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Un tercio de las niñas del sur de Asia faltan a clase por la menstruación

Asia/02 de Junio de 2018/El Periódico

Un estudio revela que la falta de acceso a baños higiénicos y productos sanitarios obliga a las jóvenes a austentarse durante los días de regla

Más de un tercio de niñas y adolescentes del sur de Asia faltan a la escuela durante la menstruación, a menudo debido a la falta de acceso a aseos y compresas. Asimismo, muchas no reciben ningún tipo de información sobre la regla antes de alcanzar la pubertad, según revela un estudio realizado por la oenegé WaterAid en colaboración con UNICEF.

El informe señala que la mayoría de centros educativos de la región no alcanzan los estándar mínimo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece un baño por cada 25 niñas, lo que complica la asistencia a clase de las jóvenes durante los días de menstruación.

En un distrito de Nepal, el informe destaca que había un solo aseo por cada 170 chicas estudiantes. «Las niñas tienen un derecho irrevocable a la educación, que se pierde si se sienten incapaces de atender a las clases porque les faltan productos sanitarios o aseos limpios, privados y con buena higiene», ha declarado el director ejecutivo de WaterAid, Tim Wainwright.

Tema tabú

Por otro lado, la educación sobre menstruación es escasa en la región. En Sri Lanka, dos tercios de las chicas entrevistadas afirmaron que no recibieron ningún tipo de información antes de tener su primera regla. Thérèse Mahon, coautora del informe, ha alertado de que la falta de información puede ser un problema serio en el sur de Asia, donde existen fuertes tabús sobre la menstruación.

«Las jóvenes suelen pedir ayuda a sus madres y profesoras, pero si no tienen esa confianza y les falta información, pueden perpeturar los tabús», ha afirmado Mahon. «Una percepción común es que la regla es un secreto sucio».

Problema sanitarios

Algunas culturas del sur de Asia consideran que las mujeres son impuras durante el periodo, por lo que durante los días de regla se les prohíbe visitar santurarios religiosos, se les somete a controles dietéticos o se las obliga a vivir en aislamiento. A menudo padecen discriminación social, problemas de salud reproductiva y baja autoestima debido a la falta de conocimiento.

La falta de una conversación abierta y de acceso a la información fuerza a las jóvenes a vivir la menstruación en silencio, y muchas acaban exponiéndose a infecciones y enfermedades al desconocer cómo funciona el proceso fisiológico y qué medidas de higiene deben adoptar.

Muchas naciones sudasiáticas han incluido información sobre la menstruación en el currículum escolar pero el informe señala que aún queda mucho por hacer. «Eliminar el estrés asociado a la regla puede ayudar tanto a niñas como a niños a ajustarse mejor a la realidad que les rodea», ha dicho Jean Gough, directora regional de Unicef.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20180522/un-tercio-ninas-sur-asia-faltan-clase-por-regla-6832638

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Los personajes transgénero ya tienen su sitio en los libros infantiles y juveniles

Europa/España/31 Mayo 2018/Fuente: El pais

Mientras que en Estados Unidos crece la polémica por un libro para niños con un personaje transexual, España se muestra cada vez más abierta a este tipo de temáticas

El libro George ha desatado la polémica en Estados Unidos. Escrito por Alex Gino, esta historia sobre un niño transgénero que se hace llamar a sí mismo Melissa, ha dividido a los padres del Estado de Oregón después de que fuera incluido en el currículo escolar de las lecturas para niños de entre 8 y 12 años. Muchos lo ven correcto y adecuado, pero otros consideran “inapropiado” que los alumnos tengan que leer un relato con un protagonista transexual, en el que además hay pasajes que aluden veladamente a la masturbación del niño. La discusión subió del tal grado en Facebook que varios colegios decidieron retirarlo.

La situación en España con este tipo de temática para los lectores más jóvenes es, a priori, muy diferente. Así lo ven los editores de libros infantiles y juveniles y libreros especializados en esta literatura, consultados por El PAÍS. Es más, “hay una demanda creciente” sobre todo aquello que tenga que ver con la diversidad sexual y el género, según indica Alejandra Camacho, que está al frente de la librería madrileña El Dragón Lector. “Tenemos un club de lectura de niños de entre 12 y 14 años que han leído este mes El arte de ser normal, sobre un niño transexual , y ni se nos ha pasado por la cabeza preguntarles a los padres si era adecuado. Nos ha parecido obvio. Es un tema importante para la adolescencia y además a ellas les interesa. Son ocho niñas y también pudieron discutir de casos que conocen, porque ya no es una cosa tan desconocida”, añade Camacho.

Luis Amavisca es el editor y uno de los fundadores de Nube Ocho, una editorial de libros para niños y adolescentes, que en los últimos años ha publicado varios libros que abordan la cuestión transgénero y también la homosexualidad. Su experiencia es positiva, aunque reconoce que siempre que hay un libro con esta temática “sabes que hay un determinado público que lo va a tachar y lo ve como un tabú, pero también hay muchas maneras de abordar el tema. Por ejemplo, si los protagonistas son animales hay adultos que lo ven más pedagógico·”. De hecho, en este sello han publicado Ni guau ni miau, sobre un perro que, en realidad, se siente gato. Y otros tres libros que también tienen mucho éxito actualmente son Ahora me llamo Luisa, de Jessica Walton (editorial Algar), donde el protagonista es un peluche osito que se siente osita; Niñas y niños, de Aingeru Mayor y Susana Monteagudo (editorial Litera), en el que se señala que no hay cosas propias de un género; y Con Tango son tres, de Peter Parnell y Justin Richardson (Kalandraka), que retrata la historia de dos pingüinos macho que cuidan de su bebé pingüino y que está dirigido para niños de entre 4 y 7 años.

Como insiste Amavisca, la percepción sobre argumentos que tengan que ver con la identidad o la orientación sexual está cambiando a gran velocidad. Él mismo publicó en 2012 La princesa Li, un relato sobre una chica, Li, que se enamora de Beatriz y tiene que enfrentarse a su padre, que la quiere casar con un chico. Es un álbum ilustrado para niños a partir de los cuatro años. “Cuando salió recibí amenazas hasta de muerte. E-mails en los que me decían que era un escritor degenerado. Al final es lo de siempre. Como la primera vez que se habló del aborto, que se dijo que eran hijas del diablo las que abortaban. Ahora son libros que cada vez se piden más, sobre todo muchos educadores”, relata.

Por este motivo, los editores reconocen que los miedos a la hora de publicar este tipo de libros son cada vez menores. “Es que no debería haber límites más allá del lenguaje y que sea adecuado para la edad en la que estás trabajando. Pero tiene que ser un reflejo del mundo que nos rodea. Es absurdo que estén en una burbuja de falsedades porque se van a enfrentar a una vida de gente con diferentes orientaciones sexuales, identidades, etc”, apunta Gema Sirvent, del sello Libre Albedrío, que ha publicado Cuentos Criminales, en el que aparecen personajes masculinos que se travisten y hombres que se casan entre sí. “En definitiva, es una temática que se está aceptando muy bien. No tenemos rechazo por parte del mercado”, concluye.

LIBROS CON PROTAGONISTAS HOMOSEXUALES: UNA DEMANDA CRECIENTE ENTRE ADOLESCENTES

“Sobre homosexualidad hay muchísima demanda y creo que el mercado todavía no ofrece todo lo que se está pidiendo. Creo que faltan historias sobre familias, por ejemplo, con dos mamás, porque sí vemos que nos las solicitan mucho”, comenta Alejandra Camacho, de la librería El Dragón Lector. La librera cita algunos títulos como Mi papá es un payaso (Nube Ocho), sobre una familia con dos padres, un álbum ilustrado para niños a partir de cuatro años. Además, también insiste en que es una temática que piden cada vez más los adolescentes. “Está super de moda”, sentencia.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/05/24/actualidad/1527148990_241145.html

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Los tabúes de la educación sexual en los niños, niñas y adolescentes

María Magdalena Sarraute Requesens

Hoy día sigue siendo la educación sexual en los niños, niñas y adolescentes un acto muy vergonzoso, donde padres, madres, maestros y maestras se sonrojan explicando «aquella situación».

Aún padres y madres tienen como cuentos preferidos para la explicación del acto sexual o de ¿Dónde nacen los bebés?, tales como, ¡Las abejitas que se juntan y tienen otras abejitas! o que la ¡Cigüeñas traen a los bebés!, en mi caso particular como madre, usaba, ¡papá y mamá se dan mucho amor y de allí nacen los bebés!, cosas más anticuadas, ambiguas, chistosas y poco atractivas para nuestra juventud de hoy.

La escuela no se escapa de ésta situación, donde maestros y maestras explican el sexo desde una mirada de prevención de enfermedades, embarazos y con prejuicios morales desde sus posturas religiosas. En definitiva, explicaciones muy aburridas, que no explican y más aún en este mundo donde la información llega a las manos de nuestros niñas, niños y adolescentes en segundos con las tecnologías de comunicación e información, redes sociales y los medios culturales industriales (televisión, películas, prensa, radio…).

Hoy el sexo se presenta en la cotidianidad, en películas, novelas, series televisivas, en las plazas, en la casa, en la calle, en la escuela…y seguimos siendo ambiguos en la explicaciones que damos. Sobre todo,  en este mundo donde mujeres y hombres se exhiben en vitrinas, catálogos, páginas web y demás para que sean comprados sus servicios sexuales.

En este mundo donde la familia no está sólo conformada por papá, mamá e hijos. Ahora también conformadas por padres y madres divorciados con hijos e hijas de matrimonios o relaciones anteriores que se juntan en un nuevo hogar, por padres homosexuales o de la comunidad de LGTB.

Sin embargo, aún nosotros(as) no tenemos las respuestas adecuadas, asertivas o pertinentes cuando nuestros(as) hijos(as) nos preguntan ¿Cómo nacen los bebés?, menos cuando vemos a un hijo o hija de 5 años de edad masturbarse de maneras normal, ya que forma parte de su desarrollo evolutivo para el descubrimiento de su propio cuerpo y de nuevas sensaciones.

En ese sentido, hoy los y las psicólogos(as) nos orientan como padres y madres para que le hablemos de manera clara y real de ¿cómo son las relaciones sexuales? o ¿cómo nacen los bebés?, en ese sentido yo utilice algunos libros y videos para orientar tal explicación.

Hoy, mis hijos(as) manejan la información con detalle, situación que me ha traído en la escuela de mi hija algunos problemas, ya que he sido citada por madres, padres, maestros(as) por las explicaciones de ¿Cómo nacen los bebés? que mi hija ha dado a sus compañeras y compañeros de clases, trayendo como consecuencia padres, madres molestos por su desinformación, tabúes y patrones morales y las(os) maestros(as) sin saber que hacer con tal situación…

En consecuencia, la escuela debe ser orientadora de los procesos de la vida, como la educación sexual, no vista sólo como prevención de enfermedades y embarazos. Debe guiar la sexualidad como placer o gozo con responsabilidad, salud y no dejar en las manos jóvenes inexpertos principiantes su programa de educación sexual, basado en películas pornográficas, donde un buen porcentaje de los hechos son ficticios o en consejos de personas que no conocen del tema.

Es preocupante el aumento de embarazos adolescentes, de enfermedades venéreas, de fracasos de parejas por fallas e insatisfacción en la relación sexual, por desconocimiento del cuerpo, por tabúes, por ver el sexo, sólo para la reproducción y no como placer, entre muchas cosas más.

La escuela debe abrirse a este mundo de transformación y de cambios permanente para que pueda ser la escuela de formación de la generación actual y futura, si no, será una escuela inerte, sin vida y sin luz.

A continuación les traigo unos videos que me sirvieron en su momento como estrategias didácticas para explicarles a mis hijos(as), ¿Cómo nacen los bebés?

https://www.youtube.com/watch?v=yvdtFj57Qe4

 

 

 

 

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Padres, hijos y sexo: cómo normalizar el tabú

Por: Adrián Cordellat

Aunque nos cueste hablar del tema, la educación sexual en casa es necesaria para evitar relaciones tempranas, embarazos no deseados o enfermedades

En países como Suecia, la educación sexual forma parte del currículo académico de los estudiantes desde 1955 y es impartida en el aula desde que los niños tienen 11 años. En España ni siquiera está reglada, por lo que al margen de unos escasos, y a todas luces insuficientes, contenidos en ciencias, esta queda al libre albedrío de la dirección de cada centro educativo. Si a esto unimos que para muchos padres aún supone un tabú hablar de sexo con sus hijos, muchos niños y adolescentes acaban aprendiendo ideas erróneas a través de sus únicas fuentes, sus amigos y lo que encuentran en Internet. Las consecuencias, relaciones sexuales demasiado tempranas, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, relaciones desiguales… ¿Cómo podemos evitarlo?

“La educación sexual debería ser una asignatura transversal durante toda la educación, como ya ocurre en otros países de Europa”, afirma Diana Sánchez, psicóloga y sexóloga, que afirma no entender por qué en nuestro país no pasa lo mismo “cuando existen aún un alto número de chicas con embarazos no deseados”. En ese sentido, como apunta Nayara Malnero, sexóloga y autora de Sexperimentando, las estadísticas demuestran cómo los países que ofrecen una educación sexual reglada a sus jóvenes presentan “índices de embarazos no deseados y tasas de infecciones más bajas. También una edad de la primera relación sexual más alta”.

Ante esta ausencia de educación sexual en la escuela, adquiere más importancia si cabe el entorno familiar, que, como recuerda Malnero, debería ser “siempre el primer pilar básico” de información, aunque tuviésemos un sistema educativo puntero en la materia. El problema es que por regla general las familias nunca encuentran el “momento adecuado” para abordar el tema y solo cuando la urgencia apremia lo hacen, pero “entonces es que ya es demasiado tarde”. Para Diana Sánchez, el principal hándicap es que carecemos de una educación sexual “formal, normalizada y que forme parte de nuestra vida como algo que no es un tabú”. El ejemplo, según la sexóloga, lo encontramos cada día en miles de hogares, cuando nuestros hijos hacen referencia a sus genitales: “Los mencionamos con palabras inventadas, como si diera miedo o fuese algo malo hablar de ellos. Si partimos de ahí, cualquier otro tipo de información va a ser todavía más difícil de dar”, añade.

Normalizar lo normal

“La charla sobre sexo sencillamente es innecesaria y poco efectiva”, afirma tajante Nayara Malnero, que recomienda aprovechar “claves contextuales”. Según la sexóloga, vivimos en un mundo en el que “por desgracia todo está hipersexualizado”, algo que, por otra parte, nos abre infinidad de puertas a los padres. «Podemos comenzar la conversación con cualquier cosa como excusa: una canción, una serie, un anuncio», para a partir de ahí, con normalidad, lanzar preguntas como ¿tú qué opinas?, ¿tu qué sabes sobre eso? o ¿te gustaría saber más?, que “nos abrirán las puertas”, como lo puede hacer también “comenzar dando una opinión en la que incluimos información que consideremos importante” para los menores.

Su opinión la secunda Diana Sánchez, que añade que desde que el bebé nace “es un ser sexual”, de forma que cuando le cambiamos pañales, le alimentamos o le acariciamos “le estamos dando seguridad en su propio cuerpo”. Desde muy pequeños se abre por tanto la “oportunidad” de abordar la sexualidad con ellos, adaptando por supuesto la información “a cada edad y con un lenguaje apropiado y sencillo”. De esta forma, según la experta, el sexo “no será un tabú, sino una realidad más de sus vidas”.

Para Nayara Malnero, “resulta bastante difícil” que un niño afronte el sexo con naturalidad si en casa es un tema tabú, aunque matiza que “los padres no somos los únicos agentes educadores, menos aún hoy en día con Internet”. También hace referencia a la influencia de la Red Diana Sánchez, que destaca la importancia de enseñar a nuestros hijos que si buscan información por otros medios y por su cuenta, esta sea “contrastada y realista”. Al final, como afirma la psicóloga, llegará un momento en que posiblemente nuestros hijos consulten más sobre el particular en Internet y con sus iguales, “pero si ya hemos hablado con ellos antes, si conocen el tema, les habremos proporcionado una base para toda la vida”.

Beneficios de educar en sexualidad

Recuerda la autora de Sexperimentando que la educación sexual “no es hablar solamente del acto sexual en sí”, sino que también es hacerlo de relaciones igualitarias, ética o autoconocimiento, aspectos que “nos hacen falta desde que nacemos hasta que morimos”. Por tanto, corrobora Diana Sánchez, no se trataría de educarles en sexualidad como unos contenidos sin más: “Creo que estamos sembrando semillas para que el día de mañana sean capaces de decir “no”, de respetar al prójimo, y cuando empiecen a tener relaciones sexuales en las que se incluyan prácticas de riesgo, aprendan a cuidarse y protegerse de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual”.

Añade Nayara Malnero que romper el tabú del sexo con los hijos hace que nos tengan presentes y que recurran a nosotros si nos necesitan: “Es una pena ver a los chicos y chicas desesperados cuando tienen un problema relacionado con lo sexual y sienten que no pueden recurrir a sus padres”, explica. Además, suma otro beneficio, y es que hablar de sexo nos permite aportar “nuestras opiniones, ética y valores familiares, que de otro modo no van a ser transmitidos”. Por último, recuerda que el hecho de que un niño no reciba educación sexual “es violar un derecho humano fundamental”, como así lo incluía en 2010, dentro del derecho a la educación, el costarricense Vernor Muñoz Villalobos, por aquel entonces Relator Especial sobre el Derecho a la Educación de Naciones Unidas.

¿Y qué hacer si aun conociendo todos estos beneficios, somos incapaces de abordar el tema por lo instaurado que tenemos el tabú en nuestra vida? La sexóloga Diana Sánchez anima a los padres a “acudir a cursos sobre este tema, que además muchas veces son gratuitos”. También a indagar en la bibliografía infantil, ya que existen cuentos adecuados para las distintas edades para abordar la sexualidad “desde una perspectiva más lúdica y sencilla”. Por último, en el caso de que realmente exista “un gran bloqueo con el tema”, señala a la figura del psicólogo del centro escolar de sus hijos, “que puede ayudar en esta tarea”.

Nayara Malnero, por su parte, explica que lo más importante es “mantener la calma”. Luego recuerda a los padres que no están solos, ya que hoy en día tienen a su disposición “una gran cantidad de herramientas que les pueden ayudar, como Internet, películas, libros o incluso profesionales que les pueden sacar de dudas”. Eso sí, para la sexóloga lo más importante es tener siempre en cuenta y presente un principio: “La clave no está en saber de todo ni en sentirse cómodo hablando de todo, sino en estar ahí y brindar espacio al diálogo”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/20/mamas_papas/1484909346_403402.html

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Costa Rica: Ticos quieren educacion sexual desde las escuelas

Centro América/Costa Rica/26 Diciembre 2016/Fuente: La Prensa Libre

La sexualidad sigue siendo un tema tabú en el país, del cual en muchos hogares no se habla por vergüenza.

Sin embargo, el 85 % de los costarricenses desea que se inicie con educación sexual desde la escuela primaria.

Así se destaca en los resultados de la II Encuesta de Salud Sexual y Salud Reproductiva.

Esta fue elaborada por el Ministerio de Salud, el Centro Centroamericano de Población, la Asociación Demográfica Costarricense y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

«La mayoría de personas señala que la educación sexual debe iniciar en la escuela y señalan que la edad óptima es a los 9 o 10 años», explicó Edda Quirós, coordinadora de la encuesta por parte del Ministerio de Salud.

Incluso, se señala que la mitad de las mujeres no deseaban su último embarazo y que uno de cada tres hombres no deseaba que su pareja quedara encinta.

Por esto, para Ana Helena Chacón, vicepresidenta de la República, el Estado es quien debe impulsar políticas y acciones claras para educar a la población en esta materia.

Según dijo, el desconocimiento y los estigmas sociales siguen pasando la factura en este tema.

«Tenemos claro que cuando iniciamos la educación en sexualidad las personas retrasan el inicio de las relaciones hasta cinco años», dijo Chacón.

Un dato relevante de la encuesta indica que a los 18 años la mitad de las mujeres y dos tercios de los hombres ya han tenido relaciones sexuales.

Fuente: http://www.laprensalibre.cr/Noticias/detalle/96601/ticos-quieren-educacion-sexual-desde-la-escuela-

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10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental

Entrevista a:  a Marco Antonio Garavito

Niñez desaparecida en la guerra: una afrenta a la Salud Mental

Entrevista a Marco Antonio Garavito, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, con motivo de la inauguración de la Exposición fotográfica «Niñez desaparecida por el conflicto armado interno en Guatemala».

https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33

La Salud Mental, a partir de ancestrales prejuicios que nos siguen dominando, es asociada a una visión psiquiátrica, siempre de la mano de la mal definida y atemorizante «locura». Pero es hora de romper esos mitos, esos tabúes estigmatizantes. La Salud Mental debemos entenderla como la capacidad de movernos productivamente en nuestro medio, encontrando los espacios de goce en el mismo, sin dañar a terceros ni a nosotros mismos. Ello abre interminables debates, que no intentaremos desarrollar aquí, pero que no podemos menos que decir que constituyen una agenda pendiente: la idea de «loco», «manicomio», «peligrosidad» y «exclusión» rondan todo esto. En el Día Mundial que la celebra (el 10 de octubre) parece oportuno presentar una visión alternativa: la Salud Mental no tiene que ver con la falta de delirio o alucinación ni con principios moralistas normativizantes, sino con construcciones histórico-sociales, por tanto: cambiantes. Ella está en la comunidad: romper el silencio, hablar de los problemas y buscar soluciones colectivamente consensuadas es un camino para planteárnosla, alejándonos de la estigmatización del «enfermo mental», del «loco».

Las recientes guerras internas que vivió buena parte de Latinoamérica (expresión de la nunca desaparecida lucha de clases, aunque de ella hoy día no se hable) tuvieron como una arista de capital importancia el ataque psicológico a las poblaciones. La desaparición forzada(http://www.narrativayensayoguatemaltecos.com/ensayos/ensayos-sociales/juzgar-y-castigar-los-crimenes-de-guerra-desapariciones-forzadas-e-impunidad-marcelo-colussi) de personas fue un mecanismo del horror que las definió en muy buena medida. Reparar las heridas que ello trajo aparejado es una fenomenal tarea que abona a la Salud Mental.

Guatemala, lamentablemente, tiene el mayor porcentaje de desapariciones forzadas en toda Latinoamérica (casi el 50% del total: 45,000 personas); muchas de ellas estuvieron dadas por niñas y niños, que corrieron suertes diversas: fueron dados en adopción, vendidos, llevados al extranjero, etc. Años después de producidos esos hechos, algunas organizaciones no gubernamentales se dieron al trabajo de fomentar los reencuentros entre esa niñez desaparecida y sus familias de origen. Ello, sin dudas, constituye un enorme elemento en favor de la Salud Mental.

La Liga Guatemalteca de Higiene Mental es una de estas organizaciones. De hecho, tiene un programa específico, llamado «Todos por el reencuentro», que a la fecha ha producido ya 437 reencuentros. Para adentrarnos más en el tema y ver cómo esas acciones son parte fundamental de una estrategia de Salud Mental, le damos la palabra a su director, el Psicólogo Marco Antonio Garavito.

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Pregunta: ¿Por qué la búsqueda de la niñez desaparecida en el conflicto armado interno puede ser parte de una estrategia de Salud Mental?

Marco Garavito: Desde que la institución nació, hace ya 64 años, su tema central fue siempre la Salud Mental. El tema que aquí nos ocupa, la desaparición forzada de personas, y para el caso: niñas y niños, es algo que toca directamente el campo de la Salud Mental, de la subjetividad, del dolor psicológico que ese hecho provoca. Como institución entramos al tema no solo porque esto tenga un lado político ni porque seamos específicamente una organización de derechos humanos -aunque todo eso está implícito- sino porque es algo que tiene que ver directamente con la Salud Mental. Nos interesa el tema porque entendemos que aquí hay una gran posibilidad para trabajar incidiendo en la reparación psicosocial de muchas familias que han perdido a sus hijos. La posibilidad de estos reencuentros, tanto para las familias como para los niños y niñas desaparecidos en su momento, ahora ya adultos, es una interesante vía de reparación psicológica para población que ha sufrido mucho durante años. Desde que comenzamos a trabajar en este campo sabíamos que no todas las familias iban a reencontrar a sus niños perdidos, pero el hecho de iniciar esas búsquedas constituye un poderoso mecanismo de reparación, que contribuye a su Salud Mental.

En la forma en que planteamos todo el proceso, entendemos que hacemos un aporte al campo de la Salud Mental, porque no se trata solo de denunciar el hecho de la desaparición -cosa que, por supuesto, también hemos hecho-. Lo importante a remarcar aquí, desde la Psicología, es que hemos desarrollado un modelo integral de intervención. Y eso es lo que queremos evidenciar ahora a través de esta exposición fotográfica, próxima a inaugurarse: «Niñez desaparecida por el conflicto armado interno en Guatemala».

A través de todas nuestras intervenciones hemos podido ver que lo que más daña la Salud Mental de las familias donde se produjeron las desapariciones de niñas y niños es el silencio que han mantenido por años. Ese era el efecto buscado con la estrategia: a través de la desaparición se anula psicosocialmente a una persona, a una familia, o a toda una comunidad. La angustia por el desaparecido neutraliza, quita el control de la propia vida. Los familiares del desaparecido se anulan, se aíslan, son estigmatizados. Por eso, a través de las búsquedas, y eventualmente a través de los reencuentros que se puedan dar, la población dañada encuentra una forma de reparación.

En otros términos: recupera el control de su vida. Y eso es una importantísima contribución a su Salud Mental. Por eso nuestro trabajo busca darles protagonismo a las familias, a los sujetos, para que sean activos, recuperando así su salud psicológica dañada. Después de la búsqueda emprendida, cada familia verá si enjuicia, denuncia, qué hace con esa recuperación de su protagonismo activo. Con todo nuestro modelo de intervención buscamos que el sufrimiento de cada quien deje de ser un dolor individual, en soledad; de ahí que se promueve socializar eso en asambleas, en grupos con otros familiares, socializando el proceso que llevan, apareciendo su caso en una radio comunitaria. Ese proceso de hacer público y compartir el sufrimiento vemos que es un gran mecanismo reparador.

Pregunta: ¿Por qué ahora una exposición fotográfica sobre la niñez desaparecida en los años de la guerra como parte de una estrategia militar? ¿De qué manera eso es un aporte a la Salud Mental?

Marco Garavito: Poder salir del silencio, de la soledad, compartir toda esa carga de dolor con otro, en un pequeño grupo, compartir ese sufrimiento y la lucha que se está llevando a cabo para repararlo, ya sea con toda la aldea donde se dio la desaparición, o haciéndolo público en un programa de una radio local, o compartirlo, en definitiva, con toda la sociedad -a través de medios masivos como la televisión, por ejemplo-, o a través de una exposición fotográfica, es un mecanismo que repara enormemente, que sirve para procesar el dolor psicológico acumulado.

Esta exposición que ahora presentamos, recopilando información de los 17 años en que venimos desarrollando el programa de búsqueda, cumple ese propósito reparador. Lo que la exposición busca no es presentar una queja, digámoslo así: victimosa, de eterna víctima dolida, pasiva, donde se hace una sensacionalista muestra de la tragedia sufrida. Por el contrario, lo que se intenta hacer público es un esfuerzo muy activo de búsqueda y lucha de los familiares. Esto es un enorme aporte a la Salud Mental, pues dignifica a las familias que ya reencontraron a sus niñas/niños perdidos, que ya suman 437, al mismo tiempo que da ánimos y alienta a quienes siguen buscando. Eso es muy importante porque rompe el silencio, que es lo que ha venido dominando estos años, durante la guerra y terminada la misma. Hacer público este esfuerzo rompe esa lógica.

La exposición se va a inaugurar en estos días en la ciudad de Guatemala, pero no está diseñada básicamente para ser una tradicional muestra urbana, sino que se llevará al interior del país, que es donde se dieron las desapariciones de niñas y niños, y donde están las familias que han promovido la búsqueda y que dan razón de ser a nuestro programa de trabajo. Está pensado que sean los mismos familiares quienes atiendan la exposición, que expliquen, que den cuenta del trabajo realizado que se recoge en esas fotografías. Ellos son los verdaderos protagonistas de todo el esfuerzo. Eso ayuda a devolverles su salud mental, sintiéndose parte del proceso, dueños de su vida, recuperándose después del golpe sufrido con la desaparición. Es una forma de mantener la memoria viva, desde los propios actores.

Mantenerse activos, volver a tener la iniciativa, sentirse partes de este proceso, es muy importante para la gente. Por eso están compenetrados con el programa de búsqueda, y hace 17 años que el esfuerzo se mantiene y se solidifica. La población tiene derecho a hablar y decir lo que pasó, y este espacio se los posibilita. Poder mostrarlo a través de una exposición fotográfica les permite más aún ese proceso.

Al principio, cuando iniciamos el programa años atrás, había mucho temor y la gente casi no se atrevía a hablar. Pero paulatinamente los familiares lo fueron perdiendo, y después de dos años de programa ya hicimos una primera aparición pública, cuando los familiares ya sintieron que tenían el ánimo y la fuerza. Hoy día, bastantes años después, eso es común: la gente ha ido perdiendo el miedo y se siente con total derecho a hablar, a contar su historia. La exposición es una oportunidad para mostrar sanamente, saliendo del papel de víctimas eternas, toda su lucha y sus logros.

Pregunta: Romper el silencio es un camino para lograr la Salud Mental en las poblaciones. Esto es importantísimo, y se está haciendo en muchos lugares donde las guerras internas provocaron sufrimiento y miedo. En Guatemala, preciso es decirlo, se pudieron reencontrar niñas y niños desaparecidos en la guerra como en ninguna otra parte del mundo: 437 casos alcanzados por la Liga de Higiene Mental, más otros -muchos menos- llevados adelante por otras organizaciones no gubernamentales. De todos modos, el Estado no encara esto como parte de una política pública de reparación, de Salud Mental. ¿Por qué?

Marco Garavito: Ante todo creo que, como institución, debemos sentirnos muy contentos de todo el esfuerzo realizado. No queremos compararnos con nadie, pero no podemos dejar de tomar ciertos parámetros, y ver lo que están haciendo en otras latitudes con el caso de la niñez desaparecida durante las guerras. Y es real que el caso de Guatemala, y en particular nuestro trabajo, es el que cuantitativamente ha reportado la mayor cantidad de reencuentros. Como decíamos: ya van 437. Lamentablemente, por muchas razones, esto no es valorado en el país. Más aún: a veces somos bastante invisibilizados.

A veces, creo, se da eso porque nuestro discurso es bastante moderado, porque no somos especialmente cuestionadores. Por eso, en el marco de las organizaciones de derechos humanos que levantan mucho más la voz con la denuncia, no somos quizá tan reconocidos, no recibimos muestras de solidaridad. De ahí que no recibimos tanta prensa, como sí, por ejemplo, las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina. Cuando Estela de Carlotto, su presidenta, encontró su nieto -y ese era el reencuentro ciento y tanto que realizaba la organización- recibió muestras de cariño y solidaridad de todo el mundo, incluida Guatemala. Pero a nosotros nunca nos felicitan aquí, nunca recibimos una congratulación. ¿Por qué sucede esto? Porque allí se juegan imágenes políticas: las Abuelas de Plaza de Mayo ofrecen vinculaciones políticas, son una organización con un perfil internacional. La Liga Guatemalteca de Higiene Mental, sin dudas no.

Pero queremos recalcar que nuestro objetivo básico, el fundamental, es la atención de las víctimas. Son ellas quienes realmente necesitan el acompañamiento, el apoyo en sus momentos críticos, ante la angustia que significa seguir penando después de años. Eso puede olvidarse circunstancialmente, quizá en aras de un trabajo político, pero el centro específico del trabajo está en fomentar los reencuentros, porque ese es el sentido de nuestro esfuerzo, en tanto trabajadores de Salud Mental. Lo quiero resaltar, porque muchas veces sentimos que no se valora, no se aprecia todo lo que hacemos dentro del país, en tanto muchas veces nos llegan reconocimientos desde fuera. Por ejemplo: la Federación Asiática, que nuclea 11 países del Asia que también tienen el problema de desapariciones forzadas, nos aprecia mucho, y de hecho nos han invitado a Indonesia, a Timor, a Filipinas, a Corea, a conversar y compartir sobre el tema.

Hay que entender que no es fácil reencontrar un desaparecido 30 años después. Eso es un trabajo arduo, muy complejo. Y el Estado no tiene ningún interés en hacerlo. Según la Recomendación N° 34 de los Acuerdos de Paz, el Estado debe formar una Comisión de Búsqueda de Niñez Desaparecida. Pero como desde el año 1999 algunas instituciones no gubernamentales nos dedicamos a esa tarea, el Estado se desligó completamente. Pero además es evidente que no hay ninguna voluntad política de impulsar esas búsquedas. Muchas veces la gente que ocupó cargos de gobierno de alguna manera vinculada a este tema en estos últimos gobiernos, tiene que ver directamente con las desapariciones. Por eso no se hace nada al respecto, se deja morir el asunto. Creo que si no se hizo nada hasta ahora, en este momento, a 20 años de firmada la paz, me parece ya imposible que el Estado entre realmente al tema. Para muestra, veamos lo que ha sucedido con las condenas que recibió el Estado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA: ahí, pese a una sentencia, jamás cumplió con lo que se le exigía. Y todo indica que cada vez más el ámbito de niñez desaparecida va saliendo de agenda. Justamente por eso, porque la coyuntura va llevando hacia otras cosas, se hace cada vez más difícil encontrar recursos de la cooperación internacional para trabajar todo esto, visto que el Estado se desentiende por completo.

Pregunta: ¿Queda mucho por hacer en esa búsqueda? ¿Cuánto se encontró y cuánto falta?

Marco Garavito: Falta muchísimo. En realidad apenas si hemos encontrado un tercio de todos los niños y niñas desaparecidos, de acuerdo a las denuncias de que se dispone. En nuestra base de datos tenemos alrededor de 1.300 casos, y de eso encontramos 437, es decir: más o menos una tercera parte, por lo que queda mucho por hacer, naturalmente. Ahora ya no documentamos casos nuevos, sino que nos dedicamos a buscar a los que ya tenemos, a no ser que aparezca un pedido explícito de algún nuevo caso. En estos momentos estamos teniendo entre 20 y 25 reencuentros anuales. En otros tiempos podíamos hacer más, porque disponíamos de más recursos. Eso está mermando ahora, y la tendencia es que siga mermando, porque la cooperación internacional tiene otras prioridades en la actualidad.

Pregunta: Dicho claramente para alguien que nunca conoció del tema: ¿en qué medida el reencuentro con un niño o niña desaparecida 30 años atrás por motivo de la guerra interna puede ser una contribución a la Salud Mental?

Marco Garavito: Como decíamos anteriormente: el hecho que una familia se movilice, rompa el silencio y el miedo y se ponga a buscar a su familiar desaparecido, independientemente que lo encuentre o no, eso ya constituye un avance en su subjetividad. Es un reforzamiento a su Salud Mental, porque le devuelve protagonismo, se comienza a sentir actor de su vida y sale de la pasividad, de la resignación.

En la búsqueda de los niños y niñas desaparecidos hay tres actores: por un lado, la familia que busca a su niño desaparecido. O, caso que se da menos, el joven que sabe que es adoptado y quiere buscar a su familia de origen. Esto lo vemos fundamentalmente con los niños desaparecidos que fueron adoptados en Europa. Por otro lado, tenemos al niño desaparecido, que ahora ya es un adulto, pues han transcurrido no menos de 30 años. Y por otro lado, tenemos la familia adoptiva. Son tres actores implicados, y cada caso tiene sus particularidades propias. A tal punto que a veces, por diferentes motivos, no conviene hacer el reencuentro después de todo ese tiempo. Y eso hay que decírselo a la familia que está buscando. A veces, cuando un niño/joven está muy bien ubicado con la familia adoptiva, no es sano desarmar eso para hacerlo volver con su familia de origen. Pensando en la Salud Mental, hay que ver cada caso en particular y trabajar con los tres actores implicados.

No hay dudas que los reencuentros movilizan mucho a nivel subjetivo, se reviven dolores, o se sanan esos dolores. Fundamentalmente, sirven para terminar con la incertidumbre, pues dan una respuesta concreta a la familia que está buscando, que sigue angustiada después de años por no saber del paradero del niño desaparecido. Luego hay que considerar qué pasa después del reencuentro, pues el ser que se reencuentra después de décadas ya no es el niño que se perdió: ahora ya es un adulto con una vida hecha, muchas veces con hijos. Hay varios elementos para analizar: también los nietos se reencuentran con los abuelos. Es todo un proceso complejo. Tenemos un documental que hizo Guatevisión (http://www.guatevision.com/playeryt.php?dedonde=yt_api3_afondogtv.php&plid=PLBT-8LEzyRmDv8gDppJ4vUd5LEG5f08bk) donde se puede ver esto con claridad: el reencuentro es un hecho puntual, muy emotivo, pero lo más difícil es lo que sigue después, el proceso de reintegración. Ese es el verdadero reto de todo el proceso.

Pregunta: Hablabas de tres actores implicados, pero ¿no es la comunidad en su conjunto también, la sociedad guatemalteca en su conjunto, un beneficiario de estos esfuerzos? ¿No podría pensarse que esto también contribuye a un clima de reparación de las heridas de la guerra, en definitiva útil para todo el mundo, incluso aquellos que no vivieron directamente la guerra? ¿No podríamos entender que hay también un aporte a la Salud Mental colectiva?

Marco Garavito: Sí, por supuesto. Lo que mencioné son los actores directos, pero muchas veces es la comunidad, la aldea donde pertenece la familia que realiza la búsqueda, la que apoya el reencuentro, y de hecho participa en su totalidad. A veces los procesos de búsqueda y reencuentro son algo muy íntimo, pero otras veces no: son procesos enteramente colectivos, de toda una comunidad que sufre el caso. Por eso mismo el programa lleva por nombre «Todos por el reencuentro», porque el problema no es algo solamente de la familia: es un problema de todos, social. Es un problema nacional, del Estado, de los medios de comunicación, de la historia del país. Ponerle ese nombre al programa es una forma de decir que esto es algo que nos toca a todos como sociedad. Por eso un evento como la exposición fotográfica que ahora vamos a presentar es una forma de hacer público este tema, para que no quede en el silencio, para que todos lo puedan sentir como algo que también les toca. Mucha gente no sabe nada de esto porque hay toda una política malintencionada que silencia la historia, que desinforma, que oculta.

En ese sentido, la Salud Mental no es solo una cuestión de las familias afectadas, sino que es un problema que atraviesa toda la sociedad. Y el Estado por supuesto que debería estar presente. Y aunque no tenga toda una estrategia al respecto por medio de una política pública definida, al menos podría hacer apoyos puntuales en el asunto, como por ejemplo apoyar esta exposición fotográfica. Pero siempre, y esto es fundamental, dándole protagonismo a la población, dejando que ella sea el verdadero actor. Lo que la exposición busca, por medio de estas 30 fotos a todo color de 50 cm. x 50 cm. en que consiste, es mostrar una verdad poco conocida para que, por medio de su presentación, ello pueda servir como elemento reparador, de verdadera Salud Mental de la población.

Fuente: http://www.aporrea.org/ddhh/a235262.html

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