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Reforma Educativa, mérito y simbolismo

16 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

James March y Johan Olsen sustentan que para el ejercicio del poder político, el control de los símbolos es tan importante como la potestad sobre otros recursos. Esa concepción es congruente con el pensamiento de Antonio Gramsci. Un grupo dominante no establece su hegemonía política e ideológica sobre los segmentos sociales subordinados sólo por medio de la dominación, ni aun en los regímenes autoritarios. Incorpora aspiraciones de los grupos subalternos en el discurso cotidiano y la política práctica

El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, presidió la ceremonia de asignación de 902 plazas de enseñanza primaria a quienes resultaron idóneos en el Concurso Nacional de Ingreso al Servicio Profesional Docente en la Ciudad de México. Los puestos se asignaron en el orden de prelación, según el puntaje que obtuvieron en el examen. Otros 76 concursantes que obtuvieron la calidad de idóneo, no alcanzaron lugar por falta de puestos vacantes.

El protocolo fue en el patio central del edifico sede de la Secretaría de Educación Pública. Frente a un auditorio donde predominaban los docentes ganadores, se otorgó la plaza y el nombramiento en el lugar que seleccionaron las maestras que obtuvieron los diez primeros lugares, egresadas de normales y otras instituciones de educación superior. El lunes mismo continuó el proceso en varios salones del edificio.

El secretario presumió la transparencia en el concurso y la asignación, fustigó la arbitrariedad reinante hasta antes de la Reforma, criticó los métodos tortuosos y desgastantes a que eran sometidos quienes aspiraban a las plazas. También censuró al influyentísimo y las prácticas clientelares. Y, aunque no condenó en forma explícita la herencia y venta de plazas, no hubo necesidad: se trata de desterrar esas prácticas que señoreaban en la tradición corporativa. Hoy, dijo, el mérito y el esfuerzo son los únicos requisitos. Anunció que la fórmula se replicará en cada estado de la República.

Escoltaron al secretario el consejero presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y el comisionado presidente del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. Se trataba de simbolizar el mérito y la transparencia para el ingreso a la profesión mediante concurso.

Es probable que muchos de los concursantes que obtuvieron su empleo por esta vía, no la hubieran hecho en el pasado. La mayoría no egresó de escuelas normales y es presumible que no tenían pariente de quién heredar el puesto ni contacto con los jefes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que los incorporara al circuito de compra y venta de plazas docentes. Presumo que quienes ingresan por mérito propio serán agentes de legitimación de la Reforma Educativa. Además, cada uno optó por la escuela de su preferencia, si había lugar disponible. Conjeturo que la elección fue por cercanía al domicilio o por otras ventajas, no fue producto de una averiguación con respecto a las cualidades del centro de trabajo. ¡El tráfico de la Ciudad de México!

El mérito —ese valor que, aunque no está explícito en el texto constitucional, permea su espíritu— se abre camino. ¡Qué bueno que quienes se esforzaron, trabajaron más duro y se prepararon mejor, obtengan los mejores puestos! No sólo escogieron lugar, sino turno y modalidad (tiempo completo o jornada ampliada), ergo, mayores ingresos.

Y es legítimo, es un premio al denuedo y la dedicación. Pero entra en conflicto con otro valor, el de la justicia social. Hay un supuesto de quienes abogan por la equidad en la educación —como Martha Nussbaum y Amartya Sen— de que los docentes más capaces realicen su práctica entre los desfavorecidos. En las zonas pobres y marginadas del campo y las ciudades es donde son más necesarios los mejores profesores; no en las áreas de clase media urbana, que tienen mejores condiciones sociales y culturales para hacerla en la escuela y la vida.

El ritual del lunes en la SEP estuvo cargado de símbolos: el lugar en sí mismo, los murales de Rivera, las estatuas de Vasconcelos y Torres Bodet (y el secretario se colocó entre ellas) y la imagen de un derrotero seguro para quienes ponen el mérito por delante.

La asignación de plazas bien pudo haberse hecho en privado. Pero el símbolo era importante. No lo es todo, pero sí contribuye a la credibilidad del discurso del grupo hegemónico. Y, para la plaza pública, mostrar que la Reforma Educativa avanza.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/08/09/1180490

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La Evaluación de desempeño no es punitiva, es peor

Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro y Marcelino Guerra Mendoza. Universidad Pedagógica Nacional, Sede Ajusco.

Entre el 1 de septiembre y el 31 de octubre, se llevará a cabo la tercera evaluación de desempeño docente, como para desmentir a quienes hace apenas unas semanas habían declarado fallida, muerta y enterrada a la reforma educativa. Pues no: no estaba muerta, estaba en reparaciones.

Y viene con más fuerza. En una sola ocasión se pretende evaluar a 150 mil profesores. Más o menos los mismos que en las dos ocasiones anteriores. Y además, para 938 profesores será la segunda oportunidad, mientras que para otros 1780 será la tercera y última. De no pasar el examen, serán reubicados en tareas no docentes.

¿Qué significa esto? Sencillo: para algunos cientos de maestros, la evaluación de desempeño seguirá su curso inexorable. Ellos son los primeros en advertir, en vivir en carne propia, que la evaluación no es un examen, ni una prueba fallida, sino un proceso del que no se sale nunca.  Ya se encuentran en la gran máquina evaluadora, de ahí no hay salida. Aún si superan la segunda o la tercera oportunidad, tendrán que evaluarse de nuevo. Una y otra vez, hasta el fin de su trayectoria laboral, o de su propia existencia.

Esos dos mil profesores que ya se encuentran en la segunda o tercera oportunidad, se encuentran en una situación que apenas vislumbran unos pocos. Los cientos de miles que faltan, todavía no sufren en carne propia la experiencia de la evaluación infinita. Los idóneos creen haberse salvado, están obnubilados por la ilusión del tiempo ganado. Ya tendrán que volver, más temprano que tarde. Y así, per saecula saeculorum. Esto es lo que no parecen advertir quienes denuncian a la evaluación como punitiva, un lugar común muy desafortunado, un error, un garlito al que llevaron y en el que cayeron los maestros.

No es cierto. Punitivo, dicen los diccionarios, es todo lo relativo al castigo. Y castigo es “la pena que se impone al que ha cometido delito o falta”. Por tanto, una evaluación punitiva es la evaluación que castiga a quien cometa una falta. Esto significa que se infringió una norma y se hace acreedor a la pena correspondiente. Un delito, un castigo; es decir, una sola vez. No se castiga dos veces el mismo delito.

En la evaluación de desempeño no es así.  La única vez que la evaluación es punitiva es la última, ahí si se castiga al docente retirándolo de sus actividades académicas. Las anteriores no, no se castiga a nadie; sin embargo, la situación es peor:  se somete a los profesores a un estado permanente de incertidumbre

Sean idóneos o no idóneos, una vez que los maestros entran a la máquina evaluadora, se vuelven trabajadores inseguros. Su contratación es temporal, siempre será por tiempo determinado. Y peor: dependerá de ellos mismos superar las evaluaciones durante toda su vida, de nadie más. Sólo de ellos depende pasar o no, según los indicadores, criterios y parámetros, impuestos desde lugares tan oscuros como cambiantes e impenetrables.

Repetimos: la evaluación de desempeño no castiga sino hasta el último momento, cuando se falla en la tercera ocasión. Este es el momento límite, al que por cierto llegan muy pocos, basta estudiar las estadísticas para verlo; así que esto no es lo sustantivo de la evaluación de desempeño, sino la producción inmanente de riesgos de desafiliación, la generación de un clima eterno de inseguridad docente. En una palabra: la producción de incertidumbre. ¡Y no se trata de una cuestión laboral, sino de una condición pedagógica de aprender a lidiar con la incertidumbre, trabajar en la incertidumbre y transmitir la incertidumbre en las tareas educativas! Como lo requiere el mercado, como se requiere en la producción de la subjetividad en el capitalismo cognitivo.

Por eso decíamos antes, la evaluación de desempeño no es punitiva: es peor. No castiga, en todos los momentos, sino que genera un estado permanente de inseguridad e inestabilidad, y eso no queda ahí. A partir de la incertidumbre que esto provoca, se generan efectos múltiples: en la subjetivación docente, en la práctica educativa, en las relaciones magisteriales, en la identidad profesional, en la formación de los maestros, entre muchas otras cosas que debemos empezar a reconocer, registrar y estudiar.

En esta perspectiva, la cuestión fundamental no es discutir si la reforma es laboral o no, si es integral o parcial, si los reactivos están bien o mal hechos, si las fases son excesivas y la evaluación  obesa, si las notificaciones fueron o no bien hechas,  si la selección de profesores a evaluar tiene intención política o no,  si los lugares de los exámenes son cómodos o terribles, si falla o no el equipo de cómputo, si es difícil entrar a la red o no, si las maestras han  sido coaccionadas o no, ese es el ropaje de la implementación de las políticas públicas, el favorito de críticos y autoridades, que en este caso se parecen tanto que ya no sabe uno nada.

La SEP y el INEE han sido muy claros: están siempre dispuestos a aceptar las críticas que mejoren los procedimientos evaluativos. Y algunos, muy diligentes, se dieron a la tarea de proponer algunas cosas. ¡Muchas gracias!, dicen Backhoff y demás funcionarios del INEE. ¡Gracias!, diría Nuño. ¡Eso es lo que queremos, mejorar la evaluación!, afirma Schmelkes.

¡Y eso fue precisamente lo que hicieron, mientras los críticos nos distraían con que la reforma estaba muerta! Y resulta que no, estaba en reparaciones, en perfeccionamiento.

Desde Nochixtlán, los técnicos del INEE y los políticos de la SEP, o al revés, se tomaron mucho tiempo para confundirnos diciendo que las evaluaciones serían voluntarias, cuando todos sabemos que la Constitución dice claramente que son obligatorias. Sobre todo, utilizaron el tiempo post-protestas y post-negociaciones, para modificar mecanismos, procesos, instrumentos, agentes, lugares y hasta fases de la evaluación, ¡pero no el régimen de la evaluación que caracteriza a la reforma! Ése se mantiene, y así seguirá hasta que no se echen abajo las leyes.

Por eso, ante esta reforma pensamos que la crítica debe ser radical, no limitarse a cuestionar lo adyacente, sino lo sustantivo. Criticar sin distraerse o desviarse en lo que algunos críticos quisieran que la reforma fuera, sino develando lo que la reforma es, lo que se propone; no sólo en su retórica, sino más aún, en la operación inmediata de sus estrategias, de sus mecanismos, es decir, en las técnicas y tácticas de sujeción que diseña y se propone, en sus objetivos soterrados.

Ya lo hemos dicho en nuestro libro Anatomía Política de la reforma educativael régimen de evaluación que se propuso no tiene nada que ver con la cuestión de la calidad; ese es un artilugio retórico muy fácilmente desmontable. La cuestión central es analizar lo que se propone efectivamente, lo que produce y no lo que abandona.

Por eso decimos que el objetivo soterrado de la reforma, el que está envuelto en los problemas de implementación y la retórica de la calidad, es la producción de incertidumbre y los efectos que ésta trae consigo, tanto para la identidad, como la formación, la práctica, el perfil, las relaciones de los maestros, en la escuela, consigo mismos, con sus alumnos y la comunidad.

No ayuda gran cosa hacer parrafadas abstractas sobre evaluación y calidad, más útil es visibilizar el régimen de evaluación que la reforma ha diseñado. Y con esto no pretendemos negar la necesidad cuasimetafísica de la evaluación educativa, menos aún justificar corruptelas, malos maestros o prácticas dañinas, sino advertir y denunciar lo que este modelo propone: la inseguridad como pivote de reconfiguración docente. Por eso hay que negarse a ESTE régimen evaluatorio; este, el que está en la Constitución.  Significa desde nuestra perspectiva, que hay que seguir luchando CONTRA la reforma educativa. Tal como están, ni la evaluación ni la reforma son mejorables, porque en su ADN se encuentra la producción de incertidumbre y la conformación de docentes inseguros, precarios y sometidos.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-evaluacion-de-desempeno-no-es-punitiva-es-peor/

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Transformación de las normales: desafíos contra su extinción

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

Con la implementación de la Reforma Educativa, las autoridades insistieron, una y otra vez, que las Normales no desaparecerían, sino que sólo se transformarían y modernizarían. Al pasar el tiempo, este discurso se ha desvanecido a la luz de hechos tales como el desplome de la población estudiantil normalista en los últimos años. Recientemente, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, ha anunciado una estrategia para fortalecer las Escuelas Normales en busca de prepararlas para la implementación del Modelo Educativo presentado a finales de 2016. Lo mencionado en este plan, además de lo establecido en el mismo Modelo Educativo, deja entrever diversos desafíos para las Escuelas Normales que, de no ser superados, algunos de ellos pudieran significar la posible extinción de estas notables instituciones.

A raíz de lo establecido en los próximos documentos rectores de la Educación Básica y de las estrategias anunciadas por Nuño para fortalecer a las Normales, se visulmbran dos retos importantes para estas instituciones: el primero se refiere a revertir la pérdida de estudiantes en las Normales producto de la apertura del servicio magisterial a los universitarios; el segundo, se refiere a los riesgos que implica la implementación de mecanismos de evaluación para el ingreso y la promoción, cuando gran parte de la planta docente normalista no forma de contrato por basificación.

Sin lugar a dudas, uno de los retos de las Escuelas Normales es revertir la tendencia a la baja en su matrícula. Tan solo en cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2016), la matrícula normalista ha decrecido más de una cuarta parte (28.5%), al pasar de 131,025 alumnos al inicio del sexenio, a 93,766 estudiantes en 2016. La situación anterior es motivada por diversos factores entre los que destacan el cierre premeditado de espacios por parte de las autoridades educativas (véanse los casos recientes de lucha de diversas Normales Rurales), hasta el linchamiento mediático de la figura del profesor, la precarización de la docencia a partir de la Reforma Educativa (condiciones de ingreso, permanencia y promoción más exigentes a cambio de la misma retribución económica, despidos “sin responsabilidad alguna para la autoridad educativa”, etc.) o el constante deterioro del poder adquisitivo de los profesores (basta recordar el raquítico aumento salarial conseguido por el SNTE ante el gobierno, el cual ni siquiera alcanza para hacer frente a la inflación del año en curso). Los elementos señalados anteriormente han mermado el interés de los egresados de bachillerato por formarse como profesores.

Aunado a lo ya mencionado, se encuentra un hecho clave enunciado en el Modelo Educativo para la Educación Obligatoria. Educar para la libertad y la creatividad: “por primera vez el sector [educativo] se abre a profesionistas con vocación docente, pero con una formación universitaria diversa” (SEP, 2017, p. 140). Esto, evidentemente, pone en una situación de desventaja considerable a las Escuelas Normales ante el resto de las Instituciones de Educación Superior. Así pues, las Universidades no sólo ofrecerán a sus estudiantes la posibilidad de ejercer en el campo laboral para el que fueron formados, sino, además, en el magisterio. En contraste, las Escuelas Normales sólo podrán ofertar a sus estudiantes la posibilidad de ejercer en el campo educativo. Mientras, para desempeñar la misma labor, a los universitarios les bastará con tener un perfil afín, los normalistas contarán con un perfil especializado. Así pues, aquellos que tengan en mente cursar una carrera normalista quizá sean disuadidos al considerar que estudiarán durante cuatro años para dedicarse a algo que para los universitarios representará, quizá, un plato de segunda mesa. El hecho mencionado al inicio del párrafo supone, además, por parte de las autoridades, un evidente desprecio de las habilidades pedagógicas en aras de favorecer los conocimientos disciplinares.

Para los docentes de las Escuelas Normales, existe otro riesgo importante además de la pérdida de alumnos: la implementación de mecanismos de evaluación para el ingreso al servicio de este tipo de instituciones. En el ciclo escolar 2016-2017, según cifras del SIBEN (Sistema de Información Básica de la Educación Normal), sólo 58.9% de los docentes normalistas del país estaban basificados. El problema anterior se acentúa en entidades como Guanajuato (20.7%), Colima (25.2%) y Yucatán (29.9%), en las cuales ni siquiera puede decirse que uno de cada tres docentes está basificado. De este modo, al igual que como ya sucedió en Educación Básica desde hace tres años, se generará una incertidumbre laboral motivada por el hecho de ver ofertado un puesto de trabajo que ha sido cubierto por años. Además, la carencia de personal docente basificado sin duda pudiera representar una condición propicia para que las Normales sean desmanteladas en un futuro no tan lejano y continuar con la inercia a la baja en cuanto al volumen de estas instituciones.

En suma, el panorama a corto plazo para las Normales es bastante complicado. No basta, como supone el nuevo Modelo Educativo, que las Escuelas Normales sean vistas “como escuelas sólidas, con infraestructura adecuada, maestros preparados, ambientes propicios para el aprendizaje, y programas de estudio pertinentes” (SEP, 2017, p. 141) para su revitalización y consolidación a futuro. Por más esfuerzos que se hagan al interior de estas instituciones centenarias, mientras la docencia siga deteriorándose social y económicamente, difícilmente las carreras normalistas serán una opción atractiva para la juventud mexicana. Mientras las autoridades educativas sigan haciendo creer que el mérito de un docente se reduce a su desempeño en un examen, cualquier institución se jactará de formar profesores, desvalorizando entonces la función de las Escuelas Normales. Así pues, los retos de estas instituciones no se limitan a sus propios muros, sino que abarcan un horizonte mucho más amplio: implican no sólo resolver sus problemas internos (laborales, profesionales, administrativos, académicos, etc.), sino sumarse a la lucha por la dignificación de la figura del docente. Si el normalismo sigue viendo pasivamente cómo el gobierno maltrata al docente, terminará cavando su propia tumba al lado de la de esta trascendental profesión.

*Docente colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.) y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 

Twitter: @proferoger85

REFERENCIAS:

SEP. Modelo Educativo para la Educación Obligatoria. México: SEP, 2017.

SEP. Sistema de Información Básica de la Educación Normal. (Disponible en:www.siben.sep.gob.mx).

SEP. Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos, principales cifras 2015-2016. México: SEP, 2017.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/transformacion-de-las-normales-desafios-contra-su-extincion/
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Reforma educativa en Honduras revisará planes de estudio de todos los niveles

Honduras/14 de Agosto de 2017/Panampost

La secretaría de Educación de Honduras someterá a revisión los planes de estudio en todos los niveles educativos con el fin de mejorar el rendimiento de los estudiantes.

Según revela el diario El Heraldo, luego de varias reuniones con expertos en calidad educativa, la entidad rectora de la educación en el país centroamericano podría modificar la distribución de los puntajes en las evaluaciones pero antes deben revisar las asignaturas que se imparten tanto en primaria como en secundaria.

Las autoridades educativas han detectado que el sistema de evaluación es similar en todos los niveles educativos, desde primaria hasta secundaria, y de igual manera sucede con  la distribución del puntaje por lo que se buscará que a mayor grado, mayor exigencia.

Con eso los exámenes valorados en menor cantidad de puntos para los primeros años del sistema educativo y con mayor puntaje para los niveles más avanzados.

Según las autoridades de Educación de Honduras, el nuevo modelo de evaluación, que debió entrar en vigor en este mes de agosto, tiene como objetivo que haya un aprendizaje efectivo en los alumnos y no solo preocupación por aprobar la asignatura.

Hasta el momento no se ha indicado una variación en los contenidos. Hasta el momento este nuevo proceso de evaluación no ha entrado en vigor debido a la revisión pero las autoridades han indicado que podrían ser finalmente aplicados en el mes de septiembre.

Fuente: https://es.panampost.com/elena-toledo/2017/08/10/reforma-educativa-en-honduras-revisara-planes-de-estudio-de-todos-los-niveles/

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Tendencias de la educación superior dominicana

Por: Alejandrina Germán

El próximo 13 de agosto se cumplen 16 años de la puesta en vigencia de la Ley 139-01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, periodo en el que la República Dominicana ha logrado avances importantes en la calidad, la investigación científica en el fortalecimiento institucional y el crecimiento de la matrícula universitaria.

Hoy en día podemos afirmar que el sistema se ha consolidado, no obstante el tema de la calidad sigue siendo una materia pendiente en la región y, por tanto, en República Dominicana. Hay que precisar que la calidad es un propósito en construcción permanente en una sociedad en la cual el cambio está presente en cada acción que se emprende hacia el logro de una educación que responda a las demandas del presente y del futuro.

Como ejemplo de ese esfuerzo colectivo, diferentes actores y sectores de la sociedad dominicana hemos ido construyendo espacios, elaborando planes y proyectos, firmando acuerdos y aprobando legislaciones que garanticen la construcción de una educación superior cada vez de mayor calidad.

En el 2008 aprobamos tres Planes Decenales (2008/2018): el del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, el del Ministerio de Educación y del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional. En el caso del MESCYT, además del Plan Decenal de Educación Superior, se elaboró también, el de Ciencia Tecnología e Innovación para de esa manera completar los dos ámbitos de acción del Ministerio. Estos planes fueron orientados por las tendencias que en ese momento marcaban el camino a seguir para lograr fortalecer el sector educativo.

Mientras que en el 2010 fue promulgada una nueva Constitución de la República, la cual establece en el artículo 63, el derecho a la educación. Precisa que el Estado debe velar por la calidad de la educación superior y financiará los centros y universidades públicos, de conformidad con lo que establezca la ley y que definirá políticas para promover e incentivar la investigación, la ciencia, la tecnología y la innovación que favorezcan el desarrollo sostenible, el bienestar humano, la competitividad, el fortalecimiento institucional y la preservación del medio ambiente, para lo cual apoyará a las empresas e instituciones privadas que inviertan a esos fines.

Actualmente está en ejecución la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, que incluye entre sus contenidos consolidar un sistema de educación superior de calidad, que responda a las necesidades del desarrollo de la Nación; actualizar el currículo de la educación superior para alcanzar estándares internacionales de calidad; establecer un sistema nacional de acreditación de profesores y carrera académica y crear una masa crítica de docentes-investigadores por medio de la formación de maestros y doctores en universidades de reconocida calidad mundial y la atracción de profesionales de alto nivel residentes en el exterior, con criterio de igualdad de oportunidades.

Plantea la necesidad de establecer un sistema nacional de acreditación de instituciones de educación superior, para asegurar un crecimiento ordenado y eficiente de la oferta de educación superior y garantizar su calidad, y promover la certificación de las competencias profesionales de los egresados de educación superior, entre otros aspectos.

Otra estrategia que se ejecuta en el país, en procura de lograr una educación de calidad, es el Pacto Nacional para la Reforma Educativa de República Dominicana, aprobada y firmada en el 2014 con la participación de los principales actores del sistema educativo dominicano, instituciones del gobierno central, el Consejo Económico y Social, partidos políticos, entre otros, con la presencia de expertos e invitados especiales en calidad de testigos, convocados por el señor Presidente de la República, Danilo Medina Sánchez.

También como país hemos firmado diversos tratados, convenios y acuerdos en esta materia.

Como podemos apreciar, en nuestro país contamos con un marco legal y de planificación adecuado y pertinente para lograr que el Sistema de Educación Superior responda eficazmente a las demandas del presente y del futuro.

El desafío consiste en continuar aunando esfuerzos para hacer realidad los compromisos asumidos, tanto a nivel nacional como internacional.

Fuente: http://elcaribe.com.do/2017/08/08/tendencias-la-educacion-superior-dominicana/

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El maestro ideal, según la Reforma Educativa

09 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Carlos Ornelas

Tanto en textos políticos como académicos que analizan proyectos de mudanzas en la educación escolarizada pueden encontrarse aspiraciones de lo que es ser un buen maestro. Los reformadores recurren a tipos ideales para delinear los dispositivos intelectuales y prácticos que ese profesor ejemplar debe asimilar para desarrollar una práctica docente eficaz y conducir a sus alumnos al aprendizaje.

La Reforma Educativa que impulsa el gobierno de Enrique Peña Nieto puede ser un ejemplo paradigmático de esos afanes. Si bien, al igual que en muchas otras latitudes, el gobierno pidió en préstamo nociones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos para el diseño del proyecto de reforma, pronto nacionalizó los preceptos. La OCDE es el motor principal de lo que Pasi Sahlberg denomina GERM (Global Education Reform Movement).

Por contrato con el gobierno mexicano, la OCDE hizo recomendaciones precisas para guiar una reforma en el sistema escolar. Ocho de 15 planes implicaban a los maestros. El informe, Mejorar las escuelas: estrategias para la acción en México, introdujo la noción de estándares. La primera recomendación: “México necesita definir claramente los estándares docentes para que la profesión y la sociedad sepan cuáles son el conocimiento, las habilidades y los valores centrales asociados a una enseñanza eficaz” (p.75).

El tipo ideal incluía: 1) planeación de contenidos; 2) gestión del ambiente de clase; 3) gestión curricular; 4) didáctica (presentación curricular; atención diferenciada: organización del grupo; relación de aprendizaje alumno-alumno; recursos didácticos y espaciales; manejo del tiempo; indicaciones; explicaciones; preguntas; actividades dirigidas y no dirigidas); y 5) evaluación del aprendizaje y de sí mismo.

Esa visión, con todo y el enfoque tecnocrático, parecía razonable a los ojos de los reformadores. Pero “estándares” devino en incorreción política. Sospecho que el rechazo a esa postura se debió al marcado acento que el subsecretario de Educación Básica en el gobierno de CalderónFernando González Sánchez, yerno de Elba Esther Gordillo, puso en los estándares; incluso contrató con la Universidad de Londres un grupo de expertos para que elaborara los del currículo.

El Servicio Profesional Docente sustituyó la noción de estándares por la de perfiles de desempeño. Para los cuales también diseñó parámetros e indicadores. El INEE define los perfiles de desempeño en educación básica que configuran a un buen maestro como el docente que: 1) conoce a sus alumnos, sabe cómo aprenden y lo que deben aprender; 2) organiza y evalúa el trabajo educativo, y realiza una intervención didáctica pertinente; 3) se reconoce como profesional que mejora continuamente para apoyar a los alumnos en su aprendizaje; 4) asume las responsabilidades legales y éticas inherentes a su profesión para el bienestar de los alumnos; 5) participa en el funcionamiento eficaz de la escuela y fomenta su vínculo con la comunidad para asegurar que todos los alumnos concluyan con éxito su escolaridad (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, La educación obligatoria en México: informe 2017, p. 117).

Si se pone atención al lenguaje, el SPD propone que los maestros —que se consideran trabajadores de la educación— alcancen atributos de profesionalismo: capacidades intelectuales y prácticas eficaces; ética profesional; compromiso con —amor a, diría Weber— su trabajo y resultados palpables de su labor: el aprendizaje de los alumnos.

A primera vista, es mucho pedir. Cierto, no es un modelo perfecto y quizá muchos maestros no se identifiquen con él, pero —pienso— vale más tener maestros educados y capaces. La alternativa sería la mediocridad. ¿Quién desea la mediocridad?

Fuente noticia: http://www.educacionfutura.org/el-maestro-ideal-segun-la-reforma-educativa/

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Para estudiar, fuera los acordeones.

Las nuevas generaciones tienen otras actitudes y otras herramientas para formarse. La reforma.

Por: Luisa Martínez Baxin.

Recuerdo perfectamente a mis maestros de la secundaria, sus métodos, sus estrategias y sus formas de compartir sus enseñanzas. Soy la generación de los 90s, aún tuve una educación estricta y tradicionalista, no olvidaré las caras, gestos y preocupaciones de mis compañeros cuando no sabían contestar una pregunta que hacia el maestro de historia o de formación cívica y ética.

Cuando llegaba el maestro de historia inmediatamente formulaba una pregunta para ser contestada por orden  de lista, sin embargo casi nadie lo hacía, no teníamos idea de qué es lo que quería escuchar, por lo tanto como castigo todo el salón permanecía de pie hasta terminar la clase. Más terror nos daba el maestro de geografía cuando no memorizábamos las capitales de un país, la obligación de cada uno era aprenderse la ubicación geográfica de los estados y ciudades así como saber el nombre de sus capitales.

El miedo seguía invadiendonos en el momento de la clase de química, tenías tan solo 15  minutos para memorizar 10 elementos y conocer su símbolo puesto que el objetivo era aprenderse toda la tabla periódica.

No olvidaré los gritos y regaños durante la clase de español, y el momento de enojo cuando nos lanzaban el borrador. Esa educación recibida de alguna manera marca tu trayectoria académica pero, a su vez, muestras interés y te preocupas por tus estudios, ya que ni en la escuela ni en casa ni mucho menos en tu vida cotidiana, cuentas con celular, ni con internet gratuito, por lo tanto los papás te inculcan a dedicarte exclusivamente a los estudios y sacar buenas notas.

El periodo de exámenes era el más estresante, aprenderse de memoria los temas, los personajes históricos, las fechas, los elementos químicos, las capitales, una cantidad de contenido que daba dolor de cabeza. Para ello el estudiante nacido en la década de los 90s recurre a sus estrategias para obtener buenas calificaciones, no faltaron compañeros de la secundaria y preparatoria que elaboraran los típicos “acordeones”, doblados en pequeños papeles para evitar ser descubiertos por el profesor, el uso de la goma, o el lapicero, o las señas realizadas cuando no sabían la respuesta.

Recuerdo mucho un comentario de una compañera de clase: Creo estudié mucho, realicé dos acordeones. La preocupación siempre fue diferente, hubo quienes sí estudiaban, otros se confiaban del uso del acordeón, otros que contestaban al azar y por último quienes solo contestaban para no dejar en blanco el examen.

Los maestros, mis compañeros de clase, las famosas sillas de paleta, los libros forrados, el pizarrón, el borrador, los gises, conformaron mi trayectoria escolar. Muy poco nos proyectaron películas o documentales debido a que no estaba tan arraigado el uso de la tecnología.

El maestro adaptaba su situación didáctica con los pocos elementos que tenía, es por ello que en ocasiones las clase era aburrida y tediosa. Sin embargo recuerdo el respeto que teníamos hacia ellos, quizás por la postura que realizaban y el enojo mostrado cuando explicaban una clase.

Hoy, 2017, son pocos los jóvenes que quieren estudiar, pocos los que quieren leer, discutir, comentar, opinar. Son contados quienes muestran interés, preocupación. ¿A quién culpar? A los padres, a las redes sociales, a la tecnología, al tiempo, al espacio.

Es de tomarse en cuenta que es otro contexto histórico, y como docente coincido en que son otra generación, es otro momento, por lo tanto la educación no puede ser la misma. Ahora el maestro cuenta con más herramientas para compartir sus conocimientos puesto que nos enfrentamos a una gama de información. Son mis alumnos quienes están la mayor parte del tiempo en el teléfono, en facebook y whatsapp y quienes se enteran rápidamente de algún tema ya sea de un aspecto social o cultural.

De tal manera que nos corresponde buscar formas y métodos para los estudiantes, ya que la mayoría de ellos cuenta con un teléfono móvil o una computadora, interesarlos es el objetivo. Debido a que actualmente ya no estudian para un examen, contestan sin importarles el resultado porque saben que la reforma educativa les da la oportunidad de pasar con 6, es una generación que se conforma, en dos años como docente no he encontrado ningún acordeón, no he visto ni escuchado en mis alumnos; ¡Pásame la respuesta de la uno, de la cinco!

Saben que el examen no es tan valioso para acreditar una materia, porque cuenta su desempeño durante un bimestre, y porque la reforma educativa tiene como finalidad pasar al alumno. A pesar de ello,  coincido con la intención de la reforma de dar espacio al constructivismo y al humanismo, en el trato hacia los estudiantes, en la búsqueda de elementos que sean útiles para su formación académica, en métodos para interesarlos en la enseñanza de la historia, debido a que no hay interés de ellos por conocer el pasado, ya no quieren saber de su país porque comentan que está lleno de tristeza y de injusticia.

Estoy de acuerdo en el uso de la tecnología para las clases, de invertir el tiempo para involucrarlos, pero también son los padres quienes tienen la gran labor de apoyar el trabajo del docente puesto que aún falta mucho por avanzar en el campo educativo.

Son las experiencias como docente y el conocimiento que tengo de mis alumnos quienes diariamente crean historias distintas. Es por eso que ese diario vivir dentro del aula me permite  ver los jóvenes que se van formando, tanto su creatividad, su entusiasmo, sus actitudes, como también el desánimo e incluso el desinterés de no querer estudiar ni para el examen, lo que implica que esta generación haya dejado atrás los acordeones.

No aplaudo esta técnica como cuestión didáctica para el alumno ni mucho menos para sacar buenas calificaciones, sino más bien es la actitud de los estudiantes, el interés que observo en ellos no es el mismo, simplemente es otra generación que se conforma y no quiere estudiar, no quieren leer, es por eso que compete a todos repensar la educación del siglo XXI.

Fuente: http://www.e-veracruz.mx/opinion/2017-08-05/para-estudiar-fuera-los-acordeones

Imagen: http://i2.esmas.com/2012/06/07/381412/copiar-en-examenes-610×430.jpg

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