América del Norte/México/Fuente: http://www.excelsior.com.mx/
Por: Ivonne Meglar.
La Reforma Educativa ha sido víctima de los grupos radicales que se le cuelgan a la CNTE, de la mala comunicación gubernamental y de la falta de consensos que la SEP debió construir desde hace tres años con el magisterio.
Por supuesto que el problema está en las acciones desestabilizadoras de la CNTE en Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán. Y en la resistencia de los profesores al condicionamiento de la permanencia, supeditada a una evaluación aprobatoria.
Pero en los últimos días el estancamiento en el diseño de una salida de largo plazo al conflicto se debe a esa soterrada disputa entre las secretarías de Gobernación de Miguel Ángel Osorio Chong y la de Educación Pública de Aurelio Nuño.
El tema escaló esta semana al grado de alimentar la rumorología de que ya estaban listos en Los Pinos los cambios del gabinete, a fin de remover al titular de la Segob, entre una decena de enroques y designaciones.
Al margen del juego de pronósticos siempre azuzados por el propio poder y de la viabilidad de los mismos, lo evidente es que el asunto magisterial quedó en medio de los dos secretarios.
Y es que una vez que la promesa de mano dura de Nuño se tradujo en protestas, éstas fueron a parar a las oficinas de Osorio Chong, en demanda de interlocución.
En un principio, después de los acontecimientos de sangre en Nochixtlán, ambos parecían muy conformes con sus respectivas tareas.
En la SEP se continuaría con la puesta en marcha de la reforma y, si acaso, se dialogaría con el SNTE, organización que optó por el bajo perfil desde el encarcelamiento de su lideresa en febrero de 2013. Mientras que en Bucareli se retomarían las mesas de supuesto diálogo que se instalaron desde que se confeccionaba el cambio constitucional, a principios de sexenio.
Ambos secretarios alimentaron una falacia: en la Segob sólo se tratarían los aspectos “políticos”. Eso significa, se dijo, que Osorio Chong únicamente buscaría el levantamiento de los bloqueos.
El punto es que cualquier acuerdo para que los maestros regresaran a clases se topó con la demanda de reformar la Reforma Educativa. Y como el titular de Gobernación carecía de atribuciones para negociar ajustes administrativos o legislativos, los líderes de la CNTE abandonaron Bucareli.
En el absurdo de una adelantada sucesión, en la que la mayoría de los secretarios se consideran presidenciables, los adversarios internos del titular de Gobernación concluyeron que había perdido la batalla magisterial cuando Enrique Peñacondicionó el diálogo al regreso de la disidencia a las aulas.
Pero no sólo en la SEP habrían festejado este “descontón” del jefe hacia el hombre que puntea en las encuestas como prospecto priista hacia 2018. El Chino, como le llaman en el argot político, también compite con el grupo que comanda Luis Videgaray, titular de Hacienda, y al cual pertenece de manera destacada el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade. Cierto: estas rivalidades, constantes en la historia del poder, resultan anecdóticas y frívolas frente a más de un millón de niños que siguen sin acudir a la escuela porque sus docentes están en paro.
Y sin embargo, esta versión peñista de secretarios enfrentados —como sucedió conLuis Donaldo Colosio y Manuel Camacho; Felipe Calderón y Santiago Creel;Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero— es la que retrata la disyuntiva del gobierno: ceder o no ceder.
Porque más allá de ambiciones personales, lo evidente es que la Reforma Educativa no tiene futuro tal y como está. Y el gobierno lo sabe, al igual que los especialistas, las autoridades estatales y los legisladores. La duda radica en la gradualidad de los ajustes: que sí constitucionales, o sólo en las leyes secundarias o apenas en los procedimientos.
Y en los hechos ha comenzado la flexibilización de la reforma. Por eso entre CNTE y PRD se arman iniciativas que podrían legislar su gradualidad y crear un sistema de evaluación ya no centrado en los profesores ni en el castigo del despido.
Así que más temprano que tarde vendrá la rectificación parlamentaria que incluiría la medición del desempeño de las autoridades educativas y la mejoría de la infraestructura escolar.
En la práctica, esa flexibilización comenzó este jueves, en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), donde se anunció que en 2016 será voluntario que los profesores se sometan al examen correspondiente. Y que en las zonas indígenas su aplicación se pospone para 2018.
Esa suspensión de la reforma porque eso es se hizo con el visto bueno de la SEP. Pero su titular prefirió seguir con el guión de las declaraciones de la mano dura. En vez de asumir que se había cedido a favor de la viabilidad del cambio posible y atestiguar el anuncio de la presidenta del INEE, Sylvia Schmelkes, el secretario Nuño se reunió con los diputados del PVEM y viajó a Ecatepec, donde le armaron una ruidosa rechifla.
Como si ceder a los ajustes fuera sinónimo de triunfo la Segob y la pureza del cambio significara el éxito de la SEP, la inevitable rectificación se encuentra en el limbo.
Toca al presidente Enrique Peña decidir en los próximos cinco días si llega al Cuarto Informe de Gobierno con una puerta de salida para la reforma primogénita del Pacto por México. O la deja como rehén de 2018, atrapada en la incierta sucesión de su silla.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/ivonne-melgar/2016/08/27/1113446
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