Europa/ España/ 03.03.2020/ Fuente: www.expansion.com.
Ajeno al cambio de paradigma que significa el coronavirus Covid-19 para la economía global, el Gobierno socialcomunista impulsó ayer una de las leyes más ideologizantes de las pactadas por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para esta legislatura.
La octava reforma de la Ley de Educación en 40 años tiene como objetivo principal derogar la anterior norma aprobada por el Ejecutivo del PP siete años después de que entrara en vigor sólo por motivaciones partidistas. Un error que han cometido todos los ejecutivos que han sustituido a otro de distinto signo político y que está en la raíz de los déficits del sistema educativo que son retratados de forma periódica por las evaluaciones internacionales como el informe PISA.
Lejos de corregir las lagunas de la ley aún vigente, las agrava al rebajar la exigencia a los estudiantes, que podrán pasar de curso en Secundaria con más de dos asignaturas suspensas y obtener el título de Bachillerato con una materia pendiente. No parece la mejor forma de impulsar la cultura del esfuerzo ni la meritocracia.
También prueban el carácter ideológico de la reforma los ataques que contiene a la educación concentrada y privada pese a sus mejores resultados académicos, a la enseñanza de Religión al eliminar la asignatura alternativa, y a la autonomía de los centros al imponer la presencia de un representante municipal en sus consejos escolares.
La ley impulsada por la ministra Isabel Celaá también acaba con la posibilidad de evaluar a los alumnos de igual forma y sobre los mismos contenidos en toda España suprimiendo los itinerarios en Secundaria, y deja en manos de las comunidades autónomas con lenguas cooficiales la obligación de garantizar que los alumnos que lo soliciten reciban enseñanza en castellano, lo que supone una nueva cesión a los separatistas catalanes que sostienen al Ejecutivo.
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