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Entrevistamos a Jacinto Barreiro: «La figura del Che se impondrá siempre

Por Daniel Seixo

 

En Nueva Revolución charlamos sobre la figura del Che Guevara con Jacinto Barreiro Rodríguez, profesor de Lengua y Literatura española que desde hace 40 años forma parte de la Asociación Galicia-Cuba Francisco Villamil, de Vigo.

53 años después de su asesinato en Bolivia, ¿qué queda del pensamiento guevariano en la política actual?

Aunque es imposible de cuantificar, el Che perdura siempre. Representa el paradigma del revolucionario antiimperialista interesado en los problemas del tercer mundo y es ahí en donde su huella es más fuerte. Desde muy joven ya había leído a Marx, Engels y Lenin y se consideraba marxista-leninista, siempre decía que los militantes del marxismo deben dar ejemplo, procurar ser los mejores y estar siempre dispuestos para la lucha. Él era un paradigma en este sentido, sus ideas y su acción siguen siendo un ejemplo para todos los pueblos. Especialmente en América Latina, su influencia fue y sigue siendo enorme. Aunque queden menos movimientos guerrilleros, sus ideas perduran en muchos jóvenes en todos los procesos de la lucha. En Europa, la situación social no es la misma y el imperialismo no se sufre con la misma dureza, pero la figura del Che se impondrá siempre.

¿Qué diría que ha heredado Cuba de Ernesto Guevara?

En el discurso que pronuncia Fidel Castro en la Plaza de la Revolución el 18 de octubre de 1967 ante un millón de personas conmocionadas por la muerte del Che, pregunta: ¿cómo queremos que sean nuestros hijos? Y el mismo responde, queremos que sean como el Che. El Che se convirtió en un signo de los pioneros por el comunismo, «seremos como el Che». El Che simboliza los más altos valores humanos, era una persona culta, inteligente, con una extraordinaria voluntad. Era el primero que se apuntaba al trabajo voluntario y a cualquier misión de riesgo, tenía un absoluto desprecio por el miedo. Por tanto, a partir de su muerte, todo lo que se hace en Cuba tiene que ver con el Che. Como diría Fidel: «nuestra nación se interesó tanto por erradicar el analfabetismo y desarrollar la educación para que todos sean como el Che». Por eso se convierte en un mito para la revolución cubana.

El Che expuso en más de una ocasión que solo la revolución social,  la toma del poder político y el cambio en la estructura productiva permitiría superar definitivamente la explotación de los pueblos por parte de la superestructura capitalista, ¿cómo interpretaría hoy Ernesto Guevara las diferentes experiencias reformistas que en Europa o en América Latina se han desarrollado por diferentes gobiernos de izquierda o próximos al pensamiento de izquierdas?

El Che siempre se centró de forma especial en el tercer mundo, en los países que sufrían de cerca al imperialismo. Su gran ilusión hubiese sido poder participar de la organización de la guerrilla en su propio país, Argentina. «Al imperialismo, ni un tantito así» decía, por eso Europa le quedaba un poco más lejos. Hay un hecho histórico que va a afectar especialmente al equilibrio del mundo, la desaparición a principios de los noventa de la URSS. A partir de ahí la intervención del imperialismo yankee pasa a ser más contundente y despiadada, ya fuese con la intervención inmediata o solapada. Esto conlleva la práctica desaparición del movimiento guerrillero, en algún caso como el de las FARC, tiene lugar de una manera precipitada, lo que lleva ahora mismo al asesinato de muchos de sus militantes en Colombia. Estamos ante las manidas condiciones subjetivas y objetivas, a veces se dan las condiciones objetivas para que triunfe una revolución pero no se dan las subjetivas, mientras que otras veces las subjetivas propician las objetivas. De todas formas, todos los caminos están abiertos y estoy seguro de que el Che vería con buenos ojos la revolución bolivariana, la lucha en Chile o las experiencias electorales en su momento en Ecuador, Argentina, Bolivia o México. No creo que le interesase demasiado lo que pudiese pasar en los regímenes parlamentarios burgueses de Europa.

¿Se ha banalizado en exceso la figura del Che Guevara?

La figura del Che es imponente… Es la pureza revolucionaria, un ejemplo a seguir. Precisamente por ese carisma se convierte en subversivo y peligroso y por ello la burguesía, el capitalismo, lo asimila para manipularlo a su antojo utilizándolo como un icono romántico de ideas imposibles de llevar a la práctica. Pretende convertirlo en un objeto más del consumo. Todo esto tiene el objetivo de vaciarlo de contenido ideológico. También hay que decir que en algún sector de los llamados progresistas, se juzgaba al Che como un idealista y se incidía en su acción guerrillera como algo erróneo, aunque sabemos que los que así lo juzgaban desconocían su pensamiento y simplemente se quedaban en un análisis propio del reformismo burgués.

En Cuba se suele asegurar que al Che se le respetaba porque decía lo que pensaba y hacía lo que decía, ¿quedan hoy liderazgos políticos con esos mismos valores?

Cuenta Fidel Castro que cuando los detuvieron en México mientras preparaban la expedición del Granma, en el interrogatorio le preguntaron al Che si era comunista y este respondió afirmativamente, entonces lo llevaron ante un fiscal y el Che termina discutiendo con él acerca del culto a la personalidad de Stalin. Este era el Che, una persona integra y de enormes valores morales, noble y desinteresado. Seríamos demasiado pesimistas si pensásemos que no puede haber en el mundo más personas como él, pero también debemos considerar que el mundo actual no es igual al de hace 53 años y al Che no le interesaba tanto la inacción política, como la acción revolucionaria, por lo que a veces había que frenarlo en sus decisiones. La situación social no es la misma y las condiciones subjetivas no propician la parición de figuras como el Che.

Empatía, solidaridad y humanismo, ¿qué queda en la militancia actual de ese hombre nuevo que ejemplificaba «el Che»?

Cuando analizamos la figura del Che debemos tener en cuenta dos perspectivas distintas, la europea y la latinoamericana. La Europea desde un plano superior, desde el viejo espíritu colonial, y la latinoamericana desde la tierra. La cultura del consumo, sobre todo en Europa nos lleva a un mundo más individualista, menos humano, falto de militancia, solidaridad y ayuda mutua. El tejido social va formando las identidades de un colectivo y la militancia no forma parte tanto como antes de esos valores. Toda esta anomia social lleva a la despolitización de la sociedad, aunque siempre debemos pensar que sigue habiendo personas como el Che, personas a las que las condiciones subjetivas no les permiten aparecer.

¿Cómo definirías esas condiciones?

Estamos viviendo una época de confusión, pero de una confusión deliberada. Se trata precisamente de confundir a la gente y lograr manipularla, llegando incluso a manipular para ello la figura de líderes como el Che que tiene una trayectoria muy clara y evidente.

Acorde a la política de solidaridad e internacionalismo cubano, Ernesto Guevara visita el 18 de junio de 1959 la Franja de Gaza, ¿qué importancia tiene hoy la figura del Che para las luchas internacionalistas?

Si hay un país solidario e internacionalista, ese es Cuba. Incluso en estos duros momentos en los que estamos sufriendo una pandemia, fue el único país que envió brigadas médicas a los países llamados desarrollados. La visita a la Franja de Gaza es muy significativa. Palestina, una cárcel al aire libre, es el ejemplo de un país sometido en su propia tierra por el colonialismo de un país artificial, Israel, con el apoyo del imperio Yankee. El Che es una referencia en el internacionalismo. Desde el primer momento se preocupa por los problemas del tercer mundo, asiste a las reuniones del Movimiento de países no alineados, la conferencia de Bandung, se ve con Zhou Enlai, Nehru, Nasser, Sukarno… Ya desde muy joven con sus ideas marxistas hizo viajes por Latinoamérica solo y en compañía de su amigo Alberto Granados. Además de conocer toda la geografía del continente, estuvo en Bolivia, en donde en 1952 hay un gran movimiento obrero y campesino. En 1954 está en Guatemala, en donde tiene lugar el derrocamiento del gobierno progresista electo de Jacobo Árbenz que pretendía una reforma agraria y resulta enfrentado por la invasión yankee propiciada por la United Fruit Company que tenía grandes intereses en aquellas tierras. Se dirige a México en donde se prepara la expedición del Gramna para iniciar la revolución en Cuba, años después del triunfo de la revolución, por su insistencia, Fidel le propone la misión en el Congo para ayudar a Lumumba contra Mobutu y los mercenarios europeos. Su vida termina con la misión en Bolivia. Si hay un ejemplo de internacionalismo, ese es el Che.

La figura de Óscar Fernández Mel resulta de vital importancia para conocer las estrechas relaciones culturales y políticas entre la comunidad gallega y cubana, ¿en qué estado de salud se encuentran hoy esas relaciones?

Óscar Fernández Mel fue una figura fundamental para profundizar más en las relaciones entre Cuba y Galiza. Hijo de padres lucenses, aunque nació en Cuba, cuando tenía un año sus padres viajaron a Galiza y estuvieron siete años hasta que en 1937 regresaron a Cuba. Se hizo médico, se incorpora al movimiento 26 de julio y después del asalto al Moncada, a la guerrilla. Llegó a ser alcalde de La Habana y General de brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Gran amigo del Che, que fue padrino de su boda, estuvo con él en el Congo. Galiza, por razones históricas debería tener estrechas relaciones con Cuba, son muchos los gallegos que emigraron a Cuba en diferentes épocas. Grandes personalidades cubanas tienen ascendencia gallega: Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Frank País, Abel Santamaría… Podríamos citar a muchos, personalmente, en mi viaje a Cuba, he podido comprobar el cariño que sienten los cubanos por Galiza. Las relaciones de Cuba con Galiza fueron profundas y muy importantes desde el punto de vista cultura, el precioso edificio que era el Centro Gallego en La Habana es hoy el Teatro Nacional, por citar un hecho, el himno gallego se estrena en Cuba. Sin embargo, hoy este gobierno – como dice Beiras: «de demolición y limpieza étnica de Feijóo»– está terminando de destrozar Galiza.

Al Che se le responsabiliza de forma directa de numerosos fusilamientos tras el triunfo de la revolución, ¿qué hay de verdad en esas acusaciones?

Cuba debe pelear continuamente contra infundios y difamaciones del imperialismo, simplemente no es verdad esta acusación, se trata de buscar algo para manchar la figura incólume del Che. Los fusilamientos llevados a cabo después de la revolución nunca fueron decisiones de una sola persona, ni del presidente del gobierno, son decisiones colectivas de un numeroso consejo de guerra. En todo caso, el error que reconoce Fidel es haber hecho juicios públicos contra los que habían cometido crímenes horrendos, porque la gente siempre es más dura con los culpables. Al Che le impactaba mucho la muerte de sus compañeros de guerrilla, como la de Eliseo Reyes, el Capitán San Luis, de quien escribe en su diario aquellos versos de Neruda: «Tu figura pequeña de capitán valiente». Era un hombre de una profunda humanidad.

¿Qué balance hace de la Figura de «el Che»?

La maravillosa foto de  Alberto Korda está en infinidad de pósteres, camisetas e imágenes de todo tipo, el Che es una figura grandiosa, mítica, la personificación de un auténtico revolucionario. Es el símbolo de la coherencia, la correcta conciencia moral, el desinterés… Nadie puede ir en contra de él, porque representa la lucha contra la injusticia por todos los desheredados de la tierra. Un visionario. Herido sin fusil, lo llevan a La Higuera, al día siguiente el 9 de octubre de 1967 al medio día, lo ejecutan a sangre fría. En el lugar en donde muere, todavía hoy van a postrarse los campesinos bolivianos.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/

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Criando ratas

Por:  Daniel Seixo

Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.

El club de la lucha

«No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!«

Charles Bukowski

«Es rarísimo que por un momento estemos aquí y al siguiente hayamos desaparecido. En un par de generaciones, a nadie le importará una mierda. No seremos más que unos gilipollas con ropas graciosas en fotografías descoloridas que un triste descendiente con demasiado tiempo libre saca del aparador para mirar de vez en cuando.«

Irvine Welsh

La vida es como el mar, tienes que ahogarte para sentir su intensidad.

Blow

Nacer, crecer, reproducirse y morir. Algo aparentemente sencillo hace no tanto tiempo, convertido en nuestros días en una maldita odisea propia de héroes modernos, tristemente encarcelados en una espiral de consumo y plena decadencia civilizatoria. Supongamos por un instante que has nacido en la parte privilegiada del mundo, esa de las tres comidas al día, los anuncios en televisión y las marcas comerciales. Una realidad muy alejada de las guerras, el hambre crónica, los matrimonios infantiles o las consecuencias de las acciones estadounidenses que desgraciadamente pueblan de dolor gran parte de este planeta. Supongamos que has tenido esa suerte –porque no olvidemos que nacer en uno de esos países supone en sí mismo un gran golpe de suerte– entonces entrarán en juego otros muchos factores en tu desarrollo vital.

Entre ellos los más destacables e inamovibles, se encuentran tu sexo – no es lo mismo ser un hombre que una mujer, las violaciones grupales, el techo de cristal, las miradas a tu escote, los insultos como necio ritual de cortejo, la explotación sexual, laboral, reproductiva o simplemente evitar que te asesinen por no someterse al control masculino, todo eso son cosas que un hombre se ahorrará por el hecho de nacer con un puñetero pene entre sus piernas– tu color de piel – admitámoslo, incluso cuando tus padres te hayan traído al mundo en este estado tan democrático, los policías del barrio no saben nada de eso y siempre resulta más fácil cachear y humillar a un joven negro que a un blanco, tampoco a la hora de entrar a un pub de moda, en tu última entrevista de trabajo o al plantarte ante los padres «conservadores» de ese nuevo ligue la cosa resulta sencilla siendo negro o amarillo, por no hablar de los malditos cabeza rapadas o algún que otro «nostálgico» alterado por el peso electoral de los de Santiago Abascal– y muy especialmente tu clase social, este último factor lo atraviesa irremediablemente todo y va a condicionar de forma definitiva todas tus vivencias. No en vano, incluso en un país supuestamente avanzado como España la pobreza infantil afecta a un 28,3 % de los niños y niñas, es decir, 2,2 millones de infancias que no soñarán con esa última videoconsola, una bicicleta mountain bike, vacaciones en la playa o incluso con cosas tan simples como cereales de marca para desayunar. Y que en caso de que se atrevan a hacerlo guiados por la hiperpresente publicidad, pronto se acostumbrarán en sus vidas a las decepciones continuas.

Solo la clase obrera tiene el poder de transformarlo todo, para comenzar un nuevo proyecto común

Lo normal tras ese golpe vital de suerte inicial que ha hecho que no pases tus primeros años en Afganistán víctima de un matrimonio infantil, el opio o alguna guerra que no debería significar nada para ti, es ver como tu infancia transcurre en un barrio obrero. Tu introducción a la sociedad, sucederá viendo a tus padres más bien poco por sus jornadas maratonianas de trabajo. Pero no te preocupes, internet, tus amigos y algún que otro influencer de moda te servirán como guía sustitutiva mientras los adultos de la casa continúan inmersos en la ficción de que un trabajo que los ahoga y una educación pública sin apenas recursos, no suponen realmente un condicionante para el desarrollo de los más pequeños de la casa.

No sé exactamente a que edad comienza la sexualización de los menores, pero te aseguro que será pronto, especialmente –otra vez– si no has nacido con pene. Posturas insinuantes para fotos en redes sociales que «te hacen parecer mayor», pervertidos intentando contactar contigo por redes sociales, maquillaje, ropa de Zara para niña –aunque realmente ya cueste mucho diferenciar entre sus supuestas modelos y niñas e incluso entre las líneas para adultas y niñas– estrellas Disney que pasan inmediatamente a estrellas pornomusicales… Todo te llevará directamente a comenzar a vivir tu sexualidad a una edad demasiado temprana, cuando aún tus decisiones no son del todo racionales. Es ahí cuando el porno entrará en escena, en este caso los hombres «tienen ventaja». Pronto las clases y cualquier otra cosa pasará a un segundo plano y las competiciones de testosterona terminarán en maratones de sexo duro en internet, intentos desesperados por perder la virginidad y sexo rápido, patriarcal y aunque nos te lo parezca, insatisfactorio. Pero vamos, esto tampoco es ninguna sorpresa, son la generación de Pornhub en el bolsillo, casas vacías a todas horas y una nula educación sexual más allá de series para adolescentes en las que las drogas, las relaciones rápidas y el sexo casual es presentado como glamuroso. Lo raro es que esta gente no tenga al menos una sobredosis o un aborto al mes –aunque si fueses estadounidense andarías realmente cerca– se han pasado toda su escasa vida inmersos en cosas que no deberían conocer hasta ser adultos y en muchos casos saben mucho más de todo eso que sus propios padres. Los adolescentes simplemente buscan su identidad en un mar de estímulos mientras el mundo se desmorona y sus padres intentan no ser desahuciados por no pagar el alquiler con un sueldo cada día más menguante.

Tras eso, si tienes suerte, llegará la universidad, un curso de FP o directamente te tocará buscar curro en algún centro comercial o en el taller del barrio. No sé, puede que te decidas a montar un bar y ser eso que llaman emprendedor, pero con ese historial familiar de propiedades al límite del embargo que llevas encima y esa cara de proletario que no te quitas ni con el nuevo peinado de Cristiano Ronaldo, lo más seguro es que de tu banco te echen a patadas antes de que consigas abrir la boca. Vamos chaval, vives en un país en el que 4 de cada 10 jóvenes no tienen trabajo, os han llamado ninis porque «jóvenes que saben que lo tienen muy crudo hagan lo que hagan y muestran su desencanto total y absoluto por el sistema cobijandose en el consumo y el puro hedonismo», en realidad quedaba muy largo para las campañas de criminalización en los informativos de la mañana. Vas a encadenar trabajos basura durante muchos años independientemente de tu formación, pero si esta es buena, tarde o temprano conseguirás despegarte solo un poco de esos otros que decidieron dejar los estudios en busca de un sueldo que les permitiese ser adultos o simplemente sobrevivir. Sea como sea, la buena vida se ha terminado para ti, trabajos duros, horas extra sin remunerar, miedo al despido, sumisión ante un ejército industrial de reserva desesperado y alienado con las dinámicas del patrón.

El mundo real ya estaba hecho una mierda y el coronavirus tan solo nos ha otorgado tiempo para reflexionar sobre nuestros pecados en esta global sociedad de consumo

Todo parece una jodida broma, pero es el cuerpo material de lo que va a ser tu vida, puedes adornarlo con un buen coche, un peinado caro, una buena casa y cenas en un restaurante de moda dos veces a la semana si las cosas te van realmente bien. Pero si has nacido en un barrio humilde y obrero, yo no contaría demasiado con eso. Esos sueños son como la lotería, requieren muchas papeletas de saliva en el culo de tus jefes, una pizca de suerte e intentar que todo eso llegue mientras puedas disfrutarlo. Ya sé que la MTV o Netflix te ha vendido otra cosa, pero despierta, ninguno de los cretinos de Friends podría pagarse aquellos malditos pisos con trabajos precarios y muchos de tus amigos que todavía siguen, o han regresado tras un despido inoportuno, a casa de sus padres. No es casualidad que el 53,1% de los jóvenes de entre 25 y los 29 años y el 25% de los que ya tienen entre 30 y 34 años todavía vivan en casa de sus padres. Si cruzamos esos mismos datos con nuestro desempleo juvenil, incluso a los políticos ineptos que nos gobiernan deberían salirle las cuentas.

Y ahora que ya eres adulto, decide si quieres y puedes tener hijos, paga sus pañales, intenta conciliar algún trabajo basura con sus horarios, preocuparte de su educación, llevarlos al parque, preocúpate especialmente de que no vean porno en internet, háblale sobre las drogas, sufraga la universidad y en definitiva repasa todos y cada uno de los puntos de esta pesadilla que te ha llevado hasta aquí, pero ahora viendo como es otro el que la sufre y se arrastra poco a poco a una sociedad que se hunde y a una vida que lo hace con ella. ¡Eh!, las cosas no deberían ser así, pero también se supone que ya no existe una guerra de clases y a ti te están atizando de lo lindo sin que muevas un dedo por cambiarlo, campeón. La vida no es justa.

Llegado el momento jubílate y prepárate poco a poco para la muerte entre un mar de medicamentos que seguramente tengas que pagar en su mayor parte, aunque si las reformas de las pensiones continúan este ritmo, seguramente la parca te pille camino del trabajo o incluso camino a casa de algún chaval que permanece todavía ajeno a todo lo que se le viene encima, pero que ha decido encargar una hamburguesa a domicilio transportada por un viejo currante al que no le queda otra opción que funcionar como falso autónomo en forma de chico de los recados de una clase adormecida y preocupada únicamente por sus seguidores en Instagram y ese mundo virtual que sin duda parece más apetecible que su propio futuro.

Vamos, no nos deprimamos por esta bofetada en la cara a estas alturas, el mundo real ya estaba hecho una mierda y el coronavirus tan solo nos ha otorgado un tiempo extra de reflexión sobre nuestros propios «pecados» en esta sociedad global de consumo. Pero en lugar de eso, hemos decidido en el mejor de los casos seguir actuando igual pero en esta ocasión con una mascarilla barata en nuestra boca, ¿quizás decorada con algún estampado que pretenda reflejar esa personalidad e identidad que nos falta e intentamos constantemente cubrir con cualquier producto de consumo?

Supongamos por un instante que has nacido en la parte privilegiada del mundo, esa de las tres comidas al día, los anuncios en televisión y las marcas comerciales, una realidad muy alejada de las guerras, el hambre crónica, los matrimonios infantiles o las consecuencias de las acciones estadounidense

No hemos cambiado ni un ápice y esto se termina amigos. En el fondo todos sabemos que tras los atentados del 11-S las cosas no volvieron nuca a ser iguales en materia de derechos sociales y libertades, la crisis económica de 2008 nos arrebató nuestro modo de vida y nos obligó a apretarnos el cinturón renunciando a derechos laborales que nunca regresarían y tras todo esto muchas cosas van a cambiar para siempre en nuestras cada día más asfixiantes vidas y ninguna de ellas lo hará previsiblemente para bien. Aunque parezca irreal, Occidente está descomponiéndose ante nuestros pies y nunca el final de toda una civilización es agradable para aquellos que la sufren, especialmente para los perdedores del Imperio derrotado, aquellos que apenas vislumbraron más que una ilusión de sus pingues beneficios.

“Cómo han cambiado irremediablemente nuestras vidas. Siempre es el último día de verano y nos quedamos fuera, en el frío, sin una puerta para volver a entrar. Hemos tenido más oportunidades de revolución social de las que por derecho nos corresponderían, para muchos la vida les pasa de largo mientras viven a todo tren con los réditos de la explotación de trabajo de nuestra clase social. Mientras que otros, a lo largo de nuestras vidas hemos dejado trozos de nuestras esperanzas y nuestras ganas de luchar aquí y allí, y ahora apenas nos queda el suficiente corazón para seguir luchando, pero forzamos una sonrisa, sabiendo que no existe otra salida que seguir en esta constante lucha de clases, derrota tras derrota, hasta la esperada victoria final. Ya no hay apenas movimiento obrero en los estados, ni partidos realmente socialistas en nuestros parlamentos, pero aun así la lucha es parte de nuestra vida. No podemos evitarla, ni esquivarla. Es esa parte vital que realmente no necesito explicarles en estas páginas, ese motivo por el que la sangre les ha hervido lentamente de rabia y frustración mientras llegaban al desenlace de este humilde artículo. Es eso que puede y debería hacerlos despertar ante tanta injusticia.”

De nosotros depende cambiar el desarrollo de los acontecimientos, solo la clase obrera tiene el poder de transformarlo todo para comenzar un nuevo proyecto común. Pero eso, no va a hacerse solo. Y si quieren evitar que de ahora en adelante generación tras generación cometamos los mismos errores, es hora de moverse. Es hora de luchar para cambiar las cosas.

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Patria y desmemoria

Por: Daniel Seixo

«Es el tributo que se paga para vivir con tranquilidad en el país de los callados.”

Fernando Aramburu

«Hacer la paz, he encontrado, es mucho más difícil que hacer la guerra.»

Gerry Adams

José Pardines Arcay, Jorge Juan García Carneiro, José Lasa Arostigui, José Ignacio Zabala, Javier Pérez Arenaza, Miriam Barrera Alcaraz, José Ramón Domínguez Burillo, María Doleres González Catarain, Luis Isasa Lasa, Jesús María Basáñez, Miguel Ángel Blanco Garrido, Silvia Martínez Santiago, Xabier Galdeano, Lucía Urigoitia, José Ramón Goikoetxea Galparsoro, Josu Muguruza, Miguel Isaías Carrasco… Arnaldo Otegi Mondragon. Jean-Serge Nérin, Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá.

2472 atentados, 849 víctimas mortales y numerosos casos de tortura, víctimas colaterales entre la población civil y asesinatos extrajudiciales fruto del terrorismo de estado. Hablar del conflicto vasco sigue significando a día de hoy reabrir una profunda herida en el corazón y la razón de nuestra sociedad, una presente llaga difícilmente superable pese al proceso iniciado el 8 abril de 2017 por el movimiento terrorista vasco Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad) para encarar su total disolución, poniendo fin de ese modo a décadas de dolor, miedo y el uso desmedido de la fuerza y las armas como único «diálogo» político posible.

Todavía a día de hoy, la sinrazón y la barbarie retruenan en muchas de nuestras calles si uno logra afinar lo suficiente el oído, nombres como Fernando Múgica, Enrique Casas, Ernest Lluch o Miguel Ángel Blanco nos recuerdan el sinsentido de unos tiempos en los que la voz del «diferente», el sonido de la verdad y el rumor de la democracia eran acallados ante el aturdidor ruido de las bombas y el silencio impuesto por el tiro en la nuca. Tiempos de extremos, complicidades silenciosas con la muerte y dedos cobardes siempre agazapados en el gatillo de aquellos a los que les sobraba rencor y les faltaba razón. No nos equivoquemos, ni la sangre derramada durante los peores años de plomo valió la pena, ni tampoco ninguna de las vidas perdidas tuvo tras su muerte una causa justa. Aquellos años carecieron de todo sentido, no puede encontrarse en aquellos que riegan de sangre de inocentes una tierra que dicen amar, ni entre quienes usan esa misma moneda desde las instituciones de un estado opresor y profundamente fascista pese a su fino barniz democrático.

Flaco favor le hace Fernando Aramburu a la adaptación de su novela y a la sociedad española y vasca cediendo a la amenaza de la cultura de la cancelación y al burdo chantaje de personajes como Iñaki Oyarzábal

Costó demasiadas décadas erradicar de la política y la sociedad vasca el germen de la venganza y el rencor, ese parasito silencioso que se deposita en las entrañas de una sociedad y la va carcomiendo lentamente sin que nadie parezca dispuesto a hacer nada por poner fin a ese agónico proceso. A cada atentado terrorista le siguieron realidades sociales como Bateragune o judiciales como el caso Txapartegi, todo ello mientras que políticas como la dispersión de presos profundizaron en amplios castigos sociales ajenos a cualquier lógica legal o democrática. Mentiríamos si negásemos el continuo uso de artificios legales para lograr privar a los presos etarras de los principios tendentes a la unificación del derecho en la Unión Europea o si pese a las continuas sentencias que lo avalan, fuésemos incapaces de asumir como un profundo error las continuas trabas a la participación política de los representantes de la izquierda abertzale en los procesos democráticos de nuestro estado. Nadie en nuestros días pretende –o debería pretender– entrar en una estúpida e innecesaria competición acerca del dolor causado con la intención de retorcer la memoria de un relato todavía lacerante. No, no se trata de eso, pero para lograr conocer la verdad, debemos abrir los ojos a toda nuestra historia de cara a poder enterrar definitivamente el dolor, el miedo y la sin razón.

Es por ello que carece de todo sentido sumarse a incultas y absurdas campañas de boicot contra la serie española «Patria», como carece también de todo sentido escandalizarse cuando un cartel en nuestras calles nos obliga a abrir los ojos y reconocer que la realidad tras ETA y el dolor causado por el conflicto vasco, no solo tuvo un bando. Ni resulta aceptable o comprensible justificar el terrorismo etarra, ni del mismo modo resulta lógico o asumible silenciar y pretender soterrar los crímenes de estado, las torturas y las continuas violaciones de los DDHH cometidas por el estado español en su combate contra el terrorismo, y en más ocasiones de las recordadas, contra todo aquello que pudiese suponer una amenaza política en Euskadi.

Flaco favor le hace Fernando Aramburu a la adaptación de su novela y a la sociedad española y vasca cediendo a la amenaza de la cultura de la cancelación y al burdo chantaje de personajes como Iñaki Oyarzábal, arietes mediáticos de un cínico partido que sin embargo no dudó a la hora de hablar del Movimiento de Liberación Nacional Vasco, modular sus discursos o tomar asiento en primitivas negociaciones ante los asesinos prometiendo «generosidad, mano tendida y espíritu abierto». Es esta misma casta política la que estirando lo máximo posible el rédito electoral del miedo y negándole al estado español y a la sociedad vasca la posibilidad de cerrar un proceso de paz, que desde Madrid hace tiempo vienen ignorando sin que nadie a día de hoy se pueda explicar las razones ocultas en tal disparate, pretende perpetuar el oscurantismo acerca de aquellos años. Vivimos incomprensiblemente secuestrados por un estado de derecho que se niega abiertamente a constatar el fin de una de las etapas más oscuras de su historia reciente.

Todavía a día de hoy, la sinrazón y la barbarie retruenan en muchas de nuestras calles si uno logra afinar lo suficiente el oído

Solo a través de esta demencia compartida socialmente y sostenida por las instituciones, se puede explicar el caso de siete jóvenes de la localidad Navarra de Alasasua encarcelados largo tiempo bajo la acusación de terrorismo por una pelea de bar, las recurrentes algaradas políticas con fantasmas del pasado utilizados como arma arrojadiza en la sede parlamentaria o el escándalo y la sordidez intelectual como respuesta ante un cartel promocional, que ante todo muestra la realidad de un conflicto y de parte de nuestra historia. Asegura la experiencia que las sociedades que pretenden ocultar su pasado suelen estar condenadas a repetirlo, un vaticinio que en el caso del estado español se torna sentencia ante lo abultado de una alfombra con demasiado dolor, muerte y silencio. Por ello, y no por otro motivo, deberían ustedes dejar de lado sus finas pieles y comenzar a mirar a la cara a nuestra historia. Tras eso, afortunadamente, podrán opinar en libertad y sin miedo al sonido ensordecedor del gatillo. Al menos por ahora. Al menos, mientras no olvidemos a lo que nos puede llevar la sin razón.


Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/patria-y-desmemoria/

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Amar en tiempos revueltos

Por: Daniel Seixo

«Pero después, cuando estoy en sus brazos, como ahora mismo, es como si estuviera atrapado en un torno. Tengo ganas de levantarme y salir a dar una vuelta. «Qué impaciente eres, Mark», me dice ella. «¿Por qué no te relajas nunca?» «Es que me apetece dar un paseíto.» «Pero si fuera hace un frío que pela.» «Aun así. Igual compro algo para hacer un revuelto luego.» «Pues vete tú», dice ella, medio soñando; afloja el abrazo, da media vuelta y procura volver a conciliar el sueño. Y yo me visto y salgo por la puerta. ¿Cómo le explicas a alguien a quien quieres que, a pesar de todo, necesitas más? ¿Cómo? Se supone que el amor contiene todas las respuestas, y que nos lo da todo. All you need is love. Pero eso es una puta mentira: yo necesito algo, pero no es amor.

Irvine Welsh

«El camino del infierno estará lleno de compañía, pero aún así será tremendamente solitario.«

Bukowski

«Nadie se muere de amor, ni por falta ni por sobra.«

Chavela Vargas

La sanación más segura para la vanidad es la soledad

Tom Wolfe

¿Qué es el amor? El amor es una niebla que quema con la primera luz del día de la realidad.

Un match… Siglos de literatura, composiciones musicales, dramas, epopeyas, tragedias y grandes conflictos entre naciones y particulares, para que finalmente todo termine reducido en estos tiempos desprendidos de grandeza y sentir alguno a un simple y puñetero match.

En definitiva: arréglate, ponte mono o mona, define tu personalidad en un par de palabras y un par de puñeteras fotos que no son más que lo que siempre has querido ser en tu vida, pero que nunca te has encontrado al despertarte por la mañana en el espejo de tu minúsculo cuarto de baño. Miente un poco o quizás bastante en la aséptica descripción de tu biografía, adorna hasta no llegar a reconocerlo un trabajo estresante y aburrido, no digas nada de tu ex y su nueva pareja jodidamente perfecta, ni tampoco menciones que continuamente se te pasa por la cabeza que esta red social es un digno nido de desesperados y adictos a la validación constante de sus vidas y cada uno de sus movimientos… Adoras viajar, recuérdalo, todo el mundo adora viajar, hacer ejercicio y también los gatos… Aunque quizás no, has leído algo acerca de que hay demasiada gente que es alérgica a los gatos ahí fuera y a estas alturas de la competición no sabes si merece la pena arriesgar un posible polvo por un simple gato. Quizás todo termine en un lío, algo parecido a la amistad o lo que dios quiera que sea que te lleve todo esto… Pero, ¿para qué se supone exactamente que estás completando un maldito cuestionario online que petrifica definitivamente tu desesperada búsqueda de amor al consumo?

Seguramente, ni lo sabes, ni te lo has llegado a preguntar realmente antes.

En este siglo todo resulta una competición y eso lo consume y lo condensa todo sin darnos tiempo a reflexionar, posamos en nuestras redes sociales con nuestros mejores atuendos, consumimos estilos de vida, posteamos quinientas veces al día espejismos de nuestras vidas soñadas, observamos atentos modelos prefabricados de humanos a los que llamamos influencers y entre los atascos, el viaje en metro o los descansos del gimnasio, intentamos agradar a alguien ahí fuera para poder llegar a contarle nuestras inquietudes o para echar un maldito polvo rápido. Somos todos carne de psicólogo o directamente de manicomio y simplemente lo ignoramos con la «sana» intención de compartir un rato en alguna cama con una persona desconocida que logre proporcionarnos esa especie de onanismo compartido en el que se ha transformado el sexo.

Para lograr mantener el ritmo que nos ha impuesto la sociedad de consumo coqueteamos con diez personas a la vez y elegimos finalmente por un periodo de tiempo cada vez más breve a la menos mala, damos likes al escote de nuestra compañera de trabajo, nos masturbamos con la idea de sexo esporádico con nuestra jefa o el chico de los recados, participamos en tríos, orgías, fiestas sado o cualquier otra cosa que nos logre estimular un poco desterrando por un segundo nuestra atenazante soledad. Reducimos nuestros orgasmos al instantáneo Satisfyer Pro 2 o al impersonal sexo de pago y tras eso somos infieles para intentar sentir algo inmersos en todo este circo en el que cada día se convierte nuestra vida. Todavía incluso en nuestra madurez nos mostramos totalmente incapaces de discernir que lo verdaderamente revolucionario en el amor y en el sexo, es el compromiso con algo más allá del mero placer transitorio.

Y es que no nos llevemos a engaño, el poliamor, la anarquía relacional, las relaciones abiertas y toda esa parafernalia semántica vendida como teoría moderna de la liberación amorosa a unos entes tan dispersos y aletargados socialmente como para mostrarse incapaces de realizar un repaso rápido por la historia de la humanidad, no son más que viejos juegos de prestidigitación destinados a mantener las relaciones afectivas en el marco del puro individualismo y la mercadotecnia capitalista. Seamos serios, ese viejo «paz y amor» tan vinculado al movimiento hippie hace mucho que se ha destapado como una simple estafa lanzada al mundo por un conjunto de individuos demasiado derrotistas y sumamente indolentes como para llegar a comprometerse con cualquier campaña revolucionaria o rupturista con el modelo capitalista que ya por aquel entonces daba claras señales de imposición frente a cualquier alternativa social. El amor es solidaridad, compañerismo y en algunos puntos, también sacrificio por el bien común. Valores todos ellos muy alejados del consumismo capitalista y el individualismo extremo que finalmente nos terminarían vendiendo bajo el pretexto de la rebeldía como alternativa rupturista en nuestras relaciones.

Nuestros cuerpos y nuestras mentes se han convertido en este siglo bajo un sistema social y económico alienante e impersonal en aletargadas máquinas incapaces de sentir o querer, somos meros entes otrora humanos inmersos en una desesperada búsqueda de estímulos que en última instancia nos logren proporcionar una mínima dosis de felicidad momentánea y adulterada, sin llegar con ello a vislumbrar en nuestro devenir social lo que llega a ser cuidar y saberse cuidado, compartir un mismo objetivo, un proyecto de vida común. A muchos, quizás hoy les parezca extraño ese otro mundo fuera de las relaciones de usar y tirar, pero todavía hoy existe la capacidad de amar. Y sepan ustedes que siempre, el verdadero revolucionario se ha guiado por grandes sentimientos de amor.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/amar-en-tiempos-revueltos/

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Palestina, ¿vencedores o vencidos?

Por: Daniel Seixo

«Tras 63 años de sufrimiento: basta, basta, basta. Es hora de que el pueblo palestino consiga su libertad y sus derechos. Ha llegado la hora de la primavera palestina, de la independencia.«

Mahmud Abbas

«Voy con la corriente de la historia, y aquellos que van con la corriente de la historia ganarán. Los que van en contra desaparecerán.»

«El sionismo es una encarnación del neo-nazismo …, terrorismo intelectual y explotación racial.»

Yasser Arafat

«El objetivo de la operación es que Gaza vuelva a la Edad Media. Sólo entonces Israel mantendrá la calma durante 40 años.«

Eli Yishai, ministro del Interior de Israel

«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el arma de los que luchan por la libertad»

Aviones de combate, helicópteros de ataque y tanques son usados como represalia por el supuesto lanzamiento de múltiples globos incendiarios desde Palestina. La sobreactuación y la crueldad del ejército israelí contra la Franja de Gaza, hace tiempo que han dejado de resultar un acontecimiento digno de ocupar los grandes titulares de la prensa occidental, pero tras 8 días consecutivos de bombardeos indiscriminados contra distintos puntos de la franja, el dolor, la desesperación y la barbarie siguen siendo tan reales como el primer día de esta interminable pesadilla para los dos millones de palestinos que resisten heroicamente el desmedido envite del ejército sionista.

Asegura el gobierno israelí que la acción responde a las provocaciones del movimiento islamista Hamás, argumenta que las acciones militares se deben a la necesidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y tras esto pretende con grandilocuentes declaraciones y orquestadas presiones económicas y diplomáticas, hacer olvidar al mundo la realidad de un pueblo acosado, humillado y ocupado. Los cantos de sirena que procuran que Trump establezca a Jerusalén como capital de Israel ante el mundo a cambio de unos acuerdos de paz que suponen simplemente una rendición impuesta sobre el pueblo palestino o los recientes acuerdos con Emiratos Árabes Unidos para intercambiar reconocimiento por una supuesta «ocupación comedida», responden a la misma lógica que la que se oculta tras el uso de la violencia y el terror por parte del ejecutivo sionista.

Tras el asesinato de Mohamed Al-Dura y las continuas campañas de manipulación y desprestigio sobre el joven asesinado y la causa palestina, el inevitable futuro del conflicto quedó totalmente constatado para todo aquel que quisiera abrir sus ojos a la total locura en la que se ha transformado el proyecto nacional israelí. Ningún acuerdo va a evitar que salga adelante el mega plan de asentamiento para lograr conectar los principales bloques de asentamientos ilegales en la región y tampoco eso supondrá el fin del plan de anexión de Netanyahu. El radicalismo extremo de la teocracia capitalista del sionismo, no se detendrá hasta que ningún palestino se atreva a defender como propia la tierra que legítimamente hoy habitan. La verdad apenas oculta es que no hay espacio real para el acuerdo o la paz, Israel siempre encontrará un motivo para atacar de forma desproporcionada al pueblo palestino y bien sea por agotamiento o por el poder de las armas, confían en la total eliminación de Palestina. Las puntuales negociaciones con las diversas delegaciones árabes, las fotos tras raquíticos acuerdos o los brindis al entendimiento con las autoridades palestinas, no son para ellos sino una necesidad tediosamente inevitable de cara a no perder definitivamente el rédito que la comunidad internacional les ha otorgado por el sufrimiento injusto e innecesario de sus antepasados. Un rédito que debemos percatarnos hace ya mucho tiempo resulta inmerecido y ha sido dilapidado por la sed de sangre de los falsos herederos políticos de las víctimas del holocausto.

No se trata de explicar una vez más la diferencia entre ser antisionista y antisemita, no pienso entrar aquí en esas burdas manipulaciones dialécticas a estas alturas únicamente interesantes para los propios sionistas en su campaña de manipulación o para aquellos cercanos proyectos independentistas trasnochados que llegarían a acostarse con el diablo por una pizca de reconocimiento fútil, se trata por tanto simplemente de lograr discernir entre verdugos y víctimas y no me salgan con evasivas en este caso intentando comprar dos extremos inexistentes, porque pocos conflictos sobreviven en la actualidad con una desproporción de fuerza y violencia tan clara como el que tiene lugar en Palestina.

Más de 50 000 niños palestinos detenidos desde 1967, viviendas arrasadas, asesinatos selectivos, un férreo bloqueo económico sumado al boicot diplomático internacional, un asedio digno de las campañas medievales y la brutal e incomprensible capacidad de encadenar violaciones a los Derechos Humanos sin apenas consecuencias legales para un estado que parece vivir al margen de la justicia, aun cuando inmerso en el delirio de la violencia se considera digno heredero de la atención de Dios. Personalmente no llego a comprender que clase de Dios podría aceptar en su seno a aquellos que bombardean una escuela de la ONU o paralizan infraestructuras básicas para el desarrollo de la vida diaria de la población civil. No logro comprenderlo y no creo que me equivoque cuando por ello me atrevo a asegurar que ningún Dios más allá del puro dinero se mostraría capaz de aceptar tal afrenta a nuestra humanidad más básica.

Desde que en 2007 Hamás se hiciese con el poder político en Gaza, Israel mantiene sobre el territorio palestino un bloqueo por tierra, mar y aire que sigue cobrándose vidas inocentes al tiempo que enquista irremediablemente un conflicto mucho más terrenal de lo que ambas partes se podrían llegar a permitirse reconocer, sin con ello poner sobre la mesa la inhumanidad y la responsabilidad tras cada nueva víctima. Hasta el momento, no se han registrado heridos o pérdidas materiales considerables en lado israelí por esta nueva escalada de tensión, mientras que las autoridades palestinas oficialmente reportan numerosos heridos e importantes daños materiales en la Franja de Gaza. Una desproporción demasiado habitual en este conflicto y que curiosamente señala a todo aquel que lo quiera llegar a ver, que hace tiempo que la víctima se ha convertido en el peor reflejo posible del verdugo.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/palestina-vencedores-o-vencidos/

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Mujeres: la columna rota

Por: Daniel Seixo

Mujer

Del lat. mulier, -ēris.

1. f. Persona del sexo femenino.

«No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.»

Simone de Beauvoir

«El feminismo es, en la mayor parte del planeta hoy, una teoría de las libertades elementales y mínimas, que no te casen contra tu voluntad, que no te violen, que no te golpeen, que no te den menos de comer, que no te asesinen cuando eres niña.«

Amelia Valcárcel

La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir con tres tareas que pesan al mismo tiempo sobre ella: disponer de las horas necesarias para el trabajo, lo mismo que hace su marido, en alguna industria o establecimiento comercial; consagrarse después, lo mejor posible, a los quehaceres domésticos, y, por último, cuidar de sus hijos

Alexandra Kollontai

«Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior».

Durante siglos la menstruación ha supuesto incomprensiblemente un tabú que ha situado su vivencia en la superstición, el mito y el estigma social que relega a la mujer a un papel de sumisión frente al hombre, únicamente sostenido por la superchería y el desconocimiento. El desprecio a la realidad y a la cultura propia de más de la mitad de la población, supone todavía a día de hoy un vestigio de irracionalidad demasiado presente para millones de mujeres en todo el mundo. Cerca del 50% de las niñas de La India, desconocen qué es la regla cuando les llega por primera vez.  Un país en el que se cree que las mujeres que tienen la menstruación son impuras y en el que las sanciones sociales que excluyen a estas mujeres de la vida religiosa, laboral e incluso educativa, siguen suponiendo un motivo cierto de discriminación y opresión por parte del arcaico patriarcado.

Tan solo un 12% de las mujeres tienen acceso en el país a compresas y paños higiénicos y millones de ellas carecen de información adecuada sobre la higiene menstrual, pero aún en caso de poder seguir los consejos más básicos en este sentido, el 90% de las mujeres hindúes asegura carecer de un lugar para tirar esos desechos en su centro de trabajo o estudio. Debido a esto, muchas mujeres se ven incapacitadas para poder llevar su menstruación con privacidad y dignidad y de esta forma terminan renunciando a su formación o sus puestos de trabajo. Esto no solo supone un estigma para las mujeres, sino también una traba para una sociedad que sufrirá a largo plazo claras repercusiones negativas en materia de integración y productividad del país.

Resulta sumamente importante conocer las vivencias de las mujeres, pero para ello resulta a todas luces vital conocer y reforzar el sujeto político del feminismo

A causa del estigma asociado a su menstruación, todavía en la actualidad una mujer hindú puede verse excluida de las actividades religiosas, ser señalada y humillada en los centros educativos o directamente ser obligada a apartarse de las reuniones de su propia familia, incluso se le pueden llegar a negar actos tan triviales como cruzar un río o simplemente tocar una jarra de agua por el miedo a que esta resulte contaminada. Por desgracia, todas estas sanciones no suponen la parte más irracional asociada a la regla en un país en el  que 335 millones de mujeres tienen la menstruación cada mes. Muchas de ellas, especialmente en entornos fuertemente precarizados, son a menudo forzadas a adoptar medidas irreversibles para su salud a largo plazo. La dificultad para cuidar de la higiene menstrual, el temor a un embarazo fruto de una violación y las complicaciones que la menstruación provoca en los entornos laborales, hace que muchas mujeres en La India sean sometidas a histerectomías totalmente innecesarias y perjudiciales para sus vidas.

En los últimos años, investigaciones periodísticas han destapado como en el estado occidental de Maharashtra miles de mujeres habían sido sometidas a procedimientos quirúrgicos con la intención de extirparse el útero de cara a lograr ser empleadas como recolectoras de la caña de azúcar. Las infecciones derivadas de las pésimas condiciones sanitarias de las chozas en las que viven sin atención sanitaria cerca de los cultivos y la común negativa de los empresarios de los distritos más ricos en el occidente del estado a contratar a mujeres, alegando que estas se ausentan durante varios días debido a complicaciones relativas a su menstruación, termina llevando a miles de mujeres a tomar esta drástica decisión aconsejadas o directamente presionadas por familiares o doctores sin escrúpulos. En estas condiciones, la regla supone no solo un estigma, sino también una condena para muchas mujeres en todo el país. En tan solo tres años, en el distrito de Beed se produjeron más de 4.605 histerectomías. Muchas de ellas ejercidas contra mujeres de menos de 40 años que desconocían totalmente las posibles complicaciones derivadas de un proceso tan agresivo como innecesario para sus cuerpos.

En 2019 las denuncias por agresión sexual se incrementaron en un 10,5% pese al caso de La Manada, los multitudinarios 8 de marzo o la fuerza política e institucional del feminismo

La  falta de información, la práctica inexistencia de políticas diseñadas para la gestión de la higiene menstrual, la precariedad de las infraestructuras y la irresponsabilidad médica aderezada con la mera superstición que pretende dar solución con agresivas cirugías a problemas ginecológicos menores que en occidente podrían ser tratados con simples medicamentos, ha condenado a millones de mujeres a una vida de dolores persistentes y diversos síntomas con graves consecuencias sobre la salud de mujeres y niñas que en demasiadas ocasiones termina incapacitadas para los duros trabajos físicos que  suponen su única vía de acceso a un salario.

Por desgracia la discriminación y la superstición asociada a la menstruación no supone una actitud social circunscrita de manera exclusiva a la República de la India. Desde el absoluto tabú que supone el tema en Malawi, pasando por la mera superstición que hace que en Tanzania todavía se siga creyendo que una persona que vea sangre menstrual quedará maldita o que en Japón se consideren que la regla puede influir en la preparación de alimentos, la menstruación sigue suponiendo en la actualidad uno de los grandes motivos por los que las mujeres de todo el mundo se ven sometidas a un trato discriminatorio y vejatorio.  También en el supuesto occidente capitalista y desarrollado, la sangre procedente de la matriz que todos los meses evacuan naturalmente las mujeres, sigue suponiendo en muchos casos un motivo de vergüenza y desconocimiento, además de un claro factor de desigualdad social y económica.

No en vano, el mayor precio que comúnmente se aplica a algunos productos femeninos, la conocida como ‘tasa rosa’, puede hacer que estos productos lleguen a ser entre un 50 y un 60% más caros que sus homólogos masculinos. Un sobreprecio que tiene también su efecto sobre los productos de higiene menstrual y que convierte en un lujo lo que sin duda supone una necesidad. Según informes del Instituto de la Mujer, las mujeres españolas pasan unos 36 años de su vida con la regla, unos 13 periodos por año, lo que supone 468 periodos, cuatro días de media por cada uno de ellos, un total 1.872 días. Más de cinco años de la vida de una mujer con la regla, lo que equivale a una media de 7.000 euros dedicados a productos de higiene que en nuestro estado están gravados con un 10%, el mismo IVA que el caviar.

El tabú sobre la menstruación no solo supone un control directo de la experiencia social de la mujer, sino que afecta también a su capacidad reproductiva y a su propio cuerpo. Lejos de suponer meramente arcaicos remanentes culturales sin valor alguno de los que se niegan a desprenderse ciertas sociedades «no tan desarrolladas», el estigma más o menos directo sobre la regla viene a responder simplemente a diferentes etapas o evoluciones de la misma dinámica de opresión patriarcal sobre la mujer. Dinámicas de sumisión que por otra parte son tan diversas entre sí como lo pueden ser el matrimonio infantil o la ablación del clítoris, pero todas ellas comparten un mismo objetivo común: someter bajo el dominio masculino a la mujer.

Las formas de discriminación y opresión sufridas por el simple hecho de ser mujer, varían de forma sádica a lo largo y ancho del planeta

El matrimonio infantil se trata todavía en nuestros días una práctica común en países como Chad, República Centroafricana, Bangladesh, Guinea, India, Somalia o Nigeria. Un problema de amplias dimensiones que además de suponer un flagrante atentado contra los derechos humanos e impedir la libertad física de miles de niñas, suele esconder de forma generalizada el abuso sexual y la explotación de menores. Millones de familias en todo el planeta, pero de forma más focalizada en África Occidental y Central, además de en Asia Meridional, consideran a menudo a las hijas como meras mercancías o cargas que soportar a consecuencia del sexismo generalizado y las tradiciones que lo cimentan. Debido a esta visión mercantilista y patriarcal, cada dos segundos una niña contrae matrimonio en el planeta antes de cumplir los 18 años, cerca de 15 millones de niñas que son forzadas cada año a contraer matrimonio y a ver de ese modo trastocado definitivamente su futuro. A menudo, en aquellas regiones en las que la novia paga una dote a la familia del novio esta suele ser menor cuanto más joven es la futura mujer, por lo que existe un claro incentivo en las familias para casar a sus hijas siendo aún niñas. Mientras que en el caso de que sea el pretendiente varón el que deba pagar una dote, las hijas suelen ser vistas y utilizadas simplemente como mercancías fácilmente intercambiables por dinero en tiempos de necesidad. Los hombres adultos de estas regiones suelen hacer uso de esas tradiciones para garantizarse el acceso a mujeres mucho menores que ellos, en muchas ocasiones directamente niñas. La creencia de que el matrimonio garantiza un futuro a sus hijas o el miedo a sufrir un embarazo no deseado en entornos en los que resulta habitual la violencia sexual, supone a su vez otros de los grandes motivos para que se produzcan matrimonios infantiles. Por desgracia, es esos mismos matrimonios, la violencia sexual, física y emocional, suele resultar habitual por parte de del varón de la pareja.

El matrimonio infantil no solo niega la posibilidad de decidir con quién casarse y en qué momento hacerlo a millones de mujeres, el claro aumento de probabilidades de quedarse embarazadas, la falta de libertad para relacionarse con personas de su misma edad y la reducción de las oportunidades para recibir una educación, condena a gran parte de estas mujeres a una vida recluida al trabajo doméstico y a la explotación física y sexual por parte de quienes dicen ser sus maridos, pero no son otra cosa que sus poseedores. La falta de información o capacidad de decisión sobre su propia salud sexual y reproductiva, hace que aproximadamente 16 millones de niñas de entre 15 y 19 años den a luz cada año, muchas de ellas tendrán su primer embarazo antes de que sus cuerpos maduren, aumentando con ello considerablemente el riesgo de muerte y morbilidad materna y neonatal. En los países en desarrollo el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva resulta prácticamente inexistente, por lo que las complicaciones derivadas del embarazo o el parto suelen situarse entre las principales causas de muerte entre las adolescentes. También las infecciones de transmisión sexual suponen una de las causas de complicaciones médicas entre niñas que carecen de la información acerca de cómo protegerse de las mismas o incluso de cómo reaccionar ante abusos sexuales y relaciones abusivas. El matrimonio infantil supone un claro mecanismo patriarcal en busca de la negación del empoderamiento de la mujer y la imposición del rol de sumisión a través de las futuras generaciones.

Quizás no exista mayor traslación material de la realidad social de esta imposición irracional y sumamente violenta contra el cuerpo de las mujeres que supone el patriarcado que la mutilación genital femenina. Asentada en falsos estereotipos encaminados a imponer una clara y permanente disciplina de raíz falocrática sobre las mujeres y lograr así asentar una estructura discriminatoria para las niñas desde su nacimiento, la ablación genital consiste en un procedimiento en el que los tejidos de los órganos genitales de la mujer son lesionados o directamente eliminados de forma parcial o total, con el único fin de poder llegar a controlar los deseos y las conductas sexuales de las mujeres antes y durante el matrimonio. Sin que ni mucho menos tal arcaica e innecesaria práctica pueda llegar a garantizar esos irracionales objetivos, la extirpación o lesión de sus órganos genitales, por razones no médicas, afecta en la actualidad a más de 200 millones de mujeres en todo el mundo. Este aberrante hábito cultural no solo provoca graves problemas de salud física y mental que incide en las víctimas de forma permanente, sino que además repercute en ellas imposibilitando el normal desarrollo de sus relaciones afectivas o sexuales. La ablación genital femenina convierte a las mujeres mediante la mutilación en seres con serios problemas para poder llegar a experimentar deseo o placer. En la actualidad una de cada 20 niñas sufren alguna forma de mutilación genital femenina según las cifras aportadas por Naciones Unidas, cada año tres millones de niñas menores de 15 años son condenadas en todo el mundo mediante este cruel método a sufrir periodos irregulares, problemas de vejiga, recurrentes infecciones y en muchos casos a verse obligadas a poder dar a luz únicamente a través de una cesárea.

Para la mujer este mundo sigue siendo un lugar peligroso y hostil debido a la estructura patriarcal y a los roles de género claramente diseñados para perpetuar la sumisión de la hembra humana a los designios del machismo más rancio

Pero no solo el placer está regulado por la violencia y la imposición cultural y física del patriarcado, cuando se nace mujer, cuando se es mujer, incluso la vida y la capacidad para reproducirla se encuentra directamente amenazada. A pesar de  que el aborto inseguro se sitúe como una de las principales causas de mortalidad y morbilidad maternas y a que según estudios del Instituto Guttmacher –organización sin ánimo de lucro del campo de la salud reproductiva con sede en Estados Unidos– la tasa de abortos sea de 37 por 1.000 personas en los países en los que el aborto se encuentra totalmente restringido o se permite solo en caso de riesgo para la vida de la mujer y del 34 por 1.000 personas en los países que lo permiten en general –lo que vendría a demostrar que la diferencia entre ambos supuestos es totalmente insignificante pese a aplicación de medidas restrictivas– la legislación sobre el aborto no supone todavía a día de hoy una realidad certera en el mundo y sigue aplicándose en los diferentes estados de forma compleja y diversa. En pleno 2020 países europeos como Andorra, Malta o El Vaticano y otros como Nicaragua, República Dominicana o El Salvador, condenan a las mujeres por abortar incluso en caso de haber sufrido una violación. Siendo en este sentido El Salvador uno de los países más restrictivos del mundo, con penas  que pueden llegar hasta 30 años de cárcel para las mujeres que deciden interrumpir voluntariamente su embarazo.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año tienen lugar cerca de 22 millones de abortos inseguros y cerca de siete  millones de mujeres son atendidas en centros sanitarios por complicaciones derivadas de una interrupción voluntaria del embarazo considerada médicamente insegura. Lo que termina derivando en que entre el 8 y 15 por ciento de la mortalidad materna se deba a causas que podrían ser fácilmente evitables y están relacionadas directamente con el embarazo o el parto. Las muertes y lesiones causadas por abortos son mucho más comunes en países en vías de desarrollo en los que el acceso al aborto está limitado o prohibido por completo: en los países que de una u otra forma el aborto se encuentra completamente penalizado o se permite únicamente para salvar la vida de la mujer o preservar su salud física, solo 1 de cada 4 abortos tuvo lugar de forma segura, mientras que esta cifra aumenta de forma drástica a 9 de cada diez en el caso de países en los que el aborto es legal en supuestos más amplios.

En los estados en los que el aborto es legal, el riesgo de muerte se reduce prácticamente a cero, evidenciando de forma clara que únicamente garantizando que las mujeres puedan interrumpir su embarazo de formar libre, legal y segura, se podrán evitar en el futuro las muertes relacionadas directamente con el embarazo o el parto. Tal y como demuestran de forma clara los datos estadísticos, penalizar el aborto no impide que este se produzca, solo logra que este sea menos seguro.

El primer país en que las mujeres conquistaron el derecho al aborto bajo cualquier circunstancia fue en la Unión Soviética, en 1920. Como parte de las conquistas de la revolución socialista de 1917, el estado obrero comprendió las reivindicaciones de las mujeres en este sentido y reconoció el derecho de la mujer a no morir por abortos clandestinos, convirtiéndose en una práctica que podía realizarse en cualquier centro de salud público. La revolución socialista marcaba un camino que en 1965 seguiría Cuba como parte de las conquistas de la revolución comandada por Fidel Castro, pero habría que esperar décadas para que otros países de Europa y el mundo lo siguieran. Tan solo 50 años después en plena segunda ola del movimiento feminista, Estados Unidos y otros países de Europa avanzaron en este sentido, aunque todavía a día de hoy el aborto sigue suponiendo un territorio de marcada guerra cultural, política y legal en Estados Unidos, un país en el que sin duda este tema supone un asunto recurrente en las campañas electorales y en el que las mujeres ven a menudo amenazados sus derechos en este sentido por las campañas antiabortistas directamente dirigidas a las mujeres que acuden a las clínicas y por el cierre estos centros abortivos debido a la continua presión institucional de los estados más conservadores.

La causa del dolor, el sufrimiento y la opresión sufrida por millones de mujeres cada año en el mundo, resulta ahora ofensiva o hiriente para quienes no solo parecen renegar de la tradición feminista, sino que también lo hacen del propio sujeto del feminismo

En España, el aborto fue legalizado por primera vez durante la Segunda República Española, si bien debido a la guerra civil y a la posterior dictadura fascista, este derecho se vería pronto revocado. Actualmente, la ley del aborto aprobada en 2010 durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, permite que una mujer pueda abortar en nuestro país hasta las 14 semanas de gestación –22 semanas en determinados casos por enfermedad– independientemente del motivo. La ley impulsada por el Partido Socialista, legalizaba también el aborto para jóvenes de entre 16 y 17 años, pero una modificación del Partido Popular en 2015 hizo obligatorio requerir el consentimiento parental. No olvidemos que fueron precisamente los conservadores los impulsores del proyecto de ley de Gallardón, el cual pretendía cambiar el paradigma del aborto en España para pasar de un supuesto de plazos a uno de supuestos, concretamente dos: las mujeres podrían abortar  si habían sido violadas o si existía un «menoscabo importante y duradero» para su salud física y psíquica o la del feto. Pese a considerarse un avance sólido e irreversible para las mujeres, no debemos de olvidar que en países como Argentina el aborto sigue suponiendo en la actualidad una de las principales luchas para el movimiento feminista en medio de una ola reaccionaria de populismo.

Las formas de discriminación y opresión sufridas por el simple hecho de ser mujer, varían de forma sádica a lo largo y ancho del planeta. Más de cien escuelas destruidas por los talibanes en el distrito de Swat, en el noroeste de Pakistán, como forma de presión para evitar la educación de las niñas, tasas de alfabetización menores al 17% entre niñas de 15 y 24 años en Níger, una mujer muerta cada media hora por dar a luz sin asistencia médica durante el parto en Afganistán, la prohibición del divorcio en Filipinas o el Vaticano o directamente la realidad social para las mujeres de Arabia Saudí, ese socio de la OTAN en el que solo en 2011 se aprobó el voto femenino y hubo que esperar a 2018 para que las mujeres pudiesen conducir. Un reino de la península arábiga en el que aproximadamente el 65% de las mujeres con educación están desempleadas por las restricciones para acceder al mundo laboral, dado que solo pueden trabajar, estudiar, iniciar una relación sentimental o sacarse el pasaporte para viajar si su guardián se lo permite. Un país regido por un régimen teocrático en el que las mujeres deben vestir el manto de abaya, una túnica que cubre todo el cuerpo menos la cara y las manos.

Para la mujer este mundo sigue siendo un lugar peligroso y hostil debido a la estructura patriarcal y a los roles de género claramente diseñados para perpetuar la sumisión de la hembra humana a los designios del machismo más rancio. Según datos proporcionados por Naciones Unidas, cada día son asesinadas un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo por su pareja o un miembro de su familia. El 35% de las mujeres del planeta mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su compañero sentimental y cerca de un 70% de las mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental. Las mujeres adultas representan más de la mitad de las víctimas de trata de seres humanos detectadas a nivel mundial, unos 15 millones de mujeres de entre 15 y 19 años han sido obligadas a mantener relaciones sexuales forzadas y un estudio realizado en 27 universidades de los Estados Unidos en 2015 reveló que el 23 por ciento de las estudiantes universitarias había sido víctima de agresiones sexuales o conductas sexuales indebidas. A su vez, una de cada diez mujeres de la Unión Europea declara haber sufrido ciberacoso desde la edad de 15 años, lo que incluye haber recibido correos electrónicos o mensajes de texto no deseados, sexualmente explícitos y ofensivos, o bien intentos inapropiados y ofensivos en las redes sociales. El riesgo es mayor para las mujeres jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años. Los resultados de un estudio nacional efectuado en Australia demuestran que casi dos de cada cinco mujeres (39 por ciento) de 15 o más años de edad que han participado en el mercado laboral durante los últimos cinco años han sido víctimas de acoso sexual en el lugar de trabajo en ese período. En un estudio plurinacional realizado en Oriente Medio y África del Norte, entre el 40 y el 60 por ciento de las mujeres declaró haber sufrido acoso sexual en la calle. Mientras que en La India se registran al menos tres ataques con ácido a la semana.

Durante siglos la menstruación ha supuesto incomprensiblemente un tabú que ha situado su vivencia en la superstición, el mito y el estigma social que relega a la mujer a un papel de sumisión frente al hombre

En Rusia una mujer es asesinada cada 38 minutos, mientras que con una tasa de 1,6 por cada 100.000 habitantes, América Latina es la segunda región con más riesgo de mortalidad para las mujeres después de África. En el estado español, desde 2010 han sido asesinadas más de 1000 mujeres a manos del terrorismo machista y durante el pasado año se han denunciado más de 1.000 agresiones y abusos sexuales cada mes.

En 2019 las denuncias por agresión sexual se incrementaron en un 10,5% pese al caso de La Manada, los multitudinarios 8 de marzo o la fuerza política e institucional del feminismo. Pese a todo ello, o quizás precisamente debido a esa demostración de fuerza y hartazgo con la situación de sumisión e indefensión a la que el machismo institucional y social pretende relegar a las mujeres, la reacción patriarcal se muestra cada vez más desproporcionada en el uso de la violencia, pero esto no hace sino señalar claramente que el patriarcado es débil cuanto más fuerte es el feminismo, cuanto más directamente se atacan sus estructuras de reproducción social. Resulta sumamente importante conocer las vivencias de las mujeres, pero para ello resulta a todas luces vital conocer y reforzar el sujeto político del feminismo. No se trata de una tarea baladí o que pueda abandonarse de cara a primar cualquier otro interés que puede encontrarse más o menos relacionado con la batalla por la igualdad y los derechos de las mujeres, pero que sin embargo no recae sobre los hombros del feminismo.

Las obligan a casarse, son estigmatizadas, se les impide decidir sobre su cuerpo y sobre su sexualidad, se les niega el acceso a la educación y los derechos más básicos, las violan y las asesinan por el hecho de ser mujeres. Pero incluso hoy, llegar a afirmar esto, ha pasado de ser una obviedad para cualquier persona comprometida con la lucha feminista a ser considerado por muchos e incluso muchas como una afrenta imperdonable, algo que no debe pronunciarse, en definitiva un nuevo tabú. La causa del dolor, el sufrimiento y la opresión sufrida por millones de compañeras cada año en el mundo, resulta ahora ofensiva o hiriente para quienes no solo parecen renegar de la tradición feminista, sino que también lo hacen del propio sujeto del feminismo. Reniegan en definitiva de la mujer. Hoy el machismo avanza en su agenda de sometimiento envuelto en el falso velo del progresismo y las doctrinas del género, un curioso disfraz tejido con cinismo en la propia opresión patriarcal que sustenta la cárcel de las mujeres.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/mujeres-la-columna-rota/


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Las invasiones bárbaras

Por: Daniel Seixo

 

«No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder

Benjamin Franklin

«El primer día derogaremos el Obamacare. El Obamacare es un gran problema de los demócratas y nosotros vamos a resolver ese problema«

«Lo tenemos bajo control«

Donald Trump

«Sabed que vuestros pueblos os juzgarán por lo que podéis construir, no por lo que destruyáis.«

Barack Obama

Mientras el presidente Trump prepara el terreno y el clima social de cara a las próximas elecciones presidenciales y los Demócratas continúan enfrascados en sus propias dinámicas internas, intentando transformar definitivamente el mermado sistema político estadounidense en un mero juego de popularidad y engaños, la abnegada comunidad científica que a duras penas logra sobrevivir, intentando asesorar al Gobierno de Estados Unidos durante la gestión de esta crisis sanitaria motivada por el Covid-19, se empaña una vez más en repetir para todo aquel que lo quiera escuchar el alarmante mensaje de que el coronavirus se encuentra hoy mucho más extendido en el país de lo que estuvo en los meses pasados. Con cerca 1,9 millones de positivos y 25.000 muertos durante el mes de julio, casi el doble que las cifras oficiales de los últimos meses, el total de infectados en el país se sitúa en la actualidad en los 4.700.000 con un balance total de 150.000 fallecidos. Unas cifras realmente crudas que evidencian la incapacidad del Imperio estadounidense para lograr hacer frente a los efectos de la pandemia entre su propia población.

Tal y como señala la doctora Deborah Birx, coordinadora médica del equipo de la Casa Blanca, el coronavirus continua hoy expandiéndose sin control tanto por las áreas rurales como urbanas del país, todo en medio de una contracción histórica de la economía nacional durante el segundo trimestre del año, fruto de los efectos de la pandemia en el consumo y la actividad de las empresas. La situación actual de Estados Unidos puede calificarse sin temor a equivocarnos de total y absoluto descontrol, al tiempo que la propagación del virus parece imparable entre protestas sociales, un consumo desmedido y desplazamientos generalizados por todo territorio nacional sin respeto alguno por las más básicas medidas de distanciamiento social. La cifra de desocupación alcanzaba la semana del 25 de julio los 1,43 millones de estadounidenses desempleados, un incremento de cerca de 12.000 personas respecto a la semana anterior. Sin la posibilidad real de una vacuna en un lapso de tiempo cercano más allá de las especulaciones en bolsa y con un panorama empresarial y económico realmente complicado, las colas del hambre en torno a los bancos de alimentos y la amenaza de un nuevo confinamiento, parecen ubicar a la administración Trump y al propio modelo estadounidense al borde del abismo.

El sistema de seguros médicos privado en Estados Unidos ha demostrado ser costoso e ineficiente, el país que más gasta en sanidad, cerca del 17% del PIB, se encuentra actualmente atrapado e un modelo que apenas satisface al 21% de la población

La situación de crisis sistémica potenciada por los efectos del Covid-19, afecta especialmente a un país que alberga a cerca de 40 millones de habitantes viviendo por debajo de la línea oficial de pobreza y con aproximadamente la mitad de los trabajadores inmersos de lleno en un mercado laboral deteriorado y de bajos ingresos, en el que solo el 40% de los estadounidenses declara poder hacer frente a un gasto imprevisto de apenas 400 dólares, sin tener por ello que recurrir a la venta de alguna propiedad o a pedir dinero prestado. Con pérdidas generalizadas y sostenidas en el tiempo durante las últimas décadas de los ingresos reales de la clase trabajadora y con un panorama inmediato de profunda recesión económica fruto de los efectos del coronavirus, la ausencia de un sistema de salud pública en los Estados Unidos dibuja la respuesta política y social a esta crisis no tanto como un asunto de derecho a la vida y a la salud garantizado por el estado, sino como una cuestión meramente mercantilista de carácter individual en su respuesta. Mientras una minoría social ve totalmente garantizado su acceso a servicios sanitarios de calidad gracias a lograr costear las elevadas cuotas que exigen las compañías aseguradoras, el conjunto de la depauperada clase obrera estadounidense se enfrenta durante esta pandemia a la espada de Damocles que los acorrala a diario entre la amenaza de un contagio casi asegurado o el desempleo y la ruina. En un país en el que la cobertura sanitaria depende de la actividad laboral, eso supone sin lugar a dudas una condena al fracaso para el proyecto vital de gran parte del proletariado estadounidense.

Desde el acceso a los tests, hasta el más mínimo ingreso hospitalario, la profunda desigualdad del sistema y los efectos del coronavirus sobre el mismo, vienen en este contexto a depauperar los ya de por sí pobres índices de salud de un Imperio militar, económico, pero quizás no social o sanitario. Actualmente la esperanza de vida de los estadounidenses se encuentra situada en los 79,2 años, ubicándose así en el puesto número 40 de mundo, claramente por detrás del conjunto de naciones desarrolladas y muy lejos de los cerca de 83 años en los que se encuentra la esperanza de vida en nuestro país. Pero hay más, analizando en detalle los datos de un estudio del Centro Nacional sobre Pobreza de Estados Unidos (NPC) podemos ver como las diferencias sociales en el país son llamativas, mientras un hombre blanco con estudios universitarios sitúa su esperanza de vida cerca de los 80 años, un afroamericano con escasa formación, apenas llegaría a los 66 años. Otros datos complementarios en este análisis del marco social estadounidense como la mortalidad infantil o la mortalidad materna, evidencian claramente la actuación disfuncional del sistema sanitario de este país sobre la salud de su población. Con cerca de 5,7 muertes por cada 1.000 nacimientos y 26,5 muertes maternas en el año 2015 por cada mil nacimientos, Estados Unidos se ve de nuevo sobrepasado en estos indicadores por el conjunto de los países ricos, llegando incluso a ser superado en el primer indicador por países como Bosnia Herzegovina y Croacia y mostrando tendencias claramente contrarias a la evolución global en el caso de la mortalidad materna.

Actualmente cerca de 27,5 millones de estadounidenses carecen de seguro médico, lo que significa que cerca del 8,5% de la población carece de cualquier tipo de asistencia sanitaria de calidad

En medio de una situación de clara crisis sanitaria global, los cuidados hospitalarios, los medicamentos o las operaciones, suponen un gasto difícilmente asumible para millones de estadounidenses. Mientras las empresas mejor situadas suelen correr con los gastos del seguro médico de sus empleados, muchas otras no lo hacen o simplemente suelen ofrecer coberturas muy limitadas. Esta vinculación entre vida laboral y cobertura sanitaria, explicaría perfectamente la profunda brecha en el acceso a los cuidados sanitarios entre las diferentes clases sociales en Estados Unidos y su reflejo en los indicadores generales del país. Una sola noche de hospitalización en EE. UU. puede elevar una factura médica a cerca de 5.220 dólares, frente a los 424 que costaría en España, mientras que el precio de una operación de apéndice variaría entre los 16.000 dólares que pagaría un estadounidense a los apenas 2.000 que podría costar en el caso de un hospital español. No se trata únicamente de la inversión individual en servicios médicos tal y como señalan repetidamente muchos economistas liberales, sino del propio concepto de la sanidad, entendida esta como un bien común o como un lucrativo negocio. España se encuentra entre los países que menor porcentaje de la renta dedica a su sistema público de salud, unos 1.500 euros al año pero cápita, frente a los cerca de 9.000 dólares al año que dedica cada estadounidense, pero mientras el gasto sanitario del país norteamericano no cesa de aumentar y su atención es claramente deficiente para una mayoría social, el sistema público español se encuentra, pese a las continuas oleadas recientes de austeridad impuestas por el modelo neoliberal, entre los más eficientes y mejor valorados del mundo.

Cerca del 57% de los habitantes de Estados Unidos aseguran haberse llevado en algún momento de su vida una sorpresa con una factura médica que aparentemente cubría su compañía de seguros y quizás precisamente debido a eso, los estadounidenses acuden aproximadamente la mitad que los españoles al médico, una media de 4,1 visitas al año. Facturas de 126.000 dólares por un ingreso hospitalario de 4 días tras un accidente de moto, 47.000 dólares por servicios varios como laboratorio, anestesista, fisioterapia, rehabilitación, 60.000 dólares en servicios médicos esenciales como un escáner o una radiografía tras un accidente de coche, 11.000 dólares tras el traslado al hospital en ambulancia y una estancia de penas dos días o directamente 407.000 dólares por una estancia hospitalaria de algo más de dos meses. Analizar este contexto social en medio de un aumento significativo de casos de Covid-19 -una enfermedad que en muchos casos requiere intensos y prolongados cuidados hospitalarios- y con una crisis económica acuciante que afecta progresivamente a sectores más amplios de la población, supone hablar de un marco sanitario en el que el virus y una economía depredadora se unen mano a mano para poner en riesgo la vida de millones de personas, ante el nulo papel de un estado ciertamente inexistente que únicamente observa como las compañías de seguros negocian sus propias tarifas con médicos y hospitales, incluso caso por caso, para tratar al paciente como un cliente que en gran parte de los casos rematará teniendo que asumir una parte importante del coste de sus tratamientos, incluso cuando creía tener una cobertura sanitaria suficiente. Este es el caso de Malcol Bird: en 2016 un hospital en Connecticut le reclamó algo más de 600 dólares por haberle puesto una venda a su hija de un año tras haber sufrido un corte en el dedo mientras le cortaban las uñas. Cerca de 7 dólares por lavar la herida y una tirita y 622 dólares por el servicio médico y el uso de las instalaciones del hospital.

Estas elevadas cifras en las facturas médicas no son casos aislados en un sistema sanitario que funciona en su foro interno como un gran sistema especulativo al rededor de la salud de los pacientes o directamente jugando con la salud de los mismos: 1.000 dólares por una resonancia magnética, 300 dólares por una mamografía, 300.000 por una fractura de cráneo con hemorragia cerebral o 9.000 por un traslado en helicóptero. Una consulta medica en Estados Unidos ronda los 100 dólares en un médico de cabecera, 300 en un especialista y 700 dólares si además de la misma necesitamos un análisis de sangre. Estados Unidos es en esencia el país ideal para terminar arruinado por el costo de las facturas médicas.

Sin embargo el gobierno estadounidense no se muestra en absoluto capaz de garantizar la calidad de su sistema de salud pese al alto costo del mismo. No deberíamos olvidar que tras el cáncer y las enfermedades cardíacas, la tercera causa de muerte el país se debe precisamente a los errores médicos. Cerca de 250 mil personas al año mueren en Estados Unidos debido a esta causa, superando con creces los fallecimientos debidos a accidentes o infartos. Pero incluso con estas alarmantes cifras, la mala praxis o directamente la negligencia médica, no siempre conllevan automáticamente la suspensión del ejercicio profesional de sus responsables, sino que en gran parte de los casos los mismos son únicamente sometidos a largos procesos disciplinarios durante los cuales los médicos afectados por la investigación podrán seguir ejerciendo su profesión a la espera de que los Consejos Médicos de los estados en los que ejercen resuelvan las demandas. Miles de médicos estadounidenses ejercen su profesión pese a estar sometidos a investigaciones por abuso de drogas, acoso sexual, negligencias graves o incluso a cometer errores letales. Por estrambótico que parezca, la figura del Dr. Nick Riviera de Los Simpson, es un reflejo de una situación real de una parte del sistema sanitario estadounidense. En el caso del FBI contra el doctor Farid Fata, se demostró que al menos 553 personas habían sido falsamente diagnosticadas con cáncer y sometidas a caros y agresivos tratamientos médicos, por los que el doctor Fata llegó a presentar facturas equivalentes a 225.000.000 dólares al Medicare, el sistema de seguro de salud estatal de Estados Unidos. Largos y dolorosos procesos de quimioterapia aplicados a personas sanas, únicamente como forma de enriquecerse a costa de la salud de sus pacientes. Una estafa posible bajo el paraguas de un sistema de salud privado y depredador.

El 40% de las personas que están muriéndose debido a una enfermedad terminal en Estados Unidos, aseguran tener serias preocupaciones acerca de las facturas médicas y sobre como sus familias podrán hacer frente a las mismas

En la otra cara de la moneda, una enfermedad como la diabetis, fácilmente controlable y tratada con cambios en el estilo de vida y una buena dieta, supone a día de hoy una amenaza sanitaria creciente en un país en el que al menos el 72% de los adultos admite no consumir las suficientes frutas o vegetales y opta directamente por la comida rápida, llegando a consumirla incluso cuatro veces por semana, en muchas ocasiones debido a lo accesible de su precio frente a otras alternativas más saludables. Solo en California entre 2011 y 2017, los médicos llegaron a realizar más de 82.000 amputaciones diabéticas. Un procedimiento drástico e irreversible que ejemplifica claramente las consecuencias de ser pobre y carecer de seguro médico en Estados Unidos. Atendiendo a un estudio de 2015, los pacientes que sufren diabetes en comunidades que se sitúan en el nivel más bajo de la base de ingresos, tuvieron casi un 39% más de probabilidades de sufrir amputaciones severas en comparación con los que viven en comunidades de mayores ingresos. Las personas de raza negra o latinas tienen en la actualidad más del doble de probabilidades que los blancos de sufrir amputaciones relacionadas con la diabetes, lo que en muchos casos supone una incapacidad directa para continuar de manera efectiva en un mercado laboral cada vez más deteriorado.

La cosa es simple: sin trabajo, no hay seguro. Actualmente cerca de 27,5 millones de estadounidenses carecen de seguro médico, lo que significa que cerca del 8,5% de la población carece de cualquier tipo de asistencia sanitaria de calidad. Si triunfase el llamado «Trumpcare», la propuesta republicana para derogar y sustituir el Obamacare, esta cifra se elevaría en 14 millones de estadounidenses sin cobertura médica en el país durante el próximo año y cerca de 24 millones de cara al 2026. En una sola década, el número de habitantes sin cobertura médica podría llegar a situarse en Estados Unidos en 52 millones de personas. En contraprestación, la administración Trump podría reducir el déficit federal en cerca de 337.000 millones de dólares, una suculenta mordida económica con total seguridad destinada a los peces gordos de Wall Street y a una lluvia de fuego y destrucción sobre algún país soberano en forma de jugosos beneficios para la industria del armamento.

Debemos apuntar llegados a este punto que para los ciudadanos más depauperados de Estados Unidos existe un programa destinado a asistirlos con los gastos derivados de su atención médica, llamado Medicaid. Actualmente se encuentran inscritos en este programa unos 75 millones de personas, que ven como mediante servicios puntuales se cubren sus necesidades sanitarias. Pero el Medicaid únicamente se dirige a reducir los costes sanitarios, no a propiciar una atención gratuita. No es extraño por tanto encontrarse a familias que directamente recurren al crowfunding como la alternativa más directa de cara a intentar evitar la ruina que puede suponer una enfermedad en los Estados Unidos. La caridad individual como sustituto del papel que debería jugar el estado a la hora de aportarnos la atención médica que necesitamos. La más mínima visita a un hospital puede llegar a suponer una factura de cientos de dólares para aquellos que se encuentran sin cobertura sanitaria. Pese a que la ley de Estados Unidos exige que las personas que tienen una emergencia médica puedan obtener la atención que necesitan, independientemente de su capacidad de pago, la acuciante crisis económica y la seguridad de que las facturas médicas terminarán por llamar a la puerta de los pacientes, hace que el 57% de los trabajadores estadounidenses acudan a trabajar mientras están enfermos y que cerca del 33% lo haga de forma habitual. Una situación social que si bien supone una auténtica locura en condiciones normales, apunta directamente al desastre más absoluto en medio de la crisis sanitaria derivada del coronavirus.

La situación de crisis sistémica potenciada por los efectos del Covid-19, afecta especialmente a un país que alberga a cerca de 40 millones de habitantes viviendo por debajo de la línea oficial de pobreza

Cerca de 45.000 personas mueren cada año en Estados Unidos debido a la falta de una correcta atención médica y el riesgo de morir aumenta en torno a un 40% entre quienes carecen de un seguro de salud. No se trata de una decisión individual o de un riesgo que corran personas irresponsables, se trata directamente de pobreza y de su efecto sobre la salud de las personas. Los gastos médicos suponen una de las principales causas de pobreza entre los estadounidenses y provocan que cada año miles de ciudadanos tengan que declararse en banca rota. Incluso entre quienes tienen un seguro médico, cerca de 500.000 personas deben declararse insolventes cada año debido a deudas relacionadas con sus enfermedades. Una deuda médica total de cerca de 81.000 millones de dólares que afecta a uno de cada seis estadounidenses. Una situación social límite que no hace sino empeorar con los años, si entre el año 2000 y 2006 la inflación en el país subió un 3,5% y los salarios de los estadounidenses aumentaron en un 3,8%, las primas de los seguros médicos lo hicieron a su vez en un 87%.

El simple hecho de adquirir un medicamento puede llegar a costar para un estadounidense miles de dólares mensuales pese a contar con un seguro, mientras un tratamiento con insulina cuesta entre 5 y 10 euros en España y es cubierto por la Seguridad Social, en Estados Unidos su precio se puede disparar a los 200-300 euros al mes con un seguro médico y hasta los 800-1200 euros para aquellas personas que carecen del mismo. Esto convierte el acceso a medicamentos básicos en un problema de primer orden de salud pública. En el caso del cáncer, el 42% de los estadounidenses que padecen esta enfermedad se dejan en facturas médicas durante los dos primeros años de tratamiento los ahorros de toda su vida. De nuevo un personaje de ficción como Walter White de Breaking Bad, retrata bajo toda la locura de su trama la realidad asfixiante de miles de ciudadanos en Estados Unidos. No en vano, un cáncer de vejiga puede llegar a suponer cerca de 21.000 dólares, frente a los más de 100.000 de tratamientos relativos a las últimas etapas de los tipos de cáncer más complicados.

El 59,7% de los estadounidenses obtiene directamente el acceso a su seguro médico por la empresa en la que trabaja, un 27% por ciento a través de programas del gobierno como Medicaid –destinados a gente con bajos ingresos– y Medicare –para mayores de 65 años– y solo un 9,1% lo hacen a través de seguros contratados de forma individual. Pero todos ellos, sin excepción, se ven inmersos en un bazar sanitario en el que las 10 compañías más importantes controlan el 70% de todo el mercado de los seguros sanitarios en Estados Unidos. Un sistema enormemente rentable para estas compañías cuyos beneficios superan ampliamente los 10.000 millones de dólares. Quizás por ello, sus directores se encuentran entre los profesionales estadounidenses mejor pagados con un promedio de 12 millones de dólares al año. Las compañías basan sus beneficios en la pura lógica mercantil y por ello estos directores funcionan como ejecutivos de una empresa y no como médicos, sus tareas principales se basan en seleccionar a pacientes con mayores necesidades médicas, especialmente los crónicos, eliminar a las personas que requieren cuidados costosos y reducir en la medida de lo posible la cobertura sanitaria prestada, aumentando los copagos. No en vano, el 40% de las personas que están muriéndose debido a una enfermedad terminal en Estados Unidos, aseguran tener serias preocupaciones acerca de las facturas médicas y sobre como sus familias podrán hacer frente a las mismas. Todo ello a pesar de que la mayoría tiene un seguro médico. Pero esto no es todo, tu edad, tu estado de salud y tu profesión, pueden suponer factores decisivos para que se te niegue un seguro de salud en Estados Unidos. Un modelo sanitario que en la práctica ya aplica una especie de eugenesia ligth a pacientes con antecedentes de cáncer, obesos, hipertensos o simplemente a fumadores o personas que practican deportes de alto riesgo.

La situación actual de Estados Unidos puede calificarse sin temor a equivocarnos de total y absoluto descontrol

El sistema de seguros médicos privado en Estados Unidos ha demostrado ser costoso e ineficiente, el país que más gasta en sanidad, cerca del 17% del PIB, se encuentra actualmente atrapado e un modelo que apenas satisface al 21% de la población. La supervivencia de un modelo demencial e ineficiente, solo resulta por tanto posible atendiendo al enorme peso que las compañías de seguros médicos tienen en la economía y en la vida política del país. El poder político y mediático de los grupos de presión relacionados con estas compañías es inmenso y se refleja fielmente en sus enormes aportaciones a las campañas electorales de las diferentes figuras con capacidad de decisión en el Congreso de Estados Unidos. Unos fondos que hasta ahora se dirigían de forma más o menos equitativa tanto a figuras demócratas como republicanas y que a día de hoy, tras el intento de la administración Obama por remodelar ligeramente el sistema sanitario estadounidense, parecen decantarse firmemente por las posturas más extremas y fundamentalistas de la ultraderecha del país. Medios como FOX News funcionan a su vez como un engranaje necesario para lograr trasladar satisfactoriamente el mensaje de estas grandes compañías de seguros a los estadounidenses, boicoteando con ello cualquier intento de Reforma Sanitaria mediante campañas de intoxicación informativa.

En medio de una de las mayores tragedias sanitarias de Estados Unidos debido a los desastrosos efectos Covid-19 sobre la población y a las puertas de la posible conjunción de esta crisis sanitaria con una profunda recesión económica que amenaza directamente a cerca de 28 millones de estadounidenses con ser desalojados de sus casas, el sistema sanitario de Estados Unidos parece profundizar en la decadencia de un país cuya clase trabajadora se encamina a la ruina y la realidad de unos índices sanitarios más propios de países del tercer mundo que de una potencia imperial. Todo, mientras su presidente, Donald Trump, se atreve a catalogar la situación en del país y su propia gestión de la pandemia de «adecuada». En un país con millones de personas sin acceso a servicios sanitarios y con grandes porcentajes de población decidiendo no acudir al médico por temor a ser deportados o a quedarse sin trabajo, el cambio de rumbo de un presidente y una militancia republicana adscrita a las teorías conspirativas, parece ser el golpe de timón definitivo para que un el coronavirus termine cobrándose la vida de millones de estadounidenses. De todos modos, pese al dolor personal y a la tragedia para la nación, para el sistema de salud del país y para las grandes firmas de seguros médicos, tan solo se tratará de negocios.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/las-invasiones-barbaras/

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