Liliana Maltz: “La educación sexual integral en las escuelas no debe entenderse como una bajada de línea”

Desde el año 2006 existe la Ley de Educación Sexual integral (ESI), que es un derecho de los chicos y chicas de todas las escuelas del país, privadas o estatales, religiosas o laicas, de nivel inicial, primario, secundario y educación superior. Desde entonces, en aquellas instituciones donde se logró aplicarla, emergieron infinidad de problemáticas silenciadas y desconocidas no sólo para los alumnos sino también para muchos docentes, que también tuvieron que indagarse primero: el cuidado del propio cuerpo, el fantasma del abuso, redescubrimiento del género con nuevas diversidades, desnaturalización de mucho de lo aprendido sobre sexualidad y estereotipos de géneros, entre otras temáticas.

“La ley se está cumpliendo de manera dispar: hay provincias que devolvieron los materiales porque no querían hacerla y otras que con sus resoluciones adhirieron –explica Liliana Maltz, licenciada en ciencias de la educación, psicóloga social y capacitadora docente de Educación Sexual Integral en Escuela de Maestros perteneciente al Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También añade con preocupación: “Se hicieron capacitaciones masivas al comienzo de la ley y ahora ya no están. Todo esto forma parte de una política pública y tiene que venir acompañada de presupuesto para que de verdad esto se transforme en hechos”.

-¿Cuáles son los principales reparos de los directores de escuelas, docentes y padres sobre la educación sexual?

-Hay un miedo fuerte y común de parte de los docentes en todos los niveles que es a la denuncia de la familia, de porqué hablaron de tal tema o debatieron alguna película. Es más el miedo a ser interpelados por las familias que a lo que puedan o no hacer en el aula, en términos didácticos. Hay grupos de padres que están acostumbrados a vivir la sexualidad desde lo “normal” y “anormal”, que tienen temor que la escuela transforme a sus hijos en trans u homosexuales. Como si hablar del tema transformara a los alumnos con una varita mágica en algo que no son. La escuela no impone ni adoctrina. La escuela alberga lo que ellos traen para poder generar situaciones en donde se sientan bien con sus cuerpos y puedan respetar al otro en sus diferencias. La ESI debe ser reflexión y apertura, nunca una bajada de línea.

-De algún modo la escuela nunca fue neutral, siempre tuvo alguna posición implícita o explícita sobre los temas de género…

-Totalmente. Es como pensar que cuando las nenas tenían un guardapolvo que se abotonaba atrás y dependía de otro para poder desabotonarlo, no moldeaba a un cuerpo dependiente. O los deportes preestablecidos que hacían los nenes y las nenas. O moldear los comportamientos permitidos para un género y para el otro. Siempre la escuela moldeó los cuerpos, no es que lo hizo a partir del 2006. Ahora se da libertad y se deconstruyen ideas que se tomaban como naturales.

-¿Se fueron naturalizando estereotipos de género a lo largo del tiempo?

-Exacto. Por ejemplo: ¿Qué determina que el rosa es de nena y el celeste de varón? ¿De dónde viene, quién lo define? ¿Los colores tienen sexo? Cuestiones que está muy bien preguntarse. ¿Porqué una nena no puede jugar con autitos si después va manejar, o un varón jugar con una muñeca y conectarse con la ternura? Es una oportunidad para revisar los modelos de femineidad y masculinidad. La deconstrucción de la masculinidad sobre el modelo de hombre “macho alfa”, el que no puede expresar sus sentimientos, que tiene que rendir a mil, como los pibes de 14 y 15 años que toman viagra para ser potentes…

-¿Hay muchos menos prejuicios entre los adolescentes para hablar de sexualidad en el aula?

Efectivamente. Cuando los alumnos perciben que hay un adulto docente responsable con interés de acompañarlos aparecen preguntas, dudas, miles de planteos, sienten que en la escuela pueden hablar de estas cosas. Hoy aparecen otras problemáticas sobre el amor como el amor más libre pero también situaciones de posesión o control del otro a través del celular, en las redes sociales, y no aparece visibilizada como una situación de violencia o acoso pero la ESI tiene la posibilidad de repensar todo esto. ¿Qué hace que lo sienta al otro como propiedad, en términos de mercado? Lo que la escuela puede ver son cuestiones de cuidado sobre lo que se sube en las redes, el sexting o grooming, ligados a la ESI.

-De la virtualidad a la realidad en la escuela…

-La escuela es uno de los pocos lugares donde los cuerpos reales están en el espacio real, en un tiempo real diario, y esto genera nuevos conflictos de convivencia: “me tocaste”, “me miraste mal”. En la virtualidad se enojan con alguien y te eliminan de los contactos. En la escuela si se molestan con alguien que está al lado tienen que reaprender en la tolerancia y se generan nuevas problemáticas.

-¿Cómo se traslada lo que se debate en el aula a la familia del alumno, para que no se sienta amenazada?

-Hay familias que agradecen y dicen haber aprendido más de su hijo o hija, a escucharlo, a hacerse preguntas. Están las otras que se escandalizan y van a la escuela como enojadas pero uno trabaja empáticamente entendiendo que detrás de eso hay miedo, angustia y se les explica tantas veces como sea necesario. Hay familias que quizá estaban acostumbradas a poner límites pegando pero a partir del jardín, que se trabaja el valor del propio cuerpo y que nada se resuelve a los golpes, cambian sus posturas. Son muchas más las familias que se suman como aliadas y agradecen, sorprendiéndose favorablemente de lo que ven de sus hijos que las que se enojan, que quizá se ve mediáticamente porque eso vende más.

Señas particulares

Liliana Maltz es Licenciada en Ciencias de la Educación de la UBA, psicóloga social de la Escuela de Psicología Social “Pichón Rivière” y especialista en “Gestión y conducción del sistema educativo y sus instituciones” (Flacso). Capacitadora docente de Educación Sexual Integral en el Ministerio de Educación de la Ciudad, es autora del libro “Educación Sexual Integral. Una oportunidad para la ternura”. Fue coordinadora del área en el Programa Nacional de Desarrollo Infantil “Primeros Años” dependiente de Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales y de los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Justicia y Derechos Humanos.

Funte: https://www.clarin.com/opinion/liliana-maltz-educacion-sexual-integral-escuelas-debe-entenderse-bajada-linea_0_J0u3Y3ZcW.html
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La Revolución de Octubre cien años después

Por: Samir Amin 

Introducción a La Revolución de Octubre cien años después

Las grandes revoluciones hacen la historia; las resistencias conservadoras y las contrarrevoluciones no hacen más que retrasar su curso. La revolución francesa inventó la política y la democracia modernas; la revolución rusa abrió el camino a la transición socialista; la revolución china asoció la emancipación de los pueblos oprimidos por el imperialismo a su implicación en la vía del socialismo.

Estas revoluciones son grandes, precisamente porque son portadoras de proyectos que están muy por delante de las exigencias inmediatas de su tiempo. Y es por ello que chocan, en su progresión, con las resistencias del presente que están en el origen de los retrocesos, de los termidor y de las restauraciones. Las ambiciones de las grandes revoluciones, expresadas en las fórmulas de la revolución francesa (liber tad, igualdad, fraternidad), de la revolución de Octubre (proletarios de todo el mundo, ¡uníos!), y del maoísmo (proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, ¡uníos!) no encuentran su traducción en la realidad inmediata. Pero siguen siendo los faros que iluminan los combates siempre inacabados de los pueblos por su realización. Es, pues, imposible comprender el mundo contemporáneo haciendo abstracción de las grandes revoluciones.

Conmemorar estas revoluciones equivale, por tanto, a tomar la medida de sus ambiciones (la utopía de hoy será la realidad de maña – na) y al mismo tiempo comprender los motivos de sus retrocesos provisionales. Los espíritus conservadores y reaccionarios se niegan a hacerlo. Quieren hacer creer que las grandes revoluciones no han sido más que accidentes desafortunados, que los pueblos que las han hecho, llevados por su entusiasmo engañoso, se han metido en un callejón sin salida y a contracorriente del curso normal de la historia. Estos pueblos han de ser castigados por los errores criminales de su pasado. Los espíritus conservadores no creen que sea posible ni desea – ble la emancipación de la humanidad y la abolición de las desigualda – des. La desigualdad de los individuos y de los pueblos, la ex plotación del trabajo y la alienación son para ellos exigencias eternas.

Ya con ocasión del bicentenario de la Revolución Francesa pudimos ver cómo el coro mediático que está al servicio de los poderes reaccionarios desplegaba todos los medios a su alcance para denigrar a dicha revolución. Financiada por las instituciones académicas (ellas mismas inspiradas por los servicios de la CIA de Estados Unidos), la campaña en la que destacó entre otros François Furet reveló los objetivos reales de la estrategia contrarrevolucionaria. Este año, el mismo coro mediático ha puesto en marcha todos los medios de que dispone para vilipendiar a la revolución de Octubre. Los herederos del comunismo de la Tercera Internacional han sido invitados a lamentar los errores de sus convicciones revolucionarias de antaño. En Europa serán muchos los que lo harán.

Las grandes revoluciones constituyen la excepción en la historia y no la regla general. Y la predisposición de los pueblos concernidos a la radicalización de su imaginario del porvenir exige a su vez el examen de su historia particular en la larga duración. Mathiez, Soboul, Michelet, Hobsbawm y otros lo han hecho en el caso de la Revolución Francesa, y Mao en el de la vía china. Mi libro Rusia en la larga duración (2016) propone una lectura análoga respecto a 1917. La medida del alcance universal de las grandes revoluciones no excluye el examen de las condiciones históricas concretas propias de los pueblos concernidos; al contrario, combina el análisis de las mismas.

El primer capítulo de este libro pone el acento en las consecuencias dramáticas del aislamiento de Octubre. El siguiente capítulo (“Revoluciones y contrarrevoluciones de 1917 a 2017”) propone una lectu ra de la formación de las sociedades del centro imperialista contemporáneo susceptible de explicar la adhesión de los pueblos concer – nidos a la ideología del orden conservador, el mayor obstáculo al despliegue del imaginario revolucionario creativo. El tercer capítulo invita a hacer una distinción entre la lectura de El Capital de Marx y la de las realidades históricas constituidas por las naciones del capitalismo moderno. La primera de dichas lecturas proporciona la clave que permite comprender el capitalismo y tomar la medida de la ruptura que representa por oposición a todas las sociedades anteriores. La segunda permite precisamente situar en la larga duración a estas formaciones diversas del mundo contemporáneo y medir de este modo sus capacidades desiguales para avanzar por la larga ruta del socialismo. El cuarto capítulo prolonga el análisis de Mao relativo a las perspectivas propias de las regiones periféricas del sistema mundial. Sugiere a tal efecto una estrategia de etapas que asocia la liberación nacional a los avances posibles en el ámbito de los proyectos nacionales soberanos y populares.

Propongo conmemorar de este modo la Revolución de Octubre del 17, situando el acontecimiento en un marco actual, que solo es el del triunfo de la contrarrevolución “liberal” en apariencia, dado que dicho sistema ha entrado ya en buena medida en la ruta de su descom – posición caótica, abriendo el camino a la cristalización posible de una nueva situación revolucionaria.

Fuente: http://tienda.elviejotopo.com/home/1405-la-revolucion-de-octubre-cien-anos-despues-9788416995271.html

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