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Argentina: Polémica: la viceministra de Educación dijo que los exámenes son instrumentos de control

Redacción: Diario de Cuyo

Adriana Puiggrós cuestionó las pruebas a las que son sometidos los alumnos y explicó cuáles serán las nuevas prioridades en las escuelas.

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Carles Monereo: “ Toda innovación educativa debería iniciarse con un cambio significativo de la evaluación ”

El Catedrático de Psicología de la Universitat Autònoma de Barcelona explica la importancia de la evaluación en el aprendizaje de alumnado y profesorado, y opina sobre qué debería cambiar para mejorar la selectividad

Carles Monereo Font (1957, Barcelona) es Catedrático de Psicología del departamento de Psicología Básica, Evolutiva y de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y Profesor Visitante de la Oxford Brooks University (UK). Dirige el grupo de investigación reconocido Seminario de Investigación interuniversitaria de estrategias de enseñanza-aprendizaje (SINTE) y es presidente de la 11th International Conference of Dialogical Self. Ha publicado más de 200 textos sobre Psicología de la Educación en revistas y libros nacionales e internacionales. Es consultor de universidades nacionales e internacionales, instituciones educativas y administraciones públicas y organismos internacionales. Recientemente, ha participado en el Anuario de la Fundación Jaume Bofill con un artículo titulado «Del aprender para ser evaluado a la evaluación para aprender: perspectivas y prospectivas».

¿Por qué es importante evaluar al alumnado de manera adecuada? ¿Cuáles son sus principales efectos en el aprendizaje?

Suele decirse que lo que no se evalúa se devalúa, y que lo que se evalúa mal se deteriora. La evaluación ejerce una influencia decisiva sobre el aprendizaje puesto que los alumnos tienden a aprender en función de como son evaluados. Estos efectos retroactivos de la evaluación afectan pues tanto a la idoneidad de los métodos y estrategias de estudio y aprendizaje que emplean los alumnos, como a la misma profundidad y calidad de lo que aprenden. Si realizamos pruebas que requieren simplemente evocar lo memorizado, el alumno repetirá e imitará cuando estudie y reproducirá lo retenido cuando responda a nuestra evaluación. Igual logra una buena calificación relativa a su «rendimiento» pero lo aprendido resultará poco generalizable y utilizable, y fácilmente olvidable. Si en cambio las pruebas evaluativas requieren explicar una idea o concepto con las propias palabras (comprender), aplicar lo aprendido a la solución de un problema (resolver), examinar e interpretar un fenómeno o situación (analizar), inventar un nuevo procedimiento para gestionar un problema (crear), etc., etc., lo aprendido resultará más útil, transferible y permanente.

En otro orden de cosas, la evaluación es además un artefacto insustituible para la auto-regulación al proporcionar evidencias a los estudiantes sobre la calidad de su estudio, y a los docentes sobre la calidad de su enseñanza. El análisis cuidadoso de toda evaluación ofrece pistas muy valiosas sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, pistas que un buen lector puede convertir en fortalezas.

Como fácilmente puede deducirse, pensamos que toda innovación educativa debería iniciarse con un cambio significativo de la evaluación.

¿Cómo se pueden evaluar las competencias del alumnado de manera eficaz?

Debemos distinguir en primer lugar dos finalidades de la evaluación: la primera sería una evaluación para acreditar o certificar determinados conocimientos y competencias; la segunda consistiría en una evaluación para promover el aprendizaje. Si lo que queremos es evaluar competencias, en ambas deberemos emplear situaciones y problemas auténticos para hacerlo. Nos referimos a situaciones que sean fieles a las que la persona evaluada deberá enfrentarse en un futuro próximo. Es decir, que sean realistas, funcionales, procesuales y socializadoras. Si deseo evaluar las competencias de un/a futuro/a peluquero/a, deberé pues situar al aprendiz frente a una situación real de peluquería. Por ejemplo, atender a la demanda de un/a cliente, debiendo ajustarse a las características de su cabello, empleando los instrumentos y vocabulario típico del oficio y siguiendo cada uno de los pasos más idóneos para responder correctamente a esa demanda.

No obstante, cuando evalúo para acreditar, generalmente en el seno de una prueba única y sumativa, ésta deberá ser más restrictiva en cuanto a la tipología y número de problemas a abordar, y el tiempo, recursos y ayudas disponibles.

Sin embargo, cuando el propósito de la evaluación sea ayudar al alumno a aprender más y mejor, será preferible optar por un enfoque formativo, con muy pocas restricciones de tiempo, espacio y recursos, tratando de que el alumno pueda actuar como lo haría un ciudadano o un profesional en su hábitat natural. En este sentido, tendría que poder emplear toda la información a su alcance (apuntes, Internet), realizar consultas telefónicas o actuar en el lugar que prefiriese. Ello implicará, por parte del evaluador, poder acceder a todas estas acciones para valorar las decisiones adoptadas en cada momento. Actualmente, a través de los distintos dispositivos digitales, pueden registrarse todos estos movimientos y obtener una evaluación efectivamente auténtica. Algunos métodos de evaluación formativa resultan especialmente aptos como el uso de portafolios, de diarios de aprendizaje y muy especialmente el desarrollo de proyectos, de manera singular aquellos que además pueden tener un impacto beneficioso sobre la comunidad, el barrio, la sociedad (proyectos-servicio).

¿En qué consiste una retroalimentación o feedback adecuados?

La devolución de los resultados de una prueba de evaluación es crucial para que se produzcan aprendizajes de calidad. Si en una sesión de devolución el mensaje es simplemente una nota numérica, el efecto sobre el alumno será mínimo y primario, incrementando su autoestima y autoconcepto académicos o lacerándolos, pero sin aportar ninguna idea reparadora y correctora, útil para futuras evaluaciones.

En el otro extremo, una evaluación consensuada con el alumno, en la que se ofrezcan explicaciones sobre los errores e, incluso, la posibilidad (u obligatoriedad) de revisar la prueba o trabajo y volver a entregarla, tendría efectos muy positivos sobre la formación del estudiante: potenciando la coherencia entre aprendizaje y rendimiento, enfatizando el valor de los «buenos errores» que permiten aprender más y mejor, subrayando la auto y co-evaluación, y contribuyendo a una mayor consciencia sobre el significado y sentido de evaluar y evaluarse.

«Convertir las pruebas de selectividad en pruebas competenciales requeriría un esfuerzo de imaginación e inversión por parte de las autoridades».

¿En qué consiste la metaevaluación y cómo se puede realizar correctamente?

Conectando con la cuestión anterior, el fin máximo al que puede y debe aspirar un sistema educativo es a crear aprendices permanentes, personas capaces de aprender autónomamente durante lo largo y ancho de su vida, y para ello es indispensable que sean buenos evaluadores de sus propios procesos y productos en calidad de aprendices, profesionales y ciudadanos. Más concretamente, la metaevaluación se centra en la posibilidad de evaluar las propias evaluaciones, optimizándolas.

En el caso del docente ello se traduciría en una actitud de mejora constante de las propias pruebas y de sus indicadores y forma de puntuación. Por ejemplo, revisando las rúbricas que se emplean tras cada nueva aplicación, perfilando mejor la diferencia entre una calificación y otra; aumentando el catálogo de respuestas alternativas o de errores típicos.

En el caso del alumno, algunas estrategias cooperativas pueden ayudar a compartir los criterios de evaluación. Por ejemplo, el docente puede pedir a sus estudiantes que evalúen una tarea de un compañero (sin conocer su nombre) a partir de una rúbrica compartida. Después, él mismo corregirá esas tareas y las calificará. Hecho esto, se podrá comparar la evaluación del alumno con la del profesor, sobre la misma tarea. El profesor puede evaluar la evaluación que cada alumno ha efectuado del trabajo de su compañero, dando puntos a aquellos cuya calificación no difiera demasiado de la suya.

¿Cómo se puede promover la competencia evaluadora del profesorado?

Siendo coherentes con lo expuesto, en primer lugar, dando una importancia central al tema de la evaluación en las pruebas para evaluar a los futuros docentes y para acceder a una plaza docente. La evaluación ha sido la cenicienta en los currículos de Magisterio o en los cursos de postgrado para los futuros profesores de secundaria. Una temática que suele dejarse para el final y que en muchas ocasiones ni se trata. Ya hemos visto cuál es su incidencia real y, por consiguiente, qué lugar preferencial debería ocupar en la formación docente, tanto en el nivel inicial como permanente.

Esta formación debería atender a todas las fases de la construcción de una evaluación: a) la planificación y diseño de la evaluación en concordancia con los alumnos y los objetivos de aprendizaje perseguidos; b) la utilización, y en su caso, la confección de buenas rúbricas con indicadores y criterios de puntuación claramente establecidos; c) la apropiada devolución de los resultados a los estudiantes y d) el conocimiento de los principales incidentes que se producen en relación a la evaluación y cómo hacerles frente.

Este último punto, por lo novedoso, merece una especial atención. La evaluación es en la actualidad una de las principales fuentes de conflicto en los centros educativos (especialmente en la enseñanza superior). Aspectos como la objetividad y la ecuanimidad de las pruebas, el consenso en los criterios, el maltrato en las devoluciones, la presión y denuncias de los padres, la fragmentación de los conocimientos, la baja exigencia cognitiva de las preguntas, la copia y el plagio, etc., etc., son sucesos que van en aumento y que requerirían de una atención especial en la formación de los docentes (pueden verse algunos ejemplos y la forma de abordarlos en: https://www.critic-edu.com/evaluacion).

¿Qué medidas puede tomar un centro educativo o formativo para fomentar una cultura de la evaluación por competencias?

Un centro educativo debería actuar al menos en tres niveles: a nivel del plan de centro, a nivel de proyectos educativos y a nivel de resolución de incidentes y conflictos. Y ello debería hacerlo en relación a los principales agentes de la comunidad escolar: profesores, alumnos y padres.

En cuanto a los planes institucionales, sería deseable que tanto en su ideario (misión y visión) como en sus reglamentaciones, el tema de la evaluación como herramienta fundamental para de aprendizaje, y el error como principal dispositivo para la mejora, ocupasen un lugar central.

Con respecto a los distintos proyectos escolares (acogida de nuevos docentes, formación permanente del profesorado, acción tutorial, escuela de padres y madres, creación de un repositorio de pruebas competenciales, etc.), deberían aunarse esfuerzos para apostar por una evaluación formativa y formadora, centrada en obtener evidencias que den cuenta de la pertinencia de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Finalmente, en relación a los incidentes y conflictos vinculados a la evaluación, sería necesario tener protocolos de actuación y mecanismos de mediación que favoreciesen una respuesta rápida y resolutiva.

¿Cómo valora la cultura de la evaluación de nuestro país, en comparación con otros?

Resulta difícil pensar en una comparación genérica. En la mayoría de países encontraríamos experiencias innovadoras y apropiadas de evaluación, y otras convencionales e inadecuadas. De hecho, es probable que en una misma institución educativa pudiésemos identificar ejemplos correspondientes a ambas perspectivas.

En todo caso, es obligado apuntar que aquellos países, como los escandinavos, que siempre se hallan en los primeros puestos en informes internacionales como el que promueve PISA, practican mayoritariamente una evaluación competencial como la que hemos defendido. Asimismo, los países que se encuentran en la cola de esos informes, suelen mostrar una cultura evaluativa basada en la reproducción, la memorización y la imitación. A tenor de la posición intermedia que suele ocupar España en cada informe PISA, deberíamos concluir que queda mucho camino por recorrer.

Abundando en lo dicho con anterioridad, sería pertinente realizar campañas en las que se insista en que saber no es memorizar y repetir (espacios televisivos muy populares como «saber y ganar» resultan contraproducentes para luchar contra esa concepción tan extendida), y en que fallar o errar no significa fracasar, sino ponerse en disposición de mejorar. Como reza la conocida y famosa frase de Silicon Valley: «Fail fast, Fail often«. Equivócate cuanto antes, equivócate mucho.

¿Qué opina de las pruebas de selectividad? ¿En qué deberían cambiar?

A pesar de que en España los organismos educativos oficiales, a través de sus disposiciones y normativas, han realizado una clara y explícita apuesta por una enseñanza y evaluación competenciales, pruebas de carácter oficial como las de la selectividad continúan siendo, en su mayoría, muy poco competenciales. Tal como hemos señalado, los efectos retroactivos de esta situación resultan nefastos e inciden directamente en el tipo de enseñanza y evaluación que se practica en Bachillerato y en la enseñanza secundaria, ofreciendo además argumentos y subterfugios al profesorado que no desea cambiar, y convirtiendo las disposiciones y normativas citadas en papel mojado.

Es cierto que convertir las pruebas de selectividad en pruebas competenciales requeriría un esfuerzo de imaginación e inversión por parte de las autoridades. Probablemente requeriría un mayor número de evaluadores y nuevas aplicaciones informáticas capaces de registrar las decisiones de los estudiantes (y no solo por escrito, también de forma oral). Pero entendemos que esos esfuerzos son del todo imprescindibles si realmente deseamos obtener ciudadanos y profesionales plenamente competentes en su quehacer diario y manifiestamente competitivos en el mercado internacional.

Fuente: https://www.educaweb.com/noticia/2020/02/25/toda-innovacion-educativa-deberia-iniciarse-cambio-significativo-evaluacion-19094/
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Insumos para el debate educativo y la construcción colectiva (primera entrega)

Por: Fernando Filgueira

En esta y subsecuentes notas se discutirán cinco grupos de propuestas diferentes, pero que deben pensarse articuladamente, tanto con las entregas anteriores sobre la crisis educativa y sus principales causas como en las sinergias que las propuestas deben tener entre sí:

a. Las propuestas de cambios curriculares, de estrategias pedagógicas y de sistemas de evaluación considerando el perfil de egreso, esto es, lo que se espera que el estudiante logre al final del ciclo educativo en cuanto al desarrollo de conocimientos y competencias, como el eje vertebrador de la propuesta educativa en su conjunto.

b. Las propuestas de cambio en la organización de los ciclos, subsistemas y estructura de gobernanza del sistema para alinearlos con los perfiles de egreso.

c. La propuesta de cambio en los sistemas de asignación de recursos (materiales y humanos) alineados con la propuesta curricular y pedagógica.

d. Los cambios propuestos para los modelos de conformación de equipos de centro y gestión de centro alineados con la propuesta curricular y pedagógica. e. Las propuestas de cambio para la formación y carrera docente, que impliquen fortalecer el rol docente como el principal tomador de decisiones en el sistema educativo.

Esta nota se concentra en el primer conjunto de propuestas y se apoya en los documentos elaborados desde los grupos del comité académico de Eduy21. Uno de ellos, vinculado a los temas de evaluación, fue coordinado por Pedro Ravela, y el otro, relativo a los desafíos curriculares y de innovación pedagógica, por Ricardo Vilaró. Claro está que a ello le he sumado en algunos casos mis propias preferencias, por lo cual este no es un documento que refleje en el detalle posturas oficiales de Eduy21, pero sí en su orientación general.

a. El cambio curricular como proceso permanente

La autoridad central de la educación debe contar en su estructura con una unidad de desarrollo, gestión y evaluación curricular. Es esta unidad la encargada de generar un marco curricular común de los tres a los 18 años, estructurado sobre un conjunto fundamental de competencias y capacidades y con una detallada proyección cronológica de los logros esperables por parte de los alumnos. Las competencias y capacidades dan cuenta de lo que una persona requiere para un actuar de forma competente como persona, ciudadano y productor de valor, respondiendo efectivamente a diversos órdenes de desafíos. En un sentido abstracto se las puede definir como la conjunción del “saber aprender”, “saber hacer”, “saber ser” y “saber relacionarse”.

La literatura y las experiencias internacionales, de la región y de fuera de ella, nos permiten identificar tres grandes órdenes de tipos de competencias:

  • El uso competente en forma interactiva de los lenguajes, símbolos, instrumentos e información que conforman la sociedad digital (alfabetizaciones tradicionales, numéricas, digitales, etcétera, y su combinación creativa y crítica para plantearse problemas, resolverlos, aprender y hacer).

  • La competencia para un actuar competentemente como persona, ciudadano y trabajador en grupos diversos y complejos (relacionarse con otros, cooperar, resolver conflictos, impulsar proyectos colectivos de transformación o innovación, saber manejar las emociones, empatía con los otros).
  • La competencia del pensar y del hacer autónomo y creativo (definir y administrar proyectos personales, capacidad de pensamiento crítico, el cuidado personal, así como de la sociedad y del planeta).

Estas competencias, consideradas ciudadanas y de vida, dan cuenta de la visión educativa que se quiere forjar, así como orientan las decisiones en torno al currículo, la pedagogía y el centro educativo. Estas permean los planes de estudio, y críticamente a las áreas de conocimientos/ asignaturas entendidas como herramientas de pensamiento que contribuyen al desarrollo de las competencias seleccionadas. De ese conjunto de competencias se deriva un conjunto de habilidades específicas, a saber:

  • Lectoescritura, argumentación, capacidad expresiva y de comunicación.
  • Alfabetización numérica, razonamiento lógico y programación/pensamiento computacional.

  • Comprensión de la naturaleza y sus interrelaciones, alfabetización científica.
  • Comprensión del mundo social, alfabetización humanística.
  • Nuestro desarrollo y cuidado del cuerpo y de la mente, estilos de vida.
  • La creatividad y las capacidades críticas.

Es a partir del marco curricular de tres a 18 años, y de las competencias y habilidades específicas asociadas a su desarrollo, que se diseñan las especificidades curriculares de los niveles primario y medio. Es decir, el marco curricular orienta todo el proceso de especificación curricular. En suma, tendríamos un marco curricular madre, de todo el sistema educativo, con orientaciones curriculares por cada nivel, alineadas con ese marco curricular. No habría más currículos “autónomos” por nivel sin relación vinculante con el marco curricular.

En términos concretos, nuestro sistema educativo se movería progresivamente hacia contenidos curriculares por niveles primario y medio, cuyas razones de ser tendrían que estar alineadas con el marco curricular y con las competencias como el eje vertebrador de los perfiles de egreso. Se ganaría en claridad y profundidad respecto de la significación de lo que se quiere enseñar y lograr en términos de aprendizajes relevantes y sustentables.

Este esquema de organización curricular alternativo implicaría, por ejemplo, que una adecuada comprensión del rol de los ríos en el esquema de uso y de protección de la naturaleza es más significativo que recordar todos los ríos de un continente. O entender cómo se argumenta en un texto es más importante que la enumeración memorística de los adverbios. Que no se confunda esto con la idea de suprimir la adquisición de contenidos y de información y el ejercicio de la memoria. Pero todos estos elementos deben ser calibrados y trabajados mancomunadamente con un fin ulterior, que es la generación de las competencias que el sistema define como deseables y la progresión que espera de los niños/as, adolescentes y jóvenes en estas competencias.

Esta organización curricular supone también ampliar el abanico de instrumentos para el desarrollo de las competencias. Entre otros elementos, temas transversales a varias disciplinas, como por ejemplo el reconocimiento y las implicancias del cambio climático, pueden trabajarse a partir de proyectos interdisciplinarios y de talleres. La tendencia creciente en el mundo es que los currículos habilitan trabajar temas transversales a todas las disciplinas como módulos interdisciplinarios localizados en cada contexto educativo.

Esta transformación, que requiere tiempo, inversión en formación docente, producción de materiales de apoyo, cambio en los sistemas de evaluación –tanto de aula como estandarizados–, habilita a cuatro espacios de flexibilidad y creatividad que convierten al docente en un profesional cuya función pasa a ser mucho más desafiante y compleja que la de transmitir en forma clara y didáctica contenidos, información y rutinas para habilidades específicas.

Esencialmente los sistemas educativos progresistas en el mundo se estructuran en función del docente como un educador que orienta al alumno y los procesos de aprendizaje, y del alumno como el protagonista y el regulador de sus propios aprendizajes. Esto supone que los sistemas educativos tienen que direccionar sus recursos y orientar sus acciones a sostener a docentes y alumnos. Veamos en concreto los cuatro espacios.

En primer lugar, este modelo curricular disminuye la cantidad de contenidos prescriptivos permitiendo diversas combinaciones para llegar a forjar las competencias deseadas (flexibilidad curricular en el marco de orientaciones universales claras y potentes). En segundo lugar, libera al centro y a la comunidad educativa de la camisa de fuerza de asignaturas fijas y con cargas horarias idénticas –manteniendo troncos comunes básicos universales–, considerando los tiempos y los contenidos de instrucción como procesos que deben servir para personalizar los aprendizajes (los vestidos y los trajes a medida como tantos estudiantes haya en el centro educativo). En tercer lugar, permite evaluar al estudiante no contra la adquisición de tal o cual rutina o conocimiento prescriptivo, sino en torno a la adquisición progresiva de las competencias establecidas, entendiendo a la evaluación como aprendizaje y no como sanción y estigmatización. Finalmente, promueve y habilita estrategias pedagógicas y de evaluación mucho más diversas y adecuadas a los contextos, necesidades y posibilidades de los estudiantes y docentes en los diferentes entornos educativos.

La tragedia es que, si bien los diferentes subsistemas parecen estar avanzando en sus perfiles de logro específicos, repiten lógicas contenidistas en muchos casos; pero –lo que es más grave– no existe un marco común que dé consistencia a lo que los diferentes subsistemas están haciendo. En contraposición con lo que pasa en el mundo, que es progresar hacia sistemas educativos compactos en base al desarrollo de competencias y marcos curriculares comunes a varios niveles, se opta a nivel nacional por seguir una lógica de desarrollo autárquico por nivel.

El marco curricular de referencia nacional que impulsan las actuales autoridades no es un instrumento que oriente, ordene y mandate al sistema educativo en su conjunto. Más bien se trata de orientaciones genéricas que no son necesariamente vinculantes para los diferentes niveles. Se renuncia desde el inicio a su función fundamental: guiar, reordenar, revisar y redefinir los contenidos de los diferentes ciclos y asignaturas en función de las progresiones de competencias definidas.

Por su parte, la orientación general de menos listado de contenidos atiborrados de información y más profundidad de aprendizajes, si bien se menciona en algunos de sus documentos, no parece estarse plasmando como principio rector de reorganización de los contenidos curriculares y como norma para definir los objetivos curriculares.

b. Alinear las estrategias pedagógicas con el cambio curricular

Sin renunciar al trabajo por asignaturas y conocimientos, absolutamente necesarios para el desarrollo de las competencias, las estrategias pedagógicas deben incorporar en forma creciente lógicas de talleres, proyectos y situaciones problema como eje estructurador del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta es una transición que lleva tiempo y debe hacerse en forma planificada y paulatina, adecuando el uso de los tiempos lectivos, generando un sistema de desarrollo profesional docente y de formación en servicio, y aumentando las cargas horarias docentes para permitir labores de planificación y coordinación pedagógica. Los laboratorios tecnológicos del Plan Ceibal y los clubes de ciencia son buenas iniciativas en este sentido, así como las actividades adicionales que en la educación media se están desarrollando en las modalidades de tiempo completo extendido y de tiempo completo. Son pistas de por dónde podría ir el cambio, aun cuando su aislamiento como proceso de cambio (no son parte de un cambio del sistema) se transforma en su principal talón de Aquiles.

Es perfectamente posible definir que tanto en primaria como en la educación media una parte del tiempo lectivo y de trabajo con los estudiantes estará orientada al desarrollo de proyectos colectivos interdisciplinarios de duración semestral o anual, u otras modalidades innovadoras en torno a situaciones problema o lógicas de taller. Para ello es necesario definir recursos, tiempos y formatos alternativos de evaluación a los tradicionales. Se requiere un conjunto de cambios sistémicos y progresivos, anidados en una visión común transversal a todo el sistema educativo.

Las experiencias internacionales que pueden ayudar a pensar los formatos de cambio curricular y su articulación con la innovación pedagógica en Uruguay tienen orígenes en contextos muy variados. Por ejemplo, el documento que elabora Eduy21 señala:

En forma reciente, Perú ha diseñado un currículo para toda la educación básica que se caracteriza por baja densidad, gradualidad explícita y coherente, y claridad. El Marco Curricular Nacional es el eje que vertebra todos los componentes del sistema curricular de Educación Básica (Inicial, Primaria y Secundaria) y orienta a todos los niveles y modalidades de la educación básica. Al Marco Curricular Nacional se alinean los currículos regionales, los Mapas de Progreso, los recursos pedagógicos, las pruebas de evaluación, la formación del docente y la gestión escolar.

Particularmente rica es la experiencia de los centros educativos jesuitas de Cataluña, que retoma experiencias anteriores y donde se ha reorganizado la propuesta curricular de nivel inicial, y el tramo de transición entre el final de la educación primaria y la media básica. La propuesta modifica los contenidos programáticos, las prácticas de enseñanza de los docentes –colocando a la enseñanza por proyectos en el centro–, la estructura edilicia y los espacios educativos de manera radical, el lugar del alumno en el modelo educativo, y la relación con las familias. Se trata de un cambio sistémico y profundo, cuyos impactos habrá que ir aquilatando y de cuya implementación habrá que extraer lecciones.

Fiel a su historia, Uruguay fue pionero y se anticipó a los tiempos al plantear propuestas curriculares de contenido progresista. Por ejemplo, el Plan Piloto 1963 de Educación Media y el Plan 2002 de Educación Media Superior (TEMS) bebían de la necesidad de entender el currículo y la pedagogía como herramientas para potenciar y democratizar oportunidades, procesos y resultados de aprendizaje, apostando al trabajo colaborativo entre docentes y con los alumnos.

c. La evaluación alineada al currículo y la pedagogía

La necesidad de concebir y gestar un sistema que combine en forma inteligente la evaluación formativa (orientada no a certificar, promover o establecer premios, sino en tanto insumo para la mejora progresiva de los aprendizajes) que es parte intrínseca del currículo y de la propuesta pedagógica, y la evaluación sumativa (aquella que sí posee efectos más fuertes o moderados sobre las unidades evaluadas, sean estos estudiantes, docentes o centros) es aún una tarea pendiente en el sistema uruguayo. Existen avances interesantes, como la evaluación en línea de apoyo a la tarea docente, principalmente en primaria, pero inscripta en una propuesta curricular que acumula contenidos y que es poco estimulante para que los docentes desarrollen la creatividad.

Entendemos que la evaluación, tanto en su dimensión masiva y estandarizada como en la de aula, a partir de los docentes, debe modificarse. También se propone modificar el reglamento de pase de grado en el sistema en su conjunto, y en la educación media en particular. Como se ha indicado, la evaluación es parte medular de la concepción pedagógica y de su práctica.

No existe hoy un sistema integrado que, anclado en perfiles de logro, se refleje en un sistema nacional de evaluación estandarizada para los terceros, sextos, novenos y duodécimos grados en forma censal. Estas evaluaciones no tendrían efectos sobre la progresión de los estudiantes (aunque en noveno y duodécimo dicha posibilidad debe abrirse al debate), pero permiten devolver al sistema, al centro, al docente y al estudiante elementos útiles para la modificación y el ajuste de los procesos de aula, así como planificación y fijación de metas. Un sistema de evaluación formativa en línea para todos los grados y todos los años también es posible, dado el avance que ya presenta desde la ANEP, no como herramienta optativa, sino como política del sistema. Este modelo no tiene control de aplicación –lo aplican los propios docentes– ni posee efecto alguno sobre la progresión del alumno, certificación de ciclos o evaluación docente. Su rol es puramente formativo y su uso variado entre centros y docentes.

Pero el corazón del cambio en el sistema de evaluación se encuentra en la forma (el qué, el cómo y el para qué) en que los propios docentes evalúan a sus estudiantes. Hoy los docentes evalúan sin una guía clara sobre cuáles son los niveles comunes básicos de desempeño que se espera a lo largo del ciclo de cada estudiante. También se debe señalar que las experiencias de aprendizaje deben diversificarse para que los alumnos puedan elegir diversas oportunidades de aprendizaje en función de sus motivaciones y fortalezas. La tríada currículo-pedagogía-evaluación debe incentivar al estudiante a optar por vocación e interés propio.

En ausencia de perfiles de egreso y progresión claros, lo que queda es una evaluación con altos grados de discrecionalidad sobre una interminable lista de contenidos y rutinas que cada curso/ asignatura presenta. Lo hacen además en general indicando la nota, pero sin una explicación detallada de los niveles de desempeño y las razones que llevan a esa calificación. Finalmente, los docentes se ven obligados, por las rigideces curriculares y pedagógicas del sistema educativo, a evaluar con alta intensidad y asignación de nota sobre la base de pruebas que se centran en la memoria y rutinas automatizadas, antes que en la comprensión y demostración de capacidades. No existe orientación ni apoyo al docente para que amplíe el portfolio de propuestas de evaluación.

Por ejemplo, cada programa debería obligatoriamente incluir una descripción de niveles de desempeño vinculados a la escala de calificaciones, en cuatro grandes categorías: qué es lo que sabe y es capaz de hacer un estudiante para obtener una nota insuficiente, aceptable, muy buena o destacada. Debería incluir además ejemplos del tipo de tareas y desempeños que ilustran el logro en cada nivel. Las formas e instrumentos de la evaluación pueden ser también transformados, incluyendo no sólo la evaluación del escrito tradicional y los parciales, sino proyectos colectivos e individuales, portafolios, diarios, trabajo en talleres, proyectos, etcétera. Esto es transformar la evaluación en un rutero y un instrumento amigable, sustantivo y claro, que permite la progresión de los aprendizajes sin dejar a nadie sin oportunidades reales de aprender.

Finalmente es necesario reformar el sistema de regulación del pase de grado en el sistema en su conjunto y en la educación media en particular. Las dos propuestas concretas en este sentido implican modificar el sistema en el que la evaluación posee efectos de progresión en cada curso/grado para hacerlo al final de los grandes ciclos curriculares (tercero, sexto, noveno, duodécimo). Segundo, y en forma aun más modesta: suprimir el artículo que determina que si un estudiante en la educación media presenta, luego de febrero, tres asignaturas insuficientes debe repetir el grado entero. Lo razonable es que pase con su cohorte en las asignaturas en que ha sido suficiente y asista a cursos de apoyo en las que no lo fue. Estas propuestas serán afinadas bajo el precepto de dar siempre una oportunidad más de aprendizaje.

A modo de cierre

Las propuestas aquí planteadas requieren más trabajo: para especificarlas mejor, para definir el modelo de cambio deseable y posible, y para establecer los tiempos y secuencias que requerirían. En muchos casos esto se está desarrollando en otros documentos o ya está documentado, pero el espacio inhibe su tratamiento pormenorizado en este medio. En otros, efectivamente se requiere trabajo adicional. En todos los casos se trata de propuestas abiertas, sujetas a refinamiento y a corrección a partir del debate. Eduy21 propondrá para el segundo semestre de este año un conjunto de mesas redondas sobre las propuestas que se están elaborando y difundiendo. Esperamos que tanto las autoridades educativas, los actores políticos y sociales, así como investigadores y educadores de diversos ámbitos y posturas se sumen a un debate constructivo y propositivo.

 Fuente: https://findesemana.ladiaria.com.uy/articulo/2017/7/insumos-para-el-debate-educativo-y-la-construccion-colectiva-primera-entrega/

 

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Libro: Evaluación formativa y compartida en educación: experiencias de éxito en todas las etapas educativas

Libro: Evaluación formativa y compartida en educación: experiencias de éxito en todas las etapas educativas

López-Pastor, Víctor Manuel (coord.);Pérez Pueyo, Ángel, 1967- (coord.)

Facultad de Educación

Educación Física y Deportiva

La finalidad de este libro es difundir entre el profesorado qué es la “Evaluación Formativa y Compartida” y cómo el desarrollo de este tipo de sistemas de evaluación en las aulas puede generar más aprendizaje en más alumnos y ayudar a lograr más éxito educativo en nuestros centros. El libro recopila evidencias de muchas de las experiencias de “buenas prácticas” que se pueden encontrar en todas las etapas del actual sistema educativo. Las experiencias que presentamos a continuación muestran algunas de esas “otras realidades” que se pueden encontrar en los centros educativos en relación a los procesos de evaluación formativa y que han demostrado su carácter innovador, eficacia, sostenibilidad y reproductibilidad. Además, se presentan una aclaración conceptual de los términos más utilizados y una serie de instrumentos, algunos novedosos, que se antojan más adecuados para determinadas actividades. En definitiva, esperamos que este libro sirva a los docentes para comprobar la viabilidad de este tipo de experiencias y sus beneficios en cualquier etapa y nivel.

León: Universidad de León, 2017

Para descargar el libro, haga clic aquí:

http://buleria.unileon.es/bitstream/handle/10612/5999/Libro%20ULE%20Buenas%20Pr%c3%a1cticas%20Docentes%20L%c3%b3pez-Pastor%20%26%20P%c3%a9rez-Pueyo%20coord.%202017.pdf?sequence=1

Fuente de la Reseña:

http://buleria.unileon.es/handle/10612/5999

 

 

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Australian Children’s Education and Care Quality Authority data show half of SA’s childcare centres failing to meet quality standards

Australia/Febrero de 2017/Autor: Matt Smith/Fuente: The Advertiser

RESUMEN: Más de la mitad de los proveedores de cuidado infantil de Australia del Sur aún no han sido evaluados o no cumplen con los estándares de calidad nacionales, revelan los nuevos datos de educación. El análisis de los registros nacionales de la Autoridad de Calidad de la Educación y el Cuidado de Niños de Australia por el Sunday Mail muestra que 607 de los 1165 proveedores del estado -o 52,1 %- están clasificados como «aún no evaluados» o «trabajando hacia» estándares nacionales de calidad. Las cifras muestran que 558 – o el 47,9 por ciento – de los proveedores de cuidado infantil SA cumplen o superan los estándares nacionales de calidad – el porcentaje más bajo en el país y muy por debajo del promedio nacional del 62,7 por ciento. Los registros de la Autoridad de Calidad de la Educación y el Cuidado de Niños de Australia están diseñados para ayudar a los padres a tomar decisiones informadas sobre los mejores lugares para enviar a sus hijos.

MORE than half of South Australia’s childcare providers are yet to be assessed or are failing to meet national quality standards, new education data reveals.

Analysis of the Australian Children’s Education and Care Quality Authority national registers by the Sunday Mail shows 607 of the state’s 1165 providers — or 52.1 per cent — are either classified as “not yet assessed” or “working towards” national quality standards.

The figures show 558 — or 47.9 per cent — of SA childcare providers are meeting or exceeding national quality standards — the lowest percentage in the country and well below the national average of 62.7 per cent.

Australian Children’s Education and Care Quality Authority registers are designed to help parents make informed choices about the best places to send their children.

As part of the process, providers are expected to meet 58 elements in seven quality areas that cover educational programs.

These include children’s health and safety, physical environment, staffing arrangements, relationships with children, partnerships with families and communities and leadership and service management.

The authority’s chief executive, Gabrielle Sinclair, said “parents should be assured that services rated ‘working towards’ are providing safe education and care programs” with providers needing to meet “minimum operating requirements … before they can even begin to care for children.”

“Over time, all services should aim to be meeting or exceeding the (national quality standards), however it is realistic to expect that as part of the reform some services first identify the areas they need to improve on,” Ms Sinclair said.

The register shows 263 of South Australia’s 1165 centre-based and family day care providers are still working toward the national quality standards.

A further 344 are classed as “provisional — not yet assessed” despite 91 per cent (314) being registered between 2012 and 2015.

The figures mean the parents of potentially up to 14,000 children are unable to get a gauge of how the providers rate compared to their peers.

The data does however show some good signs for South Australia with no centres where “significant improvement is required.” and an above average number of centres exceeding the national quality standards.

An Education Standards Board spokesman said it was working at completing unassessed providers this year.

“The board has visited 97 per cent of all education and care services in SA and developed a strategy to increase the rate of assessments,” he said.

“The board is committed to completing the remaining assessments in 2017.”

“The national quality standard is a quality assurance system that is over and above minimum operating requirements and supports continuous improvement in services.

“This system sets a high benchmark for services.”

Fuente: http://www.adelaidenow.com.au/news/south-australia/australian-childrens-education-and-care-quality-authority-data-show-half-of-sas-childcare-centres-failing-to-meet-quality-standards/news-story/f1e59500d40e1d2316a500f1dfa0a0aa

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Libro. Serie: Calidad Educativa. Postdoctorado en Sistemas de Evaluación de la Calidad Educativa.

Autores:

Luis Bonilla Molina, Jesús Campos, Lermit Rosel,

Marianicer Figueroa y María Magdalena Sarraute

Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes – IESALC – UNESCO

ISBN: 978-980-7050-62-3

Caracas, mayo 2016.

Conseguir una educación de calidad para todos y todas es una de las metas centrales de toda sociedad que se proyecta justa y democrática, de allí que pueda asumirse como un anhelo compartido por todos los países de la región. El principal desafío de los sistemas educativos es generar condiciones y recursos para que el derecho a una educación con calidad sea algo efectivo, cuyo resultado se refleje en el acceso equitativo de niños y jóvenes, hombres y mujeres a las oportunidades de estudio e inserción en los diferentes ámbitos de accionar de la vida social, lo que desde una perspectiva de género, etnia y clase, implica la reorganización de los recursos educativos, económicos y políticos que aseguren la movilidad e inclusión social para todos y todas.

A pesar de las inmensas riquezas generadas en el mundo, aún millones de niños y niñas, jóvenes, hombres y mujeres son excluidos de la educación, vista ésta como un poderoso instrumento que contribuye a la emancipación, la libertad, la igualdad y la justicia social.  Para estas mayorías de la población mundial, la educación continua siendo un instrumento válido y necesario para construir inclusión, felicidad y una concepción de sociedad basada en el conocimiento, las ciencias y la ética del bien común. Otros tantos, reciben una educación que poca relación tiene con su entorno, con su realidad concreta y débilmente comprometida con la sustentabilidad ecológica de la vida en el planeta. Ello plantea enormes retos y desafíos para las y los educadores y ciudadanos comprometidos con una educación de calidad con pertinencia en un marco de inclusión.

Ello precisa impulsar un debate que recupere las claves educativas del tema de la calidad, que repiense y reconstruya esa otra política, la que sirve para convivir no para confrontar, para que todos conozcamos no para engañar, en la cual todas y todos seamos sujetos y actores y no simples consumidores de ideas; esa otra política desde la gente, para los seres humanos y entre ciudadanos plenos. Es decir, pedagogizar la política para lograr politizar la pedagogía. Ello demanda recolocar la pedagogía en el centro del debate educativo, esa pedagogía con “P” de política de la resistencia, de la emancipación y contra toda forma de opresión.

En este sentido, entendiendo por una parte que la calidad de la educación no es un término neutro en tanto es reconocido como proceso de carácter político y pedagógico cuyo desarrollo y evaluación se configura a su vez a partir de la perspectiva política-ideológica desde donde se piensa la educación y por ello no escapa a la dicotomía dominación/liberación, y por otra reconociendo el lugar que tienen los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros, como impulsores de las tendencias internacionales sobre la evaluación de la calidad que no siempre coinciden con la premisa de la educación como derecho fundamental, surge la propuesta del programa de estudio postdoctoral en: Sistemas de Evaluación de la Calidad Educativa (SECE).

Este, inspirado en el aporte revolucionario que constitucionalmente el sistema nacional de educación todo, debe ofrecer al país, se plantea como propósito fundamental que maestros y maestras, investigadores(as), académicos(as), doctores(as) y ejecutores(as) de las políticas públicas,  juntos y juntas, nos dediquemos a la tarea periódica y sistemática en primer lugar de problematizar y problematizarnos(as) con todo aquello que en materia de calidad educativa se pretende erigir de forma hegemónica, y en segundo lugar para también interrogar e interrogarnos sobre los intereses y límites que han configurado históricamente a la educación y la valoración de su calidad. Con ello esperamos acercarnos de manera deliberadamente a hacer el ejercicio de “pensar de otro modo” al estado y su vinculación con los organismos internacionales, a los sistemas y políticas educativas, a la formación docente, a la escuela y su relación con lo político, a los recursos educativos, económicos y presupuestarios asignados a la educación,  así como también a la labor de directivos, maestros y maestras, estudiantes,  padres y madres, entre otros actores cuyos roles requieren ser replanteados desde lo que Deleuze (1995) llama acontecimiento y vida, al referirse con ello a la  liberación de la vida de aquello que la aprisiona.

Es desde este lugar de enunciación que consideramos se justifica el nacimiento de una plataforma investigativa y formativa, cuyo cimiento principal sea el debate permanente y el análisis crítico y la de-construcción de las tendencias existentes sobre la calidad de la educación, para con ello aportar al proceso de construcción de alternativas concebidas como miradas otras, miradas propias, quizás complementarias a lo existente, con las cuales avanzar en la transformación de nuestros sistemas educativos desde una perspectiva política socialista y pedagógica emancipadora, desde una narración que nos acerque a la realidad de lo que somos, más allá de lo instituido y de lo que históricamente se ha consolidado como lo correcto, eficaz y productivo en esta materia.

Ante todo lo anteriormente expuesto, el Centro Internacional Miranda institución adscrita al Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, cuya misión es la “promoción y difusión nacional e internacional de los valores del sistema político de democracia participativa y protagónica, mediante el impulso de la investigación, la reflexión y la formación sobre cuestiones estratégicas del proceso de transformaciones políticas y de su vinculación con las transformaciones económicas, sociales y culturales emprendidas por la Revolución Bolivariana”, y consiente de su rol en la elaboración de parámetros epistémicos propios del proceso político que vivimos, diseña este Postdoctorado en aras de construir y aportar a nuevas conceptualizaciones de lo que se entiende por calidad y de cómo evaluarla, desde la mirada desde las teorías de la resistencia, la ciencia crítica de la escolarización, el  paradigma liberador, el discurso de la alteridad y al de la emancipación.

En este sentido, con estos estudios posdoctorales, esperamos crear un espacio académico en el que se discuta, analiza, de-construya, profundice y genere aportes sobre el conocimiento profundo y comparado y el estado del arte, propiamente de la diversidad de dimensiones de análisis y temas vinculados a la calidad educativa. En consonancia, el posdoctorado busca profundizar y fortalecer las habilidades y competencias metodológicas, de sujetos políticos pertenecientes el mundo educativo, académico e investigativo, quienes al inscribirse en este espacio de investigación-formación  y con el enriquecimiento del estado del arte sobre la calidad educativa, así como en la definición de nuevas líneas y parámetros epistémicos-políticos al respecto, suscriben un compromiso para impactar en la comunidad científica internacional, en las y los decisores de las políticas públicas a nivel regional, nacional, el concierto mundial que se construye y operacionaliza sobre la calidad educativa,

De igual manera se pretende innovar desde nuestra realidad nacional, proponer desde lo concreto. Para ello, nuestras líneas de investigación se orientan a la solución de problemas de la vida cotidiana, de lo socio productivo y de la integración investigativa con los organismos de base y de participación comunitaria.

Para descargar el libro, haga cliquee aquí:

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El Salvador: Ministerio de Educación acuerda acciones con UNICEF

El Salvador/ Agosto de 2016/Página Central

El Ministerio de Educación de la Provincia acordó acciones con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) a los fines de avanzar en la mejora de la calidad educativa a través de sistemas de evaluación e información periódica del sistema educativo y de liderazgo directivo para influir positivamente sobre las condiciones de los aprendizajes.
Las líneas de la cooperación que UNICEF tiene previsto prestar a la cartera educativa jujeña en 2016 y 2017, fueron tratadas durante una extensa jornada de trabajo efectuada ayer en la Secretaría de Gestión Educativa, de la que tomaron parte referentes de los dos programas del organismo internacional que se aplican en la Provincia: el Instrumento de Autoevaluación de la Calidad Educativa (IACE) y Gestión Escolar para la Mejora de las Aprendizajes (GEMA).
La jornada contó con la participación de la coordinadora del IACE, Claudia Castro y la co-coordinadora Olga Niremberg;  de la coordinadora de GEMA, Corina Lusquiños y del coordinador oficial de Educación para UNICEF, Emmanuel Lista. Por la contraparte provincial, asistieron la secretaria de Gestión Educativa, Aurora Brajcich, la directora de Nivel Inicial, Otilia Subia y la directora de Nivel Secundario, Silvina Camusso.
“Fue un encuentro de trabajo muy positivo en consonancia con el propósito del gobernador Gerardo Morales de trabajar arduamente en la mejora de la calidad educativa en la Provincia”, explicó Brajcich.
Respecto de la instrumentación del programa IACE, la secretaria de Gestión Educativa recordó que la ley de Educación nacional 26.206 y las respectivas leyes provinciales disponen la obligatoriedad de los tres niveles educativos y la necesidad de implementar sistemas de evaluación e información periódica del sistema educativo, verificando la concordancia con las necesidades de la propia comunidad en la búsqueda de la igualdad educativa.
“La mejora de la calidad educativa de los desempeños tiene que ver con el reconocimiento de los problemas de la propia gestión y la necesidad sentida de mejorar los resultados. La evaluación, sobre todo si es llevada a cabo por los propios planteles, estudiantes y familiares, se constituye en un método poderoso para aprender la propia práctica y desarrollar capacidades e introducir los cambios requeridos para mejorar la gestión”, destacó.
Brajcich precisó que en nuestra provincia se trabajará con IACE con 45 Escuelas de nivel Inicial y 35 de Nivel Secundario.
En cuanto a los objetivos del programa GEMA, subrayó que los sistemas educativos bregan por sostener su unidad e integración y por llevar en conjunto una dirección común, a través del cual mejorar la calidad y equidad de su oferta. La complejidad y dinamismo de la tarea docente hacen que las unidades que conforman la estructura y sus articulaciones precisen la capacidad de autonomía, fortaleza, rapidez y flexibilidad para llevar adelante sus acciones.
La relevancia que adquiere el liderazgo directivo –señaló- radica en que la presencia de ciertas prácticas de dirección escolar tienen un impacto positivo en las condiciones y el trabajo de los docentes, en los alumnos y sus familias y consecuentemente, en los resultados de aprendizaje. La vinculación del liderazgo directivo con los resultados académicos, lo posiciona como un elemento de alto potencial en la mejora de la escuela, puntualizó Brajcich para indicar que con este programa se trabajará en escuelas de los niveles primario y secundario.
Fuente: http://www.paginacentral.com.ar/educacion-jujuy/8100-ministerio-de-educacion-acuerda-acciones-con-unicef
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