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Primer Congreso Mundial en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo

Por: Rosa Cañadell

Los días 25, 26 y 27 de septiembre tuvo lugar el Primer Congreso Mundial en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo, en el que participaron de manera virtual 500 ponentes, profesores, académicos e investigadores en educación y con más de 18.000 oyentes, de una veintena de países, básicamente de América Latina, pero también de Canadá, EEUU o Sudáfrica. Cataluña y el Estado Español también estuvimos presentes con las voces de Rosa Berrio, Mari Luz González, Marc Casanovas, Xavier Diez, Jurjo Torres Santomé, Enrique Díez, Vicent Mauri y Rosa Cañadell.

En él se constató que la educación, paulatinamente, ha dejado de ser un derecho, convirtiéndose cada vez más en un artículo dentro del sistema mercantilista, donde se ha desvalorizado el papel del docente y que el deterioro del sistema educativo, los recortes presupuestarios y la disminución de los derechos del profesorado y del alumnado son un patrón que se repite en los distintos países del mundo.

Se denunció que las prácticas pedagógicas se centran cada vez más en cuestiones tecnológicas y de competencias al servicio de las necesidades laborales de las empresas, dejando de lado los contenidos culturales y humanísticos, necesarios para la emancipación individual y colectiva, y olvidando los conceptos de libertad y solidaridad, necesarios para una sociedad justa y democrática.

El modelo económico neoliberal, impuesto también en la educación, ha degradado las prácticas pedagógicas y reducido el papel trascendente de los maestros a meros técnicos del conocimiento, en medio de un sistema económico que no fomenta la igualdad, la justicia social, el respeto al planeta, ni la riqueza cultural de los pueblos. Y que en este modelo económico la educación se vuelve un campo de disputa, donde maestros y gobiernos nacionales deben plantearse qué clase de enseñanza se desea. Hasta ahora, el neoliberalismo, con manuales estandarizados, ha impulsado una escuela que ha fracasado desde el punto de vista humano, pero eficiente para reproducir al sistema.

Se condenó de manera firme y contundente el nuevo modelo de privatización educativa que se intenta imponer en el marco de la pandemia del COVID-19. Esta ha generado una situación inédita de parálisis global programada, que desnudó las profundas desigualdades del sistema, pero que también se convirtió en una oportunidad para el gran capital en su propósito de avanzar en una redefinición de sus procesos y dinámicas, con elementos de mayor exclusión y dominación. La ola de privatizaciones de los servicios básicos y de interés social ocurridas en las últimas décadas han hecho que los sectores sociales más empobrecidos y la clase trabajadora fueran los más afectados por la crisis de la pandemia.

El experimento de la virtualidad en casa se usa para colocar una disputa que no existía en febrero de 2020, entre educación presencial en la escuela versus educación virtual en casa. El capitalismo sabe que no puede suprimir de manera impune y rápida las escuelas, pero está creando el imaginario social sobre la obsolescencia de lo escolar. Con ello procura dar entrada a las corporaciones tecnológicas y de contenidos educativos digitales al “mercado educativo”, lo cual va acompañado de una desinversión sostenida en la actualización y formación docente para contextos digitales como el actual. La propuesta de educación virtual, híbrida y multimodal ha encontrado a millones de niños, niñas y jóvenes sin posibilidades reales de continuar sus estudios. Es del todo necesario volver a las clases presenciales, pues las virtuales han vulnerado los derechos de los estudiantes y los docentes y han significado una baja calidad académica.

Uno de los objetivos del Congreso es pensar y construir respuestas, no solo para la coyuntura actual, sino que desde el presente de resistencias se pueda trazar un horizonte estratégico, que pasa ineludiblemente por la construcción de alternativas pedagógicas que sustenten una nueva escuela, una nueva universidad. Asumir de la manera más consistente y responsable este desafío, supone ir más allá de las fronteras nacionales puesto que lo que está en juego es precisamente la superación de la crisis de un modelo globalizado de educación neoliberal.

Para ello es urgente generar un diálogo educativo abierto y permanente con las organizaciones de los y las estudiantes y sus familias que defienden el derecho a la educación en los nuevos contextos de asedio de las corporaciones tecnológicas, para con ellos y ellas construir rutas de trabajo compartidas y establecer un plan de unidad en las luchas que se exprese en la solidaridad activa con todas las formas de defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo que se libren en los territorios locales, nacionales, continentales y mundiales.

La resistencia y la lucha del profesorado, del alumnado, de las familias y de las fuerzas de la izquierda progresista son el camino. Necesitamos una juventud sabia, solidaria, culta, con preparación laboral y sentido de la justicia.

Para todo ello se va a trabajar en una ruta unitaria que permita el establecimiento de la segunda semana de junio de 2021 como la semana mundial de movilizaciones en defensa de la educación pública, la ciencia y la cultura, en la cual se coordinen organizaciones de trabajadores de la educación, asociaciones de familias y estudiantiles.

Finalmente se recordó que los y las jóvenes de hoy son quienes podrán mejorar la sociedad del mañana y los y las docentes tenemos la obligación de prepararlos para que ello sea posible. Nos estamos jugando el futuro de nuestra sociedad.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/30/primer-congreso-mundial-en-defensa-de-la-educacion-publica-y-contra-el-neoliberalismo/

 

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El racismo, en aumento

Por: Rosa Cañadell

Desgraciadamente, hemos consolidado una sociedad cada vez más desigual y hemos aceptado situaciones de menosprecio, de explotación y de marginación de algunos colectivos. Con la crisis sanitaria a raíz de la Covid-19 y la crisis económica que ya tenemos encima, está rebrotando uno de los males que más barbaridades ha infligido a nuestra humanidad: el racismo.

Vemos como los EE.UU. están en llamas por las protestas antirracistas a partir del asesinato de un hombre negro a manos de la policía, pero este hecho no es más que la punta del iceberg de la marginación constante de los afroamericanos en ese país. Pero también en nuestra Europa estamos viendo como aumenta la xenofobia y como nadie se inmuta ante los miles de muertos en el Mediterráneo de personas que huyen de la guerra y el hambre. Y también aquí: en Lleida, los hoteleros se han negado a aceptar a 200 trabajadores que recolectan la fruta y que están viviendo en la calle, a pesar de que un futbolista de origen senegalés ha querido pagarles la estancia. Racismo y clasismo en estado puro.

El racismo no se basa en las preferencias individuals o en el grado de simpatía o antipatía hacia las personas que son diferentes. La diferencia existe siempre dentro de cualquier sociedad. La principal característica del racismo es la defensa de un sistema social que
niega una serie de derechos a un colectivo, en función de alguna de sus características. La negación puede ser al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la educación, a circular libremente y, en circunstancias extremas, a la vida. Y el colectivo varía también en función de las necesidades del momento: los indios en la América colonial, los negros en las plantaciones americanas, los judíos en la Alemana nazi y, en la actualidad, los inmigrantes no comunitarios en la Unión Europea.

El racismo no es innato ni natural, sino que es una construcción social que tiene como objetivo justificar algún tipo de explotación. Es también una manera de dar salida al malestar social, de buscar una «cabeza de turco» a quién traspasar la responsabilidad de los males que sufre una sociedad en un momento dado. Por eso el racismo crece en momentos de crisis, y algunos líderes políticos lo utilizan en beneficio propio, estimulando el odio a partir de falsas informaciones y estereotipos que ayudan a fabricar enemigos y a desviar el malestar hacia los más débiles.

En los momentos actuales, es más fácil culpar los inmigrantes o los negros del paro y la carencia de servicios sociales que no a los banqueros y especuladores. El racismo, además, cumple otra función perversa, que es la de dividir a las clases menos favorecidas, para que no sumen sus fuerzas. Otro factor que estimula el racismo es la desaparición de los modelos tradicionales de confrontación social: la lucha de clases y las organizaciones sindicales y vecinales que habían articulado propuestas de lucha y de cambio, canalizando así el malestar social. Los proyectos de cambio, como el que proponía el movimiento obrero, ofrecían un eje para organizar las demandas de los sectores menos favorecidos. Cómo afirmaba M. Wieviorka, «cuanto más se organiza una sociedad a partir de un conflicto propiamente social, más restringido es el espacio para el racismo». Se trata, pues, de resituar los conflictos dentro del eje social y no de la pertenencia a una etnia, raza o nacionalidad.

Nos esperan tiempos de nuevas crisis. Una vez controlada la sanitaria en que la Covid-19 nos ha sumergido durante casi tres meses, nos esperan tiempos difíciles económicamente hablando, en los que azuzar la xenofobia en lugar de enfrentarse a los poderosos es una salida fácil y vergonzosa que la derecha no duda en utilizar. Hay que construir un nuevo discurso basado en la ciudadanía y la igualdad de derechos, un discurso en qué a los inmigrantes no se les tiene que tolerar porque hacen el trabajo que nosotros no queremos hacer, o porque les necesitamos para pagar nuestras pensiones, sino un discurso que valore a las personas que emigran, que se les reconozcan todos los derechos sociales y laborales y que se resalten los valores positivos de la diversidad cultural, ententdida como riqueza. Y en esto tienen que colaborar la escuela, los medios y los discursos oficiales.

Es imprescindible una alianza de todas las instancias sociales y políticas de izquierdas para exigir una salida de la crisis que no pase por el aumento de las desigualdades, el desmantelamiento de los servicios sociales, la violencia o la exclusión. No olvidemos que la desigualdad alimenta el racismo y este puede acabar convirtiéndose en fascismo. Y esto no nos lo podemos permitir.

Fuente: https://www.eltriangle.eu/es/opinion/el-racismo-en-aumento_106408_102.html

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Educación en tiempos de confinamiento, ¿y no sería mejor dejar a las criaturas un poco en paz?

Por: Rosa Cañadell.

 

Estamos en una situación especial en que todo está parado y trastornado.  El cierre  de escuelas e instituto ha puesto sobre la mesa un debate sobre qué hacer ante esto: ¿Se debe continuar el curso vía internet? ¿Hace falta que el profesorado adapte las actividades previstas para hacer “clases” virtuales? ¿Todo el alumnado tiene condiciones para hacerlo? ¿Las familias tienen que insistir en que sus hijos e hijas hagan todos los deberes que el profesorado les asigna? ¿Todas las familias están en condiciones de hacerlo?

Estas y otras muchas preguntas están surgiendo por parte de las Administraciones, del profesorado y de las familias, con un gran número de informaciones contradictorias y no del todo posibles. Pero, ¿es tan importante perder dos, tres o cuatro meses de “clase” ante una situación de emergencia, y totalmente nueva, como la que nos encontramos?

Es normal la inquietud y las dudas, pero yo creo que hace falta más reflexión pausada y, sobre todo, pensar en las necesidades de los niño y jóvenes, así como del profesorado y de las familias.

Hace falta, además, tener en cuenta las diferentes y desiguales situaciones en que se encuentran las familias y también el profesorado. No es el mismo ser médico, enfermera, personal sanitario, de limpieza, transporte, o cualquier otra profesión que está en activo, que estar en casa haciendo teletrabajo. No es el mismo tener una vivienda confortable y con todos los medios tecnológicos, que vivir en precario sin acceso a internet, o sin espacios apropiados para poder estudiar. No es el mismo tener padres y madres con tiempo y conocimientos para ayudar los niños, que no tenerlo. No es el mismo que en casa haya un padre y una madre a que sea una familia mono-parental. Y así sucesivamente.

Pero, al margen de todo esto, yo creo que hay una cuestión que podría ser generalizable. Y es que, a una situación excepcional se tienen que dar respuestas también excepcionales. Quiero decir, que intentar que la escolarización siga su curso (vía telemática) como si no pasara nada, no es la respuesta más sensata. Estén en la situación que estén, ni los chavales ni las familias tienen como prioridad subsanar la pérdida que puede significar perder una pequeña parte del temario escolar.

La situación de confinamiento mente diferente a la situación de escolarización y la angustia ante la posibilidad de contraer la dolencia, la angustia ante el estado de personas mayores y queridas (abuelos, tíos, etc.) hace que los niños y jóvenes vivan en un estado emocional muy diferente del que pueden tener en un tiempo escolar normal. Y si a esto le añadimos la angustia de muchos padres y madres que han perdido el trabajo y no pueden pagar el alquiler o comprar comida, aún parece más absurdo tener que preocuparse por los contenidos escolares de los más pequeños.

Ante esta situación, y sin que esto quiera decir que no se tiene que hacer nada que tenga que ver con la escolarización, quizás habría que dejar los chavales un poco en paz. Quizás el que hace falta es no agobiarlos  más con la obligación de hacer todos los “deberes” y, en cambio estar muy atentos a sus miedos y angustias. Quizás habría que dejar que hagan cosas nuevas, que inventen, que tomen iniciativas, que busquen nuevas actividades, que jueguen, que recorten, que escriban (un diario, cartas a los amigos, cuentos inventados, pequeñas obras de teatro), que canten y bailen, que construyan instrumentos, que pinten y decoren, que se disfracen, que recuperen juegos de los más mayores, que cocinen y hagan pasteles, que ayudan en las tareas domésticas (barrer, sacar el polvo), que aprendan a coser un botón…0 incluso, que se aburran! Dicen que no hay nada más creativo que el aburrimiento!

Quizás no es lo mejor obligarlos a estar muchas horas ante la pantalla para recibir “las clases”, más bien al contrario, el que haría falta es justamente limitar las horas de ordenador y de móvil, las horas de tele y de videojuegos. Hay tiempo para todo, y hay que aprovecharlo lejos de las pantallas. Es preciso que ordenar un poco la vida y ponar algunas normas, y ayudar a que ellos y ellas se vayan organizando. Hay que darles ideas y pautas, cosas que pueden hacer (que  son muchas) y algunos límites para que no abusen, sobre todo de las pantallas. Quizás en vez de seguir “clases” escolares, es mucho mejor mirar documentales y leer historias que tengan que ver con los contenidos que están haciendo en la escuela. Reportajes de países remotos, personajes que han estudiado, la vida en una etapa concreta de la historia, visitas virtuales a museos, conciertos… y todo aquello que amplíe su bagaje intelectual, cultural y artístico.

También habría que aprovechar para estimular los valores de la solidaridad y la colaboración. Hace falta que los niños y los jóvenes entiendan el que está pasando, sin alarmismos, pero explicando también todo el trabajo que hacen el personal sanitario (salir al balcón a aplaudir), las personas que limpian, las personas voluntarias que ayudan a la gente mayor y, en general, todas aquellas personas que hacen posible que ellos y ellas puedan estar en casa, a cobijo del virus. Hay que explicar la importancia de tener una sanidad pública donde todas las personas, ricas o pobres, pueden ir a curarse. Y como el quedarse en casa es, en sí mismo, un acto de solidaridad con sus amigos y amigas, abuelos y abuelas y con la población en general.

Por parte del profesorado, no se trata de reconvertir el temario que tocaba en forma digital, sino tener contacto personal (virtual, está claro) con el alumnado, que puedan explicar como están y que hacen y darles diferentes opciones y materiales que los ayuden a pasar el tiempo y que sean educativas, en el sentido amplio de la palabra.

Todo esto quizás ahorraría la angustia de las familias y la desazón de los niños y jóvenes, y nos ahorraríamos, también, no aumentar la gran desigualdad escolar que ya existe. Es evidente que compensar las desigualdades que ya existían sin el coronavirus, es del todo imposible, pero lo que sí podríamos hacer es buscar maneras de no aumentarlas. Y esto querría decir: por un lado, no avanzar ninguna materia escolar, ya que ello dejaría atrás los que tienen más dificultades. Y por la otra, dedicar muchos más recursos el próximo curso para atender aquel alumnado que ha sido más perjudicado de este período de confinamiento.

Cuidaos mucho!

Fuente del artículo: Equipo de OVE.

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¿Qué adoctrinamiento?

Por: Rosa Cañadell

El problema de la educación no es el nacionalismo, el problema de la educación es el neoliberalismo, la carencia de presupuesto público y la segregación escolar.

La escuela catalana adoctrina, dicen. Y yo pienso…, pues sí, la escuela catalana, a igual que la del resto del Estado e, incluso, de Europa y quizás de todo el mundo… ¡adoctrina!. Pero no son las maestras, los profesores y profesoras quienes adoctrinan, sino que es todo el sistema educativo: los currículos, las leyes, los decretos, los presupuestos, y tantas otras cuestiones.

Pero el adoctrinamiento más grande y más claro no es el nacionalista, sino el neoliberal.

¿Acaso no es adoctrinar poner a Amancio Ortega como personaje que imitar en los libros de texto de economía? ¿No es esto enseñar que lo importante es hacer dinero aunque sea sobre explotando a mujeres y niñas?

¿No es adoctrinar enviar empleados de la banca a dar clase de Economía Financiera explicando la “necesidad” de hacerse un plan privado de pensiones o un seguro de vida? ¿No es esto enseñar que quien no tenga dinero no tendrá una jubilación porque el estado no le garantizará sus derechos?

¿No es adoctrinar, enseñar Emprendimiento, que no es más que preparar a los jóvenes para un futuro laboral en el que se tendrán que hacer “autónomos”, o sea, trabajadores precarios, sin derechos laborales, que las empresas contratarán cuando los necesiten y los dejarán sin trabajo cuando les convenga, sin paro, ni seguridad social, ni pensión, ni nada?

¿No es adoctrinar que en nuestros libros de texto no figuren nunca todas las aportaciones hechas por culturas que no son la occidental? No es esto enseñar a ser “supremacista” hacia todas las otras culturas que, según dicen los libros de texto, no han aportado nada a la humanidad?. La ciencia, las matemáticas, la filosofía, la medicina, la democracia, los derechos humanos… todo es obra y gracia solamente de nuestra cultura occidental?

¿No es adoctrinar, que las mujeres brillen por su ausencia en el arte, la ciencia, la literatura, la historia, los premios Nobel, y un largo etcétera? ¿No es esto un adoctrinamiento machista?

¿No es adoctrinar explicar, como hacen algunos centros religiosos, pagados con el dinero de todos y todas, que el aborto es igual a un asesinato, o que los homosexuales son “enfermos” que se pueden curar?

¿O no es adoctrinar en el más puro clasismo, que haya centros educativos con piscina e instalaciones fabulosas donde se concentra un tipo de alumnado, mientras otros están en barracones y con una gran carencia de recursos? ¿No es esto preparar al alumnado para aceptar, desde muchos pequeños, que unos tienen más derechos y más privilegios que los otros?

¿No es adoctrinar montar un sistema en el que los centros, el profesorado y las familias tienen que competir entre sí? Fomentar el individualismo y la competitividad es un adoctrinamiento totalmente funcional al sistema neoliberal.

¿Acaso no es adoctrinar elaborar un Protocolo para “detectar posibles radicalizaciones islámicas” del alumnado susceptible de ser musulmán? Cuando no hay ninguna correlación entre las actitudes que contempla este protocolo (denominado PRODERAI) y posibles atentados terroristas. ¿No es señalar a todo el alumnado proveniente de países musulmanes como posible terrorista? ¿No es esto un adoctrinamiento xenófobo y racista?

En qué “programa” oficial se habla de los desahuciados, de las causas de la crisis, del dinero que se ha regalado a los bancos, de las leyes laborales que hacen que tantos trabajadores y trabajadoras continúen siendo pobres? Dónde se explican los negocios de nuestras empresas en los países llamados pobres, que hacen que estos sean cada vez más pobres? Donde se explican las causas de la pobreza, de los países y de las personas? Donde se explica porque los inmigrantes son “ilegales” porque alguien les ha negado unos papeles? Donde se explican las causas de las guerras de Irak, de Afganistán, de Siria…que hace que tantas personas se jueguen la vida para entrar a nuestro países huyendo de la guerra y del hambre?

¿Dónde se explica que con la crisis, los ricos son cada vez más ricos, mientras los pobres son cada vez más pobres? ¿Dónde se explica que los mismos que hablan de paz están vendiendo armas a los países para que hagan guerras? ¿Dónde se explica el por qué del cambio climático y la destrucción de la naturaleza para poder hacer más y mejores negocios?

No señores, el problema de la educación no es el nacionalismo, el problema de la educación es el Neoliberalismo, la carencia de presupuesto público y la segregación escolar.

Y si, a pesar de todo este adoctrinamiento, muchos y muchas jóvenes salen del sistema educativo con una cierta “conciencia” social es, justamente, gracias a que son muchos los docentes que, a pesar de todas las trabas, continúan pensando que su tarea es ayudar a que el alumnado tenga herramientas para entender el mundo en el que vive y pueda pensar al mejorarlo.

Hace ya demasiado tiempo que estamos descuidando la función ideológica de la escuela. Como si cada vez todo fuera más neutro. Pero no hay neutralidad en un mundo tan desigual y tan cruel como el que estamos viviendo. Y la educación no puede estar fuera del mundo real. La educación no es solamente dar herramientas instrumentales (competencias, dicen ahora) para que los jóvenes se adapten al futuro que los espera. No se trata de “preparar” al alumnado para que “se adapten a las necesidades” de la sociedad del siglo 21 (cómo dicen algunos planes de innovación), sino prepararlos para poder “defenderse y luchar” contra esta sociedad que se prevé cada vez más desigual, más individualista, más racista y más competitiva.

No olvidemos que el capital, las empresas y los bancos, no tienen fronteras, tal y cómo estamos viendo estos días. Y son estos poderes económicos los que están introduciendo a marchas forzadas este adoctrinamiento. Quieren la escuela a su servicio y quieren que se transmitan sus valores. Necesitan la escuela para adoctrinar a los jóvenes de mañana.

Más allá de la guerra de banderas y de la grave situación política del país, el alumnado de Cataluña, exactamente igual que el alumnado del resto del Estado, está sufriendo un adoctrinamiento encubierto que va más allá de los nacionalismos y que afecta su futuro y el futuro de la sociedad.

Debemos ser conscientes, denunciarlo y ponerle remedio.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/11/09/que-adoctrinamiento/

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¿Quién manda en la educación?

La educación no tiene que estar al servicio de la economía, de las empresas o del mundo financiero, la educación tiene que ofrecer herramientas, conocimientos y valores para que todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas .

Estamos en tiempos confusos y, en el ámbito educativo, esta confusión puede terminar por exterminar los principios básicos de lo que debía ser la educación pública: un derecho universal, independientemente del lugar de nacimiento, de su estatus económico y cultural, de su sexo, de su religión, de su orientación sexual o de su identidad nacional.

Libro recomendado

Una educación garantizada por las administraciones en condiciones de igualdad para todo el alumnado. A favor del desarrollo integral de todos los chicos y chicas. Una educación que impartía conocimientos y saberes, impulsaba valores democráticos y de participación y que dotaba a todo el alumnado de los conceptos fundamentales para entender el mundo y poder criticarlo y mejorarlo. Para ello existían normas básicas, que emanaban de las leyes, y unos ejecutores singulares que eran los profesionales de la educación. Los docentes y el resto de la comunidad educativa participaban en la construcción del conocimiento y adaptaban sus metodologías al alumnado. Los centros públicos eran gestionados democráticamente y el profesorado, como funcionario, tenía libertad de cátedra para impartir su docencia al margen, y a veces en contra, de los gobiernos de turno.

Todo ello está, en estos momentos, en cuestión.

Cada vez más se confunden centros públicos, gestionados públicamente, laicos, gratuitos y democráticos, con los privados que funcionan con los criterios de la patronal, que reciben dinero público y que, en la mayoría de los casos, incumplen la ley: cobran cuotas, seleccionan al alumnado y favorecen la segregación. Hay un interés, cada vez mayor, en presentar a las dos redes como una: “centros sostenidos con dinero público”.

Además, dentro de los públicos se están promocionando centros de diferente calidad: los “innovadores” o “avanzados” y los demás. Ello, unido a la promoción de un inexistente derecho, el de “elegir centro”, da como resultado un aumento importante de la segregación, con una concentración del alumnado por clase social y origen cultural. Lo que es socialmente injusto y pedagógicamente negativo.

Aparecen empresas, bancos y organismos privados que interfieren en la educación: deciden qué hay que enseñar, cómo, con qué metodologías, qué tecnologías utilizar y cómo evaluar. Nunca bancos y empresas tuvieron tanto “interés” en la educación, ni tanto poder para imponer sus principios al margen de unas administraciones que no dirigen pero sí aplauden estas “innovaciones”.

Los organismos privados utilizan dos estrategias: impartir “formación” para el profesorado y elaborar material didáctico. Se supone que ambas son de máxima importancia. ¿Son las empresas, bancos o fundaciones privadas las que deben “definir” el perfil del profesorado y elegir los contenidos? ¿Quién controla esta formación? ¿Quién tiene la prerrogativa de formar al profesorado? ¿Pueden estas organizaciones ayudar al alumnado a tener una visión crítica del funcionamiento de la economía y política actual? ¿Pueden ayudar a educar en la solidaridad y la democracia, en el rechazo a la desigualdad y a la marginación? ¿Qué principios éticos pueden inculcar empresas que sobreexplotan y defraudan a Hacienda o bancos que engañan a sus clientes y desalojan a familias sin recursos de sus casas?

Algunos ejemplos:

Fundación Empieza por Educar (del Banco Santander) y Fundación Telefónica lanzan el proyecto Entre Profes, un entorno formativo online dirigido a docentes que trabajan en entornos complejos.

EduCaixa es una plataforma educativa que incorpora recursos que explican los conceptos básicos de la economía y las finanzas.

CINAIC es el Congreso Internacional sobre Aprendizaje, Innovación y Competitividad. Más que un congreso es una plataforma para divulgar innovación educativa y mejorarla.

AulaPlaneta es una plataforma de la editorial Planeta con recursos por cursos, materias y temas

Fundación Promete quiere promover un mayor y mejor desarrollo del talento de todas las personas, mediante el diseño y realización de proyectos de innovación educativa y social,

Escuelas Creativas un proyecto de Fundación Telefónica en el que se “traslada”, a centros educativos y aulas, la metodología de creatividad e innovación del famoso cocinero Ferran Adrià.

La Fundación Amancio Ortega convoca, a través de su Programa de Formación para Profesores, 50 plazas para la realización de un año académico en Canadá. El Programa ofrece formación en técnicas y habilidades de uso transversal en la docencia, y prácticas educativas en centros públicos canadienses.

Segunda edición del concurso internacional de enseñanza Global Teacher Prize de la Fundación Varkey, considerado el “Nobel de la Enseñanza”.

AltSchool, con el respaldo de inversores como Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, l pretende revolucionar la enseñanza y crear un sistema de aprendizaje personalizado que pueda usarse en cada escuela del mundo.

Escola Nova 21: EduCaixa, juntamente con el Centre UNESCO de Catalunya, la Fundació Jaume Bofill y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), impulsa el proyecto Escola Nova 21, una alianza de entidades y escuelas con el objetivo de propiciar acciones de cambio educativo.

La CEOE reclama que el empresariado tenga más protagonismo en la gobernanza ejecutiva de la formación, hasta el punto de que pueda participar en la definición de los currículos de grado y posgrado.

Design for Change hace su aparición en España en 2011, con la ilusión de contribuir a transformar la realidad educativa de nuestro país. Innovación, emprendimiento social, valores e inteligencias múltiples.

El CETEI es el centro de innovación educativa de la red de escuelas Jesuitas Educación. Su misión es ser y actuar como nodo de reflexión y debate, promoción, transferencia y difusión de las innovaciones educativas, tecnopedagògiques y metodológicas de Jesuitas Educación

Escuelas Católicas es la patronal de colegios concertados que ofrece formación.

Pero, no sólo intentan formar al profesorado y vender sus materiales, sino que, cada vez más, entran en las escuelas para propagar sus ideas. Así lo vemos en el ejemplo de la Educación Financiera (EFEC), denunciada una y otra vez por la Plataforma por la Educación en Economía Crítica.

¿Quién manda en la educación?Cuando intentamos ver en qué consisten estas y otras ofertas de formación, de materiales y de propuestas de innovación, nos encontramos con algo insólito: todos proponen lo mismo. ¿No es mucha casualidad que estén tan de acuerdo la OCDE, los bancos, los empresarios, los movimientos pedagógicos a favor de la innovación educativa, las escuelas religiosas y las públicas, las plataformas y fundaciones?

Estas coincidencias se pueden resumir en cinco : 1) El gran fracaso de la educación actual y la falta de preparación del profesorado. 2) La necesidad de cambiar radicalmente las metodologías y pasar a “educar por competencias y por proyectos”.  3) La utilización de las TIC y los medios digitales como herramientas fundamentales. 4) La educación “centrada en el alumno” y la necesidad de adaptar la educación a las “necesidades de la sociedad del siglo 21”. 5) El fomento del “espíritu emprendedor”.

Todo ello, además, no se ha discutido en ningún foro; ha aparecido como una “obligación voluntaria” del profesorado que se ve abocado a poner en cuestión todo lo que estaba haciendo y adherirse entusiasta al diseño que otros han formulado. El profesorado debe aprender de nuevo a enseñar, en sus horas libres y pagando la formación de su bolsillo. Tiene que dedicar horas fuera de su horario para planificar, buscar material y organizar las clases a partir de las nuevas órdenes. [“Es necesario sacar al docente de su zona de confort y ayudarlo a que aprenda a utilizar herramientas tecnológicas…” (Instituto de Innovación en Negocios Educativos); “El problema lo tenemos dentro de la cabeza. No hacen falta más recursos. Hay que aprender a trabajar en equipo, tanto los alumnos como los profesores” (Escola Nova 21)].

Los centros, sobretodo los públicos más marginales, deben hacer un sobreesfuerzo para apuntarse al carro si no quieren ser más marginales y ser tachados de obsoletos.

¿Dónde están los estudios que demuestran que la educación por competencias y por proyectos es mejor? ¿Es todo ello tan “nuevo”?¿Porqué viene de la mano de organismos privados? ¿Por qué, de repente, hay que cambiar horarios, espacios, metodologías y roles sin aumentar recursos ni presupuestos? ¿Es mejor y más avanzado fomentar el espíritu emprendedor que el espíritu crítico? ¿Es mejor la educación financiera que la filosofía, la música o la literatura? ¿Qué significa una educación “centrada en el alumno”?¿Por qué el profesor debe dejar de ser un emisor de conocimientos para convertirse en un guía ¿De dónde aprenderán ahora los conocimientos, de internet?

Pero lo más importante: ¿quién ha decidido todo ello y en función de qué intereses?

Es evidente que la sociedad está cambiando. la educación no puede quedar al margen.hay que mejorarla , pero la falta de discusión y, sobre todo, esta avalancha impositiva de una innovación que surge del mundo empresarial, puede desembocar en un gran fiasco. La sociedad, las familias, y los profesionales no deberían abrazar acríticamente todas estas nuevas directrices. Si dejamos la educación en manos de agentes privados, con intereses muy concretos, estamos hipotecando el futuro de nuestra sociedad.

La educación no tiene que estar al servicio de la economía, de las empresas o del mundo financiero, la educación tiene que ofrecer herramientas, conocimientos y valores para que todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas puedan tener una vida digna, y sean capaces no tanto de adaptarse a un mundo salvaje y competitivo, sino que sean capaces a enfrentarse a él y puedan cambiarlo.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/quien-manda-la-educacion/

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¿Quién manda en la educación?

Por: Rosa Cañadell

La educación no tiene que estar al servicio de la economía, de las empresas o del mundo financiero, la educación tiene que ofrecer herramientas, conocimientos y valores para que todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas .

Estamos en tiempos confusos y, en el ámbito educativo, esta confusión puede terminar por exterminar los principios básicos de lo que debía ser la educación pública: un derecho universal, independientemente del lugar de nacimiento, de su estatus económico y cultural, de su sexo, de su religión, de su orientación sexual o de su identidad nacional.

Una educación garantizada por las administraciones en condiciones de igualdad para todo el alumnado. A favor del desarrollo integral de todos los chicos y chicas. Una educación que impartía conocimientos y saberes, impulsaba valores democráticos y de participación y que dotaba a todo el alumnado de los conceptos fundamentales para entender el mundo y poder criticarlo y mejorarlo. Para ello existían normas básicas, que emanaban de las leyes, y unos ejecutores singulares que eran los profesionales de la educación. Los docentes y el resto de la comunidad educativa participaban en la construcción del conocimiento y adaptaban sus metodologías al alumnado. Los centros públicos eran gestionados democráticamente y el profesorado, como funcionario, tenía libertad de cátedra para impartir su docencia al margen, y a veces en contra, de los gobiernos de turno.

Todo ello está, en estos momentos, en cuestión.

Cada vez más se confunden centros públicos, gestionados públicamente, laicos, gratuitos y democráticos, con los privados que funcionan con los criterios de la patronal, que reciben dinero público y que, en la mayoría de los casos, incumplen la ley: cobran cuotas, seleccionan al alumnado y favorecen la segregación. Hay un interés, cada vez mayor, en presentar a las dos redes como una: “centros sostenidos con dinero público”.

Además, dentro de los públicos se están promocionando centros de diferente calidad: los “innovadores” o “avanzados” y los demás. Ello, unido a la promoción de un inexistente derecho, el de “elegir centro”, da como resultado un aumento importante de la segregación, con una concentración del alumnado por clase social y origen cultural. Lo que es socialmente injusto y pedagógicamente negativo.

Aparecen empresas, bancos y organismos privados que interfieren en la educación: deciden qué hay que enseñar, cómo, con qué metodologías, qué tecnologías utilizar y cómo evaluar. Nunca bancos y empresas tuvieron tanto “interés” en la educación, ni tanto poder para imponer sus principios al margen de unas administraciones que no dirigen pero sí aplauden estas “innovaciones”.

Los organismos privados utilizan dos estrategias: impartir “formación” para el profesorado y elaborar material didáctico. Se supone que ambas son de máxima importancia. ¿Son las empresas, bancos o fundaciones privadas las que deben “definir” el perfil del profesorado y elegir los contenidos? ¿Quién controla esta formación? ¿Quién tiene la prerrogativa de formar al profesorado? ¿Pueden estas organizaciones ayudar al alumnado a tener una visión crítica del funcionamiento de la economía y política actual? ¿Pueden ayudar a educar en la solidaridad y la democracia, en el rechazo a la desigualdad y a la marginación? ¿Qué principios éticos pueden inculcar empresas que sobreexplotan y defraudan a Hacienda o bancos que engañan a sus clientes y desalojan a familias sin recursos de sus casas?

Algunos ejemplos:

  • Fundación Empieza por Educar (del Banco Santander) y Fundación Telefónica lanzan el proyecto Entre Profes, un entorno formativo online dirigido a docentes que trabajan en entornos complejos.
  • EduCaixa es una plataforma educativa que incorpora recursos que explican los conceptos básicos de la economía y las finanzas.
  • CINAIC es el Congreso Internacional sobre Aprendizaje, Innovación y Competitividad. Más que un congreso es una plataforma para divulgar innovación educativa y mejorarla.
  • AulaPlaneta es una plataforma de la editorial Planeta con recursos por cursos, materias y temas
  • Fundación Promete quiere promover un mayor y mejor desarrollo del talento de todas las personas, mediante el diseño y realización de proyectos de innovación educativa y social,
  • Escuelas Creativas un proyecto de Fundación Telefónica en el que se “traslada”, a centros educativos y aulas, la metodología de creatividad e innovación del famoso cocinero Ferran Adrià.
  • La Fundación Amancio Ortega convoca, a través de su Programa de Formación para Profesores, 50 plazas para la realización de un año académico en Canadá. El Programa ofrece formación en técnicas y habilidades de uso transversal en la docencia, y prácticas educativas en centros públicos canadienses.
  • Segunda edición del concurso internacional de enseñanza Global Teacher Prize de la Fundación Varkey, considerado el “Nobel de la Enseñanza”.
  • AltSchool, con el respaldo de inversores como Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, l pretende revolucionar la enseñanza y crear un sistema de aprendizaje personalizado que pueda usarse en cada escuela del mundo.
  • Escola Nova 21: EduCaixa, juntamente con el Centre UNESCO de Catalunya, la Fundació Jaume Bofill y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), impulsa el proyecto Escola Nova 21, una alianza de entidades y escuelas con el objetivo de propiciar acciones de cambio educativo.
  • La CEOE reclama que el empresariado tenga más protagonismo en la gobernanza ejecutiva de la formación, hasta el punto de que pueda participar en la definición de los currículos de grado y posgrado.
  • Design for Change hace su aparición en España en 2011, con la ilusión de contribuir a transformar la realidad educativa de nuestro país. Innovación, emprendimiento social, valores e inteligencias múltiples.
  •  El CETEI es el centro de innovación educativa de la red de escuelas Jesuitas Educación. Su misión es ser y actuar como nodo de reflexión y debate, promoción, transferencia y difusión de las innovaciones educativas, tecnopedagògiques y metodológicas de Jesuitas Educación
  • Escuelas Católicas es la patronal de colegios concertados que ofrece formación.

Pero, no sólo intentan formar al profesorado y vender sus materiales, sino que, cada vez más, entran en las escuelas para propagar sus ideas. Así lo vemos en el ejemplo de la Educación Financiera (EFEC), denunciada una y otra vez por la Plataforma por la Educación en Economía Crítica.

Cuando intentamos ver en qué consisten estas y otras ofertas de formación, de materiales y de propuestas de innovación, nos encontramos con algo insólito: todos proponen lo mismo. ¿No es mucha casualidad que estén tan de acuerdo la OCDE, los bancos, los empresarios, los movimientos pedagógicos a favor de la innovación educativa, las escuelas religiosas y las públicas, las plataformas y fundaciones?

Estas coincidencias se pueden resumir en cinco : 1) El gran fracaso de la educación actual y la falta de preparación del profesorado. 2) La necesidad de cambiar radicalmente las metodologías y pasar a “educar por competencias y por proyectos”.  3) La utilización de las TIC y los medios digitales como herramientas fundamentales. 4) La educación “centrada en el alumno” y la necesidad de adaptar la educación a las “necesidades de la sociedad del siglo 21”. 5) El fomento del “espíritu emprendedor”.

Todo ello, además, no se ha discutido en ningún foro; ha aparecido como una “obligación voluntaria” del profesorado que se ve abocado a poner en cuestión todo lo que estaba haciendo y adherirse entusiasta al diseño que otros han formulado. El profesorado debe aprender de nuevo a enseñar, en sus horas libres y pagando la formación de su bolsillo. Tiene que dedicar horas fuera de su horario para planificar, buscar material y organizar las clases a partir de las nuevas órdenes. [«Es necesario sacar al docente de su zona de confort y ayudarlo a que aprenda a utilizar herramientas tecnológicas…” (Instituto de Innovación en Negocios Educativos); «El problema lo tenemos dentro de la cabeza. No hacen falta más recursos. Hay que aprender a trabajar en equipo, tanto los alumnos como los profesores” (Escola Nova 21)].

Los centros, sobretodo los públicos más marginales, deben hacer un sobreesfuerzo para apuntarse al carro si no quieren ser más marginales y ser tachados de obsoletos.

¿Dónde están los estudios que demuestran que la educación por competencias y por proyectos es mejor? ¿Es todo ello tan “nuevo”?¿Porqué viene de la mano de organismos privados? ¿Por qué, de repente, hay que cambiar horarios, espacios, metodologías y roles sin aumentar recursos ni presupuestos? ¿Es mejor y más avanzado fomentar el espíritu emprendedor que el espíritu crítico? ¿Es mejor la educación financiera que la filosofía, la música o la literatura? ¿Qué significa una educación “centrada en el alumno”?¿Por qué el profesor debe dejar de ser un emisor de conocimientos para convertirse en un guía ¿De dónde aprenderán ahora los conocimientos, de internet?

Pero lo más importante: ¿quién ha decidido todo ello y en función de qué intereses?

Es evidente que la sociedad está cambiando. la educación no puede quedar al margen.hay que mejorarla , pero la falta de discusión y, sobre todo, esta avalancha impositiva de una innovación que surge del mundo empresarial, puede desembocar en un gran fiasco. La sociedad, las familias, y los profesionales no deberían abrazar acríticamente todas estas nuevas directrices. Si dejamos la educación en manos de agentes privados, con intereses muy concretos, estamos hipotecando el futuro de nuestra sociedad.

La educación no tiene que estar al servicio de la economía, de las empresas o del mundo financiero, la educación tiene que ofrecer herramientas, conocimientos y valores para que todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas puedan tener una vida digna, y sean capaces no tanto de adaptarse a un mundo salvaje y competitivo, sino que sean capaces a enfrentarse a él y puedan cambiarlo.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/14/quien-manda-en-la-educacion/

 

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¿Deben desaparecer los conciertos educativos?

Por: Rosa Cañadell

En Catalunya, y también en el resto del Estado, pocas veces se pone en cuestión que existan los conciertos educativos: centros privados que funcionan con dinero público. Pero no deja de ser curioso que un fenómeno, casi inexistente en la mayoría de países de la Unión Europea, lo consideremos ya como normal e incuestionable.

¿Es positiva, para nuestro sistema educativo, esta doble red? ¿Cómo es que se pone en cuestión constantemente el funcionamiento de los centros públicos y, en cambio, nunca se habla del funcionamiento de los centros privados-concertados?

¿Se ha hecho alguna evaluación sobre las consecuencias de esta doble red? ¿Es normal que un servicio público como es la educación esté gestionado en un 40% o un 60% (como en la ciudad de Barcelona) por patronales privadas? ¿Es decente que en momentos de recortes a la educación pública se destinen 25 millones de euros al año, sólo en Catalunya, a subvencionar 16 escuelas vinculadas al Opus Dei que, además de cobrar cuotas impagables por las clases populares, segregan por razón de sexo?

En un país democrático tendría que existir una sola red educativa, pública, laica y abierta en todo tipo de alumnado, como tienen la gran mayoría de países europeos. La media europea del alumnado escolarizado en centros públicos es del 90%, mientras en el Estado Español no llega al 70 % y, en ciudades como Barcelona, es sólo de un 40%. Y, de hecho, los países que tienen mejores resultados escolares, como por ejemplo Finlandia, tienen un sistema público que escolariza al 97% de su alumnado.

Los centros privados concertados nacen con la democracia, cuando se expande el sistema público, muy deteriorado e insuficiente en tiempo de la dictadura. Ante la dificultad de construir suficientes centros públicos frente a la gran demanda de plazas escolares, el PSOE aprueba una ley en 1985, la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), en la cual se establece que allá donde no lleguen los centros públicos, el estado podrá “concertar” (subvencionar con dinero público) los centros privados que cumplan una función social y que funcionen bajo los criterios de gratuidad y no segregación en la admisión del alumnado.

Sin embargo, el objetivo inicial de estos conciertos se ha desvirtuado con el paso del tiempo y, finalmente, los centros concertados (excepto algunas honrosas excepciones) acaban siendo centros privados que funcionan como tales, que cobran cuotas a los padres y madres, que seleccionan al alumnado y que hacen de la educación un negocio.

Durante mucho tiempo, desde la transición, quedaba claro que el sistema público educativo estaba formado por centros de titularidad pública, pero, en este afán para “normalizar” una situación que, de hecho, era muy “anormal”, las nuevas leyes se han empeñado en “legalizar” esta situación: la LEC ya introduce el “sistema educativo catalán” que incluye tanto los centros públicos como el privados concertados, como si fueran iguales. Ahora, con la LOMCE, la situación empeora todavía más.

Así, pues, el hecho de existir la fórmula del concierto no hace más que aumentar las posibilidades de los centros privados que, a pesar de tener asegurada su financiación pública, continúan teniendo sus propias patronales, se escapan del control público y pueden seleccionar, activamente o con subterfugios, a su alumnado, pueden (y la inmensa mayoría así lo hacen) cobrar cuotas a los padres y madres (normalmente bajo la fórmula de “donaciones voluntarias” a una fundación del propio centro), seleccionar el profesorado con sus propios criterios y tener un “ideario propio”, muchas veces claramente reaccionario. Todo esto hace posible lo que se llama “fractura social” dentro de la educación, que se concreta en la existencia de centros diferentes según la renta familiar. La consecuencia es una disminución de la diversidad del alumnado, un deterioro progresivo de los centros públicos y una peor calidad de todo el sistema educativo.

Contrariamente, los centros públicos de titularidad pública escolarizan a todo el alumnado sin ningún tipo de excepción, funcionan con el dinero público y su patronal es la propia administración. El profesorado accede a partir de unas oposiciones que valoran los conocimientos y aptitudes de forma pública y objetiva (al menos hasta ahora!!). Esta diversidad es una de las grandes riquezas de estos centros y una de las condiciones para una buena socialización de todo el alumnado así como de un aumento de los resultados escolares.

El rendimiento escolar de los centros públicos es igual o mejor que la de los centros privados concertados: todos los indicadores (PISA incluido) demuestran que, en igualdad de condiciones socioeconómicas, el alumnado obtiene resultados similares en centros públicos o privados. Pero, aunque los centros concertados no ofrecen mejores resultados académicos, últimamente hemos asistido a un progresivo abandono de la educación pública por parte de las clases medianas y altas en favor de la concertada, así como un abandono de su defensa por parte de la izquierda política. Esto obedece a una campaña de desprestigio de todo aquello que es público, también de la educación, por parte del discurso dominante. Se trata de “convencer” a las familias que se lo pueden permitir que es mejor que paguen por la educación de sus hijos y abandonen el servicio público, lo cual es muy negativo para todo el sistema educativo y es una fuente de segregación educativa, al mismo tiempo que favorece el negocio privado en la educación.

Con la excusa de la crisis todo esto se ha agravado y vemos como continúan disminuyendo los recursos en los centros públicos, mientras se mantienen los de los centros concertados. Los recortes en la educación, se han centrado en todo aquello que va dirigido al alumnado con más dificultades, o sea, todo lo contrario de lo que sería una buena política educativa que favoreciera la igualdad de oportunidades. Entre 2009 y 2011, el gasto global por estudiante en Catalunya se reduce en 493€, mientras que la reducción del gasto por estudiante en centros concertados lo hace sólo en 227€. De hecho, la única partida que se ha mantenido estable (e incluso ha crecido el 2011) es el gasto público en enseñanza concertada. Del mismo modo, vemos como se van cerrando aulas públicas, mientras se mantienen las de los centros privados-concertados.

Hay que recordar, además, que la Constitución permite a los padres y madres escoger la escolarización de sus hijos/se y a crear centros privados, pero en ninguna parte de la Constitución se menciona la “obligatoriedad” del Estado de subvencionar con dinero público estos centros privados. Se trata, pues, de una opción claramente política que favorece directamente a las familias con más recursos, a las patronales y a los intereses de las cúpulas eclesiásticas.

Ante esta situación, es urgente abrir de nuevo el debate sobre la inconveniencia de esta doble red educativa que es injusta, favorece la desigualdad, aumenta la privatización y no aumenta la calidad. Si queremos mejorar nuestro sistema educativo, es urgente plantearse la reducción y progresiva eliminación de los conciertos de centros privados, y ampliar la red de centros de titularidad y gestión pública. Desgraciadamente, esta no es la línea de las políticas actuales que están apostando por la privatización de los servicios públicos, incluida la educación. Sin embargo, también está aumentando la resistencia ciudadana a estas políticas privatizadoras, lo cual nos señala el camino, que será largo, pero no imposible.

*Articulo tomado de: http://www.vientosur.info/spip.php?article11385

*Fuente de la imagen: http://noticias.lainformacion.com/policia-y-justicia/magistratura/PSOE-Congreso-conciertos-educativos-diferencian_0_906509652.html

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