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Altísima tristeza: el suicidio contemporáneo

Por: Samuel González Contreras
De acuerdo con Albert Camus, “no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio”. En el mundo moderno, la incidencia de este acto radical ha aumentado en gran proporción debido a muchos factores, algunos de los cuales este artículo revisa y acude a la sociología, la psicología y la literatura en busca de respuestas.

Ahora creo que todo va a cambiar./ Hace una semana compré un libro vital:/ Cómo conquistar amigos y disfrutar de la vida./ Cada mañana leo un capítulo:/ ayer me tocó repetirme, ante cada contratiempo:/ soy feliz, soy feliz, soy feliz/ hoy me toca abrirme vitalmente a todas las/ oportunidades o sea: decir a todo que sí/ mañana me tocará pensar un poco en los demás:/ tratar de adivinar qué quieren, para/ complacerlos de inmediato./ Yo creo que en una semana todo va a ser perfecto…/ salvo que aún no he decidido si seguir leyendo/o de una vez abrir la llave del gas.

Elena Jordana

Aquel día pretendía llegar a algún punto en la ciudad, no recuerdo cuál. Retengo la tarde y cierto brillo del sol posándose en el andén: esperar el Metro para abordarlo y dirigirme así a algún sitio. Es el propósito de poseer rumbo en medio de un mundo y de sí mismo. De pronto, la persona delante de mí desplegó algunos pasos erráticos y desconfiados; admiré a lo lejos el tránsito de esa bestia naranja que hasta entonces siempre me había parecido hermosa. Tras esos trazos, vi su cuerpo lanzarse contra las vías y sentí cómo su vida transitaba –de un momento a otro y a una velocidad infinita–, entre un inmenso estallido y el silencio absoluto.

Era alguien que se había suicidado frente a mis ojos. La fuerza de la máquina había fragmentado su cuerpo, el conductor frenó inhóspitamente y las personas al interior de los vagones se agitaron como cenizas desperdigadas, sin coherencia alguna entre sí. Luego, volvió a encenderse la máquina para dar marcha atrás y asomaron los restos desposeídos de una estrella embarrada contras las vías. La estación fue desalojada y trabajadores del lugar llegaron con bolsas negras para depositar sus restos. Casi no había nada que recoger…

Quería abrazar a mi madre, quería abrazar al mundo, quería saber su nombre. Busqué al siguiente día noticias sobre su muerte, no encontré ninguna, decidí llamarlo Joaquín para poder regresar algo de él a la realidad, yo tenía diecinueve años. Una altísima tristeza me colmó. Ver estallar a alguien hasta su propia extinción es una de las experiencias más violentas de la vida, pero también de las más naturales. Las personas colapsamos y desistimos de nuestra participación en el mundo, de forcejear con él a costa de convertir nuestro cuerpo en un arma, un mensaje, o sencillamente resguardarnos en el candor de una nada infinita.

Para la modernidad el suicidio agita explosivamente las coordenadas del individuo como pilar del Estado y de la sociedad: ¿Se trata del acto más egoísta y cobarde? ¿Del único acto que no resulta fallido? ¿Puede concebirse como el tránsito más libre y sublime? ¿O sencillamente se trata de una patología creciente o degenerada que transitaría tanto por la genética como por disposiciones fisiológicas al interior de esa compleja selva de enfermedades y padecimientos mentales alimentados y potenciados por nuestros tiempos?

Pobreza, desigualdad y suicidio

Los estragos de la pandemia global por Covid resultan evidentes: aumento radical de las desigualdades sociales. El Atlas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestra que los trastornos de ansiedad aumentaron en un 25.4 por ciento y los trastornos de depresión mayor en un 27.6 por ciento. Este panorama ostenta el precedente de una trayectoria en donde la estancia de adolescentes en centros psiquiátricos aumentó de manera estrepitosa. En las últimas tres décadas, el estado español vio cuadruplicar dicho fenómeno en personas de entre diez y veinticuatro años (José Juan Morales y Ana Torres Menárgues, El País).

El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud como “el acto deliberado de quitarse la vida”. Aunque en términos fisiológicos pueda resultar certera dicha acepción, su orientación es una temible penumbra en términos sensibles. En diversas sociedades “primitivas” el suicidio constituía una práctica común, e incluso honorable, como en el caso de comunidades en Japón o China, mientras que en diversas tribus africanas era –y es– temiblemente condenado, hasta el punto en que se opta por no convivir con el cuerpo del suicidado e incluso por quemar su casa.

Infelizmente, el suicidio aumentará sustancialmente. Actualmente (y hasta donde los informes alcanzan) setenta y siete por ciento de los 700 mil suicidios anuales acontecidos globalmente trascurren en países periféricos y más de la mitad son realizados por hombres. De acuerdo con el Banco Mundial, cien millones de personas transitaron a la pobreza a causa de la pandemia, mientras que en el mismo período la franja de hambruna se engrosó en 40 millones de personas. Al mismo tiempo, el gasto público en salud mental sigue rondando la barrera pírrica del dos por ciento; dicha estimación puede ser completamente imprecisa en el caso de diversos países. Tal y como denuncia el minucioso informe de Oxfam: ¡Las desigualdades matan!

La pandemia por venir

En los términos de diversos organismos nacionales e internacionales se combaten los principales medios a través de los cuales la gente determina quitarse la vida, intentado que el acceso a ellos no resulte tan sencillo: plaguicidas (sobre todo, y no por nada, en el mundo rural), ahorcamiento y disparo con armas de fuego. Entre jóvenes de quince a veintinueve años ocupa la cuarta causa de muerte, por encima de los accidentes de tráfico, la tuberculosis y la violencia interpersonal. Existe un valioso discurso del rector de la Universidad de Atenas, Jristos Kitas, emitido durante los disturbios que se sucedieron tras el asesinato policial de Alexis Grigorópulos, un joven anarquista de 15 años, en 2008:

Hace al menos dos años dije a todo el que quisiera oírme que hay un divorcio absoluto entre la juventud y el sistema, pero nadie me hizo caso. Ahora todos reparan en los jóvenes. Su rabia ha tocado el corazón de la Universidad, y eso es lo grave, porque no sólo es un recinto donde se dan clases, sino un símbolo de la sociedad […] Claro que tienen razón para expresar su malestar, toda la razón del mundo.

Como señala la Organización Panamericana de la Salud: “Cada año mueren más personas a causa del suicido que por VIH o cáncer de mama, la malaria o que por la guerra y los homicidios.” En la actualidad, cada cuarenta segundos una persona se suicida a nivel mundial. A esa cifra debemos hacerla dialogar con las muertes acumuladas por el consumo de opioides sintéticos (principalmente fentanilo), que sólo en el último año acumularon 70 mil (de cien mil relacionadas a las drogas) en Estados Unidos, aunque estas defunciones no resulten sencillamente interpretables en el terreno del suicidio. Estudios recientes en ese país revelaron la profunda soledad y ruptura de lazos de confianza que experimentan actualmente las personas. En un de ellos se expone cómo, entre 1985 y 2004, el universo de vínculos sociales existentes en la población se redujo en un treinta por ciento, mientras que las personas que manifestaron no contar con nadie en quien confiar se triplicó (Maia Szalavitz, The New York Times). Es por ello precisamente que The Lancet ubica en la adicción a los opioides sintéticos una pandemia a la que nos aproximamos.

La (imposible) romantización literaria

En términos poéticos y discursivos no son significativas las campañas actuales. Quizás congratulen a nuestros funcionarios estatales y empresariales, pero en términos sensibles operan como un tratamiento superficial para una hemorragia que no pretende ser abordada de manera frontal. La Organización Panamericana para la Salud creó un lema que reza: “crear esperanza a través de la acción”. La frase es profundamente obtusa e incomprensible para quienes han extraviado las ganas de vivir. Goza de una poética famélica y no incita al diálogo ni a una sensibilidad para hablar de cómo la vida se ha devaluado. Quizás la poética gestada entre escritores suicidas pueda brindar un poco de ayuda, en principio, para intentar comprender o interpretar aquello que ocurre en el terreno del sentido y el valor de la vida. Lejos de la autodestructiva gala literaria que puede hacerse del dolor en torno al suceso, es posible encontrar una larga lista de escritores que han llevado sus vidas hasta sus extremos. En Wikipedia, por ejemplo, existe una lista compuesta por más de 180 nombres.

El suicidio es un tema instalado en la literatura de los últimos siglos, y no por casualidad. Existen obras enteras que lo tratan, como la Agencia General del Suicidio, de Jaques Rigaut, o más recientemente, El arte de volar, de Antonio Altarriba, donde el autor aborda audazmente el suicidio de su padre: volar, después de todo, era una práctica que antecedía al irreparable brinco al vacío para renunciar a la vida. Todo ello refleja que el suicidio es todo menos una práctica uniforme, cuyo sentido pueda ser universalmente equiparable u homologable. Sylvia Plath dejó pan con mantequilla en el cuarto de sus hijos antes de meter la cabeza en el horno, por si ellos despertaban con hambre. Por su parte, Ernst Weiss rasgó sus venas al contemplar la incursión triunfante del ejército fascista en París, mientras que Alejandra Pizarnik recurrió a una dosis letal de cincuenta pastillas de seconal sódico. Ella retrató la presencia de las sombras en nuestras vidas: “¿Cómo no me suicido frente a un espejo y desaparezco para reaparecer en el mar donde un gran barco me esperaría con las luces encendidas?”

Hace meses un amigo decidió quitarse la vida. Se trataba de un joven escritor y militante anarquista que participó en las protestas de Guadalajara (México) en 2004, en el marco de la III Cumbre América Latina, el Caribe y la Unión Europea, aquello que el estúpido presidente en turno de México denominó: “globalifóbicos”. No tenemos casi nada que reprochar a esa persona, cuya sensibilidad y ternura eran formidables y feroces, y que portaba en la piel la marca de una macana que le partió el cráneo. Nada que prevenir, todo por transformar radicalmente.

Samuel González Contreras es escritor, tallerista y promotor cultural.

Publicado en La jornada, 21/08/2022

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Protocolos para la prevención del suicidio en los adolescentes: qué son y cómo funcionan

Por: Laura Román

El suicidio es un problema real que, en ocasiones, también afecta a los estudiantes. Conocer los protocolos de prevención destinados al ámbito educativo es clave para saber cómo actuar ante un caso de intento de suicidio.

Según el informe de UNICEF ‘En mi mente. Promover, proteger, y cuidar la salud mental en la infancia’, el suicidio es la quinta causa de muerte en el mundo entre los adolescentes de edades comprendidas entre los 10 y los 19 años de edad. En España, y según el Observatorio del Suicidio en España, el suicidio es, después de los tumores, la principal causa de muerte entre la juventud española de 15 a 29 años.

Con estos datos sobre la mesa, y teniendo en cuenta el impacto que la pandemia ha tenido sobre la salud mental de la sociedad en su conjunto y de los estudiantes en particular, los centros educativos pueden ser una pieza clave para tratar de prevenir y evitar este problema entre el alumnado. Para ello, es necesario conocer y activar los protocolos para la prevención del suicidio.

La función de los protocolos para la prevención del suicidio en educación

En los centros educativos, este tipo de protocolos funcionan como una herramienta de información para todo el personal docente en torno a un grave problema que puede darse tanto en la infancia como en la adolescencia.

Son directrices que ya funcionan en algunas comunidades autónomas como AragónBalearesComunidad Valenciana o Galicia, y ejercen de guía para que los docentes conozcan las diferentes pautas de actuación si un estudiante se encuentra en esta situación. También promueven mecanismos de protección frente al alumnado y facilitan diferentes actuaciones de carácter preventivo dentro de la comunidad educativa. Es decir, tratan de aportar toda la información necesaria para actuar de forma rápida y eficaz ante un posible caso de intento de suicidio de un estudiante.

Protocolo para la prevención del suicidio en adolescentes

Así, y para entender fácilmente qué tipo de información ofrecen, nos fijamos, por ejemplo, en el caso de Aragón, uno de los más recientes. El documento se divide en diferentes apartados en los que tanto los docentes como el personal educativo pueden profundizar en esta problemática conociendo algunos de los conceptos asociados al suicidio, como ‘riesgo de suicidio’ (posibilidad real de llegar a hacerlo), ‘ideación suicida’ (pensamientos relacionados), ‘tentativa autolítica (acto fallido)’, ‘suicidio consumado’ o ‘autolesiones no suicidas’ (lesiones autoinflingidas sin intención suicida). Estos términos van acompañados de una serie de mitos en torno al suicidio como que no se puede prevenir, que las personas menores de edad no se suicidan o que hablar sobre este tema puede incrementar el riesgo, entre otras. Todos ellos desmontados con argumentos contrapuestos.

De esta manera, y en cuanto a la utilidad en las aulas, Miguel Guerrero, psicólogo y responsable de la Unidad de Prevención e Intervención Intensiva en Conducta Suicida (UPII) Cicerón del Servicio Andaluz de Salud, considera que estos protocolos contribuyen a reconocer explícitamente la magnitud y la importancia del suicidio en las aulas. “Además, es una herramienta de mucha utilidad ya que permite saber en todo momento cómo debemos actuar, qué tenemos que hacer y sobre todo qué no deberíamos hacer ante una situación de este tipo”, señala.

Cómo detectar, prevenir y actuar

La parte principal de estos protocolos se centra en la detección, prevención y actuación. En el caso del protocolo de Aragón, y en el apartado de la detección, se establecen una serie de factores de riesgo (personales, familiares, del entorno escolar y social) y señales de alerta verbales, como sentimientos de desesperación, comentarios relacionados con la muerte o expresiones directas sobre el deseo de quitarse la vida, entre otras, y no verbales como cambios en el comportamiento, descuido en la apariencia personal o dificultades en la concentración, la atención… que pueden ayudar al docente a identificar si algún estudiante está pasando por una situación de riesgo.

Guerrero coincide con las señales expuestas y afirma que la más evidente es “cuando el estudiante explicita sus pensamientos, ideas o intencionalidad suicida”. Aunque también destaca otras: se muestra retraído, triste o excesivamente ansioso, aislado, rechaza ir al centro escolar, abandona sus responsabilidades y baja su rendimiento académico de forma súbita o se percibe una conducta de agresividad, impulsividad u hostilidad desmedida por su parte. Para ello, añade que es importante “estar preparados y educados para poder sostener una conversación con un estudiante que está sufriendo de forma desesperada”.

En segundo lugar y en el apartado de prevención, se pone sobre la mesa la importancia del factor familiar, personal y del entorno social y escolar a través de una serie de estrategias que prevengan el problema. De este modo, adquirir competencias socioemocionales, disponer de relaciones de apego y de referencia dentro del entorno familiar o construir relaciones positivas con el profesorado son algunos de los ejemplos que ofrecen en el protocolo puesto en marcha en Aragón. Asimismo, en el ámbito educativo se considera relevante darle importancia a la educación emocional, la inclusiva o los programas educativos que refuercen la relación entre el estudiante y el docente.

Protocolo para la prevención del suicidio

En tercer lugar, los protocolos de prevención ante el suicidio establecen unas pautas y estrategias de actuación que, en el caso del documento aragonés, se dividen en dos grandes cuestiones: ‘¿qué no hacer?’ y ‘¿qué hacer?’ ante un posible caso de suicidio. En el primer apartado se muestran algunas acciones que no hay que llevar a cabo, como no tomar en serio las amenazas o la información del estudiante, ocultar información a la familia o no tratar de discutir ni criticar al alumnado. En el segundo apartado se establecen las actuaciones inmediatas (dependiendo de si hay un riesgo inminente o no), además de proponer una serie de actuaciones en el propio centro como proteger al menor evitando que se encuentre solo o la posibilidad de encontrar en clase recursos y teléfonos de ayuda, entre otras cuestiones.

Con toda esta información, ¿cuáles son las primeras acciones, y más inmediatas, que debe llevar a cabo un docente que identifica un posible caso de intento de suicidio en el aula? Para el psicólogo Guerrero resultan esenciales tres pasos: “Primero hay que acercarse a la persona y ofrecerle un espacio de seguridad y respeto en el que pueda expresar su dolor y las emociones que le están haciendo sufrir. Después hay que explorar la red familiar de apoyo del estudiante, animándole a que pida ayuda y exprese su situación a sus padres, hermanos, amigos…Y, en tercer lugar, es fundamental conectar al estudiante con la red de salud mental escolar y sanitaria para habilitar un apoyo, seguimiento o intervención especializada, si lo precisa, a la mayor brevedad posible”.

Ayudar a entender lo que ocurre

En definitiva, estos protocolos ayudan al personal educativo a conocer y entender todos los matices de la situación por la que está pasando el estudiante. Algo que puede ayudar, y mucho, a los jóvenes que lo necesiten.

Protocolo para la prevención del suicidio en adolescentes

Asimismo, y además de hacer uso de esta herramienta cuando se precise, también es esencial hablar con todos los estudiantes sobre el suicidio.“No debemos negar esta realidad en las aulas. Hay que hablar normalizando la salud mental, la importancia de la educación socio-emocional y las habilidades para resolver conflictos. Hablar abiertamente no aumenta el riesgo de suicidio sino todo lo contario, permite crear un clima sano en las aulas donde se pueda expresar el malestar emocional sin miedos ni rechazos”, afirma Guerrero.

Sobre la necesidad de hablar sobre ello también coincide Silvia Melero, periodista y creadora del proyecto Luto en Colores, facilitadora de talleres sobre el duelo y la muerte y del espacio ‘¡Conéctate a la Vida!’: “Las aulas son el reflejo de lo que pasa fuera, en las familias, en la sociedad, en el mundo que construimos. El simple hecho de abrir espacios en el aula para nombrar, hablar, visibilizar, tender puentes, caminos, escucha, herramientas de apoyo… ya es mucho. Los tabúes los tenemos los adultos, y se los pasamos a las siguientes generaciones. A los adolescentes les estamos pidiendo que hablen, que no se callen sus emociones y sus problemas, que pidan ayuda… Si al otro lado encuentran adultos que hayan hecho ese trabajo interno, tender esos puentes es más fluido porque hay menos barreras”.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/protocolos-suicidio-adolescentes/

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Prevención del suicidio: ¿Qué pueden hacer las escuelas?

Por:

El estar encerrados en casa por casi dos años debido a la pandemia, el constante cambio de rutina con las escuelas abriendo y cerrando, la distancia social y el miedo al contagio, aumentan la probabilidad de que la población infantil y juvenil presenten problemas de salud mental. Según el informe Estado Mundial de la Infancia 2021 de la UNICEF, 13 % de los jóvenes entre los 10 y 19 años padecen algún trastorno mental, y en un 50 % de los casos, los trastornos comenzaron antes de los 14 años.

En España, el suicidio es la primer causa de muerte no natural de los jóvenes entre los 15 y 29 años. Incluso, en promedio, diez jóvenes deciden acabar con su vida diariamente. En el caso de México, el Instituto Nacional de Salud Pública de México estima que por cada suicidio consumado, se realizaron 20 intentos no fortuitos. ¿Que pueden hacer las instituciones educativas para evitar que se llegue este punto?

A medida que los estudiantes comienzan a regresar a las aulas, los centros educativos se vuelven el lugar donde niños y jóvenes pasan más tiempo, por lo que las escuelas juegan un rol importante en la prevención del suicidio. La conducta suicida no consiste solo de la intención de quitarse la vida, incluye los pensamientos e intentos, por lo que las escuelas deben saber cómo intervenir y tener los recursos necesarios para ayudarlos a dejar de sufrir en silencio.

Las instituciones educativas son un recurso ideal para que los alumnos aprendan habilidades socioemocionales, es el lugar donde socializan con personas de su edad y es el primer lugar donde pasan una cantidad significativa de horas sin la supervisión de sus familiares. Es por eso por lo que es importante que las escuelas aprovechen para potencializar la habilidad para gestionar emociones, el autocontrol y el cómo relacionarse con otras personas. Para ello, es necesario que las instituciones inviertan en la prevención, ofreciendo atención puntual y eficiente para los problemas de salud mental de niños y jóvenes. Según un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders, se ha encontrado que aplicando programas de resiliencia emocional, las escuelas han reducido los síntomas de ansiedad y depresión en niños de 6 a 12 años.  Adicionalmente, existen casos donde las escuelas son los únicos lugares donde los estudiantes tienen acceso a esa clase de recursos de apoyo.

Es indispensable que también se informe a la comunidad educativa sobre cómo detectar cualquier señal de alarma que indique que un estudiante presenta problemas mentales o emocionales para guiarlo a obtener ayuda. La formación del personal educativo tras un intento de suicidio es clave, pero también preparar a los mismos compañeros para que se conviertan en buenos agentes preventivos. Que una niña o adolescente cuente con una persona con la que pueda hablar y sentirse escuchado genera una línea de apoyo vital que puede salvar su vida. Que las escuelas tengan espacios y profesionales a los cuales los estudiantes puedan acudir para hablar de temas que les preocupan es un paso imprescindible para prevenir el suicidio. Además, de esta forma también se detectan y resuelven casos de acoso escolar.

Contar con protocolos también es una medida necesaria ya que ayuda a saber cómo abordar a los estudiantes con ideación o intentos de suicidio. Saber qué hacer en estos casos puede ser lo único que evite un fatal desenlace. Aunado a esto, trabajar en las aulas aspectos de salud mental como habilidades de manejo de las emociones, solución de problemas, estrategias para la flexibilidad cognitiva, regulación de estrés y cómo actuar en situaciones de crisis, entre otros.

El metaanálisis School-Based Suicide Prevention Programs publicado en The International Handbook of Suicide Prevention, Second Edition, el cual contiene distintos programas de prevención contra el suicidio, encontró que las medidas de prevención que mejor funcionan son las siguientes:

  1. Currículos de sensibilización y educación

    • Se deben crear programas escolares que tengan un plan de estudios de concientización y educación para enseñar a los estudiantes sobre el suicidio, sus factores de riesgo y qué hacer cuando se enfrentan a una situación de estudiantes con tendencias suicidas. El estudio concluyó que las instituciones que cuentan con este tipo de currículos demostraron tener un cambio de comportamiento significativo y una reducción en la incidencia de la ideación y los intentos de suicidio, lo que demuestra que el modelo de concientización y educación de los programas de prevención del suicidio es una vía prometedora que merece una mayor exploración.

  2. La detección es clave

    • Menos del 25 % de las familias son conscientes de las conductas autolesivas y suicidas de sus hijos, especialmente porque los jóvenes no buscan ayuda. Una solución, según el estudio, es administrar un cuestionario de detección preliminar y luego remitir a los estudiantes que presentan señales de alerta al consejero escolar o facilitar que obtengan ayuda psiquiátrica emergente.

  3. Capacitar a guardianes

    • Tener estrategias de los programas enfocados a concientizar y detectar. Un ejemplo es el programa utilizado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para abordar el comportamiento de suicidio y autolesión conocido como “Preguntar, persuadir y referir” (QPR por sus siglas en inglés). Su objetivo es aumentar la conciencia sobre el suicidio dentro del personal escolar, la identificación de estudiantes en riesgo, mejorar las habilidades del personal para intervenir y, en general, aumentar la comunicación entre el personal académico y los estudiantes. Implica enseñar al personal a identificar a jóvenes en riesgo y luego responder adecuadamente al ayudar con la derivación a recursos de salud mental.

    • El estudio demostró que aquellos estudiantes en riesgo normalmente no buscan ayuda en los adultos por sí mismos, así que capacitar a los educadores a actuar como guardianes parece una solución más lógica, sin embargo, es clave capacitar a los adultos y a los compañeros, ya que estos son más conscientes de las percepciones y los comportamientos dentro de sus círculos sociales. Contar con un programa de guardianes o vigilantes entre compañeros es una estrategia aún más eficaz que simplemente, “Preguntar, persuadir y referir”.

    • Estos programas de apoyo dirigidos por otros estudiantes y guardianes se ha utilizado para capacitarlos para difundir mensajes positivos, que modifiquen las normas sociales en los entornos escolares, para que los estudiantes se animen a desarrollar habilidades y actitudes positivas para la vida, y fomenten una creencia y una estrategia que promuevan la búsqueda de ayuda de los adultos. Además, el programa busca crear una expectativa de que los compañeros también busquen ayuda cuando se enfrentan a la tendencia suicida.

  4. Entrenamiento de habilidades

    • El estudio sugiere aplicar el programa CARE/CAST que se trata de cuidar, evaluar, responder, empoderar y entrenar (CARE por sus siglas en inglés) a los estudiantes para afrontar y apoyar (CAST) ya que desarrolla habilidades para prevenir el suicidio. Primero, la parte CARE se trata de detección selectiva con una intervención directa seguido de entrevistas motivacionales. Después está la parte CAST que tiene como objetivo aumentar el afrontamiento y la regulación del estado de ánimo, disminuir el uso de sustancias y aumentar el rendimiento escolar. Se trata de capacitar en habilidades a grupos pequeños de estudiantes con promedio bajo, con alto porcentaje de ausentismo o referencias directas del personal. Se trata de 12 sesiones que buscan enseñar habilidades y el cambio de comportamiento que resultan en reducir los factores de riesgo de un suicidio.

La salud mental y la conducta suicida necesitan ser parte del contexto educativo. Más allá de sólo cumplir con el currículum académico, las escuelas, el personal educativo y los estudiantes deben ser concientizadas sobre la importancia de la corresponsabilidad social y su papel para prevenir el suicidio. Como se mencionó anteriormente, siempre hay intentos antes de la consumación de un suicidio; saber identificar estas y otras señales de alarma puede prevenir un fatal desenlace y ayudar al estudiante a salir adelante.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estrategias-para-prevenir-el-suicidio

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Estados Unidos: Hambre, intentos de suicidio y brotes de Covid: así viven los niños en los centros para migrantes

Los testimonios de adolescentes que pasan semanas e incluso meses en estos centros construidos por la Administración de Joe Biden denuncian las duras condiciones en las que viven.

Los niños migrantes retenidos en refugios de emergencia dentro de Estados Unidos han descrito condiciones de hacinamiento, comida en mal estado, falta de ropa limpia y trastornos como depresión, según 17 testimonios presentados ante la justicia. Estos niños, de entre nueve y 17 años y en su mayoría procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador, en algunos casos contaron que habían permanecido muchos meses dentro de estos centros para migrantes supervisados por el gobierno de los Estados Unidos mientras luchaban por vivir en estas condiciones, incluidos problemas para dormir por estar siempre en zonas con focos permanentemente encendidos o con llamadas muy poco frecuentes a sus familiares.

Los testimonios ofrecen una visión detallada de las condiciones dentro de esta red de refugios de emergencia erigidos apresuradamente por la administración del presidente estadounidense Joe Biden, para hacer frente a un fuerte aumento en el número de niños migrantes no acompañados que llegan a la frontera entre este país y México. En los últimos meses, los niños han sido trasladados más rápidamente de las atestadas estaciones de la Patrulla Fronteriza a los refugios como parte de los esfuerzos para conectarlos con familiares en otros lugares de Estados Unidos.

Los testimonios de los niños, registrados entre marzo y principios de junio, sugieren que la administración Biden, que ha prometido un enfoque más humano de la inmigración, en algunos casos no brindó una atención óptima a los niños. Aproximadamente 14,500 niños no acompañados están actualmente bajo el cuidado del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de EEUU, frente a los 22,000 a fines de abril.

El HHS no estuvo disponible para realizar comentarios. En un testimonio, una niña de 13 años de Honduras dijo que había sido incluida en una lista de vigilancia de suicidios mientras estaba en un refugio de emergencia en Fort Bliss en El Paso, Texas. La niña, que había pasado casi dos meses en las instalaciones hasta el 4 de junio, dijo que fue separada de su padre cuando cruzó un río hacia Estados Unidos. «La comida aquí es horrible», escribió. «Ayer nos dieron hamburguesas, pero no pude comerlas porque había un olor fétido proveniente del pan … Realmente solo como trozos de hielo y zumo porque esa es la única comida en la que puedo confiar».

Según una investigación de la BBC hecha pública este miércoles, a través de entrevistas con el personal y los niños retenidos en el campamento de la base militar Fort Bliss en El Paso (Texas), en éste se suceden las acusaciones de abusos sexuales, brotes de covid, hambre o niños que deben esperar durante horas para ser atendidos por un médico cuando enferman.

De hecho, los niños que permanecen en Fort Bliss han rebautizado el centro como «ciudad covid», por el gran número de niños enfermos de coronavirus. «Cientos de niños dieron positivo», dijo un empleado que pidió permanecer en el anonimato porque el personal tiene prohibido hablar sobre esta cuestión.

La BBC recoge por ejemplo el caso de un joven de 15 años que fue liberado en mayo tras pasar 38 días detenido. Éste relató que contrajo el covid al poco de ingresar en el centro. «Cuando íbamos a pedir medicinas nos miraban mal y siempre se reían entre ellos«, dijo el niño, que prefirió permanecer en el anonimato.

Una niña guatemalteca de 14 años que fue detenida en un centro de emergencia en Houston en abril dijo que hacía mucho calor y que a menudo tenía sed. Relató que las niñas tenían que beber leche caducada cuando se les acababa el agua. Vio a ocho niñas desmayarse por el calor y la falta de agua, por lo que el personal del centro las llevó a un hospital cercano. Una niña de 17 años de Guatemala detenida en Fort Bliss describió haber dormido en una gran carpa blanca con unas trescientas niñas, en catres apilados uno encima del otro. Dijo que le costaba dormir debido al traqueteo que hacían las vigas metálicas de la carpa por la noche, según una declaración fechada el 28 de abril. Contó que hacía frío y que entraba suciedad en la carpa y que había tenido problemas para conseguir una cita con un psicólogo para hablar sobre su depresión. «Muchas de las chicas aquí lloran mucho», dijo. «Muchos de ellos terminan teniendo que hablar con alguien porque tienen pensamientos de matarse».

Un adolescente de 17 años de Honduras relató que dormía en un área grande en el centro de convenciones de Dallas, en la que le habían dicho que había 2.600 niños. «Me siento asfixiado por tener tanta gente a mi alrededor», dijo el adolescente en una declaración fechada el 29 de marzo. «No hay nadie aquí con quien pueda hablar sobre mi caso. Tampoco hay nadie aquí con quien pueda hablar cuando me siento triste. No hay nadie aquí; solo hablo con Dios. Me ayuda y lloro. Me ayudaría si pudiera tener una Biblia «.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2021/06/23/60d30603fc6c83a45c8b45cf.html

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Mundo: Inteligencia artificial para evitar suicidios en jóvenes LGTBIQ

La ONG Proyecto Trevor ha creado a Riley, versión de un adolescente deprimido diseñado por IA, para formar a los voluntarios de atención telefónica

“Interrumpe las charlas negativas contigo mismo”, “Eres un regalo. Gracias por ser como eres”, “Has llegado hasta aquí por un motivo. Por favor, no te rindas”… Las frases que aparecen en los posts de Instagram de Trevor Project dan una idea a primera vista de que quien acude a ellas puede estar sufriendo un desequilibrio en sus emociones. Y es así. Todo empezó en el año 1994. Fue entonces cuando Trevor ganó un Oscar al mejor cortometraje. La película contaba la historia de un chico de gay 13 años que, tras ser rechazado por sus amigos a causa de su homosexualidad, decidía quitarse la vida. Aquellos 14 minutos de metraje inspiraron a su directora y productora, Peggy Rajski, y al productor Randy Stone para la creación de The Trevor Project en EE UU, una línea telefónica para la prevención del suicidio destinada a gays, lesbianas, bisexuales, trans y aquellas personas que cuestionan su sexualidad. Funciona todos los días de la semana durante 24 horas.

El 30 % de los jóvenes que se suicidan en Estados Unidos son LGTBI y ellos tienen más posibilidades de suicidarse (hasta cuatro veces más) que los jóvenes heterosexuales. Un 85 % de los adolescentes LGTBI son acosados en el instituto debido a su orientación sexual. Hasta el momento, la ONG Proyecto Trevor es la única línea telefónica que existe en EE UU especializada en jóvenes suicidas, así que la responsabilidad que recae sobre el trabajo de sus voluntarios es especialmente grande.

Estos orientadores necesitan formarse constantemente para poder atender telefónicamente a las decenas de personas que les llaman por teléfono a diario. En 2019, Google otorgó al proyecto una subvención de un millón y medio de dólares para acceder a la utilización de Inteligencia Artificial con el fin de formar a sus voluntarios en su lucha contra el suicidio de adolescentes y jóvenes LGTBI.

La empresa tecnológica aceptó 119 solicitudes de más de 2.600 países de seis continentes, con proyectos ambientales, sociales y humanitarios entre otros. Dentro de estas solicitudes fueron seleccionadas 20, entre las cuales se encontraba este proyecto.

600 orientadores

El Proyecto Trevor cree que 1,8 millones de jóvenes LGTBI en Estados Unidos piensan seriamente en suicidarse cada año. Los 600 orientadores existentes para sus servicios basados en chat no pueden manejar tanta demanda. Para ello utilizan a Riley, una versión de un adolescente deprimido diseñado a través de IA. Esta versión ha sido entrenada a partir de miles de transcripciones entre los orientadores y otros chicos y chicas que solicitaban ayuda.

La conexión humana es muy importante en todos los servicios de la salud mental, pero prepararse para ella es la función de este tipo de IA. Una opción muy adecuada para el desafío del Proyecto Trevor eran los algoritmos de procesamiento del lenguaje natural, que han demostrado su eficacia para imitar las conversaciones humanas. Después de probar varias opciones, el Proyecto Trevor se decidió por el algoritmo GPT-2 de OpenAI.

El chatbot usa GPT-2 para sus habilidades básicas de conversación. El modelo ha sido entrenado con datos de 45 millones de páginas web, lo que le ha enseñado la estructura elemental y la gramática del inglés.

Con la IA y su posibilidad de autoaprendizaje se podrán identificar más rápidamente los elementos de riesgo que puedan presentarse en las interacciones humanas.

En España aún estamos lejos de este tipo de tecnología, a pesar de que casi 50 jóvenes LGTBIQ se quitan la vida cada año y 950 lo intentan. Existen algunos teléfonos de atención a personas que están en riesgo de cometer un suicidio, pero nada que tenga que ver expresamente con problemas LGTBI, y mucho menos donde la inteligencia artificial juegue algún papel protagonista.

Fuente: https://compromiso.atresmedia.com/levanta-la-cabeza/actualidad/inteligencia-artificial-evitar-suicidios-jovenes-lgtbiq_20210430608bce15a58b3f0001d0b204.html

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Depresión severa, deficiencias cognitivas, riesgo de suicidio

Por: Conocimiento Libre

El domingo 22 de noviembre de 2020 se cumplirán doce meses desde que médicos de todo el mundo escribieron a la ministra del interior británica, Priti Patel, para solicitarle poner fin de inmediato a la tortura y abandono médico de Julian Assange.

Desde entonces, Doctors for Assange ha advertido en repetidas ocasiones que el abuso documentado de los derechos humanos del Sr. Assange, incluida su detención en la prisión londinense de alta seguridad de Belmarsh1, es perjudicial para su salud y su propia supervivencia. Nuestros avisos han incluido cartas a los gobiernos, comunicados de prensa, declaraciones públicas y entrevistas, así como dos llamamientos en la destacada revista médica The Lancet. Distintos abogados y políticos han hecho referencia a nuestra preocupación en los medios de comunicación.

En la actualidad, un año después, la tortura y la nula atención médica de Assange lejos de reducirse se han intensificado. Continúa arbitrariamente privado de libertad en la prisión de Belmarsh, según ha determinado el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas, encarcelado por ejercer una actividad periodística que era legal cuando y donde tuvo lugar y que así sigue siéndolo. Para el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura Assange corre riesgo de morir y es víctima de tortura psicológica.

El Home Office de Priti Pavel no respondió de forma directa a nuestra carta, pero hizo una declaración a la prensa el 25 de noviembre de 2019: “Las alegaciones a la supuesta tortura a la que estaría sometido Julian Assange carecen de fundamento y son completamente falsas. Reino Unido está comprometido con el principio de legalidad y se asegura de que nadie esté por encima de dicho principio”.

Seamos claros: cuando Doctors for Assange escribió a la ministra del interior, el Sr. Assange ya había sido evaluado como víctima de tortura psicológica y seguía siéndolo.  No se trataba solo de que hubiera sido sufrido tortura, sino de que estaba siendo sometido a una tortura continuada, como es el caso hasta nuestros días.

El gobierno británico ha recluido a Assange en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en deferencia a una solicitud de extradición del gobierno estadounidense basada en acusaciones políticas controvertidas que carecen de precedente, todo ello en represalia por ejercer un periodismo de interés público que ha sido merecedor de premios. Julian Assange es, sencillamente, un prisionero político de la “relación especial” entre Reino Unido y EE.UU.

Y, sin embargo, ninguna de las condiciones médicas y psicológicas detalladas en nuestra primera carta ha sido adecuadamente abordada. Tampoco el gobierno australiano ha intervenido en defensa de su ciudadano a pesar de nuestra solicitud y otras solicitudes similares.

Assange no solo permanece en aislamiento, en una reclusión solitaria que recientemente se ha incrementado de 23 a 24 horas. Su vida corre peligro a cuenta del covid-19 dada su enfermedad pulmonar crónica y probable inmunodepresión debida a una prolongada tortura psicológica. Cumple con todos los criterios internacionales para la liberación de prisioneros vulnerables a la vista del covid-19. A pesar de ello, se le ha negado la libertad urgente bajo fianza aunque el pabellón penitenciario en el que está recluido haya tenido casos de covid-19 en noviembre de 2020. Tanto su madre como su compañera sentimental han expresado justificadamente que temen por su vida.

En Doctors for Assange compartimos esos temores, basados en numerosas consideraciones médicas, y queremos conmemorar el año cumplido desde aquella primera carta renovando nuestro llamamiento para que Julian Assange sea liberado de su cautiverio de forme inmediata.

Predecibles daños médicos y psicológicos

Dada su continuada tortura y la falta de atención médica a la que está sometido, no es raro que en el tribunal donde tuvieron lugar las audiencias para su extradición en septiembre de 2020 se escucharan evidencias de un grave sufrimiento psicológico y médico, que conlleva un elevado riesgo de suicidio. De hecho, diversos expertos médicos testificaron que Assange sufre muchos de los síntomas médicos, psicológicos y cognitivos que Doctors for Assange lleva señalando en los últimos doce meses.

En virtud de los abusos continuados al derecho a la salud a los que está sometido el Sr. Assange a pesar de nuestras advertencias, era previsible que el tribunal escuchara en septiembre que el acusado sufre depresión severa, trauma, riesgo de suicidio y deficiencias cognitivas que afectan a su concentración, a su memoria y a su expresión verbal.

En una carta ampliamente difundida dirigida al gobierno de Australia en diciembre de 2019, Doctors for Assange manifestó que el tratamiento recibido por Assange por parte de gobiernos y autoridades judiciales y carcelarias (arbitrariedad, miedo constante, amenazas y trauma y aislamiento prolongado)

* podría causarle “indefensión extrema, desesperación y desestabilización, afecciones todas ellas relacionadas con el suicidio”

*podría provocar que “el propio deseo de vivir se vea fatalmente debilitado”.

*”puede causarle una grave discapacidad cognitiva, incluyendo déficits de atención, memoria y concentración”, lo que afecta a “la capacidad de la persona de razonar, pensar y hablar”.

Vulnerable a daños psíquicos

El tribunal escuchó asimismo que Assange sufre de psicosis en forma de alucinaciones, algo muy preocupante, también para cualquier persona o para cualquier autoridad que tenga el deber de velar por la salud de Assange, ya que se sabe que las condiciones de su detención pueden precipitar la psicosis. Diversos miembros de Doctors for Assange han avisado en comunicados públicos y entrevistas de que el aislamiento prolongado, como el impuesto a Assange, puede provocar alucinaciones y psicosis en individuos vulnerables.

El tribunal también escuchó que Assange es vulnerable no solo a las alucinaciones y al covid-19, sino también a la depresión y al suicidio. Varios expertos testificaron que Assange tiene un historial de depresión y alucinaciones, antecedentes familiares de suicidio y ha sido diagnosticado con el trastorno del espectro autista (TEA), en concreto de síndrome de Aspergen. Los expertos explicaron al tribunal que el diagnóstico de TEA le sitúa en un riesgo de suicidio nueve veces superior al de la media.

Vulnerable al suicidio

En base a las evidencias médicas, Doctors for Assange coincide con los testigos expertos en que Julian Assange tiene muchas probabilidades de sucumbir a los impulsos suicidas si se confirma la extradición a EE.UU. No obstante, eso no quiere decir que las condiciones actuales de su detención, que constituye una “privación arbitraria de libertad” según el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU, no supongan de por sí un riesgo sustancial.

Doctors for Assange quiere añadir que su vulnerabilidad al suicidio se ha visto agravada por el abandono médico que hemos documentado y denunciado repetidamente. Se sabe que la enfermedad física incrementa el riesgo de suicidio, especialmente cuando se juntan múltiples dolencias. La prolongación del abandono médico de Julian Assange al mantenerlo encerrado en la cárcel de Belmarsh (en lugar de liberarle para que pueda recibir el adecuado tratamiento médico) constituye un riesgo adicional para su salud psicológica y mental, con consecuencias potencialmente fatales.

Vulnerable daños físicos

En marzo de 2020 Doctors for Assange emitió una declaración en la que detallaba la vulnerabilidad médica de Assange ante el covid-19.

En el tribunal de Old Bailey también se dijo Assange se rompió una costilla cuando se ataba los cordones de los zapatos y que sufre de osteoporosis. Doctors for Assange ya había advertido de la posibilidad de que Julian Assange tuviera problemas en los huesos al haber sido forzado a buscar asilo en la embajada de Ecuador y vivir tantos años sin recibir la luz solar, hacer suficiente ejercicio o suficientes cuidados médicos.

Deber de cuidar

Dada su vulnerabilidad, las autoridades y los gobiernos responsables del bienestar de Assange tienen el deber y la responsabilidad de evitar acciones que pudieran dañar aún más su salud física y psicológica.  A pesar de que un testigo de la acusación sostuvo que si los médicos que le trataban no recomendaban su ingreso hospitalario sus síntomas no podían ser graves, las pruebas disponibles indican precisamente lo contrario: que esas recomendaciones se realizaron, por ejemplo, en septiembre de 2015, en enero de 2018 y en junio de 2018.  Incluso esa necesidad fue documentada en nuestra carta al gobierno británico de noviembre de 2019 y es una de las razones de nuestras cartas a The Lancet, en las que hacíamos referencia a la tortura y abandono médico del Sr. Assange, instrumentos utilizados para maltratarle y causar su sufrimiento, de los que muchos funcionarios son cómplices.

Nuestras recomendaciones médicas

A la vista de las evidencias médicas y el cada vez más numeroso historial de tortura psicológica de Assange y de falta de cuidados médicos, corresponde a las autoridades del gobierno británico, incluyendo a los responsables directos de su atención médica, abstenerse de situarle en una situación de mayor riesgo en una prisión de alta seguridad, siendo como es una persona no violenta en prisión preventiva, sin ningún cargo pendiente por la ley británica y que ha sido detenido exclusivamente por controvertidas ofensas políticas bajo la arcaica y draconiana Ley de Espionaje de EE.UU. de 1917.

Por lo tanto, Doctors for Assange se une a destacadas autoridades mundiales en el campo de los derechos humanos y de la libertad de prensa para solicitar la liberación de Assange de su prisión y la negativa a extraditarle por su actividad editora. Como mínimo, Julian Assange debería pasar urgentemente a arresto domiciliario por razones médicas, en consistencia con su derecho humano a la vida y a la salud y en consonancia con la inviolable obligación médica de no causar daño.

Doctors for Assange agrupa a médicos de todo el mundo que se unieron en octubre de 2019 para hacer pública su preocupación por la salud de Julian Assange y condenar las violaciones a su derecho de no sufrir tortura, su derecho a la salud y su derecho a la confidencialidad médico-paciente. Se web es www.doctorsassange.org

Fuente: https://doctorsassange.org/22nov2020/

1. Se conoce a la prisión de Belmarsh como “la mansión de los monstruos”, por la cantidad de asesinos y violadores peligrosos que encierra (N. del T.).

Fuente: https://rebelion.org/depresion-severa-deficiencias-cognitivas-riesgo-de-suicidio/

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Ministro de Educación dice que jóvenes sin fe son ‘zombis existenciales’ en Brasil

El ministro de Educación de Brasil, el pastor evangélico Milton Ribeiro, afirmó este jueves que los jóvenes sin fe son “zombis existenciales” y que la falta de valores es una de las principales causas del alto índice de suicidios en esa edad.

“No hay más juventud que crea en cosas como Dios, política, religión y familia. Perdieron totalmente los referentes (…) Tenemos hoy en Brasil, motivados, creo yo, por esa quiebra de absolutos y certezas, verdaderos zombis existenciales. No creen más en nada, desde Dios a la política”, declaró en un acto sobre la prevención del suicidio y la automutilación.

“La gran moda de los sociólogos, de filósofos y de algunas corrientes políticas hoy es destruirlo todo (…) sin poner nada en su lugar. Por eso nuestros jóvenes adolescentes están con ese vacío que los lleva a vivir con ningún tipo de propósito, a quitarse la propia vida”, agregó.

Según datos oficiales, alrededor de 12 000 personas se suicidan cada año en Brasil, un país con 212 millones de habitantes. Ribeiro, de 62 años, pastor de la Iglesia Presbiteriana de Santos (estado de Sao Paulo) , es el cuarto ministro de Educación del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, quién subió al poder con el apoyo de poderosos sectores evangélicos.

Ribeiro, que insistió en su discurso que los tiempos actuales son de “ deconstrucción de todo lo que es valor, lo que es absoluto ” , reemplazó en julio a Carlos Alberto Decotelli, quien dimitió días antes de asumir por mentir en su currículum académico. Los dos primeros ministros fueron de la llamada “ ala ideológica ” del gobierno, muy influenciado por Olavo de Carvalho, considerado el “ gurú ” de la ultraderecha brasileña: Ricardo Vélez, que duró tres meses y una semana en el cargo, y Abraham Weintraub, que ejerció entre abril de 2019 y junio de 2020.

Fuente: https://www.elcomercio.com/actualidad/brasil-jovenes-zombis-ministro-suicidios.html

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