valida sus necesidades
Antes de llevar a cabo una orden, ten en cuenta las necesidades reales de tu hijo. Si quieres que esté callado y quieto en un momento determinado, tienes que preguntarte si es a lo que tu hijo le viene bien. Igual en ese instante necesita saltar y desfogarse.
3. Valora más alternativas
Es importante tener en cuenta que no solo podría existir una opción válida. ¿Quieres que deje de saltar en el sofá? La opción correcta no solo podría ser que se sentara, podrías saltar tú con él en el suelo.
4. Psicología inversa con cabeza
Una vez que hemos gestionado todos los puntos anteriores y siempre que sea absolutamente imprescindible, podemos usar la psicología inversa de forma positiva. No será nuestra primera opción y debemos ser conscientes de que tiene que haber un verdadero beneficio. En ese caso, dile a tu hijo lo contrario a lo que esperas que haga.
La educación de un hijo es una tarea que puede ser complicada en multitud de puntos del camino, con cosas más destacables o con puntos más pequeños y del día a día. Tenemos que usar multitud de recursos y debemos buscar el máximo beneficio en su educación. Técnicas como la psicología inversa, siempre que la usemos de forma correcta, puntual y justificada, pueden ayudarnos en todo el proceso.
* Ángel Rull, psicólogo.
Fuente de la Información: https://www.elperiodico.com/es/ser-feliz/20200426/psicologia-inversa-educacion-hijos-7935775