Por Andrés Lund
¿Alguien ya leyó el breve texto de la SEP que anuncia, por fin, algo sobre el fondo educativo de la mal llamada Reforma educativa? ¿El que indica, ni más ni menos, los fines de la educación para el entero siglo XXI?
Los invito a leerlo con atención y verán que es un texto sorprendente.
Ya desde su propio título nos asombra: no propone los fines de la educación en el sexenio de Peña Nieto en su trecho final ni los que se plantearon en el, esperemos muy breve, período de Aurelio Nuño en la SEP. No. Son los fines de la educación para el siglo XXI. Tales son las pretensiones de este documento de dos cuartillas que pretende resumir y destacar la propuesta educativa de la SEP.
Preparados para ser iluminados, avanzamos en la lectura de este trascendental documento, cuyo primer párrafo dice:
«Nos enfrentamos a la necesidad de construir un México más libre, justo y próspero, que forma parte de un mundo cada vez más interconectado, complejo y desafiante. En ese contexto, la Reforma Educativa nos da la oportunidad de sentar las bases para que cada mexicana y mexicano, y por ende nuestra nación, alcancen su máximo potencial.»
Pero no nos dejemos sorprender. Lo primero que habría que puntualizar es que, como insistimos muchos maestros, no ha habido una Reforma educativa. Con un lenguaje orwelliano que invierte todo, a las contra-reformas el gobierno les llama «reformas» y al control administrativo y burocrático de los maestros lo nombra «educativo».
Si se examinan los documentos de esta contra-reforma (Ley General de Educación, Ley General del Servicio Profesional Docente y Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) toda la compleja cuestión de la educación se reduce a la promoción de la «evaluación» del llamado «desempeño docente», instituyendo un control administrativo sobre los trabajadores docentes. No por casualidad, en estos documentos nunca se habla de fines educativos, nuevas formas de promover aprendizajes, contenidos de enseñanza, reforma curricular, innovación pedagógica, etc. En realidad, como nos consta por casi 30 años de neoliberalismo en nuestro país, a los gobiernos neoliberales nunca les ha importado la educación pública. Es por eso que en estos últimos años hemos sufrido constantes recortes del presupuesto público para la educación así como el cumplimiento al pie de la letra de los lineamientos de los organismos financieros internacionales: no ampliar la oferta de educación superior, promover la educación técnica, imponer el absurdo de la prueba Enlace, instituir formas de «evaluación», etc.
Sin embargo, admitamos que, como dice el documento de la SEP, necesitamos construir «un México más libre, justo y próspero». Para ello no basta, por supuesto, con reformar a la educación. En todo caso, para ello requerimos de una profunda, radical y permanente revolución política, económica, cultural, social, educativa, del país. O, por lo menos, gobiernos que respeten el pacto político de la ya moribunda Constitución de 1917. Porque, recordemos, la SEP de este documento es parte del gobierno de Peña Nieto que no hace nada a favor de un México más libre, justo y próspero sino todo lo contrario.
Contra la libertad, este gobierno acosó y presionó para que saliera de la radio la más importante periodista del país, Carmen Aristegui, por denunciar el todavía escandaloso asunto de la Casa nada Blanca del presidente. Y no mencionemos los incontables casos de represión a la libertad de manifestarse contra medidas de este gobierno que ya tiene en su haber muchos muertos y desaparecidos.
Contra la prosperidad de la mayoría de mexicanos, este gobierno ha promovido políticas que han aumentado la pobreza, la exclusión y la desigualdad, eliminado además derechos laborales y sociales.
Contra la justicia, durante este gobierno hemos constatado la impune y reiterada violencia de Estado en Tlatlaya, durante la infausta Noche de Iguala y los 43 normalistas desaparecidos, y, más recientemente, en Nochixtlán. También hemos observado el derrumbe del Estado de Derecho en nuestro país y la impunidad imperante tanto de delincuentes como de funcionarios políticos.
En realidad, parece que este documento es el discurso de un gobierno cada vez más impugnado que torpemente trata de encubrir con una retórica falaz su práctica política. ¿Acaso no pretende sorprender este texto al lector con una supuesta preocupación por un México más libre, justo y próspero cuando el gobierno del que emana este documento se ha despreocupado por la libertad, la justicia y la prosperidad de la mayoría de mexicanos?
Pero esto apenas es el comienzo. Después de la retórica falaz anterior empiezan a mostrarse los dientes de la propuesta educativa. Así dice el segundo párrafo:
«El principal objetivo de la Reforma Educativa es que la Educación pública, Básica y Media Superior, además de ser laica y gratuita, sea de calidad e incluyente. Esto significa no sólo que el Estado debe garantizar el acceso a la escuela a todos los niños, niñas y jóvenes —independientemente de su entorno socioeconómico, origen étnico o género— sino que la educación que reciban les proporcione aprendizajes y conocimientos significativos, relevantes y útiles para la vida.»
Después cita, de manera parcial, lo que dice el Artículo Tercero Constitucional.
Pero queda claro que lo principal de la Reforma Educativa, antes incluso de lo que establece el Tercero Constitucional, es que la educación reformada «sea de calidad e incluyente» y proporcione «aprendizajes y conocimientos significativos, relevantes y útiles para la vida.» Los fines educativos se tornan ambiguos con los términos «calidad», «relevantes y útiles». Pero el mensaje es contundente: la educación debe ser útil para la vida, la vida dada; esa vida que, ni modo, tienen la mayoría de mexicanos en este sistema socio-económico. ¡Sorpresa! La educación debe ser útil, entonces, para el sistema social, económico y político imperante.
Según la SEP del gobierno de Peña Nieto, la educación que proporciona el Estado debe ser útil antes que integral y armónica, antes que gratuita y laica, antes que científica y en defensa de la independencia nacional, antes que democrática y para mejorar la convivencia… Útil para el sistema. Sorprendente, ¿no?
Pero este revelador texto que dice tanto por lo que afirma explícitamente como por lo que dice implícitamente, prosigue y sabe guardar silencio. Una vez que se fijó «el principal objetivo de la Reforma Educativa», se puede citar de manera ritual al Artículo 3″ Constitucional:
«El Artículo 3º de la Constitución establece que el sistema educativo debe desarrollar “armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.”
Nótese que no se dice nada sobre el caracter democrático de la educación, tal vez porque, como se menciona al pueblo, el gobierno de Peña Nieto y su SEP lo considera «populista». Ya sabemos que nuestro presidente arremete contra el populismo al menor pretexto, aunque algunos (como el propio presidente de Estados Unidos, Obama) le intentan clarificar el concepto. Así dice la parte no citada: el criterio que orientará la educación.
«SERA DEMOCRATICO, CONSIDERANDO A LA DEMOCRACIA NO SOLAMENTE COMO UNA ESTRUCTURA JURIDICA Y UN REGIMEN POLITICO, SINO COMO UN SISTEMA DE VIDA FUNDADO EN EL CONSTANTE MEJORAMIENTO ECONOMICO, SOCIAL Y CULTURAL DEL PUEBLO»
Quizás no fue citada esta parte porque la mal llamada Reforma Educativa y estos Fines de la educación contravienen flagrantemente el criterio democrático que debe orientar a la educación según la propia Contitución que todavía nos rige.
Y, aunque resulte increíble, de estos «principios» se dice que se derivan los trazos de «los mexicanos que queremos formar»:
«El propósito de la Educación Básica y Media Superior es contribuir a formar ciudadanos libres, participativos, responsables e informados, capaces de ejercer
y defender sus derechos, que participen activamente en la vida social, económica y política de México.»
¡Sorprendente! La SEP del gobierno de Peña Nieto, el que asaltó al poder presidencial comprando votos con las tarjetas de Soriana y manipulando las conciencias con la televisión incluso desde antes de que fuera candidato presidencial, dice que quiere formar «ciudadanos libres, participativos, responsables e informados». La SEP del gobierno del regreso del PRI a la presidencia, que reprime a sangre y fuego a los maestros que luchan por sus derechos laborales, afirma desear formar ciudadanos capaces de defender sus derechos (¿será para entrenar a la gendarmería nacional creada en este gobierno?). Supongo que lo de participar «activamente en la vida social, económica y política» se reduce a consumir, trabajar y votar aunque se repitan los fraudes electorales.
Después de toda esa mala retórica, por fin llegamos a la propuesta educativa de la SEP. En la segunda página del documento examinado, todo queda claro cuando se fijan los Logros Esperados (así, con mayúsculas) de cada nivel educativo.
«Con estos Logros Esperados, maestros, padres de familia, estudiantes, autoridades educativas y comunidad, así como la sociedad en general, contarán con una guía que permita orientar mejor sus esfuerzos para alcanzar los fines de la educación.»
Al final del nivel preescolar los Logros Esperados son que el niño:
«Expresa emociones, gustos e ideas en su lengua materna
Siente curiosidad por aprender sobre su entorno y comienza a desarrollar el pensamiento lógico y abstracto
Conoce las reglas básicas de convivencia y participa en actividades interactivas.
Tiene autoestima, controla sus movimientos en juegos y actividades físicas y desarrolla hábitos saludables.
Habla acerca de su familia, costumbres y tradiciones.
Usa el arte y el juego para expresar lo que siente.
Practica hábitos que benefician al medio ambiente como tirar la basura en su lugar.»
O sea, que el niño actúe como niño y crezca como niño. Pero el mérito de tales Logros Esperados no serían de la SEP ni de la Reforma Educativa sino de la familia, los juegos infantiles y las experiencias de la vida del propio niño. No se necesita escuela para ello. ¡Asombroso! En realidad, no hay sustancia educativa aquí, aunque nos quieran sorprender estableciendo como criterios siete ejes transversales (lenguaje y comunicación; pensamiento crítico; valores, convivencia y colaboración; desarrollo físico y emocional; México y el mundo; arte y cultura; medio ambiente) con los que se han borrado objetivos y contenidos disciplinarios.
Estos criterios para establecer los Logros Esperados se repiten en cada nivel. Veamos.
Al término de la primaria el niño:
«Comunica sentimientos, sucesos e ideas en su lengua materna y en español, tanto de forma oral como escrita; se comunica en inglés en actividades simples y cotidianas; usa las TIC para satisfacer su curiosidad y expresar ideas.
Observa, analiza y reflexiona con orden, cualitativa y cuantitativamente, acerca de
eventos del mundo natural y social.
Sabe que sus actos tienen consecuencias, respeta los valores y las reglas de su comunidad, y aporta sus habilidades al trabajo conjunto.
Identifica y autorregula sus emociones, hace ejercicio físico y cuida su salud.
Siente afecto y sentido depertenencia a su comunidad y a México.
Explora y disfruta el arte, y despliega su creatividad en alguna actividad que disfrute, como el canto, baile, teatro o dibujo.
Sabe de la importancia del medio ambiente y practica su cuidado, como, por ejemplo, no desperdiciar el agua y reciclar la basura.»
¿No les parece sorprendentemente pobres los Logros Esperados de la primaria?
¿Sólo se pretende que los niños se comuniquen en su lengua materna y medio en inglés, se enganchen a sus celulares o compus, observen y piensen, aprendan que sus actos tienen consecuencias, sigan las reglas, regulen sus emociones y se ejerciten, quieran a México (aunque su fulgor abstracto sea inasible), canten, bailen, dibujen, pero sin desperdiciar el agua y reciclar? Creo que para eso tampoco se necesita escuela. Los Logros Esperados al final de la secundaria son muy similares a los anteriores aunque se enfatiza una progresión en los ejes transversales que a veces parece absurda. Por ejemplo, según el documento, es hasta la secundaria cuando el niño formula preguntas e identifica problemas, pero no los resuelve porque eso lo hace hasta el final de la educación media superior ¿Qué pasará con los pequeños que son preguntones (casi todos) o los que sí resuelvan problemas en los ciclos anteriores?
¿Sabrá la actual SEP del gobierno de Peña Nieto la diferencia entre educación y educación formal escolarizada?
El ser humano no es un ser vivo programado instintivamente para ser humano sino que es un ser cultural que debe ser educado para que se vuelva humano de cierta manera, dependiendo del contexto histórico, social y cultural. La escuela es una estructura de acogida para tal efecto, pero no la única: la familia tambien lo es, como también los medios de comunicación de masas. Esas estructuras de acogida tienen como funciones empalabrar o brindar una lengua materna a los humanos -lo que permite comunicar y pensar de cierta manera-, que asuman sus roles y aprendan la moral y la estética establecida (costumbres, tradiciones, artes y cultura), que se sitúen en la historia (con pasado y futuro), con identidad y sentido. Con o sin escolaridad, la educación forma a los seres humanos, de modo que a partir de los dos años los niños están empalabrados, regulados por una moral (con normas y reglas heterónomas o preconvencionales), jugando y aprendiendo sus roles, etc. De hecho, niños, jóvenes y adultos aprenden sobre todo de lo que se modela socialmente, de lo que se exhibe públicamente, de las estupideces que se difunden en la tele e internet, de lo que dicen y hacen los políticos, como Aurelio Nuño mostrándose como un maestro represor e intolerante, dando sus lecciones de mando/obediencia ante la sociedad entera. Esa es la educación efectiva que ha promovido el Secretario de Educación Pública que muchos reprobamos.
¿Y los contenidos disciplinarios de una educación formal y escolarizada?
¿En realidad la SEP se propone eliminar los contenidos disciplinarios como las ciencias de la vida, la literatura, la historia, el aprender a sumar, restar, multiplicar, dividir, el conocer la historia del mundo y de México así como otras tantas cosas emocionantes (y tal vez no tan útiles, lo admito) por aprender, conocer, descubrir, discutir, experimentar, compartir?
Como esta postura me sorprendía, leí el «El modelo educativo 2016» de la SEP (¿alguien lo ha leído? También es un documento sorprendente que merece otra lectura atenta). Busqué en él lo que decía sobre los contenidos dusciplinarios y encontré esta sorprendente afirmación: «la función de la escuela ya no es enseñar a los niños y jóvenes lo que no saben».
-¿Por qué?
-Porque, dice el documento de la SEP, «las bases del conocimiento disciplinario (antes) eran relativamente reducidas y estables, mientras que en la actualidad el conocimiento aumenta y cambia a gran velocidad.»
O sea: los conocimientos disciplinarios cambian tan rápido que no vale la pena transmitirlos por lo que es necesario que los estudiantes aprendan a aprender.
Está bien que aprendan a aprender (yo estudié en el CCH y ese era un objetivo central en su proyecto educativo) y que se potencien el uso del lenguaje, el pensamiento crítico, el desarrollo moral y ético, la conciencia ecológica, incluso una alfabetización en TIC, etc., pero ¿sin darle importancia a los contenidos disciplinarios?
Como tal vez esto resulte demasiado sorprendente, citemos a la SEP. Primero, sobre los contenidos disciplinarios:
«La educación nunca ha sido una simple transmisión-adquisición de conocimientos, ya que involucra el cultivo de diversos tipos de inteligencia, del razonamiento lógico, el mundo de las emociones, el desarrollo del carácter, y de todas las facultades y dimensiones del educando. Desde luego, los contenidos que aporta el conocimiento organizado en disciplinas, que se ha inculcado desde el surgimiento del sistema educativo nacional, ha sido y será fundamental. Sin embargo, el desafío radica en que, hasta hace unas décadas, la plataforma global del conocimiento y las bases del conocimiento disciplinario eran relativamente reducidas y estables, mientras que en la actualidad el conocimiento aumenta y cambia a gran velocidad.»
Después hace una cita a José Brunner que revela una enorme confusión entre información y conocimientos (inadmisible en una SEP), según la cual el «conocimiento de base disciplinario» se duplica cada cinco años y en menos de cinco años, se duplicará cada 73 días. ¿En verdad la SEP cree que el conocimiento disciplinario -es decir, las matemáticas, las ciencias de la vida, la Historia, etc.-, cambia a tanta velocidad que no vale la pena transmitirlo?
Por eso, su sorprendente conclusión:
«Por ello, la función de la escuela ya no es enseñar a los niños y jóvenes lo que no saben, sino aquello que necesitan para aprender a aprender. Se requiere una formación que permita a las personas adaptarse a nuevas situaciones mediante un proceso de educación permanente, que les asegure apropiarse de conocimientos y competencias para desplegar su potencial a lo largo de la vida.»
Eso de pasar de lo estable (y sólido) a lo cambiante (y líquido) y de la obsolescencia de la información, pero ligándolo a la crisis de la educación, remite sin duda a Zigmunt Bauman y su crítica a la sociedad líquida. Muchos han leído la descripción crítica e irónica que hace Bauman de una tendencia cultural del mundo contemporáneo (la sociedad líquida) como si fuera algo bueno y una prescripción educativa. Algunos incluso han llegado a la conclusión de que es inútil educar con conocimientos disciplinarios pues se trata de ver a la educación como un proceso (y no como un producto) para toda la vida. Otros la han tomado como fundamento para una educación centrada en las nuevas Tecnologías de la Información. Parece que la SEP al fin se moderniza y quiere promover la educación líquida. ¡Sorprendente!
Pero Bauman está describiendo y criticando esa modernidad líquida cuyo sustento es el capitalismo, en su etapa neoliberal, que mercantiliza todo (incluso la educación) y promueve ya no una sociedad de consumo sino una vida de consumo con sujetos minimizados, educados en el consumo de mercancías volátiles y obsolescentes, sin memoria, paciencia, seguridad, proyectos de vida, relaciones humanas profundas y duraderas… Bauman habla del mercado de la información, donde el «conocimiento» se expone en forma de cascada de datos e informaciones que son fragmentarios e inconexos, de modo que cuando ésta crece y se distribuye más rápido, no se aprende nada. Por eso, afirma Bauman, la cultura líquida moderna no es una cultura del aprendizaje sino una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido. Según Bauman, “la educación es víctima de la modernidad líquida.”
No se trata, entonces, de asumir la cultura líquida, como parece hacerlo la SEP del gobierno de Peña Nieto (quien es, por cierto, un buen ejemplo del sujeto producido por la sociedad líquida), sino de combatirla dejando de confundir información con conocimientos y dejando de ver a la educación como mercancía obsolescente. Bauman señala que la educación «debería ser una acción continua de la vida y no dedicarse únicamente al fomento de las habilidades técnicas.» Pero lo fundamental para él es promover una sociedad democrática, no aborbida por la sociedad y la cultura líquida. Por eso dice Bauman: «Lo importante es formar ciudadanos que recuperen el espacio público de diálogo y sus derechos democráticos, para así ser capaces de controlar el futuro de su entorno y el suyo propio.»
Pero ya sabemos que los gobiernos neoliberales niegan la ciudadanía pues han secuestrado el espacio público (la cosa pública: la república), negando el diálogo con la sociedad así como sus derechos democraticos. La educación como proceso y para toda la vida tiene sentido en una sociedad verdaderamente democratica, más allá de la falsedad de la democracia representativa, como lo señala Cornelius Castoriadis:
«La importancia de la educación en una sociedad democrática es indiscutible. En un sentido, se puede decir que una sociedad democrática es una inmensa institución de educación y de autoeducación permanente de sus ciudadanos, y que no podría vivir sin eso. Porque una sociedad democrática, en tanto sociedad reflexiva, debe apelar constantemente a la actividad lúcida y a la opinión ilustrada de todos los ciudadanos. O sea. exactamente lo contrario de lo que sucede hoy, con el reinado de los políticos profesionales, de los «expertos» de los sondeos televisivos. Y no se trata, no esencialmente en todo caso, de la educación que da el «Ministerio de Educación». Ni tampoco de la idea de que con una enésima «reforma de la educación» nos acercaríamos a la democracia. La educación comienza con el nacimiento del individuo y acaba con su muerte. Tiene lugar en todas partes y siempre. Los muros de las ciudades, los libros, los espectáculos, los acontecimientos, educan -y hoy,
en lo esencial, «deseducan»- a los ciudadanos.»
Regresemos al documento de la SEP. ¿Realmente la SEP le da tanta importancia a las TIC?
En la última etapa, con los Logros Esperados al término de la educación media superior, se revelan otras sorpresas, entre ellas que con las TIC se pretende sustituir a los maestros. El documento de la SEP dice que al final de la educación media superior se plantea como Logro Esperado que el joven «utiliza las TIC para obtener, procesar, interpretar información y comunicar con eficacia.» O sea, que puede ser educado sin profesores, solo e individualmente, por las TIC.
¿Y la importante idea de aprender con, de y para los otros, pues somos intersubjetividad que puede llegar a ser comunidad educativa para potenciarnos? ¿Y el encuentro ético, el hacerse responsable del otro, que supone el verdadero acto educativo? ¿Y el papel del maestro que promueve procesos dialógicos y experiencias de enseñanza/aprendizaje, que es apoyo, modelo y guía, que da y se da, con tacto y amorosidad, en el encuentro educativo para suscitar la valoración y el amor al conocimiento así como el placer del aprender?
Por supuesto que educar, en la escuela y fuera de ella, es promover y apoyar la autonomía pero la escuela debe ademas fomentar el amor al saber y el goce del aprender. Para ello no basta fomentar ciertas capacidades y habilidades en el lenguaje, pensamientos, valores, etc., sino que requieren promoverlas aprendiendo contenidos disciplinarios que permiten ampliar y profundizar una conciencia del mundo, de la humanidad y de sí mismo. Con ella podemos situarnos histórica y socialmente, adquiriendo identidad así como capacidad de dar sentido y proyecto a la existencia.
Como se espera que el alumno utilice las TIC para educarse, tal vez por eso ya no necesitará educación superior. En todo caso, este pretencioso documento de la SEP no dice significativamente nada de la Educación Superior. De modo que la educación media superior se presenta implícitamente como terminal y no propedéutica para la educación superior. Así interpretamos este escandaloso silencio porque desde hace años los organismos financieros internacionales han ordenado a los gobiernos neoliberales desalentar este tipo de educación y los gobiernos mexicanos recientes han sido muy aplicados al respecto. O porque nuestros gobernentes puensan que las TIC pueden sustituirla…
Aunque he leído, reflexionado, citado y transcrito casi todo el documento de la SEP pretenciosamente titulado «Los fines de la educación en el siglo XXI», espero que muchos lo lean y se escandalicen por lo que dice y propone. Y entonces muchos más demandarán que Aurelio Nuño y su equipo salgan de la SEP. También demandaremos, como maestros y gente interesada en la educación escolarizada, que el viviente antimodelo educativo que es el presidente Peña Nieto deje la presidencia (muchísimos alumnos saben que nuestro presidente no lee y sospechan que no estudió para adquirir su título). Y quizás nos organizaremos para sacar a los neoliberales del poder. Entonces, entre todos y democráticamente, emprenderemos reformas educativas, políticas, económicas, culturales y sociales para instituir un México más libre e igualitario, justo y con Estado de derecho, próspero e independiente, ecologista y, sobre todo, auténticamente democrático.