Guatemala. Se perdieron el rumbo y la empatía

Guatemala / www.kaosenlared.net / 3 de Mayo de 2017

Guatemala no es la excepción. Los muros elevados por las clases política y económica para impedir el acceso a la educación a grandes sectores de la ciudadanía han tenido, entre otras de sus variadas consecuencias.

La pérdida de valores y de sensibilidad humana es el mayor de los problemas

Cuando a la solidaridad y la empatía se anteponen el interés personal, la preeminencia de un sistema de creencias políticas o religiosas y la búsqueda del éxito -expresado fundamentalmente en términos materiales- resulta indefectible la pérdida de sensibilidad humana ante los otros, dado que la energía se enfoca en la consecución del bienestar individual por encima de todo. Esto no es algo propio de uno u otro territorio, sino un fenómeno presente en toda comunidad humana y en distintos grados, dependiendo de sus niveles culturales y educativos.

Es usual creer que quienes menos poseen presentan actitudes más agresivas y crueles que quienes han tenido el privilegio de gozar de bienestar económico y acceso a la educación en sus distintos niveles. Eso no es así, por lo general las comunidades más pobres suelen ser también las más solidarias. A ellas las une su proximidad cotidiana, sus necesidades compartidas y una visión más real de sus carencias. Pero también de ellas surgen los mayores desafíos, por medio de generaciones de jóvenes privados de oportunidades de todo tipo y ávidos de encontrar un camino hacia su desarrollo. Entre esos caminos, sin embargo, se encuentran algunas de las rutas más peligrosas para la estabilidad de una nación.

Es evidente que la violencia presente en el mundo actual ha transformado a las relaciones humanas. El contexto global, aun cuando parece lejano y ajeno, influye de manera cada vez más importante sobre las naciones más débiles. La creciente tensión mundial y los conflictos en países de la región inciden en un pesimismo colectivo y en una visión superficial de los motivos de las crisis internas, como si estas pudieran resolverse con fórmulas importadas.

Pero es importante entender que los sistemas sociales, diseñados para controlar a los pueblos y someterlos a un marco valórico definido por los centros de poder político y económico, no solo se expresan en términos legales sino también en una estratificación rígida de la sociedad a partir de la privación de derechos de los sectores más vulnerables y, por ende, de menor incidencia en las decisiones. Esta manera de crear divisiones es una marca de identidad en los países menos desarrollados y muy particularmente en aquellos cuyo fuerte porcentaje de población indígena, campesina, joven y pobre permite a sus centros de poder una mayor hegemonía, de manera muy puntual en la criminalización de la pobreza y sus demandas, así como en la marginación de sus nuevas generaciones y la eliminación de sus líderes.

Guatemala no es la excepción. Los muros elevados por las clases política y económica para impedir el acceso a la educación a grandes sectores de la ciudadanía han tenido, entre otras de sus variadas consecuencias, una migración de la juventud marginada hacia actividades delictivas, la huida de miles de jóvenes hacia otros países en busca de oportunidades y, sobre todo, una creciente ruptura del tejido social. Esto último, expresado en el discurso de odio y racismo cuyo impacto se percibe a través de distintos medios con una fuerza descomunal. Los incidentes de agresiones, asesinatos y enfrentamientos entre grupos muestran la peligrosa decadencia de una sociedad intolerante e incapaz de ver a sus semejantes como semejantes. Es decir, una absoluta pérdida de empatía y solidaridad, provocada por lacras estructurales impresas en un sistema de valores caduco e inhumano cuya principal característica es el desprecio por la vida y la incapacidad de ir más allá de lo evidente para analizar, con toda la honestidad posible, los orígenes de sus carencias.

Fuente:http://kaosenlared.net/guatemala-se-perdieron-el-rumbo-y-la-empatia/

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La insensibilización de la población

Por: Vicente Berenguer

Este es proyecto global de las élites para la población: deshumanizar a la gente, arrebatarles su sensibilidad y convertirlos en seres insensibles, sin capacidad de sentir los sentimientos de los demás.

Este es el plan de largo alcance que se ejecuta principalmente a través de los medios de transmisión (la televisión principalmente y ahora internet) y que tiene un mecanismo simple. Se trata, en efecto, de lograr que la persona se deshumanice y que no sienta nada por el dolor o sufrimiento de los demás. Es fundamental para sus planes conseguir sujetos indiferentes ante el dolor del otro y esto se consigue a través de los medios y través de una herramienta infalible: el suministro, o mejor dicho el bombardeo de violencia.

El bombardeo se realiza a través de las películas, en las cuales se ofrecerá pura violencia explícita más allá de la argumentación que en muchas ocasiones es inexistente. Lo importante será mostrar violencia en estado puro. Los héroes serán personas violentas y nunca pacíficas o cultas. Son modelos de conducta, modelos a seguir.

Otro campo de acción son los noticiarios. En ellos se mostrará tanta violencia como sea posible: personas desangrándose en plena calle, apuñalamientos, muertes por disparos captadas por la cámara de un banco (es solo un ejemplo), violencia entre adolescentes grabadas en móvil, terroristas matando gente con metralletas, explosiones de bombas y un sin fin de actos violentos explícitos sin igual. Y no, no se trata de que los atentados terroristas por ejemplo deban ocultarse sino que su tratamiento debería ser muy diferente.

 Un ejemplo de todo ello es la política que se utiliza en los noticiarios: se ofrece una noticia por ejemplo de política, acto seguido se enseñan imágenes de alguien que mata a una persona en plena calle y esta cae al suelo, enseguida se habla de una nueva droga que está haciendo estragos y que se puede conseguir por internet (propaganda) y a continuación Messi marca un gol y el estadio estalla de júbilo.

Así, los niños son «criados» en una sociedad violenta, una sociedad que en lugar de ofrecerles verdaderos héroes y modelos de conducta apropiados para ellos y para su alrededor les ofrecen modelos de conducta nefastos. Los niños por tanto son educados en la violencia y no en la empatía, más aún, los niños son educados en el culto a la violencia. ¿Estos niños serían personas adultas distintas si en lugar de «alimentarles» constantemente con violencia se les alimentara con valores positivos para ellos mismos y para los demás como por ejemplo el «placer» de ayudar a sus compañeros o a quien fuere? La respuesta parece obvia.

¿Cuál es el resultado de esta sobre exposición a la violencia explícita tanto en películas, series, noticiarios etc.? El resultado no puede ser otro que el buscado, la construcción de seres humanos que dejan de ser humanos (deshumanización); el resultado no es otro que la insensibilidad general de la población, la incapacidad de sentir nada por nadie, la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Este es el objetivo y el objetivo se está cumpliendo.

¿Evidencias de lo que digo? Son varias y simples, les propongo una: enciendan la televisión y miren el contenido que se ofrece a la población en películas, boletines de noticias etc: reparen en cuáles son los héroes que se les ofrece a los ciudadanos, cuáles son los modelos de conducta que son divulgados y cuáles son los valores que se nos transmiten: materialismo, superficialidad, consumismo, egoísmo, individualismo extremo…

La sensibilidad va desapareciendo y va reinando la insensibilidad y la deshumanización. Nos quieren insensibles y este será el resultado de estar sobre expuestos a la violencia continua. Pero de nosotros depende el tipo de “alimento” con el que nos vayamos a “alimentar”; de nosotros depende el tipo de persona que queramos y vayamos a ser.

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