OVE reseña: Fabio Tomáz (MST) «Movimientos Sociales y Educación»

Mundo/América Latina/03-03-2021/Autor: Fernando J. Gómez/Fuente: OVE

El martes 23 de febrero tuvo lugar un nuevo encuentro en el Seminario Internacional el ciclo de debate denominado «Movimientos Sociales y Educación». Estos Seminarios son posibles gracias al trabajo de la Alianza Pedagógica Social Internacional CEIP-Histórica de Argentina, MAEEC-CLACSO de México; KAVILANDO de Colombia; MASA CRÍTICA de Panamá; RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina; SAVIA de Paraguay; Universidad de Panamá; CIPCAL de América Latina; KAICHUK MAT DHA de México; EMANCIPACIÓN de Chile; Organización Social, Feminista, Pedagógica Mujer-Pueblo-Magisterio CNTE Durango, el Centro Martin Luther King de Uruguay y CII-OVE de Venezuela

En esta oportunidad la exposición estuvo a cargo de Fabio Tomáz quien es Referente social del MST (Movimiento Sin Tierra) Brasil, integrante del Colectivo de Relaciones Internacionales del Movimiento Sin Tierra de Brasil, Miembro de la Coordinación Político Pedagógica de la Escuela Nacional Florestan Fernandes.

La moderación de la actividad estuvo a cargo de Lucía Wajsman  (CEIP-Histórica, Argentina).

Fabio Tomáz agradeció la invitación al ciclo y afirmó que la oportunidad resulta propicia para compartir desde “nuestra experiencia en Brasil” que es “muy particular y circunscrita pero que puede generar diálogos con otras experiencias”. La jornada estuvo signada por la rica información que el expositor volcó desde unas diapositivas que sintetizaron lo principal de la conferencia y permitieron mantener el orden al auditorio, sobre una serie de experiencias (y elementos teórico conceptuales) a las que el orador hizo constantes referencias, para “tratar la experiencia desde la Escuela Nacional Florestan Fernandes pero desde la perspectiva del MST Brasil”.

 

¿Qué es el MST?

El Movimiento Sin Tierra surge públicamente en 1984 al fin de la dictadura en Brasil (1964-1985) a partir del momento en que se restituye la posibilidad de organizarse políticamente (partidos, movimientos) siendo el MST una unión de distintas luchas, “El MST es fruto de la unificación de distintas luchas por la tierra que ocurrían en todo el territorio nacional”.

El MST se afirma en tres objetivos principales (tres banderas).

 

Lucha por la tierra

Reforma agraria (define a ésta como “un conjunto de políticas públicas de un proyecto de (lo) qué hacer con la tierra”).

Transformación social (no se avanza en la lucha por la tierra sin transformación social, este punto “imprime al MST un carácter revolucionario”).

 

Principal forma de lucha: ocupación de tierras

En la Constitución de 1988 se estableció la Función Social de la tierra. “El MST ocupa las haciendas, toma las fincas que no cumplen con un precepto constitucional de la función de la tierra. “La propìa Ley dice que: las tierras que no cumplen función social tienen que ser incorporadas a un programa de Reforma Agraria. Afirmó Fabio Tomáz que Brasil tiene la segunda mayor concentración de tierra del mundo, (luego de Paraguay). En Brasil el 1 % de los propietarios concentran el 48 % de todo el territorio nacional.

 

Educar para movilizar a la gente es parte del ADN del MST

Para esto es importante la influencia de Paulo Freire y ciertos aspectos de las filosofías marxistas.

Nuestra concepción de educación parte de una determinada visión del mundo, una determinada forma de comprender la realidad. “Para nosotros la realidad es material, es objetiva, es decir la realidad es como es. La realidad es histórica, la realidad de hoy es fruto de lo que pasó ayer y comprendiendo el hoy construimos mañana”. “También la realidad es dialéctica: hay contradicciones y antagonismos, hay disputas en la realidad”.

Esa realidad resulta en sujetos concretos. Fabio habló de la importancia de elementos que detalla en la conferencia para comprender la concepción de formación y educación en el MST. Destacó que el carácter masivo del movimiento determina la forma en que se piensa en cómo hacer educación.

 

Carácter masivo, amplio, permanente y sistemático

La formación no es la estrategia, la formación responde a la estrategia de la organización, no es un fin en sí mismo. A ese respecto afirmó: “hay que tener colectivos que piensen la intencionalidad de la educación (en el movimiento)”.

El estudio es una tarea política en un movimiento de masas que busca cambios políticos y sociales (Freire: la cabeza piensa donde los pies pisan). Dentro de un movimiento de masas como el MST, nuestra tarea es siempre intentar construir la unidad en la diversidad (conectar estrategias, tácticas, intencionalidad), pero en un contexto donde las trayectorias de los sujetos son muy diversas y (afirmó Fabio) esto es una gran riqueza (no un problema), para un movimiento político de masas.

El conjunto de metodologías que pensamos deben tener en cuenta (las) dimensiones pedagógicas, este concepto (y una serie de conceptos concomitantes) resulta imposible de resumir aquí, pero fue desarrollado meticulosamente por el expositor.

Mediante el desarrollo de lo que Fabio llamó un ejemplo circunscripto, transmitió bastante de la experiencia concreta de puesta en juego de los métodos en conexión con las metodologías de trabajo.

En la destacada conferencia, con un excelente castellano, Fabio Tomáz desarrolló las ideas inherentes a una política de formación (…) y un sistema de formación, que es atribuir determinadas responsabilidades a determinados colectivos. Afirmó: es importante tener un sistema, no estamos todo el tiempo iniciando de cero. Destacó la importancia de equilibrar distintas dimensiones en relación con quien y donde estamos trabajando. No hay manuales: cada realidad exige su adaptación, incorporación y exclusión de elementos.

 

La profundidad de lo simple

Rescatando las dimensiones de lo humano y lo subjetivo, lo real y lo dialéctico, la conferencia discurrió sobre experiencias de formación, las preguntas, las contradicciones y la belleza que estos procesos provocan.

Sobre el final de la exposición, no faltaron las referencias a las transformaciones impuestas por la pandemia de COVID-19 “en un país con un gobierno de derecha que afirma que las muertes y los efectos de la pandemia son exageraciones”. Ya que “la pandemia amplió las contradicciones de la sociedad y de los instrumentos políticos”.

Luego de su exposición hubo una ronda de preguntas (y comentarios) a cargo de Reinaldo Villafañe y Elpidio Gonzáles.

A continuación, el video completo del debate:

Fuente del Video: https://www.youtube.com/watch?v=qka3xvL_NSc

Imagen: Alianza Pedagógica Social Internacional

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Monja Coen: «No sirve de nada querer que las cosas sean como antes porque la Tierra no para y vuelve hacia atrás»

Monja Coen es una de las representantes más conocidas del budismo en Brasil. En entrevista con BBC Mundo, nos contó por qué el mejor consejo es siempre «respira».

Incertidumbre. Pérdidas. Miedo. En época de coronavirus, y también en otros momentos, la realidad puede agobiarnos, desestabilizarnos.

Pero siempre tenemos un «cable a tierra», y ese refugio es la respiración consciente, según señaló a BBC Mundo Monja Coen, una de las representantes más conocidas del budismo zen japonés en Brasil.

«Coen» es un término japonés que significa «un solo círculo», explica.

Su encuentro con esta práctica se dio tras una larga búsqueda que comenzó con poco más de 20 años, cuando trabajaba como periodista en un diario local.

Para ese entonces ya tenía una hija, fruto de un breve matrimonio cuando era adolescente. Actualmente tiene dos bisnietos.

Su último libro, «Zen para distraídos», recopila algunas de las enseñanzas compartidas en su programa de radio «Momento zen», en el que responde preguntas de los oyentes.

¿Qué es zen en pocas palabras?

Zen es una palabra que viene de la India antigua y quiere decir meditar.

Yo creo que meditar, que es el autoconocimiento, es la liberación de la mente humana. Porque si te conoces a ti misma no serás manipulada por nada ni por nadie y podrás elegir.

– ¿Es entonces una forma de encontrarnos a nosotros mismos? ¿A qué esperamos tener acceso a través de la meditación?

A la esencia de la mente humana, a lo que es un ser humano: pensamientos, conexiones neuronales, sentimientos.

No analizo una mente fuera de mí, sino que estoy en un proceso de autoconocimiento que trasciende mi historia personal.

Mujer respirando con los ojos cerrados
«El efecto principal de la meditación es el autoconocimiento. Con esto respondes al mundo, en lugar de reaccionar».

Al principio la gente busca la meditación porque quiere más tranquilidad, dormir mejor, mejores relaciones humanas, pero todo eso son efectos colaterales.

El efecto principal es ese autoconocimiento, y con esto respondes al mundo, en lugar de reaccionar.

– ¿Cuál es la diferencia entre responder y reaccionar a lo que sucede?

Reacción significa que si alguien me insulta yo lo insulto.

Responder es otra cosa, y es muy parecida a lo que decía Jesús con «dar la otra mejilla», es decir, no reacciones haciendo lo mismo que el otro te está haciendo.

Si te insultan, no necesitas insultar.

Puedes comprender en cambio de dónde viene esa acción, piensas y puedes escoger una respuesta adecuada para cesar el sufrimiento.

– En términos bien simples, si alguien nos hiere o insulta, ¿cómo puede la meditación ayudarnos a responder de una forma hábil y no destructiva?

Pongamos un ejemplo. Vives con alguien que pelea todo el tiempo, esa relación sólo va a cambiar cuando tú cambies.

Tú quieres que el otro cambie, pero si esperas que el otro diga algo estás manteniendo el círculo vicioso.

Con la meditación vas a estar presente en ti misma, vas a entender. Vas a decirte, esto es un insulto, pero ¿tiene que ver conmigo?

Puedo preguntarme si debo cambiar algo. Pero no tengo nada de que defenderme porque me conozco, yo sé cuáles son mis partes débiles y fuertes.

Entonces aquello que sería un insulto son palabras en el aire.

Monja Coen con las manos en posición de rezo
«Yo siempre digo, cada uno de nosotros es el todo manifiesto, todo se manifiesta en cada uno de nosotros».

Esto sucede en cuestión de segundos, la energía perjudicial que alguien nos lanza con rabia, rencor, celos, es como un rayo de energía.

Tú sientes eso, no puedes negarlo. Te dices a ti misma, ‘esto me ofendió’, y entonces respiras.

Nosotros trabajamos mucho con la respiración consciente. Porque la respiración emocional es rápida y superficial, pero la respiración consciente es más profunda.

Ahí ves qué puedes hacer para que esta guerra no tenga continuidad, tal vez puedes dialogar con la persona.

Pero yo también tengo mis propios momentos de estupidez, todos los tenemos.

– En su libro menciona al maestro zen Thich Nhat Hanh, de otra tradición budista. Él siempre dice que la compasión es la mejor defensa. ¿Cómo ver a quienes nos causan sufrimiento con compasión?

Lo primero es la respiración consciente.

Thich Nhat Hanh enseña mucho también la meditación caminando.

A veces la agresión te deja tan nerviosa que no puedes quedarte sentada, pero puedes caminar haciendo respiración consciente, y de esa forma oxigenas más tu cuerpo y tu cerebro.

Monja Coen enseñando en su templo en Sao Paulo
«Debes volver a tu postura física, a la respiración consciente para no entrar en esa dinámica de enfrentamientos».

El Dalai Lama dice que la compasión a veces no es visceral, no es algo que nos nazca fácilmente.

La compasión tiene que ver con comprender, y esto no significa aceptar.

Por ejemplo, yo comprendo que la persona que hace propaganda neonazi tuvo una educación en su familia que tal vez la llevó a eso.

Sin embargo, no acepto que eso esté bien y manifiesto que estoy en contra.

Pero esa manifestación no viene del odio, no es rabia, porque cuando dejas que te dominen las emociones pierdes la capacidad de diálogo.

Entonces, debes volver a tu postura física, a la respiración consciente para no entrar en esa dinámica de enfrentamientos. Es difícil, y como todo requiere entrenamiento.

La respiración consciente nos da un eje de equilibrio para poder hacer lo que estamos haciendo un poco mejor, no es para sacarnos de la realidad, sino para colocarnos en la realidad más efectivos, más conscientes, más hábiles.

(Al pie de la nota Monja Coen comparte una breve guía de meditación para principiantes).

Una pila de piedras una sobre otra en delicado equilibrio frente al mar
«La respiración consciente nos da un eje de equilibrio para poder hacer lo que estamos haciendo un poco mejor».

– En su libro también menciona que la meditación nos permite sentir la interconexión con todos los seres vivos…

Estos días hablé con un neurocientífico que me dijo cómo en su disciplina están usando resonancias magnéticas del cerebro para entender qué pasa en el proceso meditativo.

Cuando estamos en meditación profunda el cerebro está muy estimulado, despierto. Meditar no es descansar, como piensan algunas personas, es conocimiento.

En las resonancias se vio que hay dos áreas del cerebro que durante la meditación no están estimuladas, y son las áreas que permiten la separación entre mi yo interno y la realidad a mi alrededor.

O sea que durante la meditación profunda te sientes en conexión, en comunión con todo lo que existe. Todas las formas de vida, todo eres tú, no estás separada de nada.

Yo siempre digo, cada uno de nosotros es el todo manifiesto, todo se manifiesta en cada uno de nosotros.

La gente quiere resolver todo en su vida a nivel de la conciencia más superficial.

Por esto, también usamos lo que se conoce como koans, cuestionamientos que la lógica no consigue alcanzar, para de esa forma trascender la mente lógica y poder adentrarnos en áreas más profundas de nuestra conciencia.

Plato de vegetales muy variados
«Toda la vida en la Tierra está en ese plato de comida, se trata de aprender a observar en profundidad».

– A la hora de comer, usted sugiere en su libro una práctica, inspirada en esa interconexión…

Antes de comer pon el plato delante de ti y piensa, cómo llegaron a mí todos estos alimentos, cada plantita, tantas formas de vida.

No es que vayas a rezar, sino a agradecer no solo por los vegetales sino por quien los plantó, quien los cosechó, los comercializó, la persona que hizo el plato, de qué material es.

En fin, toda la vida en la Tierra está en ese plato de comida, se trata de aprender a observar en profundidad.

– ¿Qué consejo nos da para sobrellevar estos tiempos de pandemia? Mucha gente habla de la ansiedad generada por la incertidumbre…

Primero quiero decir que tenemos una tristeza colectiva, una preocupación y un miedo colectivos.

Los científicos ya hablaban desde hace años de la posibilidad de virus devastadores y ahora esta aquí.

Hay inestabilidad.

Pero Buda decía que no hay nada seguro en este mundo, nunca hubo.

La idea de seguridad, de estabilidad, es una creación mental nuestra porque el mundo es transformación y movimiento.

Si ahora no tengo seguridad sobre cómo será el mañana, nunca la tuve, era una ilusión.

Nuestra vida es frágil, temporaria y finita. Lo primero es percibir la impermanencia, que no es perjudicial, porque también significa que lo que no está bien puede mejorar.

Mujer con mascarilla mirando con nostalgia por una ventana
«Cuando estás afligido, ansioso, desesperado, respira, oxigena tu cuerpo y tu mente».

Tengo que adaptarme a la realidad en la que estamos.

Y además, todo lo que tenemos es este momento, el ahora. No sirve de nada querer que las cosas sean como antes porque la Tierra no para y vuelve hacia atrás.

Tenemos que atravesar esta pandemia que nos atraviesa, nos lastima. Debemos percibir que nuestras tristezas, nuestros lutos son colectivos.

– ¿Entonces qué podemos hacer?

Yo he dado muchas entrevistas aquí en Brasil y me preguntan siempre qué podemos hacer en estos momentos.

Mi respuesta es: respira, vuelve a la respiración consciente. Cuando estás afligido, ansioso, desesperado, respira, oxigena tu cuerpo y tu mente y ve qué puedes hacer para disminuir el dolor y el sufrimiento.

¿Tienes mucha comida en casa? Coloca una mesita en la calle y ofrece comida para quien precisa. ¿Tienes mucha ropa? Dona a quien precisa ropa y tiene frío.

Este es también un momento del despertar de la conciencia de solidaridad, de percibir que estamos todos en el mismo barco.

Usa este tiempo para meditar, pare reflexionar sobre lo que es esencial en la vida.

Monja Coen sonriendo
«La idea de seguridad, de estabilidad, es una creación mental nuestra porque el mundo es transformación y movimiento».

Cuando la muerte está cerca tenemos que pensar en qué es esencial, qué he hecho de bueno y qué puedo hacer con el poco tiempo que me queda. Aunque te queden 40 años, porque la vida humana es corta.

¿Qué hago con mi vida? ¿Qué es esencial, fundamental?

Algunos huyen drogándose o bebiendo, todas estas posibilidades están en nosotros. Pero tenemos la capacidad de elegir.

Y la meditación nos puede ayudar a hacer elecciones adecuadas para nuestros propósitos, a tener claridad de conciencia de qué estoy escogiendo, de a dónde me lleva lo que elijo.

La meditación no es un milagro, pero facilita el autoconocimiento y las decisiones adecuadas para las situaciones que estamos viviendo.

– Para muchas personas la inestabilidad también tiene que ver con la pérdida de empleo.

Hay muchos empleos que están desapareciendo. Pero también hay otros que están abriéndose.

Ahora todos hacen compras online, si tienes un comercio abre una página en internet, si no puedes abrir tu restaurante haz que el trabajador que atendía las mesas ahora haga entregas a domicilio. Así no perderás a ese funcionario.

El mundo está cambiando y continuará híbrido, aún cuando se vuelva a lo presencial habrá muchas cosas remotas.

Pregúntate, ¿para dónde está yendo el mundo y en qué me especializo para atender las necesidades del mundo? No te quedes lamentándote por lo que perdiste.

Mujer meditando con las manos en posición de rezo
«La meditación no es para sacarnos de la realidad, sino para colocarnos en la realidad más efectivos».

– Muchas personas también perdieron a seres queridos por el covid.

Cuando alguien muere yo le digo al familiar, no perdiste nada. Tú conviviste con una persona querida, esa persona dejó memorias maravillosas en ti. No la mates de nuevo, ella vive en ti.

Una señora portuguesa me mandó unas fotos. Perdió una tía querida por covid, y fue y compró un ramo de rosas blancas y las lanzó al mar diciendo un Ave María y un Padre Nuestro, porque es católica. Así se despidió.

Encontramos formas de despedirnos de nuestros muertos y de despedirnos de nuestras expectativas.

Porque el luto no es solo por la muerte, el luto puede ser por la pérdida de mi negocio, de una relación en la que la convivencia terminó.

Tienes entonces que rehacer tu vida. Estoy escribiendo ahora un libro con un monje benedictino alemán. Él escribe en Alemania y yo en Brasil y luego la editorial va a juntar todo.

Es un libro precisamente sobre ese redescubrimiento de la existencia, cuando todo en lo que creíamos se acabó desmoronando como un castillo de naipes. Pero podemos hacer otras cosas.

Flores de loto emergiendo del agua
«El luto no es solo por la muerte, el luto puede ser por la pérdida de mi negocio, de una relación en la que la convivencia terminó».

– ¿Cómo mantiene la sonrisa en estos tiempos no solo de pandemia sino de cambio climático, un tema que preocupa mucho a los jóvenes?

Yo pienso, ¿qué estoy haciendo de mi parte para que el tema se torne visible y haya acciones adecuadas?

Yo escribo, firmo manifiestos, doy entrevistas, participo en redes sociales y me siento parte de una sociedad en transformación.

Esa juventud linda que está llegando ya percibió que nuestra supervivencia humana en el planeta va a depender de acciones humanas. Hay una generación nueva que está llegando y que es muy efectiva, creo en ella.

Las personas tienen que involucrarse más con el calentamiento global, con la desforestación en la Amazonia. Hay muchas especies que están desapareciendo.

¿Será que podemos hacer algo para retardar ese proceso? Va a depender de cada uno de nosotros, y cada uno tiene que hacer su parte, no vale llorar y flagelarse.

Jóvenes marchando en la calle con un cartel que pide acciones urgentes contra el cambio climático
«Esa juventud linda que está llegando ya percibió que nuestra supervivencia humana en el planeta va a depender de acciones humanas. Hay una generación nueva que es muy efectiva, creo en ella».

Yo tengo bisnietos y quiero que ellos y los hijos y nietos de ellos, que yo nunca voy a ver, tengan una buena vida en el planeta.

Tenemos que movilizarnos. Si no podemos ahora salir a la calle podemos comunicarnos, escribir a los legisladores, lo que sea.

Lo que no podemos es quedarnos quietos.

– Un último pensamiento para los lectores en estos tiempos de coronavirus.

Veamos…

Presencia pura, estar completamente presente, despierto a lo que está sucediendo. Y tomar acciones adecuadas que sean beneficiosas para el mayor número de seres.

Fuente: https://eldeber.com.bo/bbc/no-sirve-de-nada-querer-que-las-cosas-sean-como-antes-porque-la-tierra-no-para-y-vuelve-hacia-atras_207994

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Coronavirus: el perfecto desastre para el capitalismo del desastre

Por: Leonardo Boff 

La pandemia actual del coronavirus representa una oportunidad única para que repensemos nuestro modo de habitar la Casa Común, la forma cómo producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza.

Ha llegado la hora de cuestionar las virtudes del orden capitalista: la acumulación ilimitada, la competición, el individualismo, el consumismo, el despilfarro, la indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: “greed is good” (la avaricia es buena). Todo esto se ha puesto en jaque ahora. Aquel ya no puede continuar.

Lo que nos podrá salvar ahora no son las empresas privadas sino el Estado con sus políticas sanitarias generales, atacado siempre por el sistema del mercado “libre”, y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendidas por muchos y por mí, el cuidado, la solidaridad social, la corresponsabilidad y la compasión.

El primero en ver la urgencia de este cambio ha sido el presidente francés, neoliberal y proveniente del mundo de las finanzas, E. Macron. Lo dijo bien claro: “Queridos compatriotas, “Mañana tendremos tiempo de sacar lecciones del momento que atravesamos, cuestionar el modelo de desarrollo que nuestro mundo escogió hace décadas y que muestra sus fallos a la luz del día, cuestionar las debilidades de nuestras democracias. Lo que revela esta pandemia es que la salud gratuita, sin condiciones de ingresos, de historia personal o de profesión, y nuestro Estado de Bienestar Social no son costes o cargas sino bienes preciosos, unos beneficios indispensables cuando el destino llama a la puerta. Lo que esta pandemia revela es que existen bienes y servicios que deben quedar fuera de las leyes del mercado”.

Aquí se muestra la plena conciencia de que una economía sólo de mercado, que mercantiliza todo, y su expresión política, el neoliberalismo, son maléficas para la sociedad y para el futuro de la vida.

Todavía más contundente fue la periodista Naomi Klein, una de las más perspicaces críticas del sistema-mundo, que sirve de título a este artículo: “El coronavirus es el perfecto desastre para el capitalismo del desastre”.

Esta pandemia ha producido el colapso del mercado de valores (bolsas), el corazón de este sistema especulativo, individualista y anti-vida, como lo llama el Papa Francisco. Este sistema viola la ley más universal del cosmos, de la naturaleza y del ser humano: la interdependencia de todos con todos; que no existe ningún ser, mucho menos nosotros los humanos, como una isla desconectada de todo lo demás. Más aún: no reconoce que somos parte de la naturaleza y que la Tierra no nos pertenece para explotarla a nuestro antojo; nosotros pertenecemos a la Tierra.

En la visión de los mejores cosmólogos y astronautas que ven la unidad de la Tierra y la humanidad, somos esa parte de la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera. Sobreexplotando la naturaleza y la Tierra como se está haciendo en todo el mundo, nos perjudicamos a nosotros mismos y nos exponemos a las reacciones e incluso a los castigos que ella nos imponga. Es madre generosa, pero puede rebelarse y enviarnos un virus devastador.

Sostengo la tesis de que esta pandemia no puede combatirse solo con medios económicos y sanitarios, siempre indispensables. Exige otra relación con la naturaleza y la Tierra. Si después que la crisis haya pasado no hacemos los cambios necesarios, la próxima vez podrá ser la última, ya que nos convertiremos en enemigos acérrimos de la Tierra. Y puede que ella ya no nos quiera aquí.

El informe del profesor Neil Ferguson del Imperial College de Londres declaró: “este es el virus más peligroso desde la gripe H1N1 de 1918. Si no hay respuesta, podría haber 3.2 millones de muertes en los Estados Unidos y 510,000 en el Reino Unido”. Bastó esta declaración para que Trump y Johnson cambiasen inmediatamente sus posiciones. Mientras, en Brasil al Presidente no le importa, lo trata como “histeria” y en las palabras de un periodista alemán de Deutsche Welle: “Actúa criminalmente. Brasil está dirigido por un psicópata y el país haría bien en eliminarlo tan pronto como sea posible. Habría muchas razones para ello”. Es lo que el Parlamento y la Suprema Corte por amor al pueblo, deberían hacer sin demora.

No basta la hiperinformación ni los llamamientos por todos los medios de comunicación. No nos mueven al cambio de comportamiento exigido. Tenemos que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir con el corazón el dolor de los otros. Nadie está inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar de los otros y asumir una responsabilidad colectiva. No hay un puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en la misma Casa Común o nos hundiremos todos.

Las mujeres, como nunca antes en la historia, tienen una misión especial: ellas saben de la vida y del cuidado necesario. Ellas pueden ayudarnos a despertar nuestra sensibilidad hacia los otros y hacia nosotros mismos. Ellas junto con los trabajadores de la salud (cuerpo médico y de enfermería) merecen nuestro apoyo sin límites. Cuidar a quien nos cuida para minimizar los males de este terrible asalto a la vida humana.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8798786-coronavirus-el-perfecto-desastre-para-el-capitalismo-del-desastre/

Imagen: Ria Sopala en Pixabay

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Tierra y Mujer, los oprimidos del posmarxismo populista

Por: Fernando Serra

Aunque en vía de extinción, hay todavía marxistas clásicos, es decir, ortodoxos de Marx. Sin embargo, la mayoría de la izquierda radical es ahora posmarxista aunque muchos de sus seguidores ni siquiera lo saben. Esta ideología es heredera del 68 francés que viajó a los Estados Unidos de la mano de Michel Foucault, Jacques Lacan o Simone de Beauvoir, entre otros, y que, tras ser “repensada” por la izquierda norteamericana que protagonizó en los 90 el movimiento antiglobalización, regresó a Europa con el mismo objetivo final, la destrucción del capitalismo y de la democracia liberal, pero con otros protagonistas encargados de realizar tan gigantesca tarea.

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Esta revisión del marxismo clásico  mantiene, sin embargo, el mismo enfoque filosófico sobre la historia. Marx y Engels  lo describieron con claridad en el Manifiesto Comunista: “La historia de toda sociedad se resume en el desarrollo de los antagonismos de las clases (…) pero cualquiera que haya sido la forma revestida por esos antagonismos, la explotación de una parte de la sociedad por la otra es un hecho común a todos los siglos anteriores”.

Cuando en 1848 se publica este mítico panfleto, Europa vive la ola revolucionaria más radical del siglo y sus autores señalan al sujeto transformador. Se trata de una clase con intereses universales porque “de todas las clases que actualmente se encuentran enfrentadas con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria”. También el Manifiesto Comunista anuncia la teoría de la explotación cuando asegura que el obrero, “lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más; por debajo mismo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza”.

Marx falla en la teoría de la explotación

Es simplemente un esbozo y además plagiado de Ricardo, quien en 1817 formula la ley de hierro de los salarios diciendo que lo percibido por el trabajador manual tiende “de forma natural” hacia el nivel mínimo de subsistencia. Tras la revoluciones europeas de 1848, Marx se centra en completar la teoría de la explotación. Casi veinte años después, en 1867, el filósofo alemán publica el primer tomo de El Capital y parece que ya tiene las respuestas pero duda en publicarlas. Los trabajadores ingleses industriales, lejos de recibir un salario que solamente les permite subsistir, ya han comenzado a mejorar en nivel de renta.

En su rigurosa biografía, el historiador británico Gareth Stedman Jones asegura que en ese momento Marx ya tenía básicamente escritos los otros dos tomos pero retrasó su publicación y murió sin hacerlo. Stedman Jones afirma que en realidad Marx había dejado de creer en su propia teoría. Fue Engels el encargado de concluir la redacción definitiva de esa magna obra, mostrándose incapaz de resolver las dudas que frenaron a su amigo y mentor. Resultaba ya evidente que el desarrollo económico durante la segunda mitad del XIX hacia imposible mantener al mismo tiempo la ley de hierro de los salarios y la tendencia decreciente de la tasa de ganancia del capital.

Este último postulado lo formula Marx en la sección 3 del tercer tomo de El Capital y viene a decir que cuanto más capital se acumule, su rendimiento va reduciéndose, lo que supone que llegará a desaparecer todo incentivo para invertir y lógicamente vendría el colapso final. “Es una necesidad lógica de la naturaleza del modo capitalista de producción que, conforme vaya desarrollándose, la tasa de plusvalía media del conjunto de la economía se traduce en una tasa de ganancia decreciente”, asegura Marx en este capítulo de El Capital publicado póstumamente, en 1894, pero concebido medio siglo antes.

Marx puede ser acusado de muchas imposturas, en su vida personal sobre todo, pero no de falta de rigor intelectual a la hora de cimentar sus afirmaciones teóricas. Su negativa a publicar unas conclusiones insuficientemente confirmadas le honra. De hecho, Engels pide ayuda a los marxistas más prestigiosos de entonces para solventar las lagunas que ya a finales del XIX resultaban evidentes. Tal vez fue Eugen von Böhm-Bawerk, economista de la Escuela Austriaca, el que con más rigor desmontó  la teoría de la explotación marxista, primero demostrando la falacia de la igualdad de valor intrínseco y luego de la plusvalía.

Lo curioso es que haya sido un economista socialista, Thomas Piketty, el último es demoler las predicciones de Marx aportando una valiosa serie de datos estadísticos recogidos durante los últimos 250 años. En su libro “El capital en el siglo XXI”, Piketty demuestra que la tasa de retorno del capital no ha bajado sino que ha permanecido constante con ligeras fluctuaciones. Doctrinalmente sostiene que ello refuta la tesis del trágico e irremediable final del modo capitalista de producción diseñado por Marx porque de cumplirse esta ley, hubiera llevado al conflicto violento entre capitalistas o a que los trabajadores se rebelasen sumidos en la miseria en caso de que los salarios se hubieran mantenido en el mínimo de subsistencia.

Lo que se pretende demostrar con este relato es que desde el mismo momento en que se completa la obra cumbre del marxismo con la publicación en 1889 y 1894 de los tomos dos y tres de El Capital, el sujeto colectivo de la revolución ya ha sido teóricamente descartado. Ello no ha impedido, sin embargo, que numerosas revoluciones hayan triunfado en su nombre pero impulsadas en realidad por cúpulas usurpadoras que, como tales, solamente se han podido mantener en el poder mediante la violencia.

El posmarxismo pretende zurcir a Marx

Para arreglar el desaguisado de una teoría que contradice la realidad, muchos políticos, activistas y pensadores marxistas buscaron desesperadamente en los años 80 y 90 del siglo pasado, sobre todo tras la caída del Muro de Berlín, nuevos y finales eslabones de la cadena de explotación que sirvan para recomponer el ruinoso edificio teórico diseñado por Marx. El riesgo era evidente, los partidos comunistas se estaban quedando sin fieles y los  intelectuales marxista sin explotados que liberar. Si ya no se podía encontrar a una única clase social con pleno contenido sociológico y económico, que sean al menos varios colectivos, multiclasistas si es el caso, o incluso un ente no humano, los que se puedan colocar en los más bajos escalones del depredador sistema.

Se trata de “deconstruir”, si no el conjunto del marxismo, sí al menos lo esencial. Se llega así al posmarxismo que partiendo del estructuralismo francés de los sesenta pasa al  posestructuralismo para terminar en el populismo de inspiración marxista, en donde el cuerpo teórico del marxismo, equivocado en las conclusiones esenciales, se transforma, se deconstruye, en una  mera ideología cultural que poco o nada tiene que ver con la realidad. Durante este proceso no se abandona la pedante jerga de los estructuralistas del mayo francés, así que nada mejor que acudir a Jacques Derrida cuando explica qué queda del marxismo original. “Lo que permanece irreductible a toda reconstrucción –dice-, lo que permanece indeconstruible como posibilidad misma de la deconstrucción es quizá una cierta promesa de emancipación; quizá es la formalidad de un mesianismo estructural, un mesianismo sin religión…”

Después de salvar de la ruina una parte de la teoría de la historia, falta ahora encontrar un sujeto, o incluso un objeto, que deba ser emancipado. Como ya no existe un protagonista claramente dibujado en lo social y económico como fue el obrero inglés de la revolución industrial, se le busca en cualquier espacio ideológico, cultural o incluso lingüístico. No importa en realidad que este colectivo supuestamente oprimido sea o no real, basta que alimente “una cierta promesa de emancipación”, como dice Derrida.

Así pues, se trata de conseguir que los conflictos que lógicamente se producen en toda sociedad sean prueba suficiente de que existe “explotación de una parte de la sociedad por la otra” y si además se encuentran a los sujetos colectivos que puedan jugar el papel de explotados, será posible entonces construir un nuevo proyecto revolucionario.

El posmarxismo surgido a finales del siglo pasado se pone manos a la obra y el populismo marxista posterior viene a colaborar en esta tarea. Se buscan antagonismos sociales donde encontrar signos de explotación en cualquier parcela –minorías raciales y marginales, homosexualidad, identidades nacionales, inmigración, vivienda, educación, sanidad, muerte digna, animalismo y por supuesto en cualquier conflicto que va surgiendo- y se encuentran dos campos en que esta táctica ha cosechando indudables éxitos. Es el ecologismo y el feminismo que, deconstruidos como ecologismo radical e ideología de género, han sido asumidos por casi todos los estamentos sociales y, lo que es más sorprendente, por todos los partidos, al menos hasta ahora, sin importar en qué franja del abanico ideológico se sitúen.

Ecologismo ecocéntrico

El ecologismo es tema de preocupación desde hace mucho tiempo pero no se constituye como un movimiento político hasta bien entrado el siglo pasado y lo hace desde muy diferentes posiciones. Sin embargo, todos ellas se pueden agrupar en dos principales. Una es la antropocéntrica, en el que el hombre es el centro y sólo él sujeto de derecho, con lo que surge un ecologismo democrático y no dogmático. El otro enfoque es ecocéntrico, bajo el cual la naturaleza es el valor esencial a proteger, animales, plantas y la Tierra en su conjunto, llegando  algunas corrientes a considerar como un ser semivivo nuestro planeta (Gaia).

Dentro de la visión ecocéntrica hay que incluir la política ecológica desarrollada en la  Alemania del Tercer Reich que desarrolló la legislación más avanzada en protección de la naturaleza, como analiza Luc Ferry en su libro El Nuevo Orden EcológicoEl ecologista profundo del nazismo Walther Schoenichen es un adelantado del actual movimiento animalista cuando escribe que “durante siglos nos han ido hinchando la cabeza con la idea de que el progreso era defender el derecho de las tierras cultivadas, pero hoy en día hay que reivindicar los derechos de la naturaleza salvaje”.

Otro ecologista ecocéntrico fue también Barry Commoner, candidato a las elecciones presidencia de los Estados Unidos de 1980 con el Partido de la Ciudadanía y fundador del movimiento ecologista de inspiración marxista. Este biólogo reconoce con toda claridad el error de Marx a la hora de demostrar la teoría de la explotación y de señalar al obrero industrial como el sujeto emancipador. “Marx creía –asegura Commoner- que conforme progresaba la acumulación de capital, el volumen de sus elementos físicos -que está relacionado con lo que él llamó la “composición orgánica del capital”- se incrementaría (…) y la tasa de beneficio descendería”. Para contrarrestar esta tendencia, los capitalistas tendrían que incrementar sus invasiones en la cuota de producción que corresponde a los trabajadores. La clase trabajadora se empobrecería progresivamente, y el creciente conflicto entre capitalistas y trabajadores pondría las bases para un cambio revolucionario”.

Commoner intenta sin embargo salvar el marxismo asegurando que “una explicación de por qué las predicciones de Marx no se han materializado surge de una mejor comprensión de los procesos económicos desde el reciente interés por el medio ambiente”, procesos que trasladan “el conflicto entre el empresario y el asalariado” a “la degradación del medio ambiente que ocasiona, la cual, al estar alcanzando hoy sus límites, puede hacer aflorar el conflicto con toda su fuerza (…) En este sentido, la aparición de un colapso en el ecosistema puede considerarse, también, como la señal de una crisis emergente en el sistema económico”.

Viene a decir en suma el ecologista norteamericano que si el asalariado no ha llegado a la miseria más absoluta es porque el deterioro se ha trasladado al medio ambiente, a la Tierra, con lo que al final el colapso del sistema capitalista se producirá. Marx, en consecuencia, no se equivocó en lo esencial, solo en un matiz, no se dio cuenta de que existe un escalón de la explotación más bajo, la naturaleza.

Commoner veía en el agotamiento de los recursos naturales y en el constante deterioro ambiental según avanza el capitalismo las pruebas irrefutables del colapso. La primera prueba está ya de sobra impugnada por la inequívoca y empírica tendencia decreciente de los precios de estos recursos y la segunda va camino de ser igualmente desmentida porque resulta cada vez más evidente que a mayor desarrollo más reducidas son las emisiones contaminantes si, claro está, no se hacen trampas estadísticas. Es decir, si se compara volumen de emisiones por unidad de PIB.

La última pretensión  demostrativa del deterioro medioambiental de raíz antropogénica, es decir, causado por el hombre, es el cambio climático que en su versión más catastrofista destruiría la Tierra. Aún admitiendo que el cambio climático tiene este origen, algo que no está ni mucho menos demostrado, es posible que la solución no sea acuerdos globales para aplicar políticas restrictivas que suponen costes de oportunidad inasumibles.

Un sistema de esclavitud sin precedentes

Aunque de aparición mucho más reciente, es indudable que el feminismo radical devenido en ideología de género ha avanzado mucho más a la hora de definir un nuevo modelo social estratificado en dos grupos antagónicos. Se trata del sistema social denominado patriarcado o mejor dicho heteropatriarcado.

“El patriarcado puede definirse -asegura Marta Fontenla, fundadora de la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer- como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia”.

En esta definición quedan plenamente identificados y antagónicamente separados el grupo social oprimido, las mujeres, del formado por los hombres, los opresores, así como los mecanismos de explotación: opresión individual y colectiva ejercida mediante la apropiación de su fuerza productiva (del fruto de su trabajo, se supone) y reproductiva (de los hijos de ambos, se supone), de su cuerpo y productos (propiedades, se supone), y además por medios pacíficos o violentos.

Con esta pavorosa descripción, resulta evidente que el obrero industrial inglés de mediados del XIX, apenas incapaz de subsistir con su salario, era un privilegiado en comparación con la mujer casada con hijos del siglo XXI. El empresario de entonces despojaba al trabajador del fruto de su trabajo pero después de cumplir con su larga jornada se liberaba del yugo y se convertía en un ciudadano con los mismos derechos que cualquier otro. Habría que remontarse a la esclavitud más primitiva y salvaje para encontrar un sistema de poder y  sumisión como el que describen las feministas de género. El panorama del sujeto dominado es tan desolador, que supera por mucho a la naturaleza maltratada que describen los ecologistas más catastrofistas.

Sorprende además que Marx tardara más de 50 años en explicar, aunque de forma fallida, los mecanismos de explotación del sistema capitalista y en describir con cierta coherencia la aparición de este modo de producción, cómo se hizo luego dominante y hasta su irremediable final, aunque errando también aquí. Sin embargo, las feministas de género dan por hecho la existencia de un sistema de opresión mucho más extremo y apenas explican cómo ha surgido y logrado permanecer inalterable hasta hoy. La estadounidense Kate Millet, adalid del feminismo de los años setenta, casi nada se aleja en su libro Política sexual (publicado en España en 1995) de la definición que hace Marta Fontenla sobre el patriarcado (seguramente ésta se inspira en la norteamericana) y nada dice de cómo un sistema tan brutalmente esclavizador perdura en los países más avanzados hasta la actualidad.

Solamente asegura que el patriarcado, como “política sexual”, es un “conjunto de estratagemas destinadas a mantener un sistema” y que, regido por dos principios -el dominio del macho sobre la hembra y del macho adulto sobre el joven-, se ha adaptado a diferentes sistemas económico-políticos (feudalismo, democracia occidental, socialismo real…) recurriendo a la fuerza mediante violaciones, prohibición del aborto, prostitución, reclusión o velo, explica Alicia Puleo, directora de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid, al comentar la obra de Millet.

Si las propagandistas de la ideología de género son capaces de mantener -y convencer a muchos- que existe un sistema de explotación tan brutal “instaurado por los varones”, no resulta entonces extraño que se justifique, incluso por el Tribunal Constitucional, aprobar leyes penales de protección de la mujer contra la violencia aplicando el derecho penal del autor, aquel que vincula la pena con el colectivo al que pertenece el acusado, los hombres, como hizo el régimen nazi para con los judíos. Hay afortunadamente excepciones. Un hombre acusado no debería “ser sancionado con arreglo al plus de culpa derivado de la situación discriminatoria creada por las generaciones de varones que le precedieron, como si portara consigo un «pecado original» del que no pudiera desprenderse”, afirma un magistrado del Constitucional en un voto particular contrario a la aplicación de este criterio. Ante tal vulneración del Estado de derecho, poca importancia tiene ya que se oculten o manipules las estadísticas sobre los casos de violencia familiar o de denuncias por malos tratos. El objetivo es aplicar otra discriminación identitaria frente al principio individualista e igualitario que debería tener el Derecho.

El populismo, una imagen cordial del posmarxismo

Habiendo dejado de ser el feminismo un movimiento racional y democrático por la igualdad de derechos para convertirse una mera ideología, todo es posible. Una ideología en el sentido más althusseriano, es decir, como la representación de una imaginaria realidad. Así, el mundo simbólico, el predominio de los sentimientos y la propaganda, el marketing,  cobran especial importancia en la actividad política del posmarxismo populista y es posible que ello haya contribuido al sorprendente éxito que parece haber cosechado.

El populismo de Ernesto Laclau se separa tácticamente del radicalismo marxista y aparenta no querer romper definitivamente con las instituciones y reglas de la democracia representativa, las usa manteniendo una posición ambigua frente a ellas. Es la construcción de lo que Laclau llama “equivalencia democrática”. A pesar de esta aparente imagen de moderación, se diseña un nuevo proyecto revolucionario, no violento hasta que al menos se llegue a una situación de hegemonía favorable, lento, silencioso y sutil, incluso cordial pero radicalmente anticapitalista y antidemocrático, encaminado a instaurar un nuevo totalitarismo en donde la política invadiría todos los ámbitos y rincones, hasta los más privados e íntimos.

En Hegemonía y estrategia socialista este teórico argentino aboga por no reducir la actividad revolucionaria a las contradicciones “objetivas” del capitalismo como hacia el marxismo tradicional y defiende unificar políticamente infinidad de demandas que sirvan de bandera a otros tantos colectivos. Utilizando un lenguaje tan pedante e insufrible como el de los posestructuralistas franceses, Laclau asegura que “este cambio tiene lugar mediante la articulación variable de la equivalencia y la diferencia, y el momento equivalencial presupone la constitución de un sujeto político global que reúne una pluralidad de demandas sociales.”

La Naturaleza, la Tierra, y las mujeres, el género Mujer, constituyen en suma dos fundamentales patas de este nuevo sujeto político global. No deja de sorprender sin embargo que el esfuerzo y andamiaje teórico para poner en pie a estos dos nuevos sujetos de una promesa de emancipación sean tan endebles si los comparamos con el consistente, aunque erróneo y ya fracasado, edificio levantado por Marx. Tal vez sea esta la razón por la que, tanto en Latinoamérica con en España, empieza a hacer agua por todas partes.

Fuente: https://disidentia.com/tierra-y-mujer-los-oprimidos-del-posmarxismo-populista/

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