Por: Miriam Grau
La amistad llevó a Miriam a la fotografía. Su interés comenzó como una forma de suprimir la distancia que le separaba de su mejor amigo: entre ambos compartían fotos de los lugares en los que vivían y así, además de sentirse más cercanos el uno del otro, se descubrían mutuamente el mundo.
Pero no fue hasta más tarde, hasta su viaje a Egipto, cuando empezó a descubrir en la fotografía algo más que un entretenimiento. Al preparar la maleta decidió llevarse una vieja cámara analógica de su abuelo. Desde entonces esa cámara, una Minolta analógica, que llevaba veinte años reposando en un cajón, la ha acompañado a todas partes. En palabras de Miriam, “nunca más esa cámara ha vuelto a su cajón. Es un regalo lleno de vida”. El 30 de marzo de 2018 nació su primera fotografía analógica. Desde aquella fecha que quedó grabada, juega con diferentes enfoques: paisajes, tejidos urbanos, retratos personales. La transparencia de lo íntimo y la libertad salvaje de la naturaleza son los principios que guían el interés de Miriam por la fotografía.
En este sentido tampoco se especializa en una técnica particular; sin más formación técnica que su entusiasmo fotográfico, ha ido aprendiendo a medida que era necesario: en la India cambió un carrete por primera vez. Eso sí, la fotografía no es para ella solo una afición, sino la forma que ha encontrado más útil de comunicación artística, afectiva y también política.
Las fotos que acompañan el texto, durante un viaje a China, muestran la sencillez de la vida cotidiana, la calidez del día a día. Una calidez que contrasta con el ritmo salvaje de las grandes ciudades. En una de las imágenes, un trabajador espera la llegada de clientes en una pequeña tienda improvisada sobre un camión. Otra de las fotos muestra los vaivenes en un mercado de alimentos de la ciudad. En este mismo mercado, una niña pequeña juega en el puesto que regentan sus padres. Un grupo de hombres se encuentran absortos por un juego de mesa tradicional, mientras un hombre navega solitario por un pequeño canal entre casas de madera destartaladas. El poder de compartir, por ejemplo, estas imágenes de paisajes lejanos es quizás la mayor fuerza que tiene la fotografía.
Mariña Testas
*Fuente: https://vientosur.info/la-fotografia-como-regalo-lleno-de-vida/