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Brasil: Lula envía carta al primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico

Redacción: Telesur

El líder brasileño destacó que este Foro Mundial del Pensamiento Crítico surge en un momento donde parte de Latinoamérica y del mundo regresan al atraso.

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, envió una carta al 1° Foro Mundial del Pensamiento Crítico del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) que se celebra en Argentina.

«La reflexión, el pensamiento crítico, el soñar, proponer y construir un mundo mejor, más justo y más humano siempre será importante y nunca será fácil», expresó el líder brasileño en la misiva que fue difundida el miércoles.

Lula, quien cumplió siete meses preso en la sede de la Policía Federal de Curitiba, estado de Paraná (sur), por el supuesto delito de corrupción, destacó la realización del evento «en un momento donde parte de América Latina y del mundo vive el ascenso del atraso».

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El exmandatario reiteró que hay un aumento de mentiras a través de las denominadas «fake news» (noticias falsas), así como de la violencia política y de la persecución judicial.

Además, Lula considera que el 1° Foro Mundial del Pensamiento Crítico es «un gran encuentro para recordar nuevamente que otro mundo es posible y necesario».

Finalmente, el líder popular felicitó a los organizadores por la gran iniciativa y se disculpó por no poder participar en el encuentro. «Gracias por su solidaridad. Lamento no poder encontrarme con ustedes físicamente. Pero estamos hoy, y siempre, juntos».

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/lula-carta-foro-mundial-pensamiento-critico-clacso-argentina-20181122-0036.html

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Debate sobre la subjetividad de la juventud trabajadora

Por: Iñaki Gil de San Vicente/Rebelión

Me habéis planteado que: «El debate general que queremos aclarar es el siguiente: ¿Si el sujeto es la clase trabajadora, qué subjetividades tenemos los jóvenes que también lo integramos?». Me explicáis en vuestra nota que también debatiréis en otra charla sobre qué es la clase obrera en la actualidad, y que estas y otras discusiones son parte de un plan de formación de la juventud militante.

Damos por supuesto que por «clase trabajadora» entendemos esencialmente lo mismo y que vosotros y vosotras asumís que formáis parte ella. También damos por supuesto que estamos de acuerdo en lo que entendemos por «subjetividad» en su sentido básico. Explico lo de «sentido básico» porque el término de «subjetividad» es bastante vago, muy manipulable porque arrastra desde el origen de la filosofía una dificultad que reaparece en momentos de crisis en las prácticas colectivas y/o personales. Hay que decir que lo que oficialmente se entiende por «filosofía» surgió como pensamiento de las clases dominantes para justificar la opresión sobre la que se asentaban sus privilegios. También fue este el origen de la ética, pero no podemos desarrollar este punto ahora.

Ambos, filosofía y ética, o si se quiere, las primeras interpretaciones de lo que es la sociedad y el pensamiento realizadas desde las necesidades de la minoría dominante, toparon de inmediato, al instante, con el problema del sujeto y del objeto y de las relaciones entre ellos. El sujeto era y sigue siendo el hombre dominante, el objeto era la mujer y el hombre esclavizados, los pueblos bárbaros que había que dominar y explotar, o exterminar. El desarrollo del dinero como equivalente universal, y de la mercancía, agravaron la incapacidad para resolver la dialéctica entre el sujeto y su subjetividad, y el objeto al que se le negó la subjetividad porque era eso: un objeto, una cosa sin ideas propias o en todo caso con ideas despreciables, sin civilizar. La burguesía, la patronal siente un profundo desprecio por la clase trabajadora, sobre todo cuando es mujer y más aún cuando es migrante.

Desde entonces y hasta la aparición de la lucha de clases socialista y su síntesis teórica en el marxismo, todo lo relacionado con la subjetividad ha sido dominio exclusivo de las clases dominantes eurocéntricas y masculinas, sobre todo cuando la burguesía en ascenso tenía que explicar la exclusión del proletariado, de la mujer trabajadora y de los pueblos colonizados de los derechos de ciudadanía que ella había creado para sí misma en su lucha contra el feudalismo.

La solución del problema de la subjetividad aparece por primera vez en la Tesis sobre Feuerbach de Marx, aunque ya venía anunciada por otros autores como Goethe cuando dijo que en el principio era la acción y no el verbo. La solución es la praxis, la dialéctica entre la mano y la mente: una vez que las luchas conscientes y organizadas de las clases y de los pueblos habían demostrado que la acción pensada y el pensamiento practicado se imponen sobre la subjetividad totalmente separa de la objetividad de las opresiones, negándola incluso: todo depende del color del cristal con que se mire, asegura la subjetividad solipsista. Frente a este canto extremo a lo subjetivo más reaccionario, debemos decir que lo objetivo es aquello de lo que no podemos escapar entre otras razones porque también es nuestra subjetividad.

Hablamos de praxis social prolongada en el tiempo que aúna lo objetivo con lo subjetivo, no de situaciones individuales y aisladas, o minoritarias, en las que la subjetividad está divorciada y hasta enfrentada a la realidad de los hechos, o sea en las filosofías idealistas, en lo que llaman «enfermedades mentales», etc. Sin entrar por ahora a una crítica del «orden psiquiátrico», y sin explicar por qué frecuentemente es más sano integrarse en una organización revolucionaria y/o sindicato sociopolítico que ir a un psicólogo o a un confesor, existen subjetividades reaccionarias, personalidades psicópatas, sociópatas, etc., y también «normales» en el sentido que veremos dentro de poco, que tienen mucha influencia en la política burguesa para imponer a la juventud subjetividades reaccionarias aunque esté camufladas debajo de celofanes de tolerancia y progresía.

Como hemos dicho, el problema de la dialéctica entre la subjetividad y la objetividad empezó a resolverse cuando la clase proletaria entró en escena con un objetivo cada vez más concreto: la destrucción del Estado del capital, la creación de un Estado o Comuna –para asumir la autocrítica de Engels en 1875 en el sentido de que para él y para Marx era mejor hablar de Comuna que de Estado-, el avance consciente hacia la superación de la ley del valor y de la mercancía y, simultáneamente, la creación de una personalidad multidimensional, polifacética y omnilateral, polícroma.

En 1845 con las Tesis sobre Feuerbach tomó forma básica la solución del problema de las subjetividades. Pero en la medida en que el movimiento revolucionario no había generado aún la suficiente experiencia de praxis, en esa medida existían aún vacíos. Fue muy importante la oleada de luchas de 1830 y la resistencia popular de 1842-43, con la participación de mucha juventud alemana, para recuperar leña y otras materias en los bosques comunes que habían sido privatizados. El Manifiesto Comunista y la revolución de 1848, El Capital de 1867, la Comuna de París de 1871, la revolución de 1905, la guerra de 1914, fueron hitos de praxis que demostraron la veracidad de la solución marxista.

Ya para entonces era incuestionable que la juventud trabajadora formaba un pilar decisivo en esa solución. La matanza de millones de jóvenes en la guerra industrializada de 1914 azuzó el problema al máximo. En diciembre de 1916, Lenin escribió en el exilio lo que sigue:

«Se sobreentiende que aún no hay claridad teórica ni firmeza en el órgano juvenil y quizá nunca la haya, precisamente porque es un órgano de la juventud impetuosa, burbujeante, indagador […] Una cosa son los adultos que confunden al proletariado, que pretenden guiar y enseñar a los demás; contra ellos hay que luchar despiadadamente. Otra cosa son las organizaciones de la juventud, que declaran de forma abierta que aún están aprendiendo, que su tarea fundamental es preparar cuadros de los partidos socialistas. A esta gente hay que ayudarla por todos los medios, encarando con la mayor paciencia sus errores, tratando de corregirlos poco a poco, sobre todo con la persuasión y no con la lucha. No pocas veces sucede que los representantes de las generaciones maduras y viejas no saben acercarse como corresponde a la juventud que, necesariamente, está obligada a aproximarse al socialismo de una manera distinta, no por el mismo camino, ni en la misma forma, ni en las mismas circunstancias en que lo han hecho sus padres. Por lo tanto, entre otras cosas, debemos estar incondicionalmente a favor de la independencia orgánica de la unión juvenil, y no sólo porque esta independencia sea temida por los oportunistas, sino por la esencia misma del asunto. Porque sin una total independencia, la juventud no podrá formar de sí misma buenos socialistas ni prepararse para llevar el socialismo hacia delante». La Internacional de la juventud, Obras Completas. Progreso Moscú, 1984, Tomo 30, p. 233.

Lenin pensaba entonces que no vería la revolución ya que tardaría mucho tiempo en estallar. Se equivocaba porque irrumpió en escena tres meses después. Pero ese error en el cálculo de los tiempos demuestra la importancia de sus palabras porque no respondían a una urgencia táctica ante la inminencia de las sublevaciones, sino que exponían una teoría estratégica de muy largo alcance en un mundo capitalista en la crisis sufrida en su historia. Son tan aplastantes los argumentos de Lenin que no podemos añadir nada que los mejores, sino sólo confirmar que la historia los ha revalidado siempre, y tanto ahora, ciento dos años más tarde en una sociedad burguesa obsesionada por envejecer mentalmente y alienar a la juventud trabajadora, reprimiendo sin piedad a la que adquiere conciencia revolucionaria.

La juventud obrera fue clave en la victoria de la revolución bolchevique de 1917 y en la oleada de luchas desatada por ella. La juventud pequeño burguesa, campesina media y alta, y alto burguesa, así como la gran mayoría de la cristiana, también fue importante en el ascenso del nazifascismo desde 1923 en adelante. Pero la dogmatización del marxismo oficial precisamente desde esos años anuló el potencial teórico latente en las palabras de Lenin, en las conquistas de 1919-23 del bolchevismo en lo concerniente a la libertad juvenil, deterioro que sería retroceso desde 1933.

En este contexto, W. Reich escribió en 1933 y 1934 las dos citas que trascribimos por su importancia. En noviembre de 1932 el nazismo subió al poder al ganar las elecciones generales y para febrero de 1933 desató la caza, captura y asesinato de la izquierda. La juventud proletaria se había enfrentado al nazismo pero el marxismo oficializado y dogmatizado ya para entonces no podía entender la naturaleza compleja del nazifascismo, y menos sus las raíces inconscientes, lo que reducía a nada su lucha contra tanta irracionalidad. El mismo W. Reich había sido expulsado del Partido Comunista Alemán en 1932 por plantear abiertamente tales limitaciones suicidas.

Una de las soluciones que propuso para romper las cadenas psicopolíticas que frenaban la expansión del partido entre la juventud trabajadora fue la realización de asambleas militantes en las que padres y madres del partido debatieran con sus hijas e hijos también militantes los problemas a los que se enfrentaban haciendo especial hincapié en los familiares, afectivos y sexuales, dado que, para Reich y con razón, eran pesadas anclas profundamente incrustadas en el fondo de estructura psíquica. La burocracia adulta boicoteó estas y otra propuestas. Por tanto, las dos citas han de leerse e interpretarse como una sola:

«La psicología burguesa tiene por costumbre en estos casos querer explicar mediante la psicología por qué motivos, llamados irracionales, se ha ido a la huelga o se ha robado, lo que conduce siempre a explicaciones reaccionarias. Para la psicología materialista dialéctica la cuestión es exactamente lo contrario: lo que es necesario explicar no es que el hambriento robe o el que el explotado se declare en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roban y por qué la mayoría de los explotados no van a la huelga […] La economía ha ignorado hasta el momento que la cuestión esencial no reside en saber que la conciencia de clase existe, y de qué modo, entre los trabajadores (esto es una cuestión evidente) sino en averiguar qué es lo que impide el desarrollo de la conciencia de clase.» Psicología de masas del fascismo. Ayuso. Madrid 1972, pp. 32-33.

«En todo joven actúa una tendencia hacia la rebelión contra la represión autoritaria, especialmente contra los padres, que son los órganos ejecutivos corrientes de la autoridad estatal. Es esta rebelión, en primer lugar, la que suele atraer a los jóvenes hacia las corrientes izquierdistas. Va siempre ligada, con una necesidad más o menos consciente y urgente, a la realización de la vida sexual […] Ha de ponerse así mismo claramente de manifiesto que la juventud, que aspira a pasar de las trabas del hogar paterno a la libertad y la autodeterminación, con lo que estamos de acuerdo y nos proponemos realizarlo, cae, en realidad, en otra relación de autoridad, esto es, en la del campamento del servicio social o de la unión fascista, donde hay que callarse nuevamente […] No se trataba solamente de las trabajadoras a las que la labor en la fábrica había madurado, orientadas más inequívocamente hacia la izquierda, sino de la enorme mayoría de las amas de casa, trabajadoras domésticas, tenderas, empleadas de grandes almacenes, etc. Según nuestra experiencia, la relación sexual extramatrimonial, o la tendencia hacia la misma, constituye un elemento susceptible de desplegar una gran eficacia contra influencias reaccionarias […] Revolucionaria en la fábrica, más de una mujer es reaccionaria en la casa». Materialismo dialéctico y psicoanálisis. Siglo XXI, Madrid 1974, pp. 100-107.

La crítica de W. Reich aporta aspectos centrales al debate sobre la subjetividad de la juventud trabajadora; el papel autoritario del poder adulto, de la familia patriarcal que es muy correctamente definida como órgano ejecutivo del Estado y, por tanto, la urgencia de que la juventud se autoorganice para conquistar la independencia vivencial; la necesidad de unir la revolución sexual con la revolución social en la praxis independiente del poder adulto y del Estado, y sobre todo en la liberación de la mujer trabajadora en la que el matrimonio es una cárcel que destruye la conciencia libre; el papel reaccionario de la psicología oficial, y la crítica del dogmatismo economicista que reduce la conciencia de clase a un mero problema de pacífica negociación salarial; el poder de alienación de la juventud obrera de los aparatos asistenciales del Estado y del fascismo, la necesidad de combatir toda relación de autoridad….

Siempre dentro del capitalismo occidental, imperialista, la expansión posterior a 1945 buscó también integrar –mejor decir, desintegrar- a la juventud trabajadora no mediante el fascismo desde luego, sino mediante el llamado Estado del Bienestar (¿?) y su asistencia integradora, mediante la muy correctamente denominada «desublimación represiva», denunciada por Marcuse y sectores de izquierda de la Escuela de Frankfurt, en la que el consumismo era ya un medio de alienación. Marcuse se adelantó a su tiempo y acertó de pleno porque medio siglo más tarde el capitalismo ofrece en especial a la juventud una ficción de libertad plena porque, según D. Rushkoff; «Se trata de utilizar la tecnología para estimular conductas obsesivas y compulsivas en la medida en que nuestros deseos son repetidamente amplificados para luego darnos la oportunidad de satisfacerlos. La velocidad y la especificidad son las características que diferencian al futuro individualizado del marketing tradicional al que estamos acostumbrados» (Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, p. 293).

Este logro es cierto pero las dificultades que ha de vencer el poder adulto son más graves y estructurales ya que el consumismo depende en última instancia de las fases de crisis capitalista. Es por esto que, por debajo de la manipulación del consumismo, el poder tomara medidas más profundas de manipulación desde la infancia. G. Jervis fue un militante comunista que junto con otras personas estudió el llamado «orden psiquiátrico» que integrado en la totalidad del sistema de control social reforzaba la alienación de masas justo en los momentos más álgidos de la lucha de clases en la Europa capitalista de comienzos de la década de 1970:

«Somos exhortados a ser normales obedeciendo a las leyes, honrando al padre y a la madre, vistiéndonos como requiere nuestra condición social, teniendo las distracciones y las costumbres de nuestro propio ambiente, comportándonos de modo tranquilo y sensato, así sucesivamente. La normalidad viene prescrita como una serie variable (según las clases) de códigos de comportamiento; si ésta es violada intervienen la represión judicial y la psiquiátrica, en particular si el sujeto pertenece a clases sociales subordinadas». Manual crítico de psiquiatría. Anagrama. Barcelona, 1977, p. 207.

G. Jervis criticó también cómo la introducción de la droga destrozaba la juventud obrera y revolucionaria, cómo la flamante democracia burguesa del momento recurría a la tortura para ampliar esa destrucción; cómo el Partido Comunista Italiano cometía un error irreparable en 1977 al ayudar a reprimir a la izquierda revolucionaria, porque desconocía la compleja dialéctica entre lo racional y lo irracional (G. Jervis Psiquiatría y sociedad. Fundamentos, Madrid 1981, pp. 147-156). Junto con otros colectivos que analizaban los medios de manipulación inconsciente y subconsciente de masas, llegaron a escribir por esos años obras premonitorias, que incluso ahora son más válidas que entonces.

Por ejemplo, D. Sibony demostró cómo en la Italia y en la Europa capitalista tensa al extremo por la lucha de clases, la burguesía sin embargo estaba logrando introducir en la sociedad la creciente indiferencia por la política mediante, entre otros métodos, reforzar la «figura del Amo» en la estructura psíquica de masas («De la indiferencia en materia de política». Locura y sociedad segregativa. Anagrama. Barcelona 1976, p. 108). Debemos recordar que al cabo de pocos años el PCI se había autodisuelto, desapareciendo de la lucha sociopolítica tras haber ayudado a encarcelar a la izquierda; recordemos que sobre ese desierto social la «figura del Amo» se encarnó en el neofascista Berlusconi, dando fuerza a la fascistización en curso.

El PCI y el eurocomunismo en cuanto tal fueron un muy efectivo instrumento para imponer la «normalización social» a la juventud trabajadora. En Euskal Herria esa tarea fue desarrollada en un primer momento por el PC de Euskadi y por Euskadiko Eskerra y luego por el reformismo abertzale. Desde luego que la ofensiva contra la juventud abarca a todas las áreas de su vida, en especial cuando ésta desborda la legalidad del Estado que oprime nacionalmente a su pueblo: tal fue y es la constante que sufre, por ejemplo, la juventud abertzale vasca. Recordemos el bodrio reaccionario llamado Subcultura de la violencia en la juventud vasca de 1995. Formaba parte de una larga ofensiva que, en su fase actual, se inició con el Plan Zen de 1982-83, dio un paso en 1987 con en el gobiernillo vascongado de PNV-PSOE y de ahí hasta las encarcelaciones inacabables de militancia joven en un contexto de recentralización político-cultural y administrativa española.

Además de estos métodos político-policiales y en lo que concierne a otras las estrategias del poder para impedir que crezca la subjetividad revolucionaria en la juventud debemos prestar también atención, por un lado, al control social que tiene el objetivo de, según O. Daza Díaz: «el estudio de los individuos para la selección y vigilancia; la eficacia y rapidez de la producción industrial; la reforma de los individuos para adaptarlos a esa tecnología y el progreso ilimitado de nadie sabe quién» («El paradigma del control social en los orígenes de la psicología», Antipsy-Chologicum. Virus. Barcelona 2006, p. 42).

Y por otro lado, también tenemos que combatir lo que E. Acosta Matos define como «neolenguaje» (Imperialismo del siglo XXI: Las Guerras Culturales. Ciencias Sociales. La Habana, 2009, pp. 323-335), una terminología borrosa, grandilocuente, aparentemente nueva y original que ha creado el neoconservadurismo para erradicar conceptos científico-críticos que aludían a la objetividad de la explotación, de la injustica, del saqueo, de los crímenes imperialistas, de los terrorismo patronal y patriarcal, de los crímenes racistas: si la juventud desconoce esos conceptos desconocerá lo que expresan y cómo interactúan las contradicciones objetivas que analizan. Logrado esto, la juventud tendrá una subjetividad analfabeta, ignara, pasiva.

La letalidad psicopolítica y ética del neolenguaje es muy alta, por eso voy a volver a citar aun a costa de repetitivo y cansino, unas palabras siempre necesarias de J. P. Garnier que nunca debemos olvidar: «“Capitalismo”, “imperialismo”, “explotación”, “dominación”, “desposesión”, “opresión”, “alienación”… Estas palabras, antaño elevadas al rango de conceptos y vinculadas a la existencia de una “guerra civil larvada”, no tienen cabida en la “democracia pacificada”. Consideradas casi como palabrotas, han sido suprimidas del vocabulario que se emplea tanto en los tribunales como en las redacciones, en los anfiteatros universitarios o los platós de televisión. Y lo mismo les ha ocurrido a otros conceptos, cuyo origen beligerante les ha valido el calificativo de “no operativos”, como es el caso de “clase”, “luchas”, “antagonismo”, “contradicciones”, “intereses”, “burguesía”, “proletariado”, “trabajadores”…¡Y qué decir tiene de aquellos vocablos que nos remiten a utopías quiméricas, como “emancipación”, “socialismo”, “comunismo” o “anarquismo”! Todo el mundo sabe, y los investigadores los primeros, que recurrir a ese antiguo glosario es sinónimo de expresarse en una “lengua muerta”» (Contra los territorios del poder. Virus, Barcelona 2006, p. 22).

Bien, para ir terminando a modo de propuesta en diez tesis para el debate que nos reúne:

1. Dado que la subjetividad dominante en la juventud trabajadora alienada es la burgueso-patriarcal con mayores o menores dosis de opio religioso en sus tres formas –española, francesa y vasca-, lo primero que debe lograrse es desarrollar la subjetividad euskaldun con conciencia nacional de clase en el contexto presente: precarización, empobrecimiento, represiones múltiples, restricciones de derechos y libertades… La subjetividad crítica en desarrollo ha de asumir que su campo de batalla es toda la sociedad porque no existe ninguna zona de ella libre de la lógica capitalista. Tanto en su conjunto como en cada una de esas injusticias concretas ha de explicarse mediante la pedagogía del ejemplo que existen alternativas particulares y generales integradas en una estrategia en la que el joven proletariado tiene un papel protagónico.

2. Dado que la subjetividad dominante se sostiene en el miedo a la libertad y en la dependencia hacia el poder adulto, lo primero que ha de desarrollar la subjetividad crítica es la suficiente independencia vivencial en cada caso, pero tendiendo siempre a que sea por fin libertad real autoorganizada mediante la autogestión colectiva, decidida mediante la autodeterminación asamblearia, y que asuma la autodefensa de lo conquistado. Esta liberación es tanto más fácil cuanto mayor sean las tareas conjuntas con los movimientos vecinales, populares, culturales, sindicales, políticos, etc., de la zona de militancia.

3. Dado que la subjetividad de la juventud alienada es reforzada por el sistema educativo, por la industria cultural, etc., la subjetividad crítica debe llevar la opresión de la juventud trabajadora al interior de la educación y crear su prensa independiente. La industria universitaria también es un batustán de paro juvenil y un potro de resignación pasiva: criticarla desde dentro para hacer de ella un espacio más de lucha integrada en la liberación nacional de clase es una tarea básica para reforzar la subjetividad libre.

4. Dado que la subjetividad alienada acepta la objetividad de la dictadura del salariado, dado que el sindicalismo y el reformismo aceptan el salariado, dado que la ideología reformista rechaza la crítica marxista de la explotación de la fuerza de trabajo y la objetividad de la ley del valor, dado que…, entonces el desarrollo de la subjetividad revolucionaria debe basarse en la tarea doble de luchar por mejorar lo más posible las condiciones de vida y trabajo pero, y dentro de una lucha implacable aunque pedagógicamente explicada con el sistema salarial, enseñando que es objetivamente imposible de que existan esas ficciones reaccionarias llamadas «salario justo», «reparto de la riqueza», «justicia social». No habrá subjetiva obrera alguna, y menos juvenil, mientras no asuma la necesidad histórica de acabar además de con la propiedad privada sobre todo con la ley del valor, con el valor y con el trabajo abstracto.

5. Dado que la subjetividad de la clase obrera adulta acepta medidas de austeridad, subcontrataciones, deslocalizaciones y descentralizaciones, nuevos ritmos y horarios, prejubilaciones, etc., que precarizan, subemplean o desemplean a la juventud trabajadora y sobre todo a las mujeres jóvenes; dado que el reformismo político-sindical no moviliza frontalmente al pueblo trabajador contra estas agresiones en el ahora, en el presente, que generará luego, en el mañana, verdadera penuria de masas, sino que negocia a la baja cuando la burguesía accede, y cuando no accede termina aceptando sus condiciones…, la subjetividad de la juventud revolucionaria ha de lleva la concienciación no sólo a las fábricas y centros de trabajo, no sólo a los sindicatos y partidos, a la prensa, etc., sino también al interior de la familia obrera, de la cotidianeidad alienada de la familia, al núcleo del poder adulto.

6. Dado que la subjetividad alienada sostiene que la clase obrera o ya no existe o ya no es revolucionaria; dado que una gran parte cree que es «clase media» o desea fervientemente serlo; dado que cree que ha pasado para siempre la época de la lucha revolucionaria existiendo sólo la posibilidad de la acción reformista en lo salarial y en lo parlamentario, sabiéndolo así, la subjetividad crítica ha de enseñar que sin clase obrera no existiría capitalismo, ha de enseñar la historia real de la lucha de clases, y sobre todo ha de mostrar que el sistema capitalista sólo tolera algunas reformas insustanciales que las intenta destruir nada más apreciar desunión, cansancio y dudas en el proletariado.

7. Dado que la subjetividad dominante es patriarcal, racista, autoritaria…; dado que admite las enormes diferencias salariales y de derechos entre la aristocracia obrera y las franjas más golpeadas del pueblo trabajador; dado que tiende a aislar la lucha de la fábrica de las luchas vecinales, populares y sociales…; sabiéndolo así, la subjetividad de la juventud trabajadora ha de defender a estos sectores dentro y fuera del lugar de trabajo, buscando la integración sociopolítica y geográfica de la clase, organizando además de debates concienciadores y actos prácticos con sectores juveniles no aun no concienciados en especial con mujeres.

8. Dado que la subjetividad dominante en la clase obrera acepta el desarrollismo capitalista a ultranza; acepta la destrucción de la naturaleza para mantener los puestos de trabajo sacrificando la salud por el salario; acepta producir armas para los crímenes imperialistas contra pueblos y clases hermanas a cambio de salarios…; sabiéndolo así, la subjetividad crítica ha de movilizarse contra el desarrollismo, por la introducción de energías limpias, no contaminantes y por la emisión 0, por el reciclaje…; dado que la socioecología empieza por la salud de la especie humana y de la naturaleza, la subjetividad juvenil ha de luchar por la salud laboral y social y por la reintegración de la sociedad en la naturaleza.

9. Dado que la subjetividad reaccionaria niega el marxismo asumiendo en un caótico eclecticismo las modas post, el idealismo, versiones positivistas, etc., todo ello justificado con el «neolenguaje» arriba visto, entonces la subjetividad revolucionaria ha de recuperar en las condiciones actuales la validez de los conceptos científico-críticos, la doctrina o teoría del concepto como elemento central para la destrucción del capitalismo: pensamos con conceptos que nos revelan la esencia de las contradicciones objetivas, usarlos es requisito previo pasa saber cómo acabar con la malvivencia que padecemos. Sin teoría revolucionaria no hay ni praxis ni subjetividad revolucionaria.

10. Dado que la subjetividad alienada cree que el Estado es neutral servidor de la «justicia», que no es opresor, sino que a lo sumo comete algunos errores y abusos corregibles desde sus propias leyes «democráticas», sabiendo esto, la subjetividad de la juventud trabajadora ha de mostrar cómo la teoría marxista del Estado queda confirmada una vez más mediante la opresión nacional de clase que sufre Euskal Herria. La subjetividad crítica es eminentemente política, es decir, sabe que debe destruir el Estado burgués nacionalmente opresor porque, además de otras razones, es ese Estado el que impone la subjetividad reaccionaria mientras oprime a la revolucionaria, de modo que si la juventud obrera quiere ser libre ha de destruir el Estado. Pero también sabe que la independencia socialista exige un poder propio, una Comuna o Estado obrero vasco que garantice la autodefensa, la propiedad colectiva de las fuerzas productivas, la democracia consejista, la solidaridad internacional…mientras se avanza al socialismo y esa misma Comuna se autodisuelve conforme desaparece la lucha de clases.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=248537

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Desde España, Marina Subirats: Cómo educar en la igualdad de género (video)

Redacción:  Huffingtonpost

La socióloga Marina Subirats es uno de los mayores referentes en educación en igualdad, coeducación y feminismo en España. La experta plantea una nueva etapa alejada del androcentrismo con la desaparición de los géneros y la construcción de una sociedad que valore de la misma forma lo que se atribuye a los hombres y las mujeres

Fuente: https://www.huffingtonpost.es/2018/10/19/como-educar-en-la-igualdad-de-genero_a_23564804/

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Brasil: “Cómo maté a mi hija” la removedora crónica de un padre conquista las redes

Redacción: Montevideo Portal

Narrado en primera persona, el relato procura llamar la atención sobre la responsabilidad colectiva en los casos de feminicidio.

Brasil es un país sumamente castigado por el flagelo del feminicidio, lacra que en nuestro país también campa a sus anchas.

Conmovido por esas muertes cotidianas -trece al día, según las estadísticas- el historiador brasileño Cadu de Castro escribió y compartió en Facebook una conmovedora crónica.

En su breve relato, el autor deja claro que un feminicidio no se produce sólo en el instante en el que un hombre le arrebata la vida a una mujer. Comienza mucho antes, y con la involuntaria y anónima complicidad de todos.

Publicado hace menos de un mes, el relato de Castro fue compartido más de cincuenta mil veces y reproducido en varios medios de prensa brasileños.

A continuación, ofrecemos el texto traducido al español.

Soy machista. Fui criado así. Crecí, me casé y tuve una hija. Siempre sometí a mi mujer, algo que me parecía completamente natural. Al fin y al cabo, el machismo es tan estructural que se naturaliza. Usaba adjetivos como incompetente, idiota, estúpida, para criticar muchas de sus palabras y posturas, y así disminuirla, empequeñecerla. Nunca la agredí físicamente, pero ejercía violencia psicológica. Mi hija fue criada en ese ambiente.

Me reía de los chistes que humillan o descalifican a las mujeres, y los reproducía. Cuando alguna se ofendía y protestaba le preguntaba si no tenía sentido del humor, era sólo un chiste, una broma. Aparte de eso, siempre fui muy moralista, especialmente cuando veía mujeres con ropas muy cortas. Muchas veces dije que estaban pidiendo ser violadas. Recuerdo que una vez me contaron sobre un caso de violación de una chica «modernosa» del barrio donde vivo, y cuestioné si se trataba realmente de una violación. Al fin y al cabo, ella abusaba, lo pedía ¿no? Mi hija escuchaba todo eso.

Defendía que hombres y mujeres son muy diferentes y por eso sus derechos no podían ser iguales. Reproducía las falacias de que el hombre es más racional y la mujer más sentimental, que tener muchas mujeres en un mismo lugar de trabajo no da resultado, que la mujer habla demasiado, que le gustan los chismes, que los hombres son más competentes para gerenciar negocios, que hay mujeres a las que les gusta que les peguen, que los niños mal educados lo son por culpa de la madre, etc. Mi hija aprendió todo eso.

Una vez, un vecino agredió físicamente a su mujer. Mi esposa y mi hija hablaron de llamar a la policía, pero lo impedí. Dije que «en pelea de marido y mujer no se mete cuchara». ¿Quién sabe lo que ella hizo para hacerle perder a él la cabeza? Mi hija incorporó esa idea.

Deshumanizaba la figura femenina. A las mujeres más independientes y despegadas de esas reglas morales que yo defendía, las llamaba vacas, yeguas, cerdas. Decía que el feminismo era cosa de mujeres «mal atendidas», feas, desequilibradas, desubicadas. Me ofendía cuando alguien me llamaba machista, y decía, «ni machismo ni feminismo, nada de ismos». Mi hija llegó a reproducir algunas de mis expresiones.

Recuerdo cuando ella me lo presentó. Estaban empezando a salir. Una vez la oí conversando con una amiga y le contaba que a veces era un poco grosero, pero los hombres son así, ¿verdad? Yo era su referencia.

En otra ocasión hablaba con una prima sobre cómo lo encontró con otra, pero él se disculpó y dijo que era sólo un desliz, que la amaba. Recordó que unos años antes, su madre había descubierto algunas aventuras mías, y que eso era, al fin y al cabo, cosa de hombres.

Él me caía bien. Era un muchacho simpático y trabajador. Reía mucho de los chistes sobre mujeres que le contaba, y hasta aportó algunos nuevos que ampliaron mi repertorio.

Hace poco ella llegó a casa con un hematoma en un ojo, el rostro hinchado y marcas en los brazos. Le pregunté sobre eso y contestó que se había caído por las escaleras, pero que estaba bien, que no hacía falta que me preocupara. Le pregunté si todo iba bien con su marido y me dijo que sí, que él la amaba.

Ayer recibí una llamada de la policía. Supe que mi hija estaba muerta. Su compañero la había tirado del balcón desde un décimo piso. O la había apuñalado, o baleado, o estrangulado, o golpeado hasta la muerte durante una pelea conyugal.

Los vecinos oyeron sus gritos pidiendo socorro, pero nadie intervino ni llamó a la policía. Al fin y al cabo, en pelea de marido y mujer no se mete cuchara.

Yo caí, o fui apuñalado, o baleado o estrangulado junto con mi hija. Ahora yazgo en este suelo frío, La caída, o el tiro, o el estrangulamiento, o los golpes, o la puñalada que destrozó mi alma, agudizó mis sentidos. Puedo ver, oír. Veo ahora con una claridad y lucidez que me lastiman: el machismo, que siempre naturalicé y reproduje, oprime, hiere, mata. Oigo el grito de los feminismos. Es un grito de dolor. Es un grito ancestral. Es un grito por igualdad de derechos y oportunidades. Es un grito por respeto. Es un grito por la vida. Es el grito de mi hija. Es el grito de tu hija.

Es tarde para mí. Es tarde para ella. Maté a mi hija. En cada acto machista maté a mi hija. Maté también otras hijas, hermanas, madres. Defender y reproducir el machismo es mancharse las manos con sangre. Tú puedes aún salvar a tu hija, hermana, madre y tantas otras mujeres. Actúa antes de que sea tarde.

Debes estar preguntándote si esta historia es verídica. Respondo: sí y no. Sí porque ocurre todos los días, en muchos lugares y a muchas familias. Criamos una serie de feminicidas, y algunos feminicidas en serie. Brasil está entre los países con mayor tasa de feminicidios: ocupa la quinta posición en un ranking de 83 naciones. Mueren 13 mujeres al día en casos de feminicidio, y casi el 80% de ellas a manos de sus parejas.

Y no, no es verídica porque no me ocurrió a mí.

Simplemente escribí esta crónica porque me sentí tocado por un grave problema social: el machismo, al que tenemos que exponer, revelar y combatir todos los días y en todas partes.

Tengo la dicha de estar rodeado de mujeres feministas. Esposa, hija, sobrina, nuera, primas y amigas

Crié una hija feminista. Desde pequeña le enseñé a aceptar un NO sólo si tenía una justificación coherente, proviniera de quien proviniera, incluido yo.

Cuando surgieron expectativas sobre hacerla estudiar ballet, la apoyé para que entrenara taekwondo como ella quería. Ahora es cinturón negro segundo dan. Fue campeona brasileña combatiendo con hombres (en aquella época no había otras mujeres) y campeona panamericana. Está casada con un tipo maravilloso. Y ahora esperamos a Mel, su hija y mi primera nieta, y sólo de pensarlo me lleno de amor y ternura.

Necesito luchar por un mundo mejor para ella. Por un mundo mejor para todas las mujeres. Quiero un mundo mejor para todas las personas.

Y para eso, nosotros, los hombres, tenemos que empeñarnos en una férrea lucha que comienza dentro de cada uno de nosotros, contra el machismo nuestro de cada día. Tenemos que desaprender lo que somos.

¡Sólo los feminismos salvan! Esa lucha es de todos nosotros. Le enseño eso a mi hijo, que es un tipo maravilloso.

Fuente: https://www.montevideo.com.uy/Mujer/-Como-mate-a-mi-hija-la-removedora-cronica-de-un-padre-conquista-las-redes-uc694135

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Escribir el futuro

Por: Fernando Zavala

“La ciencia, la tecnología y la innovación son indispensables para el crecimiento económico”.

Siempre hablamos de la importancia de invertir más y mejor en cienciatecnología e innovación (CTI). Pero ¿cómo plasmamos esto en acciones? Desde el Consejo Peruano de Competitividad (CPC) proponemos tres propuestas concretas que se pueden realizar en el corto y mediano plazo.

La ciencia, la tecnología y la innovación son indispensables para el crecimiento económico, el desarrollo y el bienestar de un país. Tristemente, no es novedad saber que el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial del 2018 califica al Perú en el puesto 89 de 140 países en el pilar de innovación, y es en el que tenemos el puntaje más bajo.

Hoy los recursos que invierte el Estado en CTI son pocos; pero, además, casi no se ha evaluado su impacto. En una de las pocas evaluaciones realizadas, la del Fincyt I, se concluye que si bien se han cumplido los objetivos como programa, las mejoras no se trasladaron a la productividad de las instituciones ni al país en su conjunto (Innovos Group, 2012).

Desde el CPC proponemos tres medidas para resolver parte del problema: (1) actualizar el Plan Nacional de CTI en el marco de la rectoría de Concytec y el programa presupuestal único para CTI, (2) crear un portal único de información, (3) incorporar incentivos para fomentar la vinculación de la academia y la empresa.

La primera propuesta implica fortalecer la institucionalidad del Sistema Nacional de CienciaTecnología Innovación (Sinacyt). El Perú ha avanzado en materia institucional con la publicación de la Ley 30806 en julio del 2018, la cual busca reforzar el rol rector de Concytec. Bajo este marco, es fundamental robustecer las herramientas para que los actores del Sinacyt diseñen sus intervenciones estructuradamente sobre un mismo esquema de prioridades y dar predictibilidad a los actores involucrados. Una de las herramientas para lograrlo es el Plan Nacional de CTI. La publicación del último plan se hizo en el 2006, originando el PNCTI 2006-2021; sin embargo, no se ha logrado a cabalidad su articulación con las estrategias de desarrollo del país y la asignación de recursos. Es fundamental actualizarlo para articular eficientemente las distintas intervenciones del sector público. Su ejecución debe evidenciarse en un solo programa presupuestal. Para ello, será fundamental que se ejerza la rectoría del Concytec. Será clave el apoyo del MEF para articular y ejecutar el programa presupuestal único, y utilizar eficientemente los espacios establecidos para el diseño, implementación y seguimiento a la ejecución del plan.

La segunda propuesta busca facilitar el acceso a información y crear oportunidades de vinculación para desarrollar proyectos en CTI. En la última encuesta sobre innovación realizada, solo el 29% de las empresas manifiestan conocer programas y servicios públicos de apoyo a las actividades de innovación (INEI, 2017). Se propone algo simple pero poderoso: crear un solo portal del Estado que articule y consolide datos relevantes sobre fondos y alternativas de financiamiento nacionales e internacionales; bases de datos de capital humano; infraestructura y equipamiento disponible; datos abiertos para la innovación; eventos, foros y espacios de comunidad; consultorías y proyectos realizados con recursos públicos; desafíos de las empresas, entre otros.

La tercera propuesta busca generar mayores incentivos para la vinculación academia-empresa a fin de generar conocimiento de valor social y económico. En el Perú, solo el 26% de los centros de investigación están vinculados con empresas (Concytec, 2016). Concytec y Produce están implementando iniciativas para vincularse más. Concytec, por ejemplo, ha lanzado recientemente las IVAI (Iniciativas de Vinculación Academia-Industria). Produce, por otro lado, está diseñando hojas de ruta tecnológicas de la mano con el sector privado y la academia, entre otros esfuerzos. Para complementarlo, se propone incorporar como condición transversal en todas las bases de los concursos de fondos públicos en CTI que sea aplicable, otorgar mayor porcentaje de cofinanciamiento cuando exista asociación academia-empresa.

Sin un entendimiento claro de las necesidades del sector privado, estaremos desaprovechando grandes oportunidades para poner en valor nuestro conocimiento. En este sentido, estas propuestas buscan mejorar la asignación y uso de los recursos, facilitar el acceso a información para incrementar el uso de los instrumentos de CTI, y generar incentivos para aumentar la vinculación academia-empresa, con el objetivo de obtener conocimiento útil para la sociedad y las empresas.

La ciencia, la tecnología y la innovación escriben nuestro futuro. Más vale que lo escribamos bien.

Fuente: https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/ciencia-tecnologia-innovacion-escribir-futuro-fernando-zavala-noticia-575814

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Desde España se entrevista a Mercedes Serrato: «El movimiento feminista no se ha preocupado de las mujeres con discapacidad»

Redacción: El Diario

Mercedes Serrato es trabajadora social, «feminista irremediable», doctoranda en Ciencias Sociales, y la autora principal del artículo ‘Violencias contra mujeres con discapacidad en España: la incansable lucha por ser visibles’

Tenemos unas «normas sobre violencia contra mujeres que no tienen en cuenta a las mujeres con discapacidad y a unas normas sobre discapacidad que no tiene en cuenta las violencias contra las mujeres», denuncia

Fuente: https://www.eldiario.es/andalucia/diversidad_funcional-mujer-genero-violencia_machista-discapacidad_0_776572619.html

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8 tesoros del «arte gay» del Museo del Prado que ayudan a entender la historia de la homosexualidad en el arte

Redacción: BBC Mundo

Inadvertidas, ocultas, perseguidas. Así fueron las relaciones homosexuales durante siglos en Occidente. También en el arte.

Pero, aunque prohibida e invisible para muchos, la homosexualidad fue representada de forma constante en la pintura y en la escultura.

Para verla solo había que saber -o poder- mirar. Ese es el ejercicio que propone el Museo del Prado de Madrid con motivo de la celebración del Día Mundial del Orgullo Gay que tendrá lugar en la capital española entre el 23 de junio y 2 de julio.

La principal pinacoteca de España vuelve la vista sobre su propia colección para sacar a la luz obras que muestran relaciones entre personas del mismo sexo, identidades sexuales que no se ajustaban a las normas sociales y cuerpos que no respondían a la división entre hombres y mujeres.

También ponen de relieve la persecución de aquellos artistas, modelos y coleccionistas castigados por no encajar en la norma.

La muestra «La Mirada del otro», que se exhibe hasta el 10 de septiembre consiste en un recorrido por 30 obras cuidadosamente seleccionadas. BBC Mundo escogió 8 de ellas y le preguntó a Carlos G. Navarro, curador de la exposición, cómo ayudan a entender la historia -muchas veces silenciosa- de la homosexualidad en el arte.

1.- El rapto de Ganímedes, de Pedro Pablo Rubens, 1636 – 1638.

El rapto de Ganimedes, de Pedro Pablo Rubens, 1636-1638Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

En este lienzo, el pintor belga Pedro Pablo Rubens, reproduce el mito del rapto por parte del dios Júpiter, convertido en águila, del joven Ganímedes, a quien quiere convertir en su amante.

Durante siglos, explica Carlos G. Navarro, para representar la homosexualidad había que recurrir a temas de la mitología en los que hombres y mujeres mantenían relaciones amorosas con personas del mismo sexo.

Pero la posibilidad de contemplar estas historias estaba reservada a la intimidad de los poderosos.

«Solo en espacios de privilegio y poder supremo como los palacios reales o cardenalicios se permite este tipo de escenas amatorias, siempre protagonizadas por los dioses no sometidos al imperio de lo cristiano», dice Navarro en diálogo con BBC Mundo.

«Sobre todo los amores de Apolo y de Jacinto, que los hemos representado en la exposición con uno de los bocetos de Rubens para la Torre de la Parada. O de Júpiter y Ganímedes, que también llevamos uno de los grandes lienzos que realiza Rubens», añade.

La Torre de la Parada, mandada construir por el rey Felipe IV de España, era un palacete de descanso que el monarca utilizaba tras sus jornadas de caza.

De sus paredes, apunta Navarro, colgaron «todos los caprichos de los dioses».

2.- David con la cabeza de Goliat, de Michelangelo Merisi Caravaggio.

David con la cabeza de Goliat, de Michelangelo Merisi CaravaggioDerechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

Pese a la permisividad de su representación en esos espacios reducidos, reservados a unos pocos, la homosexualidad estaba duramente castigada socialmente.

La exposición del Prado también llama la atención sobre los artistas que fueronperseguidos por su condición sexual.

«Es el caso por ejemplo de los artistas que fueron apresados por sodomía. No sabemos cuál era su identidad sexual, pero tuvieron que encarar la experiencia de responderle a un tribunal que les acusa», afirma Navarro.

Así le sucedió al pintor Michelangelo Merisi da Caravaggio, cuya obra David con la cabeza de Goliat forma parte de la muestra.

Caravaggio fue absuelto de los cargos de los que le había acusado sin pruebas un pintor rival, pero se vio obligado a abandonar Roma después de haber pasado por prisión preventiva.

«Así se encendió la llama de la leyenda negra sobre Caravaggio: se modifica la imagen biográfica pero también artística y la forma en que se han interpretado muchas de sus obras», explica Navarro.

3.- «El Maricón de la tía Gila, de Francisco de Goya.

El Maricón de la tía Gila, de Francisco de GoyaDerechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

La obra de Goya, desarrollada sobre todo en el siglo XIX, ofrece una mirada más contemporánea sobre las identidades que no encajan en la «norma social».

Y la forma de enfrentarse a la representación de la homosexual es diferente en el pintor aragonés a la del barroco de Rubens.

«‘El Maricón de la Gila’ nos está representando un personaje queer, un tipo ‘raro’ que no responde a la expresión de género normativa», señala Navarro.

Goya dibuja este retrato, y los de otros personajes ‘marginales’ -como locos y dementes- en uno de sus cuadernos a finales de la primera década y principios de la segunda del siglo XIX.

«Son personajes que se quedan en los márgenes y que nos suelen salir en los cuadros de costumbres que él mismo hace», indica el curador.

«Es una mirada de conmiseración. No es una mirada acusatoria Hay una dosis de realismo profundamente contemplativa. Remite a una imagen de rareza que no responde a los cánones», sugiere.

4.- Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda, de Juan Sánchez Cotán, 1590.

Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda, de Juan Sánchez Cotán, 1590Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

Las mujeres barbudas muestran cuerpos diferentes a los convencionales que, de acuerdo con Navarro, sirven para escenificar la noción de ‘lo tercero’, que es como se refiere la literatura del Siglo de Oro a las realidades que no responden ni a hombre ni a mujer.

Durante años se creyó que el retrato de este tipo de personajes respondía a la curiosidad y a un interés meramente paramédico por parte de los pintores y de quienes les encargaban las obras.

Sin embargo, estas imágenes no están exentas de un juicio moral.

«El caso de Brígida del Río fue utilizado para mostrar esa imagen de ‘lo tercero’ como algo reprobable. Es una advertencia contra los hombres afeminados. Es algo que tiene una militancia profunda detrás al advertir contra ese tipo de posiciones», asegura el curador de la muestra.

5.- Hermafrodito, de Matteo Bonuccelli, 1652.

Hermafrodito, de Matteo Bonuccelli, 1652Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

Este «hermafrodito» del escultor italiano Matteo Bonuccelli, representa un ser mitológico mitad hombre mitad mujer.

Como las mujeres barbudas, esta obra muestra un cuerpo sexualmente ambiguoy fuera de lo común.

«En realidad nos escenifica un cuerpo de transexualidad, un cuerpo que es aparentemente femenino pero que contiene el pene mejor detallado de todas las colecciones del Museo del Prado para dejar claro que es una condición físicamente ambivalente», apunta Navarro.

6.- Aquiles descubierto por Ulises y Diómedes, Pedro Pablo Rubens, 1617 – 1618.

Aquiles descubierto por Ulises y Diómedes, Pedro Pablo Rubens, 1617 - 1618Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

Si el hermafrodito puede ser visto como una representación de la «transexualidad», este cuadro de Rubens nos muestra a un Aquiles «travestido», a mitad de camino entre un hombre y una mujer.

El héroe griego, disfrazado de mujer, trata de engañar a sus compañeros con el fin de evitar el ir a la Guerra de Troya. Y su posición central en el cuadro no es casual.

«Aquiles ocupa el espacio central y divide el mundo de los hombres y el mundo de las mujeres», explica Navarro.

7.- El Cid, Rosa Bonheur, 1879.

El Cid, Rosa Bonheur, 1879Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

¿Qué tiene que ver la cabeza de un león con la representación de «la mirada del otro»?

La respuesta hay que buscarla en la autora de esta obra de finales del siglo XIX: Rosa Bonheur.

«Es una pintora del siglo XIX que, en lugar de plegarse a las ideas predeterminadas que como mujer le correspondía en el universo del arte a mediados del siglo XIX, decide crear y hacerse su propio sitio, su propia identidad», destaca Navarro.

Una muestra de ese carácter independiente y a contracorriente es que Bonheur tenía permiso para llevar pantalones en una época en que las mujeres no podían hacerlo en público.

«Es una mujer que responde a un modelo bastante antinormativo. Si solamente nos fijamos en que hay una cabeza de león bien pintada nos perdemos esos otros detalles biográficos que explican y dotan de un significado mucho más profundo la obra que conserva el Prado», asegura el curador.

8.- San Sebastián, Guido Reni, 1617 – 1619.

San Sebastián, Guido Reni, 1617 - 1619Derechos de autor de la imagenMUSEO DEL PRADO

Semidesnudo y con el cuerpo atravesado por saetas como parte de su martirio, San Sebastián, soldado romano castigado por ser cristiano, es visto en la actualidad como un icono del erotismo gay.

Ya en su momento, la versión de Guido Reni que expone el Prado no fue considerada lo suficientemente recatada por su primera propietaria, Isabel de Farnesio, quien ordenó que se le cubriera una mayor parte del cuerpo.

Pero la versión que se conserva en el Prado no es el único San Sebastián de Reni cuyo erotismo suscitó reacciones acaloradas.

«Al del Palazzo Rosso de Génova, Oscar Wilde le dedica su primera poesía homoerótica, al que hay en Londres, el escritor Yukio Mishima le dedica amplias reflexiones eróticas. Y a otro que se conserva en EEUU, Tenessee Williams también le concede un protagonismo importante», enumera Navarro.

«No hemos querido hacer homoerotismo sino narrar la historia de la contemplación de lo homosexual a través de las pinturas», añade.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-40371673

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