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Coronavirus y odio

Por: La Jornada

 El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, denunció ayer que la pandemia del coronavirus (SARS-CoV-2) ha desatado una oleada de odio y xenofobia en la cual los extranjeros, y en particular los migrantes, son estigmatizados como fuente de contagio; mientras que a las personas de la tercera edad se les caracteriza como prescindibles, y profesionales de la salud, defensores de derechos humanos y periodistas son atacados por ejercer su trabajo. Ante este panorama, el dirigente de Naciones Unidas hizo un llamado a fortalecer la inmunidad de nuestras sociedades contra el virus del odio mediante esfuerzos concertados para erradicar el discurso que incita a estas prácticas.

Cabe recordar que ya en marzo pasado el organismo internacional había advertido acerca de la explotación de los temores que causa la pandemia por parte de grupos y políticos para incitar a la xenofobia y la exclusión. En abril, el propio Guterres llamó la atención sobre el hecho de que la crisis sanitaria se está convirtiendo con rapidez en una crisis de derechos humanos, en la medida en que diversos sectores políticos y sociales responden a la propagación del coronavirus con crecientes etnonacionalismo, populismo y autoritarismo, así como con una reacción contra las garantías individuales.

En México, esta oleada de odio se ha manifestado, entre otras modalidades, en la forma especialmente vil de los ataques contra los profesionales de la salud. Como ya se ha reiterado en este espacio, las expresiones de violencia verbal e incluso física contra médicos, enfermeras y otros integrantes de los servicios sanitarios deben condenarse en términos enérgicos por cuanto se dirigen contra personas que no sólo merecen el mismo respeto a su integridad que el resto de los individuos, sino que son acreedores de la gratitud pública por exponer sus vidas en la lucha para salvar las de sus prójimos. Asimismo, la sociedady las autoridades mexicanas deben atender la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los millones de paisanos que residen en Estados Unidos sin contar con la documentación necesaria, pues la pandemia no ha he-cho sino agravar el trato xenófobo que padecen desde siempre, y en especial desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Por último, cabe hacerse eco del exhorto de la ONU para que los medios de comunicación y las empresas de redes sociales hagan mucho más por señalar y, de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos, eliminar los contenidos racistas, misóginos y otros contenidos perjudiciales, pues la erradicación del discurso de odio y la instalación de un clima de solidaridad requieren de una postura responsable por parte de quienes tienen en sus manos la calidad de la información recibida por la opinión pública.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/09/opinion/002a1edi

Imagen:  https://pixabay.com/

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La ONU rechaza oleada de discriminación por pandemia

Redacción: Redmas

La pandemia sigue impulsando “una oleada de odio y xenofobia” alrededor del mundo, dijo el viernes en un comunicado António Guterres, secretario general de la ONU, quien sin citar países ni individuos llamó a no escatimar esfuerzos para ponerle fin a esta situación.

  • El representante también señaló que los discursos de discriminación que están circulando en Internet, alimentadas por teorías de la conspiración antisemitas, se han extendido ocasionando fuertes ataques contra musulmanes.

Además, el jefe de la ONU repudió que se haya “vilipendiado a los migrantes y refugiados como fuente del virus”, y que en consecuencia se les haya denegado el acceso a la atención médica.

  • Guterres rechazó la difusión de memes que sugieren que las personas mayores, que se encuentran entre las poblaciones más vulnerables al virus, son también las más prescindibles.

“Los periodistas, los denunciantes de irregularidades, los profesionales de la salud, los trabajadores humanitarios y los defensores de los derechos humanos están siendo atacados por el simple hecho de hacer su trabajo”. 

La organización hizo un llamamiento a la alfabetización digital por parte de instituciones educativas. Y pidió a medios de comunicación, particularmente a compañías de medios sociales “eliminar los contenidos racistas, misóginos y otros contenidos perjudiciales”.

Fuente: http://www.redmas.com.co/internacional/la-onu-rechaza-oleada-de-discriminacion-por-pandemia/

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Africanos denuncian a China y en EEUU aprovechan y hablan de xenofobia

América/Estados Unidos/15/04/2020/Autor y fuente: acento.com.do

WASHINGTON, EEUU.- Estados Unidos denunció enérgicamente el sábado la «xenofobia de las autoridades chinas hacia africanos», luego de que estos afirmaran ser víctimas de discriminación en la ciudad de Cantón tras registrarse casos positivos de COVID-19 entre miembros de la comunidad nigeriana en el gigante asiático.

Estos casos han creado sospechas contra la comunidad africana en la gran metrópoli del sur de China y varios africanos dijeron a la AFP que fueron expulsados de sus hogares y luego rechazados en hoteles.

«El abuso y el maltrato hacia los africanos que viven y trabajan en China lamentablemente recuerda cuán hueca es la asociación entre la República Popular de China y África», dijo a la AFP un portavoz del Departamento de Estado estadounidense.

«En un momento en que deberíamos apoyarnos mutuamente para superar una pandemia que los funcionarios chinos han ocultado irresponsablemente del mundo, Pekín se están dedicando a lanzar a los estudiantes africanos a la calle sin comida ni refugio», lamentó.

«Es desafortunado, pero no sorprendente, ver este tipo de xenofobia de parte de las autoridades chinas hacia los africanos. Todos los que observan proyectos chinos en África conocen este tipo de comportamiento injusto y manipulador», agregó.

Estados Unidos denuncia desde hace semanas la falta de transparencia de Pekín al comienzo de la epidemia, detectada a fines de 2019 en la ciudad china de Wuhan, y sostiene que esa actitud retrasó la reacción del resto del mundo y costó la vida a miles de personas.

A pesar de una tregua reciente en su guerra retórica, las escaramuzas continúan entre las dos grandes potencias.

El destino de los africanos de Cantón, que también despertó el sábado «la preocupación extrema» de la Unión Africana, fue aprovechado por la diplomacia estadounidense para denunciar una vez más la actitud china.

La administración de Donald Trump no ha mostrado un interés particular en el continente africano desde la llegada del magnate republicano a la Casa Blanca en 2017.

Pero sostiene habitualmente que las inversiones y préstamos de Pekín a países africanos tienen intenciones ocultas.

«Las promesas a los africanos, incluidos aquellos que trabajan y estudian en China, nunca son cumplidas. Tratar a la gente, especialmente a estudiantes, de esta manera durante una crisis sanitaria mundial dice mucho acerca de cómo la República Popular China ve su supuesta ‘asociación’ con África», insistió el portavoz del Departamento de Estado.

Testimonios de africanos

«Tuve que dormir bajo un puente durante cuatro días sin comer nada. Ni siquiera puedo comprar comida porque ninguna tienda o restaurante me acepta», afirma a la AFP Tony Mathias, un estudiante ugandés.La policía de Cantón se negó a responder a preguntas de la AFP.

Según varios africanos contactados por la AFP, otros miembros de la comunidad fueron sometidos a pruebas masivas y a cuarentena.

China prohíbe ahora la entrada de extranjeros en su territorio, y la mayoría de las personas que se desplazan por el país tienen que pasar unos 14 días en su lugar de destino.

Thiam, un estudiante guineano, afirmó a la AFP que dio negativo, pero que la policía le exigió ponerse en cuarentena, aunque no había salido de Cantón desde el comienzo del brote en enero.

«Todas las personas que he visto son africanos. Los chinos pueden moverse libremente. Pero cuando eres negro no puedes salir», manifestó.

Denny, un comerciante nigeriano expulsado de su departamento, explica que pasó varios días en la calle antes de que los policías finalmente lo llevaran en cuarentena a un hotel.

«Aunque demos negativo a la COVID-19, la policía no nos permite quedarnos en nuestro departamento. No dan razones», aseguró a la AFP.

El jueves, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, reconoció «malentendidos» en las medidas de prevención en Cantón.

«El gobierno chino trata a todos los extranjeros en China de la misma manera (…) y tiene una tolerancia cero ante las palabras y los actos discriminatorios», aseguró en una rueda de prensa.

También exhortó a las autoridades locales a «mejorar sus mecanismos y métodos de trabajo».

Los incidentes en Cantón pueden sorprender, ya que China mantiene excelentes relaciones con la mayoría de los estados africanos, a los que ha ofrecido en las últimas semanas suministros médicos frente a la pandemia del coronavirus AFP.

Fuente e imagen: https://acento.com.do/2020/actualidad/8804404-africanos-denuncian-a-china-y-eeuu-aprovechan-y-hablan-de-xenofobia/

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Racismo que propició esclavitud, presente en nuestra sociedad: ONU

Redacción: Informador

Según los datos del Southern Poverty Law Center sólo en los Estados Unidos en los último dos años ha incrementado un 55% el número de grupos de odio, entre los que se incluyen los de discriminación racial o supremacistas blancos. AP / ARCHIVO

Antonio Guterres invita a los ciudadanos del mundo a dejar a un lado las prácticas racistas, xenófobas y a procurar mejores tratos.

En la conmemoración del Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y trata Trasatlántica de Esclavos el secretario general de las Naciones UnidasAntonio Guterres, lamentó que el racismo, que propició la esclavitud, continúe presente en nuestra sociedad.

En su discurso Antonio Guterres abordó la importancia de confrontar el legado de la esclavitud y el racismo, remarcó que este tipo de discriminación es lo que ha ocasionado que África aún no pueda desarrollarse con plenitud frente a otras naciones.

Los ciudadanos de las naciones en el continente africano sufren la falta de oportunidades en campos como atención a la salud, educación, justicia entre otros, denunció, por lo que invita a los ciudadanos del mundo a dejar a un lado las prácticas racistas, xenófobas y a procurar mejores tratos.

Según los datos del Southern Poverty Law Center sólo en los Estados Unidos en los último dos años ha incrementado un 55 por ciento el número de grupos de odio, entre los que se incluyen los de discriminación racial o supremacistas blancos.

En esta nación, donde se registró una de las mayores compras de esclavos en el pasado, dos mil 421 grupos perpetraron ataques en contra de personas, comunidades u otras agrupaciones motivadas por el odio.

La esclavitud no es exclusiva de los tiempos coloniales o postcoloniales, el aumento de los registros data del segundo milenio de la era Antes de Cristo, aunque aumentó con el uso de barcos trasatlánticos y sus mayores víctimas eran los habitantes de África.

Las primeras leyes en contra de la esclavitud datan de finales de 1700, aunque la mayoría de los países que prohibieron esta figura no la extendieron a sus colonias, lo que permitió el trabajo esclavo en gran parte de ellas, como es el caso de Portugal y su principal colonia en América, Brasil, asegura el investigador Mark D. Welton en Military Review.

Aunque se realizaron diversos esfuerzos internacionales para abolirla no es hasta 1948 cuando la Declaración Universal de los Derechos Humanos declaró que «ningún individuo estará sujeto a la esclavitud o servidumbre; la esclavitud y el comercio de esclavos estarán prohibidos en todas sus formas».

A pesar de estas legislaciones la trata de personas, como ahora se engloba el delito, se sigue realizando en el mundo, sus víctimas se localizan en diversas regiones y en el caso del tráfico sexual su principal destino es Europa, según los datos de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito.

La oficina estipula que al menos 70 mil personas son víctimas de este delito al año y 3 mil millones de dólares se mueven alrededor de sus acciones, desde 2011 hasta 2016 las cifras de trata, en lo general se mantuvieron a la alza, con 254 casos en promedio por país.

Fuente: https://www.informador.mx/internacional/Racismo-que-propicio-esclavitud-presente-en-nuestra-sociedad-ONU-20200325-0096.html

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Coronavirus: el capitalismo contagiado

Por: La jornada

La epidemia del coronavirus, denominado Covid-19, ha dejado al descubierto aspectos oscuros de las sociedades contemporáneas que en circunstancias normales permanecen latentes u ocultos: desde la xenofobia y la absoluta falta de empatía con quienes atraviesan circunstancias difíciles –exhibidas por amplios sectores de la población– hasta la propensión, de no menos ciudadanos, a dejarse llevar por el pánico, los rumores y la desinformación. Pero la propagación del patógeno –que comenzó en diciembre pasado en la ciudad china de Wuhan y que ya se hizo presente en casi 80 naciones– ha contribuido a exhibir, ante todo, la preocupante vulnerabilidad del capitalismo ante el miedo de inversionistas y gestores de grandes capitales, sin importar que los temores de estos agentes financieros estén justificados o no.

En efecto, el mero temor de los dueños de los grandes capitales a que la epidemia se prolongue y se extienda más allá de lo previsto, ha llevado a los mercados bursátiles a registrar pérdidas no vistas desde la crisis mundial de 2008, y se estima que el brote costará más de 280 mil millones de dólares sólo en los tres primeros meses del año. Además, ha golpeado con fuerza a sectores especialmente sensibles como el aeronáutico y el turístico: mientras el primero espera pérdidas del orden de 113 mil millones de dólares, el segundo considera que la retracción alcanzará 70 mil millones.

Las consecuencias económicas de la nueva enfermedad, que habrían sido graves en cualquier contexto, empeoraron debido a la imprudencia de algunos líderes y medios de comunicación occidentales que no dudaron en magnificar la gravedad de la emergencia como herramienta de golpeteo político contra el régimen de la nación asiática. Lo anterior tuvo el doble efecto negativo de incrementar el pánico entre los ciudadanos (e inversionistas) de los países occidentales, y de orillar a las autoridades chinas a la adopción de medidas drásticas que tuvieron éxito notorio en la contención geográfica de la enfermedad, pero a un enorme costo para su economía y el bienestar psicológico de sus habitantes. Para colmo, ese entusiasmo en dirigir las baterías declarativas contra China pasó por alto la importancia crucial de esta nación para el funcionamiento de los mercados globales, por lo que el aislamiento chino pronto tuvo implicaciones allende las fronteras; por citar sólo un ejemplo, una caída de apenas 2 por ciento en las exportaciones chinas de piezas y componentes ya costó 50 mil millones de dólares a otros países y sus industrias.

A la vulnerabilidad del capitalismo que ha quedado al descubierto, debe sumarse la igualmente expuesta voracidad de los capitalistas. Una vez que líderes empresariales, banqueros, administradores de fondos de inversión y otros integrantes de la élite económica han debido afrontar en sus propios estados de cuenta los saldos de la doble epidemia vírica y pánica, han exigido a los gobiernos que echen mano de los recursos públicos con la finalidad de paliar las pérdidas económicas, actitud cínica en tanto parecen olvidar que durante décadas ellos mismos empujaron (en formas a veces cuestionables) toda suerte de reformas legales para despojar a los Estados de las herramientas que les permitirían intervenir de manera efectiva en tiempos de crisis.

La lección debe buscarse en la necesidad de diseñar un sistema económico menos vulnerable a los impulsos irracionales de quienes detentan las posiciones de poder, así como en el reforzamiento de la educación para reducir la susceptibilidad de las sociedades a los rumores y la siembra del miedo.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/03/07/opinion/002a1edi
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El coronavirus que «justifica» la sinofobia

Por: Paloma Chen

En diversos países, el coronavirus ha sido utilizado para discriminar y estigmatizar a la población china. ¿Es la sinofobia algo nuevo o el coronavirus es una buena excusa para quienes ya la promovían?

El coronavirus o COVID-19 fue detectado por primera vez en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019 y, desde entonces, ha acabado con las vidas de más de 2000 personas en territorio chino. Más de 74.000 están infectadas y todos los ciudadanos chinos han visto sus rutinas diarias alteradas. Fotografías de las calles desiertas de algunas de las ciudades más pobladas del mundo, como Beijing o Shanghái, se comparten en redes sociales a toda velocidad. Las universidades y escuelas empiezan a implantar plataformas online para que los alumnos reciban las clases en sus casas. Chinos y extranjeros que han viajado por China durante los últimos meses, al regresar a Europa y Latinoamérica, hacen cuarentena voluntaria en sus casas. Por todas partes, se mira con recelo a personas con rasgos asiáticos, incluyendo japoneses, coreanos, tailandeses o chinos de segunda o tercera generación.

Activistas de origen asiático de Europa y América han puesto en marcha diversas campañas de concientización y denuncia, como la de #NoSoyUnVirus, frente a la proliferación de casos de discriminación racial y xenofobia: se refieren, según explican, a apelaciones en la calle, miradas ofensivas, marginación en las escuelas, oficinas de trabajo y transporte público, y preguntas indiscretas. Los «Chinatowns» de todo el mundo tienen más de la mitad de sus establecimientos cerrados; los clientes no se atreven a ir. Niñas y niños sufren burlas crueles y palabras, injustificables de ninguna manera, de desprecio y miedo. «A nuestros propios hijos, en el colegio, les llaman coronavirus», declaraba el 4 de febrero el encargado de Negocios de la Embajada China en España, Yao Fei, y añadía, «pero lo tomamos como bromas de niños». Apuntaba a que eran «casos aislados».

Efectivamente, muchas personas, tanto blancas y nativas de los países europeos, como chinas, asiáticas y de origen extranjero o migrante, descartan el racismo como la causa del acoso verbal y físico. Consideran que son incidentes puntuales provocados por la histeria de la hipocondría. Olvidan que la prevención es comprensible; las manifestaciones xenófobas, no. Los prejuicios raciales son problemáticos, pero todos los tenemos, por razones biológicas y por la cultura que nos han inculcado. El coronavirus no ha disparado la xenofobia, sino que ha ayudado a que esta se exprese más virulentamente. El conflicto deviene cuando los prejuicios raciales interiorizados son expresados explícitamente por parte de quien también sustenta el poder: en ese momento se comete un abuso que debe ser denunciado.

Desafortunadamente, la xenofobia es un monstruo que todas las sociedades esconden, pero la verdadera tragedia es que sea legitimada por las instituciones de poder, que detenta una elite («blanca» no solo de color de piel, sino de pensamiento y de producción del discurso), que margina al colectivo chino y al resto de colectivos racializados y de origen migrante. Muchos ciudadanos europeos y estadounidenses blancos siguen viendo a la población china como un ente extraño, extravagante, extranjero (a pesar de su integración pacífica y sus aportaciones económicas y culturales a las sociedades de acogida) e inferior.

En las dinámicas cotidianas, la sociedad dominante aún interactúa con el colectivo chino con un temor que impide conocer. La ignorancia bloquea la empatía, la capacidad de sentir o entender que los otros somos nosotros, y que se traducen en burlas y molestas apelaciones repetidas cotidianamente. En las dinámicas colectivas, el poder blanco cristaliza en el racismo institucional; un sistema capitalista que se mantiene gracias a que las sociedades del centro se alimentan de las sociedades de la periferia, y que promueve un discurso de otredad que descarta las políticas del antirracismo activo o la interculturalidad en beneficio de la supuesta multiculturalidad (la convivencia de distintos colectivos que se toleran pero no se mezclan; la negación de la identidad múltiple o fronteriza), o que es directamente irrespetuoso con los derechos humanos (la negación de la regularización o de la nacionalidad).

Frente a la mayoría privilegiada, los colectivos migrantes y racializados se desvían de la norma y son penalizados con la señal permanente del estigma. En una sociedad occidental, ser chino no es normal: ser chino es ser una persona racializada, es ser una persona marcada, porque si bien ciertas actitudes o comportamientos se pueden disimular o esconder (los gestos amanerados de los hombres, o los masculinos, de las mujeres, por ejemplo, que son también desviación del estándar normativo), la raza es una piel de la que uno no se puede deshacer.

La campaña #NoSoyUnVirus ha ayudado a muchas personas anónimas a que cuenten abiertamente sus experiencias de discriminación y a que reciban apoyo. Portavoces de la campaña aseguraron sentirse orgullosos de haberlas hecho entender que tenían derecho a quejarse y a defenderse, y que los comentarios y ataques racistas no son normales, o no deberían estar así de normalizados.

Antonio Liu Yang o Yong Li, participantes de la campaña, explicaron que pretenden crear una plataforma antirracista con continuidad, que no trabaje solo los brotes más explícitos de xenofobia, como el impulsado por el coronavirus, sino que abogue, en un primer paso, en la dirección de la normalización de ser una persona asiática en una sociedad occidental, y más adelante, en el alcance de representación política y poder institucional, pasando por la educación y la promoción del diálogo entre las minorías y las mayorías.

Es en esta dinámica de poder establecida entre la sociedad mayoritaria occidental y el colectivo chino racializado y de origen migrante donde se enmarcan los «repentinos» ataques a la comunidad china.En realidad, este no es un discurso nuevo: la enfermedad ha sido una de las variables que las élites y mayorías de todo el mundo (no mayoría, tampoco, en el sentido numérico, sino en el de detentar el poder institucional) han utilizado para aislar a los colectivos vulnerables. De esta manera, se justifica la marginación aludiendo no a que sean de otra raza (rasgo esencialista que, al no poderse cambiar de acuerdo a los deseos del individuo, permanece como una característica que no está bien vista, o es políticamente incorrecta, atacar) sino a la higiene.

La asociación del coronavirus con el consumo de animales salvajes ha promovido desde Occidente un discurso culpabilizador hacia las víctimas, que son estigmatizadas por desviarse de la norma: del estándar marcado por la civilización blanca respecto a las costumbres alimenticias y los niveles de salubridad, y ha vinculado la enfermedad con una nacionalidad y raza concretas.

El periódico francés Le Courrier Picard presentaba el 26 de enero de 2020 en portada a una mujer asiática con una mascarilla y el titular «Alerta amarilla». El editorial, incidía: «Un nuevo peligro amarillo». El «peligro chino» ha sido una de las grandes pesadillas del mundo occidental durante los siglos XIX y XX; a pesar de que Occidente era el dueño del sistema colonizador e imperialista, sufrió de un terrible pánico irracional a, más que a una nación específica, a una raza específica: la amarilla, una raza sucia, sexualmente desviada, impura, mafiosa, taimada.

Las respuestas al por qué de los brotes de xenofobia y racismo en todo el mundo contra las personas chinas no están en la peligrosidad del coronavirus y en la necesaria prevención, sino en la imposición de cierta narrativa: un relato monopolizado desde el saber eurocéntrico, que nos ha convertido en individuos ignorantes y perezosos, sin capacidad de discernir quién, cómo y de qué manera se producen los discursos. Nuestra limitada mirada está poniendo barreras a nuestra comprensión, y nos abandona a los riesgos del relato único del que hablaba Chimamanda Ngozi Adichie.

Deberíamos sustituir nuestro pavor al coronavirus por terror a no escuchar las voces que disienten del discurso racista, y que se mantienen ocultas tras las configuradas desde el poder blanco (las que tienen «piel negra, máscaras blancas»), y utilizadas frecuentemente como ejemplos positivos de una supuesta «integración» frente a la «no integración» o «integración problemática» de otras comunidades migrantes o racializadas.

Teniendo en cuenta, además, que la norma siempre es homogénea (aunque con diferentes niveles de legitimidad), son peligrosas las desuniones de las diversas comunidades minorizadas en base a sus diferencias, dado que las desviaciones de la norma son siempre múltiples, diversas y se refieren a necesidades varias.

Tanto las elites y mayorías, como las minorías y los colectivos vulnerables, deberían ser conscientes de que lo son y de en qué campo se mueven en el juego del poder: por mucho que digan que el equilibrio es imposible, será la consciencia histórica y de comunidad, el saber de desde dónde partimos y de dónde venimos, la que nos ayudará a llegar a un lugar mejor, donde el poder institucional esté repartido de manera más igualitaria.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/coronavirus-sinofobia-China-discriminacion/

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/outbreak-coronavirus-sars-cov-2-4883464/

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La descomposición social que somos

Por: Ilka Oliva Corado

Muchas veces hablamos de la descomposición social desde la posición de superioridad y privilegio, nuestra opinión está hecha de estereotipos porque creemos que los causantes de tal degradación son quienes crecen en la alcantarilla, en el lumpen, en la condición social de parias. Entonces vemos a ese adolescente marginado por nosotros mismos, al que le hemos negado una vida distinta y al que obligamos a robar un celular, una billetera o un radio de automóvil, como el culpable. Porque a la primera decimos que vienen de familias disfuncionales como si las de nosotros no lo fueran también, los señalamos de no querer trabajar cuando sabemos que los últimos en las clases sociales son los que sostienen al mundo con sus lomos. Y a él lo sentenciamos y en él depositamos todo nuestro clasismo, todo el racismo generacional y lo condenamos desde nuestras poltronas de quienes tuvieron el privilegio de la oportunidad.

Pero vemos como lindo cuando alguien se acerca a tomarse una foto con una niña indígena que vende arrestarías en la calle a la hora en que debería estar estudiando en la escuela, porque qué bonita su vestimenta y qué linda la persona que no le tuvo asco, que tampoco le compró pero le dio el privilegio a esa niña de que se tomara una foto con ella. O sea, pues. Eso es un ejemplo claro de descomposición social. Y hay miles más.

La gente que anda tomando fotos y expone a personas vulneradas en sus derechos: niños, adolescentes, adultos mayores vendiendo en la vía pública, en los mercados, sentados en la orilla de las banquetas comiéndose una tortilla con sal con la ropa empapada de sudor, lustrando zapatos, cargando bultos, o porque se acercaron a regalarles un pan con frijoles les tomaron una foto recibiéndolo o abrazados con ellos y creen que con eso ya tocaron el cielo con las manos sucias. El yo fulanito, yo menganita graduada de universidad, estudiante de universidad, empresaria me tomo una foto con este niño vendedor de chicles y la publico en las redes sociales, para que la gente vea que soy buena gente y abrazo a los parias sin que tema que me peguen los piojos. Y peor aún, la ola de comentarios aplaudiendo y alabando. Eso es descomposición social. Es la exposición del que está en necesidad para el placer de egolatría del que se cree superior. ¿Y si ese niño no ha comido en todo el día, cuántas veces comerá en la semana, dónde duerme, tiene familia, en dónde vive, tiene sueños? Eso no importa, solo la foto para el aplauso de las redes sociales. Pero como somos nosotros desde arriba desde la posición del privilegio quienes tomamos las fotos entonces no señalamos ni sentenciamos como al adolescente que roba un teléfono celular. Somos igualitos a los blancos que van de turismo a África y se toman fotos regalándoles dulces al puñado de niños negros en estado de desnutrición.

Es descomposición social la insensibilidad humana. Ver vertederos de basura llenos de familias viviendo y comiendo ahí y simplemente voltear hacia otro lugar. Saber que en los bares y casas de citas se viola a niñas, niños, adolescentes y mujeres y no hacer nada como sociedad para que no existan. Llamar trabajo sexual a la explotación sexual. Regatear a los campesinos que salen a vender su cosecha. Tener empleada doméstica, porque es privilegio de clase. Peor aún no pagarle el salario justo. Es descomposición social orinar en la vía pública, tirar basura en la calle, contaminar el agua de los ríos y lagos. Ser altaneros con los meseros, con los mensajeros, con las recepcionistas, con quien cuida el ascensor, con las personas del mantenimiento del edificio en donde trabajamos. No sentir el dolor del otro como muestro es un signo claro de descomposición social. Negar el derecho al aborto y al matrimonio igualitario también lo es. También lo es la vanidad, además de ser ignorancia pura.

Ver a las niñas trabajar de sol a sol en tortillerías y no hacer nada como sociedad para su realidad cambie. Saber que los trabajadores agrícolas no cuentan con derechos laborales, y ver cómo se pudren los cortadores de caña mientras los dueños de los ingenios de hinchan las bolsas junto a los banqueros con el beneficio de la explotación. Es descomposición social, elegir una y otra vez presidentes racistas, clasistas, corruptos, machistas, xenofóbicos, homofóbicos que alimentan la explotación del ser humano en necesidad, desde el Estado. Entonces, ¿quiénes somos nosotros para señalar al niño que huele pegamento todo el día y en la noche sale a asaltar?, ¿a la niña a la que su padre explota sexualmente todos los días para ir a comprar droga, ese padre que creció siendo explotado de igual manera y que solo eso conoce como medio de sobrevivencia ?, ¿a la madre que trabaja todo el día en las maquilas y que no puede ver a sus hijos salvo en la noche cuando llega y los encuentra dormidos? Claro, hablemos de descomposición social, pero, no de arriba hacia abajo y haciéndonos responsables de la parte que nos toca.

Fuente: https://www.aporrea.org/ideologia/a287083.html

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