¿Es posible la esperanza en una sociedad como la colombiana?

América del Sur/Colombia/12.06.18/ Por Julián De Zubiría Samper/Fuente: www.semana.com.

Culmina una de las campañas más agresivas de la historia reciente de Colombia. ¿Es posible restablecer la confianza? El pedagogo Julián De Zubiría piensa que el país podría estar cerca de un “mayo del 68”, pero en Colombia: la emergencia de una juventud, que hastiada de la clase política, impulsa una transformación cultural.

Culmina una de las campañas electorales más agresivas, mentirosas y tensas de las últimas décadas. La fractura generada en el tejido social es inimaginable. Las redes se llenaron de fanáticos enardecidos para insultar a quienes piensan distinto, y, con todo tipo de descalificaciones, convirtieron a sus contradictores en feroces enemigos.  En muchas familias, instituciones y grupos de amigos, terminó por proscribirse la discusión política: se tornó inviable el debate argumentado y reflexivo de ideas. Como decía Aristóteles, “en momentos de ira e intenso dolor, la razón se nubla”. Pues parece que la razón de los colombianos se nubló, y que la ira, la pasión y la venganza, coparan hasta las mínimas rendijas. Nos invadieron los miedos y las amenazas, las sutiles y las directas; e incluso, las que se hacen con revólver en mano, a plena luz del día. Obviamente, no es algo nuevo en un país acostumbrado durante siglos a la violencia, y en el que quienes detentan el poder nunca han querido compartir, ni siquiera las migajas. En las elecciones de 1990 fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales: Galán, Jaramillo, Pardo Leal y Pizarro. ¡Cuatro candidatos presidenciales asesinados!

Aun así, en los últimos años, en el país parece especialmente generalizada la descalificación y la agresión. En este contexto, Humberto de la Calle, el gran arquitecto de la paz en Colombia, quien dedicó 5 años, con todas sus días y noches enteras a labrar el más complejo y completo acuerdo de paz realizado hasta el momento en la historia humana, ha sido calificado de “enemigo de la paz”, y le “exigen que se calle”, simplemente porque anunció su voto en blanco para la segunda vuelta. Así mismo, Ingrid Betancourt fue considerada como “puta”, “ramera” y “desagradecida”, al anunciar su voto a favor del candidato Gustavo Petro. Miles de trinos le expresaron su deseo infinito para que volviera a ser secuestrada. Son síntomas inocultables de una sociedad embebida en el odio y la sed de venganza. Es el indicador de que triunfaron las más maquiavélicas costumbres de la clase política de envenenar a un electorado inculto y poco crítico, para que saliera a votar “emberracado” y con miedo.

Pero la vida seguirá después del 17 de junio y tendremos que hacer lo posible por reconstruir el tejido social, volver a soñar y reestablecer la confianza que, entre las mafias, la clase política y el narcotráfico, han destruido en mil pedazos. No me cansaré de decirlo: Es inviable una sociedad, en la que, como la colombiana, tan solo creemos en cuatro de cada cien personas que conocemos. Así no es posible el trabajo en equipo, los proyectos nacionales o el futuro como nación, porque tan solo trabajaríamos en pequeños grupos de cuatro colombianos, al pie de noventa y seis desperdigados, aislados o rechazados, en quienes no creemos.

Una vez más queda muy mal parada la educación. En la escuela no aprehendimos a dialogar, a respetar las diferencias, a argumentar y contra argumentar, ni a relativizar las ideas. Y es aparentemente lógico que sea así, ya que seguimos dedicados a trivialidades que no dejan tiempo a las cosas esenciales de la vida. En la universidad tampoco se consolidan estas competencias, porque desde tiempos inmemoriales se han ocupado de impartir conocimientos y técnicas muy especializadas, fragmentadas y sofisticadas, pero muy distantes de la vida.

Sin embargo, todos debemos entender que la educación no sólo está en las manos de los maestros. También, entre otros, educan los padres, los políticos, los jueces, los amigos y los medios masivos de comunicación. El problema grave es que cada vez que un político se considera con el derecho a cambiar las leyes para proteger sus intereses y los de su familia, maleduca a millones de jóvenes que lo siguen. Cada vez que un partido político le da el aval a quien roba recursos públicos o participa en alianzas con organizaciones criminales, está enseñando a la población a que haga lo mismo. Y cada vez que un juez aparece ligado a procesos de venta de servicios para disminuir la pena a corruptos o asesinos, está convalidando los actos de corrupción ante la sociedad.

Parece un círculo vicioso imposible de romper: La escuela no desarrolla el pensamiento crítico, lo que facilita la manipulación de la clase política. Ellos incentivan el miedo, lo que les garantiza la obediencia de un pueblo inculto. Los políticos crean así a grupos de fanáticos seguidores, que gritan, amenazan e insultan y que argumentan y reflexionan muy poco. Por tanto, las decisiones políticas de jóvenes y adultos, terminan siendo intuitivas, emocionales y determinadas por los intereses de los grandes medios masivos de comunicación.  En el caso colombiano, lo anterior se complejiza significativamente, si somos conscientes que llevamos décadas conviviendo en medio de masacres, secuestros, narcotráfico, guerrillas y paramilitares. Lo que introduce una bomba de tiempo en la estructura ética y valorativa de la sociedad. Es el engendro que Mockus denominó: La “cultura del atajo”. Una cultura en la que “todo vale” para conseguir el “éxito” y “salir adelante”. Se le pone zancadilla al compañero, se gastan los recursos que no se tienen en silicona, se evaden impuestos y pagan sobornos; se hacen gigantescas filas para participar en el lavado de dinero a plena luz del día, en filas custodiadas por policías y sutilmente camufladas en “pirámides” receptoras de dinero ilegal, pero validadas, respetadas y defendidas por la sociedad. En solo una de ellas, hace diez años, dos millones de colombianos depositaron los dineros que no tenían, con la ilusión de acrecentarlos de manera mágica y rápida; y seguramente, porque en el sistema financiero nunca tuvieron opción de nada, salvo de asumir deudas impagables.

En la primera vuelta electoral, más de cinco millones de colombianos no eligieron ninguno de los candidatos hoy en contienda. Es una fuerza grande y fuerte que no se siente representada por las opciones polarizantes. Es una fuerza nueva y creciente, que siente que este país no será viable si no toma una ruta más incluyente, respetuosa de la diferencia y más reflexiva. También hay que reconocer que es un centro diverso y con policromía, pero que está cansado de la descalificación, la intolerancia y las agresiones permanentes. Quien gane las elecciones, tendrá que contar con ellos. Este centro ayudará a atemperar el polo triunfante. Eso esperan, incluso quienes votan por los dos polos, que también siguen siendo una fuerza excesiva para garantizar el desarrollo humano y sostenido.

¿Es posible la esperanza cuando todo parece indicar que la clase política tiene una forma camaleónica y cínica de cambiar de color para defender sus votos? ¿Es posible la esperanza cuando la clase política es capaz de reestablecer alianzas con los enemigos más extremos, con tal de seguir defendiendo sus intereses?

No hay la más mínima duda de que la esperanza es una fuerza inagotable. Una y otra vez, todo vuelve necesariamente a la educación, que es la fuerza más grande que conoce la vida para cambiar a otro ser humano. Necesitamos comprometernos con una poderosa transformación cultural si queremos salir del hueco en el que nos metimos. Sin duda, no la impulsarán los políticos que fueron los que nos condujeron a ella. La impulsarán los artistas, educadores, jóvenes e intelectuales. Ojalá logremos quitarles, por lo menos parcialmente, los micrófonos. Necesitamos escuchar más la voz de los investigadores, los niños y los artistas. Hay que empoderar a la sociedad civil. Padres y madres tendremos que aportar en el hogar a fortalecer un ambiente más reflexivo y tolerante. Los cambios culturales son largos y lentos, pero casi nunca los han impulsado los políticos. Casi siempre provienen de la sociedad civil; en especial de los educadores, los jóvenes y los artistas. Pero como son tan lentos, tenemos que empezar cuando antes. Ojalá desde este 18 de junio.

Acompañé a Antanas Mockus, porque siempre he creído, como él, que la vida es sagrada y sabía que, de haber ganado, no escatimaría esfuerzos para luchar contra la «cultura del atajo», tan generalizada en Colombia. Estuve con Sergio Fajardo: la esperanza es una fuerza invencible. Hoy no tengo duda: siguen siendo las prioridades defender la educación y la paz. Así hoy esté representada en otro candidato. Soy hijo de mayo de 1968 y como ellos creo que hay que ser realistas y pedir lo imposible. La esperanza nunca muere.

Nunca pensé ver el día en el que toda la vieja clase política nacional tuviera que arroparse con un candidato para enfrentar a un país hastiado de la corrupción; pero la generosidad y el compromiso ilimitado de Claudia López y de Antanas Mockus, lo hicieron posible. La pregunta es ¿a qué lado de la historia estará usted el próximo 17 de junio?

Estamos ad portas de un “mayo del 68”, pero en Colombia. De los jóvenes dependerá que la rueda de la historia siga marchando para delante. (No lo olviden, los votos en redes, en Facebook y en Twitter, no se contabilizan).

Fuente del artículo: https://www.semana.com/educacion/articulo/que-pasara-despues-de-las-elecciones-en-educacion/570759

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La constancia y el saber educativo del profesor Juan López Vega.

Por: Antonio Estupiñan Sanchez.

En el amplio mundo de la enseñanza y la educación en sus diferentes facetas para la responsabilidad con los niños y los jóvenes tienen como factor primordial al maestro y al profesor que lo ejerce dando su tendida mano de cara a la formación del alumnado que germina desde sus raíces hasta la adolescencia y uno de estos profesores lo tenemos en la respetable persona de don Juan López Vega nacido en 1952 en el pueblo del Carrizal del término municipal de la Villa de Ingenio.

Por esos años de la Pos / Guerra donde la mayoría de los habitantes de esta isla de Gran Canaria sufrieron las consecuencias alimentarias con aquellas «cartillas de racionamientos» en pro de nuestra subsistencia donde la niñez y la juventud de Juan López Vega logró sobrellevarlo y salir adelante gracias al tesón y responsabilidad hogareña de sus padres Juan López Viera y María Vega López y su prole de tres hijos.

BUEN PROFESOR Y EXCELENTE PALMARÉS EDUCATIVO

Juan López Vega comenzó sus estudios en la escuela de Enseñanza Primaria del que fuera gran maestro don José Serrano Nieto allí fue uno de los alumnos más aventajados de su promoción educativa posteriormente siguió su andadura académica en el Instituto Laboral de Telde para luego pasar al Seminario Eclesiástico más tarde prosigue sus estudios en el C.O.U. del Instituto Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria para desde allí pasar a la Escuela del Magisterio donde en 1975 obtuvo el título de Diplomado Universitario en Ciencias Sociales, Geografía e Historia.

Juan López Vega es una gran persona respetada y querida en su pueblo natal del Carrizal tanto dentro como del espacioso ámbito del mundo social, cultural y educativo, su encomiable don personal y su constancia como buen consejero en el difícil mundo de la educación le ha hecho acreedor por su valoración y su sabiduría intelectual y diplomática donde muchos alumnos suyos, profesores y múltiples vecinos de su pueblo natal del Carrizal, Ingenio y demás municipios de la Comarca del Sureste que han tenido el honor de conocerlo y escucharlo personalmente.

En 1975 Juan López Vega comenzó sus andaduras educativas en el colegio de E.G.B. «Claudio de la Torre» en Carrizal varios años más tarde en 1978 estuvo en el colegio nacional «García Escames» de Las Palmas un año más tarde (1979) estuvo en el colegio «Barrio Costa» en Las Majoreras y ese mismo año volvió nuevamente al «Claudio de la Torre» hasta el año 2000 para pasar posteriormente y culminar su trayectoria educativa en el Instituto del Carrizal hasta su jubilación en 2012 donde ejerció como vice / director (cuyas principales funciones consistía en el cargo de las actividades en general del centro educativo) cargo que ejerció también en el Claudio de la Torre así como de director de este colegio y del colegio Barrio Costa. Atrás queda 37 años de plena dedicación de sus deberes docentes lo que representa un excelente palmarés educativo (en dos etapas), la primera basada en el ayer de divulgación de la anterior enseñanza y su segunda etapa de las nuevas modalidades de hoy (siglo XXI) en la enseñanza moderna y de las nuevas tecnologías.

BUEN ESCRITOR, ORADOR Y PRESENTADOR

El profesor don Juan López Vega poseedor de una excelente virtud ha publicado cuatro libros de nombre «Aproximación a la historia socio religiosa del Carrizal», también un libro de poemas y fábulas «Amalgama» conjuntamente con la profesora Nila Hernández, otro de sus libros «Eco que ayer fueron voces» que versa sobre el curanderismo, superstición y creencias y por último «La sombra de la cucaña» que recorre los sacrificios del mundo de la aparcería en el sureste de Gran Canaria, también colaboró en el libro «Surcos y Ceretos» que habla del cultivo y empaquetado del tomate. Asimismo ha realizado canciones de carnaval para la murga de Carrizal «Los Legañosos», también ha contribuido en múltiples intervenciones y presentaciones públicas, conferencias divulgativas, diversos pregones incluidos obras de teatro costumbristas.

«La diferencia de la educación en el pasado siglo XX =nos dice Juan López Vega= y la transformación cultural / educativa en el nuevo siglo XXI tiene dos importantes facetas la de ayer que era la educación memorística y poco participativa por la sencilla razón de que los libros eran pocos, mientras hoy en la actualidad y de lleno en este siglo XXI existe una mayor amplitud de conocimientos y diversas maneras distinta de trabajar de el profesor y el alumno siendo las nuevas tecnologías fundamental en la problemática escolar y en el aprendizaje al alumno».

Don Juan López Vega en esta pequeña biografía que les dedico con respeto y admiración en el presente año de 2017 goza de una merecida jubilación en unión de su distinguida esposa doña Julia Rivero Méndez y la prole de dos hijos.

Fuente:  http://www.infonortedigital.com/portada/opiniones/item/62079-ingenio-la-constancia-y-el-saber-educativo-del-profesor-juan-lopez-vega

Imagen: http://www.infonortedigital.com/portada/images/noticias/Opiniones/Profesor_Juan_L%C3%B3pez_Vega_2017.jpg

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