Por: El país.
¿Es miembro de la comunidad educativa? Participe y responda a la pregunta que esta semana plantea el Foro de Educación de EL PAÍS
España es uno de los países de la OCDE donde el profesorado es menos evaluado. Los partidarios de introducir un sistema de evaluación consideran que la rendición de cuentas mejoraría la calidad educativa. Un sector de los docentes advierte, por su parte, que ya soportan una gran carga burocrática, que un control de este tipo podría aumentar. Y de aplicarlo, ¿cómo debería hacerse? ¿Deben vincularse los resultados a un incentivo salarial? ¿Qué organismo debería encargarse de hacerla? ¿Deberían participar los alumnos en la evaluación?
¿Es miembro de la comunidad educativa? Participe en el Foro de Educación de EL PAÍS respondiendo a la pregunta de esta semana: ¿Hay que evaluar a los profesores? Publicaremos aquí una selección de las respuestas.
¿Estamos preparados?
Antes de responder a si hay que evaluar a los docentes, creemos que hay que dar un paso atrás y preguntarnos qué debemos evaluar, o lo que es lo mismo, qué características tiene un buen profesor. ¿Es aquel que es efectivo en sus clases y genera aprendizaje significativo en sus alumnos? ¿El que colabora con sus compañeros de claustro? ¿El que se implica en el centro y trabaja con las familias? ¿El que es capaz de movilizar todos los recursos a su alcance para proporcionar un apoyo integral a sus alumnos, trabajando y colaborando con la comunidad? En nuestra opinión, la respuesta a todas estas preguntas es que sí, pero… ¿está la comunidad educativa de acuerdo en esto? Y más importante todavía, ¿las estructuras del sistema educativo permitirían a los docentes acercarse a dicho modelo?
Pero, en caso de que tuviéramos claro el modelo profesional docente, ¿estaríamos preparados para evaluarlo? Seguimos anclados en la falsa creencia de que evaluación es lo mismo que calificación y perdemos de vista que la evaluación es una herramienta de aprendizaje. Por tanto, es fundamental que toda la comunidad educativa comparta que la evaluación es una herramienta que permite la reflexión sobre la propia práctica, potenciando el desarrollo profesional y, por ende, el aprendizaje de los alumnos, objetivo principal de todos los docentes.
Cambiar esta cultura no es tarea sencilla y no ocurrirá por ciencia infusa, pero sí mediante el pilotaje y divulgación de experiencias enriquecedoras de aprendizaje docente basadas en rutinas de evaluación que puedan escalarse a todo el sistema. Nuestra propia experiencia nos dice que sólo con este ejercicio estaremos logrando un cambio cultural en torno a la evaluación y avanzando hacia una educación de calidad que mejore el aprendizaje de todos los estudiantes.
«Me sorprende lo poco que las direcciones saben cómo enseñan sus profesores en España»
Soy inglesa, y he notado la gran diferencia entre Inglaterra y España en cuanto al tema de evaluación del profesorado. En Inglaterra los evaluamos demasiado, con mucho papeleo, y se evalúan las cosas que son fáciles de evaluar, y no las cosas más importantes. Sin embargo, en España me sorprende cómo los otros profesores y aun la dirección no saben cómo enseñan sus colegas, cuando con un poco de buena evaluación podrían saber cómo mejorar, y hacer unos pequeños cambios para enseñar mucho mejor. Con las plazas definitivas y ningún tipo de evaluación, hay profesores que ya no se esfuerzan, y no enseñan bien. Pero la evaluación debe diseñarse para ayudar a los colegas, no para pillarlos.
KIRA BROWNE | Auxiliar de conversación, Castellón.
La evaluación es clave para la mejora educativa
Si queremos ofrecer la mejor educación a los alumnos, la clave es tener buenos profesores: profesores que inspiran, despiertan sueños, abren caminos y hacen crecer… además de desempeñar toda la envergadura de tareas y responsabilidades que también asumen. Para desarrollar las competencias docentes que requiere el panorama educativo, es imprescindible no solo poner en práctica modelos de formación permanente basados en competencias, sino además complementarlos con un eficaz acompañamiento y evaluación de la práctica docente. Pero no de cualquier manera.
Entendemos que el proceso de evaluación del desempeño docente que se establezca, tanto de cada profesor como de los equipos de trabajo, ha de dejar claro: para qué se evalúa (como sistema que ayuda a la reflexión sobre la práctica educativa, no solo como control jerárquico, ni instrumento sancionador, o para establecer un ranking entre profesores); qué se evalúa (el desempeño docente para mejorar en clave de proceso, no solo de resultados, con indicadores y evidencias de cómo se trabaja el currículo, la gestión de aula, la evaluación de los alumnos, el clima emocional de las clases…); cómo se evalúa (con instrumentos objetivos y variados que incluyan protocolos de observación de clases, mentorización, coaching, porfolios, entrevistas, encuestas, hermanamientos…).
Las consecuencias del proceso en la carrera profesional de los docentes también han de estar definidas previamente, sobre todo si se considera incluir alicientes económicos y profesionales para los profesores evaluados positivamente. Animamos a los responsables políticos, sociales y sindicales, así como al conjunto de la comunidad educativa, a alcanzar un acuerdo sobre esta materia y así contribuir a mejorar la calidad de la educación, a consolidar el compromiso profesional de los docentes y a incrementar su reconocimiento social.
IRENE ARRIMADAS | Directora de Innovación Pedagógica en Escuelas Católicas
«Hay que evaluar respetando la diversidad del profesorado»
En mi opinión, por supuesto que hay que evaluar a los profesores. Respecto al cómo hacerlo, tengo dudas, pero hay algunos puntos que sí considero imprescindibles. Entre ellos que el organismo encargado de su diseño ha de ser la Inspección de Educación, y la elaboración ha de realizarse por los verdaderos expertos en el tema: los profesores, o en su caso, inspectores o miembros de la comunidad educativa con varios años de aula a sus espaldas. Por supuesto, abiertos a consideraciones y consejos de otros gremios como la Psicología, Pedagogía, etcétera, pero el timón del barco y la toma final de decisiones han de ser competencia de los expertos antes mencionados.
Y ha de tratarse al profesor con el respeto que merece su puesto. Es decir, igual que tanto se repite que hay que atender a la diversidad del alumnado (cosa con la que estoy de acuerdo), lo mismo debe ocurrir con la diversidad del profesorado. Por ejemplo, si un profesor «A» ofrece su mayor calidad de enseñanza utilizando la tecnología en el 80% de sus clases, ha de respetarse de la misma manera que al profesor «B», que demuestra que dicha calidad la alcanza si invierte ese 80% en la exposición oral y la pizarra.
Ha de focalizarse en la labor que pienso que es la que un profesor ha de desempeñar: la transmisión de conocimientos. La intervención de los alumnos en la evaluación, no la termino de ver. Una cosa es que el profesor les pase evaluaciones para que él mismo saque conclusiones sobre cómo puede mejorar el desempeño de su tarea. Eso es sano y recomendable. Pero para un adolescente, los criterios por los que un profesor es bueno o malo, son bastante personales y en muchos casos viscerales.
PEDRO JOSÉ MARTÍNEZ FAJARDO | Profesor de Secundaria, Murcia.
«¿Por qué no se habla constantemente de evaluar a los médicos, jueces y guardias?»
Somos profesionales como cualquier otro gremio. ¿Se habla constantemente de evaluar a los médicos, los guardias municipales o los jueces? Claro que cometemos errores, y hay malos profesores. Posiblemente, los malos obtendrían muy buena nota en la evaluación.
CATALINA ROIG TUR | Profesora de Secundaria, Ibiza.
«La calidad con la que el profesorado hace su labor no tiene consecuencias»
Es de las pocas áreas en que la labor del profesional no tiene consecuencias, sobre todo en la enseñanza pública. Motivo: el cliente (niño) no sabe ni es capaz de exigir. Hasta ahora, cuando los resultados son malos los alumnos son los culpables. Si algunas familias hablamos con la dirección del centro sobre como enseña algún profesor, se escudan en la libertad de cátedra. Otro problema es que Inspección educativa no inspecciona, sino que responden a sucesos que a través de denuncias han aflorado, pero no tiene iniciativa propia, es un órgano de despacho. De igual manera, los compañeros con gran dedicación y profesionalidad no ven reconocida su labor por la sociedad. Se les da el mismo valor que al resto, se valora en conjunto, mal. Así no se motiva, más bien se desmotiva al conjunto.
CELESTINO SALINAS DACAL | Padre, A Coruña.
«Hay que hacerlo; el problema es decidir qué está bien y mal en la docencia»
Creo que una evaluación puede ser positiva en todos los trabajos, no solo para los docentes, porque a veces nos acomodamos y no viene mal una llamada de atención, el punto de vista de otros compañeros o una crítica constructiva desde fuera. A nadie le gusta que le evalúen, tal y como está concebido. Las connotaciones de la palabra «evaluación» son muchas y todas negativas. Aunque sea un eufemismo, podría ser mejor hablar de observación entre docentes o de retroalimentación, por ejemplo. Proponer hablar de observación y de retroalimentación no implica una falta de sistematización. Aunque ahí radicaría el mayor de los problemas: ¿Qué es lo que está bien en la docencia y qué es lo que está mal? ¿Quién lo decide? ¿Qué hay que evaluar y cómo?
No hay recetas educativas milagrosas para todos los profesores ni para todos los estudiantes. Preparar una rúbrica o un cuestionario que pueda servir de apoyo al conjunto del cuerpo docente no es labor sencilla cuando no nos ponemos de acuerdo ni tan siquiera en cómo debe ser la educación, vilipendiándonos constantemente unos a otros en redes. Pero algo hay que hacer, todos tenemos la amarga experiencia de profesores que han hecho de sus aulas su cortijo particular en el que se creen amos y señores. Ahí es difícil que la buena onda de la observación y una suave retroalimentación puedan tener algún tipo de efecto.
INGRID MOSQUERA GENDE | Profesora de Didáctica. Universidad Internacional de La Rioja
«Evaluar al profesorado es otro paso hacia el pensamiento único»
¿Evaluar qué, exactamente? La «productividad», entendida como grado de satisfacción del «cliente» (padres) o como nivel alcanzado por el «producto» (alumnado). La lógica del pensamiento liberal-capitalista aplicada a la enseñanza se materializa, en los países del sur de Europa, en rankings que miden «resultados» (¿a quién le importa el proceso, ya?), en la doctrina de la «excelencia» empresarial aplicada a contextos educativos y en una burocratización llevada al paroxismo como norma general. Evaluar al profesorado es, sencillamente, otro paso más hacia la afirmación del pensamiento único.
SERGIO BARCELLONA | Docente
«Trabajo en el extranjero y soy evaluada dos veces al año»
Todos los profesores deben ser evaluados de manera permanente o caemos en la rutina, y la excelencia se pierde o diluye en el tiempo. Donde yo trabajo soy observada dos veces al año (una por mi director y otra por un colega). Además, en septiembre hemos de presentar una cosa nueva a añadir (no tiene que ser contenido, puede ser el método, a un grupo o varios —yo este año voy a incluir una clase de Tai-Chi—), que es revisable en febrero y en junio.
BEATRIZ MAGRO LUCAS | Profesora de español en el extranjero, Roma.
«Sí hace falta; parte de nuestros colegas no tiene las aptitudes necesarias para el trabajo»
La importancia de nuestra labor en la sociedad bien merece una evaluación de quien la desempeña. Todas y todos los que formamos parte de este colectivo sabemos muy bien que parte de nuestros y nuestras colegas están atendiendo al alumnado sin tener las aptitudes que se requieren para un trabajo de tamaña responsabilidad. Tal y como exigimos mejoras para nuestro colectivo y para nuestro alumnado, no podemos dejar de exigírnoslas a nosotros mismos. Recibiría con gusto esa evaluación, siempre hecha con sentido y con el apoyo que tendría que llegar después. Creo que saldrían a la luz muchas de las carencias de nuestro sistema educativo.
ESTEFANÍA LAMAS | Maestra, Santiago de Compostela.
«No; primero deberían formarnos mejor»
No. Primero deberían ofrecer cursos de formación gratuitos y dentro del horario lectivo de todo lo que se dice que debe saber hacer un profesor: Word, Excel, PowerPoint, Powtoon, Kubbu, Kahoot, detección de la dislexia, disgrafía y discalculia, mediación, evaluar por competencias, programar por competencias, gestión del aula con alumnos con necesidades especiales, gestión del aula con alumnos disruptivos, Google Classroom, Moodle, cómo gestionar la tutoría, actividades para hacer en la tutoría en cada curso… Yo hice el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica) en el 98. Nadie me enseñó todo eso y nunca di informática durante la carrera ni en la escuela. ¿Cuándo debería haber aprendido a hacer todo eso? Lo he hecho, claro, gastando un montón de dinero e invirtiendo tiempo, mucho, mucho tiempo cuando ya ejercía. Y me queda mucho por aprender, la lista está incompleta.
NOEMI ARNAU | Profesora, Barcelona.
«La evaluación la deben hacer docentes con experiencia»
Se debe evaluar a los docentes. Debe existir una rúbrica clara. Lo deben hacer docentes con experiencia y con años de implicación en proyectos, en innovación y en re ovación educativa. Una evaluación debe ser vista como una oportunidad para mejorar, para guiar a los profesores nuevos y para conducir a los que no sean nuevos. Los evaluadores deben dejar clara su tarea. Nunca se debe ver como una amenaza. Pero si se desoye los consejos, entonces deberá hacerse un seguimiento más serio del profesor. Si se ve una trayectoria exitosa, se le debe recompensar de alguna forma.
VALENTÍN VELASCO GEMIO | Profesor de Secundaria, Badajoz
«Las buenas prácticas deberían premiarse con una subida salarial»
Los maestros y profesores sí deberían ser evaluados con el fin de mejorar la calidad educativa. Se podría incentivar a aquellos que trabajen bien mediante una subida salarial. Mientras, los que presenten una práctica profesional deficiente, deberían tener de nuevo un año de prácticas o mayor número de evaluaciones. Asimismo, creo que la evaluación debería ser llevada a cabo por personal externo a cada centro. No obstante, la evaluación debería realizarse como ayuda hacia el docente y, por lo tanto, los alumnos. El fin no debe ser la búsqueda de errores sin más.
SANDRA RUIZ TORRECILLAS | Maestra.
«La evaluación debe ser habitual y servir al profesor para mejorar»
Sí, hay que evaluar a los docentes con el principal objetivo de ayudarles a crecer y asegurar consistencia en las prácticas llevadas a cabo en el centro educativo a lo largo de todos los niveles. También es necesario analizar los datos obtenidos por cursos y a escala de toda la escuela para hallar las fortalezas del centro y las áreas de mejora. En ningún caso debería utilizarse para que los docentes se sientan amenazados por la presencia de un superior en las aulas, sino que debería ser una práctica habitual y algo que celebrar, porque ayuda a crecer al profesorado, al centro y a los estudiantes que, en definitiva, son los principales beneficiarios.
HÉCTOR VALENCIA | Maestro, Lexington, Kentucky (EE UU).
«La evaluación por parte de los alumnos puede ser un problema»
La evaluación al profesorado es una herramienta muy útil para mejorar la calidad de la enseñanza. El problema está en cómo se realiza, ya que la única herramienta que se utiliza es la calificación unilateral del alumnado. Este poder otorgado a los estudiantes no sólo no es suficiente para saber si un profesor es adecuado o no, sino que puede generar en el docente, sobre todo de la enseñanza privada al tener un puesto de trabajo del que puede ser cesado, temor a confrontar al alumno con sus deberes. Evaluación sí, pero con criterios objetivos.
JOSÉ MARIA URETA | Profesor, Madrid.
«¿Evaluación?, sí, pero también a la gestión de las escuelas»
Toda evaluación es buena cuando está bien planificada, es transparente y realista pues muchas veces, aunque la intención es buena, las evaluaciones no son bienvenidas a menos que impliquen un sustantivo reconocimiento de su desempeño por lo cual es motivador participar. No es una exageración cuando mencionamos que los maestros están infravalorados en la sociedad y son víctimas potenciales del burnout [síndrome del trabajador quemado] por la labor que realizan. Atender las causas de este peligro implica evaluar también el sistema y la gerencia de las escuelas que tienen la facultad de organizar y exigir con sabiduría mayor calidad. Para ello hay que dar mayor confianza a la labor del maestro, permitirle ejercer su creatividad y no abrumarlo con documentos burocráticos y no funcionales. Premiar la innovación, permitir el descanso en espacios apropiados, promover sus capacidades con cursos elegidos por los maestros según su necesidad y no imponer las que otros consideren apropiadas. Todo esto beneficiaria sobre todo al estudiante.
No solo una evaluación al docente es necesaria evaluemos las gestiones de las escuelas, evaluemos el mismo sistema educativo que cada año nos sorprende con novedades que parecen lo mismo pero con otros nombres. Examen, sí. Pero reglas claras, exigencias realistas, honestidad, gente profesional que las aplique, transparencia y premios más que castigos.
SUSANA TERRAZAS | Profesora, Lima.
«¿A qué tienen miedo?»
La evaluación es santísima. A nosotros nos evalúan los alumnos cada año como docentes. Como investigadores, estamos continuamente evaluados. Y esto te ayuda a mejorar. Lo que no se evalúa se devalúa. ¿A qué tienen miedo?
CARLOS MARCELO | Profesor de universidad, Sevilla.
«Nos quitaría tiempo para hacer nuestro trabajo»
«Nos obligaría a estar más dedicados a superar esas evaluaciones (sea lo que fuere lo que estás nos exigieran) que a nuestro trabajo: contenidos de diferentes materias y niveles, procedimientos, TIC, legislación, innovación, resultadismo… La evaluación distorsionaría todo. Si se quiere mejorar el sistema educativo es simple: más dinero, menos ratio, menos horas lectivas, más consideración a nuestro trabajo, más respeto, centros menos obsoletos y viejos, dotación de instalaciones deportivas e informáticas, menos cambios de leyes educativas, más confianza y más atención a todos aquellos profesores y profesoras que no están en condiciones de estar trabajando por salud mental u otras circunstancias (que se dan más de lo que nos pensamos).
MARÍA ÁNGELES SÁNCHEZ SUÁREZ | Profesora, Melilla.
«Es imprescindible para establecer un sistema retributivo basado en incentivos»
Si no se realizan evaluaciones, ¿cómo determinar el desempeño de los profesores? La evaluación es imprescindible para implementar mejoras y establecer un sistema retributivo basado en incentivos.
DIEGO FERREÑO | Profesor de universidad, Santander
Fuente del artículo: https://elpais.com/sociedad/2019/10/06/actualidad/1570387662_005104.html