Por: Ignacio Mantilla Prada / *Rector, Universidad Nacional de Colombia
Supongo que el tiempo que se ha tomado el presidente Santos para esta designación ha sido producto de la importancia y sensibilidad que el gobierno reconoce a este fundamental cargo. Y comparto el deseo de los rectores de las universidades, de que a la nueva ministra le vaya bien. Pero, simultáneamente quiero ser también vocero de mis colegas, rectores de universidades públicas, expresando la gran preocupación que nos invade frente a la financiación de estas instituciones estatales. Esperamos que la nueva ministra tenga también iniciativas para lanzar audaces programas y proyectos que nos den estabilidad.
A las dos últimas ministras, María Fernanda Campo y Gina Parody hay que reconocerles los grandes avances, especialmente en educación básica y media, con la gratuidad, la cobertura y el significativo avance en la jornada única, como elemento esencial para mejorar la calidad y brindar una mayor equidad. Pero, sobre todo, hay que reconocer el esfuerzo del gobierno nacional para construir 1500 nuevos colegios, muchos de los cuales, seguramente la nueva ministra inaugurará.
En 2014 la exministra Campo, poco antes de su salida, presentó un documento muy importante, elaborado conjuntamente con el Consejo Nacional de Educación Superior -CESU-, titulado «Acuerdo por lo Superior 2034». Se trata de una propuesta de política pública para la excelencia de la educación superior en un escenario de paz. Fue el producto de un gran diálogo nacional por la educación superior, iniciado en 2012. El documento contiene los lineamientos y las metas esperadas a 2018, 2024 y 2034. Desafortunadamente este referente terminó siendo, a mi modo de ver, un proyecto editorial que reposa en los estantes de las bibliotecas del Ministerio de Educación. Invito a la nueva ministra a consultarlo y retomarlo antes de aceptar propuestas de iniciar nuevos diagnósticos y ejercicios prospectivos que consumirán tiempo y más recursos.
Por otra parte, programas tales como: «De cero a siempre», «Todos a aprender», o «Ser pilo paga» han sido iniciativas bien recibidas en la sociedad en general; hay algunas críticas, observaciones y objeciones que venían siendo atendidas y que seguramente la nueva ministra escuchará y valorará para hacer los ajustes correspondientes. La ex ministra Parody, en su propósito de mejorar la calidad, puso un énfasis especial en la inspección y vigilancia y creó un modelo para medir y clasificar las instituciones de educación superior; acciones, estas últimas, frente a las que guardo especial reserva.
Con un acuerdo de paz y en una etapa de posconflicto, los tres pilares del Plan Nacional de Desarrollo: paz, equidad y educación, pueden fundirse en uno solo que los integra: la educación. Esto exige continuos y nuevos esfuerzos, además de la consolidación y perfeccionamiento de los programas iniciados. Hay que superar la ansiedad y el deseo de logros inmediatos, sustentados principalmente en emotivos y contagiosos eslóganes, que más parecen de barras para animar a la Selección Colombia de Fútbol, que programas para promover una mejor educación. Hay que cambiar el micrófono por el audífono y abandonar todo interés distinto al de mejorar la educación en todos sus niveles y trabajar por ello.
Y es que en materia de educación, las transformaciones no se logran tan rápidamente como quisiéramos, éste es un sector que reflexiona mucho, que somete a un debate académico permanente los posibles cambios y que no obedece fácilmente si no está convencido de la pertinencia de las decisiones. Tal vez por eso afirmamos que la educación es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los gobiernos solamente.
La meta de conseguir que Colombia sea la nación más educada de América Latina en 2025 (o la mejor educada, como se ha corregido recientemente) es una aspiración legítima, pero no será fácil de lograr; los demás países también mejoran la calidad de su educación y en 2025 habrán avanzado, quizá a ritmos mayores. Por ejemplo, si nos comparamos con Brasil, México o Argentina, estamos aún muy lejos de superarles en inversión, y otros, como Ecuador, han tomado decisiones más rápidas y certeras, y por lo tanto, han mejorado más rápido que nosotros. Por otra parte, habrá que ver si los gobiernos futuros ponen la calidad de la educación como meta prioritaria.
Estoy convencido de que la clave de la calidad que aspiramos alcanzar en la educación está en los maestros. Y creo que han sido débiles los esfuerzos por dignificar la profesión y atraer a los mejores estudiantes hacia las licenciaturas. Habrá que esperar más de 20 años, si iniciamos ya, para realizar el lento pero indispensable relevo generacional, mejorando sus condiciones salariales, estimulando su trabajo y depositando más confianza en ellos, hasta alcanzar las metas de excelencia esperadas.
La Universidad Nacional, consiente de esta situación, viene ofreciendo desde hace más de 6 años, un programa de Maestría en Enseñanza de la Ciencias, dirigido a mejorar el nivel de formación de los maestros de secundaria en esta área. Hasta el momento hemos graduado 1346 magísteres, contribuyendo así al mejoramiento de la calidad de la educación secundaria, y reafirmando el valor de la Universidad Nacional como patrimonio de todos los colombianos.
Fuente:http://www.entornointeligente.com/articulo/9273200/iexcl;Ay-la-educacioacute;n-19112016
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