¿Qué es la educación menstrual y por qué la necesitamos?

Por: Sofía García-Bullé

Cuando se habla de la educación menstrual en las escuelas, usualmente es para enseñar a las alumnas a gestionar su menstruación en silencio.

La educación sexual y los temas que cubre son frecuentemente considerados tabú, existe una resistencia histórica a integrar esta vertiente de la educación a la didáctica formal para la salud física. La razón está fuertemente arraigada en el pensamiento colectivo. Cuando hablamos de educación sexual, la carga semántica que supone es usualmente negativa, lo asociamos de inmediato con la práctica del sexo, los embarazos no deseados, la vergüenza social, el juicio sobre los cuerpos y los roles asociados, especialmente los femeninos.

Es tanto el desasosiego causado por esta óptica social que dejamos de lado temas críticos para la integridad física y la salud de las personas. En artículos anteriores hemos hablado de cómo la resistencia hacia la implementación de programas de educación sexual integrales ha desprovisto a los niños de las herramientas para nombrar y protegerse del abuso sexual, o que ha dejado a las mujeres sin herramientas para la gestión de una menstruación digna.

Durante el año pasado y el presente se lograron avances importantes para la incorporación de enseñanzas sobre la salud menstrual en el currículum de las escuelas mexicanas, además de romper barreras cruciales para el abastecimiento de productos de salud femenina en los espacios educativos. Sin embargo, la educación menstrual se sigue considerando un aspecto ajeno al temario de la educación sexual básica pero, ¿qué es la educación sexual y por qué es tan importante incorporarla?

Lo básico de la educación menstrual

La educación menstrual comprende los aprendizajes necesarios para gestionar la menstruación desde una condición natural y empoderante, desprovista de los juicios sociales sobre el cuerpo y el rol del género femenino, priorizando el cuidado de la salud física y mental a través del conocimiento del ciclo y cómo afecta individualmente a cada persona. Una educadora menstrual sería la persona que comunica estos aprendizajes a un grupo de alumnos.

Como se mencionó anteriormente, las instancias de educación menstrual no están integradas en las escuelas pero sobreviven y crecen a base de iniciativas independientes En México existe la iniciativa Mi luna nueva que organiza pláticas y talleres sobre salud femenina. Colombia cuenta con Tyet, una organización que desarrolló metodologías específicas de pedagogía menstrual y que co-crea protocolos de salud e higiene menstrual para territorios latinoamericanos. En Portugal se fundó el Círculo perfecto; mientras que en España Soy 1. Soy cuatro fue una de las primeras instancias de educación menstrual que ha ayudado a más de y formado una comunidad de miles de mujeres. Otras organizaciones de nivel global, que operan en países como Etiopía y Kenia, promueven la educación menstrual considerando incisos importantes del tema como la pobreza menstrual o el impacto ambiental de los productos femeninos desechables.

Existe una necesidad e interés patente por la educación menstrual, pero a pesar de la gran cantidad de esfuerzos independientes para instruir sobre el tema, la educación sexual en las escuelas sigue sin tratar la materia como una piedra angular del temario. ¿Por qué es importante integrarla?

La necesidad de la educación menstrual

“La educación menstrual es urgente”, argumentó Isis Tijaro, antropóloga, educadora menstrual, activista  y fundadora de TYET durante su participación en el programa Todas y Todos, producido por la Universidad de Colombia. Tijaro explicó que la base del problema es cómo se construye culturalmente la idea de la menstruación desde un estigma, asociado con la enfermedad, un tema tabú que debe manejarse en la habitación o en el baño, y del cual no debe hablarse más que para la solicitud de auxilio médico en caso de una complicación.

Las dolencias asociadas con la menstruación y su relación directa con el cálculo de los días fértiles como medio de gestión o prevención del embarazo, son los únicos dos incisos que se conocen y discuten en forma común acerca de este proceso biológico. Como resultado, esta carga social negativa entorpece el esfuerzo hacia la educación para una experiencia menstrual que no provoque ausentismo en las escuelas, que sea eficaz en informar sobre cómo funciona el periodo y detectar sintomatologías de trastornos ováricos o premenstruales, que cree una conciencia de los cuerpos menstruantes sin prejuicios y que conciba la menstruación digna como derecho humano básico.

Cómo maestro o maestra, ¿qué opinas de la forma en que se maneja la educación menstrual y los recursos para la menstruación digna en tu escuela? Si eres estudiante, ¿qué experiencias has tenido con respecto al apoyo escolar o la falta de éste para gestionar tu experiencia menstrual? ¿Han participado en alguna instancia independiente sobre la educación sexual? Cuéntenos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-menstrual

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Sofía García-Bullé

Licenciada en Estudios Humanísticos y Sociales, Humanidades y Redacción. Universidad de Monterrey