Venezuela: Solo si pagan 65 dólares reciben título universitario

América del Sur/Venezuela/05-01-2021/Autor(a) y Fuente: ultimasnoticias.com.ve

Sí y solo sí cancela 65 dólares un graduando del Instituto Universitario Politécnico Santiago Mariño podrá llevar a su casa el título universitario logrado con méritos académicos durante cinco años de estudio.

La denuncia fue remitida por los estudiantes de esa institución universitaria privada, en carta pública, a la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) en octubre pasado, pero aún no tiene el acuse de recibo y menos aún la actuación del organismo defensor de los derechos de los usuarios y consumidores.

En la misiva los estudiantes apuntan que: “Somos 165 universitarios que culminamos nuestras carreras cumpliendo todos los requisitos exigidos por la Ley de Universidades. Hacemos un llamado a todos los entes públicos como última instancia para solucionar el problema que nos ocasiona la notificación enviada el 17 de septiembre, cuando la institución nos informa que para entregar los títulos debemos pagar cada uno 65 dólares”.

En la carta a las autoridades del Instituto Universitario denuncian que “esta cifra es exagerada, tomando en cuenta la situación actual. La respuesta fue un rotundo No añadiendo que si no pagamos no harán entrega de los títulos universitarios”.

Fuente e Imagen: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/mas-vida/solo-si-pagan-65-dolares-reciben-titulo-universitario/

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Francia: Se necesita intensificar los esfuerzos para preparar a los estudiantes para el futuro, según OCDE

Europa/Francia/mba.americaeconomia

Según el informe «Educación en un Glance 2019» muestra que la tasa de empleo de los adultos con educación terciaria es 9% más alta que la de los adultos con educación secundaria superior.

La demanda de educación continúa aumentando, pero su mayor expansión solo será sostenible si combina la oferta de graduados con el mercado laboral y las oportunidades sociales, y les brinda las habilidades necesarias para navegar en el futuro, según el informe de la OCDE «Educación en un Glance 2019» publicado este martes.

Entre los jóvenes de 25 a 34 años, el 44% tenía un título universitario en 2018, en comparación con el 35% en 2008, en promedio en los países de la OCDE. La tasa de empleo de los adultos con educación terciaria es 9% más alta que la de los adultos con educación secundaria superior, y ganan 57%, apunta el informe.

Sin embargo, algunos sectores con alta demanda pueden tener dificultades para encontrar las habilidades que necesitan. Menos del 15% de los nuevos participantes en los programas de licenciatura estudian ingeniería, manufactura y construcción, y menos del 5% estudian tecnologías de la información y la comunicación, a pesar de que estos sectores ofrecen las mayores tasas de empleo e ingresos. Las mujeres están particularmente poco representadas y representan menos de una cuarta parte de los participantes en promedio en los países de la OCDE.

«Es más importante que nunca que los jóvenes aprendan el conocimiento y las habilidades necesarias para navegar en nuestro mundo impredecible y cambiante», señaló el secretario general de la OCDE, Angel Gurria, al presentar el informe en París. «Debemos ampliar las oportunidades y construir puentes más fuertes con las necesidades de habilidades futuras para que cada estudiante pueda encontrar su lugar en la sociedad y alcanzar su máximo potencial».

Muchas instituciones están evolucionando para satisfacer las demandas cambiantes del mercado laboral al promover vías flexibles hacia la educación terciaria, equilibrar las habilidades académicas y vocacionales, y trabajar más estrechamente con los empleadores, la industria y las organizaciones de capacitación. Pero también deben equilibrar las inscripciones más grandes con la necesidad de contener los costos, manteniendo la relevancia y la calidad de sus cursos, dice el informe.

El informe señala que el logro terciario está aumentando rápidamente en China, que no es un país miembro de la OCDE pero es uno de los socios clave de la organización.

En China, la proporción reciente de logros terciarios es del 18%, muy inferior al promedio de la OCDE. Entre los chinos de entre 25 y 34 años, se espera que el 67% ingrese a la educación terciaria por primera vez, un poco más que el promedio de la OCDE de 65%.

En 2017, el 2% de los estudiantes de educación superior chinos estudiaron en el extranjero, a la par con el promedio de la OCDE. Sin embargo, representaron el 23% del total de estudiantes entrantes en los países de la OCDE, que fue la mayor proporción entre todos los países miembros y socios de la OCDE, dice el informe.

Los programas vocacionales desempeñan un papel importante en China, tanto en el nivel secundario superior como en el terciario: el 42% de los estudiantes de secundaria superior y el 60% de los que ingresan a la educación terciaria por primera vez se inscribieron en programas vocacionales de secundaria superior y educación terciaria de ciclo corto, respectivamente.

El informe también evalúa cómo los jóvenes están pasando de la educación al trabajo, como parte de su análisis continuo de dónde se encuentran la OCDE y los países socios en su camino para cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible para la educación en 2030.

Se encuentra que algunos países han logrado un progreso significativo en la reducción del número de jóvenes sin escolarizar en la última década. Las tasas cayeron 20% en la Federación de Rusia, 18% en México, 16% en Portugal y 10% en Australia y Nueva Zelanda entre 2005 y 2017.

«Education at a Glance» proporciona estadísticas nacionales comparables que miden el estado de la educación en todo el mundo. El informe analiza los sistemas educativos de los 36 países miembros de la OCDE, así como de Argentina, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, India, Indonesia, la Federación de Rusia, Arabia Saudita y Sudáfrica.

Fuente e imagen: https://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/se-necesita-intensificar-los-esfuerzos-para-preparar-los-estudiantes-para-el-futuro

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El día que cambió el curso de la educación superior

Por: Observatorio de Innovación Educativa

El título universitario fue, por generaciones, el billete de entrada por excelencia al mundo laboral y un pasaporte para ingresar en la clase media. Sin embargo, los cambios políticos, sociales y económicos de la última década y un mercado laboral volátil han impactado profundamente en el valor percibido de la educación superior.

Una fecha en particular cambiaría el curso de la historia en la próxima década. El 15 de septiembre de 2008, el banco de inversión estadounidense, Lehman Brothers, se declaró en quiebra, afectando a los mercados financieros mundiales y desencadenando la Gran Recesión en Estados Unidos. Esta crisis tuvo un impacto significativo en las universidades estadounidenses. En el corto plazo, las instituciones de educación superior bajaron los costos de la matrícula para atraer a alumnos de nuevo ingreso.

En el largo plazo, las consecuencias de estas crisis fueron más trascendentes. Tras la Gran Recesión, la elección de una carrera de esta generación de estudiantes se enfocó en un solo objetivo: empleo. Un estudio realizado entre 1966 y 2015 en Estados Unidos para conocer las tendencias de más de 10 millones de estudiantes de nuevo ingreso, encontró que a partir de 2008, la razón principal para ir a la universidad es asegurar un trabajo bien remunerado. Antes de esto la motivación era aprender sobre un tema o disciplina que les interesaba en particular. Es así como la generación tras la crisis económica se enfocó en aquellas carreras mejor pagadas y con mayor demanda en el mercado laboral. Una encuesta realizada por MindAmerica de la Universidad Nazarena, encontró que de los 2000 estudiantes encuestados, el 20 % respondió que no ingresó a la carrera que pretendía estudiar. ¿La razón? El mercado laboral. El 62 % respondieron que su decisión de carrera había estado influida por el mercado laboral, mientras que el 55 % dijo que habría elegido una completamente distinta si el dinero no hubiera sido un factor. Esta mercantilización de la educación y la presión por realizar estudios en áreas “prácticas” y de alta demanda laboral, ha llevado al declive de las humanidades.

Si a estos datos agregamos la precariedad de los trabajos y las necesidades cambiantes del mundo laboral, no es de extrañar que en la actualidad se esté cuestionando el valor de ir a la universidad. La Gran Recesión no solo afectó a Estados Unidos, esta crisis financiera se expandió rápidamente por todos los países en desarrollo, siendo Europa oriental y Asia central las regiones más afectadas. El deterioro económico se vio reflejado en medidas de austeridad y altas tasas de desempleo. Entre 2008 y 2009 el desempleo aumentó más del doble en países como Estonia, Letonia y Lituania, y la región total registró un aumento de 9,4 a 12,2 millones de desempleados durante este periodo. Mientras que el desempleo juvenil alcanzó niveles récord (el 38,6 % en España). En Asia central, particularmente en Kazajistán, las mujeres y los jóvenes fueron los primeros en experimentar los efectos de la desaceleración económica. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la tasa de participación femenina en el mercado laboral disminuyó del 66,4 % en 2014 a 65,7% en 2015. Mientras que la tasa de desempleo juvenil aumentó del 6,8% en 2013 al 8,3% en 2015. Estos son los datos de desempleo oficialmente registrados pero se estima que el porcentaje es mayor ya que el empleo informal es alto (25,1 %) en esta región y el número de trabajadores por cuenta propia es también significativamente alto. Por ejemplo, según datos de 2014, en Kazajistán el 30 % de su fuerza laboral eran trabajadores por cuenta propia. En Tayikistán y Kirguistán, el 47,8 % y el 43,3 % de la fuerza laboral, respectivamente, tiene un estatus de “autoempleados”.

A pesar de esto, la universidad sigue siendo el mejor camino, al menos el más directo, hacia el progreso económico. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE UU, la brecha salarial entre aquellos con un título universitario y aquellos con un título de bachillerato se encuentra en un nivel récord. Según estos datos, los empleados con doctorado tienen un salario semanal promedio de 1825 dólares, los que tienen un título universitario ganan semanalmente 1198 dólares en promedio, mientras que aquellos que solo cuentan con estudios de bachillerato obtienen tan solo 730 dólares. La diferencia es significativa.

En el caso de España, la educación superior contribuye de manera similar a mejorar la empleabilidad y el nivel de progresión social. De acuerdo con el informe más reciente publicado por La Universidad Española en Cifras, elaborado por la CRUE, los españoles que cuentan con estudios superiores tienen un porcentaje de empleabilidad del 89 % a diferencia del 54 % de aquellos que solo cuentan con educación secundaria superior. En las tasas de desempleo también se puede observar el impacto del nivel de estudios. De acuerdo con el mismo informe, durante la crisis, los egresados universitarios resistieron mejor la degradación del mercado laboral. A finales de 2017, España registró que un 16,7 % de su población activa estaba en paro, contra un 9,3 % de la población activa en paro con estudios superiores.

No obstante, con la precariedad del mercado laboral mundial y los altos costos de la educación superior (en el caso de Estados Unidos, particularmente), no debe sorprendernos que tanto padres de familia como estudiantes, esperen un significativo retorno de la inversión de sus estudios universitarios. Si bien en la mayoría de los países europeos los costos de la matrícula son bajos o, en ocasiones, nulos, es importante que la crisis de la deuda estudiantil que se vive en EE UU no nos resulte ajena. Los prestatarios actualmente deben más de 1,5 mil millones de dólares en préstamos estudiantiles, un promedio de 34.000 dólares por persona. Y en este sentido, un tema que ha afectado profundamente la reputación de las universidades es la denominada “inflación de credenciales”.

La inflación del grado universitario

En todo el mundo, los empleadores exigen, cada vez más, títulos universitarios para puestos que anteriormente no requerían tales credenciales. Este fenómeno, conocido como inflación de credenciales, inflación de grados, obsesión por la certificación o simplemente “titulitis”, está afectando no solamente a las universidades sino también la competitividad laboral y perjudicando ampliamente a la clase media. Un reciente informe de la Escuela de Negocios de Harvard, encontró que el 67 % de las ofertas de trabajo para puestos de supervisor requieren hoy títulos de licenciatura, creando una “brecha de grado” del 51 %, es decir, la diferencia entre el porcentaje de ofertas de trabajo que requieren un título universitario y el porcentaje de trabajadores que tienen un título universitario. Otras ocupaciones donde la inflación de credenciales es particularmente evidente incluyen: secretarias, asistentes administrativos, supervisores de obreros y personas que trabajan cuidando niños.

La razón de esta “inflación de credenciales” se remonta de nuevo a la Gran Recesión, cuando la cantidad de personas que buscaban trabajo superó la cantidad de vacantes, muchos empleadores agregaron requisitos de estudios superiores a las ofertas de trabajo como una forma de reducir el número de candidatos. En consecuencia, las maestrías son hoy el grado de más rápido crecimiento. Tan solo en Estados Unidos, 2 de cada 25 personas de 25 años o más tienen una maestría. Aproximadamente la misma proporción que tenían un bachillerato en 1960. Es así como el título universitario se ha convertido en el nuevo título de bachillerato, o la mínima credencial requerida para obtener incluso el trabajo más básico.

En el caso particular de España el fenómeno de la “sobrecualificación” es preocupante. De acuerdo con un informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), en 2017 el 35,6 % de los egresados universitarios que trabajaban lo hacían en puestos para los que se requería una formación menor, en comparación con el 23,2 % que se registra en promedio en países de la Unión Europea. Mientras que, según datos del Observatorio de Empleabilidad y Empleo Universitario, 3 de cada 10 empleados trabajan en puestos por debajo de su cualificación.

Este panorama puede parecer, a simple vista, beneficioso para las universidades pues se pensaría que cuanto mayor sea el número de personas que ingresan a la universidad, más ingresos recibirán estas. No obstante, aunque en España el nivel de escolarización en educación superior de los jóvenes de 20 a 24 años es superior (35,8 %) al de países como Francia, Italia y Reino Unido, solo el 32,92 % de los jóvenes que ingresan a la universidad tienen la probabilidad de finalizar sus estudios de grado.

La universidad hoy

Ante este panorama, el papel actual de las universidades como principales proveedoras de profesionistas no es sostenible. Ni todos los jóvenes tienen que asistir a la universidad, ni todas las universidades tienen que cargar por sí solas con el peso de formar a la totalidad de la fuerza laboral.

Gracias a esta obsesión por la certificación y “titulitis” nos hemos olvidado de que la universidad no es el único camino hacia buenas oportunidades de desarrollo. La Formación Profesional (FP) también ofrece vías de crecimiento para quienes la universidad no es la mejor opción, ya sea por razones económicas o personales. En términos de Formación Profesional, el sistema alemán es una referencia en Europa y en el mundo. El programa de formación dual profesional de Alemania, también conocido como VET (por sus siglas en inglés) o FP Dual, es la ruta que alrededor de medio millón de jóvenes toman hacia una profesión especializada cada año. Algunos datos clave para entender el éxito de esta son: cerca del 51 % de los trabajadores en Alemania son formados en este programa. El 68 % de los estudiantes alemanes que lo cursan consiguen un empleo. Además, durante la FP Dual, los estudiantes reciben un salario promedio mensual de 908 euros brutos al mes.

Para 2030 España necesitará más empleados con estudios de Formación Profesional (el 65 %) que universitarios o profesionales con cualificaciones superiores (el 35 %). Esto, de acuerdo con datos del informe Skills Forecast, elaborado por la agencia Cedefop de la Unión Europea. Esta previsión supone nuevos desafíos para el país ya que tiene una de las peores tasas de escolarización en FP de grado medio de todos los países de la OCDE, el 12 % frente al 26 % promedio de esta organización.

Si bien los datos duros de empleabilidad indican que ir a la universidad sigue valiendo la pena, medir el valor de la universidad a través de salarios e ingresos, comercializa y minimiza el verdadero valor de la educación superior.

Más allá de encargarse de la formación de trabajadores, las universidades deben formar ciudadanos y apoyar en la construcción de soluciones a los problemas globales, sirviendo de palancas para impulsar la movilidad social y el crecimiento inclusivo de las sociedades. Pero ¿cómo pueden las universidades adaptarse a las exigencias del mundo actual sin perder su esencia?

Lifelong learning: el aprendizaje no termina en la universidad

En el pasado, una formación universitaria era suficiente para encontrar un trabajo estable que permitiera a las personas independizarse económicamente. La fórmula —ve a la universidad, estudia, gradúate, consigue un trabajo y jubílate— funcionó para muchas generaciones, pero tras la Gran Recesión la realidad hoy en día es más compleja.

Esta problemática mundial, más la brecha de habilidades que se ha desencadenado por el ritmo tan rápido de los avances tecnológicos, ha llevado a que personas que ya cuentan con estudios universitarios tengan que volver a la universidad para capacitarse, ya sea a través de un posgrado o cursos en habilidades específicas demandadas por el mercado laboral.

Es así como las unidades de formación profesional, educación continua y en línea de las universidades, tendrán un papel primordial en la formación no solo de las nuevas generaciones de profesionistas sino también en la formación continua y a lo largo de la vida de aquellas personas que necesiten actualizarse constantemente. Las universidades deben servir a todos los ciudadanos, no solo al grupo de 18 a 24 años en el que se han enfocado en el pasado.

Diversas universidades ya se están preparando para recibir a este nuevo tipo de estudiantado. Más que estudiantes “no tradicionales”, el nuevo perfil de estudiante universitario será vitalicio, un estudiante que nunca se desligue completamente de su universidad y regrese constantemente a ella conforme lo vaya necesitando.

Además, será esencial que las universidades adopten normas inclusivas de edad para dar respuesta a la diversidad no solo del estudiantado sino de todas las personas que están alrededor de la universidad. Actualmente, existen 51 universidades en todo el mundo que forman parte de lo que se conoce como la Red Global de Universidades Amigables con la Edad. Para formar parte de esta red, una universidad tiene que cumplir los 10 principios que la Universidad de la Ciudad de Dublín ideó cuando lanzó esta iniciativa en 2012. Pero además de cumplir con estos principios, ser una universidad amigable con la edad significa no solo pensar en estudiantes mayores, sino también en los profesores, el personal de apoyo y administrativo, exalumnos y residentes de la comunidad.

Si tomamos en cuenta que la esperanza de vida ha aumentado en la mayoría de los países, no solo nuestro tiempo de vida se está alargando, también los años que estaremos activos intelectual y profesionalmente. Según datos de un estudio realizado por la Universidad de Washington, España será el país con mayor esperanza de vida en el año 2040, si las tendencias actuales continúan. ¿Están las universidades preparadas para recibir a esta nueva demografía estudiantil?

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-dia-que-cambio-el-curso-de-la-educacion-superior

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El Big Data seleccionará al empleado… ya no se exigirá título universitario

Redacción: Hispanidad

El cambio no será fácil pero llegará, como pasa en Google, Amazon o IBM: si su hijo le pregunta qué estudiar dígale que no lo sabe pero que el Cielo nunca se lo podrán quitar.

Pues fíjense ustedes que ahora que parecía que exigíamos títulos académicos, certificaciones y licencias profesionales para todo, las grandes compañías del sector tecnológico (GoogleAmazonIBM, por citar algunas) y de otros sectores también (CostCoStarbucksHilton o Bank of America) han anunciado, o aplican ya sin más anuncio, la política de no exigencia de título universitario para el acceso a empleos cualificados que tradicionalmente lo requerían.

El anuncio es interesante por la tendencia que pronostica, la de la formación al margen de las universidades, y por el fracaso que muestra, el de estas organizaciones como proveedoras de capacitación con valor de mercado. Respecto de esto último, el error tal vez fue introducir en las universidades los planes de estudios y las escuelas de las formaciones técnicas, las antiguas escuelas especiales en España o los institutos politécnicos en otras latitudes, que preparaban muy bien a ingenieros, expertos mercantiles, pero que no eran universitarios porque la Universidad tradicionalmente se había dedicado a la Ciencia y el Pensamiento con mayúscula. Esto incluía el Derecho y la Medicina, así como todo lo que podríamos englobar en las diversas ramas de la Filosofía, incluida la Economía, y las Ciencias Naturales. Básicamente, la Universidad formaba pensadores y humanistas, y el que quisiera saber sobre el motor de explosión, la resistencia de los materiales o la partida doble en Contabilidad, debía acudir a otro sitio.

El error tal vez fue introducir en las universidades los planes de estudios y las escuelas de las formaciones técnicas

El cambio no será tan fácil, pero será, porque la certificación académica, mejor o peor, reduce mucho los costes de búsqueda del empleador. Al fin y al cabo, un requisito de titulación, aunque esta no sea lo importante, reduce el número de candidatos a estudiar. Habrá, pues, que buscar métodos alternativos de cribado, pero eso en la época del Big Data terminará siendo fácil. Todo se tratará en ver qué variables aparecen con frecuencia en los individuos exitosos en una actividad, por peregrinas que puedan parecernos dichas variables. Tal vez no haya entonces que presentarse a una selección, tanto como esperar a ser llamado para un empleo por la Gran Base que auscultará nuestra vida y le indicará al empleador que somos el sujeto que busca. La ausencia de información pública sobre nosotros nos dejará fuera del circuito de empleo.

Eso no nos deja a los individuos totalmente ajenos al proceso o pasivos en el mismo, como quieran verlo. Ni a las instituciones de formación. Las segundas tal vez deban seleccionar, dirigir y formar a sus estudiantes en las habilidades que les harán exitosos. Tal vez los propios empleadores crearán las escuelas. Los buenos despachos de abogados estarían dispuestos, si el acceso al ejercicio se obtuviera mediante un simple examen, con independencia de los títulos previos del candidato: diez años de pasante podrían ser mejor para formar abogados especializados, otra cosa son juristas, que un grado en Derecho.

Habrá enfrentamientos entre los que gozan de un empleo protegido por una patente pública, liderados por los políticos, y los que no, a cuyo frente estarán las grandes corporaciones

Así que en los próximos años, años porque ahora todo va muy rápido, vamos a ver fuertes enfrentamientos entre los que gozan de un empleo protegido de algún modo por una patente pública y los que no. De eso va el conflicto del taxi con Uber y Cabify, aunque les parezca que queda lejos, o el más reciente de los guías turísticos. Los primeros, los protegidos por la patente, lo que incluye al funcionariado cada vez más numeroso y pobre, tenderán a refugiarse en la reglamentación y el Estado con el consiguiente igualitarismo. Los segundos pedirán desregulación, bajos impuestos porque no querrán sostener a aquellos y obtendrán fuerte discriminación salarialpara bien y para mal. Al frente de los primeros, los políticos. Al de los segundos, las grandes corporaciones.

¿Habrá terceros? Siempre hay terceros en un enfrentamiento. Los que descubran el éxito económico serán atacados por los dos: impuestos siempre y copia del éxito por las grandes corporaciones cuando pueda producirse en masa. Sólo algunos pequeños sobrevivirán.

Si su hijo le pregunta qué estudiar dígale que no lo sabe pero que el Cielo nunca se lo podrán quitar.

Fuente: https://www.hispanidad.com/noticias-bancarias-semana/el-big-data-seleccionara-al-empleado-ya-no-se-exigira-titulo-universitario_12003522_102.html

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