Canada: La crisis del racismo anti-negro en las escuelas persiste de generación en generación.

América del Norte/Canada/theconversation.com/

Los informes recientes de las experiencias escolares de los estudiantes negros en la escuela primaria, intermedia y secundaria en Toronto cuentan una historia de negligencia y desprecio. Esta falta de atención incluye la falta de acceso a materiales de lectura apropiados y relaciones de apoyo con maestros y administradores.

En conversaciones sobre su vida escolar, los estudiantes negros hablan sobre el tratamiento adverso por parte de sus maestros y compañeros, incluido el uso regular de la «palabra n».

Estos problemas contribuyen a los días escolares alienantes y problemáticos para los estudiantes negros. Y nada de esto es nuevo: el racismo en las escuelas de Toronto y Ontario ha estado en curso durante décadas .

Hace veinte años, el ex político Stephen Lewis fue designado para asesorar a la provincia de Ontario sobre las relaciones raciales. El nombramiento se produjo después de que una marcha para «detener la violencia policial contra los negros» se convirtiera en un levantamiento en Toronto. Lewis pasó un mes consultando con personas y grupos comunitarios en Toronto, Ottawa, Windsor y Londres y luego presentó un informe sobre las relaciones raciales.

El escribio:

Los estudiantes [con los que hablé] eran ferozmente articulados y a menudo profundamente conmovedores … No entienden por qué las escuelas son tan lentas para reflejar la sociedad en general. Un joven brillante en una escuela secundaria del este de Metro dijo que había llegado [al final de la escuela secundaria] sin tener una vez un libro de un autor negro [asignado a él]. Y cuando otros estudiantes, en la gran reunión de la que formó parte, comenzaron a nombrar libros que les habían dado para leer, los títulos eran Black Like Me y To Kill and Mockingbird(¡Ambos, increíblemente, por escritores blancos!). Es absurdo en un mundo que tiene una cornucopia positiva de magnífica literatura de autores negros. Recuerdo además a una joven animada de una escuela secundaria en Peel, que describió su escuela como multirracial, y luego agregó que ella y sus compañeros tenían maestros blancos, consejeros blancos, un director blanco y un maestro blanco les enseñó historia negra. no me gustaron …

Más de dos décadas después, los informes continúan mostrando que las juntas escolares no satisfacen las necesidades e intereses educativos de los estudiantes y padres negros.

Dudley Laws, miembro fundador del Comité de Defensa de la Acción Negra, habla sobre una manifestación de «detener la violencia policial contra los negros» en el Queen’s Park en Toronto en mayo de 1992 después de varios asesinatos a tiros de jóvenes negros por la policía. La prensa canadiense / Hans Deryk

Hace dos años, dirigí un estudio para examinar las experiencias escolares y los resultados educativos de los estudiantes negros. Encuestamos a 324 padres, educadores, administradores escolares y administradores. Hablamos con estudiantes negros de secundaria y universitarios en el área metropolitana de Toronto (GTA) que participaron en las cinco consultas comunitarias que realizamos en cuatro distritos escolares.

Los participantes hicieron eco de lo que los estudiantes dijeron hace 20 años en el informe Lewis. Los estudiantes negros dicen que «están siendo tratados de manera diferente a sus compañeros que no son negros en las aulas y pasillos de sus escuelas». Ellos dicen que todavía hay una falta de presencia negra en las escuelas. Hay pocos maestros negros, el plan de estudios no aborda adecuadamente la historia negra y las escuelas carecen de un proceso equitativo para ayudar a los estudiantes a lidiar con el racismo anti-negro.


Leer más: Las brechas de rendimiento de los estudiantes racializados son una alerta roja


Los estudiantes hablaron sobre la falta de atención de sus maestros y administradores a sus preocupaciones, intereses y necesidades. Hablaron de trato diferencial o «injusto», y notaron la falta de voluntad de sus maestros para abordar las denuncias de racismo .

Los participantes dijeron que percibían una disciplina más punitiva de los estudiantes negros. También dijeron que observaron la «transmisión de estudiantes negros a cursos por debajo de su nivel de habilidad». Dijeron que se desaconsejaba que los estudiantes negros asistieran a la universidad.

El año pasado, realicé otro estudio con estudiantes negros de primaria, secundaria y secundaria en la Junta Escolar del Distrito de Peel (PDSB), un distrito multirracial en Ontario. Este estudio produjo la misma lista de preocupaciones .

No perteneciente

Los estudiantes informaron que las «personas que no son negras» llamaban «n-word», como lo expresan. Este uso de epítetos raciales se suma a un clima educativo ya alienante para muchos estudiantes negros.

Un estudiante de secundaria dijo: «La gente se está sintiendo demasiado cómoda al decir esa palabra».

El uso de la ‘palabra n’ parece estar en aumento, incluso en las escuelas intermedias. Unsplash

Un estudiante de secundaria compartió su reacción al ser llamado la palabra n:

“Recuerdo una vez en que casi abofeteé a este tipo [por usar la palabra n]; pero yo dije: ‘¡Nah! No voy a dejar que esto suceda o dejar que me moleste así ”.

Al igual que los estudiantes negros antes que ellos, sus experiencias contribuyeron a su «sentido de no pertenencia» y a un ambiente escolar que hizo que el aprendizaje fuera problemático, difícil y desafiante.

Más allá de Toronto, los estudiantes negros y sus padres se quejan de manera similar sobre el uso de la palabra n en las escuelas públicas canadienses: varios informes de noticias hablan de padres en juntas escolares en York , Ottawa , Montreal y Halifax.

Una madre de Montreal dijo a CTV News que, en una discusión con su compañero de clase, un hijo blanco llamó a su hijo «la palabra n». La madre continuó diciendo: «Estoy en guerra con el racismo sistémico que ocurre en la escuela».

CBC Kids News publicó una historia sobre dos estudiantes negros de grado 12 en Nueva Escocia que dieron presentaciones a sus compañeros en toda la provincia sobre ser llamados la palabra n. Uno de los presentadores, Kelvin, dijo que la palabra se usa comúnmente para «lastimar» y humillarlo. «Dijo que la palabra y sus implicaciones no habían sido enseñadas por los maestros en ninguna de sus clases.

Algunos padres y educadores han conectado este racismo continuo con una epidemia de salud y seguridad para los estudiantes negros en las escuelas de Ontario.

Que la «palabra n» traiga implicaciones para la salud y la seguridad, así como una profunda consternación para los estudiantes negros, debería ser una preocupación de los maestros. Los maestros deben examinar los materiales del curso por su contenido e impacto en el aprendizaje de los estudiantes.

Fuente: https://theconversation.com/the-crisis-of-anti-black-racism-in-schools-persists-across-generations-120856

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El sexismo y la misoginia de los académicos afrodescendientes

Por Esther Pineda

El movimiento negro/afrodescendiente se constituyó y organizó con el propósito de visibilizar la violencia colonial contra las comunidades africanas y sus descendientes en la diáspora, denunciar y actuar ante las múltiples y sistemáticas formas de discriminación racial existentes en nuestras sociedades contemporáneas, rescatar la herencia africana ante el continuo asedio de la supremacía blanca y, promover el autorreconocimiento étnico; sin embargo, para nadie es un secreto que el movimiento negro/afrodescendiente se ha caracterizado desde sus inicios por su sexismo y misoginia.

El movimiento negro/afrodescendiente si bien durante décadas se ha nutrido del esfuerzo, movilización, teorización y acción de las mujeres negras y afrodescendientes, poco se ha preocupado por su situación social y por la triple opresión (sexo, raza y clase) que estas mujeres experimentan; quienes se encuentran expuestas a diversas formas de discriminación y victimación por el hecho de ser mujeres pero también por ser afrodescendientes (lo cual las coloca en condición de mayor vulnerabilidad con respecto al grupo de mujeres víctimas del sexismo patriarcal pero no racializadas y de los hombres racializados pero no sexualizados).

En el pasado y aún en la actualidad, este movimiento ha estado monopolizado por los hombres negros y afrodescendientes; son ellos quienes detentan el poder en los espacios académicos, políticos y de activismo, quienes monopolizan el prestigio y los recursos, quienes publican papers, libros y coordinan antologías, quienes dictan conferencias magistrales, quienes deciden quienes formarán parte de sus simposios e integrarán sus paneles de discusión; y son ellos quienes coordinan cátedras en las universidades más prestigiosas del mundo pues, aunque en su discurso repiten hasta el cansancio “pachamama”, “babylon” y “antimperialismo”, detentan sus posiciones principalmente allí, en los predios del segregacionista Estados Unidos y de la colonialista Europa que tanto desdeñan.

Estos hombres racializados pero privilegiados por el patriarcado, ante las demandas de las mujeres negras organizadas les piden paciencia, siempre afirman que no es el momento, que primero debe atenderse en términos generales y colectivos la situación de las comunidades afrodescendientes y la discriminación racial, que pueden y deben esperar; en definitiva, que el problema es racial y no de género. Incluso algunas de estas respuestas se presentan de forma más agresivas y violentas, en las que se acusa a las mujeres negras y afrodescendientes de mezquinas por pensar en sus opresiones, intereses y necesidades; al mismo tiempo que se les señala por supuestamente fragmentar y dividir el movimiento negro/afrodescendiente.

Estos hombres negros y afrodescendientes son los mismos que tras una conferencia o un panel en el que participan mujeres negras y afrodescendientes académicas o activistas rápidamente se les aproximan, no para discutir su trabajo, sus aportes o la calidad de sus intervenciones, sino para cosificarlas, hipersexualizarlas, realizar acercamientos no deseados e intentar seducirlas. Algunos aprovechan estos espacios para conocer mujeres negras a las cuales posteriormente se dedican a acosar sexualmente a través de las redes sociales y otros medios de comunicación. También abundan los casos en los que estos hombres académicos y activistas negros, prestigiosos y privilegiados contactan a jóvenes mujeres académicas y activistas que se inician en dicho ámbito de estudio, trabajo o acción social, para organizar reuniones con fines de trabajo; reuniones que la más de las veces encubren otras intenciones y por lo cual generalmente son convocadas por los sujetos en cuestión en los hoteles de las ciudades donde ellos se hospedan.

Algunos de estos hombres racializados son confesos golpeadores de sus esposas y novias negras y afrodescendientes, algunos ejercen violencia psicológica y abusan de las mujeres bajo el discurso del amor afrocentrado; mientras que otros recurren a su poder para acosar a jóvenes estudiantes y utilizan sus privilegios económicos, académicos y políticos para evadir la justicia ante casos de violación perpetrados contra mujeres negras y afrodescendientes. Lamentablemente estos hechos de violencia son continuamente ignorados y encubiertos por el movimiento negro/afrodescendiente, así como, por el feminismo negro bajo el argumento de no profundizar la situación de opresión de los hombres “nuestros hermanos” ya racializados.

Por ello, es necesario desmitificar y desromantizar las masculinidades negras y afrodescendientes pues, estos hombres también ejercen múltiples formas de violencia, violación y femicidios sobre los cuerpos de las mujeres racializadas. Como ya lo he dicho en otras oportunidades, que la lucha contra el racismo no se convierta en una justificación para profundizar y solapar la violencia contra las mujeres negras; que no se convierta en excusa para encubrir y justificar hombres negros violentos, acosadores, violadores y femicidas.

Fuente: https://iberoamericasocial.com/el-sexismo-y-la-misoginia-de-los-academicos-afrodescendientes/

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Escalada masiva de la violencia sexual en Sudán del Sur

Sudán del Sur/31 julio 2017/Fuente: África Fundación

Según reporta Aministía Internacional en un nuevo informe, miles de mujeres, niñas y hombres de Sudán del Sur, que han sido violados en ataques sexuales por motivos étnicos durante el conflicto en curso, están luchando contra la angustia mental y el estigma sin tener a dónde acudir para pedir ayuda.

El informe se basa en entrevistas a 168 víctimas de violencia sexual en Sudán del Sur y en campamentos de refugiados en la vecina Uganda, donde se encuentra la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el mundo.

El nuevo informe de Amnistía Internacional, titulado «No permanezca en silencio», descubre graves actos de violencia sexual contra miles de personas en todo el país desde que comenzaron las hostilidades en diciembre de 2013.

«Esta es una violencia sexual premeditada a gran escala. Las mujeres han sido violadas en grupo, agredidas sexualmente con palos y mutiladas con cuchillos «, dijo Muthoni Wanyeki, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno y los Grandes Lagos.

10 defensores de los derechos humanos de Sudán del Sur, cuyas identidades han sido ocultadas, han trabajado junto a Amnistía Internacional en este informe.

Según el documento, los autores provienen de ambos lados del conflicto, enfrentando a las fuerzas progubernamentales del presidente Salva Kiir, un Dinka, contra las fuerzas de oposición del ex primer vicepresidente, Riek Machar, un nuer, y sus respectivos grupos armados aliados.

El nuevo informe describe la magnitud de la violencia sexual en Sudán del Sur como «masiva».

Algunas de las agresiones sexuales no ocurren durante los combates, sino entre los millones de personas que se refugian del conflicto.

Para realizar este informe se entrevistó también a 16 víctimas varones, algunos de los cuales dijeron que habían sido castrados o tenían sus testículos perforados con agujas.

Muchas víctimas manifestaron sufrir pesadillas, pérdida de memoria, falta de concentración, y habían pensado en venganza o suicidio – todos los síntomas comunes del trastorno de estrés postraumático.

«Algunos de los ataques parecen diseñados para aterrorizar, degradar y avergonzar a las víctimas y, en algunos casos, impedir que los hombres de grupos políticos rivales puedan tener descendencia», dijo Wanyeki.

«El gobierno del sur de Sudán debe tomar medidas deliberadas para detener esta epidemia de violencia sexual, comenzando por enviar un claro mensaje de tolerancia cero, ordenando inmediatamente una investigación independiente y efectiva de los ataques que se han producido y asegurando que los responsables sean sometidos a juicios justos», agregó.

El año pasado, por ejemplo, las Naciones Unidas reportaron un 60% de aumento en la violencia de género en Sudán del Sur, con el 70% de mujeres que se encuentran en los campos de la ONU en la capital, Juba, violadas desde el comienzo de la guerra civil a mediados de Diciembre 2013.

Fuente: http://www.africafundacion.org/spip.php?article28210

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El racismo de Trump que nos refleja como humanidad

Por Ilka Oliva Corado

  El discurso de aceptación de Trump en la Convención Republicana fue todo un ultraje a la paz y la democracia, fue en sí un llamado a la violencia y a la continuidad de políticas racistas e injerencistas. 
Al comienzo de la carrera por la presidencia muchos lo tacharon de loco como desprestigio, no, los locos son otra cosa, Trump es la ejemplificación del  pensamiento ultraconservador que rige los cimientos de este país: a su sociedad y su sistema.  Trump lo único que he hecho es decir en voz alta lo que la mayoría en esta sociedad habla atrás de las puertas.
No voy a decir, “los republicanos” porque los demócratas son idénticos solo que lo manejan por el lado camaleónico y utilizan  la doble moral a su conveniencia, los republicanos van directo a la yugular y  escupen en la cara, mientras que los demócratas dan la mano en un gesto de conciliación y en las mismas  pegan la puñalada por la espalda. Podríamos hacer un repaso por la política externa en tiempo de gobernantes demócratas y veremos la injerencia, el terror y muerte que ha dejado a su paso. El ejemplo más reciente: Obama que no tiene nada que envidiarle a los Bush. 

El que hoy Trump sea el candidato oficial del Partido Republicano es responsabilidad absoluta de la mediatización que lo puso ahí, como contragolpe a Hillary Clinton (invisibilizando a Sanders en todo momento) los medios de comunicación jugaron en todo momento del lado de Trump, públicamente,  pero estratégicamente del lado de Clinton. Sabían que tocando la yugular del Ku klux klan lograrían la reacción en masa que beneficiara a Clinton. 

Desde los inicios sabían muy bien  que el objetivo era crear un monstruo que evidenciara el racismo y xenofobia de la sociedad estadounidense y para eso tenían que darle el mayor eco posible a los discursos segregacionistas de Trump. ¿La finalidad? Despertar el temor lo más temprano posible para que las masas vieran en Hillary Clinton la única salida. Y lo peor es que lo lograron. Lo que le espera al mundo con una presidenta como ella. Porque muchos ciudadanos darán su voto a Clinton, no porque los represente pero como castigo hacia Trump.  De una u otra manera el sistema tiene a las masas donde las quería.

Cualquiera así a ojo de buen cubero dirá que es mejor Clinton que Trump, cuidado,  que Clinton representa al capital no es ninguna pera en dulce. 

Vendrá entonces  en la Convención Demócrata con un discurso conciliador y bajado de tono, perfectamente bien estructurado para pegar fuerte en las mentes de los aún indecisos y fortalecer a sus seguidores y así asegurar el voto. Su mejor estrategia es hacerse pasar como feminista y mujer de valores morales: en una sociedad de doble moral eso es  el tiro de gracia. 

Trump expresó con claridad su odio hacia los inmigrantes indocumentados que al referirse a la frontera sur del país, habla de los latinoamericanos, quiere hacer un muro, ¿qué dice de la injerencia de su país en Latinoamérica que es la causante principal de la migración forzada? Si su país dejara la injerencia la migración forzada no existiera. ¿Por qué no promete con el mismo ahínco que su país dejará de invadir países y asesinar multitudes en su política externa? 

No es sorpresa que la Patrulla Fronteriza apoye a Trump, pues es xenófoba. No sorprende que ningún indocumentado quiera denunciar lo que sucede en la frontera, pues nunca será escuchado y al contrario será encarcelado y deportado. Es el sistema completo contra la inmigración indocumentada; desde la Patrulla Fronteriza, pasando por quien toma la denuncia y el juez que la desestima y  ordena cárcel para el “terrorista”. Porque en Estados Unidos es tan terrorista un indocumentado por el hecho de no tener papeles y un musulmán solo por su religión o país de nacimiento.  Cuando todos sabemos quiénes son los verdaderos terroristas y el capital que los crea y los mantiene. 

 Existe una película extraordinaria que es la mejor producción que se  ha podido hacer en este país referente al sistema y la migración indocumentada, se llama, “Machete”. Parece sarcasmo pero evidencia en absoluto lo que hace este sistema con los indocumentados en todos los niveles, desde que pasan la línea fronteriza. Ahí se ve a gente de la política, muy poderosa,  disparando a indocumentados en las cacerías nocturnas. Cosas  ya comunes  que realizan actores de Hollywood como Steven Seagal  que con metralleta en mano es cazador de inmigrantes en la frontera. ¿Qué dice la sociedad de esto, los religiosos, los demócratas? Ni pío. 

El problema nunca ha sido  Trump porque cualquier candidato presidencial tiene el derecho a su ideología y a la libre expresión del pensamiento,  aquí el cuestionamiento es hacia la parte de la sociedad que lo apoya: en ella hay maestros, doctores, ingenieros, padres de familia, deportistas. Un vecino cualquiera, un comensal cualquiera en cualquier restaurante, cualquier artista, en cualquier lugar pulula la xenofobia y el racismo. ¿Qué es lo que tenemos que decirles a ellos que no son personajes públicos? ¿Qué es lo que este país tiene que cuestionarse como sociedad? Un padre racista cría hijos racistas, una comunidad racista tiene residentes racistas, un maestro racista educa alumnos racistas y así, y así…,  a excepciones pero son tan pocas y no estoy estereotipando. 

¿Por qué son tantos los seguidores de Trump que lo vitorean cada  vez que habla de emparejarse con Israel y los países aliados para acabar con Siria, Palestina y el mundo musulmán? Que habla desde una superioridad blanca caucásica vid del Ku klux klan y el fascismo al mejor estilo hitleriano. 

¿Por qué son tantos los afro descendientes y latinos los que lo apoyan? Bastedad de asiáticos. ¿Se les olvidó lo de Hiroshima? Esos latinos que niegan su raíz, su sangre, su herencia milenaria, latinos que odian Latinoamérica. Negros que viven y actúan bajo el estándar del hombre blanco anglosajón, que no se reconocen desde su identidad africana, ¿se les olvidó la esclavitud a la que fueron sometidos sus ancestros? ¿Desconocen las muertes de negros en manos de policías blancos caucásicos en crímenes de odio racial? ¿Se les olvidó la lucha por los Derechos Civiles  y sus tantos mártires? 

Esos negros tienen hijos negros que son discriminados en escuelas de blancos, ¿y apoyan un candidato como Trump? Y estos negros discriminan a la comunidad afro porque se creen superiores. Igual con los latinos, se creen anglos porque tienen documentos o porque nacieron aquí, pero ni naciendo aquí se les borrará del gen su herencia milenaria latinoamericana. Así resulten traidores como Cruz y  Rubio. 

Y como pieza importante para cualquier estudio sociocultural que se quiera hacer de este país, hay que tomar en cuenta que esta sociedad está conformada por inmigrantes de todas partes del mundo. Que tienen hijos  aquí de herencia asiática, latinoamericana, europea y africana. 

No podemos lapidar a la sociedad estadunidense basándonos en estereotipos de colores y similares porque ella tiene tanto de nosotros. Entonces queda preguntarnos, ¿nosotros en nuestros países de origen qué tan racistas y xenófobos somos? ¿Cuántos pronunciamos también discursos de odio racial como los de Trump? ¿Cuántos somos homofóbicos, clasistas, racistas, misóginos y patriarcales? ¿Fanáticos religiosos? 

¿Cuántos en nuestro países de origen hemos dado nuestro voto a personajes  dantescos como Trump? Que manejan las mismas políticas contra su propia gente. ¿Cuántos hemos dando nuestro voto por  estructuras neoliberales como las que ofrece Clinton? ¿Cuántos por nuestro color de piel, grado de escolaridad o estatus social hemos discriminado a otros? Si ahondamos un poquito más las respuestas nos van a sorprender. Veremos que somos tan o peor que el discurso de odio que promulgan Trump y sus seguidores.

No olvidemos que todo lo que sucede en Estados Unidos, por ser potencia mundial es el reflejo  inmediato de lo que nosotros somos como humanidad.  Cada vez que pensemos en el discurso de odio de Trump que nos sirva para auto analizarnos y cuestionarnos de nuestro papel en la sociedad y si nuestra doble moral da para continuar con el mismo discurso solapado en la conciliación y valores patriarcales  como el que maneja Hillary Clinton desde su falso feminismo. 

Audio: https://soundcloud.com/ilka-oliva-corado/el-racismo-de-trump-que-nos-refleja-como-humanidadBlog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/07/22/el-racismo-de-trump-que-nos-refleja-como-humanidad/ Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com

22 de Julio de 2016, Estados Unidos.

Ilka Oliva Corado. 

Blog: Crónicas de una Inquilina

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Blog de fotografía: En mi lente choteador.
Radioteca: Ilka Oliva Corado
Poemario: Luz de Faro.
Articulo enviado por su autora a la redaccion de OVE
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Abusos, racismo, venganza y muerte: el rompecabezas de la violencia en Estados Unidos

América del norte / Estados Unidos / 10 de julio de 2016 / Por Gabriela Esquivada de Infoabe.com

 

El asesinato de cinco policías blancos de Dallas a manos de un afroamericano veterano de la guerra de Afganistán, días después del homicidio injustificado de dos afroamericanos por sendos policías blancos, comprobó el sentido de un dicho común en el idioma inglés: two wrongs don’t make a right, la suma de dos actos malos no da por resultado un acto bueno.

«En Dallas una persona enojada por lo que él percibió como una injusticia cometió actos criminales», dijo a Infobae Ken E. Williams, un policía retirado experto en los temas del uso de la fuerza pública y la reforma policial. «No se puede creer que si uno asume la violencia, si uno se convierte en un criminal, no puede recuperar su credibilidad. Eso no es justicia, en absoluto».

Es en realidad un rompecabezas, como definió Valerie Adams-Bass, parte de la Curry School of Education en la Universidad de Virginia. Un rompecabezas con piezas como una historia trágica de racismo, un problema de violencia armada de nivel nacional, la existencia real del crimen y el abuso policial no menos verdadero.

«Hay personas que hablan de la violencia porque el delito existe, pero el delito en las comunidades está asociado a los altos niveles de desempleo y de analfabetismo», dijo la experta. «En cuanto al racismo, nuestro país tiene una larga historia, y una herencia que se aloja en nuestros prejuicios, nuestra educación y también nuestro sistema judicial. Se ve en los niveles de encarcelamiento, abuso y muerte de afroamericanos, en comparación con, por ejemplo, los blancos. El problema es una especie de rompecabezas que causa frustración y enojo, algo que no da a las comunidades la posibilidad de cerrar el trauma».

—¿Y con respecto al accionar policial?

—Si se mira el rompecabezas en su conjunto, para que el país pueda seguir adelante, veremos que quizá no se trata de abuso en la aplicación de la ley, sino en el modo en que los oficiales son entrenados y en los estereotipos raciales negativos que influyen en sus encuentros con las personas negras.

Con el perpetrador, a quien los oficiales volaron con un robot-bomba detonado a distancia, la tensión racial combinada con la violencia armada causó seis muertos más, y otros siete heridos en el ataque contra los policías. Y del mismo modo que el asesinato de los policías Rafael Ramos y Wenjian Liu en 2014 no cambió el hecho horroroso de la muerte del vendedor callejero negro Eric Garner por un policía blanco, las balas deMicah Xavier Johnson no se acercan al concepto de justicia por los asesinatos de Alton Sterling y Philando Castile, por los cuales se realizó la manifestación en Dallas.

Las muertes de Alton Sterling y Philando Castile fueron los últimos abusos policiales que despertaron las protestas.
Las muertes de Alton Sterling y Philando Castile fueron los últimos abusos policiales que despertaron las protestas.

Problema antiguo, tecnología nueva

Desde el surgimiento del movimiento Black Lives Matters (Las vidas negras importan) en 2014, se ha generado una mayor atención pública a una tragedia que, en realidad, no es reciente. La historia del racismo en los Estados Unidos es profunda y sus traumas impregnan innumerables capas de la sociedad, desde las autoridades a los niños de kindergarten.

«Ahora es guerra«, tuiteó —y prontó borró— el comentarista político y ex representante republicano por Illinois Joe Walsh. «Cuidado, Obama. Cuidado, basura de Black Lives Matter. Los verdaderos Estados Unidos van a por ustedes». Y —declaró el jefe de la policía de Dallas, David Brown—, Johnson dijo que se sentía molesto por los acontecimientos de Baton Rouge, Louisiana, y Saint Paul, Minnesota, y que quería matar uniformados blancos.

«Lo que ha aumentado no es la violencia sino la conciencia que las personas tienen del problema«, dijo la académica para establecer un contexto en lo que parece una escalada pero no lo es. «La agresión a los hombres negros no es novedosa: esto ha sucedido de diferentes maneras en la historia de los Estados Unidos».

—¿Qué ha cambiado?

—Hoy tenemos tecnología: los casos que antes quedaban en las comunidades negras, como una acción brutal contra un miembro de la familia, o su abuso o su muerte a manos de un oficial de la policía —en síntesis, casos que no eran de alto perfil—, hoy reciben atención. Casi todo el mundo tiene un teléfono celular con cámara. Y las redes sociales son un canal que permiten que las situaciones se hagan públicas. Y también somos conscientes de los peligros de la estigmatización.

—¿A saber?

—Creo que también hay miedo al prejuicio cultural, a los estereotipos que provocan la pregunta sobre qué hizo la víctima para instigar a que un oficial de la policía le disparase. Los medios estereotipan a los hombres negros como iracundos, violentos, y afectan la percepción de las personas —y los oficiales— que luego entran en contacto real con ellos.

Hoy tenemos tecnología: los casos que antes quedaban en las comunidades negras, hoy reciben atención. Casi todo el mundo tiene un teléfono celular con cámara.

Las personas de carne y hueso no responden a esa imagen del prejuicio negativo. Williams brindó un ejemplo: «Vi gente que participaba de la marcha del movimiento Black Lives Matter que huían de los tiros y contaban a la prensa lo que habían visto, y estaban en shock, y estaban preocupados por la pérdida de vidas policiales también. El odio siempre va a ser malo, pero la falta de compasión es todavía peor. Porque eso es el caos, y el desorden, y nada bueno puede surgir de allí».

Los manifestantes repudiaron las muertes de Alton Sterling y Philando Castile. Luego estalló la locura (Reuters)
Los manifestantes repudiaron las muertes de Alton Sterling y Philando Castile. Luego estalló la locura (Reuters)

La desigualdad ante la ley

«Los afroamericanos se sienten frustrados con el sistema judicial», siguió Adams-Bass. «Los entristece y los enoja la muerte repetida de hombres, mujeres y niños negros que sucede sin condenas».

Para Williams, quien también trabaja en revertir sentencias equivocadas —por las cuales muchas personas, mayoritariamente negras y/o pobres, recibieron condenas por delitos que no cometieron—, las fallas del sistema judicial no son nuevas y contribuyen al problema. «Tenemos una representación excesiva de los afroamericanos en la población encarcelada. Y cuando se encarcela a una persona se afecta a una familia y a una comunidad».

—¿De qué modo?

—Si uno de cada tres hombres de la comunidad negra va a la cárcel, las familias resultan devastadas, reducidas al ingreso único de la madre y con los niños obligados a crecer sin padre. El hombre, a su vez, queda estigmatizado porque cuando sale libre y va a buscar un trabajo tiene un antecedente penal. Y al mismo tiempo se disminuye la seguridad de las comunidades porque una vez que se desestabilizan las familias se crea un potencial mayor para el delito. Es un ciclo muy malo.

La profesora de la Universidad de Virgina cree que se a acumulado la tensión a lo largo de los últimos cinco años. «Caso tras caso se ha generado una frustración porque la gente percibe una falta de debido proceso con quienes han sido victimizados por la brutalidad policial. Y los policías se han convertido en víctimas, pero utilizar la violencia como plataforma para provocar un cambio no es la mejor forma de lograrlo».

—¿A qué se atribuye esa falta de debido proceso con las minorías, en este caso los afroamericanos?

—En los Estados Unidos tenemos una historia de racismo, y también el hábito de soslayar el trauma que han experimentado las comunidades negras. El trauma repetido por distintos actores sociales de distintas maneras se da en este caso por los actos de los oficiales de policía. Eso deja una percepción de falta de justicia, una aplicación desigual de la ley a diferentes personas.

Un caso capital en la saturación pública de ese sentimiento fue, para la experta, del de Treyvor Martin, asesinado por el vigilante (un miembro de una patrulla armada vecinal) George Zimmerman, quien no fue condendo por eso.

«Pensemos en el perfil de este muchacho que vivía en un barrio cerrado, que visitaba a su padre, que no tenía antecedentes penales… era un adolescente promedio. Creo que su perfil como víctima es lo que instigó los orígenes de este movimiento».

—¿Por qué?

—Toda la comunidad se vio afectada: Treyvor Martin era un adolescente como cualquiera, que resultó ser afroamericano. Eso es lo que conmovió: ese adolescente promedio podía ser yo, mi hijo, mi hermano, porque hoy existe una generación más joven con menos paciencia y menos tolerancia. Son más pragmáticos y tienen la tecnología y las redes sociales a mano. Esa juventud ha impulsado el movimiento Black Lives Matter.

Una oficial de policía en la noche de Dallas en la que murieron cinco de sus compañeros (AP)
Una oficial de policía en la noche de Dallas en la que murieron cinco de sus compañeros (AP)

El crimen de la portación de aspecto

Durante 2015 los jóvenes negros tuvieron nueve veces más probabilidades que cualquier otro grupo estadounidense de morir por fuego policial, según una investigación de The Guardian. Ellos, entre los 15 y los 34 años, son el 2% de la población del país, pero representan más del 15% de todas las muertes causadas por las autoridades que se registraron.

Según el diario británico, en total la gente negra fue asesinada dos veces más que la blanca, la hispana y la nativa. Uno de cada 4 afroamericanos muertos por balas policiales no tenían armas.

Durante 2015 los jóvenes negros tuvieron nueve veces más probabilidades que cualquier otro grupo estadounidense de morir por fuego policial

Williams observó la cuestión de una manera global. «En el país tenemos un problema de violencia armada, y los policías son ciudadanos de esta nación, al igual que las personas asesinadas por ellos. Cualquier violencia va a ser mala para la sociedad, en particular la violencia armada. Las armas se han usado largamente para controlar a las personas y los policías usan las armas si es necesario, si perciben una amenaza. Y pueden usar fuerza mortal».

Otro aspecto general, desde la perspectiva de la experta de la Universidad de Virginia, se halla en los medios. Cuando The Drudge Report —un medioonline poderoso y vocero de una derecha intolerante— tituló «Black Lives Kill» («Las vidas negras matan») o el diario sensacinalista The New York Post eligió «Civil War» («Guerra de Secesión») no sólo renunciaron a la seridad informativa, ni tuvieron el menor impacto en la profesión policial.

«Esos titulares son mecanismos decisivos que se emplean para instigar miedo y reforzar las percepciones negativas sobre la gente negra», dijo Adams-Bass. «Refuerzan los estereotipos y para algunos justifican los homicidios trágicos y la fuerza excesiva cuyo uso contra la gente negra se ha documentado. El racismo sigue influyendo las interacciones sociales y los intercambios interraciales en los Estados Unidos».

—¿De qué modo?

—Los retratos que la televisión ofrece de los afroamericanos son negativos, de modo tal que cuando alguien blanco —un policía blanco— se relaciona con ellos en persona no tiene una idea verdadera de los varones negros, las mujeres negras, las familias negras, las comunidades negras. No lo ve como el ser humano que es sino como el temor que representa debido al estereotipo que los muestra, por ejemplo, como peligrosos o predadores. Recordemos que hubo momentos de la historia de nuestro país en el que no se los consideraba humanos.

Un oficial de policía durante la protesta de Dallas (Reuters)
Un oficial de policía durante la protesta de Dallas (Reuters)

Del trauma de la esclavitud a Dallas

Como ex oficial de la policía, Williams encontró «elementos raros» en el comportamiento de los oficiales en los casos de Sterling y Castile; actos que no cumplen el protocolo de seguridad, por ejemplo, con que un policía se debe acercar a un sospechoso, o respuestas apresuradas.

Sin embargo, coincidió con la académica en la necesidad de aplicar un enfoque histórico: «Es un problema antiguo. Si no vamos al comienzo mismo no podemos ver cómo se originó el problema, ni saber si ha mejorado o empeorado».

—¿Cuál sería ese origen?

—Contra su voluntad y bajo la amenaza de un arma la gente negra fue forzada a una posición de servidumbre. Ese es el origen del control del orden en los Estados Unidos. La ley sobre milicias de 1792 decía que cualquier varón blanco de entre 18 y 45 años debía portar armas, realizar tareas de patrullaje y evitar insurrecciones de las personas negras. El uso de las armas fue para controlar a la gente negra; el arma se utilizó para controlar a un grupo en beneficio de otro grupo. Y eso perdura.

—¿Hoy?

—Un ejemplo: en 1968 antes de la guerra contra las drogas, en el país había 200.000 agentes del control del orden. Desde entonces y hasta hoy la cantidad de agentes ha crecido a más de un millón. Tenemos 800.000 más; también más jueces y más fiscales; construimos más prisiones. Años atrás la gente negra creaba empleo para todos los blancos sobre la base de realizar un trabajo por el cual no se le pagaba. Y a pesar de la Guerra de Secesión y las declaraciones de derechos que garantizaron la libertad para todos, tenemos el mismo sistema: crear servidumbre negra para crear trabajo para gente blanca. Es lo único que puede explicar la disparidad de detenciones de la población negra.

Fuente original: http://www.infobae.com/america/eeuu/2016/07/10/abusos-racismo-venganza-y-muerte-el-rompecabezas-de-la-violencia-en-estados-unidos/

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Entrevista:»Cuando el poder brutaliza el cuerpo, la resistencia asume una forma visceral»

Entrevista pensada y realizada por Amarela Varela, Pablo Lapuente Tiana y Amador Fernández-Savater, con la ayuda de Ned Ediciones. Pablo Lapuente transcribió y tradujo del francés.

ENTREVISTA A ACHILLE MBEMBE

«Crítica de la razón negra. Ensayo sobre el racismo contemporáneo» de Achille Mbembe, publicado por Ned Ediciones y Futuro Anterior, es un tratado de la envergadura de «Orientalismo» de Edward Said. En primer lugar, se trata de una arqueología del texto eurocéntrico que construyó una idea de África como continente caníbal y bárbaro, como aquel territorio que sólo podía proveer (aún lo hace) hombres-cosa-mercancía al capitalismo, su cara oscura.

En segundo lugar, el libro es un ejercicio (ético, estético, poético) que plantea, en la misma tradición de Said y los estudios culturales, pensarse, conocerse y des-conocerse “al margen” de esta mirada imperial europea. Es decir, re-construir una memoria “de abajo” sanadora y desvictimizadora -es lo mismo- capaz de proyectar un futuro común. Mbembe rescata aquí la literatura de la otra razón negra, poetas y novelistas, Fanon y Cesaire, en un trabajo serio y delicioso, potente y extremo, doloroso y esperanzador.

Finalmente, este libro analiza la vigencia de las prácticas coloniales/imperiales que “ensalvajan” hoy en día el globo. Lo que el autor llama y anima a pensar como “el devenir negro del mundo”. Ese momento histórico en que, como dice en esta misma entrevista, «la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres- pueda escapar de ello».

Habla usted de “cambio epocal”, ¿cómo se justifica eso? ¿Qué factores lo indican?

En efecto, creo que vivimos un cambio de época. Por un lado, el mundo ha empequeñecido, se ha contraído espacialmente, hemos, de algún modo, tocado sus límites físicos, hasta el punto de que probablemente ningún rincón de la tierra sea desconocido, esté deshabitado o sin explotar. Al mismo tiempo, la historia humana atraviesa una fase caracterizada por lo que llamo la repoblación del planeta, que demográficamente se traduce en un envejecimiento de las sociedades del norte y un rejuvenecimiento del continente africano y asiático en particular.

En cuanto a la estructura de las poblaciones, estamos viendo el crecimiento de una gran segregación social, una suerte de gigantesco apartheid, junto a enormes olas migratorias a escala planetaria que recuerdan a los primeros tiempos de la colonización. Y con respecto a las transformaciones tecnológicas, una de sus principales consecuencias es la transformación de nuestras antiguas nociones de tiempo y de velocidad.

Políticamente, estamos entrando en un mundo nuevo, caracterizado desgraciadamente por la proliferación de fronteras y de zonas exclusivamente militares. Este mundo se afianza gracias al “fantasma del enemigo”, del que hablo en mi último libro, y la emergencia de un Estado global securitario que busca normalizar un estado de excepción a escala mundial, donde las nociones de Derecho y de libertad que eran inseparables del proyecto de la modernidad quedan suspendidas.

Hay, por lo tanto, muchos factores que indican que estamos entrando en un mundo diferente, altamente digitalizado y financiarizado, donde la violencia económica ya no se expresa en la explotación del trabajador, sino en hacer superflua una parte importante de la población mundial. Un mundo que cuestiona radicalmente el proyecto democrático heredado de la Ilustración.

Necropolítica: políticas de muerte

¿Cómo describiría la violencia del capital en este cambio epocal? En su último libro, usted ha definido al neoliberalismo como un “devenir negro del mundo”, ¿podría abundar en ello?

Digamos que en mis libros quiero hacer converger dos tradiciones del pensamiento crítico que desde hacía un tiempo parecían divergir: por un lado, la tradición del pensamiento crítico concerniente a la formación y lucha de clases; por otro lado, la tradición del pensamiento crítico que intenta comprender la formación de las razas. Estas dos tradiciones han sido a menudo contrapuestas, cuando esto, ya sólo en términos históricos, es insostenible.

Si estudiamos atentamente la historia del capitalismo, nos damos cuenta enseguida de que para funcionar tuvo, desde sus inicios, la necesidad de producir lo que llamo “subsidios raciales”. El capitalismo tiene como función genética la producción de razas, que son clases al mismo tiempo. La raza no es solamente un suplemento del capitalismo, sino algo inscrito en su desarrollo genético. En el periodo primitivo del capitalismo, que va desde el siglo XV hasta la Revolución Industrial, la esclavización de negros constituyó el mayor ejemplo de la trabazón entre la clase y la raza. Mis trabajos se han centrado particularmente sobre ese momento histórico y sus figuras.

El argumento que desarrollo en mi nuevo libro es que, en las condiciones contemporáneas, la forma en que los negros fueron tratados en ese primer periodo se ha extendido más allá de los negros mismos. El “devenir negro del mundo” es ese momento en que la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres- pueda escapar a ello.

Esto nos lleva a su concepto de “necropolítica” (o política de la muerte), ¿cómo lo explicaría?

Son dos cosas. La “necropolítica” está en conexión con el concepto de “necroeconomía”. Hablamos de necroeconomía en el sentido de que una de las funciones del capitalismo actual es producir a gran escala una población superflua. Una población que el capitalismo ya no tiene necesidad de explotar, pero hay que gestionar de algún modo. Una manera de disponer de estos excedentes de población es exponerlos a todo tipo de peligros y riesgos, a menudo mortales. Otra técnica consistiría en aislarlos y encerrarlos en zonas de control. Es la práctica de la “zonificación”.

Es significativo constatar que la población de las cárceles no ha cesado de crecer a lo largo de los 25 últimos años en EEUU, China, Francia, etc. En ciertos países del norte, la combinación de técnicas de encarcelamiento y la búsqueda del beneficio ha llegado a un enorme desarrollo. Hay toda una economía del encierro, una economía a escala mundial, que se nutre de la securización, ese orden que exige que haya una parte del mundo confinada. La necropolítica sería, pues, el trasunto político de esta forma de violencia del capitalismo contemporáneo.

Queríamos preguntarle, a propósito de esto, su opinión sobre la actual “crisis de refugiados”: ¿cuál ha sido a su juicio el papel de los gobiernos? ¿Qué opinión le merece la respuesta de la ciudadanía europea?

Es justamente a partir de la necropolítica y la necroeconomía que podemos comprender la “crisis de los refugiados”. Esta crisis es el resultado directo de dos formas de catástrofes: las guerras y las devastaciones ecológicas, que se afirman recíprocamente. Las guerras son factores de crisis ecológicas y una de las consecuencias de las crisis ecológicas es fomentar guerras.

La crisis de los refugiados tiene también que ver con lo que antes llamé la «repoblación del mundo», en la medida en que las sociedades del norte envejecen, aumenta su necesidad de repoblarse, y la migración ilegal es una parte esencial de ese proceso, que seguramente se acentuará en el curso de los próximos años. A este respecto, la reacción de Europa está siendo esquizofrénica: levanta muros en torno al continente, pero necesita la inmigración para no envejecer.

Otro de los conceptos importantes que aparece en sus trabajos, asociado al de “necropolítica”, es el de “gobierno privado indirecto. ¿Qué puede decirnos al respecto?

Ese concepto fue elaborado en los años 90, en una época en la que el continente africano estaba enteramente bajo el poder del FMI y el Banco Mundial. Era un periodo de grandes ajustes estructurales que golpearon duramente la economía africana, de un modo similar al actual caso griego: endeudamiento fuera de cualquier norma, suspensión de la soberanía nacional, delegación de todo el poder soberano a instancias no-democráticas, privatización de todo, especialmente del sector público, etc. La idea de gobierno privado indirecto apunta a esa forma de gobierno de la deuda, que desarrolla por fuera de todo marco institucional una tecnología de la expropiación en países dependientes económicamente, privatizando lo común y descargando la responsabilidad de todo mal en los individuos (“ha sido vuestra culpa”).

Este concepto, elaborado en el contexto del continente africano en los años 90, ¿puede explicar tendencias globales actuales, aplicarse en otras partes del planeta? En México, por ejemplo, mucha gente sigue atentamente sus trabajos por las poderosos resonancias de sus análisis con lo que allí sucede.

Creo que es posible seguir pensando este concepto hoy en día a escala global. El gobierno privado indirecto a nivel mundial es un movimiento histórico de las élites que aspira, en última instancia, a abolir lo político. Destruir todo espacio y todo recurso -simbólico y material- donde sea posible pensar e imaginar qué hacer con el vínculo que nos une a los otros y a las generaciones que vienen después. Para ello, se procede a través de lógicas de aislamiento -separación entre países, clases, individuos entre sí- y de concentraciones de capital allí donde se puede escapar a todo control democrático –expatriación de riquezas y capitales a paraísos fiscales desregulados, etc. Este movimiento no puede prescindir del poder militar para asegurar su éxito: la protección de la propiedad privada y la militarización son correlativos hoy en día, hay que entenderlos como dos ámbitos de un mismo fenómeno.

La transformación del capitalismo desde los años 70 ha favorecido cada vez más la aparición de un Estado privado, donde el poder público en el sentido clásico, que no pertenece a nadie porque pertenece a todos, ha sido progresivamente secuestrado para el beneficio de poderes privados. Hoy resulta posible comprar un Estado sin que haya gran escándalo y EEUU es un buen ejemplo: las leyes se compran inyectando capitales en el mecanismo legislativo, los puestos en el congreso se venden, etc. Esa legitimación de la corrupción al interior de los Estados occidentales vacía el sentido del Estado de Derecho y legitima el crimen al interior mismo de las instituciones. Ya no hablamos de corrupción como una enfermedad del Estado: la corrupción es el Estado mismo y, en ese sentido, ya no hay un afuera de la ley. El deterioro del Estado de Derecho produce políticas exclusivamente depredadoras, que invalidan toda distinción entre el crimen y las instituciones.

Resistencia visceral

Desde la idea foucaultiana del poder como “relación”, echamos de menos en su ensayo sobre la necropolítica más referencias a las resistencias, a las prácticas de vida de la gente de abajo. ¿Podemos describir el poder sin describir las resistencias?

No, por supuesto. No se puede hacer ese tipo de descripción sin pensar en las formas de resistencia que son correlativas a cualquier poder. Mis primeros trabajos, que desgraciadamente no han sido todavía traducidos, se habían centrado precisamente en las resistencias al poder y en sus límites también.

¿Qué decir de las formas contemporáneas de resistencia a la necropolítica y a la necroeconomía? Desde luego son muy variadas, dependen de las situaciones locales y los contextos. Tomaré el caso sudafricano como un ejemplo. Me interesa mucho la manera en la que en ese país las resistencias se organizan a partir de la ocupación de los espacios, en una búsqueda de la visibilidad ahí donde el poder quiere relegarnos y apartarnos. Las formas de resistencia que se están desarrollando en ese país tienen que ver con la lucha de los cuerpos por hacerse presentes (corporal, física, visiblemente) frente a la producción de ausencia y silencio del poder. Son formas ejemplares de resistencias porque el poder hoy funciona produciendo ausencia: invisibilidad, silencio, olvido.

Durante los últimos años hemos asistido en Sudáfrica a un gran movimiento llamado la descolonización, una descolonización simbólica que ha operado, por ejemplo, llamando a destruir las estatuas del colonialismo, pero también luchando por transformar el contenido del saber y de las formas de producción del saber; reactivando la memoria y resistiendo al olvido, etc. Las resistencias en Sudáfrica pasan por una rehabilitación de la voz, por la expresión artística y simbólica, desafían la tentativa del poder de reducir al silencio las voces que no quiere escuchar. En esa región del mundo estamos viviendo un ciclo de luchas de lo que yo llamo las políticas de la visceralidad.

¿En qué consisten esas “luchas de la visceralidad”?

Hay un surgimiento de pequeñas insurrecciones. Esas micro-insurrecciones toman una forma visceral, en respuesta a la brutalización del sistema nervioso típica del capitalismo contemporáneo. Una de las formas de violencia del capitalismo contemporáneo consiste en brutalizar los nervios. Y como respuesta, emergen nuevas formas de resistencia ligadas a la rehabilitación de los afectos, las emociones, las pasiones y que convergen en todo eso que yo llamo la “política de la visceralidad”.

Es interesante ver cómo en muchos lugares, tanto en las luchas de la población negra en Sudáfrica como en EEUU, los nuevos imaginarios de lucha buscan principalmente la rehabilitación del cuerpo. En EEUU, el cuerpo negro está en el centro de los ataques del poder, desde lo simbólico -su deshonra, su animalidad- hasta la normalización del asesinato. El cuerpo negro es un cuerpo de bestia, no un cuerpo de ser humano. Allí la policía mata negros casi todas las semanas, sin que existan apenas estadísticas que den cuenta de esto. La generalización del asesinato está inscrita en las prácticas policiales. La administración de la pena de muerte se ha desligado del ámbito del Derecho para volverse una práctica puramente policial. Esos cuerpos negros son cuerpos sin jurisprudencia, algo más próximo a objetos que el poder tiene que gestionar.

Usted analiza cómo el trabajo de la memoria ha sido para muchos pueblos un ejercicio de cura y autocuidado para nombrarse autónomamente. Pero, ¿hasta qué punto estas memorias son elaboradas o escritas desde “los vencidos”?

La memoria popular nunca cuenta historias limpias, no hay memorias puras y diáfanas. No hay memoria propia. La memoria siempre es sucia, siempre es impura, siempre es un collage. En la memoria de los pueblos colonizados encontramos numerosos fragmentos de lo que en un determinado momento fue roto y que ya no puede ser reconstituido en su unidad originaria. Así pues, la clave de toda memoria al servicio de la emancipación está en saber cómo vivir lo perdido, con qué nivel de pérdida podemos vivir.

Hay pérdidas radicales de las que nada se puede recuperar y, sin embargo, la vida continua y debemos encontrar mecanismos para hacer presente de algún modo esa pérdida. Podemos recuperar algunos objetos de una casa incendiada, incluso reconstruir la casa, pero hay cosas que no podremos jamás remplazar porque son únicas, porque manteníamos con ellas una relación única. Y hay que vivir con esa pérdida, con esa deuda que ya no podemos pagar. La memoria colectiva de los pueblos colonizados busca maneras de señalar y vivir aquello que no sobrevivió al incendio.

¿Cómo reconstruir la desgarradora historia de despojo y violencia en clave de potencia y evitar la autorepresentación como víctimas perpetuas?

Es una cuestión central. La conciencia victimista es una conciencia peligrosa, porque es una conciencia enmudecida por el resentimiento y el deseo de venganza, que busca siempre infligir al otro –un otro generalmente más débil, no necesariamente el culpable real- la cantidad de violencia que se ha sufrido. Creo que hay un peligro en esa forma victimista de conciencia. La cuestión es cómo la gente que ha sufrido un traumatismo histórico y real, como una guerra o un genocidio, puede recordar lo que le ha ocurrido y utilizar la reserva simbólica de la catástrofe histórica para proyectar un futuro que rompa con la repetición de las violencias sufridas. Es un camino, casi diríamos, de áscesis. Una búsqueda de “purificación”, de identificación de los elementos de la tragedia con el fin de no repetirla.

Hay quien habla de un “uso estratégico del esencialismo”, de un uso táctico de la identidad como palanca en la construcción de un sujeto político. ¿Cómo se sitúa usted en esos debates sobre la identidad?

Digamos que, si repasamos la historia de las luchas contra la discriminación racial, suele darse un momento en que la resistencia se construye a través de una cierta esencialización de la raza. Lo hemos visto, por ejemplo, en los EEUU con Marcus Garvey o en el “movimiento de la negritud” en Francia, donde se trataba precisamente de revalorizar la condición negra. Son movimientos que buscan emanciparse de la condición de objeto, retraduciendo positivamente esos atributos que nos condenaban a ser objetos -la negritud- en un signo humano. Esta es la función estratégica de la función esencialista.

El problema es cuando el esencialismo nos impide continuar el camino que gente como Fanon consideraba el horizonte de nuestras luchas. ¿Cuál es ese horizonte? El que abre el camino a una nueva condición, donde la raza ya no importa, donde la diferencia ya no cuenta, porque todos nos hemos vuelto simplemente seres humanos: el pasaje de la indiferencia a la diferencia. En este sentido, me considero “fanonista”, aunque comprendo que, en circunstancias determinadas, haya movimientos que utilicen estratégicamente el esencialismo como manera de fortalecer una identidad colectiva.

Por último, el capitalismo se ha renovado, actualizando y sofisticando las violencias necropolíticas del colonialismo. ¿Lo han hecho quienes se le resisten? ¿Hemos renovado nuestra imaginación política para responder con formas de acción efectivas la necropolítica del capitalismo contemporáneo?

Si reflexionamos sobre el ejemplo africano, el siglo XX podría estar dividido en dos ciclos de lucha. Desde el comienzo del siglo XX hasta los años 30, hemos vivido una forma de lucha que llamaré acéfala, ligada a lo local, a las condiciones de reproducción de la vida cotidiana. Tras la segunda guerra mundial entramos en un ciclo de lucha vertical, representada por sindicatos y partidos políticos. Ahora parece que hemos regresado a las formas acéfalas de lucha, luchas locales, luchas más o menos horizontales, que insisten sobre la recuperación de la capacidad de interrupción de la normalidad, del relato que ordena la normalidad, que nos hace pensar que lo pasa es normal cuando no lo es.

En el caso del sur de África, la pregunta ahora es cómo transformar esa ruptura de la normalidad, esa des-normalización, en una nueva forma de institucionalización. Tengo la impresión de que las nuevas luchas acéfalas no acaban de aportar respuestas plausibles y eficaces a esa pregunta: cómo dar forma a una nueva institucionalidad, abierta y democrática, que haya aprendido de los problemas que acarrea el verticalismo. No creo que pueda haber democracia sin institucionalización ni representación. Sabemos que hay una crisis de representación en todas partes, pero no creo que la respuesta sea disolverla en cuanto tal, disolver toda idea de representación.

En definitiva, nuestras viejas recetas (los partidos políticos, por ejemplo) están mostrando dificultades estructurales para preservar y defender lo común dentro de las actuales instituciones y seguirá siendo así mientras no haya comunidades fuertes que puedan democratizar la política desde abajo. Los movimientos de los últimos años van en ese sentido, aunque todavía estén frágilmente vinculados entre sí. Creo que de estas distintas resistencias acéfalas surgirán nuevas propuestas de instituciones, quizás no para derribar el Estado, sino para forzarlo a mutar nuevamente en un órgano de defensa del bien común.

http://www.eldiario.es/interferenci…

*Achille Mbembe nació en Camerún en 1957. Es profesor de Historia y Política de la Universidad Witwaterstand de Johannesburgo (Sudáfrica). Su primer libro publicado en castellano fue Necropolítica, donde analiza las políticas de ajuste y expulsión que primero se ensayaron en el continente africano en los años 90 y hoy se extienden por todas partes.

*Articulo tomado de: http://www.vientosur.info/spip.php?article11395

 

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