Criminalización de la pobreza en América Latina

Por: Yani Vallejo Duque* Y Alfonso Insuasty Rodríguez**

Comienza un nuevo año con grandes retos ante el repunte de la pandemia. Si bien se genera una luz de esperanza por la fase de distribución de las vacunas, dicho avance se opaca ante la lógica del sistema tal como lo advierte Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien en el discurso de apertura del Comité Ejecutivo de la OMS (2021) afirmó: «Debo ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los países más pobres» (BBC, 2021), refiriéndose a la enorme desigualdad en la distribución de la vacuna contra el SARS-CoV-2, alertando sobre las graves consecuencias de esta realidad.

Los estragos de esta pandemia son enormes, desempleo, hambre y cambio de la forma de vivir, pero las fórmulas económicas del neoliberalismo vuelven a aplicarse sin inconveniente ni piedad.

Los dineros públicos han sido utilizados para salvar los sectores que el sistema considera “estratégicos”, léase sector financiero con todas sus ramificaciones y, claro está, las empresas amigas de los gobiernos de turno que, por lo regular, son las que han financiado sus campañas.

El resto de la población no solamente esta perdiendo sus seres queridos, sus empleos, su sustento, su actividad económica derivado de un sistema de salud que se privatizó y precarizó y de una lógica económica y de mercado que privilegió al sector financiero y de servicios, dejando a la gran mayoría de la población en condiciones de exclusión, miseria y pobreza, pero con un fuerte discursos de progreso. Se trata de un sistema social en sí, enfermo.

Los gobiernos progresistas entienden que es muy importante palear la crisis con un ingreso básico a las familias que lo requieren de urgencia, invertir con prestamos estatales en los pequeños y medianos negocios que reactiven de nuevo la economía y reforzar el sistema de salud para evitar más muertes de compatriotas, entre otras.

Pero vemos cómo los gobiernos de derecha vuelven a las soluciones más radicales del capitalismo lo que incluye de suyo, criminalizar a los pobres que aumentan gracias a sus medidas y decisiones, es decir, solucionar la crisis endureciendo sus normas penales y ampliándolas para solucionar la crisis persiguiendo a las personas que se re-buscan su supervivencia.

Se trata de una refinada forma de eliminación de un amplio sector de la población que ya no es útil al sistema, el uso de diversas tecnologías de poder para exterminarla por diferentes causas y métodos.

Esta formula no es nueva y por el contrario lleva décadas aplicándose como la solución al problema de la inseguridad, se busca de manera selectiva la creación de delitos para que estos encajen de manera perfecta en el actuar de los pobres.

Un ejemplo muy particular en Colombia es ver la cantidad de personas privadas de la libertad por narcotráfico pero que, al analizar las características socioeconómicas de la población carcelaria lo que vemos en realidad es la detención del eslabón más débil de dicha cadena, es decir, consumidores o incluso pequeños distribuidores.

Por su parte, los grandes capos del narcotráfico o sus testaferros son de mucha utilidad, como bien lo saben tanto presidentes como altos cargos de Colombia al momento de financiar sus campañas o aplicar el control paramilitar en cualquier comunidad y territorio estratégico, para hacer el trabajo sucio. Vale afirmar que, no es real la guerra contra el narcotráfico, sino que esta es en realidad, una guerra contra los pobres en sus diferentes modalidades y presentaciones, pues en lo concreto, el narcotráfico le es de mucha utilidad al sistema, tal como lo aseguran los Zapatistas con fundamentada razón (BBC, 2011).

La policía criminal de todos los países está construida sobre la base del resultado, es decir mostrar grandes estadistas de lucha contra el crimen, pero al ver la población carcelaria y observar el rostro de la cifra se puede evidenciar que dicha cifras se edifican sobre los más pobres, los menos favorecidos por la sociedad, una población que de manera sistemática ha sido discriminada y a quienes no se les crean ofertas reales institucionales, pero a la qué si se reprime, oprime y encarcela, es un juego perverso.

En los últimos años, el incremento de la criminalidad en la región fue atendido con políticas de encarcelamiento masivo (aumento de sentencias y de delitos encarcelables). Esto significó una enorme presión sobre el sistema penitenciario porque el aumento de la inversión presupuestaria en el sector se vio ampliamente superada por el aumento de la población carcelaria. Por ejemplo, la población carcelaria de Brasil se triplicó en apenas dieciséis años, sin embargo, el presupuesto apenas tuvo un aumento del 20%. (Shuster, 2017)

Es simplemente analizar las cifras de personas detenidas en los países latinoamericanos que, pueden contarse por millones, en más del 99% es una población de bajos recursos.

Por otro lado, los grandes delincuentes de la sociedad, aquellos que se apropian de los recursos públicos, se enriquecen y acumulan a costa de dejar a grandes franjas de la población sin acceso a servicios básicos de salud, educación, servicios públicos, etc, incrementando la exclusión, no son perseguidos sino alabados y señalados como empresarios o políticos ejemplares. Ahora bien, si por alguna razón llegasen ser detenidos operaran tantas razones y esguinces legales para lograr los más altos beneficios y tratos preferenciales para estos personajes garantizando eso sí, mantener sus privilegios. Para recordar, en Colombia un expresidente fue detenido en su hacienda de mas de 1.500 hectáreas de terreno y se mostraba como una gran humillación.

Pero mas complejo aun es la forma como esta ilógica realidad se ha normalizado, se asume como “normal” que en una sociedad existan pobreza, miseria y marginalidad, se cree que así es, ha sido y será siempre un fenómeno que no se cuestiona ni se discute.

En este contexto, la categoría “pobre” y se asimila a “peligroso e indeseable”, es decir, el pobre es sospechoso per se de cometer delitos, de incurrir en conductas ilícitas.

Se ha logrado que la misma sociedad empobrecida, no cuestione en lo más mínimo cuando ve que se captura un habitante de la calle o un joven de un barrio de la periferia o incluso en un simple espacio público, no se cuestiona porque sobre el ya cae una gran sospecha de ser culpable y es que al parecer no tiene recursos económicos y eso lo convierte en culpable a simple vista.

Como el título de esa gran película de Bryan Signer, los pobres son los sospechosos de siempre; sobre los pobres recae la estigmatización y el señalamiento social, que se afinca cuando el estado por medio de su fuerza policial no solo acosa, sino que persigue en los sectores populares a esos culpables sin ser juzgados. Luego, son llevados ante un Fiscal que con solo verlos ya también considera que son culpables y por último cuando están frente a un juez este obviamente solo ratifica lo que es evidente a sus ojos, la culpabilidad salta a la vista.

El primer paso para dar solución a este círculo vicioso es cuestionar de entrada el orden desigual como una tecnología de poder para la eliminación de un sector de la población, es la creación de un orden inhumano y denigrante.

En alguna ocasión aprendimos con los curas de la teología de la liberación en una comunidad muy humilde una suerte de pedagogía para la emancipación por medio de la cual se hacía reflexionar a las comunidades sobre como no se debe hablar de pobres como una categoría etérea y general sino de empobrecidos, en tanto alguien ejerce el poder para enriquecer a unos pocos y en consecuencia mantener en la marginalidad a la mayoría de la población, es así que, en este ejercicio los recursos son arrebatados a las comunidades por verdaderos delincuentes que malbaratan el futuro de millones de personas, así, no solo empeoran sus condiciones sino que los condenan a generaciones en condiciones inhumanas.

El neoliberalismo es la marginación fría de la mayoría sobrante. O sea, salimos de la dominación hacia la exclusión. Y, como se suele decir, hoy ser explotado es un privilegio, porque muchos ni siquiera alcanzan la «condición» de explotados, ya que no tienen ni empleo. Estamos viviendo entonces lo que se llama un «maltusianismo» social, que prohibe la vida de las mayorías. (Azvedo, 2020)

Abordaremos con mayor amplitud el tema y sobre todo trataremos de centrarnos en las soluciones que consideramos mas oportunas para empoderar las comunidades y evitar continúe el incremento no solo de detenciones sino de los imaginarios colectivos que incluso esta generalizado en las mismas comunidades humildes.

Referencias bibliográficas.

Azvedo, D. (9 de agosto de 2020). El neoliberalismo es la muerte. Entrevista a Mons. Pedro Casaldáliga. Obtenido de Koinonia: https://kavilando.org/lineas-kavilando/formacion-genero-y-luchas-populares/7913-el-neoliberalismo-es-la-muerte-entrevista-a-mons-pedro-casaldaliga

BBC. (6 de mayo de 2011). México: frenar la violencia narco, ¿la nueva cruzada zapatista? Obtenido de BBC Mundo México: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/05/110506_mexico_ezln_marcos_zapatistas_sicilia_irm

BBC. (enero de 19 de 2021). Vacuna contra el coronavirus: la OMS advierte que el mundo está al borde de un «fracaso moral catastrófico». Obtenido de BBC News Mundo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-55712748

Restrepo Marín, J., & Insuasty Rodríguez, A. (2016). Medellín, un modelo que incluye la pobreza como negocio. Revista Kavilando, 6(1), 72-79. Recuperado a partir de https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/79

Shuster, M. (noviembre de 2017). Pánico, violencia y crisis en las cárceles de América Latina. Obtenido de Nueva Sociedad: https://nuso.org/articulo/panico-violencia-y-crisis-en-las-carceles-de-america-latina/

Vélez Bedoya, Ángel, & Insuasty Rodríguez, A. (2018). Antropología del pobre y alternativas al desarrollo en Medellín. El Ágora USB, 18(2), 318-328. https://doi.org/10.21500/16578031.3820

*Abogado, especialista en derecho penal, defensor público e investigador Grupo Kavilando.

**Docente Investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, Integrante Red Interuniversitaria por la Paz, actual Consejero de Paz Conpaz Medellín sector Universidades, e Integrante grupo Autónomo Kavilando. Contacto: Alfonso.insuasty@gmail.com

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/criminalizacion-de-la-pobreza-en-america-latina/

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