La SEP al rescate de la Telecracia

Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga

En cuatro décadas de neoliberalismo el monopolio de la televisión creció al amparo de la corrupción del Estado, se consolidó como un poder fáctico por encima de cualquier otro; ha sido el actor principal de la antidemocracia y del sesgo a la diversidad de voces de la ciudadanía crítica. El caso de Enrique Peña Nieto es la confirmación de la existencia de una telecracia con tal capacidad de influencia que podía sentar en la silla presidencial a quien quisiera para lucrar a costa del dinero público. Está ampliamente documentado que en 2016 la SEP les entregó 94 mil pesos cada hora para promover su reforma educativa y desacreditar a los maestros que se opusieron a ella.

El monopolio de la televisión no sólo se alió a la descomposición gubernamental, también lo hizo con el sindicalismo más corrupto y antidemocrático. En un compromiso de favores compartidos, en 2009 la lideresa del SNTE Elba Esther Gordillo Morales selló un pacto económico de 750 millones de pesos con Televisa a través de Claudio X González Guajardo, entonces presidente de Fundación Televisa y después líder moral de Mexicanos Primero. Durante dos años Marco Antonio Regil condujo el show televisivo “Todo el mundo cree que sabe” para enarbolar la figura del magisterio propatronal que había desempeñado el papel de mercenario electoral para llevar a Felipe Calderón a la presidencia de la república.

La idea no fue original, en realidad era parte de una estrategia de la derecha internacional que tuvo su primera experiencia en el show norteamericano ¿sabes más que un niño de primaria?, que se replicó por diferentes países de Latinoamérica   como plataforma ideológica del empresariado para reforzar las evaluaciones estandarizadas como sistemas de rendición de cuentas hacia los maestros y de vigilancia de los aprendizajes.

Pero, cuando que creíamos que se había echado a la telecracia del poder, nos encontramos con que se les devuelve su papel protagónico en el actual gobierno, no fue una formalidad que los representantes de TV Azteca, Televisa e Imagen TV asistieran a la reunión del presidente Andrés Manuel con Donald Trump; ahí, fueron invitados a sellar el destino de la nación negociando el T-MEC, poniendo sus intereses de clase por delante.

La estrecha relación con la telecracia en el ámbito educativo no tardó mucho tiempo en hacerse visible, se puso de manifiesto desde el momento en que Esteban Moctezuma Barragán dejó la presidencia de Fundación Azteca para que fungiera desde la SEP como el Claudio X González de la cuarta transformación; se trató de un cambio de figura política con una relación menos desgastada con el nuevo presidente de México. Siendo secretario de educación, el ex empleado del Grupo Salinas no ha perdido ninguna oportunidad para favorecer contratos de la SEP con Televisión Azteca, desde las orquestas infantiles hasta la elaboración de contenidos educativos.

Justo en el momento en que el poder del monopolio de la televisión había perdido terreno frente a la apertura de medios digitales que ofertan otras posibilidades de información con mayor credibilidad y de que estaban padeciendo una larga caída de sus ingresos económicos porque la audiencia se está mudando a las plataformas virtuales de entretenimiento por streaming, el pacto educativo articulado por Esteban Moctezuma para que sean el vehículo central de la estrategia de Aprende en Casa II para el ciclo escolar 2020-2021, le da un giro inusitado de legitimidad ante la sociedad.

La telecracia no está salvando a la nación ni a la educación, tal cual se les quiso presentar en la conferencia mañanera del tres de agosto. Es al revés, se les está rescatando a ellos de un ciclo constante de pérdidas y de falta de credibilidad, por principio recibirán 450 millones de pesos para operar canales marginales de su programación; pero, las consecuencias económicas del rescate moral se vieron reflejadas al día siguiente de haberse presentado el acuerdo educativo, en la bolsa de valores el Grupo Televisa repuntó 11.42% en sus acciones, mientras que TV Azteca lo hizo con un 10.59%.

Lo que pudo ser una decisión de Estado legítima, necesaria y emergente para hacer uso de la infraestructura de las televisoras y ponerlas al servicio de la educación pública, derivó en otro acuerdo cupular entre el gobierno y la oligarquía nacional, al margen de las y de los maestros, con mayores beneficios para el empresariado. Hay que decirlo claro y fuerte, escolarizar por medio de la televisión no es educación, es privatizar la escuela y hacer como que el sistema educativo sigue de pie. La gran tarea de educar, seguirá siendo del magisterio con un plan integral que no quedará inmóvil ante la imposición de la caja idiota.

Twitter: @levmx666

Fuente e Imagen: https://profelandia.com/la-sep-al-rescate-de-la-telecracia/

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El espejo de nuestra derrota educativa

Por: Luis Hernández Navarro

Decía el director de cine italiano Federico Fellini: La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural.

La crítica del ganador de cuatro premios Oscar a la televisión fue implacable. “No es un medio de expresión –sentenciaba–. No es más que un medio de distribución que, aunque difunde películas, las deforma, las mutila; le deja al espectador, en el mejor de los casos, un sentimiento de complacencia algo turbia y un voyeurismo barato.”

La opinión del director de La dolce vita –recordada recientemente por el profesor Juan Carlos Miranda Arroyo– es un escalímetro preciso para evaluar el reciente anuncio del gobierno federal de aliarse a cuatro consorcios mediáticos, Televisa, Tv Azteca, Grupo Imagen y Grupo Multimedios, para transmitir las clases del próximo ciclo escolar 2020-21, a través de seis canales de televisión abierta.

Parafraseando a Fellini, podemos afirmar que la impartición de clases a través de la televisión privada es el espejo donde se refleja la derrota de nuestro sistema educativo. La televisión no es la escuela, no enseña, no forma críticamente. Genera sí, la complaciente ilusión de que no se desperdicia el tiempo, de que, a pesar de la pandemia, el ciclo escolar avanza. En el mejor de lo casos, entretiene. A lo sumo, difunde unilateralmente información, no necesariamente significativa para enfrentar los retos de la época. Proporciona a las autoridades del sector la turbia fantasía de que controlan el proceso de enseñanza. Como ha señalado Gustavo Esteva, el modelo de educación híbrida asociada a la televisión, es como las semillas híbridas: un producto estéril.

El Acuerdo por la Educación tiene implicaciones relevantes en la recomposición del poder en México. Los barones de la telecracia que recién lo firmaron, fueron invitados por el presidente López Obrador a su gira a Washington el pasado 8 de julio, y asistieron a la cena con Donald Trump y sus comensales empresariales. En el salón este de la Casa Blanca estuvieron Ricardo Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas y TvAzteca y segundo hombre más rico del país. Bernardo Gómez, codirector ejecutivo de Grupo Televisa. Olegario Vásquez Aldir, propietario de Grupo Empresarial Ángeles y Grupo Imagen. Y Francisco González Sánchez, de Grupo Multimedios.

El Acuerdo por la Educación entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) y los consorcios mediáticos bautizado como Aprende en Casa II es un oasis en el desierto para las televisoras. Tan pronto fue anunciado, los mercados respondieron con beneplácito. Las acciones de las principales firmas de medios treparon vertiginosamente. En 48 horas, los papeles de Televisa acumularon un avance de casi 15 por ciento en dos sesiones, en tanto que los de Tv Azteca sumaron más de 18 por ciento (https://bit.ly/33HOMbN).

Pese a que el Estado mexicano dispone de tiempos fiscales oficiales en radio y te­levisión (que condonó unilateralmente en abril de 2020), la telecracia recibirá como pago del gobierno por la difusión de contenidos educativos, 450 millones de pesos, tarifa que el Ejecutivo considera social. Adicionalmente, se darán contratos por 36 millones de pesos a una empresa outsourcing que labora para el Grupo Elecktra, para elaborar materiales audiovisuales para el regreso a clases.

Sin embargo, más allá de los pesos y centavos por la venta de servicios, la verdadera importancia del acuerdo en términos de negocio no está allí, sino en la audiencia cautiva y el rating que las transmisiones de Aprende en Casa II le acerca a los consorcios mediáticos: 30 millones de niños y jóvenes, más de millón y medio de maestros y un número indeterminado de padres de familia.

Hasta ahora, las televisoras estaban muy lejos de vivir tiempos gloriosos. Éstos desaparecieron desde hace años. La vaca se secó. El modelo de negocio se agotó. Sus ratings cayeron en picada. Perdieron a los jóvenes. Las ganancias multimillonarias se esfumaron. Para sobrevivir, debieron hacer dolorosos ajustes. Ejemplo: la televisión abierta representaba para Televisa hace unos años más de 80 por ciento de sus ventas. Hoy le significa 37.8 por ciento (https://bit.ly/2DRpME4).

El Acuerdo Educativo revierte milagrosamente esta situación. No sólo legitima a la telecracia, disfrazando sus negocios de filantropía. Coloca obligadamente a millones de niños y jóvenes frente a las pantallas. De esta manera, el espacio público escolar será ocupado por empresas privadas.

Con Aprende en Casa II, la SEP ignoró olímpicamente miles de experiencias pedagógicas y didácticas exitosas que profesores de todo el país desarrollaron con imaginación y compromiso durante la pandemia. Despreció su capacidad, vocación y disposición de servicio. Reforzó la concentración de poder de la tecnoburocracia educativa. Simuló el regreso a una normalidad que sólo existe en los deseos de la autoridad, mientras dejó de lado lo que verdaderamente se puede y debe aprender para enfrentar un momento extraordinario como el actual.

Sí, parafraseando a Fellini, podemos afirmar que la impartición de clases por la televisión privada es el espejo donde se refleja la derrota de nuestro sistema educativo. Pero, también, el retorno triunfal de la telecracia, vestida ahora de benefactora pública.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/08/11/opinion/015a1pol?fbclid=IwAR2gvbXB_qYy0VMP7aa3quXauzTHCK_gZE6lhBcqzj_B_TFaTz_IA9jLerY

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