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Acuerdo global en la Conferencia de la OIT sobre la acción para la recuperación de la COVID-19

Ginebra / OIT 2021

La Conferencia Internacional del Trabajo ha adoptado un Llamamiento Mundial a la Acción en el que se esbozan medidas para crear una recuperación de la pandemia centrada en las personas y evitar que las economías y las sociedades queden marcadas a largo plazo.

GINEBRA (OIT Noticias) – Los delegados de 181 países que representan a los gobiernos, trabajadores y empleadores en la Conferencia Internacional del Trabajo  (CIT) han adoptado por unanimidad un Llamamiento Mundial a la Acción para una recuperación de la COVID-19 centrada en las personas, que dé prioridad a la creación de empleos decentes para todos y aborde las desigualdades causadas por la crisis.

El Llamamiento Mundial a la Acción para una recuperación centrada en las personas esboza un programa exhaustivo. Compromete a los países a garantizar que su recuperación económica y social de la crisis sea «totalmente inclusiva, sostenible y resiliente».

El acuerdo incluye dos conjuntos de acciones acordadas. El primero abarca las medidas que deben adoptar los gobiernos nacionales y sus «interlocutores sociales» empresariales y sindicales, para lograr una recuperación rica en empleo que refuerce sustancialmente las protecciones sociales y de los trabajadores y apoye a las empresas sostenibles.

Un segundo conjunto de acciones abarca la cooperación internacional y el papel de las instituciones multilaterales, incluida la OIT, con el objetivo de aumentar el nivel y la coherencia de su apoyo a las estrategias nacionales de recuperación de la pandemia «centradas en las personas».

Hace un llamamiento a la OIT -con su mandato de justicia social y trabajo decente- para que desempeñe un papel de liderazgo y utilice todos los medios para respaldar el diseño y la aplicación de estrategias de recuperación que no dejen a nadie atrás, incluso reforzando la cooperación con otras instituciones del sistema multilateral.

El Llamamiento a la Acción se basa en la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo , adoptada en la CIT de 2019. El Llamamiento ofrece una vía para acelerar la aplicación práctica de la Declaración mediante la mejora de las políticas y las inversiones que apoyan una recuperación de base amplia y plenamente inclusiva. También hace un llamamiento a la acción urgente y coordinada en áreas relacionadas, incluyendo la cooperación y la solidaridad internacionales para garantizar un acceso global e igualitario a las vacunas, los tratamientos y las medidas preventivas.

El Director General de la OIT, Guy Ryder, acogió con satisfacción el acuerdo: «La creación de una recuperación que sea inclusiva, sostenible y resiliente debe convertirse en una de las principales prioridades de las políticas públicas. Esta resolución ofrece un camino claro y completo que permitirá a los países convertir en acciones concretas la aspiración moral y política de no dejar a nadie atrás».

Y añadió: «La eficacia y la resiliencia de la recuperación de la COVID-19  dependerán en gran medida de su amplitud y de su carácter socialmente inclusivo. A menos que abordemos específicamente las desigualdades que se han agudizado durante esta crisis, existe un riesgo muy real de que las consecuencias económicas y sociales causen cicatrices a largo plazo, en particular para los grupos desproporcionadamente afectados, como los jóvenes y las mujeres, y las pequeñas empresas y microempresas que proporcionan la mayor parte del empleo mundial.»

En una sesión especial de la CIT, antes de adoptar el Llamamiento a la Acción, los delegados participaron en la primera jornada de la Cumbre sobre el Mundo del Trabajo, de dos días de duración: Acción global para una respuesta a la COVID-19 centrada en las personas. En la Cumbre se debatieron los efectos de la pandemia en los mercados laborales, y las estrategias de recuperación que promueven la justicia social y el trabajo decente.

En la Cumbre también se escucharon mensajes de vídeo de los principales líderes mundiales , como el Papa Francisco, el Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, el Primer Ministro de Portugal, António Costa, y el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

 

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OIT: el 17 y 18 de junio los líderes mundiales intervendrán en la Cumbre Mundial del Trabajo de la OIT

OIT / Junio 2021

GINEBRA (OIT Noticias) – Líderes mundiales y representantes de gobiernos y organizaciones de trabajadores y empleadores intervendrán en la Cumbre Mundial del Trabajo virtual de la Conferencia Internacional del Trabajo que tendrá lugar del 17 al 18 de junio.

La Cumbre se centrará en la respuesta al devastador impacto de la COVID-19 en el mundo del trabajo y en la acción requerida para construir un mejor futuro del trabajo.

El 17 de junio, a las 11:00 GMT (13:00 CEST), el primer día de la Cumbre  contará con los discursos en vídeo del Papa Francisco, el Presidente de la República de Corea, Moon Jae-in, el Presidente de la República Democrática del Congo, Félix Antoine Tshisekedi Tshilombo, el Primer Ministro de Portugal, António Costa, y el Presidente de EE.UU., Joe Biden (en orden de aparición).

Los discursos de alto nivel irán seguidos de una conversación entre el Director General de la OIT, Guy Ryder, el Secretario General de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), Roberto Suárez Santos, y la Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), Sharan Burrow.

Los discursos y la conversación posterior pueden seguirse en DIRECTO en www.ilo.org/citvivo , donde se puede acceder a las grabaciones de los discursos, descargarlas y compartirlas poco después de que haya terminado la sesión.

El segundo día de la Cumbre , el 18 de junio, habrá una mesa redonda moderada con los Ministros de Trabajo de Costa de Marfil, México, Portugal y Sri Lanka. También participará el Enviado Especial del Secretario General de la ONU para la Financiación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, Mahmoud Mohieldin, así como representantes de organizaciones de trabajadores y empleadores.

Los panelistas debatirán las respuestas a la pandemia de la COVID-19 y los problemas profundos del mercado laboral. También analizarán los retos del multilateralismo y las áreas clave en las que es necesario actuar para construir un mundo laboral con trabajo decente y justicia social para todos.

La mesa redonda comenzará a las 11:00 GMT (13:00 CEST) y podrá seguirse en directo en www.ilo.org/citvivo .

Para más información, póngase en contacto con el Departamento de Comunicación de la OIT: newsroom@ilo.org .

Para la cobertura de la transmisión, póngase en contacto con: multimedia@ilo.org .

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El valor del trabajo

Un aporte esencial para la comunidad, pocas veces apreciado como corresponde

Es importante vigilar de cerca las relaciones laborales bajo la pandemia.

La nueva forma de productividad ha venido a trastornar uno de los aspectos básicos de la vida humana: el trabajo. En este año y medio se ha producido un cambio profundo, no solo en el acceso al empleo –y todo lo que eso implica en términos de subsistencia- sino también en las relaciones laborales, ya desde siempre complicadas y frecuentemente rayanas en la injusticia; pero, sobre todo, en las estructuras sobre las cuales se sostienen la legalidad y legitimidad del trato entre las partes: es decir, entre quienes ofrecen su aporte en experiencia, conocimiento y esfuerzo físico, y quienes pagan por ello.

En estos meses ha quedado evidenciada la elasticidad de esos contratos. La necesidad de obtener los medios para subsistir ha llevado a millones de seres humanos a replantearse el valor de su aporte. De ahí surge un nuevo estilo de relación laboral, de acuerdo con el cual los nuevos métodos de trabajo en línea –gracias a las facilidades tecnológicas actuales- han sustituido, en algunos casos de manera definitiva, el esquema presencial al cual estábamos totalmente acostumbrados. Sin embargo, en esta nueva modalidad se establece una relación cuyas características vulneran el trato justo que debería primar entre las partes.

Se entiende de manera tácita que trabajar gratis y no pagar por el trabajo son dos extremos que se tocan. En ambos hace falta un elemento fundamental: la ética. Dado que el trabajo es una forma de intercambio a través del cual una persona entrega su energía, experiencia y conocimientos a cambio de una retribución económica, ofrecerlo sin ella por temor al despido, lo devalúa y traiciona la esencia del contrato. Esto sucede cada vez con mayor frecuencia en el nuevo esquema, al hacerse evidentes un par de elementos capaces de degradar la relación: el miedo a perder el empleo, por un lado; y la certeza sobre el poder para abusar, del otro.

Es importante reflexionar sobre la complejidad de esta relación productiva entre personas y entidades de diversa índole. Las actividades laborales, cualesquiera sean sus características, implican mucho más que el esfuerzo puntual para realizar una tarea. Detrás de ese acto hay tiempo invertido en la elaboración y transformación de los elementos indispensables para alcanzar un grado de desarrollo y eficiencia determinados; por ello, al dar ese esfuerzo de manera gratuita se cae en un acto de minusvaloración, aceptando que aquello que hacemos bien, no vale nada. Este esquema aplica de manera específica en los casos cada vez más numerosos del trabajo desde el hogar, para el cual la definición de horario laboral se pierde en una mezcla indeseable con el derecho a la privacidad doméstica, mezclándolo todo.

La obligación de ganarse la vida trabajando podría considerarse una maldición bíblica, sobre todo cuando –como sucede cada vez con mayor frecuencia- el esfuerzo es mucho mayor que la recompensa, o también cuando el trabajo incumple la premisa romántica de dignificar a quien lo realiza. O, para ir un poco más cerca de la realidad, cuando representa una forma de violación de ciertos derechos fundamentales de la persona. Esto último comienza a predominar e invadir espacios laborales antes regulados por un sistema de garantías legales, el cual en estos días comienza a perder su incidencia. La vigilancia de estas relaciones se percibe como una medida de urgencia durante la emergencia sanitaria, en donde la explotación laboral –incluido un desprecio injustificado por el esfuerzo de quienes aportan su experiencia y conocimientos- es la modalidad de los nuevos tiempos.

@carvasar

El valor del trabajo

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UNESCO llama a docentes de América Latina y el Caribe a responder encuesta sobre su trabajo en pandemia

Actualmente durante la pandemia de la Covid-19, los docentes se han convertido en el sostén de los sistemas educativos, por esta razón la UNESCO busca conocer las experiencias así como las estrategias que han implementado para salir adelante.

Los resultados obtenidos ayudarán a tomar decisiones a nivel local, nacional y regional, promover programas de apoyo y de formación que sean oportunos para la labor de las y los trabajadores de la educación.

La “Encuesta a docentes de América Latina y el Caribe sobre su situación y necesidades de apoyo en el contexto de la COVID-19”, busca recopilar desafíos enfrentados durante la pandemia y sus necesidades de apoyo en medio de la incertidumbre.

Si forma parte del sistema educativo nacional puede ingresar a la encuesta a través de la página de la Unesco.

Fuente: https://www.larepublica.net/noticia/unesco-llama-a-docentes-de-america-latina-y-el-caribe-a-responder-encuesta-sobre-su-trabajo-en-pandemia

 

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Mundo: La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT

La Organización Internacional del Trabajo advierte en su informe anual de que «hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral», con tasas que han vuelto a los índices de 2015, y señala que las mujeres han sufrido muchas más pérdidas de empleo, mientras ha aumentado su tiempo de los trabajos no remunerados

2022 aún no será el año de la recuperación del empleo perdido por la pandemia en el mundo, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual. «Al menos hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas sufridas», apunta el organismo. Este no es el único daño que deja el coronavirus en el mercado de trabajo. La COVID ha engordado la desigualdad, en muchos de sus ámbitos. Entre países ricos y pobres, entre trabajadores de un mismo entorno, cebándose con los más precarios y haciendo retroceder «cinco años» en los niveles de trabajadores pobres, y también entre mujeres y hombres, siendo ellas las más perjudicadas por esta crisis.

«La crisis del mercado de trabajo provocada por la pandemia de COVID-19 dista mucho de haber terminado». Con esta contundente frase presenta la OIT su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, que se difunde este miércoles en todo el mundo y donde el organismo detecta varios retos del mercado laboral debido a la pandemia.

La OIT calcula que el próximo año seguiremos hablando de pérdidas de empleo globales. El organismo habla del «déficit de puestos de trabajo» inducido por la pandemia, que tiene en cuenta no solo los empleos destruidos tras la irrupción del coronavirus, sino también aquellos que no se han creado en este contexto de crisis por la pandemia y que estaba previsto que se generasen.

En 2020 la entidad calcula que hubo un déficit de 144 millones de puestos de trabajo, teniendo en cuenta la reducción de 114 millones de trabajadores respecto a 2019 y los «30 millones de nuevos puestos de trabajo» que se estimaba que se iban a crear el año pasado en todo el mundo. La pérdida de 2021 se sitúa todavía en 75 millones de trabajadores y en 2022 aún estima un déficit de puestos de trabajo de 23 millones. En este último año, ya sin pérdidas de trabajadores respecto el escenario prepandemia, pero con una creación de empleo aún lastrada por la pandemia, como se puede observar en el siguiente gráfico.

La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT
Déficit mundial de puestos de trabajo inducido por la pandemia, comparado con 2019

Ya no solo hablando de puestos de trabajo, sino también de horas de trabajo, la OIT indica «las olas recurrentes de la pandemia en todo el mundo han provocado que los índices de pérdidas» se mantengan en cifras altas en 2021. «América Latina y el Caribe, y Europa y Asia Central son las dos regiones más afectadas, con pérdidas estimadas de horas de trabajo en cada caso superiores al 8% en el primer trimestre y al 6% en el segundo trimestre de 2021 (frente a las medias mundiales de -4,8% y -4,4%, respectivamente).

El organismo internacional calcula que en 2022 el número de personas desempleadas en el mundo se situará en 205 millones, todavía «muy por encima de los 187 millones de 2019».

Los trabajadores pobres, en niveles de 2015

Como advirtió en otro estudio Oxfam Intermón, la OIT también llama la atención sobre que la COVID-19 ha incrementado la desigualdad en el mundo. Por varios motivos, como una vacunación que está dejando atrás a los países pobres frente a los ricos, así como la mayor vulnerabilidad de los llamados «trabajadores informales» que no han tenido acceso en la mayoría de casos a protección social y unas medidas que han amortiguado la crisis –como el teletrabajo– más accesibles para trabajos cualificados y para hogares con mejores recursos (por ejemplo en lo referido en el acceso a internet).

Una maraña de factores que deja un mundo más desigual, entre los diferentes países y dentro de estos. Más desigual y con más trabajadores pobres. En comparación con 2019, a nivel mundial, la categoría de trabajadores pobres o sumamente pobres (es decir, que viven en hogares con una suma inferior a 3,20 dólares de los Estados Unidos por persona al día) ha aumentado, en lugar de retroceder. «Ha engrosado en 108 millones de personas», indica la OIT hasta un total de unos 700 millones de personas trabajadoras en pobreza extrema o moderada. La pobreza extrema, en concreto, ha sumado 34 millones de trabajadores.

Las medidas para compensar la caída de los ingresos laborales han sido más frecuentes en los países de ingresos más altos y, en cualquier caso, estas «en su mayor parte, se aplican a los «trabajadores formales», recuerda la OIT, lo que ha dejado a personas en situación irregular o con trabajos vulnerables sin protección. «Hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral, ya que esta ha alcanzado tasas equivalentes a las de 2015», resalta el organismo. Esto empaña el horizonte de erradicar la pobreza en 2030, comprometido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Riesgo para la igualdad de género

La agencia de las Naciones Unidas para el mundo del trabajo subraya el riesgo que supone la pandemia para otra desigualdad: la de género. «Las mujeres se han visto excesivamente afectadas por la crisis» laboral de la COVID-19, advierte la OIT. En primer lugar, con una mayor pérdida de empleo: en 2020, la contracción del empleo femenino fue del 5% frente al 3,9% del empleo masculino. También es más elevada la cantidad de mujeres que dejaron el mercado laboral y pasaron a la inactividad, indica el estudio.

Pero además, como ha apuntado ya alguna investigación nacional, la pandemia que supuesto que las mujeres volvieran a asumir más los cuidados y el trabajo no remunerado en el hogar. «El aumento de las responsabilidades domésticas derivadas del confinamiento por la crisis ha planteado el riesgo de un ‘retorno a lo convencional’ con respecto a los roles de género», llama la atención la OIT.

Las mujeres ya soportan una carga desproporcionada del trabajo no remunerado en circunstancias normales y la crisis del coronavirus la ha incrementado. Entre otros motivos figuran el cierre de colegios y escuelas infantiles durante la pandemia, pero también por la mayor presencia de los trabajadores en casa por el teletrabajo. «En Canadá, por ejemplo, se ha descubierto que las madres solteras de niños menores de 6 años han sufrido una disminución del 28% de las horas de trabajo como consecuencia de la crisis», menciona el informe de la OIT.

Estas desigualdades de género durante la pandemia ya son preocupantes, pero lo serán más aún si no revierten con la recuperación y se confirma ese riesgo de volver al pasado en los avances entre mujeres y hombres. «Los retrocesos en la igualdad de género son especialmente preocupantes en aquellas regiones donde las brechas de género ya eran muy acusadas antes de la crisis», apunta el organismo.

Para contrarrestar este camino hacia la desigualdad en sus diferentes facetas, la OIT apuesta por una recuperación estructurada en torno a cuatro principios: promover el crecimiento económico de base amplia y crear empleo productivo; apoyar los ingresos de los hogares y la transición en el mercado de trabajo; apostar por un crecimiento y un desarrollo económicos inclusivos, sostenibles y resilientes; y utilizar el diálogo social para formular estrategias de recuperación centradas en las personas.

Fuente: https://rebelion.org/la-pandemia-aumenta-los-trabajadores-pobres-y-pone-en-riesgo-la-igualdad-de-genero-en-el-mundo-segun-la-oit/

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La pobreza profunda que desata la migración desde Guatemala

Alvina Jerónimo Pérez se sienta por horas en el viejo y raído sillón de plástico en la sala de su casa, le avergüenza que sus vecinos la vean después de su intento fallido de migrar a Estados Unidos y vive angustiada, pensando en las deudas que aún tiene qué cubrir.

Su casa de un solo piso, de cemento y madera, se encuentra en un terreno que le heredaron sus padres, en la cima de una montaña en Tizamarte Chiquimula, en la región oriente de Guatemala.

Su esposo Aníbal García construyó la humilde vivienda, y hace varios meses le agregó un nuevo cuarto en la parte de atrás. Jerónimo intentó migrar el año pasado, en parte para reunir dinero y poder pagar un préstamo que recibieron para hacer la nueva habitación.

Le parecía una apuesta segura en aquel momento. “Como la gente pasaba (la frontera), pensamos que nos iban a dejar pasar”, dijo Jerónimo, de 42 años. El traficante, o coyote, le dijo que trajera a su hija para asegurar el pase. Su viaje incluía un trabajo garantizado en los EEUU, le aseguró, con lo cual podría pagar todas las deudas que generaba su partida.

Así que puso la casa como garantía para pagarle al traficante 7.700 dólares. “El trato era que cuando llegáramos a EEUU, íbamos a pagar ese dinero y nos devolverían la escritura”, dijo Jerónimo. “Pero no se pudo”.

En marzo de 2020, la mujer y su hija Yessenia, de entonces 14 años, dejaron Tizamarte con un coyote.

Tres semanas después fueron detenidas entrando a los Estados Unidos, en Texas, y una semana después fueron deportadas a Guatemala. Cuando Jerónimo se dio cuenta de que serían enviadas de vuelta a su país, lloró. “Pensaba en todo lo que me había costado hacer el viaje. Me preguntaba ‘¿qué voy a hacer? Ya perdí todo’”.

De regreso en Tizamarte, una comunidad maya chortí, su único refugio es su casa, que ahora está en riesgo de perder. No quiere ver al vecino que le ayudó a organizar el viaje con el coyote. Cambió el chip de su celular para evitar las llamadas telefónicas acosadoras de la persona que le prestó el dinero para viajar y que ahora exige el pago o su casa.

La historia de Jerónimo es similar a la de miles de guatemaltecos y guatemaltecas que luchan por reunir el dinero necesario para emigrar a Estados Unidos. A menudo proviene de familiares que ya viven en el norte o de redes de prestamistas.

A veces, los migrantes también deben vender sus posesiones, incluidas sus casas, o como Jerónimo, entregar las escrituras a alguien como garantía. A todos los migrantes les impulsa la posibilidad de romper el ciclo de pobreza que afecta a más del 60% de la población del país.

La pandemia de COVID-19 pareció frenar inicialmente la migración a Estados Unidos, pero en abril de 2020 la cantidad de migrantes que llegaron a la frontera de ese país con México comenzó a incrementarse. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense informó que sólo en abril de 2021 se reportaron más de 30.000 encuentros con migrantes guatemaltecos en la frontera suroeste.

En un intento de mostrar la importancia que presta al fenómeno, el presidente estadounidense Joe Biden designó este año a la vicepresidenta Kamala Harris como responsable de encontrar soluciones a las causas de la migración.

Harris visitará Guatemala, aunque desde hace semanas comenzó a sostener reuniones virtuales y en persona con funcionarios, grupos no gubernamentales y empresarios sobre los temas a tratar, incluidos la pobreza, la corrupción, la violencia y el cambio climático. La vicepresidenta también ha expresado interés en grupos que históricamente han enfrentado discriminación como las mujeres, los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades LGBTQI.

El gobierno de Joe Biden teme que un posible incremento de migrantes, especialmente niños y familias en su frontera sur, distraiga la atención de sus metas en política nacional, incluso cuando trata de presentar un rostro más compasivo que su predecesor.

Jerónimo es una de los más de 228.000 guatemaltecos deportados por Estados Unidos desde 2015. Para muchos de ellos, el sueño americano se frustró. Volvieron a casa con el estigma del fracaso y deudas enormes que son impagables en un país donde el salario mínimo, para quienes tiene la suerte de tener trabajo, es de alrededor de 11 dólares por día.

Jerónimo no ve otra salida más que intentar irse otra vez.

En la casa de Jerónimo hay un viejo y oxidado refrigerador blanco. Para no gastar en electricidad, lo conecta ocasionalmente, cuando necesita mantener frío algo, pero la mayoría del tiempo sólo es un mueble que sostiene el viejo televisor del hogar.

En los meses secos de invierno su casa, con varias grietas en las paredes y techo de lámina, es oscura y fría. En temporada de lluvias, hace calor y sofoca. Su hogar está junto al camino de tierra en la entrada de Tizamarte, donde viven 110 familias, unas 700 personas.

A cinco horas en automóvil de la capital de Guatemala, Tizamarte está en el llamado “corredor seco”, una franja de tierra que se extiende desde el sur de México hasta Panamá, donde el cambio climático ha provocado una serie interminable de sequías y tormentas tropicales devastadoras para las comunidades más pobres.

Tizamarte es una comunidad en donde la gente practica la agricultura de subsistencia para alimentar a sus familias y trabajan en la cosecha del café para conseguir efectivo que les permita pagar gastos escolares y medicinas. Además, cada familia tiene por lo menos a algún familiar que migró a EEUU.

En Chiquimula, el departamento donde se localiza Tizamarte, sólo se produce café para exportación y su producción representa el 10% de todas las ventas del grano de Guatemala al exterior, según la Asociación Nacional de Café (Anacafé).

Durante la cosecha de café, de noviembre a febrero, los campos se tiñen de verde y de puntos rojos del fruto. El pueblo cobra vida con el flujo, modesto, de efectivo. Cada trabajador recibe casi 8 dólares por quintal de café cortado y al día llenan entre uno y dos quintales.

Jerónimo y su esposo se encuentran entre los pocos que tienen otras pequeñas fuentes de ingresos.

En la época de la cosecha, la familia de la mujer vende a los jornaleros pollo y papas fritas, cocinadas en una vieja estufa naranja, por menos de 2 dólares. La mayoría pagan en billetes de 100 quetzales, una parte del salario recibido. Jerónimo también tiene una pequeña tienda de comestibles en un cuarto de su casa.

Jerónimo no recolecta, ni tiene tierra para cultivar café. Su esposo cultiva maíz y frijol para su propio consumo en una pequeña parcela que alquilan. Por lo general, se las arreglan con dos comidas al día, regularmente tortillas de maíz, frijoles y café.

En Tizamarte, la mayoría de las casas tienen electricidad, pero el agua corriente es escasa. En toda la comunidad hay cinco chorros públicos donde mujeres y niños hacen fila para llenar vasijas del líquido.

El año pasado, mientras gran parte del mundo se cubría con mascarillas y aprendía sobre el distanciamiento social por la pandemia, la vida siguió como de costumbre en Tizamarte. Hubo pocos casos confirmados en comunidades cercanas, pero ninguno en Tizamarte, y Jerónimo no usó una mascarilla sino hasta que estuvo bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza.

Guatemala tiene servicios básicos de salud limitados, especialmente en comunidades rurales como Tizamarte y ha tenido problemas para obtener la vacuna contra COVID-19.

En Camotán, el municipio del que es parte Tizamarte, poco más de 130 de sus casi 61.000 pobladores icipio habían sido inmunizados a fines de mayo. Aun así, aquí sólo se han registrado 151 casos de COVID-19 desde el inicio de la pandemia, según registros del Ministerio de Salud.

La enfermera Gloria Amador Morales realiza controles de salud en Tizamarte y en otras tres comunidades que están bajo su cuidado. En el polvoriento y despintado centro comunitario donde atiende a los pacientes no hay agua corriente.

La enfermera, de 40 años, vacuna y mide a los bebés y detecta los efectos de la desnutrición con un ojo entrenado. Durante el año pasado, ha sido prácticamente la única persona que se ha puesto una mascarilla protectora contra la pandemia.  “Aquí al menos un miembro de cada familia está o ha intentado estar en Estados Unidos”, dijo la enfermera.

Adán Rivera, un campesino de 40 años, explicó que cuando se acaba la cosecha de café ya no hay trabajo y la gente prefiere irse.

“A quién se le dé la oportunidad que se vaya, migrar no es fácil va peligrando uno, pero hay necesidad”, dijo Rivera, quien en la siembra pasada llevó a sus tres hijos pequeños para cosechar café, porque juntos podían llenar hasta tres grandes sacos en un día y obtener hasta 24 dólares.

Jonathan Menkos, economista y director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, dice que para entender la migración forzada hay que entender también las condiciones de pobreza en las que viven la gente. La falta de empleo, de servicios públicos básicos y la corrupción se combinan para crear migrantes económicos. Incluso para quienes trabajan, sus ingresos mensuales promedio son menores que el costo de la canasta de productos básicos.

Guatemala sobrevive de las remesas enviadas a casa por esos migrantes. El año pasado, el dinero enviado por migrantes a sus familias representó más del 14% del producto interno bruto del país.

“Es una triste paradoja, porque esos expulsados (los migrantes)… para proteger a sus familias envían dinero que dinamiza la economía y hacen que ese modelo continúe expulsando a más gente”, dijo.

Fue en marzo de 2020, cuando la pandemia recién comenzaba en Guatemala, que Jerónimo decidió emigrar.

Jerónimo y su hija Yessenia se fueron temprano una mañana. Ella no dice exactamente cómo, ni quién es el coyote. Llevaba una muda de ropa en una pequeña mochila y 500 quetzales (unos 65 dólares). Era la primera vez que Jerónimo viajaba fuera del departamento de Chiquimula, cerca de la frontera con Honduras.

Durante tres semanas, madre e hija caminaron, viajaron en autobuses y vehículos particulares. Jerónimo dice que no recuerda los detalles de su ruta y se limita a decir que le preocupaba su hija y que pudieran hacerle algo.

Dice que en la frontera norte mexicana pasaron días encerrados con otros migrantes dentro de una casa de seguridad antes de cruzar a Estados Unidos.

La Patrulla Fronteriza los detuvo apenas cruzaron. Las mantuvo juntas durante siete días y luego las puso en un avión de regreso a Guatemala en abril de 2020.

No se les hizo la prueba de COVID-19 ni en Estados Unidos, ni en Guatemala. Cuando su vuelo aterrizó en la ciudad de Guatemala, fue la primera vez que Jerónimo pisaba la capital de su país.

La administración de Trump fue duramente criticada por esos vuelos de deportación durante la pandemia.

El ministro de Salud de Guatemala dijo en abril de 2020 que los deportados desde Estados Unidos habían provocado un aumento en el número de casos de COVID-19 en el país centroamericano.

Jerónimo llegó a su país sin un centavo. Tuvo que pedirle a un familiar en los Estados Unidos que le transfiriera 50 dólares para comprar boletos de autobús de regreso a Tizamarte.

Jerónimo no era la primera de su familia en intentar irse de Guatemala.

Su yerno, Santiago de León, se fue en diciembre de 2018 con su hijo Wilman de 5 años. Ellos lo lograron. Pero cuando De León encontró trabajo, no tenía forma de llevarse a su hijo y tenía que dejarlo encerrado en un departamento todo el día.

“No había nadie que lo cuidara, a veces él mismo se preparaba comida. Cuando llegaba el papá a veces era tan tarde que ya lo encontraba durmiendo”, dice Hilda García Jerónimo, hija de Alvina y madre del niño. Ella le pidió a De León que enviara de vuelta a Guatemala a su hijo.

Ocho meses después de su llegada, De León envió al niño de regreso con su madre en un vuelo comercial, con un amigo que tenía visa.

De León envía a su esposa 125 dólares cada mes para mantener a sus tres hijos.

Juan de León, de 16 años, hermano de Santiago, decidió irse solo a Estados Unidos en abril de 2019. Tránsito Gutiérrez, la madre de Juan, dijo que su hijo se fue porque quería ayudar a la familia, que a veces no tenía nada para comer.

“Juanito” llegó a Texas, pero fue detenido por la Patrulla Fronteriza. Mientras estuvo bajo su custodia se enfermó y fue hospitalizado en Corpus Christi. Ahí murió. Las autoridades guatemaltecas dijeron que el jovencito murió de una infección cerebral. Su cuerpo fue enviado de regreso a Guatemala y enterrado en Tizamarte.

Casi un año después fue cuando Jerónimo decidió que tenía que irse.

Jerónimo vive con Aníbal García desde que eran adolescentes. Tienen tres hijos, dos de los cuales, Yessenia y su hermano de 20 años, viven con ellos.

“La casa es de ella, el terreno es de ella”, dijo García. “Lo construí, pero no hay nada a mi nombre. Entonces ella decidió que se iba”.

En marzo pasado, Jerónimo volvió a pensar en irse de Guatemala. El riesgo de perder su casa está latente y con el fin de la cosecha de café volvió a cerrar su negocio de pollo y papas fritas.

“Si pudiera, iría”, dijo Jerónimo.

Lo ganado con el negocio del pollo en los últimos meses le permitió a Jerónimo abonar 650 dólares al primer préstamo que hizo para la construcción del cuarto adicional de la casa y que la empujó originalmente a migrar. Pero todavía tiene pendiente otro pago, además de los 7,700 dólares por su fallido intento de migrar.

En los últimos años, los paquetes de los contrabandistas incluyen tres intentos de cruzar la frontera de EEUU, un reconocimiento de que es una gran inversión que no siempre da resultado. A veces los migrantes contratan directamente a un traficante, al coyote, pero en el caso de Jerónimo hubo un intermediario.

Jerónimo pensó que también obtendría al menos dos intentos más, pero el intermediario que coordinó el coyote aparentemente se embolsó un tercio de su pago, por lo que el contrabandista se negó a llevarla de nuevo. Ese intermediario vive a 100 metros de la casa de ella.

Esa persona, conocida localmente como el “jalador”, ayuda a reclutar migrantes para el traficante. También fue él quien gestionó que otro migrante que vive en EEUU, y que antes vivía en una comunidad vecina, le prestara los 7,700 dólares a Jerónimo.

Quien le prestó el dinero, o incluso alguno de sus familiares, le llamaba y enviaba mensajes de texto de vez en cuando, preguntando cuándo le pagará. El primer plazo que tenía se cumplió en octubre, pero Jerónimo pidió más tiempo. Las amenazas de apoderarse de su casa se hicieron tan frecuentes que decidió cambiar el chip de su teléfono.

Jerónimo no es la única que vive angustiada ante la posibilidad de perder su casa.

Yessenia dice que conoce los riesgos que podría enfrentar si intentara migrar sola, pero está dispuesta a hacerlo.

“Perder la casa y quedarme sin nada me asusta más”, comentó.

Yessenia lleva dos años sin estudiar porque, incluso antes de la pandemia, sus padres no podían pagar una escuela. De niña soñaba con ser policía y aunque ahora aún espera volver a estudiar, el tema de la casa ensombrece todo.

“Lo que quiero es que se salve la casa y que ya no esté la escritura en manos de otro, sino en manos de nosotras”, dijo. “Con tal de ayudar a mi mamá me voy”.

Los padres de Yessenia no están de acuerdo. Y Jerónimo dice que si encuentra una manera ella es la que volverá a irse, aunque signifique tener más deudas.

“Eso es lo que te desespera lo suficiente como para emigrar”, dice Jerónimo. “Es pura necesidad”.

Fuente: https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2021-06-02/la-pobreza-profunda-que-desata-la-migracion-desde-guatemala

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Mundo: Es necesario apoyar a los educadores de manera que puedan contribuir a forjar un mejor futuro del trabajo, dice la OIT

Mundo/28-05-2021/Autor(a) y Fuente: www.ilo.org

Los trabajadores de la educación precisan de un mayor apoyo si han de proporcionar el aprendizaje adicional necesario para construir una recuperación de la pandemia más sostenible y resiliente.

© Phil Roeder

GINEBRA (OIT Noticias) – Existe la necesidad urgente de invertir en la educación, en la formación y en el trabajo decente para los trabajadores de la educación de manera que puedan contribuir con la recuperación post COVID-19, puso de manifiesto la Reunión técnica sobre el futuro del trabajo en el sector educativo de la OIT .

El aprendizaje permanente eficaz y una educación de calidad para todos son esenciales para un futuro del trabajo mejor. Si los educadores, los formadores y el personal de apoyo han de satisfacer esta necesidad y preparar el camino para los desafíos del futuro, será necesario que dominen las nuevas tecnologías y técnicas de enseñanza, comprendan la demanda de competencias del mercado laboral y reciban el apoyo para hacer frente a sus nuevas responsabilidades.

“El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo”, declaró Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión que congregó a gobiernos y organizaciones de empleadores y de trabajadores de todas las regiones.

La pandemia de COVID-19 ha representado un gran desafío para los educadores. La reunión puso de manifiesto la rapidez de los cambios que están teniendo lugar, en particular el uso masivo de la tecnología. Estos cambios, además de las funciones y responsabilidades adicionales, están revolucionando los empleos de los docentes, los administradores y el personal de apoyo de la educación.

El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo.»

Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión

Otro desafío es poner en relación el mundo de la educación con las necesidades de los empleadores e invertir en la educación y la capacitación técnica y profesional.

“Garantizar que la educación y los sistemas de formación respondan a las necesidades de los mercados de trabajo es una prioridad absoluta”, explicó Santiago García Gutiérrez, vicepresidente empleador. “Existe la necesidad urgente de poner en contacto el sector privado con la educación y la formación a fin de proveer recursos y experiencia, y dotar a los alumnos con las competencias que requieren los empleadores”.

Los problemas que afectan las condiciones de trabajo de los educadores deben ser abordados, y la mejor manera de hacerlo es a través del diálogo social, destacaron los participantes a la reunión técnica.

“El diálogo social es fundamental para promover el trabajo decente, lo cual incluye estabilidad laboral, los salarios adecuados, el bienestar, la gestión de la carga de trabajo, las políticas educativas y la autonomía profesional”, señaló el vicepresidente trabajador, Jelmer Evers. “Las conclusiones de la reunión incluyen además disposiciones para la negociación colectiva sobre el uso de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático, la protección de los datos y la privacidad, que serán importantes para garantizar que los educadores tengan una voz en los numerosos cambios que están configurando la educación”.

La reunión adoptó unas conclusiones que otorgan a los gobiernos, los empleadores y los trabajadores un fuerte mandato para invertir en la educación y la formación de calidad, así como en el trabajo decente para los educadores. Los participantes pusieron de manifiesto que la educación es un derecho humano, un bien y público y una responsabilidad pública, y no una mercancía. La reunión destacó además que el sector privado tiene un papel que desempeñar en el suministro de una educación de calidad.

“La adopción de estas conclusiones es muy importante”, declaró el vicepresidente gubernamental, el Embajador Mahlet Hailu Guadey de Etiopía. ¨Los educadores y el personal docente son los elementos fundamentales de los sistemas de educación de calidad. Ofrecerles trabajo decente es esencial para garantizar una educación de calidad”.

Fuente e Imagen: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_794442/lang–es/index.htm
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