Por: Redeco
Unicef reveló los datos de la Octava Encuesta Rápida en el marco del lanzamiento de la campaña “El hambre no tiene final feliz”. El número se eleva a un millón y medio si se incluye a los que no acceden a alguna de las demás comidas diarias.
Más de siete millones de niños y niñas viven en la pobreza monetaria y un millón se va a dormir sin cenar por falta de dinero, según los datos de la Octava Encuesta Rápida realizada por Unicef y revelados este martes en el marco del lanzamiento de la campaña “El hambre no tiene final feliz”. Si se tienen en cuenta el resto de las comidas, la cantidad de chicos y chicas alcanzadas es de un millón y medio. En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares, el número llega a cuatro millones y medio porque priorizan el alimento de los más pequeños.
Los datos reflejan que en un 48 % de los hogares con niñas y niños los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes. Indican, también, que las familias despliegan múltiples y diversas estrategias para hacer frente a estas restricciones de ingresos. En primer lugar, se endeudan de diversas formas (formales e informales): un 23 % de los hogares está endeudado y más de la mitad de ellos pertenece al 40 % de los hogares más pobres. Un 31 % de los hogares con niñas y niños tuvieron que recurrir a algún préstamo o fiado por parte de algún comercio para comprar alimentos. En un 41 % de los hogares tuvieron que recurrir a ahorros para cubrir gastos corrientes y un 45 % de los hogares utiliza más que antes la tarjeta de crédito para la compra de alimentos.
Por otro lado, y como parte de estas estrategias, las familias tienen que restringir consumos, con efectos sobre las condiciones de vida de las niñas y niños: un 23 % de los hogares indicaron que por falta de dinero se dejaron de comprar medicamentos y en un 32 % redujeron los controles médicos y odontológicos. En algunos casos, estas restricciones también tienen impacto sobre sectores medios: un 9 % de los hogares tuvieron que darse de baja de la prepaga o cambiar a las niñas y niños de escuela por no poder pagar la cuota. En los casos más sensibles, lo que se restringe es el consumo de alimentos. En un 52 % de los casos los hogares tuvieron que dejar de comprar algún alimento por falta de dinero, 11 puntos más que en 2023.
Las personas más afectadas son aquellas que viven en hogares con menor acceso educativo y en los monomarentales, con jefatura femenina o cuando están situados en un barrio popular. Lo que da cuenta de la feminización de la pobreza y cómo afecta especialmente a mujeres y a las infancias.
En los tres millones de hogares donde los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes, un 65 % de los jefes o jefas de familia tienen empleos informales. Pero la situación también se da en aquellos con empleos registrados, un sector en el que asciende al 30 %. Esto demuestra que tener un empleo no resulta suficiente para salir de la pobreza.
Nutrición y Educación
Las restricciones hacen que se reduzca significativamente el consumo de alimentos centrales para la nutrición de niñas, niños y adolescentes (carne, verduras, frutas y lácteos) y aumenten aquellos más baratos y menos nutritivos (fideos, harina y pan).
La falta e insuficiencia de dinero deriva en la necesidad de buscar ingresos adicionales. De este modo, durante el último año, se registró que aproximadamente un cuarto de las y los adolescentes realizaba tareas laborales y que un 12 % buscaba trabajo. Esta participación laboral tiene efectos negativos en el vínculo de los adolescentes con la escuela; mientras que un 4 % de los adolescentes que trabajan no asisten a la escuela, entre quienes no trabajan cae al 1 %.
El deterioro en la calidad de vida niños, niñas y adolescentes revelado por el organismo tiene correlato con los datos publicados la semana pasada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina que indicó que la pobreza trepó del 44,7 % en el tercer trimestre del 2023 al 55,5 % en el primer trimestre de este año, en tanto que la indigencia pasó del 9,6 % a 17,5 % en el mismo período.
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