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El libre acceso al Conocimiento, más allá del capital

Santiago José Roca P.

  1. El tema del acceso al conocimiento se vincula con la preocupación por los términos en los cuales el resultado del trabajo intelectual, considerado como un bien intangible, puede ser aprehendido, utilizado, modificado y compartido una vez que el autor declara la voluntad de liberarlo de las normas de propiedad capitalista. En ocasiones, puede que el problema se vea reducido al tema de las normas jurídicas y los usos comerciales de los bienes de producción intelectual, como por ejemplo en el caso de la oposición entre las licencias copyleft y copyright. Las licencias copyleft, precisamente, suponen una respuesta a las formas de licenciamiento del conocimiento basadas en la concepción de la propiedad privada capitalista, y permiten que las personas que no son titulares de los derechos morales y patrimoniales (de acuerdo con las pautas del copyright) puedan tener acceso al conocimiento en el marco de determinadas condiciones.

En los tiempos actuales, cuando presenciamos la ampliación de los regímenes jurídicos que favorecen la apropiación privada del conocimiento, las licencias copyleft, como la General Public License (GPL) y Creative Commons (CC) prestan un servicio inestimable a la necesidad de mantener la posibilidad de compartir el conocimiento, toda vez que proporcionan herramientas que facilitan la ampliación de los derechos intelectuales a terceras personas, de forma tal que los “derechos morales” permanecen inalterados en cuanto a la autoría original pero se establecen un conjunto de concesiones para el manejo de los contenidos. Estas facilidades han permitido la expansión de una comunidad de usuarios de las licencias copyleft nada despreciable, soportada fundamentalmente por la creación de software libre y por la generación de contenidos documentales y audiovisuales que, dependiendo de los términos escogidos, permiten que cualquier persona pueda acceder a ellos sin mayores restricciones jurídicas ni económicas.

Ahora bien, resulta necesario entender que las licencias copyleft se encuentran basadas en los términos clásicos de la propiedad intelectual. En el contexto del copyright, se supone que el conocimiento generado es “propiedad” del “autor” original de acuerdo con los convenios internacionales sobre propiedad intelectual, y lo que se define son los términos de exclusividad para la explotación material de dicho conocimiento. La legislación que emerge de estas normas, que define los términos de exclusividad para la explotación mercantil del conocimiento, se encuentra dirigida a garantizar el derecho de explotación al titular y, por lo tanto, apoya la creación de escasez artificial que contribuye con la definición de precios en el mercado. Las licencias copyleft tienen el mismo punto de partida inicial, aunque su aporte está en que rompen con los límites de las licencias basadas en la propiedad intelectual convencional. De este modo, se permite la explotación comercial de un conocimiento siempre y cuando, por ejemplo, las obras derivadas se compartan con la misma licencia, y así sucesivamente.

Pero entonces, ¿en qué consiste la relación del copyleft con el copyright? Veamos dos ejemplos. El Movimiento del Software Libre (MSL) promueve el desarrollo de software sobre la base de tres principios: antimonopolio, solidaridad y libertad. Pero el MSL no necesariamente es anti-capitalista, sino más bien anarco-capitalista. La licencia GPL está orientada a defender la libertad de acceder y hacer uso de un conocimiento, pero se basa en el copyright. Según Richard Stallman, el copyleft, “utiliza la ley de copyright, pero dándole la vuelta para servir a un propósito opuesto al habitual: en lugar de privatizar el software, ayuda a preservarlo como software libre” (2004, 24). Por otra parte, la organización Creative Commons también afirma que las licencias que propone permiten “cambiar los términos de copyright de ‘todos los derechos reservados’ a ‘algunos derechos reservados’” y que “no son una alternativa al copyright, sino que trabajan en conjunto con el copyright y te capacitan para modificar los términos de copyright para ajustarse mejor a tus necesidades” (http://creativecommons.org/about).

Pero ahí donde reside el aporte del copyleft se encuentra quizá su mayor limitación. La propiedad intelectual emerge en el contexto de la necesidad de proteger los bienes intelectuales en cuanto que “propiedad privada”. Por ejemplo, dividir los derechos de utilización de un conocimiento con la denominación dual de “derechos morales” y “patrimoniales” establece una diferenciación que, incluso en términos capitalistas, resulta perniciosa para los autores y para la creación en sí. Lo limitado de tal clasificación queda en evidencia cuando nos encontramos con la variedad de permisos a terceros que se establecen en licencias como Creative Commons.

La diferencia fundamental se encuentra en que la lógica del copyright se centra en la exclusividad de los derechos de explotación mercantil, con sentido monopólico, mientras que las licencias copyleft aspiran a la creación de redes de colaboración que permitan la creación de bancos de intangibles. En otras palabras, quienes utilizan una licencia copyleft declaran tácitamente que reconocen que han tomado conocimientos de un fondo común y los entregan nuevamente para que el saber siga circulando por los canales de creación y de generación de valor social. Así, si para el copyright lo importante es la “competencia”, para el copyleft lo significativo es la “reciprocidad”. De este modo, la protección de las obras de conocimiento supone la conformación de lógicas sociales diametralmente opuestas, las cuales rivalizan en el día a día de la cultura y la producción.

No obstante, a pesar de que las licencias copyleft desagregan y visibilizan los términos de la propiedad privada sobre los bienes intangibles, una vez que las nociones iniciales se dan por sentadas (fundamentalmente, una vez que se acepta la hegemonía de la propiedad privada sobre el conocimiento), la reflexión sobre los modelos de sociedad que subyacen a cada modo de licenciamiento queda opacada por la implementación de la licencia, de forma tal que la eficacia política de las licencias copyleft puede encontrarse reducida a un modo de adaptación a la distribución de bienes en el mercado capitalista. Que no se suponga que estamos restándole importancia a las licencias copyleft, puesto que cualquier forma de resistencia al dominio del derecho corporativo sobre los bienes intangibles representa un aporte valioso al rompimiento de los modos de apropiación privada del saber. Lo que nos preocupa es que generalmente puede utilizarse una licencia copyleft o copyright sin afectar necesariamente la matriz de producción, distribución y consumo de bienes culturales y materiales; que es donde se originan los problemas que los activistas de las licencias copyleft se proponen enfrentar.

  1. La utilización de licencias copyleft debe tener más que sentido antimonopólico, debe tener sentido anticapitalista, porque en la política del capital se encuentran las causas de los monopolios que critican los activistas del conocimiento libre. De lo contrario, el copyleft no es más que una herramienta de los productores minoritarios para tener una porción de acceso al mercado. Si no se vincula el copyleft con la crítica a las condiciones profundas del mercado – en el sentido que han abierto las propuestas de las economías colaborativas – puede que no vaya a ser más que un accesorio en el repertorio de opciones para la apropiación privada de los bienes comunes.

Un problema interesante se nos presenta con los términos de uso del conocimiento con fines comerciales. De acuerdo con Creative Commons, una licencia que no permita la utilización comercial – absolutamente sin restricciones – de una forma de conocimientos, no es una “licencia libre”. Pero desde este punto de vista, quienes utilicen estas licencias deben permitir que sus creaciones sean utilizadas por cualquiera y con cualquier fin (con las condiciones que establezca el titular del copyright). No obstante, como demuestra la historia de las últimas décadas, la desregulación política y la libertad entendida en términos mercantiles, son terrenos propicios para la expansión de las políticas neoliberales. Ciertamente, con las licencias CC se cierran algunas condiciones para la apropiación privada del conocimiento y se abre la posibilidad de compartir en términos de reciprocidad. Pero como mencionamos anteriormente, no hay obstáculos para que el conocimiento licenciado con una licencia de uso comercial no sea utilizado a la vez por una red de consumidores solidarios o por una empresa que explote a los trabajadores.

Una alternativa la proporcionan quienes formulan propuestas de licencias copyfarleft. Resulta interesante revisarlas, no porque pensemos que han resuelto el problema, sino porque permiten mantener abierta la discusión en torno a los fundamentos de las licencias copyright y copyleft. La propuesta de las licencias copyfarleft permite el uso comercial del conocimiento en los casos en que se trate de una organización que reparte los excedentes de la producción equitativamente entre sus trabajadores. Un ejemplo de este enfoque es la Licencia de Producción de Pares (Peer Production License), la cual se basa en la licencia “Atribución-NoComercial-CompartirIgual” de Creative Commons, pero agrega condiciones para aprobar el uso comercial. En particular, permite la utilización de la obra con fines comerciales solamente si se trata de una empresa o de un colectivo que es propiedad de los trabajadores; y si toda la ganancia y los beneficios generados por dicha empresa o colectivo se distribuyen entre los trabajadores (1).

Desde este enfoque, es claro que no se piensa en el conocimiento – y el licenciamiento – como algo abstracto, sino como expresión del conjunto de relaciones sociales y culturales en los cuales toma forma la influencia del capital, así como los modos alternativos de construir los procesos sociales. Parte de la fundamentación del copyfarleft podemos encontrarla en un ensayo de Dmytri Kleyner (2010), uno de sus proponentes, del cual transcribimos algunos fragmentos:

– “Para que el copyleft tenga algún potencial revolucionario debe ser Copyfarleft. Debe insistir en que los trabajadores sean dueños de los medios de producción”.
– “Una licencia copyfarleft debe hacer posible que los productores compartan libremente y que conserven el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, los trabajadores deben poder hacer dinero al aplicar su propio trabajo a la propiedad mutual, pero debe ser imposible que los dueños de propiedad privada hagan dinero al utilizar trabajo asalariado”.
– “Una licencia copyfarleft debe permitir el uso comercial basado en commons y debe impedir la posibilidad de extraer ganancia explotando trabajo asalariado”.
– “Sólo una licencia que impida de modo efectivo que la propiedad alienada y el trabajo asalariado sean utilizados en la reproducción de lo que en otro caso sería un commons informacional libre, puede modificar la distribución de la riqueza”.

El escenario de que los bienes intelectuales sean utilizados para favorecer relaciones de reciprocidad cultural y material, en contraste con la posibilidad de que sean determinados como bienes mercantiles, marca una diferencia importante desde el punto de vista del sentido político originario de las licencias que buscan responder al derecho del monopolio capitalista. No se trata solamente de crear formas de abrir el mercado para que nuevos productores puedan introducir bienes y así hacer frente al predominio de las grandes empresas. Aunque la intención de democratizar (desmonopolizar) el acceso al mercado parezca loable, resulta limitada de cara al carácter hegemónico de las alternativas en disputa. Y aún más, es probable que las propuestas de copyleft puedan ser asimiladas por la dinámica capitalista de forma tal que los modos de distribución de bienes culturales no se altere fundamentalmente. Esto puede suceder si no caemos en cuenta en que el problema no es sólo de acceso, sino de las condiciones sociales que rodean la generación de conocimientos. Se trata menos del régimen de propiedad intelectual (que es expresión de un modo de sociedad) que de la hegemonía del capital sobre los modos de producción y de consumo en las sociedades contemporáneas. De ahí que una forma de protección del conocimiento que no sea al mismo tiempo un modo de reforzar relaciones de reciprocidad y cooperación en torno a los bienes comunes, tiene un alcance muy limitado.

Sobre esto queremos hacer una última acotación. No se trata de criticar a mansalva las licencias de uso comercial del conocimiento. De ahí que traigamos a colación las licencias copyfarleft. Aunque nos opongamos a que las grandes empresas pretendan utilizar el procomún para la generación de capital, no podemos oponernos a que, por ejemplo, las cooperativas culturales puedan soportar sus actividades con la obtención de ingresos provenientes de la divulgación del conocimiento. No es un problema de escala, sino de las diferencias de propósito y funcionamiento entre las organizaciones capitalistas y las organizaciones de la “economía social”. Y eso es particularmente importante cuando la alternativa a la fórmula de conformidad que impulsa el neoliberalismo (monoproducción, monoconsumo y monocultura) es la creación de redes de productores libres y asociados o, para colocarlo de otra manera, la producción y el consumo distribuido y colaborativo. Por lo tanto, la alternativa a la lógica del copyright no hay que buscarla en las alteraciones o modificaciones al derecho corporativo, sino sobre todo en el conjunto de relaciones que se suponen dominantes en el seno de las economías sociales, por lo que otra forma de protección del conocimiento debe surgir a partir del modelado de las relaciones deseadas en el marco de una economía social y sustentable.

  1. En resumen, existen temas que la utilización de variantes de la fórmula del copyright proscriben de la discusión y, por lo tanto, excluyen de la apropiación política de las licencias de copyleft. Entre los temas que pensamos que se escapan por el uso de licencias como CC y GPL tenemos dos: la “propiedad” y la “comunidad”; conceptos que forman a su vez la raíz para la formulación de formas de generación de saberes más allá del capital. Es posible que existan muchos temas, pero nuestro interés es indagar de qué manera la generalización del sentido anticapitalista del conocimiento libre puede contribuir con la creación de formas comunales de fomentar la apropiación del conocimiento como bien común.

– Propiedad: El asunto del licenciamiento es fundamentalmente un problema de propiedad, y en particular, de la hegemonía de la propiedad privada sobre el conocimiento. No ayuda mucho reconocerlo si no aprovechamos la oportunidad para introducir otras formas de apropiación social del saber. El copyright y, por extensión, el copyleft, se encuentran fundamentados en la creencia de que la propiedad privada es la forma de propiedad por excelencia, y por ello no se llega a reflexionar sobre la posibilidad de otras formas de propiedad. Las licencias copyfarleft muestran mayor consciencia de este tema porque traen al frente formas organizacionales que contrastan con la figura de la empresa privada como agente central de la producción y distribución de bienes. Pero en el mundo actual, las cooperativas siguen moviéndose en un entorno de mercado, por lo que habría que ahondar en la organización de formas distribuidas e interdependientes de producción. Además, sería interesante desarrollar conceptos como “propiedad comunal” o “propiedad social” en relación con la concepción del conocimiento como bien común.

Una licencia copyleft que conserve un sentido anticapitalista debe trascender el lugar común de la propiedad privada para favorecer otras formas de gestión colectiva de lo “público”, lo “privado” y lo “común”. Pero no como si el cambio consistiera simplemente en la modificación de una fórmula jurídica, sino como forma de socavar el sistema de relaciones que sostiene al capitalismo. La formación de redes colaborativas de producción y consumo, la cooperación y la reciprocidad como valores, la importancia del valor de uso frente al valor de cambio, la sustentabilidad ambiental, la importancia de la satisfacción de las necesidades sociales, la construcción de economías de escala humana, son temas que deben entrar en la discusión sobre la protección del saber como bien social.

– Comunidad: Las licencias copyleft parecen dejar de lado el lugar del sujeto político como agente para la generación y circulación de saberes. Aquí se cuela cierta concepción del conocimiento como algo abstracto, ajeno a los sujetos que participan en su elaboración, además de que se mantiene su consideración como bien mercantil. Pero cómo se comparte un conocimiento tiene menos que ver con el régimen jurídico que con las dinámicas sociales que intervienen en ese proceso, y esto supone la existencia de sujetos históricos que participan de forma concreta en dichas dinámicas.

Entre los activistas del conocimiento libre parece existir cierta aversión al concepto de “público” como espacio de confluencia de la voluntad social, en parte como consecuencia de un sentimiento anti-burocrático y anti-corporativo engendrado en la reacción al capitalismo, pero también, paradójicamente, como expresión de la supuesta decadencia de referentes conceptuales como el Estado nacional. La defensa de los activistas del conocimiento libre sobre los bienes intangibles tiene una versión “blanda”, que concibe los commons como un espacio que carece de cualquier clase de regulación, y una versión “dura”, en la cual los commons son tales porque, además de ser compartidos e imposibles de ser susceptibles de apropiación privada o pública, se encuentran protegidos por determinadas regulaciones. Quienes ejercen estas regulaciones pueden ser o bien instituciones civiles creadas para ello, o bien comunidades organizadas en el sentido de los movimientos sociales. Las amenazas de burocratismo y el corporativismo no desaparecen del todo en el primer caso, tomando en cuenta fenómenos como el lobby. Por lo tanto nos parece más interesante explorar la segunda opción, si bien no de forma que excluya a la primera.

En este caso, la comunidad que ejerce la protección sobre un bien común – como el conocimiento – no debe ser una comunidad política en abstracto, sino un colectivo con identidad política. No desde el punto de vista de una identidad homogénea sino plural; ni tampoco como una identidad excluyente que impida a otras culturas el acceso a los bienes comunes. Se trata quizá de una comunidad en sentido cívico, construida como parte del reconocimiento de las diferencias y la voluntad de convivencia, e incluso puede tratarse de una comunidad diversa que comparta un ideal republicano. Para nosotros, la clave está en reforzar el surgimiento de colectivos que puedan forjar una identidad comunal, formada en movimientos de bases, con contenido anti-burocrático y radicalmente democrático. Es en este sentido, el propio de la democracia directa o participativa, en que el conocimiento puede considerarse como un “bien público”.

En resumen, las propuestas de licencia para garantizar el acceso al conocimiento deben tener sentido anti-capitalista, deben partir de una crítica a la propiedad privada en favor de la propiedad social, y deben estar encaminadas al respeto de las identidades políticas concretas. La construcción del conocimiento es un proceso marcado por la funcionalización de los roles grupales en la sociedad moderna, y tal proceso está mediado por las formas de distribución de bienes tangibles e intangibles en cada sociedad. La razón de ser de las licencias copyleft y copyfarleft está en facilitar el camino a modos profundamente democráticos y justos de realizar tal distribución. Los términos en los que finalmente se definan las licencias responderán por tanto al momento de desarrollo de la conciencia social sobre las contradicciones que genera la hegemonía del capital.

Pie de página

(1) Textualmente la licencia dice lo siguiente: “c. You may exercise the rights granted in Section 3 for commercial purposes only if: i. You are a workerowned business or workerowned collective; and ii. all financial gain, surplus, profits and benefits produced by the business or collective are distributed among the workerowners” (http://p2pfoundation.net/Peer_Production_License).

Referencias

Stallman, R. (2004). Software libre para una sociedad libre. España: Traficantes de Sueños.

Creative Commons. “About Creative Commons”. Disponible en: http://creativecommons.org/about

P2P Foundation. “Peer Production License”. Disponible en: http://p2pfoundation.net/Peer_Production_License

Kleyner, D. (2010). “CopyFarLeft y CopyJustRight”. Disponible en: http://blog.redpanal.org/2010/04/22/licencias-libres-y-copyfarleft/

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BID/ Libro Conexiones del desarrollo: Impacto de las nuevas tecnologías de la información

¿Pueden las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) contribuir al desarrollo económico?

Formuladores de políticas públicas y académicos concuerdan en que las computadoras, Internet y la telefonía celular, entre otras tecnologías de la información, pueden contribuir al desarrollo económico. Sin embargo, ¿cuál es su verdadero impacto?, ¿qué condiciones promueven su efectividad en el desarrollo? En su búsqueda de respuestas a estos interrogantes, el BID audazmente aplicó métodos sistemáticos y herramientas estadísticas para evaluar cómo las tecnologías de la información han contribuido al éxito de diferentes proyectos de desarrollo en la región.

 

Conexiones del desarrollo: Impacto de las nuevas tecnologías de la información

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La Tecnología como Fuerza Productiva Social: Implicancias de una Caracterización

El artículo presenta una definición de la tecnología como una fuerza productiva social y precisa el significado de esta caracterización frente a otras interpretaciones. Analiza la doble finalidad de la tecnología, su componente universal y sus rasgos derivados de las leyes del capital. Distingue la tecnología de la técnica por el uso de procedimientos científicos y la incidencia del criterio de rentabilidad. Subraya el impacto diferencial del proceso de valorización sobre la ciencia y la tecnología. Explica como se relaciona la ideología de las clases dominantes con las culturas tecnológicas. Propone analizar el contenido social de la innovación en relación a los conflictos de clase. El autor plantea una hipótesis sobre el lugar de los estudios de la tecnología en las ciencias sociales y naturales. Finalmente formula una propuesta de utilización provechosa de la tecnología, dentro de un proyecto emancipatorio

 

LA TECNOLOGIA COMO FUERZA PRODUCTIVA SOCIAL: IMPLICANCIAS DE UNA CARACTERIZACION.

La caracterización de la tecnología como una fuerza productiva social distingue al marxismo de otras concepciones teóricas contemporáneas. La tecnología es analizada como una fuerza productiva porque encarna todo conocimiento científico aplicado a la producción, que se materializa en objetos -máquinas y artefactos- o en sistemas de gestión y organización de la actividad económica. Pero además esta fuerza productiva tiene un carácter explícitamente social, por su dependencia directa de las normas de funcionamiento del sistema capitalista.

La tecnología actúa en dos dimensiones: sirve al cumplimiento de una finalidad práctica y contribuye a la valorización del capital. Viabiliza de esta forma la creación de valores de uso que operan en el mercado como valores de cambio. Tomando una clasificación de Dussel se puede denominar a la primera función «tecnología en general» y a la segunda «tecnología como capital».

Partiendo de esta caracterización, el cambio tecnológico puede definirse como toda modificación introducida en la actividad económica por nuevos productos, procesos de trabajo y formas de organización de la producción, que corresponden a las posibilidades técnicas («tecnología en general») y a los principios del beneficio («tecnología como capital»). Una invención es un descubrimiento que cumple los requisitos de utilidad (primer aspecto) y una innovación es la aplicación productiva que satisface las exigencias de rentabilidad (segundo aspecto).

Al entender a la tecnología como una fuerza productiva social se facilita la comprensión de sus aspectos universales y de sus rasgos específicamente capitalistas. El estudio que realizó Marx de los tres componentes de la máquina (fuerza motriz, mecanismos de transmisión y máquinas-herramientas) corresponde a la «tecnología en general», mientras que su investigación de la máquina como instrumento de generación de plusvalía relativa se ubica en el marco de la «tecnología como capital». El concepto fuerza productiva social tiene en cuenta este doble carácter de la maquinaria, como medio para fabricar más y mejores bienes y como herramienta de la explotación de los trabajadores.

En cualquier tecnología particular -un sistema informático, una máquina textil, o un tipo de gestión administrativa- siempre está presente una función universal y un rol en la valorización del capital. La noción fuerza productiva social subraya esta determinación simultánea, que sitúa al cumplimiento de una tarea y a la creación de beneficios como los dos parámetros con que se mide la efectividad de una tecnología.

 

TECNOLOGIA Y TECNICA.

Desde el punto de vista histórico, la noción fuerza productiva social facilita la distinción de la tecnología con respecto a la técnica. A diferencia de esta última actividad, que se desenvuelve con métodos pre-industriales a través de los oficios, la tecnología constituye un sistema de acciones orientadas a transformar objetos en forma eficiente, que exige un grado de conocimiento organizado muy superior a la destreza técnica. Requiere no solo «saber hacer», sino también «saber como hacer». Este aprendizaje se logra con la utilización de conocimientos científicos, que no estaban disponibles cuando prevalecía el uso de la técnica empírica .

La tecnología es «la técnica que pasa por la ciencia, se asocia al laboratorio y se utiliza en la fábrica» . Históricamente la tecnología surgió de la técnica con la profesionalización del ingeniero y el abandono de la actividad artesanal. La sustitución de una destreza subjetiva por una labor formalizada marcó el punto de ruptura entre ambas otra disciplinas . Pero a esta caracterización -muy desarollada por autores racionalistas como Bunge – debe añadirse el sometimiento de la tecnología a las reglas del capital, que se manifiesta en el traslado de los criterios de rentabilidad a la enseñanza técnica y en la fusión de la ingeniería, el management y las finanzas en la preparación de los ingenieros como directivos de empresa.

Al definir a la tecnología como una fuerza productiva social se evita extrapolar las características contemporáneas del cambio tecnológico a cualquier modo de producción. Este defecto es particularmente visible en los economistas neoclásicos, que se refieren al «progreso técnico», como un acontecimiento que navega en modelos imaginarios fuera del tiempo y del espacio. Pero también historiadores como Gille , utilizan la noción «sistema técnico», para investigaciones de la antiguedad, el medioevo o el capitalismo, sin establecer una diferencia cualitativa entre la «concatenación de estructuras y conjuntos técnicos» de los «sistemas» egipcio-mesopotámico, clásico-renacentista o industrial y contemporáneo.

En esta contrastación entre «sistemas» quedan oscurecidas las peculiaridades de la tecnología, determinadas por el componente científico, indicado por los racionalistas y por la influencia del proceso de valorización, señalada por los marxistas.

Este mismo problema aparece en el análisis de los impulsos psicológicos, lúdicos o irracionales, que subyacen en el proceso innovador, realizado por autores culturalistas que también tienden a identificar técnica con tecnología. La indagación del aspecto subjetivo de la innovación requiere diferenciar ambos conceptos y contextualizarlos adecuadamente.

 

CIENCIA Y TECNOLOGIA.

Al realzar las conexiones entre la tecnología y las leyes de la acumulación, el concepto fuerza productiva social ayuda a delimitar la frontera que separa a la ciencia de la tecnología.

Tradicionalmente se consideró a la tecnología como una simple aplicación de la ciencia, carente de dimensión intelectual propia. Pero a partir del rechazo del «modelo unilineal» – que atribuía total primacía a los descubrimientos en relación a las aplicaciones- se ha demostrado que esta última secuencia no es de ninguna manera única ni predominante. Por el contrario, prevalece una interacción entre las preguntas teóricas que formula la ciencia y las soluciones prácticas que encuentra la tecnología. La ciencia y la tecnología constituyen dos ámbitos separados por instituciones, reglas y tipos de conocimientos, que se influyen mutuamente sin preeminencia de uno sobre otro . Esta diferencia se expresa en la aparición de una sociología y una filosofía de la tecnología delimitadas de sus equivalentes tradicionales en la ciencia.

En la tecnología se estudia cómo y porqué se desarrollan objetos útiles con finalidades prácticas, mientras que en la ciencia se analizan diversas teorías con el objetivo de alcanzar la verdad. Existe una diferencia de propósitos entre «conocer por conocer y conocer para hacer». A la tecnología le interesa la aplicabilidad y se desenvuelve por medio de la creación de artefactos, mientras que la ciencia se desarrolla a través de la publicación de artículos. Por eso Price dice que la primera es «papirofóbica» y la segunda es «papirocéntrica».

En oposición a la idea que la tecnología constituye una simple aplicación de la ciencia, Perrin destaca que el conocimiento teórico depende de los instrumentos disponibles y que la investigación científica está condicionada por el desarrollo de los objetos. En la misma linea, Basalla reivindica el papel del pensamiento visual sobre el verbal y la gravitación de la acción práctica sobre las intuiciones teóricas.

Aplicando la noción de fuerza productiva social podría afirmarse que la ciencia mantiene una mayor autonomía de las exigencias inmediatas del proceso de valorización y su acción está menos determinada que la tecnología por los requerimientos sociales de la acumulación. Lo que distingue la actividad de preguntarse por la validez de una teoría de la acción de construir un prototipo, es la mayor influencia del principio de rentabilidad sobre esta última labor.

En la división de tareas entre la ciencia pura que estudia las propiedades de un fenómeno, la ciencia aplicada que los transforma en objetivos humanos y la tecnología que concreta su aplicación productiva, las reglas de la competencia y el mercado tienden a reforzarse en los últimos eslabones de la cadena .

Sin embargo, la creciente mercantilización contemporánea de la ciencia pone un legítimo signo de interrogante en estas distinciones entre ciencia y tecnología. Lander por ejemplo afirma que con la consolidación de los laboratorios en las grandes compañías, la privatización de la universidad y el estricto control comercial de las patentes, la ciencia asume objetivos utilitarios, mientras que la tecnología se desliza hacia problemas más teóricos. Vessuri considera que esta «cientifización de la tecnología e industrialización de la ciencia» tiende a reunificar la ciencia pura con la tecnología industrial.

La fusión actual de las «tecno-ciencias» es muy visible en algunas ramas, como la ingeniería química o la biología molecular y en ciertas industrias, como la farmaceútica, en dónde las reglas de costo-beneficio gobiernan todas las etapas de la investigación.

Pero es cierto también que este tipo de convergencia no se ha generalizado a todos los sectores, ni se ha consumado en todas las industrias. El surgimiento de nuevas disciplinas teóricas recrea además, la diferenciación entre ciencia y tecnología. Lo que fusiona el laboratorio se vuelve a desdoblar en la investigación ulterior. La linea demarcatoria entre ciencia y tecnología se ha vuelto más borrosa y por eso el concepto «fuerza productiva social» abarca también a todas las actividades científicas sometidas directamente a las leyes del capital.

FACTIBILIDAD TECNICA Y VIABILIDAD ECONOMICA.

En los estudios específicamente económicos de la tecnología es frecuente la distinción entre el rasgo «técnico» y el aspecto propiamente «económico» de la innovación. Se estama que la factibilidad del primer elemento debe converger con la viabilidad del segundo . Pero esta caracterización se limita a distinguir la función útil de la función rentable de la tecnología (personificadas en la figura del ingeniero y el economista) y es por lo tanto, puramente descriptiva. No esclarece cual es el patrón de funcionamiento que guía el uso de la tecnología y cuales son los principles condicionantes de su aplicación.

Para entender porqué el cambio tecnológico adopta en el capitalismo un carácter convulsivo e incierto, para explicar la predilección por innovaciones que refuerzan el control patronal del proceso de trabajo y para comprender porqué la introducción actual de nuevas tecnologías de la información viene acompañada de la masificación del desempleo, el estancamiento de los salarios y la expansión de la pobreza, la noción fuerza productiva social resulta irreemplazable. Este concepto explica de qué forma en la acumulación se produce un choque entre la optimización técnica y la maximización del beneficio, que se manifiesta en la sobreproduccción y el sub-empleo de los recursos económicos.

En algunos enfoques los componentes «técnico y económico» de la tecnología son presentados como los criterios interno y externo de su evaluación . Se considera que la eficiencia es un parámetro del primer tipo, mensurable por la capacidad para gobernar cierta propiedad en función de un objetivo buscado. En cambio los patrones que fija cada sociedad para evaluar la idoneidad de cada tecnología, son interpretados como indicadores del segundo tipo.

Esta distinción entre criterios internos y externos tiene puntos en común con los conceptos «tecnología en general» y «tecnología como capital», ya que en ambas intepretaciones se acepta que la eficiencia depende de parámetros objetivos e independientes de las metas del capital. Pero para los marxistas el principio rector de la «evaluación externa» son las leyes del capital y no criterios políticos, económicos o culturales establecidos por cada sociedad. Suponer que la «sociedad» es una entidad homogénea que fija las reglas de la tecnología en forma colectiva y consensuada, equivale a ignorar que las decisiones de innovación son patrimonio exclusivo de la clase capitalista. Solo este sector social detenta la propiedad de los recursos tecnológicos y cuenta con el poder para definir su utilización.

EL SIGNIFICADO SOCIAL.

El concepto fuerza productiva social implica una caracterización sociológica de los procesos de cambio tecnológico, muy diferente de los enfoques más difundidos en la actualidad. Los autores deterministas tecnológicos , constructivistas y co-evolutivos (Gille) suelen discutir si la «tecnología impacta a la sociedad», si por el contrario la «sociedad configura a la tecnología», o si predomina un proceso de «co-evolución» entre ambos fenómenos .

Lo «social» se refiere en el primer caso, al impacto de las nuevas tecnologías sobre las costumbres. En el segundo enfoque indica la influencia que tienen distintos grupos en la «negociación de un artefacto». En un caso se alude a transformaciones humanas derivadas de la tecnología y en el otro a la influencia de diversos agrupamientos en la forma final que adopta un objeto. Los co-evolucionistas intentan aunar ambas visiones. En los tres casos lo «social» alude a conflictos generados en la innovación, pero no se explicita la naturaleza de estos choques, ni se aclara tampoco cual es el papel de las clases sociales en estos procesos. La simple enumeración de «actores relevantes» (consumidores, usuarios, fabricantes, etc) no alcanza para conceptualizar los tres tipos de conflictos centrales que acompañan al proceso innovador.

Enfrentamientos derivados del aumento de la tasa de explotación, rivalidades por la apropiación de la renta tecnológica, y choques surgidos de la oposición entre utilidad social de la innovación y el imperativo de la ganancia.

Estudiar el cambio tecnológico a través de las clases permite interpretar cuales son los intereses en juego en la «configuración de la tecnología» y comprender las diversas formas de expropiación que se desenvuelven por medio del cambio tecnológico. A través de la innovación se procesa un aumento de la extracción de plusvalía en el proceso productivo y una apropiación de rentas, en favor de los empresarios y en desmedro de los creadores de nuevas tecnologías.

Este conflicto ha sido estudiado en la historia de la tecnología, como una oposición de objetivos entre inventores e innovadores. El ejemplo clásico es el contraste entre Watt -que concibió la máquina de vapor desinteresándose de su comercialización, Boulton -que se ocupó de negociarla y patentarla- y Arwkright que la convirtió en un instrumento de explotación fabril . La diferenciación no responde solamente a tipos psicológicos distintos – como subrayaba Schumpeter- sino a una división de tareas asociada a la extracción, la transferencia y la realización de la plusvalía.

El análisis de la tecnología como fuerza productiva social involucra el estudio de este tipo de confiscación del conocimiento, que se institucionalizó desde el momento en que el inventor independiente quedó absorbido por los laboratorios de las grandes compañías. Mediante el sistema de patentes se vehiculiza una apropiación de los derechos de los inventores sobre cualquier innovación realizada en la empresa . Estudiar a la tecnología como una fuerza productiva social permite relacionar este tipo de conflictos con la lógica objetiva de la innovación.

CULTURA.

Tener presente el contenido de clase en el análisis, sirve por otra parte, para contextualizar adecuadamente el fundamento cultural de ciertas habilidades, formas de organización laboral, o tipos de maquinarias, que ha son generalmente investigados por los autores de la revista «Technology and Culture» . Estos análisis destacan que la gran diversidad de características culturales de la innovación son dependientes de las singularidades nacionales, regionales o sectoriales.

Sin embargo solo explican parcialmente el origen de los éxitos y los fracasos tecnológicos y no dan cuenta debidamente del propósito lucrativo primordial de la innovación. Los patrones de novedad y selección tecnológica nunca son primordialmente culturales. Están antecedidos y condicionados por los intereses materiales de las clases dominantes, que imponen la adaptación de la tecnología a los principios de rentabilidad, mercado y explotación.

El concepto de fuerza productiva social ubica a las culturas tecnológicas, en el marco de las necesidades y los intereses de las clases dominantes. De esta forma se contextualiza la «vitalidad innovadora» en un país, o la «ausencia de ímpetu tecnológico» en otra comunidad, sin desdibujar las finalidades centrales de la innovación en el capitalismo.

No existe ninguna contradicción entre realzar la importancia del contexto económico y subrayar la relevancia de la cultura. El concepto fuerza productiva social facilita la integración de ambas explicaciones, evitando una antinomia ociosa entre la primacía de las normas culturales o el mercado en la determinación del cambio tecnológico. La burguesía ejerce dominación ideológica del proceso de innovación porque es propietaria material de los recursos tecnológicos. Este enfoque unitario surge del planteamiento propuesto por el marxismo.

LA MIRADA DESDE EL OBSERVATORIO.

Desde el punto de vista metodológico, el concepto fuerza productiva social induce el estudio de la tecnología como una disciplina de las ciencias sociales, situada en el límite con las ciencias naturales. La tecnología no es asimilable a la ingeniería, a la física o a la química, pero depende significativamente de los conocimientos de estas y otras disciplinas. La estrecha relación con las ciencias naturales diferencia a los estudios generales de la innovación de otras ciencias sociales clásicas, como la economía, la sociología o la política. La tecnología es un área de investigación rodeada por disciplinas «duras» y «blandas». Se asienta en las matemáticas, se nutre de las humanidades e influye sobre el arte.

Se encuentra en la «frontera caliente» de las ciencias sociales con las ciencias naturales. Recibe criterios de análisis la economía o la sociología, pero no está totalmente regida por este tipo de principios.

El concepto fuerza productiva social tiene en cuenta esta determinación múltiple y esta diversidad de vasos comunicantes de la tecnología con otras ramas del saber. La distinción entre «tecnología en general» y «tecnología como capital» permite justamente distinguir, los aspectos universales de la tecnología derivados de su cercanía con las ciencias naturales, de la innovación como proceso social e interpretable con los parámetros de las ciencias sociales.

Pacey conceptualiza esta diferenciación, distinguiendo a la «tecnología en un sentido restringido» de la «tecnología en un sentido abarcativo». Considera que se trata de una situación equivalente a la medicina, en dónde también resulta conveniente discriminar entre la «ciencia médica universal» y la «práctica médica específica». La primera sintetiza principios de validez general, mientras que la segunda se refiere a aplicaciones dependientes de condiciones organizativas, económicas y culturales particulares. Las categorías «tecnología en general» y «tecnología como capital» cumplen una función semejante, con la ventaja de situar estas determinaciones socio-históricas en las leyes del capital.

Cualquier enfoque de la innovación refleja una concepción del mundo, que se corresponde con intereses sociales particulares y puntos de vista de clase. No existen teorías «puras» y exclusivamente experimentales de la tecnología. Las preguntas que plantea y los temas de investigación que propone cada concepción, siempre se relacionan con la «mirada» de un sector y con su «conciencia posible», es decir con el recorte de la realidad que espontáneamente tiende a realizar una clase social.

Al buscar desligarse explícitamente de los intereses de las clases dominantes, al jerarquizar el análisis de la explotación y al asociar las contradicciones de la innovación a las del capitalismo, el marxismo encara una «mirada» crítica y desmistificadora. Su posicionamiento en el campo de los oprimidos le permite alcanzar una comprensión más integral de la tecnología. En un observatorio que captara todo el escenario de la innovación, los marxistas estarían ubicados en los pisos superiores del mirador, frente a otras teorías situadas en los niveles inferiores. El auto-ocultamiento de la explotación es la principal limitación cognitiva que impone el punto de vista de las clases dominantes a estas últimas concepciones .

Es igualmente cierto que una posición más favorable en el mirador no asegura una mejor asimilación de lo que se está observando. De la misma forma que un retrato depende de las cualidades del pintor, la acertada interpretación del cambio tecnológico depende de la capacidad de los investigadores, su conocimiento, sensibilidad y amplitud intelectual, con relativa independencia de la posición ideológica que adopten.

Desde cualquier escalón del observatorio se pueden formular interpretaciones valiosas o inútiles, contribuciones críticas o apologías irrelevantes. La distinción entre pensamiento científico y vulgar, que trazó Marx hace 100 años, está vigente para el análisis de la tecnología. El mismo abismo que separaba a Ricardo de Say en el campo de la economía política, divide aguas en la actualidad, en la sociología y en la filosofía de la innovación. El marxismo solo brinda una plataforma más favorable para encarar esta investigación, que se enriquece con el contacto, la asimilación y la re-elaboración de los puntos de vista opuestos.

UN PROYECTO EMANCIPATORIO.

El concepto fuerza productiva social tiene un claro significado político, al poner de relieve el carácter de clase que tiene el uso de ciertas innovaciones, asi como la ideología justificatoria de esta instrumentación. La tecnología no es un instrumento neutral del progreso. Los capitalistas la utilizan para maximizar sus beneficios, extendiendo incluso este principio al propio diseño de los artefactos. El concepto de fuerza productiva social subraya este aspecto de la «tecnología actuando como capital», que se evidencia nítidamente por ejemplo en la cadena de montaje taylorista.

La otra dimensión política de la noción fuerza productiva social es el proyecto que implícitamente contiene, en favor de la utilización socialmente provechosa de la tecnología. Esta propuesta surge del rechazo de la imagen racionalista del «progreso técnico», como una evolución ascendente de la humanidad garantizada por la simple aplicación productiva de los descubrimientos científicos.

La «tecno-euforia» es tan desacertada como la creencia espiritualista opuesta, en el «autodireccionamiento» de la tecnología . Los efectos nocivos del cambio tecnológico no tienen causas transhistóricas, ni se originan en la naturaleza del hombre, o en la rebelión de su alma. Tienen raíces sociales y no constituyen ninguna fatalidad.

El proyecto emancipatorio parte del reconocimiento del radio de posibilidades objetivas del cambio tecnológico. Una vez comprendidas estas potencialidades son los hombres, estructurados en torno a las clases sociales y en acuerdo a sus intereses y convicciones, quienes definen siempre la dirección del proceso innovador. Este curso es un resultado de confrontaciones sociales, que no viene pre-establecido por determinaciones tecnológicas.

Una propuesta socialista se nutre de la rica tradición de innovadores que concibieron sus aportes buscando favorecer el bienestar general y sin ninguna finalidad de lucro. «Inventar para cooperar, no para competir» ha sido el principio que históricamente impulsó la conducta de numerosos innovadores utopistas, cooperativistas, románticos, sindicalistas y socialistas.

Esta misma actitud también caracteriza la acción espontánea de la mayoría de los técnicos, ingenieros y científicos, que inventan bajo el impulso de la curiosidad y la propensión natural a mejorar las formas de trabajo . Este impulso no mercantil al cambio tecnológico, que apunta al logro de mayores satisfacciones en la vida social y laboral, ha estimulado la búsqueda de tecnologías alternativas a las dominantes actualmente. En el terreno del cambio tecnológico el proyecto socialista se nutre tanto de las tradiciones de resistencia a la explotación, como de las propuestas de emancipación social. La defensa de los derechos de los trabajadores contra las «flexibilizaciones laborales» y los proyectos de un nuevo uso de la tecnología están indisolublemente ligados. Constituyen dos momentos de un mismo proceso de ruptura del desenvolvimiento tecnológico con las exigencias de la ganancia. Otro tipo de sociedad y de tecnología pueden erigirse en base a este objetivo emancipatorio.

BIBLIOGRAFIA.

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-Katz, Claudio. «El culturalismo en los estudios de tecnología». Causas y Azares, n 6, primavera de 1997, Buenos Aires.

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-Latour, Bruno. Nous n’avons jamais eté modernes. La decouverte, 1991, Paris. -Winner, Langdon. Tecnología autónoma, Gili, Barcelona, 1979.

-Bell, Daniel. El advenimiento de la sociedad pos-industrial. Alianza 1976, Madrid.

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-Mulakay, Michael. «El crecimiento cultural de la ciencia en Barnes, Barry. Estudios sobre sociología de la ciencia, Alianza, 1972, Madrid.

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-Pacey, Arnold. El laberinto del ingenio. Gilli, Barcelona, 1980.

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La transformación digital china y su impacto

632 millones de usuarios de Internet, 700 millones de dispositivos inteligentes o 300 billones de dólares en ventas online son algunos de los datos que marcan la actualidad de la sociedad y economía china.

Algunas claves que nos demuestran las claves de la digitalización china es que solamente en el año 2013 se pasó de los 380 millones de dispositivos inteligentes existentes a más de 700 millones. Y si hay algo que realmente ha revolucionado el consumo es el ecommerce. En el día dorado de este sector en China, el llamado Singles Day, las plataformas de Alibaba Taobao y Tmall facturaron más de 6.000 millones de dólares en 24 horas.

Otro punto a considerar es la masiva utilización del buscador chino Baidu, con más de 5.000 millones de búsquedas diarias y de WeChat, la app de mensajería instantánea que cuenta con 632 millones de usuarios.

Pero esto va más allá de los usuarios. Como recoge McKinsey en un informe la tecnología también se está adueñando de varios sectores empresariales. Dichas compañías que están adoptando las nuevas tecnologías se están convirtiendo en empresas más eficientes, produciendo más y obteniendo mayores beneficios. Esto también provoca un cambio en el mercado ya que las empresas buscan a personas con habilidades y conocimientos del mundo online.

mckinsey

Internet, un alivio para las pymes chinas

En estos momentos en China las pymes contribuyen con alrededor del 70% del PIB y son una fuente constante de empleo y de innovación.

Gracias a las posibilidades que actualmente ofrece Internet en el país provoca que las empresas que se adaptan bien al mundo digital puedan neutralizar así muchas de las desventajas con las que se encontrarían en el mundo offline. Internet ofrece plataformas que facilitan el rápido crecimiento para las startups a un precio asequible, permitiendo además que varias compañías puedan colaborar para crecer conjuntamente.

Ejemplo de ello lo encontramos en el cloud computing o en el online marketing, que permite llegar a determinado público objetivo con una inversión controlada y que se peude medir. A su vez las plataformas de ecommerce permiten que los consumidores puedan ver los productos en la red y que la empresa pueda interactuar con ellos.

No son pocas las pymes que se han convertido en empresas referencias vendiendo productos en el extranjero, ejemplo de ello es Alibaba o Global Sources.

Otro problema al que se enfrentaban hasta ahora las pequeñas y medianas empresas es lalimitación a la hora de acceder a capital. Internet ofrece a los prestamistas nuevas herramientas para evaluar el riesgo de crédito y reducir los costes de transacción, ya que los bancos privados y proveedores de financiación Internet se han convertido en nueva competencia en el sector de servicios financieros, lo que ha repercutido en mejores condiciones para las pymes.

La conclusión a la que llegamos y que ha reflejado McKinsey es que la adopción de tecnología por parte de pymes podría tener un impacto desproporcionado en el aumento de la productividad laboral de China. Internet reduce las barreras de entrada y aumenta la intensidad competitiva, acelerando así el crecimiento de las empresas más innovadoras. Esta dinámica, finalmente, mejora el rendimiento de la economía en general.

Imagen de portada:Shutterstock

Imagen 1: www.mckinsey.com/

Pablo Lluesma – Licenciado en Periodismo y Máster en Dirección de Marketing Digital y Comunicación Empresarial Web. Actualmente trabajando en Global Asia.
Enlace original:  http://blogs.globalasia.com/red-asia/la-transformacion-digital-china-y-su-impacto/
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Kenya: Oxford University press launches revision app for primary and secondary schools

África/Kenya/Abril 2016/Fuente: WN.com/Autora:Jeanette Oloo

Resumen: Oxford University Press África oriental ha dado a conocer una nueva herramienta informática educativa Exampoa, que es una herramienta de aprendizaje interactivo y la revisión de los escolares de Kenia para su uso en teléfonos y tabletas, y luego comparar las calificaciones.

 

Oxford University Press East Africa has unveiled a new educational IT tool, Exampoa, which is an interactive learning and revision tool for Kenyan school pupils to use on phones and tablets, and then compare scores.

The launch is timely as it comes at a time when the country is moving to advance education through multiple ICT platforms including the Digischool initiative, where the government has set aside some Sh1.6bn to provide laptops for schools, which will see Kenya join countries such as Rwanda, which have successfully implanted one laptop per child into its school curriculum and is currently working on internet connectivity in order to see the program take full effect.

«The drive to make Kenya an ICT-enabled nation, and to drive forwards digital education, requires engaging content and first class educational materials on every kind of ICT platform, which has been a key factor in driving the development of this new tool,» said James Ogolla, Sales and Marketing Manager Director at OUP EA.

The Android-based ExamPoa app, which works on Android 4.2, is initially offering English and Science for the primary level for classes 7 and 8, and English, History and Biology for the secondary level form form 3 and form 4 and is downloadable from the Safaricom App store.

«Exampoa is a revision tool for pupils as they prepare for the Kenya Certificate of Primary Education (KCPE) and Kenya Certificate of Secondary Education (KCSE),» said Rosemary Kabura, marketing co-ordinator at Oxford University Press. «We are therefore targeting class seven and eight for primary level and forms three and four students in our first phase roll out.»

The good thing about the app is that it offers two affordable bundles each costing Kshs 60 and one either gets the Quiz Bundle: 50 questions, answers and notes or the Exam Bundle: 50 questions and answers. The quizzes can then be completed online or offline and the content is available for six months.

Fuente de la noticia:

http://article.wn.com/view/2016/04/22/Oxford_University_Press_Launches_Revision_App_for_Primary_an/

Fuente de la imagen: 

http://i1.wp.com/smedigest.co.ke/wp-content/uploads/2016/04/Exampoa_Oxford%E2%80%99s-sales-and-marketing-manager-director-James-Ogolla.jpg?resize=600%2C400

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Mercantilización y Socialización de la Información del Conocimiento

Se describe la privatización del sector informático y su coincidencia con una fase general de universalización del capital a todas las actividades económico-sociales. Se definen las diferencias entre información y conocimiento. La peculiar mercantilización de ambos recursos. Los obstáculos a la extensión de la propiedad intelectual. La tendencia a la difusión gratuita y el cuestionamiento del criterio de escasez.Ejemplos del conflicto entre socialización espontánea y restricción mercantil. Las dificultades neoclásicas para detectar esta contradicción. Los problemas de la óptica cuantitativista y de la reformulación posindustrialista. El enfoque evolucionista de la cooperación informal. La oposición entre valor de uso y valor de cambio de los dos recursos en la visión marxista. Una comparación entre estas interpretaciones. Ejemplos del conflicto entre socialización espontánea y restricción mercantil. Las dificultades neoclásicas para detectar esta contradicción. Los problemas de la óptica cuantitativista y de la reformulación pos-industrialista. El enfoque evolucionista de la cooperación informal. La oposición entre valor de uso y valor de cambio de los dos recursos en la visión marxista. Una comparación entre estas interpretaciones.

En la década del 90 la difusión de las nuevas tecnologías está acompañada de un acentuado proceso de privatización del sector. La expansión del «high tech», la creación de nuevos aparatos de procesamiento acelerado de la información, la revolución de los semiconductores, la generalización del uso de las computadoras, la «convergencia digital» de las telecomunicaciones con la microelectrónica, la irrupción de las redes y de Internet, son todos fenómenos directamente regulados por las normas del beneficio. La etapa «estatal-dependiente» del desarrollo informático, cimentada en la utilización militar y en la expermientación científico-académica ha concluido. El mercado orienta directamente todo el desenvolvimiento de las nuevas tecnologías.

La privatización es explícita en el campo de las telecomunicaciones a partir de la venta masiva -ya concretada o en curso- de las empresas estatales, en Europa, Japón, Latinoamérica y Asia. En dónde ya eran privadas (Estados Unidos) se está llevando a cabo un proceso de sustitución de la regulación de actividades (larga y corta distancia, telefonía y TV cable) por la competencia irrestricta .

La intervención pública también declina en la investigación. Las companías de microelectrónica, software o hardware financian el perfeccionamiento de las nuevas tecnologías y patentan cada innovación. Una dura batalla se libra en este campo, en torno a los derechos de propiedad .

La tendencia privatizadora se acentúa por la conformación de los mega-grupos, que aglutinan varias ramas del «high tech» con el propósito de distribuir el riesgo, las inversiones y los beneficios. El ingreso a estos acuerdos de la industria del entretenimiento, para proveer el contenido de los nuevos productos multimedia refuerza el perfil abrumadoramente mercantil del nuevo sector. A diferencia de lo ocurrido con la radio primero y con la televisión después, la noción de «servicio público» ni siquiera está presente en el desarrollo de la comunicación interactiva. Se expande como una actividad basada directamente en el lucro .

Internet es el mayor retrato del giro privatista. La década inicial de redes públicas y abiertas está llegando a su fin y las nuevas actividades comerciales tienden a imponerse. Internet ya tiene 60 millones de usuarios (1996) y el volumen de sus comunicaciones se duplica anualmente. Esta envergadura ha desatado una euforia de negocios. Han comenzado a implementarse los sistemas de compra y venta directa, la comercialización eletrónica y el pago virtual. Siguiendo los pasos de la TV cable, el «home shopping» está ingresando en la red y por eso, el «com» tiende a reemplazar al «edu» y al «gov» en los códigos de utilización más corriente.

Según algunas estimaciones, el uso comercial de la WEB pasó del 4,6 % de las comunicaciones (1993) al 50 % (1996). Junto al debut de la publicidad ha comenzado el pago diferencial por el tipo de información obtenida a través de de la red . La privatización penetra todos los poros de la actividad informática.

«UNIVERSALIZACION DEL CAPITAL».

Para entender la significación de la oleada privatizadora hay que evitar considerar al cyberespacio como un mundo aparte, cualitativamente diferente de la realidad económica . El nuevo universo de los bits, flujos, simulaciones e hipertextos ha surgido y depende de los aparatos creados para procesar aceleradamente la información. Y estos artefactos son el pilar de una revolución tecnológica que impacta radicalmente sobre el proceso productivo y se desenvuelve en el marco de la crisis y la reorganización del capitalismo de fin de siglo . La gravitación del mercado en la evolución de la informática es un aspecto de la actual «universalización del capital», es decir la expansión de la acumulación a sectores y países cuyo desenvolvimiento no estaba directamente regulado por el mercado

En el clima ideológico y político neoliberal prevaleciente esta expansión de la privatización se considera un hecho natural. Particularmente en el «high tech» esta convergencia de las nuevas tecnologías con las reglas de mercado es celebrado como un acontecimiento muy auspicioso. Gates, Negroponte, Toffler, Gore y la prensa tecno-eufórica proclaman que «hacer buenos negocios» es la única forma de erigir la «autopista de la información», que sin libre empresa y derechos de propiedad «no hay futuro para las redes» y que para «ser digital» hay que asegurar los beneficios de las corporaciones del sector . Por eso el cyberespacio es concebido -en la tradición norteamericana- como una «nueva frontera», que serviría para afianzar la colonización mercantil» .

El «espíritu del informacionalismo» es considerado como una nueva ética basada en la acumulación desenfrenada. Pero si la mercantilización representa el «estado natural» de las nuevas tecnologías: Por qué la privatización actual estuvo antecedida por varias décadas de financiación pública casi integral de la informática ?. El funcionamiento directo del mercado se ha impuesto solo al concluir la fase previa de maduración técnica y formación de una demanda de productos del sector. La privatización de cada segmento del «high tech» -microelectrónica, computación, telecomunicaciones y redes- es un resultado de este agotamiento del ciclo preparatorio de tutela estatal. Recién en los años 90 la informatización es una fuente de beneficios extraordinarios y de grandes inversiones privadas en el propio sector.

La transformación de las nuevas tecnologías en un campo de negocios coincide con la euforia privatista general. Extraer directamente beneficios de cualquier actividad, instaurando la acción plena del capital en sectores tradicionalmente dependientes de la gestión estatal o «mixta» se ha vuelto un rasgo del capitalismo actual. Pero en el caso de la informática, la privatización no abarca solo al «high tech», sino también a la información en sí misma.

INFORMACION Y CONOCIMIENTO.

Muchos autores diferencian la información del conocimiento. El primer concepto se refiere a la organización y comunicación de los datos, mientras que en el segundo a la formulación de un juicio razonado a partir de estos mensajes. El conocimiento es un refinamiento de la información. Los datos procesados por el trabajo humano son integrados y sistematizados en forma relevante para cierta actividad social. La recolección de información es diferente a su utilización para la elaboración de ideas y el desarrollo del pensamiento . Las nuevas tecnologías actúan directamente sobre la información e indirectamente sobre el conocimiento. Al generar, procesar y retroalimentar la información potencian el desarrollo del conocimiento.

Lo más significativo de la oleada privatizadora actual es su extensión a todas estas facetas. La mercantilización de la informática abarca tanto la dimensión material (es decir los artefactos), como la inmaterial compuesta por la propia información y el conocimiento gestado a partir de ella.

Una evidencia de este fenómeno es la relevancia que han tomado las discusiones sobre la propiedad intelectual. Las grandes controversias comerciales recientes dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) giran en torno a cómo deben codificarse y legalizarse las nuevas formas de patentamiento. Los montos involucrados en estas discusiones son impresionantes.

Bienes que históricamente se consideraban públicos ahora son privados. El patentamiento ya no se aplica sólo a la innovación industrial, sino también al descubrimiento científico. El «modelo de biblioteca» que consagraba la transmisión universal del conocimiento está en retroceso, al igual que la restricción del copyright a la expresión material de lo fenómenos, pero no a las ideas generales que lo sustentan. Por eso se debate incluso el patentamiento de productos naturales-biotecnológicos, como el mapa genético humano y ciertas variedades de plantas .

Esta expansión del copyright implica la mercantilización de cada aspecto de la información y del conocimiento. Ambos recursos son valores de uso, que tienen una utilidad definida en el trabajo material y mental. Pero ahora tienden a convertirse también en valores de cambio, con precios proporcionales a su aporte a la valorización del capital . Un ejemplo de la transformación de la información en mercancía son los bancos de datos, que comercializan información especializada. Se ha tornado literalmente cierto, que la «información es dinero»

Con el conocimiento ocurre algo semejante. La tendencia a transformar a la educación en un campo de inversión del capital, cuya rentabilidad debe verificarse en beneficios inmediatos para los propietarios de escuelas o para las empresas vinculadas a la enseñanza, es el ejemplo más evidente de esta mercantilización. Como las ramas más lucrativas del capitalismo contemporáneo son de «conocimiento-intensivo», la privatización de la educación se ha vuelto un eslabón central de las ganancias. La privatización de la información y la conversión del conocimiento en propiedad particular se generalizan.

CONTRADICCIONES.

Históricamente el capitalismo se desarrolló extendiendo la propiedad privada a los recursos estratégicos de cada época. La acumulación originaria se basó en la eliminación de la propiedad comunal de la tierra y la consiguiente proletarización de los campesinos. Posteriormente la privatización de otros recursos naturales como el petróleo, el gas, los bosques o la pesca, fue determinante del rumbo y la escala de la acumulación. A fin del siglo XX, la extensión de la propiedad intelectual a la información y el conocimiento tiene un significado equivalente. Permite crear las condiciones para un salto cualitativo en la valorización del capital.

Pero existe una diferencia central: la tierra o el petróleo son claramente divisibles y cuantificables, mientras que no es fácil fragmentar y mensurar el conocimiento y la información. Su manejo como bienes privados enfrenta todo tipo de obstáculos, como por ejemplo la baratura de su socialización .

Con las nuevas tecnologías, la reproducción de la información se ha vuelto prácticamente gratuita. En forma instantánea se puede copiar cualquier software. Davis y Stack afirman que esta duplicación prácticamente infinita y sin costo tiene una implicancia subversiva para el capitalismo, puesto que cuestiona la noción de propiedad y desafía los criterios de escasez. La información y el conocimiento no se agotan con el uso. Al contrario, cuánto más se comparten más se amplifican. A diferencia de los zapatos, el acero o los automóviles, la información y el conocimiento son inmateriales, no se destruyen al ser consumidos y sus costos de reproducción tienden a cero. Como el aire o el agua pueden ser regulados por el principio de la abundancia.

Debido a estas características, tanto la información como el conocimiento tienden a transformarse en bienes públicos, cuyo manejo mercantil se torna más indirecto. La actual generalización de la propiedad intelectual intenta revertir esta tendencia mediante la ampliación del copyright. Pero la implementación de estas normas enfrenta resistencias de toda índole, en especial en el terreno de la informática.

Las compañías recurren al encriptamiento, a las claves de seguridad, a los cambios de modelos y a los sistemas operativos incompatibles para contrarrestar la difusión espontánea de información y conocimiento. Existe un fuerte lobby de las corporaciones para imponer sanciones más estrictas a cualquier violación de la propiedad intelectual. Pero los obstáculos no son solo tecnológicos o económicos. Hay numerosos indicios de creciente aceptabilidad social de la difusión irrestricta del conocimiento y la información.

Branscomb sostiene que a pesar de las grandes campañas en favor de la extensión del patentamiento resulta muy dificil revertir prácticas ya incorporadas socialmente. No es sencillo sancionar el hábito de fotocopiar libros, grabar música o reproducir el software en la P.C. La norma legal choca con la legitimidad ya impuesta de estas costumbres.

OTROS EJEMPLOS.

El conflicto entre la mercantilización y la «socialización espontánea» apareció con el propio surgimiento de las nuevas tecnologías. En los años 70 las pequeñas companías californianas de computación estaban muy integradas a sociedades de aficionados que pretendían lograr mediante la informática, una democratización de la vida política estadounidense. La PC nació en un «club de ordenadores caseros», compuesto por «locos telefónicos», cuyo recelo de IBM y del Pentágono los condujo a buscar una computadora accesible a todos los usuarios . En un clima contracultural de cooperación e intercambio espontáneo de conocimientos entre los profesionales de distintas firmas se desarrolló la computación personal .

Pero el «utopismo informático» y los ideales cooperativos se desvanecieron en los años 80 junto a la expansión del negocio y la conversión del Sillicon Valley en un paradigma del capitalismo darwinista .

En el ambiente originario y actual de la informática se evidencian los componentes socializadores y mercantilizadores de las nuevas tecnologías. Una peculiar combinación de ambos aspectos perdura hasta hoy, en los hábitos y en la cultura prevalecientes en el «high tech». La fusión del espíritu bohemio y libertario original con el fanatismo empresario posterior ha generado una «ideología californiana», que amalgama resabios de informalidad e inconformismo con individualismo hiper-competitivo. En los comportamientos de la «tecno-inteligencia» de gerentes y profesionales bien remunerados de la informática se manifiesta esta síntesis tan peculiar .

Es sabido, por otra parte, que junto a la mercantilización de la informática se ha desarrollado un «cyber-gangsterismo», que aprovecha las dificultades de control de los sistemas para introducir la delincuencia en Internet (por ejemplo el narcotráfico). Como ocurre con cualquier negocio lucrativo, la criminalidad acompaña toda perspectiva de ganancias rápidas. Pero también ha crecido la «cyber-piratería», aprovechando la facilidad para ingresar en las redes. Las propias corporaciones están muy involucradas en el espionaje ilegal, ya que en el cyberespacio resulta más complejo instaurar las normas clásicas de la propiedad privada.

Junto a los cyber-piratas que practican el espionaje como una forma de enriquecimiento existen también los violadores de códigos informáticos («hackers»), cuyas actividades no delictivas son muy dificiles de clasificar. Los jóvenes que navegan en el cyberespacio por simple curiosidad actúan frecuentemente en el confuso margen de lo permitido y lo prohibido en el univeso de las redes . Estos comportamientos expresan también -aunque en forma parcial y deformada- las posibilidades espontáneamente socializantes de la informática, ya que introducen modalidades inéditas de colectivización de la información y el conocimiento.

Finalmente en estos últimos años ha surgido una gran variedad de foros, grupos de interés y debate interconectados a través de las redes. Estos núcleos precedieron al copamiento mercantil de Internet y han continuado extendiéndose, a pesar de la creciente primacía de la actividad comercial. La conexión interactiva de usuarios sin fines de lucro aumenta paralelamente y en conflicto con la tendencia privatizadora . Son numerosas, por lo tanto, las evidencias de un conflicto entre la mercantilización y la socialización de la información y el conocimiento. El desafío es interpretar el significado de esta oposición.

POS-INDUSTRIALISTAS.

Existe una corriente tradicional de estudios de la información centrada en el análisis cuantitativo (Fisher, Shanon) y en el perfeccionamiento de las técnicas de su medición y transmisión. Este tratamiento estadístico identifica a los datos con las ideas y equipara el conocimiento con la información. Se enfatiza el análisis de los problemas del cálculo con prescidencia del contenido, apuntando a ilustrar de qué manera el aumento de la información reduce la incertidumbre .

información reduce la incertidumbre . El enfoque «cibernético» ignora cualquier rasgo de la información no vinculado directamente a la cuantificación, como por ejemplo el contexto de su generación, el contenido de los mensajes o las relaciones entre emisores y receptores . En este registro puramente matemático no hay lugar para el reconocimiento de ninguno de los conflictos entre socialización y privatización de la información.

La visión cuantitativista inspiró el surgimiento de la «economía de la información», una disciplina que ha intentado desde los años 70 estimar el impacto económico de las «actividades informacionales». Sus teóricos (Machlup, Porat) definieron un «sector productor del conocimientos (educación, investigación, medios, equipos y servicios de información) y calcularon su incidencia en el PBI. Concluyeron señalando que este «sector cuaternario» se ha vuelto dominante en la economía contemporánea . Esta caracterización fue retomada por el pos-industrialismo para postular que en la sociedad actual «el conocimiento ha sustituido a la propiedad como fuente de poder» .

Pero es fácil observar que ni la información, ni el conocimiento gravitan por sí mismos. Influyen de acuerdo a su aplicación, es decir en función del uso que le asignan quienes detentan estos recursos. Y la propiedad -lejos de haber quedado subordinada al conocimiento- es determinante de esta utilización. Los poseedores de los medios de producción material controlan también los medios de la actividad mental. Por eso los asalariados científicos, técnicos y profesionales que procesan la información y desarrollan el conocimiento no pueden disponer libremente de estos recursos, ni obtener una remuneración proporcional al aporte que brindan a su desenvolvimiento. El posindustrialismo desconoce que esta fractura entre propietarios y proletarios de ambos recursos es otra expresión del conflicto entre mercantilización y socialización.

NEOCLASICOS.

El enfoque neoclásico ortodoxo estudia la economía a partir de un modelo que supone la existencia de información perfecta, gratuita y disponible. Esta accesibilidad de la información permite a los precios actuar como señales exactas de las preferencias de los consumidores. El conocimiento es visto como un acervo de datos codificables al alcance de todos los agentes. La conceptualización del «progreso técnico» como un fenómeno exógeno y neutral deriva de estos supuestos .

En este universo de total disponibilidad, la información y el conocimiento vienen «dados» y carecen de precio. Por eso no existe ningún conflicto entre la mercantilización y la socialización. Los supuestos del modelo eliminan la contradicción, pero estas pautas resultan insostenibles.

Reconociendo el irrealismo ortodoxo, todas las corrientes neoclásicas contemporáneas han incorporado los supuestos de información costosa, imperfecta y no disponible. Consideran que cada individuo construye una función de utilidad para procurarse la información que necesita, comparando el costo de obtener esta información con el beneficio que reportaría su uso. Reducir la incertidumbre tiene un precio y cada agente enfrenta de manera diferente la disyuntiva que plantea cuánto pagar para reducirla .

Obviamente es más sensato aceptar la mercantilización de la información que negarla. Pero si este reconocimiento solo conduce a perfeccionar el cálculo micro-económico de las decisiones, no hay forma de avanzar en la comprensión de los problemas reales que plantea la privatización de la información. El conflicto entre la difusión cooperativa de la información y su restricción mercantil, no tiene nada que ver con las elecciones del «hombre económico racional».

Los neoclásicos se acercan más al problema al detectar el carácter «anormal» de la mercancía información. Su cuantificación es compleja, puede difundirse gratuitamente y no es claramente divisible. Pero al encarar el análisis de esta peculiaridad postulando la naturalidad del mercado y la excepcionalidad de cualquier rasgo que lo contradiga, la investigación queda bloqueada . Los neoclásicos no logran siquiera imaginar, que la socialización de la información cuestiona el principio de eternidad e inamovilidad del mercado.

Lo mismo ocurre con el conocimiento. En la visión ortodoxa y walrasiana este «factor» es simplemente cuantificable con los criterios de la productividad marginal. Ignoran que los saberes se encuentran siempre incorporados a sujetos, que no los transmiten automáticamente en función de los parámetros mercantiles. Esta omisión ha sido sistemáticamente puntualizada por la vertiente austríaca del pensamiento neoclásico, al destacar el carácter subjetivo del conocimiento . Pero si este recurso es «endógeno», tácito e informal y por lo tanto difícilmente regulable por el mercado; por qué sólo esta institución sería capaz de promover y optimizar la creación o transmisión del conocimiento ? Los austríacos rechazan fanáticamente cualquier interferencia al libre juego de la oferta y la demanda y por eso no responden a este interrogante.

Al considerar que el mercado detenta la capacidad excluyente para gestionar el conocimiento, los seguidores de Hayek le atribuyen de hecho a los capitalistas el monopolio del manejo de este recurso. El único grupo social con poder real de compra, venta, contratación y control en el mercado es el de los empresarios. Reconocer que el conocimiento es una cualidad específica de cada individuo y acotar la posibilidad de aprovecharlo al dominio de la propiedad es una contradicción del enfoque austríaco

EVOLUCIONISTAS.

El problema de los bienes que escapan a las reglas del mercado es mejor tratado en la visión evolucionista, que acepta la existencia de fenómenos económicos no regulables por los precios . No se caracterizan «anormalidades», ni «excepciones», sino acontecimientos corrientes, que no están sujetos a la dinámica mercantil. La repetida frase: «el estado debe intervenir frente a los problemas que el mercado no resuelve», sintetiza la presencia de esta dimensión no gobernada por la oferta y la demanda. El reconocimiento de la inexistencia de un «capitalismo puro» -total y exclusivamente regulado por la acción de empresarios privados- permite una aproximación al entendimiento de la información y el conocimiento. Para los teóricos evolucionistas existen relaciones informales dentro de la empresa basadas en la confianza, la reciprocidad y la buena voluntad, que generan intercambios de información y conocimiento.

Esta cooperación es el pilar del cambio tecnológico, en tanto proceso endógeno, es decir gestado dentro de la firma y generador de innovaciones difícilmente transferibles . En oposición al enfoque walrasiano y en común con la visión austríaca, los evolucionistas estiman que la información y el conocimiento dependen de la subjetividad compleja de los agentes. Pero a diferencia del enfoque de Hayek consideran que la política de las empresas y no el mercado, moviliza esta potencialidad de los individuos .

Para los evolucionistas una racionalidad no maximizadora, ni instrumental, sino parcialmente autónoma de la lógica de la rentabilidad y basada en el aprendizaje mutuo, guía el aprovechamiento económico de la información y del conocimiento. Por eso estiman que los hábitos y las culturas incorporadas a la empresa, más que las normas del mercado, determinan las cualidades del cambio tecnológico .

Pero en esta interpretación no se entiende porqué cooperan los individuos en la empresa, ni porqué esta colaboración genera innovaciones. Los evolucionistas naturalizan a la empresa de la misma forma que los neoclásicos al mercado. No aclaran porqué existiría una comunidad tan plena de intereses dentro de compañías que están internamente fracturadas entre propietarios y asalariados. Si la información y el conocimiento son tan compartidas entre los dueños y los trabajadores de la empresa: Por qué los beneficios de esta utilización no se distribuyen de la misma forma ?

Para explicar la socialización y la mercantilización de la información y el conocimiento no alcanza el estudio micro-económico de las conductas, ni tampoco el análisis de la «idiosincracia» de la empresa. Hay que situarse en el marco general del capitalismo. Algunos evolucionistas ensayan esta integración de lo que sucede dentro de la firma a un marco histórico-social . Pero en este tipo contextualizaciones el análisis está habitualmente focalizado en el grado de intervención o ausentismo del estado. Este fenómeno indudablemente influye en el conflicto entre mercantilización y socialización de la información y el conocimiento. Pero existe un fundamento objetivo de esta contradicción, que requiere situar el análisis en el cuadro de las leyes del capital y de su efecto en la economía contemporánea. Este enfoque está ausente en la caracterización evolucionista.

MARXISMO.

La interpretación marxista considera el choque entre mercantilización y socialización de los recursos, como una manifestación de la contradicción entre valor de uso y valor de cambio, que afecta a cualquier mercancía. La relación entre utilidad de un bien y su valorización mercantil es siempre conflictiva. Esta oposición se mantiene latente en el funcionamiento corriente del capitalismo y se exterioriza periódicamente en la crisis.

El valor de uso de la información es la reunión de los datos necesarios para la actividad productiva, mientras que el conocimiento contribuye a este mismo proceso al mejorar la comprensión de la realidad. El valor de cambio de ambos recursos es el tiempo socialmente necesario para producirlos en tanto mercancías, lo que incluye en particular para el conocimiento el costo de formación de la fuerza de trabajo calificada. El precio es la expresión mercantil de estos valores y en el venta de cada producto se define si es demandado por sus cualidades materiales o por el conocimiento contenido . Entre estas dos facetas de la información y del conocimiento -reglamentación mercantil y transmisión espontánea y gratuita- existe un conflicto.

Este misma oposición aparece en todos los bienes que no pueden satisfacer la necesidad que les corresponde por alguna restricción mercantil. Si un pan ya fabricado no alimenta o un autómovil no transporta porque faltan compradores solventes que aseguren la rentabilidad esperada, el mercado obstaculiza el cumplimiento de las finalidades que tiene estos valores de uso. Pero en el caso de la información y el conocimiento este conflicto es particularmente intenso, porque ambos recursos presentan una gran adecuación a la socialización del trabajo y una alta inadaptabilidad a la apropiación privada.

La socialización del trabajo es una tendencia que acompaña la centralización de la producción en grandes conglomerados y que se viene afianzado ininterrumpidamente desde el fin del siglo pasado. De la la competencia entre numerosas empresas (libre cambio) se pasó a la competencia entre monopolios y en la actualidad, a la rivalidad entre corporaciones internacionalmente integradas.

Las compañías transnacionales que operan con múltiples filiales desenvuelven una rigurosa división interna del trabajo, que no se guía por la oferta y la demanda. En su contabilidad interna pueden simular al mercado, pero el sistema de precios solo actúa efectivamente en las dos puntas de su actividad: la compra de los insumos y la venta de los productos. Durante todo el proceso interno de producción y comercialización, la conexión entre las distintas tareas se encuentra centralizada por un plan común. Mientras que el mercado rige las relaciones exteriores de la empresa, su economía interna está comandada . La gravitación de las operaciones intermedias de la empresa, basadas en decisiones puramente técnicas tiende a aumentar en la etapa actual de creciente internacionalización productiva. Este es el fundamento objetivo de la ascendente socialización de la información y del conocimiento. Ambos recursos tienden a circular con autonomía de la oferta y la demanda, a medida que aumenta la centralización del proceso económico. Esta circulación enfrenta al interior de la corporación restricciones que impone la gerencia, pero no el mercado.

La expansión de esta socialización es paralela a la asignación mercantil decreciente y la privatización acompaña la mayor universalización del capital. Se trata de dos movimientos opuestos, que tienden a reducir y a extender la gravitación del mercado. Por un lado, la centralización económica aumenta habitualmente con la expansión de las corporaciones y en forma extraordinaria en las situaciones de crisis financiera o industrial, cuando «las pérdidas se socializan» a través del rescate estatal. Por otra parte, la acumulación se amplía hacia nuevas regiones («ex bloque socialista») y hacia nuevos sectores, a través de la privatización de empresas y actividades (educación, salud, cultura, etc).

En el «capitalismo neoliberal» la privatización explícita y reivindicada coexiste con la estatización oculta (rescate de empresas en bancarrota), de la misma forma que durante el keynesianismo el intervencionismo actuó como manto protector de los negocios privados. Al tender a la socialización, la información y el conocimiento violan el principio de escasez, escapan al patrón de los precios y se tornan abundantes. Esto significa que brindarlos gratuitamente en otro régimen social resultaría más eficiente que cobrarlos. La pérdida de legitimidad social de la propiedad intelectual que registra la literatura sobre el «copyright» expresa este fenómeno. El pensamiento neoclásico no logra interpretar este proceso porque considera a la escasez como un concepto absoluto y no relativo a su utilización corriente. Pero todo bien, cuya producción o consumo se encuentra altamente socializado, tiende a colocarse fuera del patrón mercantil. Los evolucionistas reconocen este fenómeno, pero sin explicarlo satisfactoriamente.

Los marxistas deducen de esta caracterización que el aprovechamiento del conocimiento y de la información se optimizaría a través de una gestión planificada, democrática y socialista de la economía . La «socialización espontánea» de ambos recursos podría ampliarse con la generalización de criterios cooperativos y no mercantiles a los principales resortes de la actividad económica.

La planificación socialista permitiría transparentar la información y asegurar la libre difusión del conocimiento, superando los obstáculos que interpone el mercado. Para una gestión planificada la democratización del manejo de ambos recursos resulta esencial, porque el plan se basa en recolectar y procesar información confiable y someterla a la verficación de sus consumidores. La planificación presupone ademas, la creciente accesibilidad popular al conocimiento para que la innovación pueda ajustarse a las prioridades democráticamente establecidas por cada sociedad .

CONCLUSION.

Con el desarrollo de las nuevas tecnologías la tendencia a convertir a la información y al conocimiento en mercancías se ha reforzado tanto, como la dificultad para consumar este objetivo. Los conflictos que plantea esta contradicción han reactivado las controversias teóricas sobre la naturaleza de ambos recursos. Reconocer la existencia de una oposición entre la expansión y la privatización de la información y el conocimiento es la condición para avanzar en la comprensión del fenómeno.

El enfoque cuantitativo elude este análisis al concentrarse en las técnicas de medición. Sus continuadores pos-industrialistas también soslayan el problema, al suponer que el conocimiento sustituye a la propiedad como fuente de poder. El tratamiento neoclásico se basa en estudiar las «excepcionalidades» de la información y del conocimiento. Intentan además definir formas de evaluación microeconómicas del costo de su obtención y el beneficio de su uso para cada agente. Pero a través de este análisis no se esclarece porqué existe una tendencia a la «socialización espontánea» de la información y el conocimiento, en conflicto con la «universalización del capital».

Los evolucionistas contribuyen a situar el problema fuera del restrictivo marco neoclásico, al aceptar la existencia de procesos no regulados por los patrones mercantiles. Pero no correlacionan estos fenómenos con las tendencias objetivas de la economía contemporánea. El enfoque marxista establece esta conexión y explica la difusión espontánea de la información y del conocimiento por la creciente asignación planificada de los recursos que impone la producción altamente socializada en la economía contemporánea. Explica por otra parte a la mercantilización, como un resultado de la compulsión a expandir el trabajo productivo y la acumulación del capital. Desarrollar esta hipótesis contibuirá a la comprensión del capitalismo de fin de siglo.

BIBLIOGRAFIA ADICIONAL.

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Las matemáticas ¿juego de muñecas?

Maria Soledad Bos y Hugo Ñopo

Piensa en un juego de muñecas ¿te viene a la mente un niño o una niña? Piensa en alguien dedicado a la ingeniería. ¿Te viene a la mente la imagen de un hombre o de una mujer? Ahora piensa en alguien dedicado a la psicología. Misma pregunta, ¿hombre o mujer? Ahora piensa en alguien en una posición gerencial. Luego piensa en su asistente. ¿Y quiénes dirías tienen mejores salarios y condiciones laborales…?
¿Estereotipos de género, tú?

Estos estereotipos no surgen de la nada. Los tenemos porque, nos guste o no, reflejan la realidad (confesamos que a nosotros tampoco nos gustan). En “New Century, Old Disparities” se muestra como en Latinoamérica efectivamente las mujeres, pese a pasar más años en la escuela que los hombres, tienen menores salarios y peores condiciones laborales. En cierta medida esto se explica por la segregación ocupacional (esto es, las mujeres en ciertas ramas de las humanidades, los hombres en las ciencias e ingenierías). Al explorar las posibles causas de estas diferencias de género, encontramos una que nos llama la atención: ¡cuán diferentes son los aprendizajes escolares entre niños y niñas, especialmente en las matemáticas!

Probablemente estás al tanto de que Latinoamérica es una de las regiones del planeta con los peores desempeños escolares. Lo que quizás no sepas es que en matemáticas el desempeño escolar de las niñas es muy inferior al de los niños y que estas brechas de género en el desempeño en matemáticas en nuestra región son de las más altas del mundo. No debería sorprendernos que, si desde jóvenes el dominio de las matemáticas es mucho menor en las niñas, veamos una alta segregación ocupacional en los mercados de trabajo.

Los estereotipos de género también están presentes en las mismas niñas desde edades muy tempranas.  Mientras aún están en la escuela las niñas tienen autopercepciones de lo que ellas mismas son capaces de hacer muy por debajo de las de los hombres. En las últimas pruebas PISA se preguntó a los jóvenes cuál era su percepción sobre sus propias habilidades en matemáticas. Las niñas desproporcionadamente reportaron tener menor perseverancia y menor motivación para aprender matemáticas, creen que no son buenas en esta materia y sienten altos niveles de ansiedad al enfrentarse con ella. Claramente, si ellas mismas no creen que pueden hacerlo, entonces, probablemente no lo lograrán. Al final de cuentas, los resultados acaban siendo una profecía auto-cumplida.

Esto debería importarnos no solo porque es injusto sino también porque es económicamente ineficiente. Al dejar atrás a las niñas, estamos desaprovechando el potencial de la mitad de nuestra población. No estamos para darnos esos lujos.

¿Qué hacer para que jugar a las muñecas y las matemáticas sean más compatibles?

La verdad es que no hay mucha evidencia sobre qué ha probado ser útil para reducir las brechas de género en matemáticas. Lo primero que deberíamos hacer es generar evidencia. ¿Cómo? Probando, experimentando. Lo poco que conocemos nos da algunas luces sobre el tipo de intervenciones que pueden dar los resultados que necesitamos:

1.    Adaptar los procesos de aprendizaje en el aula.

Los procesos de aprendizaje de los niños son distintos a los de las niñas, especialmente en el aprendizaje de matemáticas. Las diferencias de género en paciencia, competitividad o cautela  parecen guardar correlación con las diferencias de género en aprendizajes. Grupos de trabajo de solo niños y solo niñas dentro de los salones de clases han dado algunas luces prometedoras para mejorar los aprendizajes de todos.

2.    “Las palabras conmueven, pero los ejemplos arrastran”.

Probablemente la mejor manera de convencer a una niña de que ella tiene todo el potencial para alcanzar la excelencia en las matemáticas es mostrándole cómo otra niña mayor que ella puede hacerlo. Para esto, programas de mentores para niñas en matemáticas son un camino a seguir.

3.    Extender la paridad de género más allá de las aulas.

Los países con mayor paridad de género en oportunidades políticas y económicas de su población adulta son precisamente los mismos que muestran menores y nulas brechas de género en los aprendizajes de matemáticas. La paridad de género en las aulas refleja paridad de género en otros ámbitos.

4.    ¡Logremos que todos sepan lo que las niñas son capaces de hacer!

Desde los primeros años de primaria los niños y niñas, sus padres y maestros empiezan a hacer asociaciones, implícitas y explícitas, entre el género y las matemáticas. ¡Estas expectativas sobre lo que pueden y deben hacer las niñas deben cambiar!  Campañas masivas de sensibilización a los mismos niños, niñas, maestros y padres sobre el potencial de las niñas también pueden ser útiles.

Un buen primer paso para romper con los estereotipos y conseguir que las niñas aprendan tanta matemática como los niños es cultivar más papas como el de Emma, nuestra colega en la División de Educación del BID. Él no solo creyó que su hija podía jugar con muñecas, sino también desarrollar una pasión por las matemáticas y destacar en ellas. Como nos cuenta Emma, su padre encontró oportunidades de demostrárselo hasta en las cosas más cotidianas. (Video solamente disponible en inglés).

Y tú, ¿tienes alguna idea innovadora que quisieras probar?

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