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Alemania: Aprueban en ley contra el odio en redes sociales

Europa/Alemania/02 Julio 2017/Fuente:dw/Autor: EFE

Empresas como Twitter y Facebook se verán obligadas a borrar mensajes reportados como ofensivos por los usuarios. Si incumplen reiteradamente, podrían verse obligadas a pagar hasta 50 millones de euros.

El Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, aprobó hoy con los votos de conservadores y socialdemócratas, socios de coalición, una controvertida ley contra los delitos de odio en internet que obliga a las redes sociales a eliminar determinados contenidos para evitar ser sancionadas.

La ley, que no contó con el respaldo de La Izquierda y de un diputado conservador y en cuya votación se abstuvieron los verdes, obliga a redes sociales como Facebook y Twitter y plataformas como YouTube a eliminar «contenidos manifiestamente delictivos» en un plazo de 24 horas una vez denunciados.

En casos considerados menos flagrantes, el margen para borrarlos se amplía a hasta siete días.

Las empresas que incumplan sistemáticamente esta obligación podrán ser multadas con hasta 50 millones de euros, señala la ley, cuyo borrador fue presentado en marzo pasado por el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas.

Los contenidos eliminados deben ser, al mismo tiempo conservados a modo de prueba de su contenido delictivo, subraya la ley, que además obliga a las empresas a informar trimestralmente sobre su gestión de las denuncias de los usuarios.

En este sentido, la ley -dirigida contra contenidos que incurran en injurias, amenazas, incitación a la violencia y delitos de odio- establece que los administradores de las plataformas cuenten con un procedimiento eficaz y transparente en materia de gestión de denuncias, identificable, de fácil acceso y siempre disponible para el usuario.

El ministro de Justicia subrayó que con la ley -que los socios de coalición lograron consensuar hace una semana tras meses de debate-, se acaba con la «ley verbal del más fuerte» en la red y agregó que, lejos de atentar contra la libertad de opinión, constituye una de las condiciones para poder ejercerla.

Activistas pro derechos humanos, defensores de la libertad en la red y las grandes empresas tecnológicas de Sillicon Valley se habían pronunciado en contra del proyecto de ley presentado por Maas.

Criticaron que la ley delega en las empresas la responsabilidad de decidir qué contenidos son legales y cuáles no y ven, por ello, el peligro de que se restrinja la libertad de expresión.

Según los detractores de esta ley, las redes sociales, por miedo a ser multadas, podrían optar por eliminar contenidos que se encuentran en el límite lo legal, sin analizar en detalle si en realidad no son constitutivos de delitos y por lo tanto podrían seguir colgados en la red.

Fuente de la noticia: http://www.dw.com/es/aprueban-en-alemania-ley-contra-el-odio-en-redes-sociales/a-39488938?maca=es-Facebook-sharing

Fuente de la imagen: http://www.dw.com/image/37131950_303.jg

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La telaraña de las redes

Por: Gloria Hurtado

Sí, caí. Tan estricta que he sido en nunca repetir una mala noticia, o una información alarmante (va a suceder, atracaron, advertencias de peligro), me llegó un whatsapp de una fuente fidedigna con una imagen de atraco a un “supuesto” líder sindical que me pareció tan pero tan atropellador, que lo repiqué. Pero mas que la imagen fue la fuente la que me hizo confiar. “Imposible “ que esta fuente estuviera equivocada, imposible. Solicitaba alertar para prevenir que se le hiciera mas daño. Inmediatamente otra fuente periodística, también confiable, aclaró: “no es verdad, es una imagen de Venezuela, de la Guardia Nacional”. Empecé a “bombardear” a mi primera fuente pidiéndole una aclaración y su respuesta fue aplastante. “Estoy buscando al remitente, pensé que al retwitear iba. Sigo buscando y si lo consigo te lo mando”. Minutos después  “Perdón por la confusión”.

Sí, sentir vergüenza y pedir excusas, qué mas queda. A los mismos que se retwiteó, mandar la “aclaración”. Sin embargo la lección es muy clara. ¡Y enredada! ¿Cómo hay que manejar las redes? ¿Cómo no caer en la telaraña de ellas? Es necesario “vivir conectado” pero ¿en quién creer? Ni siquiera fuentes confiables, aseguran la verdad de la información. En montajes, plagios de whatsapp, memes, hackers, hoy está la “realidad”. La era de la post verdad, de las falsas noticias, del poder de la información pero tergiversada a mas no poder. Las redes son como un monstruo, una telaraña que atrapa, hay que vivir “en ella” pero conservando la  libertad de la credibilidad. ¿Cómo hacerlo? No es fácil.

Pero el que no sea fácil no significa claudicar. No significa renunciar a un elemento actual que hay que saber manejar y enfrentar. Lo mas importante (y peligroso) la inmediatez. En la actualidad lo instantáneo precipita a errores que con paciencia se habrían podido manejar diferente. Tener un mínimo de prudencia y hasta donde se pueda, evaluar, analizar, sopesar antes de retwitear la información recibida. Las exageraciones casi siempre son mentiras. Los “absurdos” que impactan y lastiman por lo general tienen dosis de veneno y maldad. Las “rarezas” pueden terminar siendo montajes de los cuales hay que tener distancia y mesura. Qué tan valiosa es la prudencia en estos casos. Si se puede, una confirmación telefónica, salirse de la multitud para recuperar la individualidad de un contacto, puede ser una medida prudente. Asegurar de viva voz la verdad del remitente es tranquilizador. Pero suena paradójico porque también la inmediatez puede ayudar a solucionar la dificultad.

Lo que si es claro que imágenes de heridos o muertos o desastres (Mocoa o la mujer herida en la bomba del Andino) no aportan absolutamente nada a la información. Lo que buscan es impactar y azuzar el morbo y allí estamos “cargando” de malestar y perturbación a quienes están conectados. ¿Con qué fin? Energéticamente resonar en ondas pesadas y densas, nada aporta y por el contrario contribuye a enredar el ambiente. Lo dicen todos los estudios de Psicología modernos: cargarse de negativo lo único que aporta es negatividad. Buscar equilibrio, prudencia, serenidad, conceptos cada vez mas escasos en el mundo actual, pareciera que son los blindajes necesarios para enfrentar y navegar en las redes. Hay que saber hacerlo y…sobrevivir.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Entrevista: La maestra de pueblo que logró un ‘pacto educativo’ en Twitter

Por: MARINA ALÍAS

¿En qué centro dices que trabajas?

-No, yo es que doy charlas y eso.

Este diálogo es el ‘tuit fijado’ de manera permanente por Maestra de Pueblo, la misteriosa docente que está facilitando un pacto que parecía imposible: el de la comunidad educativa. A través de sus cuentas en FacebookTwitter -donde cuenta con más de 70.00020.000 seguidores, respectivamente-, esta divertida maestra de Primaria dedica su tiempo libre a hacer reír a sus colegas de profesión con ingeniosos mensajes sobre temas relacionados con la Educación que, además de humorísticos, invitan a reflexionar.

Mis compañeros se sorprenderían si supiesen quién está detrás de la cuenta. Hay veces que comparten mis chistes en el grupo de WhatsApp y me debato entre la gracia y la vergüenza

Las faltas de ortografía, el spinner,el calor en las aulas, las evaluaciones, los grupos de WhatsApp formados por padres y madres de alumnos, la elaboración de una memoria, las oposiciones… Cualquier tema es susceptible de sus comentarios y GIFs animados, provocando un sinfín de reacciones entre los usuarios de las redes sociales. Sin embargo, salvo que trabaja en un colegio de pueblo, poco se sabe de ella. Según revela a altavoz, solo renunciaría al anonimato si se realizaran una serie de mejoras en el sistema educativo como, por ejemplo, la consecución de una «estabilidad legislativa«.

¿Qué estabas haciendo el día que se te ocurrió crear la cuenta @maestradepueblo?

Fue hace año y medio aproximadamente. Estaba buscando un regalo en una librería y me topé con un libro de Enfermera Saturada (@EnfrmraSaturada) y pensé… ¿No habrá ningún perfil en Twitter que hable de Educación en tono de humor? Y aquí estoy.

¿Qué tiene una maestra de pueblo que no tienen en la ciudad?

Una peor conexión a Internet y si tienes suerte y trabajas en un pueblo pequeño, menos alumnos.

¿Qué tienen los alumnos de pueblo que no tienen los de ciudad y viceversa?

Las ciudades te ofrecen una oferta cultural que difícilmente encuentras en los pueblos, pero los alumnos de pueblo tienen un contacto directo con la naturaleza y aún mantienen un poco de la inocencia y la curiosidad que a veces se pierde en las grandes ciudades.

¿Saben que su maestra es una ‘influencer’?

Todos los maestros tenemos algo de influencers. Cuando yo iba al colegio mi maestra era todo un referente para mí y aún todavía recuerdo sus clases. Ojalá sea yo también una influencer para mis alumnos.

¿Te ha pillado ya el director/a de tu colegio? ¿Saben en tu centro quién se esconde detrás de la cuenta?

Creo que mis compañeros se sorprenderían bastante si supiesen que yo estoy detrás de la cuenta. Hay veces que comparten chistes míos en el grupo de WhatsApp de profes y me debato entre la gracia y la vergüenza. Sobre el director de mi colegio… ¡Dudo que sepa cómo funciona Twitter!

¿Por qué prefieres mantenerte en el anonimato?

Yo no pensaba que la cuenta iba a tener tanta repercusión, ha crecido mucho en poco tiempo. El anonimato me da más tranquilidad y la libertad de decir lo que me pasa en el cole y lo que pienso sin cortarme demasiado.

Cuando te encuentras a una madre de tu clase en el Mercadona

¿Cómo es tu día a día?

Doy clase, corrijo cuadernos, cuido recreos, atiendo a las familias, programo por las tardes, me formo en mi tiempo libre… Vamos, lo que hacen todos los maestros.

¿Cuáles son las mayores «burradas» qué has tenido que corregir en clase?

Más que burradas se dan muchas situaciones graciosas en el aula. Un día pregunté en clase de los pequeños si sabían el nombre del presidente del gobierno, un niño me dijo que era «Cristiano Rajoy». Me pareció un buen candidato de consenso.

¿Por qué cambios en el sistema educativo serías capaz de salir de ese anonimato?

Si bajasen las ratios, sustituyesen las bajas sin esperar quince días, hubiese una formación de calidad en magisterio, una estabilidad legislativa o un pacto educativo teniendo en cuenta a los docentes… ¡A lo mejor me lo pensaba!

¿Cuando sueles tuitear? ¿Cuál es el objetivo de tus mensajes?

No suelo tuitear en el colegio, normalmente lo hago por la tarde-noche, cuando termino de corregir o programar el día siguiente. El objetivo es principalmente desahogarme, contar mi punto de vista sobre diversos temas de Educación y, sobre todo, divertirme. Si además mis tontunas sirven para que la gente reflexione sobre Educación, ya es la pera limonera.

La cuenta @maestradepueblo arrancó en enero de 2016
La cuenta @maestradepueblo arrancó en enero de 2016 Twitter

¿Crees que hace falta más humor en la comunidad educativa?

Creo que nos hace falta humor, reírnos de nosotros mismos, ver las cosas desde otra perspectiva. Ya estamos bastante agobiados entre cambios legislativos y papeleo como para vivir amargados.

De todas las críticas a los docentes, ¿cuáles son las que menos te gustan?

De política, de fútbol y de educación todo el mundo entiende ¡y claro!… Pero hace tiempo que dejaron de darme rabia ciertos comentarios, me lo tomo con humor y vivo más tranquila.

Un día pregunté en clase de los pequeños si sabían el nombre del presidente del gobierno, un niño me dijo que era ‘Cristiano Rajoy'»

¿Qué les dirías a todos aquellos que no ven bien la cantidad de vacaciones de los maestros?

Que los dos primeros meses están bien, el tercero ya cansa un poco.

¿Qué piensas de los padres de los alumnos? ¿Tienes esperanza en que algún día comprendan al profesorado?

Parece que las familias son el enemigo del docente por antonomasia y es una cosa que me da un poco de pena. Hay muchas familias preocupadas por la educación de sus hijos que también están al día de los cambios que se producen en la educación y que quieren lo mejor para ellos. Nuestro reto es integrarles y hacerles partícipes de la enseñanza de sus hijos. Si los padres saben lo que se hace en el aula, pueden colaborar y se sienten parte del proceso seguro que todo funciona mejor.

¿Te escriben otros maestros para desahogarse?

Me escribe mucha gente que se siente identificada con mis publicaciones. Al final todos los docentes, de pueblo o de ciudad, tenemos los mismos problemas y las mismas preocupaciones.

 Fuente de la Entrevista:
http://www.vozpopuli.com/educacion/maestra-pueblo-meastradepueblo-educacion-twitter-facebook-alumnos-profesores-colegios_0_1039096557.html
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Lo que todavía tienen que aprender los nativos digitales

Por:Elpais.com/Isabel Valdés/ 23-06-2017

Los niños saben desbloquear un iPad o subir una foto a Facebook, pero aún no tienen una educación en valores que les enseñe las implicaciones de esos usos

Paula se levanta y camina descalza hasta el salón, trepa hasta el sofá, presiona el botón de inicio de un iPad, pulsa los cuatro números de la contraseña y se conecta a YouTube. Todavía no ha aprendido a leer y solo atina a garabatear su nombre y algunas letras, pero sabe que el icono con la carpeta la lleva hasta los vídeos que ha visto recientemente; allí encuentra decenas de extractos de capítulos deLa patrulla canina y hace scroll hasta encontrar su favorito. Puede desbloquear todos los móviles que hay a su alrededor, enviar mensajes de voz por WhatsApp, entrar en las cuentas de Facebook de sus padres para ver fotografías y acceder a las cuentas de Instagram de sus hermanas.

Lo que Paula no sabe es que si sube una foto de sus pies o de sus juguetes a la cuenta de su padre, habrá 259 personas que podrán verla, compartirla y comentarla. No sabe que puede quedar flotando en la red, porque el contenido que subimos a la red social es público, y pasa a estar disponible para su uso y distribución. Tampoco sabe que, si su padre tiene activa la geolocalización, cualquiera podrá saber dónde está. A Paula, por el momento, no le hace falta tener conciencia de todo eso porque sus padres están vigilando el traqueteo que da a sus móviles y tabletas. Ella está a punto de cumplir cinco años. A su alrededor, mientras, crecen varias generaciones que, habiendo cumplido los nueve, los 13, los 18 o los 25, tampoco tienen conciencia ni conocimiento sobre la tela de araña que supone la red.

El talento, enfocado más que nunca al avance de la tecnología, carece todavía de una base educativa en valores que cada vez más los expertos instan a establecer.Borja Adsuara es profesor, abogado, consultor, experto en derecho y estrategia digital, autor de uno de los capítulos (Derechos y deberes de los adolescentes en la era digital) deLos nativos digitales no existen (Planeta, 2017) y, sobre todo, padre de tres hijos que se supone que son eso, nativos digitales, —aquellos que han nacido a partir de mediados de los noventa y que saben usar la tecnología, simplemente, porque han nacido con ella—. El término no le parece correcto. «En mi época, los hijos poníamos el VHS a los padres. Cuando eres pequeño tocas todo sin miedo a romperlo. Eso es parte de ese aprendizaje intuitivo, los niños tienen más facilidad para hacer prueba-error y aprender a manejar cualquier aparato».

Saber manipular un dispositivo, conocer de memoria qué pestaña activa cada función o qué entresijos esconde no es lo mismo que saber cómo usarlo, qué implicaciones tiene lo que se hace con él o qué consecuencias. «Es como la diferencia entre saber cómo funciona un coche, dónde tiene las marchas, los intermitentes… y conducir, conocer las señales, las recomendaciones, circular. No es lo mismo». Para el experto, que bromea con la alusión a aquel eslógan publicitario que habla de lo poco que sirve la potencia sin control, el esfuerzo constante enfocado al desarrollo de la tecnología debería ir acompañado de un conocimiento temprano de lo que implica su utilización.

Acompañamiento educativo en el proyecto Mi Colegio Promete, de la Fundación Promete.
Acompañamiento educativo en el proyecto Mi Colegio Promete, de la Fundación Promete.
 Pasaporte hacia el otro lado (de la pantalla)

«¿No tienen que hacer los niños la catequesis para hacer la comunión? Para eso sí, pero para tener un móvil con nueve años no hace falta nada». Apunta Adsuara que el mayor problema de Internet no son los contenidos inadecuados, sino la falta de educación para enfrentarse a ellos. Como en cualquier jungla, también en la urbana y también en la virtual, siempre habrá imágenes, vídeos o discursos más o menos peligrosos. «El WhatsApp, las redes sociales… A según qué edades los niños no están preparados para socializar a través de esos canales. Doy muchas charlas a padres y  madres preocupados porque sus hijos sean víctimas en casos de ciberacoso, pero nunca se preguntan si sus hijos pueden ser capaces de ser el acosador».

El buen uso no es un denso manual de instrucciones, sino la capacidad de ponerse en el lugar del otro: «La empatía, la mediación entre afines. Esa es una de las mejores dinámicas que ya se están promoviendo en Europa, y en algunos lugares de España. Puede parecer muy poco tecnológico, pero es imprescindible para todo lo demás». Arguye Adsuara que, mientras que antes se aprendía a base de (metafóricas o a veces literales) tortas en el patio del colegio, y ahí se quedaban, ahora una imprudencia o un error te pueden marcar de por vida, y esa exposición dura 24 horas, la red no cierra. «Niñas de diez u once años que, por quererse integrar en el grupo, comienzan a hacer mana«. Fotos inapropiadas, comentarios inapropiados, vídeos inapropiados. «Ese es el hecho diferencial», asegura Adsuara, «educar en valores como la veracidad o el respeto a los demás, enseñar que lo que para ellos es grabar un audio o grabar un vídeo puede ser un delito contra el honor o la libertad sexual».

Niños en clase de tecnología manejando herramientas y piezas mecánicas en el colegio privado Brains María Lombillo, en Arturo Soria, Madrid.
Niños en clase de tecnología manejando herramientas y piezas mecánicas en el colegio privado Brains María Lombillo, en Arturo Soria, Madrid. JAIME VILLANUEVA

Dándole vueltas a ese elemento ausente en la explosión tecnológica que vivimos, Anna Flotats y Mònica Roca decidieron crear, en 2015, Pasaporte Digital, una iniciativa para educar en competencias digitales y alfabetización multimedia a alumnos de ESO; para poner esa primera piedra que, en la mayoría de ocasiones, nunca llega a colocarse, y que deja cojo el desarrollo digital de los más pequeños. «Ambas teníamos trabajo, llevábamos ya más de ocho años de experiencia en periodismo, ambas en el ámbito educativo y nos fuimos dando cuenta de que había cambiado la forma de aprender y la de enseñar», explica Flotats. Se pusieron a investigar sobre nuevas tecnologías y soporte digital en la educación. «Había un vacío, sobre todo en Educación Secundaria. Los niños saben usar móviles y tabletas y ordenadores, tienen en casa y en la calle, pero llegan al colegio y hay una vuelta a hace décadas».

Cuenta Flotats que, cuando llegan a una clase con información sobre los alumnos, se asombran mucho: «Que sepamos de qué equipo de fútbol son, dónde estuvieron el fin de semana o si han ido al cine… No son conscientes de que todo lo que cuelgan acaba en la red, accesible para cualquiera». Su experiencia desde que empezaron con estas charlas es que los alumnos de secundaria, en general, hacen un uso de la tecnología instintivo y casi automático: «Hacen cultura del exhibicionismo, no saben acotar búsquedas ni lo que es el big data, no distinguen una fuente fiable de un blog sin actualizar desde hace años, no se imaginan que cada día llenan Internet con datos personales, ni conocen cómo gestionar su privacidad». Dividido en 10 temas, Flotats y Rocaarmaron un temario para llevar hasta las aulas de secundaria las herramientas para hacer un uso crítico, responsable y activo de Internet y todo lo que engloba. «La escuela, que es ese lugar en el que recoges la llave para moverte por el mundo, también debería ser ese donde recoger el pasaporte para vivir en ese otro mundo, el digital», sentencia Flotats.

Dentro y fuera del sistema

Entrar con la suya para salir con la nuestra. Es una máxima jesuita a la que Borja Adsuara recurre para recordar que para llevar esta extensión educativa a ese otro mundo digital también hace falta captar la atención de los alumnos, tengan la edad que tengan. «Yo uso bastante el humor como recurso pedagógico. Si les cuentas algo anecdótico ellos se quedan con el concepto principal a través de ese ejemplo. Memes, vídeos de YouTube… La cuestión es saber escoger el material y tener en cuenta que, según qué contenido sea, puede ser mejor o peor darlo con las nuevas tecnologías o con las tradicionales».

No solo es en las instituciones educativas donde se nota esa carencia. También en la calle. Antonio Vargas, mánager de políticas públicas de Google, apunta al momento de cambio disruptivo que vivimos: «Parece que nos pilla siempre con el pie cambiado por aquello de la velocidad con la que todo evoluciona». El responsable de la multinacional comenta que los colegios, los institutos y las universidades cada vez usan más dispositivos electrónicos, Internet y sus propias redes internas y las nuevas tecnologías y se apoyan en la interconectividad que proporcionan todos esos elementos. «En Google, por ejemplo, tenemos Classroom, una plataforma para que un profesor cree un entorno virtual en el que se pueda conectar toda la clase. Para hacer trabajos en equipo, o incluso para hacer una excursión virtual a un museo».

Dos alumnas del colegio Santa Maria de Valencia, en 2016.
Dos alumnas del colegio Santa Maria de Valencia, en 2016. MÓNICA TORRES

Vargas también apunta a la ingente cantidad de oportunidades que pone la tecnología sobre la mesa y que la educación reglada tiene que ir desarrollando y aprovechando, y enumera a algunos de los proyectos que son espejo de este nuevo camino: «Creamos Genios, una iniciativa junto a Ayuda en Acción para formar a 5.000 estudiantes españoles en informática y programación; con OCUtenemos Vive un Internet más seguro, para un uso más responsable y seguro de las nuevas tecnologías, con una parte específica para niños, padres y centros educativos; también en este sentido, con la Policía Nacional pusimos en marchaEmbajadores de Internet responsable, en el que se formó a 360 escolares que hiciesen ese conocimiento extensivo al resto de sus compañeros; y constantemente trabajamos en campañas de concienciación para el uso de las tecnologías, sobre todo en las generaciones más jóvenes».

También necesitan educación digital aquellos que ya tienen colgado de su pared un título de grado, de posgrado, o que llevan años trabajando. Los cambios constantes, según el responsable de Google, provocan que el mercado descubra una serie de competencias que no encuentra en su población, «así que la población empieza a aprender de manera paralela a lo reglado». En Google pusieron en marcha Actívate, que ya tiene más de 800.000 registros en España, un programa para aprender aquellas competencias sobre big data, computación en la nube, comercio electrónico o márketing digital. «Son habilidades que necesitan las empresas para desarrollar labores que no están incluidas en la formación más habitual».

«No teníamos ni idea de cómo usaban Internet los jóvenes»

Otras grandes compañías tambien vislumbraron hace tiempo aquella ausencia. Algunas pusieron en marcha sus recursos para poner al servicio de la educación el software necesario en el aula, como Microsoft y su hincapié constante en los servicios en la nube como Skype o OneDrive como herramientas para otra forma de impartir clase.

Otras, como Telefónica, empezaron a investigar el uso específico de la red por parte de los jóvenes en 2008. Paula Valle cambió en 2013 la dirección de responsabilidad social corporativa de esa misma empresa para ocuparse de la estrategia del protección al menor en Internet. «Tuve proyectos como Familia Digital, y ahora, desde la Dirección de Sostenibilidad y Negocio Responsable, pongo en marcha iniciativas relacionadas con el uso responsable de la tecnología».

Y lidera Dialogando. La evolución de aquella plataforma, Familia Digital, que fomentaba ese uso consciente entre niños y jóvenes, hacia un contenido más global, también como adultos, en cómo aprendemos y gestionamos todo lo que tiene que ver con la tecnología. «Para ayudar a cualquiera, también padres y educadores, cuando surgen preguntas o dudas sobre el manejo de la red o los dispositivos».

Valle recuerda que el primero de aquellos proyectos en este sentido fue en 2008, a través de una organización con la que comenzaron a investigar en España y América Latina sobre cómo usaban los jóvenes Internet: «Por aquel entonces no teníamos ni idea, no había estudios, no había nada». Desde aquello ha pasado casi una década, y siguen viendo necesario promover ideas y programas relacionados no solo con protección al menor, también bloqueo de contenidos, colaboraciones con sus proveedores directos para que ciertos productos ya incorporen, desde la fábrica, esa preocupación por el menor (como controles parentales de serie en determinados terminales), campañas de sensibilización, paneles de expertos… «Todo para trabajar en esa mentira de lo que se ha llamado nativos digitales. Han nacido con ello, sí, pero no significa que sepan usarlo». Criterio tecnológico y sentido común para vivir online como viven offline.

*Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/20/talento_digital/1497941513_689371.html

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El privilegio de vivir

Por: Carolina Vásquez Araya
Rodeados de maldad y violencia, quisiéramos refugiarnos en el limbo del no saber.

Más de una vez me han criticado por exhibir y denunciar la violencia en mis redes sociales y más de una vez he visto cómo el afán de no saber, modera y neutraliza el impulso natural de las personas sumergiéndolas en una aceptación muda de lo inaceptable, en un silencio ominoso capaz de sepultar su instinto de supervivencia como si el horror del crimen impune fuera una maldición inevitable, impuesta por alguna fuerza superior.

La exhibición de la realidad no es el juego irresponsable de periodistas y comunicadores sensacionalistas. Cuando ponemos la violencia frente a la sociedad –esa que nos acecha a cualquier hora del día sin haber mediado provocación alguna- es para poner el tema en el tapete, esculcarlo y desmenuzar sus diversas manifestaciones con el fin de despertar la conciencia ciudadana y sacudir esa manera tan particular de evadir el bulto a la que todos nos hemos adaptado.

La necesidad de aislarnos del entorno para encontrar un pequeño espacio de felicidad y realización personal no nos excusa de nuestra responsabilidad ciudadana ante la catástrofe humanitaria en la cual estamos inmersos, ni nos libera del papel de guardianes de un entorno en constante degradación. Las precarias condiciones de vida de la inmensa mayoría de seres humanos, los menos privilegiados, no responden a un proceso natural condicionado por su capacidad reproductiva como algunos pretenden justificar, sino a estrategias muy bien elaboradas para hacer de esas grandes masas un recurso de mano de obra barata incapacitada para rebelarse y exigir derechos.

En nuestro planeta nada ha sido casual ni producto de procesos naturales. Pequeños círculos de poder político y financiero han provocado las peores catástrofes ambientales de manera intencional con el único fin de aumentar su riqueza, llevando a regiones enteras a un estado irreversible de degradación, matando toda posibilidad de renovación en enormes territorios explotados hasta el límite con el propósito de extraer sus tesoros.

La maquinaria financiera mundial se ha blindado de tal modo que sus instituciones se han vuelto intocables y manejan el poder de llevar a la quiebra o empeñar los recursos de las naciones más débiles con un simple acuerdo, una sanción, una deuda impaga. Esa estructura perversa se consolida en el tiempo quitándole la sangre y las oportunidades a los sectores más desprotegidos a nivel global, propiciando conflictos bélicos sobre pretextos inexistentes o basados en más explotación, más riqueza para sus arcas, más proliferación de armas en manos de dictadores amparados por el gran capital.

Si tuviéramos la voluntad de abrir los ojos y ver, se produciría un cambio de perspectiva desde el ámbito personal con el potencial de sacar de su modorra a una ciudadanía capaz de promover una transformación de la polaridad y un retorno al camino de la democracia. Estamos rodeados de secretos de Estado, del ocultamiento de asuntos de interés público y de mentiras oficiales; pero no hay un contrapeso ciudadano capaz de romper esa distorsionada forma de ejercer el poder. Esto sucede porque no queremos saber para tener la libertad de disfrutar una realidad propia, íntima y ferozmente resguardada. No importa si afuera de ese ámbito personal se viola, se asesina y se acaba con los sueños de otros menos afortunados.

El privilegio de vivir no es gratuito, estamos encadenados a un sistema y ese sistema está integrado por otros como nosotros, con sueños similares y similares formas de concretarlos. Esa es una razón poderosa para unir esfuerzos y visión de futuro; para derribar los muros que nos separan.

*Fuente:  www.rebelion.org

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Vicente Serrano: “Facebook ha convertido nuestra afectividad en mercancía”

04 Junio 2017/Fuente:elviejotopo/Autor:  Anna Galdon

Vicente Serrano es licenciado en Derecho, doctor en Filosofía y diplomado en Derecho Constitucional y Ciencia Política. Actualmente es profesor en el Universidad Austral de Chile y acaba de publicar Fraudebook. Lo que la red social hace con nuestras vidas (Plaza y Valdés, 2016), una reflexión sobre cómo Facebook ha borrado “la última frontera que ofrecía resistencia al capitalismo, la de la afectividad”, y como nos da una apariencia de libertad cuando es en realidad “una herramienta de dominación”. Hablamos con él durante su visita a nuestro país.

En su libro sostiene que Facebook ha hecho que atravesemos la última frontera que quedaba por cruzar, la de la afectividad. ¿Cómo ha ocurrido algo así?

Hace tiempo que estoy interesado en la aproximación que vincula a Spinoza con la noción de biopolítica que desarrolla Foucault y el papel que en todo ello tiene la cuestión de los afectos. Planteando estos escritos salió el tema central Fraudebook, una reflexión que aparece de forma incidental. Yo venía trabajando con la idea de cómo se organiza la vida afectiva utilizando algunas de las herramientas foucaultianas, y me di cuenta de que la red social contenía los rasgos del dispositivo de que hablaba Foucault. Obviamente él no se refería a Facebook porque no lo conoció, pero reflexionando observé que la dimensión afectiva era un factor más que clave para esa red social. Y lo era especialmente por dos factores, por dos dimensiones en torno a los que uno organiza su vida afectiva: la amistad y la biografía. Dos conceptos que aparecen hoy proyectados y organizados de forma muy banal y muy simple a través del dispositivo, lo que hace que éste se convierta, en toda regla, en un dispositivo afectivo. Pero además, cuando lees el contrato que te lleva a firmar Facebook te das cuenta de que uno de los reclamos (y esta es para mí otra dimensión fraudulenta) es que te dicen que es gratis y que lo será siempre. Pero ese contrato que firmas tiene una contraparte: ceder una información. Y no es cualquier información, no es una mera herramienta de comunicación: cedes los acontecimientos a través de los cuales tú construyes tu biografía, tu vida.

¿Qué es lo más arriesgado de ese ‘términos y condiciones’ que nadie lee?

Hay una enorme producción de riqueza dentro de Facebook. Nunca debemos olvidar que hablamos de una empresa basada en la propiedad privada. De hecho, tú cedes la propiedad de toda la información. Esa producción está constituida por un trabajador que no establece una relación salarial, no estamos recibiendo un servicio. Y ese es el fraude, porque ese servicio es en realidad una actividad productiva. Tiene el aspecto de una herramienta que nos da una enorme libertad de comunicación, que nos permite atravesar las barreras espacio-temporales tradicionales, pero la libertad esconde una relación que tiene otras características. La mercancía que se produce allí la estamos depositando constantemente nosotros, a cambio de recibir esa ampliación de nuestras libertades comunicativas. Amistades y biografías falseadas. Todos vemos que una amistad real no es una amistad de Facebook y que la biografía que nosotros construimos allí es una caricatura de lo que es una biografía real.

Facebook ya tiene unos años, y a estas alturas ya sabemos que “si el producto es gratis, es que el producto eres tú mismo”. ¿Por qué seguimos aceptando esos términos abusivos?

Creo que hay varias dimensiones en esto. La primera es que la red nos da una enorme capacidad y libertad de comunicación. Facebook tiene doce años, y al principio no existía esa conciencia, (tampoco se sabían las conexiones gubernamentales con la agencia de inteligencia norteamericana o que se utilizaban los datos para realizar investigaciones sobre contagio emocional). Todo eso ha ido saliendo a la luz, pero al principio se trataba de una herramienta aparentemente inocua que nos daba una enorme libertad. Y esa apariencia de libertad, ese espejismo, es peligroso. Cuando estaba trabajando en el libro, en algunas conferencias en Chile, los jóvenes me decían que se trataba de una herramienta de comunicación muy útil y que los movimientos estudiantiles chilenos, el 15M en España, o las primaveras árabes no habrían sido lo mismo sin las redes. Esa dimensión de libertad está ahí, y es cierto que, cuando uno ha empezado a utilizarla, es muy difícil prescindir de ella. Aunque cada vez hay más gente que es más prudente. El ejemplo que más sale a la luz es ese que dice que las empresas ya no miran tu currículum cuando vas a buscar un trabajo, miran tu muro. A veces has colgado cosas que son parte de la vida íntima que quizás no te favorecen laboralmente. En ese sentido Facebook tiene una fecha de caducidad, otra cosa es qué vendrá después.

Y luego, Facebook nos permite aparecer constantemente en pantallas y convertir en hechos relevantes nuestras etapas vitales. Es un caramelo que genera un espejismo de libertad. Y evidentemente hay algo de libertad en ello, pero el gran problema es que la libertad tiene muchos sentidos, y el más profundo (y allí está la raíz spinoziana y foucaultiana de la reflexión) es la posibilidad de organizar nuestra vida afectiva, porque es la más íntima y la fuente de todas las otras libertades. Y resulta que ahora depositamos esa libertad en un dispositivo que te la va a organizar. Porque en definitiva, Facebook organiza por igual la vida de sus mil seiscientos millones de usuarios a través de un dispositivo muy banal y simplista que reduce nuestra vida a una dimensión acumulativa. Yo lo comparo con una fábrica vinculándolo a la idea de estar produciendo desde la afectividad. Hasta ahora el capitalismo no había generalizado tanto la mercantilización de lo afectivo, ya hemos atravesado esa frontera.

Facebook nos da una apariencia de libertad, y ese espejismo es peligroso.

¿Qué papel juegan las empresas situadas en ese entorno aprovechando el dispositivo para fines publicitarios?

Hay una enorme ansiedad para buscar los likes, las adhesiones. Y esto es precisamente lo que lo convierte en una herramienta publicitaria. Las empresas ya se publicitan diciendo “tenemos tantos millones de likes y visitas”. Facebook es esa fusión de lo publicitario con lo afectivo, provocando la simplificación de lo afectivo. A mi parecer, lo que constituye un peligro para la libertad es que la red social termina siendo una herramienta de dominación.

La búsqueda de likes nos lleva a positivarlo todo, no hay negatividad en lo que colgamos en Facebook. ¿Qué sociedad estamos creando?

Estamos creando un modelo de acumulación. En el libro cito al gran filósofo Hobbes, quien dice que la felicidad es la “acumulación de un deseo que nos lleva a buscar otro”. Ese modelo de organización del deseo no es otro que el del sistema capitalista. Ha habido un gran debate en el seno de Facebook sobre si incluir el “no me gusta”, y finalmente se ha decidido no admitirlo. Tiene todo el sentido: si es una herramienta de publicidad, nadie va a querer construirse una identidad si puede haber una dimensión negativa. Lo que sí han hecho, y eso es muy sintomático, es que han admitido otras expresiones (incluso algunas negativas, como es la tristeza y la ira) pero que a su vez pasan necesariamente por mantener pulsado el “me gusta”.

En el libro hace referencia a Marx a través del concepto de la fábrica. ¿Hay conciencia de clase entre los usuarios?

No. Lo que sí diría es que hay creyentes, personas que no quieren ver las dimensiones negativas de la red social. Lo que Facebook te da con una mano (la capacidad comunicativa), te lo quita con la otra, y no de una forma evidente. Eso es lo más peligroso.

Quien busca trabajo lo expone todo en Facebook, por ejemplo. ¿Creemos que, si no subimos al tren, lo perdemos?

La noción de clase forma parte de un tipo de capitalismo que, a mi parecer, Facebook desborda. La tecnología digital, lo que algunos economistas consideran la sociedad del coste marginal cero, y que supuestamente tiene que ver con un futuro en el que el capitalismo desaparece, no es así desde mi punto de vista. Hay una mutación del capitalismo con una nueva mercancía, que es la afectividad. Y Facebook es la máxima expresión de eso. ¿Conciencia de clase? Falta una relación de trabajo asalariado en el sentido clásico, o una creación de valor, pero sí es cierto que se da una nueva apariencia de libertad, una libertad de comunicación que aparentemente tiene un coste cero pero que finalmente tiene un coste muy real: prestar tu vida afectiva para que quede articulada de un modo muy determinado. Un hecho que acaba modificando a los propios sujetos, pero no, el concepto marxiano no sería aplicable a una realidad como Facebook, que es muy transversal (da igual la ideología, la religión, la edad…).

Pero las élites están en Facebook de un modo muy distinto.

Las élites y las empresas. Por eso hablaba de esa fusión entre lo mercantil con lo afectivo. Las empresas, las élites y los políticos utilizan Facebook como herramienta de comunicación, no vuelcan allí su vida afectiva.

¿Qué ha hecho posible esta “máquina capitalista casi perfecta”, tal y como la nombra usted en el libro?

El cruce. Si hacemos caso al relato que cuenta el origen de Facebook en la película La red social Facebook nace como respuesta a una frustración afectiva existente. Es un dispositivo donde uno es capaz de trasladar la vida afectiva eliminando muchos de sus inconvenientes, y esa dimensión combinada con el que sea una herramienta de comunicación es lo que hace que la publicidad, la vida económica y el pensamiento capitalista entren en la última dimensión que quedaba por colonizar: la afectividad. Esa fusión es lo que crea la enorme riqueza, porque la afectividad es el corazón de nuestras vidas.

Usted hace una comparación entre la biografía de Facebook y los álbumes de fotos antiguos. ¿Qué los diferencia?

Uno percibe que el uso más habitual es el de colgar las fotografías más relevantes para mostrarlas, como cuando venían personas a nuestra casa para ver esos álbumes familiares. Eran personas de nuestro círculo relativamente íntimo, pero ahora lo hacemos en tiempo real, en una red básicamente pública y con interacción entre millones de usuarios. Antes, cuando construíamos nuestro álbum, incluíamos hojas que recogíamos en el campo durante los viajes, tickets de los restaurantes… cada uno era distinto. Ahora hay un dispositivo uniforme que jerarquiza y estructura tu vida. Todo parece inocuo, aunque para mí no tiene nada de inocente que el “muro” se haya transformado en esa noción de “biografía”. En ese sentido, sí que distingo entre los usuarios que siguen exponiendo su vida allí y los que lo utilizan como una herramienta publicitaria.

¿Qué individuos estamos creando?

Individuos banales, simples, narcisistas, acumuladores. Pendientes constantemente de recibir la aprobación del otro y cuya biografía se resume en hechos que no son en realidad tan relevantes. Son empresarios de sí mismos y están buscando permanentemente la adhesión, cosa que es el espíritu mismo de una empresa.

Lo que le da éxito a Facebook es precisamente ese formato tan capitalista, y su simplicidad es lo que permite que se multiplique. Estamos generando información y no hablamos de una nueva conciencia de clase, pero sí hablamos de una nueva clase de productores. Los jóvenes no son críticos con Facebook, tengo estudiantes que son realmente forofos del tema, personas que vinculan toda su relación social a través de la red volcando toda su afectividad en este aparato.

¿Cómo potenciar el pensamiento crítico, también en ese ámbito?

Es muy difícil. El primer paso sería reflexionar públicamente y recuperar el sentido de la tradición critica. Las relaciones con la tecnología siempre han sido conflictivas y hay que tener en cuenta que Facebook solo tiene doce años. Nos ha dado una enorme sensación de expansión y libertad (como todo lo digital) pero tiene muchas caras y dimensiones. La reflexión crítica es imprescindible, pero hasta que cada usuario no se percate de que, en su propia vida cotidiana, está siendo sometido a una enorme ansiedad, a una especia de imperativo de la comunicación por la comunicación, que ya no distingue entre lo que es relevante y lo que no, que ya no distingue entre lo que es una verdadera relación afectiva y lo que no, hasta que no sea consciente de que en el fondo las adhesiones y los me gusta no significan nada en su vida, que está acumulando sin sentido y se está convirtiendo en una persona narcisista… Hasta que no experimente todo eso será muy difícil transmitírselo. Sí que podemos empezar a tomar conciencia, aunque no he visto críticas en ese sentido. Hay multitud de contenidos en la red sobre las posibilidades de control de Facebook a través de organismos gubernamentales, o sobre la manipulación que se puede hacer a través de los datos que aportamos, pero no he visto una reflexión en torno a lo que yo considero el dato más relevante del libro: que nosotros ya no estamos controlados, sino que somos nosotros mismos ejerciendo nuestra propia libertad, construyendo una vida a través de un dispositivo. Eso es lo que yo denuncio o trato de sacar a la luz de forma crítica.

Todo parece inocuo, aunque para mí no tiene nada de inocente que el “muro” se haya transformado en esa noción de “biografía”.

¿Habrá más críticas en ese sentido crítico?

Seguro. Doce años son pocos y, como decía Hegel, “la lechuza de Minerva emprende siempre el vuelo al anochecer”. Hay que esperar a que ocurran los acontecimientos para poder reflexionar. La relación del pensamiento crítico y la filosofía con las máquinas es muy antigua y está presente a lo largo del siglo XX y ahora ha aparecido un dispositivo que nos ha pillado a todos por sorpresa y va muy deprisa. Habrá mutaciones de las propias redes sociales, la misma red no es utilizada por los más jóvenes, que utilizan Snapchat… todo se irá modificando. Lo que está claro es que se ha instalado la afectividad en el corazón de la productividad, y esa era la última frontera que quedaba por atravesar para generalizar el régimen de producción de mercancías. Y creo que en eso ya no habrá retroceso, aunque cambien los dispositivos.

Fuente de la entrevista: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/vicente-serrano-facebook-ha-convertido-nuestra-afectividad-en-mercancia/

Fuente de la imagen: http://www.elviejotopo.com/wp-content/uploads/2016/05/300_Pawel-Kuczynski_10262011_829208553774392_7275384135181625419_n.jp

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Escuelas: la fiebre del blog y las redes sociales

Por: Anna Torralbo

Me paseo por varios blogs de escuelas y corroboro mi hipótesis (no demasiado arriesgada) de que están llenos de fotos y vídeos. Páginas y páginas de entradas: actividades en las clases, excursiones, fiestas… cientos de momentos capturados en imágenes. A continuación, me hago la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo supondrá hacer y colgar todo este archivo visual?

Toma una escuela como modelo y reviso cuantas fotografías se han hecho: en un mes y medio se han colgado 1.662 fotos (previamente seleccionadas, por lo que en realidad se han tomado muchas más). Sin ser demasiado exhaustiva (obviamente hago el recuento por aproximación), estimo que cada una de estas imágenes pueden suponer tres minutos en completar el ciclo: desde que se hace la foto hasta que es publicada en un post, con su respectivo texto.

Sigo haciendo cuentas: 1.662 fotos a tres minutos cada una nos da un total de 83 horas. ¡83 horas invertidas en dar visibilidad a actividades que se realizan en la escuela! Sigo haciendo cuentas, todavía no puedo dar crédito a estas cifras, por lo que me decanto por verlo desde otra perspectiva: divido 83 horas entre las seis semanas durante las cuales se han tomado las fotos. Me salen 14 horas por semana. La cosa no mejora. Continuo; divido las 14 horas entre las personas que se encargan de colgar y gestionar dichas imágenes (normalmente miembros de una comisión). Hago una aproximación, y considero que puedan ser 5 (evidentemente no tengo en cuenta las personas que han hecho las fotos). El resultado final es de 2,8 horas a la semana por persona. Y, ¡esperen!, no he tenido en cuenta todas las otras redes sociales a la que las escuelas están vinculadas: Twitter, Facebook, Instagram…

Teniendo en cuenta que no todas las escuelas hacen el mismo uso de las redes o de los blogs, pero considerando también que esta práctica está cada vez más extendida e instaurada, me arriesgo a afirmar que se invierte una cantidad ingente de horas en visibilizar lo que ocurre dentro de ella. Tiempo dedicado a una actividad que, en realidad, no tiene un fin pedagógico. Porque, también hay que decirlo, es cierto que con todas estas imágenes se podría hacer mucho trabajo: expresiones orales, expresiones escritas, talleres de fotografía, reportajes o artículos, cómics de lo que ocurre en la escuela… Pero eso rara vez ocurre. El fin último y primario de todo este archivo visual es… ¿Cuál es? ¿Se ha preguntado la comunidad educativa cuál es el fin de toda esta participación en las redes sociales?

Le doy vueltas al asunto y me pregunto por qué la escuela pública tiene que promocionarse de este modo, competir entre ellas por la calidad de lo que se muestra (no de lo que se hace, en realidad). También me pregunto si todo esto tiene que ver con las familias. ¿Realmente necesitan “ver” todo lo que ocurre? ¿Acaso no pueden sus propios hijos contárselo? Mientras la madre, padre, abuelo, etc. mira las fotos ¿qué hace el hijo o hija? ¿juega a otra cosa, espera a que acaben? Sea lo que sea, creo que es una pena que estemos desaprovechando la posibilidad de conversar e imaginar a través de las palabras que llegan del otro, y que nos hacen ver, a través de este (y no de una imagen), lo que han vivido.

Porque, aunque el alumno/a haya contado lo que ha hecho o lo que ha pasado, muchas veces se recurre a la imagen para corroborarlo. Como si las palabras ya no nos bastaran, como si solo la imagen pudiera dar crédito, validase lo ocurrido. Y aquí se pierde mucho, porque ya no hay que hacer un esfuerzo por relatar, ni por entender, ni imaginar. La narrativa requiere demasiado tiempo, un clic bastará: una imagen vale más que mil palabras. Y qué triste tener que decir esto, pues es en el uso de la palabra donde la opinión y la experiencia de quien lo ha vivido puede aflorar, de otro modo, nos lo perdemos.

Por otro lado, la imagen funciona como condicionante, porque no podemos obviar que nunca se colgarán aquellas en las que el alumno se aburría o lloraba: “He visto que habéis celebrado el día de la paz en la escuela. Sí, pero ha sido un rollo porque… Pero, ¿qué dices? Si habéis hecho cosas muy chulas, que lo he visto yo…”. Sin darnos cuenta ahogamos la voz del otro amparándonos en las imágenes, imágenes que, en realidad, tienen algo de hipócritas, porque ellas siempre nos relatarán que todos estaban muy felices.

Pero como profesora hay otros aspectos que me preocupan. Y es que pienso en las veces que nos lamentamos de que no tenemos tiempo de hacer nuestras tareas: adaptaciones curriculares, programar, coordinarnos, reflexionar sobre lo que hacemos, hablar con la alumna X, llamar a la familia Y, al psicólogo… ¿Cómo podemos dedicar tanto tiempo a una tarea tan irrelevante como hacer y colgar fotos y en cambio no tenemos horas para hacer lo que sí realmente importa? Es cierto que la escuela está siendo sacudida por una ola de cambios (llámesele innovación, reestructuración, adaptación, modernización…) que, como todo, están ocurriendo muy rápido. Pero estos cambios no siempre son sustanciales, muchos de ellos, incluso, no están siendo cuestionados, sino que se adoptan como una moda. En este caso, la moda de la transparencia y la visibilidad o, lo que es lo mismo: la de demostrar públicamente e incansablemente cuán buenos somos; sin importarnos que, para ello, tengamos que calcar lo que ya existe, porque, no lo voy a negar, las fotos de las webs escolares parecen todas las mismas.

El tiempo de trabajo personal o dedicado al centro en las escuelas escasea, y el poco del que disponemos debería estar aprovechado al máximo, dedicado a aquellas cosas que realmente nos hacen avanzar hacia una educación real, con sentido y contenido. Si nos dejamos llevar por tendencias, más que por intereses educativos, estamos perdidos.

Señores y señoras, nos vienen años de muchos cambios, y, hoy, más que nunca, debemos mantenernos críticos, porque de distracciones hay, y habrá, muchas.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/31/escuelas-la-fiebre-del-blog-y-las-redes-sociales/

Fuente imagen: https://www.hostinet.com/wp-content/uploads/2013/05/banner-blog-redes.jpg

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